Capitulo I
El salón de clases estaba lleno de un zumbido de conversaciones emocionadas, el sonido de las hojas de papel y los bolígrafos rascando frenéticamente. era el primer día de clases después de un largo verano, los estudiantes estaban ansiosos por ver que les deparaba el inicio de sus carreras universitaria.
Todos hablaban entre ellos, las conversaciones típicas acerca de cómo les fue en las vacaciones, por qué habían escogido la carrera o simplemente preguntaban sus nombres.
Y ahí estaba yo, con mi cara de pocos amigos mirando al frente pensando miles de cosas, estaba tan frustrada con la vida y conmigo misma, no había podido entrara a la carrera de mis sueños: Medicina.
Por azares del destino había terminado entrando a estudiar química, la cual me desinteresaba en absoluto pues solo había tomado la carrera por presión de mi madre. Me encontraba analizando todo a mi alrededor, todos parecían conocerse entre sí por lo cual yo no había entablado conversación con ninguna persona dentro del salón.
- Buenos días, ¿Está ocupado? – Mire entonces a una chica de cabello largo y anteojos, quien señalaba el pupitre al lado del mío.
- No, puedes sentarte- respondí sonriéndole.
- Gracias, Soy Vanessa- exclamo extendiéndome su mano en señal de saludo.
- Mucho gusto Vanessa, soy Verónica- dije extendiéndole mi mano y estrechándola con la suya.
- ¿Parece que será un primer día bastante caótico no? -
- Parece que, si lo será, se escucha demasiado ruido- dije mirando a todos lados.
- Me da la impresión de que todos están emocionados por empezar-
- Si, seguramente a ellos si les apasiona esta bendita carrea-
- ¿A ti no? -
- Para nada, yo quiero ser médico, esto no es lo mío-
- Vaya, pues supongo que debe ser bastante frustrante no poder estudiar lo que deseas- dijo acomodando sus anteojos.
- Claro que lo es, ¿y tú porque estás aquí? - pregunte curiosa.
- Simplemente no sabía que estudiar- dijo soltando una carcajada.
Ambas comenzamos a reírnos por la situación, parecía que había encontrado a alguien que me hiciera compañía en ese enorme salón que, aunque estaba lleno de gente me hacía sentir completamente sola.
Vanessa y yo seguimos conversando acerca de trivialidades sobre la vida y la escuela, también nos pusimos a analizar a cada uno de los chicos y chicas que se encontraban en nuestra aula de clases, desde aquella chica glamurosa y sociable hasta aquel chico callado que se sentaba hasta la esquina del salón sin hablar con absolutamente nadie.
Sin darnos cuenta los minutos que faltaban para el inicio de clases habían llegado a su fin, fue en ese momento que se me ocurrió mirar el horario de clases el cual indicaba que la clase que tendríamos sería nada más y menos que matemáticas, la materia que más detestaba en el mundo, pues durante toda mi vida jamás había sido buena con los números. Toda mi vida me había tocado muy malos profesores en dicha asignatura, la mayoría de ellos ancianos amargados con la vida que solo se dedicaban a joderme la existencia, así que no esperaba más de la persona que sería mi profesor o profesora.
Divagaba entre mis pensamientos cuando entro entonces un hombre con un porte bastante recto, todos en el aula guardaron silencio absoluto ante la llegada del profesor, este se ubicó al frente de la clase y soltando una gran bocanada de aire exclamo:
- Muy buenos días jóvenes, mi nombre es Humbert Vince y seré su profesor de matemáticas-
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