Volver a casa
La mala suerte no dejaba de perseguirlos.
Pensaron que llegaron a un lugar seguro, con el científico Shibata Tek, pero apenas despertar este les avisó que Kinoeda sabía de su ubicación y estaba en camino para acabar con sus vidas.
—Espera, espera, espera —habló Ruchiru, tan pálido como todos ellos—. Eso de que Kinoeda está viniendo era la mala noticia. ¿Cuál es la buena? Dijiste que hay una buena. Hay una buena, ¡¿verdad?! —preguntó, un poco desesperado.
—Ah, sí, por supuesto. —El Dr. Tek asintió felizmente—. La buena noticia es que, aunque Kinoeda venga con todo su poder armamentístico, ustedes están bajo mi protección. Y yo tengo el ejército robótico más grande del mundo. —Su sonrisa alegre se volvió un tanto arrogante mientras se sentaba tranquilamente en la cabecera de la mesa donde estaban desayunando—. Katana-chan~, por favor prepara a todos mis batallones. Debemos estar listos para el ataque.
—A la orden, amo. —La androide salió del comedor.
Todos se quedaron con las bocas abiertas, menos Tsukiku, que parecía simplemente confundida.
—¿Desde cuándo tu ejército supera al del Dr. Xeno? —preguntó, incrédula.
—Desde el mes pasado —contestó alegremente—. Bueno, a nivel de daño masivo, creo que todavía me ganaría él, igual que los reis de tu padre, pero en número, ya los he superado. —Entrelazó los dedos bajo su barbilla—. Por cierto, ¿dije que tengo una buena y una mala noticia? Mentí, tengo dos buenas noticias.
—¡Tsukiku! —De repente, Minire apareció volando en el comedor, viéndose como nueva.
—¡Minire! —Tsukiku extendió las manos con emoción y el pequeño robot voló a ellas, a lo que de inmediato la abrazó contra su pecho.
—Reparé a tu pequeño robot, fue bastante difícil, creo que algunas funciones siguen dañadas —murmuró Tek—. La tecnología del Dr. Senku es impresionante, necesitaría mucho más tiempo para repararla por completo. —Miró de reojo a Senku, que solo lo escuchó atentamente.
—Ya que Kinoeda sabe que estamos aquí, no tiene sentido seguir ocultando nuestras señales —dijo Tsukiku, sin dejar de abrazar a Minire—. Manda una señal, haz que Reimi venga aquí de inmediato.
—¡Ya lo he hecho! —aseguró el mini robot, con el símbolo de "n - n" en su pantalla—. También he informado a tu madre de la situación. Tiempo estimado para la llegada de Reimi: 12 minutos. Tiempo estimado para la llegada de Kohaku-sama: 19 minutos.
—Así que mamá ya lo sabe… —Tsukiku solo pudo morderse el labio, antes de empezar a toser—. Demonios, nos matará cuando llegue… si es que sobrevivimos.
—No hay de qué preocuparse, solo debemos soportar el ataque hasta que Reimi llegué —dijo el Dr. Tek, sirviéndose un té—. Lo cual será… —se interrumpió al escuchar el sonido de una explosión—. Oh, ya están aquí… Bueno, estos serán unos 12 minutos muy intensos. —Tomó su té de golpe y se paró rápidamente, abandonando el comedor.
De inmediato todos lo siguieron.
Llegaron a un lugar lleno de computadoras que se parecía bastante a un set-up gamer, no, de hecho… ¿por qué tenía joysticks en un supuesto laboratorio? ¿Acaso si era un puto set-up gamer?
Tek se sentó en su sillón sospechosamente parecido a una silla gamer y pasó las manos por sus tres pares de teclados como si fueran teclas de piano, luego empezó a teclear a gran velocidad.
Las pantallas comenzaron a transmitir cómo se veía el exterior del enorme almacén en el que estaban, y Senku sintió su mandíbula tensarse cuando hicieron zoom y se pudo apreciar como montones y montones de spy-dots de distintos tamaños volaban hacia allí, disparando pequeños misiles a diestra y siniestra.
Después de teclear por unos segundos, Tek tomó un joystick y en una de las pantallas se vio como si estuviera en la perspectiva de un robot con forma humanoide, pero de un metro, con alas y como si estuviera hecho de conos de metal, o eso parecía porque el robot estaba corriendo a la par de cientos de copias que tenían esa forma.
Tek se volteó hacia ellos con una sonrisa.
—¿Quieren jugar conmigo? —preguntó alegremente.
—Ja, tú siempre ves todo como un juego, no me sorprende. —Tsukiku negó con la cabeza, pero se sentó en uno de los muchos cojines que había en la sala—. Pero de acuerdo, solo porque me gusta destruir esas cosas.
—¡Yo juego! —Ruchiru tomó otro cojín y Tek les dio un joystick a los dos primos.
Senku y los demás miraron incrédulos cómo las pantallas desde las perspectivas de los robots cono mostraban todo lo que pasaba afuera, ¡como si fuera un videojuego! Hasta les daba instrucciones de con qué teclas disparar.
Senku estaba sorprendido, estaba confundido, estaba…
—¿Puedo hacerlo también?
—Claro. —El Dr. Tek le ofreció un joystick—. No te preocupes si fallas algunos tiros, hay miles de mis robots, mis toy-bots, alguno lo destruirá. Y si se acerca demasiado Katana-chan los hará pedazos.
Senku tomó el joystick y se sentó.
Luego de unos minutos, Kinji, Haishi y Umi se unieron a ellos también.
Era un poco ridículo… defender tu vida jugando como si fuera un videojuego… ¡pero también era divertidísimo! ¡Esta adrenalina en un videojuego no era cosa de todos los días! ¡No recordaba la última vez que se divirtió tanto jugando un videojuego y defendiendo su vida y la de personas que le importaban de un psicópata con robots asesinos!
—¡Mis toy-bots tienen balas explosivas mayormente! —exclamó Tek, jugando con su joystick con una maestría envidiable—. ¡También tienen una gran bala que es un pequeño misil de emergencia! ¡Úsenlo presionando L2 solo si encuentran un spy-dot grande o si su toy-bot está a punto de ser destruido! Pero no se preocupen si se destruye, ¡su pantalla simplemente les asignara al toy-bot más cercano!
Senku apenas lo escuchó por el sonido de los disparos y explosiones, además del tecleado intenso que todos estaban haciendo. Esto le recordaba mucho a Halo y Gears of War, aunque era mucho más intenso… quizás porque sus vidas de verdad estaban en peligro.
Esto era mejor que cualquier juego triple A con los mejores gráficos del siglo XXI. No debería pensar en esto como un videojuego... pero diablos que era divertido. Lo único que le preocupaba un poco era que esas malditas máquinas de Kinoeda parecían interminables.
Apuntar y disparar, apuntar y disparar. Girar la perspectiva de cámara, girar el cuerpo entero del robot, moverse de izquierda a derecha, volar más abajo o más arriba. Hacer estallar spy-dots. Explosiones, fragmentos metálicos volando. Ya había perdido tres toy-bots, aunque los que peor iban eran Tsukiku y Kinji, que ya iban por su séptimo y noveno toy-bot.
En una de esas, Senku decidió parar un poco la matanza y volar más cerca de la superficie, pudiendo captar en pantalla a la androide Katana, que estaba en tierra disparando con una maldita bazuca a todo spy-dot que pasara las defensas de los toy-bots aunque sea por medio milímetro. Decidió explorar lo que pasaba del otro lado del almacén, ya que los estaban rodeando desde todas direcciones.
Je, detrás del almacén habían todavía más toy-bots, y hasta robots idénticos, pero mucho más grandes, cuyos brazos funcionaban como lanza-misiles que disparaban decenas de proyectiles a la vez. Lo mismo pasaba en el norte y en el sur.
Volvió a la labor de hacer estallar spy-dots, sumergiéndose tanto en la tarea que casi olvida que se trataba de la vida real y estaban en riesgo sus vidas.
—¡Reimi ya ha llegado! —El repentino gritito alegre de Minire tomó a todos por sorpresa.
—Oh, vaya. —El Dr. Tek sonrió ladinamente—. Será mejor que alejen a sus toy-bots si no quieren acabar en el fuego cruzado.
Senku decidió seguir el consejo, solo porque quería seguir viendo lo que pasaba.
Efectivamente, con la cámara de su toy-bot pronto pudo ver a Reimi llegando a la escena. El pequeño robot de inmediato adoptó su forma de peonza con sus ojos rojos, y una lluvia de explosiones cegó por completo todas las pantallas.
Senku se apresuró en alejar a su robot del lugar, tomando altura para tener una vista más clara de lo que estaba pasando. Los demás siguieron el ejemplo, por lo que en varias pantallas podía ver distintos ángulos, aunque a lo lejos.
Reimi estaba devastando a los spy-dots. Brazos metálicos salían de su centro, girando y extendiéndose, moviéndose tan rápido que los atravesaba y destrozaba al contacto, todo sin dejar de disparar pequeños explosivos casi tan finos como agujas, pero muchísimo más letales que cualquier misil que el Dr. Tek haya disparado ya sea con bazucas o sus robots, y todo mientras se paseaba por todos los alrededores del almacén, limpiando la zona de spy-dots, sin dejar que ninguno se acerque de más al lugar.
—Wow. —Senku estaba increíblemente impresionado—. ¿Y se supone que yo cree a esa cosa?
—Por lo que sé, fuiste tú, el Dr. Xeno y la Dra. Mironi —dijo Tek, sacando otra barra de chocolate y dándole un mordisco tranquilamente—. Y por lo que sé, es capaz de cosas mucho más letales. Y por lo…
—Oye, suficiente. Se supone que no debemos darle información de más. —Ruchiru le chitó al chico más joven, que solo encogió los hombros.
El Dr. Tek se preparó para darle otro mordisco a su chocolate, pero entonces una señal de alarma se disparó en uno de los monitores.
Él tiró el chocolate al piso y se puso a teclear como loco otra vez. Senku vio con curiosidad como la pantalla se llenaba de comandos matemáticos que nunca antes había visto, pero que parecían súper simplificados y al mismo tiempo diez billones de veces más complejos que antes.
Después de leer los comandos, Tek sacó su celular y lo acercó a su boca.
—Han disparado un rayo de PLASMA en dirección a mi laboratorio, va a atravesar mis defensas. —Todos lo miraron con la boca abierta mientras él hablaba, tecleando furiosamente, con los ojos fijos en la pantalla—. Reimi seguramente pueda neutralizarlo, pero le costara un momento de vulnerabilidad. Como no podemos permitirnos perderla, mantendré a mis toy-bots protegiéndola, pero eso quiere decir que mis defensas flaquearan y quizás logren entrar, sin embargo… no hay más opción. —Tensó la mandíbula—. Mantendré a Katana dentro con nosotros, y si es necesario me pondré frente a Tsukiku para tomar los dardos, pero Reimi debe neutralizar este ataque o estaremos muertos.
—Bien, protégela. —La voz de Kohaku se dejó oír a través del teléfono, y Senku se asqueó de sí mismo por lo aliviado y feliz que se sintió de solo escucharla—. Le pediré a Reimi que neutralice el ataque.
—Puedes confiar en mí, Kohaku-san —aseguró el Dr. Tek, antes de tirar el celular al suelo también y volver a teclear como loco—. Muy bien… como ya escucharon, estamos en problemas —les dijo, sin mirarlos—. Reimi necesita protegernos de un arma mortal muy peligrosa, y mis robots necesitan proteger a Reimi, además de mantener a los spy-dots lejos. Es probable que algunos spy-dots logren entrar aquí, así que les daré algunas armas para usar como último recurso. Con suerte, no serán necesarias, ya que Katana vendrá aquí para cuidar de nosotros.
—¿Qué clase de armas nos darás? —preguntó Tsukiku, muy seria.
—A ti no, Tsukiku-chan.
—¡¿Qué?! —graznó indignada, antes de entrar en un ataque de tos.
—Justamente por eso, sigues enferma. —Tek la miró de reojo—. No podemos confiar mucho en tu coordinación, así que o te petrificas o te quedas sentada en el centro de un circulo para que podamos protegerte.
Con el ceño totalmente arrugado y ojos llenos de odio, Tsukiku pateó su cojín, antes de volver a sentarse.
¿Qué tanto odiaba la idea de petrificarse? A Senku ya le estaba pareciendo raro, parecía ser algo normal hoy en día.
Del suelo surgieron seis armas, y el Dr. Tek los instó a elegir una a todos menos Tsukiku. Senku eligió una que se parecía a lo que usaban en Halo, aunque, por las instrucciones que le dio el Dr. Tek, ahí terminaban las cosas en las que se parecían. Además, debía ser muy cuidadoso con su puntería. Ok, no iba a negar que eso lo puso nervioso.
Pronto vieron en las pantallas a Reimi colocarse encima del almacén, justo a tiempo para interceptar un rayo viniendo desde el cielo, probablemente lanzado con un satélite. Miles de toy-bots la rodearon para protegerla, pero también pudieron ver a muchos spy-dots adentrarse en el laboratorio, logrando burlar las protecciones automáticas.
La androide Katana llegó en ese momento, ahora con dos espadas en vez de una bazuca.
—He activado las medidas de emergencia —dijo ella, o eso—. Es poco probable que lleguen más de unas pocas decenas, pero deben estar preparados, intentaré protegerlos tanto como me sea posible.
—Su objetivo es Tsukiku —dijo Haishi—. Hay que rodearla.
Todos se pusieron en formación de circulo con la más joven, dándole la espalda.
—Mi sistema de seguridad sigue dañado —dijo Minire, volando sobre la cabeza de Tsukiku—. ¡Pero haré lo mejor que pueda! —En su pantalla se mostraba el gesto "n - n".
El primer spy-dot entró a la sala por la puerta, siendo rápidamente interceptado por un balazo de parte del Dr. Tek, que aparentemente aparte de brillante tenía buena puntería.
Empezaron a llegar más por la puerta, pero no alcanzaban ni a asomarse por completo cuando Tek, Ruchiru, Haishi y Umi ya habían disparado, destrozándolos exitosamente.
El problema empezó cuando los spy-dots empezaron a entrar por las paredes y el techo, rompiendo todo a su paso. Destruían el metal que rodeaba el almacén como si fuera de cartón.
Senku no tenía una precisión diez billones por ciento confiable y acertada, pero en situaciones de vida o muerte podía confiar en su buen pulso, logró derribar a varios de esos robots.
No los dejaban ni entrar por completo antes de dispararles, pero como eran tantos pronto empezaron a acercarse más, y al acercarse más… empezaron a disparar sus dardos.
Esos dardos que convirtieron a Kinro en una estatua de piedra frágil y quebradiza, ahora estaban lloviendo sobre ellos, la mayoría apuntando a Tsukiku.
Lograron derribar a los spy-dots y disparar a los dardos, pero algunos llegaron inquietantemente cerca de ellos, casi dándole a Kinji de no ser porque la androide Katana se puso delante de él, y desde ese momento se dedicó a recibir todos los dardos y derribar a los spy-dots más cercanos a puñetazos, otra prueba de que no era una humana por más que lo pareciera.
Luego de unos minutos, cuando los spy-dots estaban comenzando a entrar de a montones y las armas empezaron a quedarse sin municiones, de repente su salvación llegó, volando absurdamente rápido para destruir a cada robot enemigo en el aire y usando sus bracitos de alambre para hacerlos retroceder, eliminarlos y mantener un perímetro de seguridad. ¡Era la otra Minire, la que había estado en el cuarto de Senku!
—¡Lamento la tardanza, debía proteger a Kohaku-sama de camino aquí, ya que también la están atacando! —exclamó alegremente, aunque su pantalla también estaba roja mientras hacía trizas a todos los spy-dots—. Ya están a salvo, y Kohaku-sama está afuera del edificio, esperando a reunirse con ustedes. Los escoltaré.
—Ow, estaba a punto de desplegar mis batallones de emergencia. —El Dr. Tek hizo un puchero completamente infantil.
—¡¿Tenías un batallón de emergencia?! —Tsukiku y Haishi lo miraron como con ganas de matarlo.
—No, no tengo uno, tengo ocho —aclaró—. Pero no tenían batería, estuve recargándolos y estaba a punto de darles la orden de venir a salvarnos.
—No hay tiempo para regañarlo, debemos irnos. —Umi tomó de las muñecas a Tsukiku y Haishi para que desistieran de sus intenciones de ahorcar a Tek y salieron de la sala, seguidos de Minire que destruía a todo spy-dots que estuviera a cincuenta metros a la redonda.
Cruzaron varias habitaciones antes de llegar a la salida, donde encontraron la puerta abierta y Senku pudo vislumbrar a Tsukasa, Matsukaze y otras personas disparando a diestra y siniestra a spy-dots. Siguió mirando mientras se acercaban, y pronto pudo ver a Kohaku también en la escena, disparando, pateando y destrozando a las máquinas de Kinoeda.
Una sonrisa afloró en su rostro inevitablemente.
Por fin… por fin iba a verla otra vez.
Cuando salieron del almacén, pudieron ver a todos los spy-dots retirarse a lo loco, huyendo despavoridos de la fuerza destructora de Reimi, aunque algunos seguían intentando atacar a Kohaku y Tsukiku, pero eran interceptados por Minire y Tsukasa y su equipo.
Pronto, Reimi voló hacia ellos y se mantuvo en su forma de ataque, pero cubriéndolos de forma más específica. Senku se sintió completamente a salvo estando cerca de ese robot adorable que tan inofensivo y hasta tierno le había parecido en sus primeros encuentros.
Fue solo al ver el cielo despejado de spy-dots que Kohaku se volteó hacia ellos, más específicamente hacia Senku y Tsukiku.
Senku no supo qué decir. Ella parecía no tener expresión alguna, todavía tenía sus armas en alto y una pose de ataque, pero pronto se relajó y guardó todo, bajando la mirada, ocultando sus ojos con su fleco.
—Ma… mamá… —Tsukiku se atrevió a hablar, acercándose tentativamente a ella—. Lo siento… lo siento mucho. Todo es mi culpa… yo me escapé de casa y los arrastré a todos conmigo, también a papá. —Senku la miró con una ceja en alto, recordando que él fue el que la extorsionó para que lo llevara también—. No quería que esto pasara, de verdad, lo siento…
Kohaku, sin levantar la mirada, comenzó a acercarse lentamente, y Tsukiku cerró los ojos, quizás esperando un grito o un jalón de oreja, sin embargo… Kohaku solo envolvió sus brazos a su alrededor, enterrando el rostro en su cabello. Cuando alzó un poco la cabeza, Senku pudo ver las lágrimas acumuladas en sus ojos y su expresión de absoluto alivio. Kohaku sollozó, abrazando a su hija con más fuerza contra su pecho.
Pudo sentir su propio sentimiento de alivio llenarlo. Ahora su hija por fin estaba con su madre, con alguien que sí sabía cuidar de ella. Él solo se alegraba de haberla cuidado lo suficiente para poder devolverla a los brazos de su madre, aunque no hizo un trabajo muy bueno que se diga, lo importante era que ellas estaban juntas y bien.
—Kinoeda nunca ataca solo una vez —dijo Tsukasa de pronto, haciendo a Kohaku romper el abrazo con Tsukiku y frotar sus ojos.
—Tienes razón, tenemos que volver a Tokio de inmediato. Estaremos a salvo una vez estemos bajo la protección de Reimo.
—Al menos Kinoeda delató uno de sus satélites con ese ataque, ya lo hemos destruido —dijo una mujer que Senku reconoció como Nikki. Ella también se veía bastante bien para tener más de cuarenta años.
—Este ataque destruyó un cuarto de mis toy-bots —murmuró el Dr. Tek—. ¡Genial! ¡Será divertido construir muchos más, con mejores funciones!
—Siento mucho lo de tus robots. —Kohaku se acercó al joven científico y le revolvió el cabello cariñosamente—. Te concederé todo el presupuesto que necesites.
—¿Sin límite? —La miró con ojos brillante.
—Tú solo pide un número. —Siguió acariciando su cabello.
—¡Súper, me encanta que ahora seas tú la encargada del patrimonio Ishigami, Kohaku-san!
—Tampoco abuses, bastardo —le gruñó Tsukiku, antes de ponerse a toser.
—Imaginé que estarías enferma. —Kohaku volvió a abrazar a su hija, acomodando su bufanda para que le cubriera mejor el rostro—. No te preocupes, mi bebé. Mamá te llevará a casa. —Le besó la frente, para luego mirar de reojo a Senku.
Creyó que le diría algo, pero ella solo apartó la mirada, viendo como un avión se acercaba a su ubicación.
Era una especie de jet súper moderno blindado y con notorias funciones de ataque, a Senku le emocionó la idea de subirse, porque sabía que no lo dejarían desmantelarlo para estudiar sus componentes.
—Es hora de que todos volvamos a casa —masculló Tsukasa, acercándose a Haishi y llevándose las manos a la cintura. El adolescente más alto tragó saliva.
—Estoy en problemas, ¿verdad? —preguntó, con una sonrisa resignada.
—"Problemas" es poco para lo que te espera, jovencito. —Su mirada prometía el peor castigo que se le podría dar a un adolescente.
—Tsukasa-san, por favor no te molestes mucho con Haishi, fue mi culpa. —Umi se acercó a Tsukasa, con la mirada gacha y rostro avergonzado—. Yo debería haberles informado apenas encontré a tío Senku y a Tsukiku, pero no lo hice. Soy mayor que él y fui la que insistió en que me acompañara a mí en vez de acompañarte a ti. Aceptó toda la responsabilidad. —Hizo una profunda reverencia.
—Tu padre será el encargado de decidir por ti, Umi, viene en ese avión —respondió Tsukasa, muy calmado y poco sorprendido de que ella tomara la culpa—. Yo debo encargarme de mi hijo. No hay nada que puedas hacer al respecto.
Umi bajó más la cabeza y Haishi suspiró, colocando una mano en su hombro y enviándole una sonrisa de agradecimiento por al menos haberlo intentado. Ella le devolvió la sonrisa débilmente.
El avión aterrizó cerca de ellos, apenas y sí arrojando un ligero viento. Era impresionante lo controladas y cuidadosas que eran esas máquinas futuristas. ¡De verdad quería desmantelarlas!
La puerta se abrió convirtiéndose en una escalera para que ellos subieran y ya en la puerta pudieron ver a Ukyo, que bajó apresuradamente para correr hacia su hija. Umi lo esperó con los brazos abiertos.
Senku los miró con una mueca, antes de mirar a Tsukiku todavía envuelta en brazos de su madre.
Sus palabras de que él no la quería todavía resonaban con fuerza en su mente.
Abandonó esos pensamientos cuando se dio cuenta de que otra persona estaba bajando del avión, una mujer de corto cabello verde jade, sombrero de pescador y lentes de sol a pesar de que estaba nublado. Vestía completamente de gris, con un vestido largo hasta los tobillos y un abrigo de piel sintética. Era muy pálida, y algo en ella le resultaba muy familiar.
—¡Ah, Dra. Mironi! —El Dr. Tek fue el primero en saludarla, dejando a Senku con la boca por los suelos.
¡¿Esta era la Dra. Mironi?! ¿Qué hacía allí? ¿No estaba en la luna o lo que sea? Aunque claro, por eso se le hacía familiar, ya la había visto en revistas antes de la petrificación.
—Tek, querido. —Se acercó al niño y le acarició la mejilla de forma maternal—. Qué bueno verte, gran trabajo defendiendo a todos de Aspen.
—Ahora le dicen Kinoeda, no lo olvides —le dijo, con una risa nerviosa.
—Ah, cierto. —Rio cantarinamente, pero no de una forma alegre, más bien de una forma casi burlona, como una bravucona que acababa de echarle un vaso de ponche "accidentalmente" a la reina del baile o una mierda así—. Creo que hasta él mismo ha estado empezando a usar el nombre. —Se volteó hacia Senku, dedicándole una sonrisa complacida—. Senku, cariño, qué bueno verte en una pieza. Imaginó que sigues amnésico, ¿verdad?
—Sí —contestó secamente.
—Perfecto, de todos modos, ya me conoces y sabes de mi reputación. Sube al avión, cariño, voy a examinar esa cabecita tuya mientras vamos de camino a Tokio. —Comenzó a caminar de regreso al avión.
Senku miró de reojo a Kohaku, que estaba viéndolo también, con seriedad. Ella asintió levemente.
Siguió a la doctora al avión, siendo seguido por los demás.
—Me dijeron que no debíamos revelarte mucha información por recomendaciones médicas —dijo la doctora mientras tomaban asiento—, así que para hacer esto más fácil voy a desmayarte.
—¿Qué?...
Antes de que pudiera quejarse, sintió un piquete en el cuello y todo se volvió negro.
Cuando se despertó, ya estaba en su casa otra vez, en ese palacio que compartía con su familia, en su habitación de soltero.
—Ahí lo tienes, sano y salvo. —Una mujer extraña se puso en su campo de visión y a Senku le tomó un momento recordar todo lo que había pasado. Claro, ella era la Dra. Mironi—. Es innecesario que siga sus sesiones con la Dra. Maiko, excepto por una última sesión que tendrán mañana a primera hora para que ella pueda evaluar ciertos criterios en los que ha estado trabajando y enviármelos. —Estaba hablando con Kohaku, que no apartaba la vista de Senku—. Me iré mañana por la tarde, espero que eso sea tiempo suficiente para hacer mejores avances con su memoria. Por mientras, ya sabes, nada de recuerdos emocionales. —Asintió con la cabeza, antes de voltearse hacia Senku—. Tienes suerte, cariño, estás mucho mejor de lo que pensábamos. Tu mujer te lo explicará. Nos vemos en la cena~. —Se retiró de la habitación contoneándose, aunque no de forma sensual, más bien como si le divirtiera jugar a caminar como pato.
Senku se sentó lentamente, frotando un costado de su cuello. ¿Por qué se sentía como si acabaran de hacerle numerosas inyecciones?
Kohaku caminó hasta él y se sentó a su lado en la cama, con la cabeza gacha.
—Leona… —No supo bien qué decirle. Tragó saliva—. Lo siento…
—La Dra. Mironi dijo… que la inmensa mayoría de tus dolores han sido ocasionados por recuerdos emocionales —murmuró, sin levantar la mirada—. Dijo que los nanobots en tu cerebro están más concentrados en áreas que afectan tu memoria emocional, y que es más importante no mencionar datos personales antes que mencionar datos científicos y esas cosas… Me lo dijo de forma muy simple, para que pudiera entenderla, pero igual me costó entender lo que dijo después. —Finalmente alzó la mirada, observándolo con ojos llenos de lágrimas—. Senku, es mejor que te vayas de esta casa.
Él sintió su sangre congelarse en sus venas.
—¿Qué dices? ¿Estás loca?
—Vivirás con Tsukasa. Tiene un buen sistema de seguridad y él mismo es bueno para anticiparse a Kinoeda, te protegerá. Chrome irá a verte todos los días y va a enseñarte todo lo que necesitas saber de la ciencia actual. Esperamos que en unos meses puedas volver a trabajar.
—No puedes estar hablando en serio. —Pateó las sábanas que lo cubrían y se puso en pie, dándole la espalda, con las manos en la cintura.
¡¿Qué se había vuelto loca?!
—Te irás pasado mañana —murmuró, para luego tomar una gran bocanada de aire—. Ya está decidido. Es lo mejor para ti.
—Esto no tiene ni un milímetro de lógica. No estoy entendiendo nada. Quiero hablar con esa doctora. —Intentó salir, pero Kohaku se puso en su camino.
—Ella está muy ocupada, y no hay mucho para entender, Senku. Sea lo que sea que hayas hecho, fue para reprimir tus recuerdos emocionales. Estar cerca de tu familia no te va a ayudar. Tuviste dos ataques fuertes que te hicieron perder la consciencia por horas o días, los dos fueron por mi culpa. Además, es lo que querías, ¿verdad? —Cruzó los brazos, con una mirada mortalmente seria—. Tenías razón, aprender de ciencia no te perjudica en nada, así que Chrome va a enseñarte en casa de Tsukasa.
—Chrome podría enseñarme aquí… —murmuró de inmediato, sin saber qué más decir, lo único que sabía era que no quería irse. Acababa de regresar—. Es ridículo enviarme con Tsukasa. No lo aceptó.
—Ja, no te estoy preguntando. Es lo que se hará. —Se volteó para irse, pero Senku la abrazó por la espalda sin siquiera pensarlo, intentando retenerla. Por suerte, ella se quedó inmóvil, demasiado sorprendida.
No tenía idea de qué decir, así que la giró, y la besó.
La llevó hasta la cama y le hizo el amor, suplicándole entre besos que no lo alejara de ella y de su hija. Kohaku no respondió a sus palabras, hasta intentó alejarse varias veces, pero logró persuadirla de quedarse a su lado y acabaron rendidos en el colchón, abrazados en silencio.
—Me encontré con Akabane-sensei, cuando estaba buscándote —le dijo Kohaku de pronto, justo cuando se sentía cerca de dormirse—. Le conté la verdad y ella me confesó todas las cosas que te dijo.
—No vas a despedirla, ¿verdad? —Se sentiría mal si eso pasaba por su culpa.
—Ja, no. Quiero mucho a esa chica, la conocemos desde que era niña. —Lo miró a los ojos—. Me dijo lo que te contó respecto a Suika.
—Ella no está realmente muerta, lo sé. —Frunció el ceño—. Hay posibilidades de salvarla.
—Sí… quizás debería habértelo dicho, me pasé todos estos días lamentando no hacerlo. —Sonrió dolorosamente—. Pero es difícil… cuando se cumplieron cinco años de Suika siendo una estatua, hubo una gran pelea porque algunos de nuestros amigos querían hacerle un funeral. En ese estado, no se la considera viva ni muerta, y a muchas otras personas que también son estatuas calizas empezaron a hacerle funerales, ya que la cura no está llegando y la vida sigue pasando. —Apretó los labios—. Tampoco me gusta hablar de eso frente a Tsukiku.
—Debería haberme controlado —aseguró, desenredando sus brazos de ella y sentándose contra el respaldo de la cama—. Sé lo mucho que adoras a Suika, y ni siquiera vi a Tsukiku mirándonos discutir… —Otra razón de porqué era un padre tan horrible—. Pero no está muerta, está viva, y la voy a salvar.
—Ja, no tengo ninguna duda de eso. —Se sentó también, apoyando la cabeza en su hombro—. Tsukiku me dijo la verdadera razón por la que se fue, me dijo que preparó un archivo para ayudarte a entender mejor toda la ciencia que te has perdido. Ya se lo mandó a Chrome, eso lo ayudará a enseñarte. Respecto a Tsukasa…
—No voy a ir con él —dijo de inmediato.
—Senku. —Tomó su mano, mirándolo directamente a los ojos, con sus orbes azules cargados de tristeza—. Tampoco quiero que te vayas, pero yo no puedo ayudarte y tengo muchas cosas que hacer. Tsukiku ha pasado por demasiadas cosas también. Y no quisiera… que vuelvas a sufrir por mi causa. —Soltó su mano lentamente.
—Ustedes no me hicieron nada. —Tomó su mano con rapidez, impidiéndole alejarse—. Fui yo el idiota que se metió nanobots en el cerebro, fui yo el que no pudo cuidar bien de Tsukiku y fui yo el que empezó todo este problema. No tienen que pagar por algo que yo hice.
—Pero tal vez que te vayas es lo mejor. —Apartó la mirada—. Te dará tiempo para recuperarte, y nos dará tiempo para adaptarnos a la situación. La Dra. Mironi dijo que intentará buscar una solución cuando tenga tiempo. Solo serán unos meses y quizás ella pueda encontrar una solución, quizás puedas recordar todo y… —Hizo fuerza y apartó bruscamente su mano de la suya— quizás entonces decidirás si quieres volver a casa o no.
Algo en la forma en la que lo dijo, algo en su mirada… algo que no supo descifrar del todo, hizo que Senku sospechara que Kohaku pensaba que, si llegaba a recordar todo, quizás él no tendría muchas ganas de volver a casa. Y en ese instante un fuerte dolor de cabeza lo invadió. Tan fuerte que se desmayó.
Cuando se despertó, estaba en otra habitación, una que no reconoció. Estaba vestido y confundido, y pudo ver por una ventana que ya estaba amaneciendo. ¿Tanto durmió?
Tsukasa y Kohaku estaban a los pies de la camilla en la que estaba acostado. Kohaku no lo miraba, y Tsukasa tenía dos maletas en sus manos.
—Veo que ya despertaste —dijo Tsukasa—. Vendrás conmigo después de tu sesión con Maiko-sensei. Te esperaré en la sala.
Se retiró y Kohaku finalmente lo miró, sonriendo con resignación.
—¿Finalmente ves mi punto, Senku? No puedes quedarte aquí, no puedes quedarte conmigo.
Él apartó la mirada, maldiciendo a su cerebro, a los nanobots, y sobre todo a él mismo.
—¿Qué pasa con Tsukiku? Sé que hice un mal trabajo cuidándola, pero es mi hija y no quiero dejarla. Apenas y sí llegué a conocerla, apenas y sí… —Se interrumpió, de nuevo sin saber qué más decir.
¡¿Qué demonios pasaba con él?! ¡Detestaba esta sensación tan ilógica y repulsiva!
—No creo que hayas hecho un mal trabajo cuidándola… —Ella lo miró con curiosidad, pareciendo sorprendida de que estuviera tan interesado en la niña después de lo mal que se estuvieron llevando las últimas semanas, otra cosa que contribuyó a hacerlo sentir pésimo—. Pero no te preocupes, iremos a visitarte.
Senku apretó la mandíbula.
Parecía que no tenía más opción… no después de volver a tener otro maldito ataque justo frente a la nariz de Kohaku.
—Muy bien —finalmente, cedió—. Me iré.
Esto era lo que se ganaba por ser tan mal padre y esposo, aparentemente.
Merecía la inmensa sensación de angustia que estaba recorriéndolo ahora. Merecía alejarse de las personas que más amaba.
Continuará...
Holaaaaaaaaaaa :D
Muchas gracias a Juliana por patrocinar este cap! Ojalá te haya gustado!
Y muchas gracias a todos los que apoyan este fic! Ojalá a todos les haya gustado :3
Este cap tuvo algo de acción, espero que me haya salido bien :'S Igual fue divertido de escribir OwO
No olviden que se les ama muchito!~
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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