Visita
Era viernes y Senku debería estar emocionado de volver a ver a su familia como acordó con Kohaku, pero en su lugar estaba con la mente llena de intrigas y temores a causa de la conversación telefónica que tuvo con Kinoeda.
Antes de tener su clase con Chrome, empezó a anotar varias cosas en su libreta que antes había dejado casi abandonada.
Anotó:
Parezco tener una especie de trato con Kinoeda, un acuerdo entre los dos en los que yo no delató sus movimientos a otras personas y él no hace... lo que sea que haga.
¿Infiltrado? ¿Un traidor? ¿Una persona que trabaja para él?
¿Por qué de repente siento que no puedo confiar en nadie?
¿Por qué de repente siento que yo tengo algo que ver en los desastres de Kinoeda?
Siempre estuve dispuesto a pactar con los enemigos por el bien de la humanidad, pero esto... Algo no está bien.
Era extraño... las cosas habían estado empezando a verse mejor desde que le permitieron aprender más sobre la ciencia actual, pero ahora todo se estaba derrumbando. Estaba lejos de Kohaku y su hija, y se sentía asquerosamente solo...
En el mundo primitivo en el que despertó con quince años, aunque tenía pocos recursos y tecnología muy rudimentaria, lo que le sobraban eran personas confiables. Podía confiar en sus amigos, en que harían su trabajo y en que protegerían los mejores intereses del reino científico.
Ahora no estaba seguro de nada. Una vez más, sentía que no pertenecía a este mundo.
Una parte de él extrañaba ser un adolescente luchando por sobrevivir en el mundo de piedra, pero otra parte realmente no quería volver a eso, y era por Tsukiku. Las cosas con ella habían cambiado, ya no se sentía un niño al que le lanzaron una niña a su cuidado, ahora se sentía como un padre de verdad, y quería actuar como uno.
Tsk, realmente era un fastidio tener que pensar constantemente en el bienestar de otro ser humano, pero ya no había vuelta atrás. Ahora entendía un poco más cómo solía funcionar el extraño cerebro de padre molesto de Byakuya.
—¡Senku! ¡Desayuno! —Minami llamó a su puerta como todas las mañanas, ella parecía feliz de tenerlo como visitante, quizás porque sabía que su hijo malcriado estaba enamorado de su hijita pequeña demasiado buena para ese engendro de... Esperen, ¿qué?
Ugh, la paternidad era un verdadero fastidio.
Bajó a desayunar y Minami de inmediato empezó a sacar el mismo tema que había estado sacando desde que se mudó.
—¡¿No es mi hijo un encanto?! ¡Y también sería un buen yerno para...! Eh, también sería un buen guardia para tu familia, ¿no lo crees, Senku? ¡Si nuestros hijos se volvieran más cercanos, tú hijita estaría más que protegida! ¡Además, mi Haishi es tan apuesto como su padre! ¡Imagina los nietos que tendríamos! Eh, quiero decir, ¡imagina el buen guardia que sería para Tsukiku-chan!
Senku la miró con irritación mientras bebía su café, mentalmente fantaseando con tirárselo a la cara.
Ja, como si fuera a dejar a su princesa con cualquier chiquillo malcriado... Ugh, otra vez estaba teniendo pensamientos raros.
Tsukiku era la malcriada aquí... aunque seguía siendo su princesa, ¡y ni loco dejaría a Haishi cerca de ella!
—¡Senku! ¡Senku! ¡¿Me estás escuchando?! —reclamó Minami.
—Mamá, ya déjalo, por todos los cielos —rogó Haishi con el rostro enterrado en sus manos, claramente avergonzado por el comportamiento de su progenitora.
—¡Pero apenas le estaba contando de la vez en la que tú y Tsukiku-chan ganaron el primer lugar en el torneo de kendo mixto! ¡Es una gran historia del buen equipo que hacen!
Senku terminó su café, tomó una tostada y se levantó de la mesa, hartó de la conversación.
—Iré a estudiar, llámenme para el almuerzo —pidió con sequedad.
Al menos ahora estaba aprendiendo más sobre los métodos de fusión nuclear que se estaban empleando en la actualidad, aparentemente Whyman les enseñó un método mucho más efectivo para calentar el plasma a niveles ridículamente altos y mantener la estabilidad de los campos electromagnéticos que prevenían que esa cantidad inmensa de calor los matará a todos, básicamente, y que pudiera ser contenida, obvio. Era un método diez billones de veces más eficiente que la fisión nuclear o todas las otras energías del siglo XXI. Estuvo distrayéndose con eso para no pensar ni en las tonterías que decía Minami ni en las palabras extrañas de Kinoeda.
Luego de un insufrible almuerzo de Minami avergonzando a su hijo intentando convencer a Senku de que sería bueno para su hija, Chrome llegó para la clase del día y Senku estuvo muy feliz de aprender más sobre energías futuristas, grafeno y nanotecnología, aclarando algunas de las dudas que le surgieron cuando visitó el laboratorio subterráneo junto a Tsukiku. Aparentemente los materiales 2D ya eran el pan de cada día, como lo sospechaba. ¡Qué emocionante!
Chrome le dejó más "tarea" antes de irse. El imbécil estaba disfrutando un poco demasiado el ser su profesor personal.
Senku continuó estudiando el resto de la tarde, aunque bajando constantemente para rellenar un vaso de agua... y de paso mirar si su esposa y su hija habían llegado para pasar la tarde con él.
—No, Senku, aún no han llegado —comentó Minami, con una sonrisa divertida.
—No sé qué te hace pensar que las estoy esperando. —Bebió de su agua con desinterés.
En ese momento, el timbre sonó y Senku corrió a abrir de inmediato, seguido de Minami carcajeándose.
—Oh, Ukyo, hola. —Su ánimo decayó de inmediato y se marchó de regreso a su habitación arrastrando los pies.
—Solo vengo a entregarle un paquete a Tsukasa. —Lo oyó hablar con Minami mientras subía las escaleras, pero luego no escuchó nada más, más centrado en preguntarse por qué demonios esas leonas se tardaban tanto.
Fue media hora después que Minami lo llamó.
—¡Senku, tus chicas ya están aquí! —exclamó alegremente.
Él dejó su libro y salió de inmediato de la habitación, sin poder contener la sonrisa al ver a esas leonas problemáticas otra vez... hasta que vio que no estaban solas.
—Eh, hola... —Miró confundido a los amigos de la escuela de su hija—. Misaki y Yok, ¿verdad? —Miró a la niña pelirroja y al niño castaño con leve irritación.
Se suponía que era una reunión familiar. ¿Qué hacían aquí?
—Así es, Senku-san, es un gusto verlo otra vez. —La pelirroja de ojos marrones lo miró un poco incomoda, seguro sintiendo su animosidad.
—Ishigami-sensei, le pido que se dirija a mí por mi apellido, Mijow, por favor. —El chico de cabello castaño ceniza era tan antipático como siempre, con su rostro indiferente y tono casi robótico.
—Ajá, sí, lo que digas. Tsukiku, es bueno verte otra vez. —Decidió ignorar a los dos mocosos y fijarse en su propia mocosa, que solo encogió los hombros, viéndose desganada y aburrida—. Kohaku. —Asintió hacia su esposa, que le sonrió nerviosamente—. ¿Podemos hablar a solas un momento?
—Claro. —Ella lo siguió hasta el jardín de los Shishio—. Lamento haber venido tarde, y con los amigos de nuestra hija, pero es que ella lo hizo todo apropósito —empezó a excusarse apenas estuvieron fuera del alcance del oído de los demás—. Los invitó a casa justo a la hora en la que planeaba salir con ella para llegar a tiempo aquí y luego estuvimos discutiendo un largo rato porque se negaba a venir si no era con sus amigos. No quería ceder a sus caprichos hoy, porque sé que has estado queriendo pasar tiempo con ella, pero me tendió una trampa y sus amigos no tienen la culpa y al final tuve que... —Senku decidió callarla con un beso al verla empezar a tropezar con sus palabras, cosa que la relajó de forma casi instantánea mientras se colgaba de su cuello, correspondiéndole ansiosamente.
—Tranquila, leona, hablas como si yo no conociera a esa mocosa engreída. —Rio entre dientes mientras rompía el beso—. La creo capaz de este tipo de mierdas y cosas peores, está bien. Al menos ya no puede escaparse de mí ahora, intentaré sacarle conversación durante la cena.
Ella lo miró con una sonrisa suave, alzando la mano para acariciar su mejilla, pasando los dedos lentamente por su rostro hasta llegar a su cabello. La caricia lo hizo sentir muy relajado, por alguna razón.
—Mejor... —Ella miró a su boca por varios segundos, antes de obligarse a apartar la mirada—. Mejor vamos adentro.
—Sí, mejor. —Antes de que las hormonas se les subieran.
Para ser unos cuarentones, vaya que podían actuar como adolescentes a veces.
La casa de Tsukasa era como una cabaña de gran tamaño, misma que Minami no dejaba de presumir que él construyó con sus propias manos, las habitaciones estaban en el segundo y tercer piso, y la mayoría del primer piso se dividía en la sala de estar y el comedor y cocina, por lo que eran bastante grandes incluso aunque no se comparaban con el mini-palacio de los Ishigami. Había cuatro largos sofás y cuatro sillones rodeando una mesa baja en medio de la sala. Tsukiku estaba sentada en uno de los sofás, con sus dos amigos a sus lados. Haishi estaba en el sofá de enfrente, junto a su madre. Senku decidió sentarse en el sillón junto al sofá donde estaba su hija y Kohaku se sentó en el brazo del sillón. Por alguna razón, Senku tenía el leve presentimiento de que así era como se solían sentar siempre que iban a casa de los Shishio.
Estuvieron en un tenso silencio mientras los dos padres miraban con reproche a su hija, mientras que todos los demás se veían visiblemente incómodos, excepto por Tsukiku, que solo pretendía que nada pasaba mientras ignoraba a sus padres.
—Eh... ¡¿Alguien quiere bocadillos?! —preguntó Minami para romper el silencio.
—Yo. —Kohaku alzó la mano de inmediato.
Un rei-bot (los Shishios tenían varios, aunque no tantos como los Ishigami) llegó con dos bandejas con diferentes clases de bocadillos, ofreciéndole a Kohaku una para que agarrara el bocadillo que más le apeteciera.
—Gracias. —Kohaku le quitó las dos bandejas al rei-bot y empezó a llenarse la boca.
Todos la miraron con incredulidad. Ella siempre fue glotona, pero esto ya era pasarse un poco.
—¿Alguien más? —preguntó Minami, con varias gotitas cayendo por su frente.
—Comimos bocadillos antes de venir —murmuró Tsukiku, todavía mirando a su madre con extrañeza.
—Sí, Yok y yo pasamos el tiempo que tu madre y tú discutieron comiendo lo poco que ella dejó en las bandejas —acotó Misaki, frotando su nuca con una sonrisa nerviosa.
—Además, pronto cenaremos —agregó Yok.
—Cierto, entonces mi Tsukasa se unirá a nosotros, que mal que esté tan ocupado con sus asuntos con Kinoeda. —Suspiró dramáticamente—. Hablando de eso, Kohaku-chan, ¿cómo va la investigación? Tú también trabajas para atraparlo, después de todo.
—Claro, pero no hemos encontrado la gran cosa los últimos días —habló con la boca llena, antes de tragar—. Es extraño, suele enviar mensajes raros para burlarse de nosotros por lo menos, pero ha estado inusualmente callado.
Senku frunció el ceño, pensando en la llamada que le hizo justo ayer.
¿Quizás podría decírselo a Kohaku? Si había alguien en quien podía confiar, precisamente era ella. Solo debía decirle que guardara el secreto por el momento o... ¿o qué? Ni siquiera estaba seguro.
¿Quizás ella supiera más del trato que tenía con Kinoeda?
Por alguna razón, lo dudaba.
Parecía que él era la clase de bastardo que guardaba secretos a su esposa, incluso aunque ella llevaba décadas siendo su más confiable aliada y amiga, aparte de la persona a la que amaba.
Los fragmentos de sus recuerdos y las cosas que escuchó en el pasado parecían indicar que guardaba muchos secretos en cuanto a Kinoeda, secretos que se guardaba solo para él mismo.
El pensamiento lo hizo sentirse disgustado consigo mismo.
Salió de su ensimismamiento al notar a Tsukiku mirándolo de pronto, pero ella apartó los ojos tan pronto como le devolvió la mirada.
Je, casi lo olvidaba... Él no era el único con secretos en esta familia.
Kohaku y Tsukiku también tenían sus secretos.
Decidió dejar de pensar en eso cuando la cabeza empezó a dolerle. No podía permitirse tener un ataque ahora o le prohibirían definitivamente ver a su familia y entonces sí que iba a empezar a volverse loco.
—¿Estás bien, papá? —Al notar la ligera contracción en su rostro, Tsukiku pareció darse cuenta de que estaba pasando por otro dolor de cabeza.
—Sí, no es nada. —De inmediato serenó el rostro—. Me alegra ver que aún puedes hablar, pensé que volvías a estar enferma de la garganta o algo así —bromeó con una sonrisa divertida.
—Ja, desearía haberlo estado, así estaría en casa leyendo o viendo televisión. —Apartó la mirada, con una sonrisa igual de juguetona.
—Espero que eso no signifique que no te gusta visitarnos, Tsukihime-chan~ —canturreó Minami con tono pícaro que de inmediato amargó a Senku al saber lo que estaba a punto de decir—. Después de todo, aquí tienes a Haishi, ¿o acaso lo olvidas?
—Bueno, eso sin duda es lo único bueno de venir aquí este día en particular. —Rascó su oído con indiferencia, mientras que Haishi miró mal a su madre, con las mejillas enrojecidas.
—Mamá, ¿por qué le ordenas a los rei-bots preparar la mesa? Ya casi es hora de cenar y debemos tener todo preparado para cuando papá llegue ¿o no?
—Oh, cierto, pero mejor prepara la mesa tú, cariño. ¡Oh, Tsukihime-chan, deberías ayudarlo también! ¡Así pasan algo de tiempo juntos!
Haishi negó con la cabeza mientras se levantaba para dirigirse en dirección al comedor, y Tsukiku lo siguió desganada.
Al ver la sonrisa pícara de Minami, a Senku se le revolvió el estómago y decidió levantarse también.
—Iré a ayudarlos.
—Eh, pero... —Ignoró a Minami y se adentró al comedor.
—¿No crees que te pasas un poco con...? —Haishi se cortó a media frase al ver a Senku pasar por la puerta que separaba al comedor de la sala—. Oh, tío Senku, ¿pasa algo?
—Voy a ayudar. —Rápidamente se puso en medio del mocoso y de su hija, empezando a tomar platos de un estante.
—No vayas a romper nada. —Su hija se rio de él al verlo con los brazos temblándole por tomar muchos platos a la vez. ¡¿Por qué los platos en casa de Tsukasa pesaban tanto?! ¡Era ridículo!
No hablaron mucho más y tuvieron todo listo en pocos minutos, excepto por el hecho de que Tsukiku de repente se puso a revisar minuciosamente los platos, cubiertos y vasos.
—¿Y ahora qué haces? —preguntó Haishi.
—Revisó que no tengan ningún tipo de mancha ni remotamente visible. —Se paseó por la mesa alargada para mirar todo cuidadosamente.
—¿Y eso por qué? —inquirió esta vez Senku, mientras que Haishi pareció saber la respuesta de inmediato y de repente hizo una mueca de disgusto.
—Por mi amigo Yok, alias "su real alteza policía de la limpieza absoluta". —Bufó al contestar—. Si no ve todo brillando va a entrar en crisis y va a incomodar a todo el mundo queriendo lavar todo hasta quedarse sin manos. Igual parece que todo está... ¡AJÁ! —De pronto señaló a un plato—. Esto tiene un poco de polvo en el borde.
—¿Dónde? No veo nada. —Senku se acercó para mirar al plato, viéndolo reluciente.
—Mejor asegurarme. —Rápidamente fue a cambiar el plato por otro que estudió minuciosamente antes de asentir y ponerlo en la mesa—. Listo, con esto debería bastar. —Le dio un último vistazo a la mesa antes de volver a la sala de estar.
—Supongo que debe tener la vista de su madre... —dedujo Senku mientras la seguía, todavía sin saber qué le vio de malo al plato.
Haishi los siguió arrastrando los pies y llegaron a la sala justo a tiempo para ver a Tsukasa llegando del trabajo.
—¡Tsuka! ¡Bienvenido! —Minami corrió hacia él de inmediato, a lo que Tsukasa le palmeó la cabeza como solía hacer normalmente.
—¡Hola, tío Tsukasa! —Tsukiku fue la siguiente en saludarlo, con mucho más entusiasmo del que había saludado a su propio padre. Parecía admirar mucho al primate más fuerte.
—Tsukiku. —Él le acarició la cabeza como solía hacer con su hermanita cuando era pequeña—. Ah, veo que traes a tus amigos de la escuela.
—Se-señor Shishio. —Misaki hizo una reverencia con las mejillas rojas.
—Shishio-sensei. —Yok hizo una reverencia con el rostro más indiferente del mundo.
—Misaki. —Tsukasa asintió hacia la niña pelirroja, antes de voltear hacia el niño con mascarilla—. Hmm, Mijow, hace tiempo que no te pasas por el dojo. Tienes talento con la espada, no deberías dejar de practicar, tienes potencial.
—Sigo practicando kendo en la escuela, pero he conseguido más trabajos de medio tiempo así que no he tenido ocasión de ir al dojo después de clases —explicó Yok—. Intentaré hacer espacio en mi agenda.
—¿Trabajos de medio tiempo? —Senku lo vio con escepticismo—. ¿No eres un mocoso de trece años?
—Ya cumplí catorce. —Lo miró con frialdad—. Y permiten trabajar a menores de dieciséis años, siempre y cuando no haya policías ni funcionarios cerca.
Senku fue el único extrañado con la actitud del mocoso mafioso ese, parecía que los demás ya estaban acostumbrados a sus rarezas.
Hmm, no le sorprendería que realmente estuviera involucrado con los yakuza, intentaría que su hija se alejara de ese niño mala influencia.
Fueron a la mesa y los rei-bots empezaron a servir la cena, y Kohaku no se esperó ni a que todos se sentaran y se lanzó hacia el primer plato con comida que dejaron, empezando a triturar costillas como la leona que era.
Senku se sentó a su lado con una sonrisa divertida al mirar a su esposa. Su hija se sentó al otro lado de la mesa, con sus dos amigos a cada lado otra vez. Minami intentó que Haishi se sentará junto a Tsukiku, pero llegó demasiado tarde y lo instó a sentarse frente a ella, ignorando la mala mirada de Senku y la mirada cansina de su hijo.
—¡Bien, buen provecho! —exclamó alegremente Minami al sentarse junto a Tsukasa, que ya estaba comiendo una gran pieza de carne, aunque nada comparado al festín que se estaba dando Kohaku.
Todos los demás empezaron a comer de forma más civilizada, excepto por el mocoso mafioso que parecía sin ganas de comer nada y solo estaba reclinado en su asiento con los brazos cruzados. Qué amistades tan raras tenía su hija.
Aunque bueno, Misaki era una niña bastante normal. Ella y Tsukiku charlaban a susurros, sonriendo y hasta soltando risitas de vez en cuando. Senku no podía escucharlas del todo, aunque por lo poco que escuchó parecían estar hablando acerca de sus compañeros de clase y alguna banda de rock.
No pudo evitar mirar de reojo a su hija interactuando con su mejor amiga, sorprendido por lo... normal que parecía. "Normal", algo que se suponía debía ser habitual, pero para él era más bien una rareza. Y para todos los que lo rodeaban también.
Su hija no era la excepción, siendo una niña tan malcriada, arrogante, engreída y excesivamente inteligente para tener trece años, pero ahora... parecía una simple niña de secundaria hablando de cosas mundanas con su mejor amiga.
Por alguna razón, su mente empezó a recordar a Taiju, a quien hace varias semanas que no veía, aunque estuvo en la fiesta de su sobrina Rue, pero no pudieron hablar mucho porque se obsesionó un poco bastante con Kohaku.
Taiju, el primer amigo real que tuvo, un cabeza hueca sin remedio que no entendía ni lo más básico sobre ciencia. Siempre lo arrastraba a sus experimentos, pero es que era más divertido trabajar juntos, aunque él decía que solo lo necesitaba por su absurda resistencia. No era lo único que hacían, sin embargo, también comían ramen y veían anime juntos, siempre se quedaba con él cuando Byakuya estaba de viaje. Era lo más "normal" que Senku había tenido en su niñez.
Miró de nuevo a Tsukiku, que ahora estaba lanzándole migajas de pan a Yok, mismo que se retorcía como pez fuera del agua mientras la miraba como si quisiera matarla. Misaki se unió a tirarle migajas y ambas empezaron a reírse a carcajadas cuando el mocoso mafioso ese alejó su silla de ellas y les lanzó otra mala mirada.
No pudo evitar reír por lo bajo, feliz de ver a su hija comportándose como una niña normal. Era mejor que verla en una cueva de nieve luchando por sobrevivir o verla destrozando cráneos metálicos de robots asesinos...
Misaki sin duda era una gran amiga. Y ese mocoso mafioso no estaba tan mal.
Ahora que lo veía bien... el chiquillo delincuente ese ya se había comido casi todo en su plato, aunque nunca lo vio moverse para nada más que quejarse de su hija. Qué raro.
Volteó a ver a Kohaku, queriendo hablar un poco con ella, solo para alzar una ceja al verla mirando fijamente a su comida, con un hilito de baba saliendo de su boca.
—¿Quieres? —Le ofreció las chuletas que tenía en su plato.
Ella ni lo pensó dos veces y se lanzó sobre estas, mientras que Senku simplemente terminó su plato de curry sin bajar la ceja de su sitio.
Cuando ofrecieron postre, Kohaku siguió comiendo como desesperada, a lo que Senku simplemente suspiró con diversión y decidió intentar hablar con su hija ahora que podía.
—Y bien, mocosa, ¿cómo has estado? —preguntó con tono relajado, intentando hacerla entrar en confianza con él.
—Bien, nada nuevo —contestó con desinterés, más concentrada en su budín de chocolate.
—¿Estás yendo a la escuela?
—Ajá...
—¿Y qué tal todo? —Mierda, era tan malo manteniendo conversaciones... No era de extrañar que su única charla decente con Tsukasa fuera cuando se estuvo muriendo.
—Bien.
—¿Nada qué contar?...
—Nah.
—De hecho —Misaki, que había estado mirando mal a Tsukiku por sus contestaciones tan cortantes a su padre, empezó a hablar de pronto—, Tsukiku se metió en problemas por faltar tanto a clases. —Ante eso, Kohaku de pronto dejó de lado su postre y miró sorprendida a su hija, que le lanzó una mala mirada a su mejor amiga—. Los profesores la hicieron inscribirse en una clase extra para compensar. Ahora los tres estamos en teatro. —Se señaló a ella misma, a Tsukiku y a Yok.
—¿Estás en teatro? ¿Tú? —Haishi miró boquiabierto a Tsukiku.
—Sí, sí, era teatro o economía doméstica, y ni muerta me verán cambiando pañales. —Bufó mientras se recostaba en su asiento.
—¿Y ustedes dos por qué? —preguntó Kohaku, mirando a los amigos de su hija.
—Yo faltó mucho porque tengo demasiados trabajos de medio tiempo —se excusó Yok.
—A mí me gusta el teatro porque a veces me dejan cantar. —Misaki sonrió alegremente.
—¿Y van a presentar una obra? —indagó Senku, interesado.
Ir a una obra de teatro de tu hija parecía un cliché de la paternidad que todo padre tenía que cumplir, y él sin dudas estaba dispuesto. Además, no podía imaginarse a su engendro actuando ni para salvar su vida, menos con lo parecida que era a Senku y Kohaku, ambos pésimos actores.
—Sí, en algunos meses. —Misaki asintió—. ¡Tsukiku consiguió un gran papel, de hecho!
—¿Por qué no me dijiste nada? —Kohaku pareció molesta de pronto y Tsukiku se encogió en su lugar, luciendo ligeramente avergonzada.
—No es seguro que vaya a actuar... Estoy buscando la forma de salirme de esa clase, no me gusta nada.
—¿Y qué papel tienes? —preguntó Minami, luciendo preocupada—. N-no eres una princesa que tiene que besar a un príncipe, ¿v-verdad? —Miró de reojo a Yok.
De repente, Senku se preocupó también.
—¿Cuál es tu papel? ¿Cuál es la obra? —preguntó ansiosamente.
—Ja, no sé de qué tonterías hablas, tía. —Tsukiku rodó los ojos—. Me hicieron audicionar para el papel de la estúpida princesa, pero claro que no quedé. Me dieron el papel de la villana principal, de hecho.
—Por supuesto —murmuró Haishi, riendo y negando con la cabeza.
—Yo soy la princesa, en realidad. —Misaki sonrió con emoción.
—¿Y tú eres el príncipe? —preguntó Minami con ilusión al mirar a Yok.
—Yo soy un soldado que muere al principio —aclaró el mocoso, totalmente desinteresado.
—Oh...
—¿Cómo mueres? —inquirió Kohaku, mirando con interés al pequeñajo delincuente.
—Creo que... —Miró con aburrimiento al techo, intentando rememorar—. Ah, la villana debe darme un beso de la muerte y entonces me explota el corazón o algo así.
—¡¿CÓMO QUE UN BESO?! —gritaron Minami, Senku y Kohaku a la vez, los tres levantándose de sus sillas de golpe, aunque Kohaku estaba sonriendo, muy a diferencia de los otros dos.
Haishi parecía pálido de pronto, Misaki se estaba riendo y Tsukasa parecía más bien resignado con la actitud de los otros adultos en la casa. Tsukiku los miró con cansancio y Yok simplemente alzó una ceja.
—Sí. —Asintió—. Un beso en la mejilla.
—Ah. —Senku y Minami se sentaron de golpe.
—Ow. —Kohaku se recostó sobre la mesa con las muñecas bajo la barbilla.
Haishi soltó un suspiro disimulado.
—Bueno, en los ensayos es en la mejilla —murmuró Misaki por lo bajo—, pero el director está intentando convencerlos de que en la obra de teatro sea en los labios.
—¡Lo cual no pasará! —gritaron Yok y Tsukiku de inmediato.
Misaki solo se rio.
Senku hizo una mueca de disgusto. Su hija era demasiado pequeña para siquiera tener este tipo de conversaciones.
Bueno, no es que tuviera que preocuparse de todos modos, por suerte ella estaba igual de desinteresada por las relaciones románticas como él a su edad. No, estaba todavía más desinteresada, sí, eso era.
Poco después de esa rara conversación, la visita llegó a su fin y Kohaku se retiró junto a su hija y los amigos de esta, dándole un largo beso en la entrada de la casa Shishio.
—Entonces... —Él le sonrió traviesamente al romper el beso—. ¿Nos vemos mañana? —Ella le sonrió de la misma forma también.
—Nos vemos mañana. —Ya era hora de que tuvieran su propia visita privada.
Continuará...
Holaaaa :D
Este cap está patrocinado por mi querida Val!
Ojala les haya gustado :3
Es posible que el siguiente capitulo tenga lemon 7w7 Si quieren, claro xP
Muchas gracias por todo su apoyo!
No olviden que se les ama con todo el kokoro!~
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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