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Truco sucio

Esa noche le fue difícil dormir.

No podía dejar de pensar en lo que había pasado con Kohaku.

Ese fue su primer beso... Al menos el primero que podía recordar y no había sido en la mejilla. Pero se notaba a diez billones de años luz que no fue el primer beso para Kohaku. Obviamente, pero aún así...

Se llevó una mano al rostro, gruñendo, negándose a reconocer el aumento de temperatura en sus mejillas. Y es que no podía quitar de su mente que Kohaku y él habían hecho mucho más que ese beso, que había sido bastante abrumador para él, y por primera vez estaba teniendo fantasías con una mujer. Una mujer que era su esposa, y no debería haber nada de malo en querer...

Agh, mierda. Era tan repugnante. Y lo peor era que le gustaba.

Suspiró, intentando calmarse.

Fue solo un beso. No es gran cosa.

Un beso con su esposa a la que recordaba solo como su amiga por una amnesia que le quitó décadas de su vida, y para colmo ella más que besarlo pareció querer devorarlo, ¡hasta había usado la lengua! ¡Y no fue asqueroso sino que le gustó aún más! ¿Qué rayos le pasaba? Esta vida de cuarentón era muy diferente a lo que estaba acostumbrado.

Gruñó una vez más y cerró los ojos, luchando por dormirse.

Al menos esperaba que eso de enseñarle a conducir siguiera en pie.

Finalmente logró dormirse y se despertó solo a la mañana siguiente, sin nadie golpeteando su puerta.

Se sentó en la cama con un sentimiento de extrañeza, sujetando su cabeza.

Por alguna razón tenía la impresión de haber tenido un sueño muy extraño, aunque no lo recordaba ni un milímetro.

Encogió los hombros y pateó las sábanas, yendo a darse un baño para luego bajar a ver si ya habían desayunado sin él o si podía prepararse el desayuno por su cuenta. ¿Tal vez simplemente debía ordenarle a un rei-bot hacerlo? Le daba bastante curiosidad.

Cuando bajó, encontró a Kohaku desayunando sola y ambos se congelaron al verse.

Al verse en esa incómoda situación, Senku carraspeó y se sentó al otro lado de la mesa, comenzando a servirse su desayuno sin mirarla.

—Buenos días.

—¡B-buenos días! —exclamó sorprendida—. Eh... ¿dormiste bien?

No. ¿En serio tenías que preguntar eso?

—Sí. —Encogió los hombros—. Entonces... ¿Aún tendremos esas lecciones de manejo? —Se sentó a comer y la miró de reojo.

—¡Claro! Tengo todo preparado. —Sonrió emocionada—. Te encantará.

—Suena bien.

—Sí.

Todo volvió a quedarse en silencio y siguieron comiendo hasta que oyeron pasos aproximarse al comedor.

Era Tsukiku, pero esta vez en vez de traer una pijama de dos veces su talla traía un uniforme escolar.

Ah, cierto, tenía trece años, debía ir a segundo año de secundaria.

Hmm, eso lo hacía pensar que él se quedó en primero de preparatoria. ¿En algún momento habrá terminado sus estudios? No lo necesitaba del todo en cuestiones de enseñanzas de una escuela cualquiera, pero siempre había querido ir a una buena universidad.

Volvió la mirada a la chiquilla, notando su uniforme que constaba de una falda azul oscuro, medias negras hasta las rodillas y una chaqueta negra, tenía una camisa celeste debajo, con un moño azul oscuro atado al cuello. También tenía un sombrero típico de las escuelas japonesas. No parecía ser de ninguna escuela que él conociera, y habían muchas secundarias prestigiosas en Tokio, ¿habrían desaparecido totalmente con la petrificación?

—Buenos días —dijo con voz malhumorada la mocosa.

—Buen día, hija. —Kohaku sonrió maliciosamente—. ¿Lista para que mamá te lleve a la escuela?

—Sí, sí. —Bufó, cruzándose de brazos—. ¿También irás por mí?

—Así es.

—Ok, entonces iré a esperar en el auto. —Se colgó el bolso en el hombro y quiso retirarse, pero Kohaku carraspeó ruidosamente.

—Que yo te llevé y te traiga no significa que no debas llevar a Reimi, jovencita. —La miró con reprobación.

—¡¿Qué?! ¡Pero...!

—Pero nada. Ve a buscar a Reimi ahora mismo.

Pisoteando, Tsukiku se marchó de regreso a su habitación, probablemente.

Senku ladeó la cabeza.

¿Reimi?

¿Era otra clase de rei-bot como Reimo, la computadora principal que controlaba todo en la casa, y Reika, que era la inteligencia artificial de los automóviles (aunque no estaba del todo seguro de eso)?

—Llevaré a nuestra hija a la escuela —dijo Kohaku, llamando su atención—. Luego de eso iremos a un sitio donde podré enseñarte a conducir, así que necesito que estés preparado. ¿Está bien?

—Claro. —Alzó una ceja, conteniéndose de preguntar por detalles.

Kohaku terminó de desayunar en silencio mientras Senku aún no iba ni en la mitad de su plato cuando escucharon una chillona vocecita claramente perteneciente a un robot:

—¡WUJUUUUU! ¡LIBERTAD! —Un pequeño rei-bot del tamaño de un melón llegó volando al comedor.

Aunque este rei-bot tenía algo diferente, aparte de ser mucho más pequeño que los otros rei-bots, no tenía los dos lentes que actuaban como ojos y el panel con la información vital del rei-bot abajo como los otros robots esféricos, sino que en la parte superior tenía un panel digital alargado con dos "o" y un guión en la pantalla, formando una especie de emoji: "o - o".

—Reimi, que bueno verte otra vez. —Kohaku sonrió alegremente.

—¡También es bueno verla otra vez, Kohaku-sama! —Ahora en la pantalla se mostraron otros símbolos: "* - *". Luego con esa misma expresión volteó hacia él—. ¡También es bueno verlo otra vez, Senku-sama! ¡Espero recupere su memoria pronto!

—Gracias...

—¡Reimi! ¡Ven aquí, pequeño trozo de chatarra! —Tsukiku llegó corriendo al comedor y de inmediato saltó para intentar atrapar al pequeño rei-bot entre sus manos, pero este voló para quedar fuera de su alcance, riendo de forma cantarina.

—¡No estoy hecha de chatarra! ¡Si fueras tan lista como dices lo sabrías!~ —Ahora su pantalla mostraba otro gesto: "^ - ^".

—¡Soy lo suficientemente lista para reconocer tu patético intento de sarcasmo! —le gruñó, saltando para intentar atrapar el robot, pero este seguía volando fuera de su alcance.

—¡Pero no lo suficientemente lista para atrapar un pequeño robot, por lo que veo!~ ¡Jo, jo, jo! —Sacó unos bracitos metálicos con un cartel holográfico que decía la palabra "loser" junto a un retrato pixelado de la mocosa.

Senku tuvo que morderse la lengua para no reírse.

¿Qué clase de robot era ese? La verdad ya se estaba convirtiendo en su favorito, aunque aún así quería abrirlo y extraer todos sus componentes.

—¡Suficiente, Reimi! ¡Entra en mi bolso de una vez o me harás llegar tarde a la escuela! —Tsukiku tomó un matamoscas de un cajón y volvió a sus intentos de bajar al mini rei-bot.

—¿Me sacas de la cueva de tu habitación para entrar a una cueva más pequeña? ¡No lo acepto! ¡No quiero, no puedes obligarme! —Su pantalla cambió a "> - <".

—¡Bien, quédate ahí si quieres! —Le arrojó el matamoscas y miró con molestia a su madre—. Ya ves mamá, no me deja llevarla a la escuela, nada qué hacerle. —Encogió los hombros, intentando y fallando en contener su sonrisa de suficiencia.

—¡Oh, pero quiero ir a la escuela! —Reimi voló hasta posarse en el hombro de Kohaku—. ¡Solo no quiero que me encierre en su bolso todo el día! ¡Es oscuro y frío! —Su pantalla cambió a "T - T".

—¡Cállate, ni que pudieras tener frío! —Corrió intentando atrapar al robot pero este solo se puso encima de la cabeza de Kohaku.

—Hija. —Kohaku miró con reprobación a su engendro cuando ella casi le salta encima para capturar al rei-bot. Tsukiku se alejó bufando—. Deja que Reimi vaya en tu hombro, todos ya saben que la llevas siempre.

—¡Sí, y es por eso que todos me miran como a un fenómeno! —Se cruzó de brazos con molestia.

—Sé que eso te da igual, no creas que puedes usarlo como excusa. —Kohaku sonrió maliciosamente, a lo que Tsukiku empezó a sudar frío al verse descubierta—. Vamos, dejen de discutir y suban al auto.

—¡Deberías obedecer a tu mami!~

—¡Tú cállate!

—¡Al auto!

Senku observó con curiosidad como se marchaban, con Kohaku jalando a Tsukiku, con Reimi volando sobre ellas.

De repente el pequeño rei-bot se volteó hacia él y el gesto en su pantalla cambió a "> - o" y un pequeño compartimento se abrió en su parte inferior, entonces una versión aún más diminuta del rei-bot salió fuera de allí y voló hacia él, escondiéndose detrás de su espalda.

—Vuelvo en media hora, Senku —le dijo Kohaku volteando a verlo mientras Tsukiku se ponía un abrigo extra por la nieve cayendo fuera—. Recuerda estar listo para nuestras lecciones. —Sacudió una mano, sonriendo con nerviosismo.

Él asintió y las vio irse después de colocarse sus abrigos, cerrando la puerta.

Apenas escuchó el carro arrancar, más por el sonido de las llantas contra el pavimento (porque ese motor era absurdamente silencioso), volteó de inmediato hacia el pequeño mini rei-bot, que en su pantalla tenía un gesto de "n - n".

—¿Puedo preguntar qué significa esto? —Estaba bastante intrigado por esta situación.

—¡Hola! ¡Soy Mini Reimi! —Su voz sonaba aún más aguda que su versión del tamaño de un melón, y este era del tamaño de una pelota de ping pong—. Bueno, en realidad soy solo una extensión de Reimi, ¡puedes llamarme Minire!

—¿Eres una extensión? ¿O sea que estás conectada a Reimi?

—¡Soy Reimi! ¡Pero más pequeña y adorable! —Sacó unos finos bracitos de alambre para formar un corazón sobre si.

—Ok... entiendo esa parte. ¿Pero por qué estás aquí? ¿Qué asunto tiene un robot conmigo?

—Entiendo que los robots del siglo XXI eran muy limitados, pero aquí, en especial en el caso de los rei-bots y aún más en el caso de Reimi, somos muy avanzados. —Su pantalla cambió a "u - u" mientras hablaba—. Puedo comprender perfectamente tu situación, y hasta quiero proporcionarte mi valiosa ayuda.

Senku se quedó en silencio por un momento, procesando lo que el diminuto robot intentaba decirle.

¿Qué tan avanzado sería? ¿Estaba conspirando a espaldas de Kohaku y Tsukiku? ¿Un robot en esta época podía guardar secretos? ¿Eso era bueno o malo, más allá de lo conveniente que pudiera ser para él?

Lo mejor sería actuar con cautela pero seguir el juego.

—Muy bien, Minire, ¿exactamente qué tipo de ayuda quieres ofrecerme?

—Hablemos en tu habitación, no podré seguir hackeando el sistema de Reimo por mucho más tiempo para que no detecte mi presencia aquí.

—¡¿Es que todos hackean a Reimo?! —Para ser un sistema de seguridad no parecía ser muy confiable que se diga.

—Solo se la puede hackear si tienes información de su sistema operativo, como mi Tsukiku, o si estás enlazada a su red de control, que es mi caso. Por lo demás es completamente imposible, y de todos modos es en pequeñas cosas y por poco tiempo. Reimo es el robot más avanzado del mundo.

—Según tengo entendido, todos los rei-bots son controlados por Reimo, ¿no es cierto? —preguntó mientras caminaba de regreso a su habitación.

Minire voló a esconderse en el cuello de su camisa.

—¡Más o menos! Cada rei-bot posee su propio sistema operativo, pero todos en esta casa están coordinados y sometidos por Reimo, los monitorea y controla según lo que la casa necesite. Algunos rei-bots como Reika que maneja los automóviles tienen más autonomía, pero en última instancia es Reimo quien tiene la última palabra y sabe dónde está cada rei-bot y qué está haciendo.

—¿Eso no quiere decir que sabe exactamente lo que haces ahora? —Alzó una ceja.

—Debería, ¡pero Reimi es el único Rei-bot que puede elegir desconectarse de Reimo si eso es lo que desea! Así que no hay problema, solo debemos escapar a una habitación que no esté bajo su vigilancia. —El gesto en su pantalla volvió a ser "n - n".

Senku mantuvo su ceja en alto antes de abrir la puerta de su habitación y entrar, entonces Minire voló hasta la cama y se puso a flotar por encima de ella.

—Muy bien, ¿ya vas a decirme qué tipo de ayuda quieres darme? —inquirió mientras cerraba la puerta.

—Quiero ayudarte a recordar. —Sacó sus bracitos de alambre y los extendió alegremente—. Quiero trabajar juntos, a cambio de un beneficio.

—¿Qué beneficio? —Se sentó en la cama, con una pierna cruzada sobre la otra.

—Verás, Reimi fue creada para ser la mejor amiga de Tsukiku, y mi mayor interés es su protección. —Su gesto cambió a "u - u" otra vez—. Ella se ha estado involucrando en cosas peligrosas desde que entraste en coma, buscando resolver tu situación. Quiero que eso se acabe, así que la opción más lógica sería que tú mismo encuentres la respuesta. ¡Por eso debemos aliarnos! —Su gesto cambió a "* - *".

Senku miró atentamente a Minire, pensando en todo lo que había dicho. Por supuesto que no podría descifrar las intenciones de un robot, aunque no podía negar que su oferta era tentadora. No obstante, acababa de admitirle que estaba bajo el mando de la mocosa, y esa niña era tan lista que esto bien podría ser un truco sucio suyo.

—¿Por qué debería confiar en ti? ¿Estás dispuesta a darme información? —Era raro hablarle a un robot tal como le hablaría a una persona, pero si era tan avanzado como decía entonces no debería tener problema.

—¡Nop, no pienso decirte nada importante! Órdenes médicas son órdenes médicas. Y tampoco puedo darte ningún motivo para que confíes en mí, ¡no tengo nada más que la desesperación!

—¡¿Ah?!

—Cuando te sientas desesperado, puedes buscar mi ayuda. —Voló hasta su mesita de noche y abrió el último cajón—. ¡Hasta entonces esperaré aquí! —Se metió dentro y cerró el cajón.

Senku se quedó congelado en su sitio, con una ceja en alto.

¡¿Qué demonios acababa de pasar?!

Se puso en pie y abrió el cajón, viendo a Minire en el fondo, con los símbolos en su pantalla ahora formando el gesto "- - -", probablemente indicando que estaba desactivada o algo así.

Rascó su oído con el meñique mientras cerraba el cajón, preguntándose qué pretendía ese robot.

Bueno, luego se encargaría de pensar en eso, ahora lo mejor sería prepararse para ir a tomar sus lecciones de conducir con Kohaku.

Buscó ropa cómoda en su armario, un abrigo ligero para cuando estuviera dentro del auto y otro más cálido para tener que estar fuera en la nieve. Se puso botas y medias, aparte de una bufanda. Lo que menos quería era enfermarse ahora. A los pocos minutos de estar listo Kohaku golpeó su puerta, sonriéndole con un poco de incomodidad.

—¿Listo?

Asintió y la siguió fuera, viendo con curiosidad que ahora tenía un auto que sí conocía, un Tesla Model 3, rojo, precioso, el sueño de todo adolescente. Aunque era un cuarentón, ¡¿pero a quién demonios le importaba?! ¡Iba a conducir esa belleza!

Kohaku rió divertida al verlo babeando por el auto, tomando su mano para arrastrarlo al coche.

Lo dejó sentarse en el asiento de adelante, aunque era el del pasajero, claramente, ¡pero pudo ver la parte delantera sin problema!

Condujo por una media hora, explicándole los controles y mostrándole algunas maniobras. Senku la escuchó atentamente, aunque aún medio shockeado por tener a una aldeana enseñándole a usar un aparato moderno.

Aparentemente aún no se acostumbraba del todo a esta época, aunque no por eso les daba la razón en ocultarle cosas.

Su destino resultó ser una pista de carreras, ¡una jodida pista de carreras alquilada para ellos solos! Aunque tenía el logo de empresas Nanami, así que probablemente se las prestó Ryusui.

El lugar estaba preparado con distintas pruebas típicas de una escuela de manejo.

Salieron del auto y Kohaku le señaló lo que tendría que hacer, antes de tenderle las llaves del auto.

—¿Listo?

Jadeando de alegría, Senku tomó las llaves con ojos brillantes.

Se sentó en el asiento del conductor y Kohaku se puso a su lado en el asiento del pasajero, mirándolo con una sonrisa suave que prefirió no mirar por mucho tiempo. ¡Era su primera vez manejando un auto! Al menos la primera que podía recordar, ¡pero aún así era diez billones por ciento emocionante!

—Imaginó que ya sabes qué hacer, ¿o no? Todo lo que te falta es la práctica.

—La teoría está grabada en mi mente, solo necesito empezar a usarla. —Tomó aire, sintiendo el volante bajo sus dedos.

—Sí, siempre ha sido así contigo. —Rió por lo bajo—. Aunque normalmente eras tú el que me enseñaba qué hacer.

Senku alzó una ceja ante su sonrisa perdida y un poco maliciosa, pero encogió los hombros y volvió a tomar aire antes de encender el motor.

Primer intento: el auto se estrelló contra un montículo de nieve.

Segundo intento: destruyó una cerca de madera.

Tercer intento: dieron vueltas y acabó vomitando.

Cuarto intento: Kohaku tuvo que tomar el volante y desviarlos para no chocar contra un muro de concreto.

Quinto intento: logró dar una vuelta a la pista, pero al intentar pasar por conos haciendo un movimiento de zigzag aplastó varios conos.

Los siguientes dieciséis intentos de pasar por los conos fueron un desastre, tuvieron que reemplazarlos varias veces, pero Kohaku era paciente y solo se reía de todos sus errores.

Senku no sabía si sentirse molesto o aliviado porque ella lo mirara como si él fuera adorable.

Le tomó veinticuatro intentos superar los conos, y veintinueve el aprender a estacionarse.

Hicieron otro par de pruebas antes de que fuera hora de recoger a la mocosa de la escuela.

—Te dejaré llevarnos hasta allí, yo te indicaré qué camino tomar, pero al llegar yo conduciré, no quiero que tengas un accidente con mi bebé a bordo.

Senku se sentía levemente ofendido de que no confiara en él para eso, pero agradecía que al menos lo dejara llevarlos allá, así que no dijo nada y condujo lo más cuidadosamente posible a través de la carretera, por el camino que ella le indicaba.

Pudo ver todo tipo de autos mientras conducía, autos muy avanzados que casi no hacían ruido, con diseños increíbles y hasta le pareció haber visto algunos sin ruedas, volando a través de la carretera. Se lo preguntó a Kohaku, pero ella se negó a responderle.

—Bueno, ¿al menos podrías decirme si alguna vez podré conducir un auto de esta época?

—Tendremos que esperar a ver qué dice Maiko-sensei, por mientras debes conformarte con este auto... Mientras no lo destruyas, claro.

—Podría destruirlo solo para ver qué me traerías si lo hago. —Rió entre dientes.

—Ja, todo lo que lograrías es que ya no te permita conducir. —Lo miró con una sonrisa maliciosa, recostándose en su asiento.

A Senku le costó quitarle los ojos de encima y volver a concentrarse en la carretera. Maldita sea que aún no se acostumbraba a tener a Kohaku como su esposa. Y seguía encontrando repugnantes las nuevas sensaciones en su cuerpo.

Llegaron a la escuela y Kohaku le pidió cambiar de lugar, saliendo del auto para que él se cambiara de asiento y ella volviera al asiento del conductor mientras Tsukiku entraba a los asientos traseros, con Reimi en su hombro.

Senku miró a la escuela a través de la ventana polarizada del auto en lo que Kohaku se inclinaba en su asiento para besuquear el rostro de su engendro.

El edificio era grande, dividido en varios sectores, con un patio amplio y varias canchas a un costado. Sin duda era una institución prestigiosa, aunque era de esperarse.

—¡Qué bueno verlo de nuevo, Senku-sama! —La voz chillona de Reimi lo hizo voltear hacia el pequeño rei-bot, que en su pantalla ahora mostraba símbolos que formaban el gesto "^ - ^".

—Lo mismo digo...

Tenía muchas preguntas para Reimi, ya que según Minire ellas eran el mismo robot.

¿Por qué quería ayudarlo a espaldas de Tsukiku si le pertenecía a ella? Y a espaldas de Reimo y por lo tanto de Kohaku.

Hmm, Kohaku tenía a su servicio absoluto a Reimo. Tsukiku tenía a Reimi para ella, por más que le guardara secretos o no. ¿Él no tenía a su propio robot? Eso le parecía un poco injusto.

¿Tal vez podría preguntarle a Chrome?

Volteó a ver de reojo a Kohaku mientras conducía.

—¿Cuándo podremos visitar a Chrome otra vez?

—No creo que pronto, él está muy ocupado. Sin embargo, invite a Tsukasa a cenar hoy. Él quiere saber qué tal estás.

—Ah. —Maldición, Tsukasa no le servía, era demasiado listo para caer en trucos.

—¿Haishi y tía Minami también vendrán, cierto? —preguntó Tsukiku con interés.

—Por supuesto.

—¿Podemos invitar al tío Ukyo y a Umi también? Hace tiempo que no los veo.

—¡Es una gran idea!

—¿Umi? —Senku alzó una ceja—. ¿Es la esposa de Ukyo?

Kohaku y Tsukiku rieron de buena gana, hasta Reimi se carcajeó.

—No, no. —La mujer negó con la cabeza—. Umi es su hija. Tiene dieciséis y es encantadora.

—Oh, ya veo. —Hurgó en su oído con desinterés—. ¿Y qué hay de su madre?

Kohaku y Tsukiku se quedaron en silencio, y cuando Senku volteó a verlas se sorprendió por la expresión lúgubre en sus rostros. ¿Qué estaba pasando allí? ¿Dijo algo malo?

—Ukyo es viudo —dijo Kohaku luego de un largo silencio, dejándolo con la boca abierta—. Por favor no hables de ese tema frente a ellos, es muy delicado. No preguntes más.

Por una vez no se quejó ni dijo nada. En verdad era algo muy delicado.

¿Ukyo viudo? Pobre tipo, si había alguien que merecía una vida tranquila y plena, ese era él. Verdaderamente lo sentía mucho por su amigo.

El resto del viaje fue silencioso, al llegar a la casa entró junto a Tsukiku mientras Kohaku estacionaba el auto, ya que al ser uno viejo ese no tenía una inteligencia artificial para hacerlo estacionarse solo.

Mientras subían las escaleras, Reimi rompió el incómodo silencio en el que estaban sumidos.

—Ow, ¿ya debo volver a la cueva? —Su gesto ahora era de "T - T".

—Es mi habitación, no una cueva. Deja de hacer drama, eres un robot, ni que necesites tomar aire fresco. —Tsukiku rodó los ojos mientras se quitaba la chaqueta de su uniforme escolar—. Ja, además yo odio eso tanto como tú, si fuera por mí te arrojaría a la basura. —Sonrió cruelmente.

—¡Soy un robot que disfruta de la interacción social! ¡Y aunque estoy programada para amarte incondicionalmente aún así logras que me aburra de ti! —Su pantalla ahora cambió a "Ù - Ú".

—¡Entonces desactívate y deja de fastidiarme!

—¡Si quieres que deje de fastidiarte entonces ábreme como a una lata, rompe mis circuitos y sé libre!

—¡Tal vez lo haga!

—¡Bien!

—¡Bien!

Senku sintió varias gotitas de sudor caer por su frente mientras veía a la mocosa discutir con el robot antes de que ambas se metieran a su habitación y cerraran de un portazo.

Reimi era extraña, necesitaba encontrar un momento para interrogarla y asegurarse de que lo que dijo Minire fuera cierto. Además, cabía la posibilidad de que todo fuera un truco de la mocosa.

No podía subestimar a esa chiquilla, por más irritante que fuera seguía teniendo un conocimiento superior al suyo por el momento y ya había demostrado su astucia.

Se fue a su habitación y abrió el cajón de Minire, que seguía desactivada. ¿O tal vez estaría espiándolo de alguna forma? ¿Tsukiku estaría usando esto como un truco sucio para saber de dónde sacó los planos?

Cerró el cajón y decidió no ir al búnker por el momento. Tenía que pensar qué haría respecto a Reimi y Minire.

Decidió ver anime mientras trabajaba en sus planes. Pronto tendría un laboratorio con tecnología del siglo XXI que sabría manejar, y aunque no podría sacar nada de allí debería buscar la forma de sacarle provecho. Era una oportunidad que no debía desperdiciar.

Luego de unas horas, Kohaku lo llamó para cenar, diciéndole que sus visitas ya habían llegado.

Senku bajó con curiosidad. Ya había visto a Tsukasa, pero fue interesante encontrarse con las versiones cuarentonas de Minami y Ukyo.

Minami se veía bien para su edad, pero se notaba que tenía más de cuarenta, su largo cabello rubio estaba recogido en un bollo muy elegante y ella usaba un vestido púrpura ceñido con una chaqueta corta cubriendo sus hombros y hasta el inicio de sus costillas. Tenía botas largas y un collar de diamantes alrededor del cuello, aparte de aretes con rubíes.

Ukyo no había cambiado mucho, se veía como un cuarentón aunque la vejez lo había tratado mejor que a Senku. Usaba un gorro igual al que siempre llevaba en el mundo de piedra y vestía un traje elegante, con moño y todo.

Detrás de Tsukasa y Minami que estaba sujeta a su brazo había un adolescente increíblemente idéntico a Tsukasa, un poco más bajo y con los rasgos más suavizado, con el cabello corto. Debía ser el hijo del primate más fuerte con Minami, el tal Haishi. Él vestía un traje informal y tenía una mirada despreocupada.

Junto a Haishi había una adolescente de apariencia delicada, de ojos verdes iguales a los de Ukyo. Su cabello blanco era corto hasta los hombros y lleno de rulos. Vestía un vestido corto color crema, con un saco anaranjado sobre sus hombros, y su expresión era de calma con un poco de preocupación al mirarlo. Ella tenía un sombrero blanco de ala ancha con un lazo naranja sobre la cabeza. Claramente era Umi, la hija de Ukyo.

—¡Senku, hola, es bueno verte! —Minami lo sacó de su análisis, agitando una mano hacia él—. Aún me recuerdas, ¿verdad? Mi Tsukasa dice que solo recuerdas hasta el viaje a Estados Unidos, o sea que sí me recuerdas, ¿no?

—Sí, Minami. —Hurgó en su oído con fastidio—. Recuerdo todo y a todos hasta antes de viajar en el Perseo hacia Estados Unidos.

—¡Qué alivio! Aunque es una pena que no recuerdes a mi pimpollito. —Se colocó detrás del adolescente mucho más alto que ella (y que él, para el caso) y lo arrastró hasta ponerlo delante suyo—. ¡Vamos, preséntate, amor mío!

Viéndolo más de cerca se parecía aún más a un Tsukasa de pelo corto, aunque se sonrojó levemente con las palabras de su madre y Senku pudo ver que se veía muy incómodo con la situación. Claro que en eso era muy diferente de su padre, que era un experto guardando la compostura.

—Soy Shishio Haishi —se presentó finalmente. Su voz también era mucho más suave que la de Tsukasa, aunque aún bastante grave—. Tengo quince años, soy el mejor amigo de su hija Tsukiku.

—Me habló de ti, es un placer.

—¿En serio le habló de mí? —Su rostro se iluminó y Senku alzó una ceja—. Eh... sí, sí. Somos mejores amigos. —Carraspeó ruidosamente—. ¡Debe conocer a Umi, por cierto! —Tomó de la mano a la hija de Ukyo y la hizo adelantarse hasta estar junto a él—. Vamos, preséntate.

Umi sonrió nerviosamente, antes de hacer una reverencia.

—Soy Saionji Umi, tengo dieciséis. Siento mucho lo de tu amnesia, tío, ojalá puedas recuperar la memoria pronto. —Su voz era tan dulce como su expresión, todo ella gritaba que definitivamente era hija de Ukyo, bien educada y demasiado cordial, era de esperarse.

—Es un placer conocerte. —Asintió.

—Bueno, ¡vamos a cenar! —Kohaku intervino—. La comida nos espera. —Fueron al comedor y ella hizo una mueca de pronto—. Iré a buscar a Tsukiku, siéntense mientras.

—Senku, escuché que ya iniciaste tus sesiones con Maiko-sensei —comento Minami, sentándose frente a él—. ¿Qué te dijo? ¿Ya hay algún progreso?

—Nada importante por el momento.

—¿Y no has logrado recordar nada? —indagó Tsukasa, tomando asiento junto a su esposa.

—Temo que no, solo he tenido dolores de cabeza.

—Eso es terrible. —Ukyo lo miró con preocupación, sentándose a su lado—. ¿Los análisis psiquiátricos no señalaron nada?

—Maiko-sensei aún no me dijo nada sobre eso.

Minami quiso decir algo más, pero en ese momento Kohaku regresó con Tsukiku a su lado.

Kohaku se sentó en la cabecera de la mesa, y Tsukiku se sentó junto a Umi.

—Hola, Umi-nee. Haishi. —Agitó una mano hacia el chico, que solo asintió—. Tíos. —También agitó una mano en general para el resto.

—¡Hola, Tsukihime! —Minami se estiró por sobre la mesa a jalarle las mejillas—. ¡Qué grande estás, cada día creces más y te conviertes en una hermosa señorita!

—Gracias —gruñó entre dientes, luchando por apartarse.

—Mamá, déjala. —Haishi tomó el hombro de Minami para apartarla.

—Ow, está bien. —Se alejó haciendo pucheros.

Tsukiku suspiró aliviada.

—Te debo una, gigantón.

—Me debes dos. —Le arrojó lo que parecía ser una tarjeta de memoria.

—¿Qué es eso? —Kohaku miró desconfiada el aparato.

—Un videojuego. Ya que no me dejas salir nunca le pedí que lo compre por mí —contestó Tsukiku con mala cara.

Kohaku siguió mirando con desconfianza el aparato otro rato, antes de que Minami distrajera su atención preguntando por el tratamiento de Senku.

—Maiko-sensei dijo a través de una llamada telefónica que hubo un progreso y que debo buscar formas de no dejar que el aburrimiento lo perjudique. Solo eso por el momento.

—Hmm, dudo que te lo haya dicho así de cordial —susurró Minami probablemente con la intención de que solo Kohaku la escuche, así que Senku fingió estar concentrado en su comida—. ¿No te dijo nada más? Aún no puedo creer que hayas aceptado a esa...

—Minami, seguiremos hablando de esto luego —Kohaku la interrumpió sonriendo con los dientes apretados a modo de advertencia.

—Bien, bien. —La reportera se concentró en comer.

Siguieron cenando, hablando de trivialidades, recordando cosas del pasado del que tenía memoria, hasta que al terminar la cena Tsukasa y Ukyo se pusieron en pie.

—Queremos hablar con Senku a solas, claramente no diremos nada perjudicial —le dijo Tsukasa a Kohaku, que asintió.

—Muy bien.

Acompañó a Tsukasa y Ukyo hasta el segundo piso, hasta un balcón con un ventanal que los protegía del frío y la nieve.

—Senku, necesitamos que seas totalmente sincero. —Tsukasa lo miró con mucha seriedad—. ¿No recuerdas nada?

—Claro que no. —Los miró con el ceño fruncido—. ¿A qué viene eso? No creas que porque tengo dieciocho años mentalmente me quedaré callado aceptando sus preguntas extrañas. Nunca he sido alguien que se deje manipular fácilmente.

—Nunca has sido ese tipo de persona, ni con dieciocho, ni con dieciséis ni con cuarenta y seis. —Tsukasa sonrió suavemente—. Eso lo sé bien.

—Senku, sabemos que la situación es difícil para ti, pero necesitamos que seas sincero. A cambio seremos sinceros también —dijo Ukyo con mucha seriedad.

—Chrome nos dijo que confirmaste que tú mismo te borraste la memoria —confesó Tsukasa de golpe, haciendo a Ukyo mirarlo con sorpresa por haber dicho su carta tan pronto.

Senku gruñó por lo bajo.

—Ese traidor...

—No es así, Senku, esto es muy importante. —Ukyo alzó las manos nerviosamente—. Tú eres muy importante. Tal vez si nos dices lo que sabes podamos ayudarte.

—¿Le han dicho a Kohaku sobre esto?

—No, Chrome dijo que querías hacer todo a sus espaldas. No es muy honesto pero no tengo problemas en respetar eso. —Tsukasa encogió los hombros.

—Diciéndolo así no suena muy bien. —Bufó, llevando sus manos a su cintura—. Me da igual, si quieren información deben darme información. Es un trato sencillo.

Tsukasa y Ukyo intercambiaron una mirada.

—Que digas eso nos dice que sabes más de lo que aparentas —señaló Tsukasa con una sonrisa resignada.

—Tal vez lo sé, tal vez no. —Encogió los hombros.

Iba a decir algo más, pero en ese momento el celular de Tsukasa sonó.

—¿Hola? —Él atendió después de hacerles un gesto de espera, solo para palidecer de pronto—. ¿Doctor... Kinoeda...? —Ukyo jadeó y Senku abrió mucho los ojos. Ese era el tipo que había estado más cerca de matarlos según la mocosa. Tsukasa frunció el ceño y presionó un botón en su celular antes de volver a presionarlo contra su oreja—. Tienes agallas para llamarme. ¿No tenías un mejor truco sucio? Te estoy rastreando ahora mismo.

—Ustedes tienen agallas intentando ocultarme el hecho de que mi querido Dr. Ishigami ha despertado. —El sonido de una voz aterciopelada vino no desde el celular de Tsukasa, sino desde el celular de Ukyo en el bolsillo de su chaqueta, sorprendiéndolos a los tres.

—¿Ese es el Dr. Kinoeda? —Senku se sorprendió. El tipo tenía acento británico. ¿No era japonés?

—Puedo verlos, caballeros. Y tienen mucha suerte de estar protegidos por Reimo, pero en algún momento deberán salir, y cuando lo hagan deberán cuidar sus espaldas. —Ukyo tomó su celular e intentó apagarlo—. En especial deberían cuidar de sus preciosos hijos. ¿Debo recordarte nuestro trato, Dr. Ishigami? —Ukyo lanzó el celular al piso con fuerza, rompiéndolo en pedazos—. Dame lo que me pertenece... —Ahora la voz brotó desde el celular de Tsukasa, que rápidamente se preparó para aventarlo al suelo también—. O volveré a pintar tu casa con la sangre de tu hija. —Eso fue lo último que dijo antes de que el segundo celular se destruyera.

Todo se quedó en silencio, en contraste al caos abrumando la mente de Senku.

¡¿Qué mierda fue eso?!

Continuará...

Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaa :D

Aquí otro cap por comisión xD Muchas gracias por su paciencia TwT

En mi página de Facebook y en el grupo llamado Senku & Kohaku subiré un dibujo q hizo mi querida beta de Tsukiku con su uniforme escolar por si quieren verla uwu

Ojalá les haya gustado!

No olviden que se les ama con todo el kokoro!~ :3 Besitos!~ ❤

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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