Seguir así
(ADVERTENCIA: LEMON).
Eran las seis de la mañana cuando Senku se despertó, y como la mocosa estaba molesta por quién sabe qué Kohaku lo llevó a desayunar a su habitación, intentando mantener su buen humor a pesar de que era evidente que algo estaba incomodándola.
—¿Segura que no hay algo que quieras decirme? —Frunció el ceño mientras sorbía de su taza de té.
—Hay muchas cosas que quiero decirte, pero pocas que puedo decirte. —Suspiró—. Lo siento, sé que debes estar confundido por muchas cosas, pero intentemos no hablar de eso, ¿está bien? Podemos hablar de muchas otras cosas.
—¿Cómo qué? —Alzó una ceja.
Ahora que lo pensaba, nunca tuvo muchos temas de conversación con Kohaku más allá del trabajo que había que hacer para salvar a su hermana, derrotar a Tsukasa, terminar el barco o sus intentos de explicarle ciencia. Eran pocas las veces que hablaban de algo más, pero cuando lo hacían... él siempre sentía las alarmas dispararse, y muchas veces no sabía qué decirle para responder a sus sonrisas resplandecientes o sus palabras sentimentales que calaban hasta lo profundo de su alma. Solía quedarse en silencio, pero a ella jamás le molesto quedarse a su lado incluso si no hablaban, y a él le gustaba un poco demasiado eso, más cuando ella se quedaba lo suficientemente cerca para que pudiera sentir su calor corporal o su aroma o...
Hmm, ahora que lo pensaba, puede que Kohaku le gustara desde antes de lo que creía...
—Bueno, nunca terminaste de contarme acerca de esa saga que están volviendo a recrear... ¿Cómo se llamaba? President... No, Resident. Resident Evil. —La oreja de Senku se crispó de inmediato—. Dijiste que hay muchos fallos en su intento de ser científicamente correctos, pero que te gustan mucho sus juegos. No recuerdo mucho así que puedes empezar por el primer juego si qui...
—Muy bien, primero te explicaré todo de juego a juego y después iremos en orden cronológico. —De inmediato empezó a parlotear sin parar sobre todos los juegos que se lanzaron hasta antes de la petrificación, y las ganas que le quedaron por el Resident Evil 8 que había estado haciéndose y ni un trailer llegó a ver, casi desmayándose de la emoción cuando Kohaku le dijo que ya anunciaron que recrearían todos los juegos, incluyendo el 8.
—Jugamos juntos el uno, pero no tuvimos tiempo a jugar el dos y ahora ya salió el tres y están rehaciendo el cuatro —informó Kohaku mientras se deshacía de las bandejas usando los botones en la pared.
—¿Eres fan de los videojuegos, eh? —Debería haberlo imaginado.
—Ja, por supuesto, aunque me gustan más los de acción y aventura, pero tenemos muchos favoritos en común.
—¿Por ejemplo?
—Dragon Quest, Final Fantasy, Dark Souls... Y algunos nuevos que no conoces. Solíamos pasarnos horas jugando. —Sonrió con nostalgia mientras él la miraba con la boca abierta.
Aparentemente las relaciones románticas no eran tan aburridas como creía, esto de estar casado con la leona le estaba gustando cada vez más.
—¿Y podríamos jugar algo ahora? —preguntó emocionado.
Kohaku miró con nerviosismo la hora en su celular, antes de sonreír resignada.
—Bueno, las visitas vendrán a almorzar aquí, pero Frei se encargará de hacer la comida, así que supongo que tenemos varias horas libres. —Presionó unos cuantos botones y una pantalla holográfica apareció frente a la cama a la par que una mesa con dos controles salía desde el suelo—. ¿Qué quieres jugar primero?
Eligió jugar Dragon Quest, aunque luego de una hora de juego y ver la habilidad de Kohaku le dio curiosidad jugar contra ella y para ello eligió Street Fighter, alzando una ceja con confusión cuando ella soltó una risita misteriosa y un tanto perversa.
—¿Qué?
—Bueno, es que teníamos un pequeño juego aparte cuando jugábamos este juego en particular...
Senku alzó su otra ceja, comenzando a sospechar de qué se trataba ese pequeño juego aparte, y sin poder negar su curiosidad y sus ganas de comprobar si lo que creía era cierto.
—Imaginó que esto es algo que sí me puedes decir, ¿o no?
Ella abrió los ojos con sorpresa, aparentemente sin haberse esperado su interés en el tema.
—Bueno... —Carraspeó con fuerza—. Pues es simple. El ganador puede hacer lo que quiera con el perdedor, pero una sola cosa. Una sola orden. Y el perdedor debe obedecer sin ni un solo pero. Si no obedece, el castigo será obedecer al otro en todo el resto del día.
—Oh... —Su boca se curvó hacia arriba casi inconscientemente—. Eso es muy interesante... —Sus ojos comenzaron a desviarse hacia su blusa ajustada y la falda corta, con dos aberturas a cada lado.
Kohaku enrojeció levemente y comenzó a mirarlo con ojos oscurecidos y la respiración acelerada.
—Entonces... ¿jugamos?
Por supuesto que Senku accedió al juego, aunque no podía negar que estaba un poco nervioso por lo que ella podría hacer con él, pero la idea de lo que él podría hacer con ella lo sobrepasaba, haciéndolo sentir desesperado por ganar y ver hasta dónde podrían llegar.
No estaba esperando que Kohaku fuera tan buena. Le dio una paliza monumental en su primer encuentro, y aunque estaba gratamente impresionado, le dio un escalofrío ver su sonrisa descarada mientras lo observaba con ojos hambrientos.
—Tranquilo, empezaremos con algo leve. —Rió divertida—. Quítate la camisa.
Muy leve, de hecho.
Se la quitó y de inmediato puso toda su concentración en ganar el siguiente duelo.
Le dio más batalla, pero Kohaku lo hizo morder polvo de todos modos.
—Bueno, ahora tendré que ser más dura. —Se movió para sentarse más cerca de él, que se estremeció de pies a cabeza—. Te daré una orden muy simple, Senku: no te muevas.
Oh, era una orden cruel. Ella podría hacer lo que quisiera hasta que quisiera y él no podría hacer nada para impedírselo, porque tampoco pusieron límites de tiempo. Esto realmente solo podría hacerse con absoluta confianza en el otro.
Kohaku se sentó a horcajadas en su regazo, colocando su boca directamente en su cuello.
Comenzó a morderlo despacio, muy suavemente, y él tembló sin poder evitarlo, echando la cabeza hacia atrás, ganándose una mordida fuerte que lo hizo gruñir.
—Te dije que no te muevas. Obedece. —Senku apretó los labios, luchando por quedarse quieto mientras ella besaba su cuello y la línea de su mandíbula, antes de bajar hacia sus hombros y volver a morderlo con suavidad.
Bajó la cabeza y lamió con suavidad uno de sus pezones, haciéndolo estremecerse. Fue al otro y le dio una suave mordida, riendo cuando él gimió por lo bajo. Siguió jugando con su piel sensible, llevando una mano a acariciar su creciente erección, y mierda que era difícil contenerse de sacudir las caderas, de hecho estuvo a un segundo de hacerlo, pero entonces ella se alejó, dejándolo hecho un desastre con su respiración fuera de control y una mirada confundida.
No estaba seguro de si sentirse aliviado o decepcionado cuando ella le tendió el mando del juego, indicándole que ya debían comenzar otra partida.
Su erección siguió latente mientras daba todo de sí en el juego, y sonrió enormemente cuando el personaje de Kohaku cayó, dándole su primera victoria.
Kohaku no pareció nerviosa mientras él la miraba con malicia, más bien parecía intrigada, y sino estuviera tan desesperado quizás habría querido torturarla un poco haciéndola pasar por lo mismo que le hizo, obligándola a no moverse, pero estaba tan duro que era casi doloroso, y ya no podía esperar más.
—Temo que soy terrible en este juego, leona. Quiero hacerte el amor. Ahora. —Ella abrió mucho los ojos, tomada por sorpresa, pero no dudó ni dos segundos antes de apagar todo y lanzarse sobre él.
Ella se lanzó directo a besarlo, pero Senku hizo uso de sus escasas fuerzas y la volteó para dejarla con su espalda en el colchón, con él entre sus piernas, apresurándose a quitarle la falda mientras ella se colgaba de su cuello, abrazándose a su nuca para susurrarle todo lo que quería hacer con él directo a su oído. ¿Cómo esperaba que se controlará cuando le hablaba así? Apenas le quitó la falda, bajó sus pantalones levemente, hizo sus bragas a un lado y llevó una mano a frotar su vagina, gruñendo con aprobación cuando la encontró absurdamente húmeda. De inmediato la penetró, jadeando de gusto para luego sisear cuando ella enterró sus uñas en sus hombros, arrastrándolas hacia abajo. Eso iba a dolerle después, pero en ese momento solo contribuyó a aumentar el calor que lo consumía.
Ambos comenzaron a sacudir sus caderas de forma desesperada, sin realmente tener un ritmo, jadeando y gimiendo desde el fondo de sus gargantas. Senku intentó subirle la blusa, acariciando su piel en el proceso, pero solo acabó haciéndola desesperarse y romper su blusa y su sujetador, acabando casi completamente desnuda. Él sujetó su cintura con sus manos, intentando mantenerla relativamente quieta mientras enterraba el rostro en su pecho, lamiendo alrededor de su areola antes de encerrar su pezón entre sus labios, chupando uno y luego el otro pezón mientras bajaba un poco el ritmo de las embestidas, intentando moverse con un poco más de sincronización, apoyando su pelvis contra la suya para frotar su clítoris cada vez que entraba, a lo que Kohaku hizo su cabeza violentamente hacia atrás, gritando su nombre con voz casi irreconocible.
Lo estaba matando, ni siquiera él sabía cómo se estaba aguantando a no correrse como el inexperto que era. Aunque tampoco sabía cómo estaba tan seguro de que apretándole el muslo mientras cambiaba el ángulo hacia arriba la haría correrse instantáneamente, y de algún modo aún así la estrategia le funcionó. Y maldita sea que verla teniendo un orgasmo era lo más bello en el puto mundo, incluso aunque estos arañazos lo hicieron sangrar un poco, el verla temblar de forma incontrolable, incapaz de gritar incluso aunque quería, con los ojos nublados de lágrimas... Mierda, era demasiado...
Gritó una versión tartamudeada de su nombre, sacudiendo las caderas con fuerza antes de correrse dentro de ella, para luego desplomarse sobre su cuerpo tan empapado en sudor como el suyo propio.
Estaba cansado, pero sus manos siguieron acariciándola de forma casi inconsciente, haciendo círculos con sus dedos sobre su muslo y amasando uno de sus pechos.
—No hagas eso... —pidió Kohaku con voz suplicante, sin aliento—. Vas a volverme loca... —Sus paredes vaginales se contrajeron alrededor de su miembro aún firmemente incrustado en su interior, haciéndolo gruñir y apretar con más ahínco su muslo, bajando para estar casi al borde de su entrepierna—. Bastardo...
Rió por lo bajo. Ella tenía razón, realmente disfrutaba mucho haciéndola enfadar a propósito.
Aunque no esperaba que su intento de molestarla acabará con ella volteándolo para quedar encima de él. Kohaku rompió su última pieza de ropa (aunque bueno, eran ricos, así que podía permitirse deshacerse de su lencería por más cara que pareciera), y le quitó rápidamente los pantalones y sus boxers.
Se lanzó bruscamente a besarlo, abriendo su boca e invadiéndolo con su lengua, besándolo con tal salvajismo que la saliva comenzó a desbordarse y sus dientes chocaron varias veces, pero a ninguno le importó, o al menos a Senku no le importó, demasiado perdido en el beso y en la sensación de la mano de Kohaku aprisionando su miembro entre sus dedos, frotándolo y masajeándolo con ternura que contrastaba enormemente con su forma de besarlo.
No tardó casi nada en volver a estar completamente erecto, y ella no dudó ni un segundo en volver a insertarlo en su interior.
Apoyó las manos en su pecho, pasándolas de arriba a abajo, rasgando suavemente con sus uñas y frotando con sus yemas sus pezones, todo mientras él crujía los dientes, enterrando los pies en el colchón y sacudiendo sus caderas bruscamente hacia arriba, jadeando y maldiciendo porque ella casi no se movía. Enterró las manos en sus nalgas, incrustando los dedos en su piel y tratando de instarla a moverse, a lo que ella rió con crueldad y le arañó el cuello, con fuerza, haciéndolo gritar tanto de dolor como de placer.
Fue entonces que decidió empezar a moverse, y vaya que se movía tan bien... tan rápido y con la fuerza necesaria para hacerlos a ambos quedarse sin aliento, tartamudeando el nombre del otro como el desastre que eran.
En un momento, ella empezó a gritar cada vez que él tocaba fondo, moviéndose más rápido y con más fuerza, llevándolo al límite de lo que podía aguantar, pero que de todos modos le encantaba, y le apretó el culo con más fuerza para hacerla sentirlo en lo más profundo de ella, a lo que Kohaku volvió a temblar y aferrarse a él con desesperación, gritando de forma tan erótica que él ya no lo pudo soportar más y se dejó ir junto con ella.
Aquello fue demasiado, fue incluso mejor que las veces anteriores, y cayó desfallecido en la cama, durmiéndose al instante.
Lo último que escuchó fue un adormilado "te amo" junto con un beso gentilmente presionado en su mejilla.
Lo primero que escuchó al despertarse fueron las maldiciones de Kohaku mientras corría de un lado a otro en la habitación.
Despegó la cara de la almohada con dificultad, maldiciendo al sentir el dolor de sus músculos y el ardor por todos los arañazos. Valió la pena, pero mierda que dolían.
Volteó hacia Kohaku, que estaba recién bañada, colocándose un sujetador mientras dos rei-bots volaban a su alrededor, uno secándole el cabello y el otro sosteniendo la ropa que tenía que ponerse.
—¡Levántate de una vez, Senku! —exigió al verlo despierto—. ¡Nos quedamos dormidos y todas nuestras visitas están aquí! ¡Ve a darte una ducha, rápido!
Él bostezó y se levantó sin ganas, aún gruñendo por sus músculos adoloridos, ¡y hasta estaba cojeando! No entendía cómo había sobrevivido a catorce años casado con esa leona.
Pero bueno, si ella acababa matándolo un día de estos, sin dudas moriría feliz.
Ducharse lo hizo sentirse ligeramente mejor, pero al verse al espejo hizo una mueca.
Tenía arañazos no solo en la espalda, sino en el pecho, en los hombros y en el cuello. Además, también tenía varios chupetones aquí y allá. ¿Sería muy raro usar bufanda dentro de la casa?
Cuando salió del baño, aún cojeando, Kohaku lo miró con culpabilidad, antes de voltearse hacia un rei-bot.
—Petrifícalo —ordenó.
—¡¿QUÉ?!
Antes de que pudiera preguntar qué diablos quería decir, el rei-bot sacó un tercer brazo de un material diferente a los otros dos y de allí salió el rayo verde que tan bien conocía.
No pudo ni gritar, su visión se volvió negra y ni siquiera pudo comenzar a salir del shock cuando volvió a ver la luz de la habitación y la sonrisa nerviosa de Kohaku.
Quería reclamarle, pero la verdad era que se sentía mucho mejor, ya no tenía marcas y ahora caminaba con normalidad.
Oh, con que así había sobrevivido a catorce años de matrimonio con la leona...
—Vamos, ni siquiera sé qué excusa darles a todos para justificar nuestra ausencia. —Tomó su mano y comenzó arrastrarlo fuera de la habitación luego de que estuvo listo—. ¿A ti no se te ocurre nada? Siempre fuiste mejor en eso que yo. Bueno, cuando realmente te molestabas en dar una excusa...
Senku rió por lo bajo, decidiendo seguirle el juego.
—Bueno, solo diremos que estábamos jugando videojuegos y nos quedamos dormidos. Una explicación simple y sin entrar en detalles suele ser la más convincente.
—Sí, seguramente eso engañará a la mayoría... Pero seguro que ese murciélago aprovechará para abrir su bocota... —Bufó.
—¿Gen está aquí?
—Ah, sí. —Sonrió con más ánimos—. También Ryusui, Kinro y Ginro. ¡Todos quieren saber cómo estás! Llevan mucho tiempo insistiendo y creo que ya estás listo. ¿Qué te parece?
—Suena bien. —Sonrió levemente, preguntándose cómo se verían ellos y el resto de sus amigos. Apenas había visto a Chrome, Taiju, Tsukasa y Ukyo desde que despertó, sería bueno ver a más de sus amigos.
Bajó a la sala y de inmediato lo primero que llamó su atención fue ver a Ginro acompañado de una mujer. ¡¿Acaso ese imbécil había conseguido atrapar a una pobre desafortunada?! Lo peor es que a su lado había una versión femenina adolescente de Ginro, y un Ginro castaño preadolescente. ¡Esa cosa tuvo crías!
De repente recordó que Tsukiku le había de hecho confirmado que esa basura humana logró reproducirse, pero aún así era shockeante de ver.
—¡Tío Senku! —La Ginro femenina se acercó a él con su voz chillona llena de alegría—. ¡Qué bueno que despertaras, tío! Como tu sobrina favorita, claramente estaba muy preocupada por ti. —Sacudió su cabello con una sonrisa reluciente.
—Su nombre es Shirogane, como su abuela. La llamamos Shira. Tiene catorce años. Ella no sabe de tu memoria, no podría guardar el secreto, así que finge que la conoces —le susurró Kohaku.
—Es bueno verte otra vez —solo dijo, sin creer ni por un segundo que ella fuera su sobrina favorita, menos después de haber conocido a Umi y a Rue.
—¡Senku, que bueno verte despierto! —Ginro se le acercó con una sonrisa nerviosa—. Escucha, juró que voy a pagarte el préstamo que me hiciste, sé que has pasado tres meses en coma y que ya estuviste esperando todo un año, pero... Eh, ¡será el próximo mes sin falta!
—Claro. —Senku no tenía ningún interés en hablar con ese idiota, así que se volteó hacia Kinro y Kirisame detrás de él después de que le presentara a su hijo Ginji.
Kirisame estaba hablando con Shovel, la pobre idiota que quedó atrapada con Ginro, pero Kinro se le acercó a saludarlo. Su hijo Kintaro era inquietantemente parecido a él, solo que el flequillo le cubría casi por completo la frente, a diferencia de los mechones cubriendo solo el centro de la frente de su padre. Sus ojos le recordaban más a Kirisame, pero sin duda era igual al padre,hasta en altura y músculos.
—Se llama Kintaro. Ellos saben la verdad, pero debemos disimular frente a Ginro y sus hijos —le susurró Kohaku una vez más.
Asintió y se alejó de ellos, centrando su atención en Gen y Ryusui, que estaban siendo tan escandalosos como siempre, pero sonrieron alegremente al verlo.
Ryusui usaba un traje elegante y evidentemente caro, tenía el cabello más corto y mejor peinado, y se veía bastante bien para también ser un cuarentón. Detrás de él estaba Francois que extrañamente parecía no haber envejecido ni un día... ¿Qué demonios?
Gen había cambiado bastante, debía tener cuarenta y ocho años y se le notaba, pero tampoco se veía como un viejo decrépito. Todavía tenía el cabello blanco y negro, pero había dejado crecer la parte blanca de su cabello, llegándole hasta por debajo del hombro. Ahora usaba un sombrero de mago y seguía teniendo pintada su cicatriz de petrificación.
—Ah, vaya, nuestro querido Senku-chan finalmente ha despertado~ —canturreó Gen—. Aunque sin recordar nada, lo cual significa más trabajo para nosotros, Ryusui-chan~ —agregó, aprovechando que Ginro y su familia estaban a una distancia considerable.
—¡JA, JA! Eso ya estaba contemplado en nuestros planes, no representa ningún perjuicio tener que seguir trabajando sin Senku. —Chasqueó los dedos—. Al menos no mientras no se requiera alejar a la Dra. Mironi de su puesto de trabajo. Aunque ya está siendo difícil contener a los medios de comunicación de especular porqué Senku no ha vuelto a trabajar desde que se sabe que despertó.
—Eso no es algo para discutir aquí, Ryusui. —Kohaku le frunció el ceño.
—Bien, en ese caso tal vez deberíamos discutir el motivo de su retraso... —El capitán sonrió con picardía.
—Estábamos hablando de eso justo antes de que llegaran. —Gen rió maliciosamente—. Parece que el amor supera incluso a la amnesia~. ¿Solo dos semanas les tomó la reconciliación? Eso fue mucho más rápido que los años que costó que aceptarán sus sentimientos. —Él y Ryusui suspiraron con nostalgia y un poco de frustración, quizás recordando lo tercos que él y la leona podrían llegar a ser.
—Cállense. —Kohaku cruzó los brazos con molestía y el rostro muy rojo.
—Como sea, Senku, debería presentarte a mis más grandes tesoros. —La sonrisa de Ryusui fue más brillante que nunca, desconcertándolo.
—¿Ah?
Ryusui miró a Francois, que retrocedió unos pasos y reapareció con dos niñas... o quizás niños, pequeños, idénticos a ella, uno de cabello rojo y otro rubio. Eran de la exacta misma estatura, tenían mini trajes de gala y ojos grandes e inocentes, pero sonreían de una forma misteriosa, como si supieran algo que nadie más sabía, con sus manos detrás de su espalda. Tenían una flor en el cabello, así que quizás fueran niñas.
—Es un placer verlo de nuevo, tío Senku-sama —hablaron al mismo tiempo, haciendo una reverencia con una sincronía perfecta. Era impresionante y un poco espeluznante.
—¿Tuviste descendencia, eh? —Sonrió ladinamente, sin haberse estado esperando esto.
—Bueno, necesitaba a quién heredarle mi fortuna, ¡aunque Ryo y Fran tienen su corazón en la gastronomía, pero incluso así son mi mayor tesoro! —Cargó en brazos a sus hijas (o tal vez hijos), que rieron alegremente, abrazándose a él.
—Bueno, al menos esto confirma que Francois es mujer, supongo... —susurró, aunque nunca le había dado importancia a eso.
—En realidad no —murmuró Kohaku en su oído—. Nadie la vio embarazada, se desaparecieron un tiempo y un día se aparecieron con las bebés y dijeron que eran una familia. Tampoco nadie sabe si son niños o niñas.
Senku sintió varias gotas bajar por su sien. Aparentemente el misterio de Francois no solo seguía, sino que se hizo más grande. Bueno, no es como que le importara.
—Escuche que tienes un mocoso, mentalista. —Decidió cambiar de tema—. ¿También te arrastraron a la paternidad, eh?
—Ah, sí, ni yo me pude salvar~. —Rió maliciosamente, antes de que su mirada se ablandara—. Aunque bueno, no es tan malo, es un pequeño aspirante a mago. Te lo hubiera presentado hoy pero no es mi fin de semana, tendrá que ser en otra ocasión~. ¡Pero cuéntanos!~ ¿Cómo ha sido volver a conocer a Tsukihime-chan, la princesa científica?
—Un dolor en el culo, para ser honesto —contestó con sinceridad, gruñendo de dolor cuando Kohaku le encajó un codazo en el estómago—. Es una mocosa arrogante y malcriada. Me pregunto de quién habrá sido la culpa... —Miró mal a Kohaku.
—Tuya —contestó ella.
—Tuya —secundaron Gen y Ryusui.
—¡Tuya! —exclamaron sin dudar todos los que estaban cerca de ellos.
—¿Ah? No lo creo. —Frunció el ceño, sintiéndose a la defensiva—. Si conmigo es con quién se comporta peor.
—Sigue siendo tu culpa. —Kohaku sonrió con condescendencia mientras Gen y Ryusui asentían con la cabeza.
—Hablando de la mocosa... —Prefirió cambiar de tema—. ¿Dónde está? —Miró a su alrededor.
Podía ver a Tsukasa sentado con Minami y su hijo y otra mujer rubia (¿Mirai?) en un sofá cerca de ellos. Chrome, Ruri y su hijo Ruchiru estaban cerca, hablando con Taiju y Yuzuriha, que tenían a sus mocosos muy cerca de ellos. Kinro y Ginro estaban en la otra punta de la sala, y ahora la versión femenina de Ginro había desaparecido. Ukyo estaba conversando con ¿Matsukaze? El samurai parecía mucho más adaptado a la modernidad, con un traje sin corbata y el cabello más prolijamente peinado.
—Debe estar con sus amigas, y Yok, en la cocina, preparando el chocolate para hoy —contestó Kohaku, mirando alrededor de la sala.
—También hicimos chocolates para todos. —De la nada, Ryo y Fran alzaron una canasta llena de canastas más pequeñas envueltas en bolsas de plástico, llenas con bocadillos de chocolate y otros tipos de golosinas.
—Aquí tienes, tío. —La pelirroja, Fran, le dio una pequeña canasta a él, y la rubia, Ryo, le dio una a Kohaku, para luego comenzar a repartir sus mini-canastas a todos.
Senku decidió guardar la bolsa, pero antes de que pudiera preguntar qué edad tenían esas niñas que parecían de seis años y porqué ya cocinaban mejor que él, oyeron el timbre de la puerta principal.
—¿Más visitas? —preguntó a Kohaku, que se veía confundida.
—No estaba esperando a nadie más. Iré a ver quién es. —Se encaminó a la puerta y Senku decidió seguirla.
Abrió y se encontraron a un hombre de cabello negro largo hasta la barbilla, con flequillo abierto enmarcando su rostro y las puntas de este teñidas de azul de un lado y violeta del otro. Tenía una cicatriz de petrificación en forma de estrella alrededor de su ojo, y su iris era color celeste. Vestía un traje negro con una gabardina violeta llena de patrones de notas musicales y cargaba con una guitarra en su espalda. Detrás de él había un adolescente con grandes ojos del mismo color celeste, cabello negro pero mucho más revuelto, con el flequillo de lado con mechones disparandose hacia arriba como si desafiara a la gravedad (aunque Senku no era quien para señalar eso como extraño). Vestía como una especie de vaquero moderno, pero con gabardina por el frío y sin sombrero. Era más alto y de complexión más delgada que el mayor, pero se parecían. Debían ser padre e hijo, seguramente.
—¡Kohaku-chan! —Ambos se lanzaron a abrazar a Kohaku, que parecía congelada por la sorpresa.
Senku alzó una ceja.
¿Y estos quiénes eran?
—N-no los esperaba... —Ella los apartó rápidamente, sonriendo con nerviosismo mientras miraba a Senku de reojo—. ¿Q-qué están haciendo aquí?
—Te estuve llamando toda la mañana pero no me contestaste. —El mayor hizo pucheros como niño pequeño—. Así que decidí venir, ya que a mi muchacho lo invitaron.
—Ya veo. —Kohaku frotó sus sienes—. Me dijeron que no iba a venir.
—No iba a hacerlo, pero a último momento decidí que sí. —El adolescente sonrió de forma radiante—. Ah, también papá ya me contó de la situación del tío Senku —susurró el chico, provocando que Kohaku volteara con reproche hacia el hombre, que comenzó a reír nervioso.
—Pero bueno, es genial verte otra vez, Senku-kun. —El mayor le tendió una mano, con una sonrisa despreocupada—. Mi nombre es Myuji, tal vez me recuerdes de tu tiempo antes de la petrificación, era un músico muy famoso.
—No, para nada. —Estrechó su mano sin ganas.
—Tan cruel como siempre. —Myuji lloriqueó—. Pero como sea, somos buenos amigos, incluso aunque me robaste a mi chica. —Le guiñó un ojo.
—¿Disculpa? —Se tensó.
—¿No le hablaste de nosotros? —Myuji sonrió maliciosamente mientras rodeaba los hombros de Kohaku con un brazo, a lo que ella se encogió con incomodidad antes de apartarlo un poco demasiado bruscamente.
—No hay nada de qué hablar, Myuji, no digas tonterías. —Carraspeó—. Bueno, pasen. Pero recuerden no hablar de más o los echaré de aquí.
—Tan cruel como siempre~. —Myuji rió, mirando a Kohaku de una forma que no le gustó para nada antes de entrar a la casa.
Senku frunció el ceño profundamente, comenzando a sentir un leve dolor de cabeza.
—Bueno, mi nombre es Kei. —El adolescente se le acercó con una sonrisa dudosa—. Es bueno... conocerte de nuevo. Lamento lo de tu memoría, ojala recuerdes pronto. —Hizo una reverencia antes de entrar apresuradamente a la casa detrás de su padre.
Senku miró a Kohaku, que estaba abrazándose a sí misma, con una mirada llena de incomodidad y otra cosa que no podía descifrar del todo.
—¿Era... tu ex? —preguntó con acidez.
No le gustaba nada la forma en la que la miró, y por alguna razón mientras más pensaba en él más le dolía la cabeza.
—Algo así. —Carraspeó—. Pero no es momento de hablar de eso ahora. Entremos, tenemos invitados que atender.
—Espe... —No alcanzó a decir nada, Kohaku lo pasó de largo y entró a la casa.
Senku se apoyó contra el marco de la puerta, frotando su frente. ¿Por qué el dolor insoportable había regresado? No estaba intentando forzar su memoria, al menos no voluntariamente.
Suspiró, frotando su rostro con ambas manos antes de intentar relajarse y volver a la casa.
Cuando entró, vio a Kohaku discutir a susurros con ese tal Myuji, que solo le sonreía, y el dolor de cabeza volvió a golpearlo con fuerza. Demasiada fuerza.
No quiso hacer un espectáculo, así que salió de la sala, subió hasta el segundo piso y cayó de rodillas frente a la puerta de su habitación, abriendo los ojos con dificultad, viendo todo borroso y como si estuviera temblando.
¿Por qué dolía tanto? ¡No entendía nada!
—¿Por qué, Senku? ¿Por qué me haces esto?...
El mismo recuerdo de antes lo hizo gruñir de dolor, apretando su cabello entre sus dedos.
—Me voy a casar, Senku.
¿Qué?
—¡No puedes hacerme esto! ¡¿Qué no confías en mí?!
—No lo olvides, Senku-kun. —La voz de ese tipo que acababa de conocer le vino como un nuevo recuerdo—. Si la descuidas, volveré a ir trás ella. Estás advertido~.
—¡No me hagas esto! Por favor...
Las voces siguieron llegando, sin ninguna imagen, confundiéndolo y aturdiéndolo, llegando a un punto donde no podía entender nada y eran solo un chillido infernal atormentándolo.
—¿Papá? —La voz de la mocosa fue una sorpresa, pero de algún modo lo hizo sentir mejor, calmando el bullicio anterior—. ¿Qué es eso?
—Es un nuevo invento —Pudo escucharse a sí mismo respondiendo—. Vuelve con tu madre, necesito terminar esto.
—¿No quieres ayuda? Te ves cansado.
—Estoy bien, mini-leona. Esto no es algo con lo que puedas ayudarme... Con esto, finalmente me desharé de la fuente de todos nuestros problemas.
—¿De qué estás hablando?...
—Cuando esté listo, tu madre y tú ya no tendrán de qué preocuparse. —Suspiró—. Solo debemos esperar un poco más. Solo un poco más.
Era oficial, Senku no entendía nada.
Y lo peor era que una parte de él creía que era mejor seguir así.
Continuará...
Holaaa :D
Muchísimas gracias a Anya por pedir este cap como comisión con todo y lemon!
Ojala te haya gustado :3
Bueno, gracias por leer y ojala q a todos les haya gustado uwu
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro