Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

San Valentín

El dolor no se iba, no importaba lo que hiciera o qué tanto esperará, había disminuido un poco pero no cesaba, aún veía todo borroso, difuso, y ya estaba enterrando sus uñas en su cuero cabelludo de la desesperación.

¡Era insoportable, maldición!

De repente, escuchó una voz llamándolo a la lejanía, pero no pudo reconocer quién era ni qué estaba diciendo, hasta que sintió como sacudían bruscamente sus hombros.

—¡Papá, escúchame! —Era su hija—. ¡Intenta pensar en otra cosa, haz operaciones matemáticas, inténtalo!

—¿Q-qué?... —Abrió los ojos, pero apenas podía distinguir su figura borrosa.

—Contéstame, dime cuánto es la distancia entre el sol y la tierra medida en metros dividida por el volumen del océano atlántico en kilómetros.

¿La distancia del sol y la tierra en metros? Oh, eso era casi ciento cincuenta mil millones… En cuanto al volumen del océano atlántico… unos ochenta y dos millones de kilómetros. Los números exactos eran más complicados pero los recordaba, y el dividirlos era asquerosamente complicado pero no imposible. Veamos…

—Mil ochocientos catorce —respondió, mirando hacia Tsukiku, ya pudiendo distinguirla mejor, lo suficiente para ver su sonrisa llena de alivio.

—Creo que tienes las medidas un poco erróneas, pero para el conocimiento de tu época está bien —le dijo con voz suave—. Ahora dime, ¿cuáles son las principales características del disprosio?

—Número atómico 66, símbolo Dy, periodo 6, bloque F, masa atómica 162,50. Es un metal de transición y una tierra rara perteneciente al grupo de los lantánidos… —Pestañeó, de repente pudiendo ver mucho mejor, con el dolor de cabeza ya casi inexistente.

Tsukiku agitó un cucharón frente a él y Senku la miró con ojos entrecerrados, notando que estaba usando un delantal manchado de harina y chocolate, aparte de que en vez de tener su cabello atado en dos coletas bajas solo usaba una coleta alta.

—¿Estabas… haciendo chocolate? —preguntó con curiosidad.

Ella rió por lo bajo, negando con la cabeza.

—Sí, eso hacía, pero salí de la cocina porque escuché que llegó… —Apretó los labios—. Olvídalo, ¿qué estás haciendo tú aquí?

—Me sentí mal y no quise hacer una escena. —Encogió los hombros, luchando por ponerse en pie—. ¿Cómo sabías que eso me calmaría? Resolver problemas y eso.

—Estoy estudiando sobre esto, para poder hacerme cargo de ti y echar a Maiko de una patada. —Bufó, guardando el cucharón en el bolsillo de su delantal y tendiéndole su mano para ayudarlo a erguirse—. Dudó que mamá me crea capaz aunque me prepare por meses, pero al menos podré vigilarla, supongo.

—Eso es… útil. —Asintió, llevando una mano a su frente y masajeando sus sienes. Apenas sentía una leve molestia ahora—. Ya me siento mucho mejor, tu consejo fue diez billones por ciento efectivo. —Rió, sorprendido—. Gracias. —Le sonrió.

—Intenta hacer eso cada vez que tengas un dolor de cabeza. Sea lo que sea que recuerdes, si el dolor se vuelve demasiado, intenta no pensar en eso y piensa en problemas matemáticos o intenta enumerar propiedades químicas. —Lo miró con preocupación.

—Claro, lo tendré en mente. —Asintió.

—Deberíamos volver ahora.

Volvieron a bajar a la fiesta y, al ver que Kohaku seguía hablando con el tal Myuji, Senku decidió seguir a Tsukiku hasta la cocina.

Hizo contacto visual con Kohaku, y aunque ella se veía confundida y preocupada e hizo un intento de llamarlo para hablar a solas, decidió apartar la mirada y seguir a la mocosa.

—¡Tsukiku! ¿En dónde te habías…? Oh, hola, tío Senku. —La hija de Ginro, Shirogane o Shira, le sonrió con entusiasmo—. ¿Quieres chocolate?

—Shira, por favor no te distraigas y termina tu parte, necesitamos tu horno libre. —Las hijas de Ryusui y Francois estaban allí también, hablando al mismo tiempo con perfecta y espeluznante sincronía, como siempre.

—Qué sorpresa, pero que bueno tenerte aquí, por supuesto. —Umi estaba batiendo una mezcla de lo que parecía ser chocolate blanco—. ¿Quieres ayudar en algo, tío?

—Claro. —Encogió los hombros.

—Puedes lavar los platos con su majestad. —Tsukiku señaló a su amigo de la escuela, que estaba trabajando religiosamente en dejar todo reluciente en el lavabo a pocos metros—. Los rei-bots podrían lavar, pero él insiste en que no lo hacen lo suficientemente bien. Solo no vayas a darle órdenes, su real alteza es el que manda aquí. —Rodó los ojos, aunque riendo.

Senku encogió los hombros. Era preferible lidiar con mocosos antes que enfrentar a Kohaku. No quería hablar con ella aún y ni siquiera estaba seguro de porqué.

—Tu nombre era Mijow Yok, ¿verdad? —preguntó al acercarse al niño de trece años, que era una cabeza más bajo que él y siempre parecía traer un cubrebocas verde.

—Así es, Ishigami-sensei, por favor llámeme Mijow. —Le tendió una fuente—. Usted puede secar, y por favor hágalo bien. —Entrecerró sus ojos verde lima de una forma que lo hizo hacer una mueca de disgusto.

¿Quién se creía este mocoso?

Chasqueó la lengua y se dedicó a secar cuidadosamente, pero aun así el mocoso casi siempre tenía una queja, era irritante.

—Ya, Yok, no lo molestes tanto. —La otra amiga de Tsukiku, la niña llamada Misaki, se acercó a ellos con una sonrisa condescendiente, dejándoles más cosas para lavar—. Los rei-bots pueden encargarse si quieres, tío Senku.

—No, gracias, yo puedo. —Miró con acidez al mocoso, sin querer darle la satisfacción de saber que no pudo con sus órdenes.

—Como usted prefiera. —Le tendió una fuente cuadrada, el muy miserable. ¡Esas eran las más difíciles de secar! Y el infeliz lo sabía—. O puede dedicarse a barrer, si esto es demasiado.

Misaki observó con varias gotitas bajando por su sien como rayos prácticamente salían de los ojos de ambos, enfrentándose en una batalla interminable.

—¿Otra vez se van a llevar mal?... —preguntó con un suspiro resignado.

—¿Nos llevábamos mal antes? No me sorprende. —Miró con ojos entrecerrados al chiquillo—. Este niño mafioso no sabe respetar a sus mayores. —Sí tenía cuarenta años al menos deberían darle el respeto que merecía.

—¿Otra vez me va a llamar así? —Yok suspiró con hastío.

—¿Y ahora qué les pasa? —Tsukiku se acercó a ellos, hablando con la boca llena de chocolate, con una bolsa de bombones en una mano—. ¿Su majestad se está pasando de mandón?

—Tienes gustos cuestionables en amistades, mocosa. —Miró mal al chiquillo.

—No es tan malo. Mira esto. —Sonrió maliciosamente y lamió un bombón mordido a la mitad, antes de arrojárselo a la ropa al mocoso.

—¡AGH, qué asco! —Se quitó el delantal y su suéter como si estuvieran ardiendo en llamas y los metió al lavabo para lavarlos con desesperación, todo mientras Tsukiku se revolcaba en el suelo de la risa.

Senku también se rió con burla, mientras que Misaki negó con la cabeza, pero sonriendo.

—¿Qué es tan gracioso? —Una nueva persona ingresó a la cocina, era el tal Kei, el hijo de Myuji, sonriendo amistosamente.

—¡Kei! —La hija de Ginro prácticamente se lanzó sobre él, abrazándose a su brazo y mirándolo con ojos coquetos—. Qué bueno verte aquí~.

—También es bueno verte, Shira. —Le sonrió amablemente.

—Ugh, pensé que no iba a venir. —Tsukiku hizo una mueca.

—Kei vino… —El rostro de Misaki enrojeció profundamente y Senku alzó una ceja mientras la veía limpiar apresuradamente sus manos con el delantal antes de comenzar a peinar su cabello con los dedos—. ¡Hola, Kei! —Se acercó a él riendo con nerviosismo evidente.

—¡Mizzy! —Kei apartó gentilmente a Shira y rodeó con un brazo los hombros de Misaki, que parecía al borde de morir de vergüenza.

—Ugh, genial. —El mocoso mafioso volteó con el ceño fruncido mientras escurría su ropa con fuerza—. ¿Quién lo invitó?

—Mi mamá me obligó a invitarlo. —Tsukiku bufó—. Como siempre.

—¿Es el novio de Misaki? —preguntó Senku sin mucho interés.

—No —gruñeron furiosamente Yok y Tsukiku al mismo tiempo.

—Es un mujeriego —Yok volvió a lavar los platos furiosamente.

—Y un idiota —agregó Tsukiku.

Al notar la mala mirada de Tsukiku, Kei se acercó a ella sin soltar los hombros de Misaki.

—Bueno, hola, Tsuki, finalmente un lugar donde no puedes ignorarme. —Le guiñó un ojo.

—¿Por qué no vuelves con tu padre y se largan? —Tsukiku se acercó a él solo para tomar la muñeca de Misaki y apartarla.

—Siempre tan cruel. —Kei solo rió divertido—. Oh, hola, Yok —saludó al mocoso mafioso.

—Te he dicho muchas veces que me llames Mijow —le contestó fríamente, sin voltear a verlo.

—Qué carácter. —Frotó su nuca, luciendo un poco incómodo—. Solo vine a saludar. ¿O puedo preguntar qué hice?

Tsukiku abrió la boca probablemente para gritarle algo, pero se detuvo al ver de reojo a Senku, que los miraba con mucha confusión.

—No hiciste nada. —Misaki se soltó del agarre de Tsukiku y la miró mal—. ¿Quieres chocolate, Kei? Hi-hice un poco para ti.

—¿De verdad, Mizzy? ¡Muchas gracias! —Sonrió de forma radiante y volvió a rodear sus hombros.

—¡Yo también te hice chocolate, Kei! —Shira se colgó de su brazo libre.

—Oh, hola, Kei. —Umi le sonrió alegremente al cruzárselo por fin, igual que la hija de Chrome, Rue, que no estaba muy lejos, y las hijas de Ryusui.

Hmm, pareciera que solo la mocosa malcriada y el mocoso mafioso tenían algo en contra del hijo de Myuji, incluso a Senku no le parecía un mal muchacho a primera vista.

Decidió seguir ayudando a Mijow con los platos, incluso aunque se la pasaran peleando, hasta que finalmente las chicas parecieron acabar con sus chocolates y comenzaron a abandonar la cocina.

Senku decidió dejar al chiquillo acabar con lo que quedaba y él volvió a la fiesta, pensando que ahora que iban a repartir chocolate Kohaku no podría dejar a los invitados para arrastrarlo a hablar.

Apenas salió, Umi le dio una cajita con forma triangular y él la abrió con curiosidad, soltando una risa divertida al ver que era chocolate blanco en forma de matraz, con chocolate negro simulando ser un líquido. Era un poco adorable.

—Gracias, Umi.

—Es un placer, tío. —Le hizo una profunda reverencia y luego fue en dirección a Chrome.

—¡Tío Senku! —Rue, la hija de Chrome y Ruri, le tendió una bolsita con bombones.

—Gracias. —Le revolvió el cabello.

Shira le dio un chocolate en forma de corazón, y Misaki, aún abrazada al tal Kei, le dio una caja con chocolates en forma de notas musicales.

Cuando Kohaku quiso acercarse para hablarle, Senku se pegó a su hija, viéndola entregar sus propios chocolates, que eran solo bombones en bolsas de plástico.

—Tío Tsukasa. —Le dio su chocolate a Tsukasa y luego sacó de su bolsa de tela un chocolate mucho más grande, redondo, con una cara de gato en el centro—. Toma, Haishi, intente hacer un león pero no me salió. —Rió con sequedad, arrojándole el chocolate casi en la cara al hijo de Tsukasa—. Tómalo como pago por el favor que me hiciste antes —le dijo, antes de seguir su camino, dejando al adolescente muy sorprendido.

—Gracias. —Haishi sonrió suavemente, mirando al chocolate de forma que hizo a Senku fruncir el ceño con dureza.

¿Por qué de repente el mocoso de Tsukasa le estaba cayendo mal?

—¿Y no tienes un chocolate para mí? —preguntó Kei a Tsukiku, mordisqueando uno de los chocolates que Shira le había dado, mientras que Misaki caminaba cerca de él con una mueca descontenta.

—Puedo darte un puñetazo, ¿te conformas?

—No tienes piedad de mí. —Él solo se rió.

Yok salió de la cocina en ese momento, y de inmediato Misaki sacó la última caja que le quedaba y se la dio.

—Sé que ya te dimos mucho chocolate, pero los puedes comer mañana si quieres.

—Claro, gracias. —Encogió los hombros.

—Aw, eres realmente dulce, Mizzy. —Kei le sonrió y Misaki enrojeció por completo, a lo que Yok rodó los ojos y tomó su muñeca, arrastrándola al otro lado de la sala—. ¿Qué dije?

—Con solo abrir tu bocotá es lo suficientemente molesto. —Tsukiku se marchó pisoteando, siguiendo a sus dos amigos de la escuela.

Senku, al verla malhumorada, decidió pegarse a otra persona para seguir evitando a Kohaku. Esa persona fue Ukyo, que estaba junto a su hija, Umi.

Umi estaba jugueteando con una caja de chocolates en su mano, la última que le quedaba. Parecía preocupada por algo y, aunque Senku tenía curiosidad, decidió no preguntar.

Parado allí por unos minutos, de repente una mano se posó en sus hombros y volteó con pánico, temiendo que fuera Kohaku, pero resultó ser Chrome.

—Sígueme —le susurró.

Senku volteó hacia los invitados, pero nadie le prestó atención y Kohaku parecía haber desaparecido… aunque también ese tal Myuji.

Frunció el ceño amargamente mientras seguía a Chrome, sintiendo un leve dolor de cabeza regresar, pero se pasó rápidamente al pensar en los múltiplos de 39 hasta el 39.000.

—¿Qué sucede? —le preguntó con cansancio.

—¿Qué clase de pregunta es esa? —Torció los labios—. Tú fuiste el que me pidió un celular. —Sacó un smartphone de su bolsillo y Senku se quedó con la mandíbula por el piso.

—¿No tiene acceso a internet, verdad? —preguntó, dudando que Chrome fuera a darle algo así.

—Claro que no, y no sirve para absolutamente nada, excepto para que tomes notas, para grabar y sacar fotografías y para que me llames. —Le dio el celular—. Y está hecho enteramente por componentes del siglo XXI, así que ni intentes desarmarlo, no tiene nada útil para que obtengas respuestas.

—¿Y qué hay de las respuestas que tú podrías darme? —Le frunció el ceño y Chrome suspiró profundamente.

—¿Qué quieres saber? No puedo decirte mucho, tú no tienes ni idea de todo lo que tuvimos que pasar a lo largo de estos años y aunque creas que puedas soportarlo, créeme… —Volteó a verlo con seriedad— no puedes.

Senku sintió un escalofrío recorrerlo.

—Chrome, tuve un recuerdo… —Tragó saliva—. Pero si quieres que te lo diga promete que no le dirás a nadie, ni a Tsukasa ni a Ukyo. —Lo miró con reproche.

Él frotó su nuca, luciendo culpable.

—Está bien, dime.

—Tuve un recuerdo… donde Kohaku sostenía la mano de una estatua… una estatua muy pequeña… —Cerró los ojos, intentando recordar mejor qué fue lo que vio. Desgraciadamente en el recuerdo todo se veía borroso, como si tuviera los ojos llenos de lágrimas—. Había mucha sangre… y la estatua… —Frunció el ceño, intentando recordar todos los detalles—. La estatua se veía diferente a las personas petrificadas normales… era una piedra mucho más… clara. Como de un color blanco-grisáceo. —Abrió los ojos y miró a Chrome, que parecía completamente pálido—. Tú sabes de qué habló, ¿verdad? Explícamelo.

—Senku… —Chrome tomó aire, negando con la cabeza—. Si hay algo que jamás querría decirte, es precisamente eso. —Volvió a sacudir la cabeza—. Lo siento, no pienso decirte ni una palabra respecto a eso.

—Maldita sea, Chrome…

—Lo siento, lo que sea menos eso. —Una vez más negó con la cabeza y al ver la mirada descontenta de Senku suspiró y dio media vuelta, volviendo a la fiesta.

Senku tenía planeado insistirle, pero en ese momento Kohaku se apareció frente a él, luciendo muy molesta.

Él escondió rápidamente el celular en su bolsillo trasero, agradeciendo haberlo tenido detrás de su espalda cuando ella apareció.

—Ja, aquí estás, ahora sueña con que te dejaré escaparte otra vez. —Tomó el cuello de su camisa y lo obligó a retroceder, adentrándose más en el pasillo y alejándose más y más de la fiesta y los invitados—. ¿Por qué me evitas?

—Tú fuiste la primera en evitarme. —Apartó la mirada.

—Solo necesitaba un momento para… pensar. —Tomó aire—. Ya quiero hablar, no es como que tenga nada que esconderte, ¿o crees que sí?

—Me has escondido muchas cosas desde que desperté del coma.

—¡Por órdenes médicas! —Lo soltó y cruzó los brazos con molestia—. ¿Quieres saber sobre Myuji?

—Sí. —Decidió no mencionarle los horribles dolores de cabeza que le causó ese tipo.

—Bueno, para ser sincera… iba a casarme con él.

Senku abrió mucho los ojos.

—¿Qué?...

—¿Conociste a Kei? —Cambió de tema de pronto.

—¿Su hijo? Sí, pero ¿qué tiene que ver el mocoso con casarte con su padre?

—Es que iba a casarme con Myuji no porque lo amara a él, sino porque amaba a Kei. —Sonrió dulcemente, para luego suspirar—. En realidad fue muy bajo de mi parte, porque Myuji de verdad quería una relación seria conmigo. —Se sentó en el suelo y Senku, con algo de duda, decidió sentarse junto a ella—. Yo… te confesé mis sentimientos y tú me rechazaste, hace muchos años…

—¿Qué hice qué? —Eso lo sorprendió.

Incluso estaba comenzando a sospechar que ella ya le gustaba desde los dieciocho, ¿entonces por qué la rechazó luego?

—Estaba dolida, y creí que nunca tendría una oportunidad contigo. —Sonrió suavemente—. Pero… pasaron muchas cosas y al final… te escogí. —Volteó a verlo con sus ojos llenos de tanto sentimiento que por un momento no fue capaz de ver ni pensar en nada que no fuera ella y lo hermosa que era—. Pero debes saber que toda mi vida, el único al que he amado siempre fuiste tú. —Se inclinó para apoyar su frente contra la suya—. El único que me hace sentir débil y fuerte al mismo tiempo… eres tú, Senku… —Cerró los ojos y lo besó, de forma tan suave, cálida y dulce que lo hizo olvidar todo lo demás y centrarse solo en ella.

Le acarició el rostro mientras ella enredaba sus dedos en su cabello, besándose de forma más intensa mientras se abrazaban, queriendo sentirse lo más cerca posible el uno del otro.

Estuvieron así un largo rato, hasta que un rei-bot los interrumpió.

—Disculpen. —Ambos saltaron en sus sitios, mirando con molestia al rei-bot—. Siento interrumpir, queridos amo y ama, pero los invitados están comenzando a retirarse y solicitan su presencia.

—Mierda. —Kohaku lanzó un largo suspiro—. Debemos ir. —Se levantó y tomó la mano de Senku para guiarlo una vez hacia el salón donde estaban todos.

—¡Senku! —Taiju se lanzó a abrazarlo, pero lo esquivó a tiempo—. ¡Me dijeron que debía callarme hasta que Ginro se fuera, pero ahora que no está quería preguntarte qué tanto has logrado recordar!

—No mucho, grandulón, siento decepcionarte. —Rió, de un humor mucho mejor.

—Fue una maravillosa fiesta pero debemos irnos. —Yuzuriha los miró apenada—. Tenemos que ir a ver a mis padres ahora.

—Por supuesto, entiendo. —Kohaku asintió—. Nos vemos pronto.

Se despidieron de los Oki y entonces los Shishio se acercaron.

—Debo irme ahora, el evento de San Valentín no tarda en empezar y por supuesto que la mejor reportera debe cubrir la nota. —Minami infló el pecho con orgullo—. ¿Irás, verdad, Kohaku? —La susodicha asintió—. ¿Y Senku?

—Ja, no, de ninguna manera. —Negó rápidamente—. No está listo para enfrentar a la prensa, los doctores me matarían y yo tampoco lo creo correcto.

—Qué lástima. ¿Entonces presentarás el evento sola con Myuji? —Kohaku se removió incómoda, pero asintió.

—Bueno, entonces nos vemos allá.

—Nos vemos, entonces. —Tsukasa asintió a modo de despedida.

—Adiós, tíos, esperó verlos pronto. —Haishi asintió, aun sosteniendo la bolsa que le había dado Tsukiku, pero ahora también tenía la caja de chocolates que le había visto a Umi antes.

Después de que ellos se fueran, Chrome y Ruri junto a sus hijos Ruchiru y Rue también se acercaron a despedirse, diciendo que también irían al evento, y sorprendentemente Tsukiku decidió irse con ellos. Luego Ryusui y Francois y sus hijas se despidieron, y junto a estos Gen, que se fue con ellos.

La sala fue quedando vacía, hasta que solo quedaron Myuji y Kei.

—¿Vamos al evento, entonces? —Myuji se acercó a Kohaku con su guitarra colgando despreocupadamente de su espalda.

—Dame unos minutos, necesito cambiarme. —Kohaku se retiró de la sala y Senku la siguió.

La siguió hasta su habitación, haciendo una mueca de disgusto pero sin poder pensar en nada en concreto para decirle.

La observó cambiarse, peinarse y maquillarse sin decir nada, y solo una vez estuvo lista Kohaku notó la cara que estaba poniendo.

—¿Está todo bien? —preguntó preocupada.

—Sí. —Encogió los hombros.

—Senku, ¿qué pasa? —Cruzó los brazos, dedicándole una mirada que le dejaba en claro que no iba a dejar de insistir hasta que le respondiera—. ¿Estás molesto por qué me voy, y me voy con Myuji?

—No… Bueno, sí —admitió—. Pero no porque te vayas con él, es solo que… — Tomó aire, odiando tener que admitir esto—. Después de lo que me dijiste, quería… estar juntos. —Rascó su oído con fastidio, odiándose más cuando sintió su rostro enrojecer levemente—. Hubiera preferido que te quedaras conmigo, eso es todo. —Soltó el aire que había estado conteniendo—. Pero no importa, no estoy enojado ni nada. Ve. Esperaré. —Le sonrió sinceramente.

Kohaku se quedó mirándolo un largo rato, antes de suspirar con tristeza.

—Lo siento. —Lo pasó de largo y él sonrió resignado.

Le gustaría ir con ella pero ni modo, tendría que quedarse solo.

Fue hasta la sala e hizo una mueca al ver a Myuji ofrecerle su brazo a Kohaku, pero no dijo nada. Confiaba en ella, incluso aunque no recordaba de nada a ese tipo. O de casi nada, más bien…

—No lo olvides, Senku-kun. Si la descuidas, volveré a ir trás ella. Estás advertido~.

Suspiró y se dio media vuelta para volver a su habitación de soltero, pero entonces…

—¡Espera, Senku! —De repente sintió los delgados brazos de Kohaku envolverse alrededor de su pecho, tomándolo completamente por sorpresa—. Voy a quedarme.

Volteó con sorpresa, encontrándose con su sonrisa resplandeciente.

—¿Pero y el evento? —Volvió la vista a la sala, justo a tiempo para ver a Myuji y su hijo retirarse.

—Le dije que se encargue, él sabe manejar a los invitados mejor que yo de todos modos. —Enterró el rostro en su hombro, con una sonrisa satisfecha—. Le dije que me necesitabas, y yo también quiero estar contigo.

Senku soltó una risa incrédula, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura.

Definitivamente no la merecía.

—Pero ¿y la niña? Ella fue al evento.

—Ruri-nee la cuidará, y Tsukasa también irá. Estará bien. —Alzó la mirada y levantó una mano para acariciar su rostro—. Esta será nuestra noche.

Incapaz de expresar en palabras lo feliz que estaba, Senku simplemente se lanzó a besarla.

Kohaku gimió contra su boca y comenzó a arrastrarlo hacia su habitación.

No dejaron de besarse en todo el camino, riendo como idiotas, desarreglando sus ropas pero sin quitarlas del todo, no hasta que llegaron a la habitación y entonces Kohaku le rompió la camisa.

Mientras le besaba el cuello, luchando contra el cierre de su vestido rosa, de repente un nuevo recuerdo le vino a la mente.

—¿Segura?... —Estaban en lo que parecía una habitación de hotel, él tenía su mano en el cierre del vestido rojo que usaba en ese entonces—. Si no quieres, entenderé —habló contra su cuello, sintiéndola temblar pero de nerviosismo.

—Quiero… —Intentó quitarle la camisa, rompiéndola en el proceso—. L-lo siento…

—Está bien. —Rió, enternecido, luchando un poco más contra el cierre antes de finalmente bajarlo—. Última oportunidad, leona… ¿segura?

—Qué sí, maldita sea. —Lo apartó y se quitó el vestido ella misma, solo para acabar con el rostro escarlata al verlo mirando fijamente a su pecho descubierto debido a que no estaba usando sujetador esa vez—. Solo… promete no reírte.

—No me estoy riendo —murmuró con seriedad—. Tú promete no romperme. —Sonrió.

—Ja, lo intentaré. —Se acercó a él con una sonrisa mucho más atrevida, volviendo a besarlo.

—¡¿Senku?! —Volvió al presente cuando Kohaku le mordió el cuello.

—¡Auch!

—¿Qué sucede? Te quedaste quieto de pronto…

—Shh, estoy recordando algo… —Las imágenes seguían volviendo a su mente, y aunque le dolía la cabeza era un dolor soportable.

—¿Qué recuerdas? —preguntó emocionada.

—Creo… que es nuestra primera vez.

—Oh. —Se sonrojó levemente—. ¿Seguro?

—Me hiciste prometer que no me reiría.

—Y te reíste. —Lo miró mal.

—¿Lo hice?

Efectivamente, recordó que acabó riéndose de ella.

—¡Dijiste que no te reirías, bastardo! —Enterró el rostro en su pecho, completamente avergonzada.

—Lo siento, es solo que por ahí no es. —Besó su frente suavemente, antes de ayudar a su mano a guiar su miembro al lugar correcto—. Ahí…

—Oh… —Se acomodó y entonces…

—¡AUCH! —Los dos acabaron gimiendo de dolor, él debido a que ella no controló su fuerza y ahora probablemente acabaría cojeando el resto de la semana.

—Tú prometiste no romperme. —También la miró mal.

—Oh, sí. —Rió maliciosamente—. Bueno, supongo que quedamos a mano.

Senku rodó los ojos, pero acabó distrayéndose por todas las imágenes y sonidos viniéndole a la mente. Aunque empezaron mal, el resto de la noche todo lo que podía recordar era placer, el rostro enrojecido de Kohaku, la sensación de su piel y sus besos… sus movimientos y su calor… la forma en la que gemía su nombre…

Cuando los recuerdos comenzaron a desvanecerse, volvió a concentrarse en la Kohaku del presente, que lo miraba con curiosidad, queriendo hacerle diez billones de preguntas.

Pero, después de ver algo así, lo que menos quería era hablar.

Tomó su cintura y la jaló para besarla con desesperación que ella pronto correspondió, mordiendo y chupando sus labios hasta que terminó arrojándolo a la cama y subiéndose encima de él, frotando sus cuerpos de forma tortuosa, volviéndolo totalmente loco.

—No te preocupes… —habló mientras tiraba de su labio inferior—. Sé cuál es el camino correcto esta vez… —Acarició su erección por encima de su ropa interior—. Aunque si quieres ir por otro lado tampoco me importaría…

—¿Qué? —Palideció y esta vez fue ella la que se rió de él.

—Bromeaba, aún no estás listo. —Lo besó con ternura—. Y descuida, si te rompo ya sé cómo arreglarte. —Colocó las manos a los lados de su cabeza y él tragó saliva.

Estaba aterrado por ella… y de alguna forma también estaba absurdamente excitado.

Disfrutó mientras ella lo dominaba toda la noche, adorando su mezcla de rudeza y ternura, la forma en la que a veces parecía que podría matarlo y a veces era tan suave y dulce… Como lo besaba tal como una leona hambrienta, queriendo devorarlo, y como lo besaba con tanto cariño… queriendo dejarle en claro lo mucho que lo amaba.

Y él ya no tenía ninguna duda… de lo mucho que la amaba también.

Continuará...


Holaaaaaaaaaa :D

Gracias a Anya por pedir el cap como comisión :'D

Ojalá que les haya gustado! Muchas gracias a todos los que comentan y votan, me alegran mis días TwT

No olviden que se les ama!~ :3

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro