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Recuerdos

—¿Senku? ¿Estás bien? —La voz de Kohaku lo hizo salir de sus pensamientos.

Pestañeó lentamente, sintiendo su vista borrosa.

—Sí, lo siento. —Frotó un poco sus párpados—. ¿Cómo está la niña?

—Ella estará bien, no te preocupes, yo la cuidaré ahora. —Lo miró preocupada—. Ve a tu habitación si quieres, llamaré a Atsumi-sensei.

—¿Atsumi-sensei? —¿Por qué sentía que ese nombre se le hacía familiar?

—Es su doctora. No te preocupes, ve a descansar.

Él hizo una mueca mientras se retiraba. Por alguna razón, no le gustaba nada que lo dejará fuera de esto. La mocosa era su hija también, tenía derecho a cuidarla.

Llegó a su habitación y se sentó en su cama, pensando en el "recuerdo" que vio.

Kohaku llorando, una pequeña estatua de piedra... ¿sería Tsukiku de niña?

Sacó la fotografía familiar de debajo de su almohada y comenzó a analizar la imagen.

Había visto con mucha claridad ese recuerdo, así que comparándolo con la foto podía sacar algo. Kohaku medía 1.60 y estaba en tacones de cuatro centímetros, y en la foto tenía en brazos a Tsukiku, pero comparando a la niña con la altura de sus padres en la foto, haciendo un poco de molestos cálculos mentales, podía sacar que debía medir 1.04, y debía estar entre los cuatro y cinco años. Calcular la totalidad de medidas en la mano de Kohaku era aún más molesto, pero conocía muy bien sus manos—¿era raro mirar mucho las manos de Kohaku?—, y viendo una de las manitos de Tsukiku en la foto podía sacar las medidas exactas para saber sí ese recuerdo fue antes o después de la foto.

Según sus cálculos proporcionales, Tsukiku debió de haber crecido unos diez centímetros desde esa foto hasta lo que vio en sus recuerdos, solo por el tamaño de su mano en proporción al tamaño de Kohaku arrodillada a su lado. Debía tener seis o siete años.

Pero la verdadera pregunta era... ¿toda esa sangre le pertenecía a ella?

Se sentía enfermo de solo pensarlo.

Ahora sí quería respuestas, ¡necesitaba respuestas!

Se puso de pie, decidido de incluso gritarle a Kohaku de ser necesario para exigirle respuestas, pero se lo pensó dos veces, sabiendo que debía estar cuidando de su mocosa. No era buena idea empezar una pelea delante de tu hija enferma, ¿verdad?

Maldita sea, de todos modos quería respuestas ahora. Estaba desesperado por...

Ante ese último pensamiento, rápidamente dirigió su vista al cajón donde estaba Minire.

Reimi le había dicho que podía pedirle a Minire que le mostrará cómo era su vida antes de la amnesia. ¿Tal vez podría mostrarle qué demonios fue ese recuerdo?

Abrió el cajón y llamó a Minire, que seguía con su gesto de "- - -", pero al oír su nombre su gesto cambió a "o - o" y luego a "Q - Q".

—Es bueno verlo, Senku-sama, pero estoy preocupada por la salud de mi Tsukiku —lloriqueó.

—Kohaku dice que estará bien, y creo que ella sería la primera en entrar en pánico sí realmente corriera peligro. —Hurgó en su oído con fingido desinterés—. Reimi dijo que tú puedes mostrarme algo que quiero saber, Minire.

—¡Lo sé, estamos conectadas! Ya lo dije muchas veces, soy Reimi, pero más...

—Más adorable, sí, sí, ya lo sé. ¿Vas a mostrarme lo que quiero o no?

—¿Qué desea que le muestre?

—Tsukiku... ¿Alguna vez fue gravemente herida y luego petrificada?

—En realidad no.

—¿Ah? —Alzó una ceja—. ¿Me estás mintiendo? Si vas a mentirme entonces será mejor que regreses con Reimi.

—Pero ella no ha pasado por algo como lo que usted dice. —Su gesto cambió a "O - O" mientras volaba para estar más cerca de él—. Al menos no que yo sepa.

—¿Desde cuándo estás con Tsukiku? —preguntó desconfiado.

—Desde que ella tiene ocho años. —Su gesto cambió a "n - n".

—¿Con qué sí?... —Bueno, eso podría explicarlo—. Bueno, muéstrame el primer archivo que tengas grabado de ella.

—No puedo mostrarle la primera vez que conoció a Reimi, ya que contiene cierta información clasificada, pero si puedo mostrarle la primera vez que me conoció a mí, ¡Minire! —Extendió sus bracitos metálicos con emoción.

—Bien, lo que sea, quiero verlo. —Así podría confirmar su estatura y ver sí encajaba con lo que decía, con el cuadro y con su recuerdo.

Una luz brotó desde uno de los botones en el pecho de Minire, proyectando una pantalla holográfica que mostraba claramente en una alta calidad a Tsukiku de unos ocho años de edad, sonriendo impresionada.

¡Wow! ¡Es como tú, Reimi! —dijo la pequeña con su vocecita llena de asombro.

¡Soy yo, solo que más pequeña! —contestó Reimi, poniéndose al lado de Minire.

¡Más pequeña y más adorable! —La pequeña rió alegremente—. ¡¿Podemos ir a jugar?!

Senku sonrió de forma inconsciente mientras veía a la pequeña corriendo hacia el jardín. La mansión-palacio que tenían se veía mucho mejor en primavera, rodeada de césped verde, flores y mariposas revoloteando por ahí. Y Tsukiku parecía una niña muy normal y alegre, dando saltos por doquier mientras Minire volaba a su alrededor.

No pudo dejar de mirar a la pequeña, pensando que se veía muy diferente a la mocosa malcriada que conocía. Era... bastante adorable.

Mientras la veía correr, una serie de imágenes le llegaron a la mente. Pudo verse caminando en el jardín de la mansión, tomado de la mano de la mocosa, con Kohaku tomando la otra mano de su hija, sonriendo mientras decía algo sobre ir a visitar a Ryusui ya que un tal Sai estaba de visita.

Je... Ese era un recuerdo mucho más agradable.

Aunque el recuerdo era bueno, de todos modos no lo hizo salvarse de sentir cierto dolor de cabeza, así que tuvo que frotarse los ojos y la frente un buen rato antes de prestar atención otra vez a la proyección de Minire, viendo que ahora Tsukiku estaba persiguiendo un insecto, una langosta o saltamontes.

Se sentó en la cama, riendo suavemente al verla decir "¡Ja!" cada vez que pensaba que atrapaba al insecto, solo para inflar las mejillas y hacer pucheros al ver que se le había escapado una vez más.

Siguió al insecto hasta que llegó al muro que rodeaba la mansión, entonces el insecto se escapó y la sonrisa de Tsukiku se deshizo.

Ella se quedó mirando al muro con ojos tristes y Minire se acercó a preguntarle si estaba bien.

Minire... Ya que puedes volar, ¿podrías llevarme al otro lado? ¿Al menos un segundo? ¿O al menos puedes solo levantarme un poco para ver qué hay del otro lado?

Lo siento, pero sabes que no puedo hacer eso —le respondió con pesar.

Sí. —Ella miró con tristeza sus muñecas y Senku notó con curiosidad que tenía unos guantes blancos que le cubrían todo el antebrazo, casi hasta el codo.

Vio como Tsukiku miraba un buen rato al muro, con un gesto lleno de anhelo y tristeza, antes de hacer pucheros y dar media vuelta, regresando a la mansión.

Minire eligió ese momento para terminar con la proyección.

—Esa es mi primera interacción con Tsukiku, ¿desea ver algo más?

—Yo... —En un principio el plan era ver su relación con Kohaku y Tsukiku, pero ese recuerdo aún tenía su cabeza doliendo levemente. La verdad se sentía cansado—. No, no hace falta. Iré a almorzar y luego quizás dormiré un poco.

Se sentía raro, escuchaba voces diciendo cosas que no comprendía del todo, y quizás debería estar feliz de poder forzar a su memoria, pero le dolía mucho la cabeza.

Bajó aún frotando sus sienes, y le pidió a Reimo algo de almorzar. Reimo le ofreció llevarle la comida a la habitación y él asintió, prefiriendo estar en su mullida cama.

Después de almorzar se durmió, y durmió más horas de lo que pensaba, ya que se despertó al amanecer, y sorprendentemente lo primero que hizo fue ir directo al cuarto de la chiquilla.

Abrió la puerta suavemente, viendo a Kohaku dormida en una silla junto a la cama de su mocosa, que también dormía, pero seguía respirando de forma agitada, cosa que lo preocupaba de sobremanera.

Se acercó a la cama y comprobó la temperatura de la niña, haciendo una mueca al ver que aún tenía fiebre. Aprovechó para cambiar la compresa de su frente y la observó por un momento, antes de suspirar y retirarse otra vez.

Se duchó y desayunó antes de volver a la habitación de la mocosa, viendo a Kohaku ya despierta mientras escribía algo en su celular. Ella no pareció sorprendida de verlo y le sonrió suavemente, aunque con cansancio.

—Buenos días, Senku.

—Buenos días... —Aún seguía algo incómodo con ella, sin olvidar ese beso tan abrumador, pero aún así sonrió y se sentó frente a ella en la cama de la mocosa—. ¿Cómo está Tsukiku?

—La doctora dijo que tiene faringitis, le recetó algunos medicamentos, pero solo necesita descansar y beber mucho líquido. Y claro que tenemos que controlar su fiebre y cuidarla bien. —Miró con preocupación a su engendro, acariciando un poco su rostro antes de suspirar—. ¿Y tú cómo estás? Reimo me dijo que no cenaste.

—Me quedé dormido. ¿Tú cenaste? —Ella apartó la mirada nerviosamente y él rió entre dientes, negando con la cabeza—. Ve a desayunar algo, yo la cuido.

—Pero...

—Es mi hija también, ¿crees que no puedo?

—No dije eso. —Rodó los ojos, antes de ponerse en pie y estirar los brazos—. Bien, solo iré a estirar un poco los músculos mientras los robots me preparan algo. Cualquier cosa puedes llamarme con Reimi o...

—Sí, sí, ya vete. —Tomó su asiento.

Cuando Kohaku se fue, Senku revisó la temperatura de la niña otra vez. ¿Era muy paranoico de su parte creer que una faringitis iba a hacerla terminar hospitalizada?

Al mirar a la mocosa, le llamó la atención notar que usaba unos guantes largos muy parecidos a los que le mostró Minire en su proyección, aunque estos guantes cubrían sus manos solo hasta la mitad de sus dedos, pero igual llegaban casi hasta sus codos.

Aparentemente a la niña le gustaban mucho los guantes...

Su curiosidad empezó a picar y acercó las manos a la muñeca de su hija, con intenciones de quitarle el guante, pero apenas le dio un tirón a la tela negra de sus guantes ella abrió los ojos y lo apartó de un manotazo.

—¿Qué haces, papá? —preguntó con voz ronca—. Sabes que odio que toquen mis guantes. —Abrió los párpados con dificultad. Tenía los ojos llorosos, no se veía nada bien.

—Ah... lo siento. —Alzó una ceja—. ¿Cómo te sientes?

—Bien, pero tengo sed. ¿Y mamá?

—Fue a desayunar. ¿Tú tienes hambre? —preguntó mientras le servía un vaso de agua. Ella negó con la cabeza y trató de sentarse para agarrar el vaso, pero temblaba mucho así que se sentó a su lado y la ayudó a beber, luego le dio un poco más y después la ayudó a recostarse otra vez, cambiando la compresa de su frente—. ¿Ya estás mejor?

—Sí, gracias. —Al tenerlo sentado a su lado, se acurrucó a su lado, haciéndolo tensarse con incomodidad.

—Oye... ¿No estás delirando, verdad?

—¿Hmm? —Apretó la tela de su camisa en su puño, con sus ojos cerrados, ya medio dormida.

—Nada... —Un poco reticente, bajó su mano hasta su cabeza, apartando el cabello de su rostro con suavidad—. Descansa. —Su mirada se ablandó al verla dormirse.

Kohaku llegó en ese momento con una bandeja con su desayuno, y se quedó con la boca abierta al verlo sentado en la cama con Tsukiku dormida abrazada a él. Ella le sonrió con ternura y él apartó la mirada con molestía y cierta incomodidad.

—¿Se despertó? —preguntó en un susurro, sentándose en su silla.

—Sí, tenía sed. —Carraspeó—. Dijo que no tiene hambre.

—Pero tiene que desayunar, ya que ayer no quiso cenar. —Kohaku suspiró mientras dejaba un plato y una taza de té en una mesilla junto a la cama—. La dejaré dormir un poco más y luego la despertaré antes de que se enfríe su té.

Él asintió, intentando ponerse de pie, pero Tsukiku abrazada a su camisa se lo impedía.

Se quedó sentado allí incómodamente mientras Kohaku comía su desayuno, hasta que ella le dijo que ya era hora de despertar a Tsukiku, a lo que movió su hombro con suavidad, pero parecía ser bastante dormilona, así que tuvo que pellizcarle la nariz para lograr que abriera los ojos.

—¿Qué pasa? —preguntó con dificultad, tosiendo un poco.

—Tu madre dice que tienes que desayunar. —La ayudó a sentarse, intentando ponerla cómoda con ayuda de las muchas almohadas que tenía a su alrededor.

—Pero no tengo hambre, tengo sed. —Frotó sus ojos.

—Toma un poco de té y luego trata de comer aunque sea unas frutas, ¿sí? —Kohaku acabó lo que quedaba de su desayuno rápidamente y se sentó del otro lado de la cama para darle su té.

—Bueno. —Bebió su té a pequeños sorbos.

Al estar los tres juntos en esa habitación, Senku sintió otro recuerdo aflorando en su mente. Pudo recordar a Tsukiku de unos seis años, bebiendo té mientras él le contaba historias sobre Leonardo da Vinci, con Kohaku cabeceando por el sueño sentada al otro lado de la cama. Tsukiku lo miraba con emoción, haciendo pregunta tras pregunta, y él estaba encantado de responder todo.

Siseó, odiando que cada recuerdo trajera un horrible dolor de cabeza.

Ellas lo miraron con preocupación, a lo que él se excusó rápidamente diciendo que no era nada.

—Vamos, al menos toma algo para el dolor —insistió Kohaku—. Solo descríbele a Reimo lo que te pasa, te hará un escáner y te dará un medicamento que te hará sentir mejor.

—Bien, bien. —Se puso de pie y se dirigió al pasillo—. Si me necesitan estaré en mi habitación. —Se marchó aún frotando sus sienes.

¿De verdad cada recuerdo iba a ser así de doloroso? ¿Qué tan alto sería el precio de recordarlo todo, entonces? ¿O es qué acaso recordar iba a darle un maldito derrame cerebral? ¿Qué demonios se hizo a sí mismo?

¿Ya existiría una máquina del tiempo? Porque quería volver al pasado y golpearse. Aunque volver al pasado parecía ser científicamente imposible según los conocimientos del siglo XXI. ¿Habrían más estudios en esta época súper avanzada?

Pensar en otras cosas lo ayudó a distraerse del dolor, pero de todos modos le pidió el medicamento a Reimo, que se lo tuvo en menos de dos minutos.

Volvió a su cuarto a ver anime, pero no podía dejar de pensar en la mocosa y en los recuerdos que recuperó recientemente. De repente ya no sentía tan ajeno el hecho de tener una hija. Él era un padre, y tenía que actuar como tal.

Con eso en mente, después de dar diez billones de vueltas alrededor de su habitación, decidió volver a la habitación de Tsukiku.

Kohaku seguía a su lado en la cama, y ahora estaban viendo una película en una pantalla holográfica. Ambas parecieron sorprendidas de verlo.

—¿Te sientes mejor? —preguntó hurgando en su oído, sin saber sí era mejor volver por donde vino o acercarse.

—Sí, mucho mejor. —A pesar de sus palabras, su voz se escuchaba peor que antes.

—Ya tomó sus medicamentos y su fiebre bajó. —Kohaku acarició maternalmente su cabeza—. ¿Qué hay de ti? ¿Ya no te duele la cabeza?

—Estoy bien, gracias. —Finalmente decidió acercarse y sentarse al otro lado de la cama—. ¿Qué están viendo?

—Es el estreno del nuevo capítulo de Dragon baru... ¿S?

—Z, mamá. —Tsukiku rió débilmente—. Están rehaciendo Dragon Ball Z, y sé que no lo recuerdas pero te comprometiste a no dar spoilers, viejo.

—No hables tanto, dañaras más tu garganta. —Miró con curiosidad la pantalla holográfica, que estaba transmitiendo la saga de Cell.

Hace mucho que no veía este anime, así que se quedó mirando con curiosidad y no solo por la nueva animación mejorada, sino porque debía admitir que la trama era muy interesante.

A pesar de estar atento a la trama, igual estuvo atento a la mocosa, checando su temperatura cada par de minutos y ofreciéndole agua cada vez que la escuchaba toser. Ella parecía molesta por sus cuidados excesivos, lo cual era una buena señal de que se estaba recuperando, ya que volvía a su actitud arisca normal.

Luego de ver dos episodios del anime, Kohaku dijo que iría a traer el almuerzo para que comieran allí, haciendo caso omiso de su engendro diciendo que no tenía hambre.

—¿Sabes que debes comer, o no? —Senku la miró con reproche en cuanto Kohaku se fue.

—Claro que sí, pero saltarme una comida no me matará.

—Tampoco te hará sentir mejor, y necesitas energía. Y ya no hables, te pondrás peor. —Le pellizcó la nariz a modo de regaño, ganándose un manotazo.

Pusieron otro anime y lo dejaron en pausa hasta que Kohaku llegó con el almuerzo para los tres.

Después de comer solo la mitad de su plato, Tsukiku se mantuvo bebiendo jugo de fruta, antes de acurrucarse en los brazos de su madre y dormirse. Senku se preguntó si sí había estado delirando antes cuando se abrazó a él.

Kohaku puso otro capítulo de anime a pesar de que la niña estaba dormida, aparentemente ella se había convertido en una fan por su cuenta y no solo por la mocosa, y Senku decidió quedarse allí con ellas. Era mejor ver anime acompañado de las ocasionales risas y comentarios de Kohaku que estar solo encerrado en su habitación.

Eventualmente, Kohaku se quedó dormida también, y Senku siguió pendiente de la mocosa hasta que, al verlas tan tranquilas, decidió tomar una siesta igual.

Se quedó dormido allí y tuvo un sueño que más que sueño fue un recuerdo, estaba seguro de ello. Recordó ver a Kohaku en esa misma cama, con Tsukiku de unos tres años—que era tan absurdamente adorable que casi no podía creer que fuera la misma mocosa malcriada dormida abrazada a ella—. Tenía la impresión de que estaba llegando muy cansado del trabajo, pero aun así se recostó junto a ellas, a lo que Kohaku abrió levemente los ojos y se acercó para acomodarse a su lado, apoyando la cabeza en su hombro, mientras que Tsukiku envolvió sus pequeños bracitos alrededor de su brazo.

Recordaba sentirse muy feliz, pero también recordaba estar muy preocupado por algo. ¿Qué sería? No podía recordar del todo.

Se despertó sobresaltado, viendo a Kohaku despertarse con un brinco también, seguramente por su sueño ligero.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien?

—Sí. —Tragó saliva, levantándose de la cama—. Iré a mi habitación, pero pueden llamarme para cenar, así seguimos viendo ese anime. —Sonrió fingiendo despreocupación mientras caminaba hacia la puerta.

Se dejó caer en la cama de su habitación y se llevó una mano a la frente.

Que extraño... Esta vez no sentía dolor.

Se quedó recostado un rato, pensando, hasta que se sintió aburrido y decidió volver a investigar los planos, aunque también estaba comenzando a aburrirse de mirarlos sin entender nada. Mierda que extrañaba su laboratorio y poder hacer todo tipo de experimentos junto a los aldeanos y la gente revivida.

Estuvo un buen rato dándole vueltas a los planos, a los recuerdos y a todo, hasta que un rei-bot le dijo que Kohaku y Tsukiku lo estaban esperando para cenar en el cuarto de la niña.

Fue con ellas y cenaron viendo anime, cosa mucho más entretenida que ver televisión solo todo el día. Si no hubiera encontrado esos planos probablemente habría muerto de aburrimiento, pero era agradable tener compañía incluso si era viendo algo que ya conocía, porque no había ningún anime bueno, todos eran recreaciones. Aunque teniendo en cuenta que tantos medios de entretenimiento se perdieron, no era raro que las recrearan en vez de sacar contenido nuevo.

Sabía que también estaban recreando Doraemon, y de verdad le interesaba saber si su hija lo veía y qué pensaba de su anime favorito. Tal vez para otros revividos como él pasaba lo mismo, querían que sus hijos pudieran conocer las cosas con las que ellos se criaron.

A pesar de sus ansias, se abstuvo de preguntarle a Tsukiku por el momento, más porque no quería que siguiera hablando y lastimando su garganta que por no querer hablar con ella. Si hasta por escucharla reír con la voz tan ronca se preocupaba, prefería evitarle tener que hablar y forzar la voz.

Luego de cenar y ver unos tres episodios, la mocosa se durmió y se quedó a solas con Kohaku, que sonrió al verlo tomar la temperatura de su engendro.

—Parece que ya no tiene fiebre. Esperemos que no vuelva.

—Ella siempre se enferma en estas épocas, pero de todos modos siempre nos preocupamos. —Rió mientras tomaba una de las coletas de la niña y comenzaba a trenzarle el cabello—. ¿Quieres encargarte de la otra? —Señaló la otra coleta.

—No sé trenzar cabello... —murmuró, pero de todos modos tomó la coleta y acarició el cabello con curiosidad. Ella tenía el cabello igual al de Kohaku después de que le hicieron un cambio de look en la Isla del Tesoro. Senku la había peinado después de que Amaryllis le lavara el cabello, y no tenía idea de por qué aún recordaba cómo se sentía su cabello en sus manos. ¿Eso no era un poco espeluznante?

—Tengo que pedirte un favor —dijo Kohaku, llamando su atención—. Mañana tengo un compromiso importante, iba a cancelarlo, pero... vi que la has cuidado tan bien. —Le sonrió con ojos brillantes—. Es increíble, te has comportado como todo un padre con ella... bueno, como te comportabas normalmente. —Rió por lo bajo—. Quiero decir que realmente me asombraste, porque me demostraste que la puedes cuidar incluso sin recordarla, y creo que si me voy entonces no la dejaría mal atendida contigo. Eres su padre, después de todo. —Terminó de hacer la trenza y comenzó a acariciar el flequillo de la chiquilla—. Es raro, no lo parecía, pero es como si inconscientemente... aún fueras el mismo. —Sonrió, mirando a sus manos—. Aún sabes trenzarle el cabello mejor que yo.

Senku abrió mucho los ojos, bajando la mirada y viendo que, sin darse cuenta, había estado haciendo una trenza con el cabello de su hija. ¿Desde cuándo sabía hacer eso?

—Sí que es raro. —Hizo una mueca, acabando la trenza y llevándose una mano a la barbilla—. Entonces sí según tú y todos soy un buen padre... ¿Por qué la mocosa me trata como si me odiara? —Aparte de lo malcriada que era debía tener un motivo.

—Bueno, Tsukiku y tú siempre se llevaron así, pero sabías controlarla. —Ella rió divertida, caminando para rodear la cama y sentarse junto a él—. Solo debes volver a aprender cómo lidiar con ella. Y estoy segura de que lo lograrás. —Sonrió confiada—. Entonces, ¿aceptas cuidarla mañana? Solo serán unas horas.

Él no lo pensó mucho y asintió.

—Muy bien. ¿Por cuánto tiempo?

—Solo unas horas. —Sonrió de forma radiante—. Sí tienes dudas de algo puedes pedirle a Reimo o Reimi que me llamé. —Señaló a Reimi, que se la había pasado en su camita con el gesto de "Q - Q" todo el tiempo.

—De acuerdo, solo necesito que me des el recetario con sus medicinas.

—Reimi también te puede ayudar con eso, pero te lo daré de todas formas. —Sacó el papel de su escote y él se estremeció, tomándolo con la punta de los dedos—. ¿Qué? —Rió divertida—. No te recordaba tan tímido ni siquiera cuando recién empezábamos nuestra relación... —Se le acercó con una sonrisa maliciosa que lo hizo apartar la mirada con nerviosismo, sintiendo el rostro un poco acalorado.

—Estás diez billones por ciento equivocada sí crees que soy tímido. —Bufó—. Solo me incómodas, ¿o acaso no recuerdas lo que opinó de este tipo de cosas?

—Oh, lo recuerdo muy bien. —Su gesto se agrió y se apartó de él, haciéndolo suspirar disimuladamente—. Pero eso nunca me impidió acercarme a ti en los últimos años. —Cruzó las piernas y los ojos de Senku se desviaron de inmediato a sus muslos, y diablos que le costó apartar la vista de allí—. Sin embargo, creo que eso ya se me acabó. ¿O no?

—¿Eh? —Para ser honesto apenas había estado escuchándola, porque de repente su concentración estaba en todas partes menos en escucharla.

—Bueno, luchar por el beneficio de besarte ya de por sí fue difícil. —Sonrió con sorna—. Y ahora lo volví a perder.

—¿A qué se supone que te refieres?... —Sus ojos se desviaron a su boca.

—No te hagas el inocente. —Apartó la mirada con molestía—. La última vez que te besé parecías a punto de tener un ataque.

—La palabra "ataque" no es exactamente la que yo usaría. —Más bien lo que iba a tener era algo que comenzaba con la letra "e".

—Da igual. —Negó con la cabeza—. Mira, olvida lo que dije, ve a dormir. —Se cruzó de brazos y mantuvo su vista fija en la pared.

Senku se le quedó mirando. Aparentemente ella había terminado más afectada de lo que pensó esa noche en la que se besaron. La verdad él también, sin embargo no había tenido mucho tiempo para pensar en eso.

Tenía la opción de irse ahora, tal como se lo había pedido, pero... no quería. Quería hacer otra cosa...

Tomó aire y mandó a callar a su lógica, acercándose a ella y tomando su barbilla, provocando que volteará a verlo con sorpresa. Él también estaba sorprendido por sus propias acciones, pero no se detuvo, se inclinó para rozar su nariz con la suya, y juntar poco a poco sus labios con los suyos. No obstante, antes de que pudiera besarla, una patada de Tsukiku por debajo de las sábanas los hizo saltar a ambos en sus sitios.

—Maldita sea... —Ella alzó el rostro desde sus almohadas con molestía—. ¿Cuántas veces les he dicho que no hagan sus asquerosidades en mi habitación? —Les arrojó una almohada.

—Lo siento —Kohaku se disculpó con el rostro humeando, tomando la almohada y enterrando el rostro en ella—. D-deberías ir a dormir, Senku. Yo me quedaré con ella.

Él bufó. Mocosa del demonio...

—Bien. Hasta mañana, entonces. —Se fue de la habitación arrastrando los pies.

Debía dormir bien, mañana sería un día duro. Cuidar de la chiquilla malhumorada no sería fácil... y controlar sus emociones delante de Kohaku tampoco.

Continuará...

Holaaaaaaaaaaaa :D

Aquí otro cap por comisión de mi querida Anya!

Ojala que te haya gustado y muchas gracias por tu paciencia :3

Y claro q ojala también les haya gustado a todos mis amados lectores, por supuesto! No olviden que se les ama!

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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