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—¡Presta atención! —Chrome golpeó con fuerza una regla en el escritorio de Senku, que se estremeció, antes de mirarlo con disgusto.
—¿Quién te crees idiota? Esto no es la primaria. —Lo miró con fastidio, antes de recordar que él nunca fue a la escuela—. Espera, viste eso en algún programa de televisión ¿verdad? —Lo señaló acusadoramente.
Chrome carraspeó, apartando la mirada.
—E-ese no es el punto aquí. ¡La computación cuántica es muy compleja! ¡Presta atención o te dejaré más tarea!
—Me gusta la tarea, imbécil. —Rascó su oído con el meñique.
—¡Esa no es forma de hablarle a tu sensei! —Lo apuntó con la regla.
En serio, Chrome disfrutaba un poco demasiado ser su maestro, pero Senku debía admitir que era bueno enseñando cuando no se le subían los humos a la cabeza.
Sin embargo, ese día en particular no podía concentrarse al diez billones por ciento en la clase, porque era sábado y esa noche finalmente pasaría un poco de tiempo con su esposa, a solas.
No iba a mentir, estaba tan urgido que en la mañana tuvo que darse dos duchas frías para bajar la temperatura elevada de su cuerpo y otra cosa. Y ni así se quitó las inmensas ganas porque la noche llegara rápidamente.
Estuvo muy aliviado cuando la clase de Chrome terminó, aunque el bastardo si cumplió en dejarle tarea extra. Al menos pudo ocupar su mente en eso después de almorzar mientras esperaba que las horas pasaran.
A eso de las seis de la tarde, decidió intentar prepararse un poco. Se dio otra ducha y se colocó los jeans más decentes que tenía, una camisa y una chaqueta abrigada pero elegante. Como estaba nevando, se colocó una bufanda también, pero no se molestó en ponerse nada más, no iba a necesitar mucha ropa para lo que planeaba hacer. Ni siquiera estaba muy interesado en cenar, la verdad.
A las siete de la tarde, con unos minutos de retraso, Minami golpeó a su puerta, diciéndole que Kohaku había llegado a recogerlo.
Senku salió ansiosamente y, al verla en el recibidor, le dedicó una sonrisa que Kohaku correspondió.
Mientras ella hablaba con Minami, Senku recorrió a su mujer con la mirada. Traía un largo abrigo que cubría todo menos sus piernas enfundadas en medias negras largas hasta los muslos. Podía ver que traía una especie de vestido corto debajo del abrigo. ¿Cómo era que a esta mujer nunca le daba frío con este tipo de atuendos en invierno? Siempre se lo preguntó, incluso en el primer invierno que pasó en la aldea.
Por fin, Kohaku se despidió de Minami y lo llevó afuera, al auto (que era uno de los modernos), donde él se sentó en el asiento del copiloto y ella arrancó hablándole a la inteligencia artificial del vehículo.
—Reika, llévanos al restaurante que reservé.
—A la orden, Kohaku-sama.
El auto arrancó en automático y Kohaku volteó a verlo con una sonrisa, para luego tirársele encima a besarlo.
Era un beso juguetón más que pasional, pero Senku estaba tan urgido que lo convirtió en apasionado y profundo casi al instante, tomándola de la cintura con una mano y forzándola a sentarse más cerca de él, para luego tomar su nuca con la otra mano y tirar su cabeza hacia atrás, llegando con su lengua a lo más profundo de su garganta, arrancándole un gemido entrecortado que le nubló por completo el juicio.
—No aguanto —confesó, tomando su cintura ahora con las dos manos y haciéndola sentarse sobre él, sobre su pronunciada erección—. No puedo. Tengo que... —Metió las manos bajo su abrigo y bajo su vestido, haciéndola estremecerse al rozar la piel descubierta de sus muslos.
La vio morderse el labio mientras balanceaba su intimidad cubierta por sobre su erección de forma casi inconsciente, y él alzó su pelvis y le apretó el culo para atraerla más a él, arrancándole un jadeo ahogado que la hizo cerrar los ojos y echar la cabeza atrás. Él no perdió la oportunidad para comenzar a devorar su cuello, chupando y mordiendo su piel con frenesí, sintiéndose recompensado al escuchar más de esos adorables soniditos que hacía cuando se mojaba por él.
—Re... Reika... —gimió Kohaku, comenzando a pasar las manos por el cabello y la nuca de Senku—. Cancela lo del restaurante y activa el protocolo "Privacidad".
—Protocolo Privacidad activado. —De inmediato, las ventanas se tapizaron de negro, el asiento debajo de ellos se reclinó hasta quedar convertido prácticamente en un colchón y las luces se atenuaron hasta alcanzar una iluminación parecida a la que proporcionarían un par de velas.
Senku se apartó del cuello de Kohaku por un momento, con las cejas arqueadas.
—¿Yo hice esto?
Ella rio, jalándolo para besarlo.
—Esto pasa más seguido de lo que te imaginas.
De pronto, lo empujó para dejarlo recostado y se quitó el abrigo de un solo movimiento, dejando a la vista su vestido rojo escotado y pegado a su figura. Después, abrió los botones de su chaqueta y de su camisa, dejando su pecho al descubierto, para luego desabrochar su pantalón y bajarlo junto con su ropa interior, sonriendo al encontrar a su miembro ya dolorosamente endurecido.
—Oh... ¿Me extrañaste mucho? —Posó un solo dedo en la punta de su pene y él gruñó desde el fondo de su garganta, mirándola con irritación mientras se sentaba.
—Sé lo que planeas hacer... No juegues conmigo, leona.
—¡Ja! No tenía planeado jugar, hoy no. —Empujó el asiento-colchón hacia atrás, sorprendiéndolo y haciéndolo caer recostado otra vez—. A ambos nos gusta ir directo al grano, ¿o no? —Y entonces, sin más, se metió su verga en la boca, casi hasta el fondo, arrancándole un grito de sorpresa.
Se llevó las manos al rostro, sintiendo sus piernas temblar por el repentino golpe de placer.
—Qué agresiva. —Rio, sintiéndose sin aliento—. Toda una leona salvaje, ¿eh?
—No me digas así —habló con la boca llena y le apretó los testículos. Él siseó, sintiendo una mezcla rara de dolor y placer—. Te he estado tratando bonito porque no recuerdas nada de nuestra vida sexual —murmuró, sacando su miembro de su boca y lamiéndose los labios—, pero cada vez que lo hacemos siempre me das donde me gusta, me tocas donde me gusta, me vuelves loca y me confundes mucho. —Empezó a masturbarlo suavemente.
—Bueno, existe la memoria motriz —habló entre jadeos, cerrando los ojos con fuerza—. Se puede consolidar una tarea motora específica en la memoria a través de la repetición, en este caso... —Se interrumpió gimiendo ruidosamente cuando ella volvió a meterlo al fondo de su garganta, haciendo algo raro con su lengua que lo hizo apretar los puños, clavándose las uñas en las palmas.
—Mmm, eso me lo explicas después —dijo al alejarse, para luego volver a hundirlo en su boca, una y otra vez—. Ya no voy a tratarte bonito, Senku —aseguró al sacarlo de su garganta luego de un momento, permitiéndole respirar correctamente—, pero si te abrumas demasiado, solo dime. —Sonrió, acercando el glande a su boca una vez más—. Quizás te tenga piedad.
Luego de eso, presionó un brazo por encima de su pelvis y otro por encima de sus muslos, moviéndose para quedar con su cabeza en una posición más cómoda para subir y bajar en lo que hundía su miembro hasta el fondo de su garganta una y otra vez. Senku comenzó a jadear desesperadamente e intentó moverse a su ritmo, embestir esa boquita caliente que lo estaba volviendo loco, pero ahí es donde se dio cuenta porqué ella le puso los brazos encima de esa forma. No lo estaba dejando moverse, y eso lo desesperó en la misma medida en la que le encantó y se rio en medio de un gemido de placer. Esa leona era muy cruel, torturando a su presa de esa forma.
No aguantó la sensación, no aguantó sentir el fondo de su garganta y ese movimiento de succión que hacía de vez en cuando, ni su lengua jugueteando aquí y allá. Estaba al borde de correrse, y de pronto ella lo soltó, permitiéndole moverse, y él se sentó y tomó su cabeza con las manos, empujándola contra él mientras sacudía la pelvis como un desesperado, hasta que por fin empezó a llenarle la garganta de esperma y cayó desfallecido en el asiento, respirando agitado.
Le llevó un par de minutos recuperar el aliento y entonces volteó a verla, notando como lo miraba con los ojos oscurecidos de deseo, con su mano enterrada entre sus torneados muslos, clavándose los dedos en su interior con desesperación.
—Oye. —Tomó su muñeca de inmediato—. Ese es mi trabajo. —Sonrió y la besó, sabiendo que sus besos eran lo único que podía dejarla lo suficientemente vulnerable para que permitiera que la recostara y se le subiera encima.
No tardó en llevar su mano libre a su intimidad, tanteando el terreno por un momento, antes de empezar a introducir tres dedos sin mucha más ceremonia, empujándolos hacia arriba para hacerla retorcerse y gruñir con desesperación, abrazándose a él con ambos brazos y una pierna, estirando la otra tanto que tocó el techo del auto con sus tacones negros y allí se quedó, haciéndolo reír mientras bajaba a su cuello y luego a su pecho, chupando sus pezones erguidos por encima de su vestido, aprovechando que no traía sujetador. Cuando hizo la tela a un lado y empezó a chupar y mordisquear sus pezones, ella gritó y se retorció desesperadamente.
—Para, para... Ya basta. Detente. ¡Detente! —Ella empezó a retorcerse todavía más, dándole golpes sorpresivamente fuertes en la espalda (cosa que lo sorprendió porque siempre controlaba su fuerza con él), así que se detuvo y la miró con confusión, viéndola jadear como si hubiera pasado por tres orgasmos seguidos, aunque acababa de interrumpir el que estaba a punto de darle.
—¿Qué pasa? ¿Te lastime? —Quitó sus dedos de su interior también, preocupándose.
—N-no, no, lo siento... —Negó con la cabeza, apenas pudiendo hablar por su respiración tan agitada—. No es eso, no. E-es que... Me... Mis... Creo que mis pechos están muy sensibles... Cuando me tocas ahí me siento muy... abrumada. No lo hagas.
Senku ladeó la cabeza, intentando recordar ciertas cosas que leyó en libros de biología sobre la sexualidad humana y las mujeres.
—¿Tu periodo está cerca? —preguntó, apoyándose sobre ella sostenido por sus codos.
—¿Eh? Ah, sí. —Asintió—. Creo que podría venir en cualquier momento por estas semanas, soy irregular.
—Bueno, esa debe ser la razón. Por mientras, deberíamos aprovechar. —Empezó a besar sus hombros, arrancándole un suspiro de placer que la hizo sujetarle el culo para presionar su miembro directamente contra sus bragas empapadas.
Coger por encima de la ropa era divertido, pero pronto fue insuficiente y Senku hizo las bragas a un lado, penetrándola con un gemido lleno de necesidad mientras la abrazaba contra su cuerpo, disfrutando sentir sus pechos tan suaves con sus pezones tan endurecidos contra su piel sudorosa. Ella lo abrazó y lo dejó mantener el ritmo unos minutos, gimiendo y gritando de gusto por sus embestidas calculadas para presionar despiadadamente en el punto que más le gustaba, en el ángulo exacto para volverla loca, una y otra vez sin darle descanso para respirar o pensar en nada más que no fuera lo bien que se sentía.
Pronto, sin embargo, Kohaku decidió tomar el control y lo empujó para recostarlo otra vez y subírsele encima. Él ya estaba ansiando ver sus pechos rebotar mientras ella misma los llevaba al orgasmo, pero su mujer le sonrió traviesamente y le dio la espalda, sorprendiéndolo.
Su vista se fue de inmediato a su enorme culo que más de una vez había llamado su atención incluso como adolescente, quizás por la ropa tan poco modesta que ella utilizaba en su juventud. Bueno, sus piernas también... Y sus caderas, y sus pechos y... Ok, quizás todo su cuerpo en general, pero de todos modos no es que se la pasara mirándola, en esa época no tenía tiempo para esas cosas.
En esta época, sin embargo, sonrió mientras ella volteaba la cabeza para mirarlo traviesamente mientras sostenía su miembro, llevándolo a adentrarse una vez más en lo más profundo de su interior.
Gruñó con aprobación cuando empezó a brincar sobre él, viendo sus nalgas rebotar y teniendo una vista muy interesante de su miembro llenándola repetidamente. Su mente empezó a fantasear con cómo sería llenarla de otra forma también, sobre todo por comentarios sucios que ella le hizo antes respecto a lo lejos que habían llegado en su vida sexual.
Entre su imaginación tan activa, la vista tan buena y las sensaciones tan placenteras recorriéndolo de los pies a la cabeza, empezó a sentir su clímax construirse y llevó sus manos a las caderas de su mujer, ayudándose con el impulso para igualar un poco su ritmo salvaje y encontrarla a mitad de camino en las embestidas, los dos gritando, gimiendo y gruñendo como animales en celo hasta que por fin llegaron a la tan ansiada liberación.
Senku estaba hecho polvo, y Kohaku lo abrazó contra su pecho después de quitársele de encima, acariciándolo con ternura y llenando de besitos suaves su rostro.
Je... Esto era absurdamente agradable.
Quiso devolverle un poco las caricias pasando las manos por su cintura y sus piernas, y ella lo besó con dulzura, y entonces la dulzura se intensificó... y entonces, antes de darse cuenta, ella ya estaba usando su pene para frotarse el clítoris y él le estaba metiendo cuatro dedos hasta el fondo de la vagina, chupándole el cuello como sanguijuela.
Cuando estaban a punto de volverlo a hacer, Reika habló:
—Han llegado a su destino. ¿Desean desactivar el protocolo privacidad?
—¿Eh? —Kohaku palideció un poco—. ¿C-cuál era el destino de este protocolo?
—El destino default es la mansión Ishigami.
—Mierda —gruñó Kohaku, alejándose de Senku y comenzando a acomodar su vestido—. Vístete, dormirás en casa hoy.
—¿En serio? —No se molestó en ocultar su alegría.
—No pienso dejarte ir, ha pasado mucho tiempo. Tanto tiempo. —Lo besó profundamente mientras lo ayudaba a vestirse, algo un poco contradictorio, la verdad—. Nuestra bebé está en casa, pero está en una pijamada con sus amigas, no nos verá. Y nuestra habitación está insonorizada. —Se colocó su abrigo y lo abrochó hasta el cuello—. Reika, desactiva el protocolo —ordenó a la IA del auto.
Senku se puso lo más decente posible y salieron del auto, que fue a estacionarse solo quién sabe adónde.
Kohaku lo tomó de la mano y lo llevó hasta la casa, abriendo la puerta y asomando la cabeza con cautela.
—Despejado —le dijo, haciéndole una señal de silencio antes de empezar a arrastrarlo por los pasillos y escaleras, escabulléndose sigilosamente en su propia casa como si fueran ladrones en vez de los dueños.
En medio de su absurda escapada romántica, ella no dejó de besuquearlo de vez en cuando, y él no pudo negarse a nada, por supuesto. También se susurraron un par de cosas indecentes que planeaban hacerse, y se frotaron descaradamente delante de su puerta antes de finalmente entrar a la habitación y cerrar.
Ella lo tiró al suelo de inmediato, volviendo a hacerlo polvo en una intensa sesión de sexo hasta que por fin se calmaron un poco.
Kohaku lo cargó a la cama mientras se reía, disculpándose por no haber tenido consideración con su pobre hueso pélvico. Lo cubrió con una manta e hizo pasar a un rei-bot que lo petrificó y despetrificó al instante, luego le pidió a ese mismo rei-bot que les trajera algo para comer.
Ahora que Senku se sentía con más energía, a Kohaku le costó tener la fuerza de voluntad para quitárselo de encima cuando el rei-bot vino con su cena, pero el hambre le ganó y acabaron comiendo mientras ella volvía a reír y disculparse esta vez por dejarlo con las ganas.
Después de comer, Kohaku le dijo que le tenía otra sorpresa.
—Esta es la razón por la que preferí pasar del departamento por hoy —murmuró justo en su oído, antes de apretar un botoncito junto a la cama que abrió un armario secreto que salió de una pared.
Cuando abrió las puertas del armario, Senku casi se desmaya.
—Veo que la tecnología ha... avanzado en muchas áreas. —Sus ojos se pasearon por el montonal de juguetes sexuales bien ordenados, higienizados y listos para ser utilizados.
—Algunas de estas cosas las inventaste solo para nosotros dos. —Lo abrazó por detrás, pasando sus manos por su torso desnudo antes de sujetarlo por la cintura y obligarlo a avanzar para mirar más de cerca, riendo malvadamente ante su rostro pálido, rojo y azul todo a la vez—. Aunque mis favoritos son los inmovilizadores automáticos, podemos empezar por algo suave. ¿Quieres atarme o me dejas atarte a ti? Elije —exigió, con su voz más sensual que nunca antes.
Senku tragó saliva.
—¿Qué es eso de... inmovilizador automático? Sé que hay para autos y otras cosas, pero no creo que sea el caso en esta ocasión.
Kohaku volvió a reír, totalmente divertida.
—Digamos que te inmoviliza... y luego te mueve en automático... y digamos que yo controlo esos movimientos. —Besó suavemente su mandíbula y bajó por su garganta, sintiendo con mucha claridad como tragaba saliva pesadamente.
—Tal vez me dé curiosidad probar eso...
Ella se carcajeó, aunque era evidente que le gustaba la idea.
—Mejor la próxima semana. Hay mucho que quiero recordarte hoy... Y para eso, empecemos atándote a ti. —Lo arrojó sobre la cama y tomó del armario aparatos parecidos a esposas, pero más complicados que eso, con muchos botones sospechosos.
Senku volvió a tragar saliva.
Menos mal que tenían el poder de la petrificación al alcance de la mano, o podría jurar que no saldría vivo de esa habitación, aunque no podía negar que sería una muerte muy placentera.
.
Senku se despertó primero como a eso de las nueve de la mañana. Tenía clase con Chrome en una hora, pero no le importaba demasiado, ese bocón podía esperar.
Alzó la mirada y vio el espejo en el techo justo por encima de la cama, permitiéndole delinear perfectamente la figura dormida de Kohaku abrazada a él, apenas cubierta por una fina sabana de seda.
Antes no había notado los espejos que estaban paralelos a la cama, uno en cada pared y en el techo. Ayer no solo los notó a todos, sino que se dio cuenta porqué los puso ahí. Mierda que era un pervertido, le encantaba ver la cara que ponía Kohaku incluso cuando le daba la espalda o cuando arqueaba completamente su cuerpo encima del suyo. También le encantaba poder ver cada parte de ella, y los espejos eran una adición muy eficiente para ese perverso propósito. Ella lo sabía y varias veces le había sonreído al cacharlo, pero él la sorprendió mirando un par de veces también.
Mierda, ambos eran unos depravados, el reprimirse tanto en la adolescencia les había sacado factura.
Menos mal que los anticonceptivos eran tan eficientes en esta época, o estarían llenos a reventar de mocosos malcriados como la mocosa de dos coletas que seguros seguía dormida a esta hora.
Kohaku se despertó minutos después, sonriéndole y besándolo con ganas, pero se apartó de él al ver la hora.
—Debo llevarte de regreso con Tsukasa. Será mejor apurarnos o llegarás tarde a la clase de Chrome.
—Tsk, puede esperar un poco, siempre se queda como una hora después del tiempo establecido para la clase, tiene tiempo.
—Ja, aun así se pone insoportable cuando no aprecias sus valiosas lecciones, así que mejor apresurarnos si quieres desayunar con nuestra bebé. —Ok, ese argumento lo convenció.
Se bañaron juntos, aprovechando para besuquearse un poco, y salieron de la habitación, bajando al comedor donde vieron a Tsukiku ya allí desayunando en compañía de Misaki, Umi y Shira, la hija de Ginro que era espantosamente idéntica a él.
—¡Hola, tío Senku! —Shira agitó una mano hacia él, con una sonrisa estúpida—. ¿Qué haces aquí? Pensé que estaban peleados.
—No están peleados, tío Senku está trabajando en algo muy importante con Tsukasa-san. —Misaki miró mal a Shira.
—Buenos días, Misaki —Kohaku saludó a la amiga de la escuela de su hija, que los saludó a ambos—. Buenos días, Umi —saludó también a la hija de Ukyo, que por alguna razón tenía la mirada clavada en su plato y el rostro muy rojo.
—Bu-buenos días, t-tíos.
—¿Estás bien? —Senku alzó una ceja.
—Ha estado así toda la noche —murmuró Tsukiku, todavía soñolienta—. Bueno, como a eso de las ocho de repente empezó a cubrirse los oídos y se puso muy roja. A veces le pasa cuando viene de visita, creo que es normal. —Bostezó.
—Oh, ok. —Kohaku no le dio importancia, mientras que Senku palideció, recordando que la joven Saionji había heredado el buen oído de su padre.
Mierda, deberían haberse guardado sus jueguitos para cuando llegaran a la habitación.
—¡Buenos días a todos! —De pronto, una chica desconocida bajó por las escaleras a toda prisa, con un bolso gigante colgando de su hombro—. ¡Tengo que irme, llegó tarde, gracias por la comida, por todo, los quiero, BYE! —Corrió directamente a la salida y salió con un portazo.
Senku pestañeó, confundido. ¿Quién era esa? Solo alcanzó a ver que era una chica joven, castaña con el cabello atado en una coleta alta que le llegaba hasta los hombros. No vio bien su cara, pero no parecía ser hija de ningún amigo suyo, y era muy mayor para ser amiga de la escuela de Tsukiku.
—¿Quién era? —preguntó a Kohaku.
—¿Qué no recuerdas a Ayami, tío? —Shira lo miró boquiabierta y Senku maldijo. Había olvidado que ella no sabía de su amnesia.
—Claro que la recuerda. —Kohaku rio de forma demasiado falsa y nerviosa.
—No la vi bien, por eso no reconocí que era Ayami —explicó Senku, inventando una excusa sin mucho esfuerzo.
—Ah, ya veo.
—Shira, ve a pedirle a Frei-bot que preparé desayuno para mis padres, por favor —pidió Tsukiku.
—¡Todo por ti, mejor amiga! —Se marchó felizmente.
—¿Ayami de quién es hija? —indagó Senku, curioso.
—Nadie de nuestros amigos, sus padres fueron despetrificados hace seis años, ella hace cinco años —le contestó Kohaku—, pero todos la conocemos, y creo que será parte de la familia algún día. —Sonrió emocionada, con ojos brillantes.
—¿Ah?
—Es la novia de Ruchiru —explicó Tsukiku, rascando su oído con el meñique.
—¿La novia de tu primo? —Se sorprendió. Y él que había pensado que ese niño era tan despistado como el padre...
—Bueno, no son novios aún —intervino Umi, finalmente atreviéndose a alzar la mirada—, solo son amigos. Se conocieron en la secundaria y siempre han estado juntos desde entonces.
—No son novios, pero todos sabemos que se gustan. —Misaki asintió, también viéndose emocionada—. Es obvio que serán pareja pronto.
—Ah, lo mismo que Chrome y Ruri, entonces. —Senku rio entre dientes y Kohaku asintió, también riendo.
—¡Exacto! Ruchiru está muy ocupado queriendo ser un gran científico y Ayami está obsesionada con el teatro, pero se nota que se aman. Definitivamente seremos familia pronto. —Apretó un puño con alegría—. ¡Lo espero con ansias!
—¿De qué hablan? —Shira regresó seguida de un rei-bot que traía el desayuno para Senku y Kohaku.
—Eh... —Misaki se puso nerviosa.
—De la fiesta de Umi-nee —intervino Tsukiku, inventando una excusa sin mucho esfuerzo.
—¿Fiesta?
—Qué distraído estás, tío Senku. —Shira rio ruidosamente—. ¿Acaso olvidaste que en dos semanas Umi-nee-san cumple diecisiete años? Uy, Umi-nee-san, creo que ya no te quiere. —La codeo con una sonrisa estúpida—. Es obvio que yo soy su sobrina favorita ahora. —Infló el pecho con orgullo.
—No lo olvidé, solo que no me invitaron a una fiesta, pensé que no le harían —se excusó fácilmente.
—Bueno, la gran fiesta fue la de los Dulces Dieciséis, pero igual le harán una buena fiesta este año, ¿o no, nee-san?
—Oh, sí, a papá le gusta consentirme. —Umi sonrió tímidamente—. Y si hacemos una fiesta vienen mis abuelos de Sudamérica, así que hacemos celebración todos los años. P-probablemente la invitación les llegue a todos mañana, no tuvimos mucho tiempo para hacer planeaciones por todo lo que ha estado pasando.
Senku quería preguntar por qué sus abuelos eran de Sudamérica, pero entonces recordó que alguien le mencionó que la mamá de Umi era extranjera, así que decidió ahorrarse la pregunta, además de que sería sospechoso para Shira.
—Podrían contratar al gran Myuji-senpai para cantar en tu fiesta —propuso Shira de pronto, haciendo a Senku fruncir el ceño—. ¡Y que vaya con su hijo! Kei es tan, tan apuesto. —Baba salió de su boca al pensar en el único hijo del famoso cantante que siempre parecía estar atrás de Kohaku.
—¿Te gusta tanto Kei? —preguntó Misaki, visiblemente molesta.
—¡¿Y a qué chica no le gusta?!
—A mí no —gruñó Tsukiku por lo bajo—. Es un mujeriego y estúpido.
—Él no es así —Misaki lo defendió de inmediato.
—Tsukiku, no hables así de Kei, él no te ha hecho nada. —Kohaku también defendió al mocoso de Myuji.
Tanto Senku como Tsukiku se concentraron en sus desayunos, los dos ceñudos y con muecas de fastidio.
Una vez terminaron de desayunar, Senku se despidió de su hija y de las otras niñas y se fue con Kohaku en dirección a la casa de Tsukasa, ya con cinco minutos de retraso para la clase de Chrome, que de seguro le haría un escándalo.
La verdad estaba algo desanimado, aunque pasó una gran noche con su esposa, no pudo hablar mucho con su hija por la mañana. La sentía muy distante últimamente... Y, después de todo lo que pasaron, eso no le gustaba ni un milímetro.
Quería ser un padre para ella, quería pasar más tiempo juntos y estar allí si lo necesitaba.
Maldición... de verdad le serviría mucho un consejo de Byakuya ahora mismo.
Ese viejo era un pesado, pero siempre lo hacía sentir apoyado y que estaría allí cuando hiciera falta. ¿Por qué no podía ser más como él? Seguramente estaría decepcionado de verlo ahora.
Kohaku notó su estado de ánimo y le sonrió tristemente.
—Tsukiku te ha extrañado —susurro, casi como si leyera sus pensamientos—. Pregunta por ti todos los días, y sigue estudiando temas de psiquiatría y psicología tanto como puede. Dice que es porque siempre quiere saber más, pero sé que es su forma de intentar ayudarte.
Senku sintió su pecho aligerarse de pronto y miró fijamente a Kohaku, preguntándose si solo lo decía para hacerlo sentir mejor. Pero no. Podía ver la sinceridad en su rostro, esa transparencia que siempre la caracterizó, la honestidad que antes había temido perdida. Ella seguía siendo la misma Kohaku que recordaba, su fiel y más leal aliada.
Sí... sí había alguien en quien podía confiar era en ella.
—Kohaku. —Poco antes de llegar a casa de Tsukasa, Senku no se contuvo de hablar. Necesitaba decirle esto a alguien, y esa solo podía ser ella—. ¿Sabes algo acerca de un infiltrado de Kinoeda?
Cuando esa pregunta salió de sus labios, Kohaku frenó de golpe y volteó a verlo, completamente horrorizada, pálida y con las manos temblándole.
—¿Por qué preguntas eso? —De pronto se lanzó a tomarlo de los hombros y los apretó, con fuerza—. ¿Qué recordaste? ¡¿Qué fue lo que recordaste?! —Lo sacudió, sudando visiblemente.
Él sintió su boca secarse.
¿Por qué reaccionaba así? ¿Por qué se veía tan... nerviosa?
—Kohaku, me estás lastimando. —Llevó sus manos a sus muñecas, intentando apartarla.
Ella jadeó y lo soltó de inmediato.
—Lo siento, lo siento. —Pestañeó lentamente, abrazándose a sí misma—. Pero dime la verdad, Senku... ¿Ya te acuerdas de...? —Al ver la pura confusión en su rostro, Kohaku se calló de golpe, palideciendo todavía más—. No recuerdas. No recuerdas todavía ¿verdad? Entonces ¿de dónde sacaste eso?
Senku la miró fijamente un segundo, antes de volver la mirada al frente.
En ese momento, sintió todas sus defensas que ella había derrumbado volver a levantarse, con más fuerza y más desconfianza que nunca.
Sería mejor no decirle mucho, solo lo justo y necesario.
—Tuve un recuerdo muy confuso y borroso en el que conversaba con Kinoeda. Aunque yo lo llamaba "Aspen", no sé por qué. —Miró a Kohaku, esperando que ella le explicara eso, pero no dijo nada, solo siguió mirándolo—. No recordé mucho, solo que él menciona a un infiltrado, no sé nada más —mintió de forma muy sutil, mezclando lo verdadero con lo falso—. ¿Sabes algo al respecto?
—Eso... —Ella tragó saliva, volviendo a arrancar el auto—. Será mejor hablarlo luego. Ve a tu clase, sigue aprendiendo. —Le sonrió de forma ya no tan genuina mientras llegaba a casa de Tsukasa y estacionaba—. Nos vemos pronto.
Se besaron a modo de despedida antes de que él saliera del auto, un beso frío y distante, un beso que dejaba en claro que los dos tenían mucho que ocultarse el uno al otro.
Continuará...
Holaaaa :D
Me dieron ganas de actualizar este fic solo porque sí xD
Y de paso les dejo un lemon owo Pero no se salvan del drama q siempre arrastra este fic XD
Ojala que les haya gustado :3
No olviden que se les ama con todo el kokoro!
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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