Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Plan maestro

—¡Encontramos unas escaleras!

—¡Es una salida!

—¡Vemos luz del sol!

Ante los gritos de Kinji y Elioth, todos los que estaban dentro del vehículo y salieron, sonriendo al ver efectivamente los rayos de la luz del sol asomándose aunque sea muy brevemente de la grieta de una puerta, dejando ver unas escaleras para escalar a lo alto.

—¡Al fin libertad! —gritó Rey saliendo del vehículo de inmediato.

—Solo fueron veinte minutos —le reclamó Tsukiku, rodando los ojos.

Todos escalaron y salieron fuera, en medio de un bosque bastante frondoso.

—Bueno, al menos es difícil que nos detecten desde el aire por aquí —murmuró Haishi.

—No deberíamos estar mucho tiempo aquí... cuando no lleguemos con Tek y él le diga a los demás, mis papás van a enloquecer. —Tsukiku bufó—. Y tío DJ debe conocer esta salida, así que apenas calmen las cosas allá nos vendrán a buscar, solo no hay que alejarnos.

—¿Y no hay posibilidad de que el vehículo vuelva a funcionar pronto y vayamos a donde tenemos que ir? —preguntó Elioth.

—Nop, tardará horas —afirmó Rey, pareciendo bastante incómodo de estar en medio del bosque—. Alguien lo saboteo intencionalmente, eso seguro.

—¿Dices que uno de nosotros es un traidor? —Umi no se vio nada contenta con esa insinuación.

—Todos sabemos que hay un infiltrado... —dijo Ruchiru con una mueca—. Y el infiltrado tampoco sabe quién es... podría ser cualquiera de nosotros, menos Tsukiku, claro.

Todos comenzaron a intercambiar miradas nerviosas.

—Bueno, es poco probable que sea Elioth, por lo menos, ya que no habría sido útil para Kinoeda y no lo conocíamos, y sabemos que el infiltrado lleva por lo menos unos dos o tres años de espiarnos —murmuró Tsukiku.

—Supongo que eso me tranquiliza un poco. —Elioth rio nerviosamente.

—Tampoco puede ser Umi —dijo Haishi con firmeza—. El infiltrado apareció en su fiesta y ella era el centro de atención, siempre estuvo con alguien.

—No necesitan comenzar a buscar ni a descartar gente, no es del todo seguro que uno de nosotros sea el infiltrado. —Tsukiku comenzó a tamborilear los dedos—. Puede ser que alguno traiga nanobots que Kinoeda se estuvo guardando... como sea, mientras tengamos a Reimi estaremos bien.

—¿Y que pasa si uno de nosotros sí resulta ser el infiltrado? —preguntó Ruchiru, con una mirada sombría—. Si intenta lastimarte... ¿qué hará Reimi con el infiltrado... o infiltrada?

Todos miraron fijamente a Tsukiku, que rodó los ojos.

—Reimi no va a lastimar a nadie, si eso piensan. Y si llegara a lastimarlos... igual puede usar la petrificación para curar cualquier herida.

—Eso no suena bien. —Saira hizo una mueca descontenta.

—Tengo un protocolo para no dañar niños —afirmó Reimi, surgiendo del bolsito de Tsukiku—. Aunque con quince años recién cumplidos mi protocolo ya deja de verlos como "niños" y estoy autorizada a ejercer violencia en caso de que atenten contra Tsukiku.

—Si yo soy el infiltrado, noquéame, no me importa —pidió Haishi, muy serio.

—¡A mí también, mátame si es necesario! —dijo Kinji con lagrimitas y todo, ganándose un fuerte pisotón de Tsukiku—. ¡AUCH!

—¡Deja de decir tonterías! ¡Les dije que no creo que ninguno sea el infiltrado! Ahora, será mejor que busquen donde sentarse, porque vamos a estar aquí mucho tiempo.

—Y está atardeciendo —dijo Umi, ceñuda—. Quizás sea mejor hacer un refugio.

—¡Oh, como cuando nos perdimos en la nieve con tío Senku! —afirmó Kinji con emoción, como si esa si esa situación tuviera algo de bueno.

—Nah, esa vez no es como esta vez. —Tsukiku rio entre dientes—. Reimi, haz un refugio.

—¡A la orden! —El pequeño robot, con un gesto de "n - n" en su pantalla, de inmediato se puso manos a la obra y, en solo quince minutos, construyó una especie de pequeña cabaña de tres paredes y un techo en V invertida, dejando a todos los jóvenes con las bocas abiertísimas.

—Reimi en verdad es demasiado útil —dijo Yok, con sus ojos muy abiertos.

—Deberíamos bajar y buscar las provisiones del vehículo —murmuró Haishi—. No sabemos cuánto vamos a estar aquí, y debemos estar bien alimentados, por lo menos.

—Bien, bajen tú, Kinji-nii y su majestad —mandó Tsukiku.

—No me llames así —protestó Yok—. Y yo no quiero bajar, estoy cansado de haber empujado esa cosa y además cuando salí me llené de tierra las manos. —Miró con horror sus manos que tenían apenas dos pizcas de tierra en los dedos que dejaba al descubierto sus guantes.

—Ay, perdone, su real alteza. —Rodó los ojos—. Pues yo bajaré.

—Olvídalo, quizás haya agua ahí y pueda lavarme las manos... y con suerte tal vez haya desinfectante antibacterial —murmuró, finalmente accediendo a bajar con Haishi y Kinji.

Salieron al rato con varios paquetes de comida deshidratada y un montón de botellas de agua, y de inmediato comenzaron a repartir botellas y a armar tiendas debajo de la cabaña para estar más cómodos y menos expuestos a la tierra e insectos, para alivio de Yok.

—¿Cuánto tiempo tendremos que estar aquí? Detesto el bosque... quiero mi computadora —protestó Rey, haciendo pucheros.

—Te preocupas demasiado, hermanito —exclamó Saira, más relajada, pero igual poniéndose toneladas de repelente contra insectos que había estado entre las provisiones—. Ya escuchaste a Tsukihime, nos salvarán en unas horas.

—No me llames así. —Tsukiku la miró con acidez.

—¿Qué tanto se van a tardar? —preguntó Misaki con nerviosismo.

—Puede ser una hora más o varias horas... parecía que los enemigos de tío Senku estaban atacando con todo lo que tenían —masculló Haishi, mordiéndose el labio con evidente preocupación—. No creo que haya sido suficiente para superar a Reimo, menos si las Minire ayudaban con un porcentaje del arsenal de Reimi, pero aun así...

—Si crees que van a poder con ellos, no, no podrán —lo interrumpió Tsukiku—. El Dr. Xeno y la Dra. Mironi están allí junto con todo su set de guardias y robots de ataque, van a hacer pedazos a esos bastardos.

—¡C-cierto, seguro pronto acabarán con ellos y vendrán a buscarnos! —afirmó Ruchiru, sudando un poco—. Aunque... sí el infiltrado está entre nosotros... quizás Kinoeda sepa exactamente donde estamos y venga a buscarnos...

Todos lo miraron con los ojos desmesurados, y Umi le dio un pellizco en el brazo.

—¡Auch, lo siento!

—¡No necesitamos asustarnos más, Ruchiru-nii! —lo riñó, antes de tomar la olla que había entre las provisiones—. Voy a hacer una fogata y a poner agua a hervir para que podamos comer algo. —Comenzó a encaminarse al bosque.

—Te ayudaré. —Haishi la siguió de inmediato y Umi no se vio feliz, pero no protesto.

—¿Se traen algo esos dos? —preguntó Saira en un susurro a Tsukiku, con el rostro algo sonrojado y los ojos brillando con interés—. Siempre pensé que a él le gustabas tú.

—Eso no me interesa, tengo otras cosas por las cuales preocuparme —masculló Tsukiku fríamente, antes de ponerse de pie y marcharse en la dirección opuesta a la que se fueron Haishi y Umi.

—Mmm... ¿Estará celosa por Haishi? —se preguntó Saira, con el rostro más sonrojado y los ojos brillando con más interés.

—¡Claro que no! —exclamó Yok, antes de carraspear y apartar la mirada—. Quiero decir... Su casa está siendo atacada, claro que tiene mucho en su mente. —Acto seguido, se marchó también, yéndose en una dirección diferente a los demás.

—Esto parece una novela de las que mira mi madre —dijo Elioth con una risa.

—Qué aburrido... —Rey se recostó en su tienda de campaña y comenzó a teclear en el aire como si tuviera una computadora delante.

—Podrá ser aburrido, pero al menos estamos a salvo —masculló Saira, ceñuda.

—Eso si el infiltrado no está aquí contándole todo a Kinoeda... —volvió a insistir Ruchiru, ganándose una mala mirada de Misaki.

—Tsukiku dice que ninguno es el infiltrado, pero no le creo —habló Saira, con una mueca—. Ella siempre es toda lógica y fría, pero se nota que tiene su lado sensible, ¿saben? Creo que simplemente no quiere acusar a ninguno de nosotros.

Misaki se mordió el labio, prefiriendo no decir nada.

—Pero es que no tiene sentido que sea uno de nosotros —le contestó Rey—. Por ejemplo, si fuéramos tú o yo, ¿qué utilidad tendríamos para Kinoeda? Siempre estamos viajando de la India a Estados Unidos, de Estados Unidos a Japón, de Japón a la India y así y así...

—Pues tal vez, pero papá tiene sus conexiones con la empresa Ishigami y sus tecnologías, él es el que maneja casi todo lo importante respecto al área tecnológica en el imperio Nanami —murmuró Saira, pensativa—. Y tú y yo siempre estamos en contacto con tío Ryusui, y él nos cuenta bastantes cosas, no todo, menos algo peligroso, pero... nos mantiene al tanto. Por ejemplo, él nos dijo de la amnesia de tío Senku aún cuando pocos lo sabían.

—Sí, pero ¿cuándo fue que Kinoeda se enteró de eso? —se preguntó Rey—. Nosotros nos enteramos hace... ¿dos meses, tres?

—Eso podría ser una buena pista... —Ruchiru frotó su barbilla—. No recuerdo cuándo exactamente Kinoeda se enteró, pero pasó un tiempo... seguro se enteró al mismo tiempo que su infiltrado se enteró, y c-creo que eso podría descartarme a mí y a Umi, Haishi y Kinji. Nosotros lo sabemos desde el principio y a Kinoeda le tomó tiempo saberlo.

—Entonces eso nos descarta a Yok y a mí —dijo Misaki—. Tsukiku también nos dijo de inmediato.

—¿Entonces realmente ninguno de nosotros es? —preguntó Kinji con una sonrisa, pero nadie le contestó.

En verdad, ninguno estaba totalmente convencido de estar descartado.

.

Se suponía que Tsukiku y sus amigos ya deberían haber llegado... Tek estaba preocupado, y su androide Katana a su lado lo notó rápidamente y le preguntó al respecto.

—El viaje era automático, no hay forma que se retrasaran... —murmuró, sacando su celular y tratando de contactar a la Dra. Mironi.

Hablaban en clave, una muy difícil y de un solo uso, que llevaría días de descifrar incluso para Kinoeda, así que podían comunicarse libremente incluso sin contar con una línea segura.

Sin embargo, la Dra. Mironi no contestó. Tampoco el Dr. Xeno. Tampoco Kohaku...

—Será mejor que los vaya a buscar yo mismo —murmuró Tek, subiéndose al auto que se manejaba en automático porque aún era muy joven para conducir.

—Espere —dijo Katana, con la vista fija en el cielo.

Tek alzó la mirada de inmediato, jadeando al ver a todo un poderoso ejercito de spy-dots de Kinoeda dirigiéndose en su decisión.

¡¿Cómo fue que descifraron tan rápido que Tsukiku y sus amigos irían con él?!

Por alguna razón, estaba comenzando a sospechar que esto tenía algo que ver con el infiltrado que tanto temía Senku...

Ni corto ni perezoso, de inmediato desplegó a sus tropas que habían estado ocultas entre el bosque, protegiéndose mientras conducía de regreso a su base para organizar un buen contraataque contra esas malditas latas.

Intentó volver a comunicarse ya sea con la Dra. Mironi, el Dr. Xeno o Kohaku o Tsukasa o quién sean ¡pero nadie le contestó!

¿Cómo se supone que iba a avisarles que ya no era seguro que enviaran a Tsukiku allá, o que ella ni siquiera había llegado aún? Más importante, le preocupaba mucho la razón de que no hubiera llegado al lugar en el momento exacto en el que debería haber llegado.

¿Qué demonios había pasado?

Cuando llegó a su base, vio que sus robots ya estaban peleando en automático contra las fuerzas de Kinoeda, y él con todo su poderío logró mantenerlos a raya, ¡pero no terminaba de destruirlos a todos, seguían saliendo más y más!

Le estaba dando la impresión de que, más que querer destruirlo, Kinoeda quería distraerlo.

¿Distraerlo por qué?

¿Qué estaba planeando ahora?

—Llevo aquí demasiado tiempo y no he podido comunicarle a Kohaku-san que no pude ayudar a su hija... —susurró con culpa, antes de mirar a Katana—. Oye, Katana-chan... sé que no te gusta alejarte de mí, pero... por favor, ve a buscar a Tsukiku y sus amigos. No sé todo el recorrido del túnel, pero ya que sabemos una de sus salidas, simplemente metete y búscalos en todas las salidas, ¿está bien? Y protégelos.

—Es posible que me tome toda la noche... y no podría protegerte.

Tek suspiró, sin quitarle la vista de encima a los miles de spy-dots que estaba derribando gracias a su mano experta en videojuegos.

—Yo estaré bien, y confió en que ellos también lo están. Haz esto por mí, ¿sí? —Le guiñó un ojo y Katana finalmente asintió y salió corriendo lejos de él, que se quedó luchando, deseando internamente que todo estuviera bien.

No obstante... no podía evitar tener un terrible presentimiento.

.

Mientras tanto, Haishi caminó lentamente a pocos pasos detrás de Umi, ya que cuando intentó caminar a su lado ella comenzó a caminar más rápido, clara señal de que no lo quería allí, así que él por respeto se mantuvo detrás aunque claro que podría pasarla.

—Escucho agua correr —murmuró Umi luego de unos minutos, desviando su curso—. Busca ramas adecuadas para la fogata.

—Ok. —Se puso manos a la obra, pero siempre manteniéndose cerca de ella.

Umi cargó agua rápidamente y luego volteo a verlo, notando que miraba fijamente a las ramas de un árbol.

—¿Qué pasa? —Siguió su mirada.

—Me pareció haber... sentido una presencia o... algo por el estilo. —Entrecerró los ojos—. Quizás fue un animal, olvídalo. —Tragó saliva, pero siguió mirando al lugar.

—Que extraño... yo no escuche nada más que a unas aves y no en esa dirección. —Umi frunció el ceño con preocupación—. Quizás deberíamos explorar la zona antes de ir con los demás.

—Creo que debería explorar solo, tú vuelve con los demás.

—Quiero ver que me obligues —murmuró con sequedad, avanzando hacia el árbol, dejando a Haishi con la mandíbula floja.

Ella casi nunca le hablaba así... a menos que estuviera muy molesta, claro.

Suspiró, dejando la leña a un lado de la olla que ella dejó cargada de agua y siguiéndola rápidamente, viéndola muy concentrada en intentar escuchar algo.

—Umi, quizás deberíamos hablar...

—¿Sobre qué? —Se hizo la desentendida, cosa que lo hizo suspirar con frustración.

—No me gusta que estés molesta conmigo, Umi... por favor, solo escucha lo que quiero decirte... lo que quiero decirte desde hace días. —La miró con ojos suplicantes—. Hablemos.

Normalmente, Umi no podría haberse resistido a esos ojos, pero esta vez apartó la mirada rápidamente para no caer en la tentación.

—Haishi, no es momento para eso, debemos proteger a todos, así que concéntrate en la misión. Si hay alguna amenaza, la debemos detectar lo antes posible, nuestros padres nos encargaron la seguridad de Tsukiku y yo no quiero decepcionar a mi papá de ningún modo.

—Sabes que tampoco quiero decepcionar al mío, vivo prácticamente toda mi vida tratando de no decepcionarlo, y eso incluye no portarme como un cobarde, por eso quiero hablarte de...

—Haishi, tú eres el único que sigue insistiendo con eso.

—No es cierto, o no estarías tratándome de modo distinto si eso fuera verdad.

—¡No te estoy tratando de ningún modo raro, no sé de qué hablas!

Haishi tensó la mandíbula.

—Umi, no me importa que estemos perdidos en el bosque ni con un posible infiltrado ni con una posible amenaza, estamos solos y sé que con esa buena audición incluso aunque no quieras escucharme lo vas a hacer, así que te lo diré y ya.

—No quiero escuchar nada de...

—Pues aprovecharé ese gran oído que tienes y lo diré igual: Me gustas, mucho, creo que hasta te amo y... —Se calló de pronto, quedándose sin palabras, los dos mirándose con las bocas abiertas.

Sin embargo, Haishi pronto cerró la boca, cuadro los hombros y apretó la mandíbula, mirándola con firmeza.

No había pensado en decir eso, pero ahora que lo había dicho se daba cuenta que era cierto. No se arrepentía de ni una sola persona.

Umi lo miró con la boca abierta y los ojos desmesurados, antes de estrecharlos con desconfianza.

—¿Por qué me dices eso?

—Porque es la verdad —dijo con firmeza.

—¿Entonces esperas que me crea que de la nada olvidaste a Tsukiku y te enamoraste de mí? —Lo miró con incredulidad, luciendo hasta ofendida y como si estuviera a punto de llorar.

—Es que... —Se pasó una mano por el rostro, suspirando—. Cuando lo pienso bien, yo... no me siento capaz de pensarme en una relación con Tsukiku, ella es... como una hermanita, y... me molesta que otros chicos la miren, pero... quizás solo sea porque quiero protegerla, pero... cuando pienso en lo que siento por ti, yo... —Gruñó, cubriéndose el rostro con una mano, con la cara ardiéndole— siento que de verdad... desde hace mucho que estoy enamorado de ti...

Umi lo miró con los ojos muy abiertos y abnegados de lágrimas, negando con la cabeza.

—Cállate... no es cierto... —su voz se quebró—. ¡Seguro solo tienes lástima por mí! —Se cubrió la cara con las manos, sollozando.

Haishi se acercó y la abrazó, suspirando temblorosamente.

—Cuando me enteré de lo que sentías por mí... pensé que no podía ser cierto, porque... ¿cómo es posible que alguien tan dulce y maravillosa como tú pudiera fijarse en mí?

Ella abrió mucho los ojos, antes de alzar la mirada lentamente, viéndolo a los ojos, viendo su sinceridad.

Y entonces ambos acercaron sus rostros y sellaron sus labios en un beso.

Kinji y Ruchiru, que justo habían ido a buscarlos porque ya se estaban tardando mucho, los vieron con la boca abierta y parecieron a punto de gritar, pero ambos se taparon la boca el uno al otro rápidamente y, así como estaban con una mano en la cara del otro, comenzaron a retroceder intentando no producir ni un solo sonido.

Regresaron con los demás, que les preguntaron por los otros dos, pero ellos no supieron ni qué decir.

—¿Por qué están tan nerviosos? —preguntó Saira, sonriendo con una ceja en alto—. ¿Acaso los encontraron besuqueándose? —Al verlos congelarse, ella jadeó—. ¡Si se estaban besando! ¡Oh, por dios! —Aplaudió y chilló emocionada—. ¡Desearía mucho poder twittear sobre esto ahora mismo!

—Nos rastrearían y todos nos moriríamos por un tweet. —Su hermano Rey la miró con desaprobación.

—Omg, y Yok y Tsukiku tampoco regresan, ¿creen que ellos...?

—Ni se te ocurra acabar esa frase —dijo Tsukiku, asomándose desde el techo de la cabaña, sus largas coletas casi tocando el piso, antes de saltar de él con una ágil voltereta que hizo a Misaki aplaudir en señal de asombro—. Yo he estado arriba todo el tiempo, ni idea dónde esté su alteza.

—¿Escuchaste todo? —preguntó Elioth con interés.

—Sip... cada palabra... —Apartó la mirada, con una leve sonrisa en el rostro.

Haishi y Umi regresaron al poco rato, ambos viéndose bastante nerviosos ya que, aunque estuviera concentrada en el beso, Umi sí había escuchado a Kinji y Ruchiru y eso la avergonzó mucho, y claro que se lo dijo a Haishi, que ahora mismo no quería mirar a la cara a nadie.

Ambos se pusieron a trabajar en la fogata y en cocinar para todos, ignorando las insinuaciones de Saira y las felicitaciones de Kinji por volverse novios.

—¿Pero sí lo son, no? —preguntó Saira con ojos brillantes—. ¿Son novios?

Umi quiso seguir ignorando todo, pero Haishi decidió responder.

—Sí... lo somos.

Ella lo miró sorprendida y sonrojada, antes de sonreírle cariñosamente.

Sin embargo, Umi de repente palideció y miró a Tsukiku, que estaba enfrascada en jugar con los bracitos de Reimi, ignorando a todos.

Umi solo pudo suspirar y seguir en lo suyo.

Yok regresó minutos después, luciendo bastante cansado.

—¿Dónde estuviste? ¿Qué estabas haciendo que te fuiste tanto tiempo? —preguntó Misaki, acercándose a él y revisándolo, extrañada y preocupada de que se viera tan cansado.

—Estuve... escalando unos árboles, queriendo ver si había alguna ciudad cerca o algo así... Tengo mucho sueño ahora... —Se metió a una tienda de campaña y ahí se quedó, durmiéndose al instante.

—Parece deprimido~ —opinó Elioth—. ¿Le pasará algo grave?

—Su majestad siempre tiene algo de que quejarse. —Bufó Tsukiku, pero luego le pidió a Reimi que lo escaneara para asegurarse de que tuviera buena salud.

—Detecto una leve fiebre de treinta y ocho grados. Siendo un niño de trece años en pleno crecimiento, recomiendo buena alimentación, buena hidratación y reposo.

—Oh, no... Él odia enfermarse. —Misaki se sentó a su lado, le apartó el flequillo y colocó una mano en su frente—. Si se siente algo tibio... ¿Deberíamos despertarlo?

—Umm... —Tsukiku pareció indecisa y miró a Umi, que miró a Kinji.

—¿Qué? —preguntó Kinji inocentemente.

—Tú eres el mayor, tú decide —lo codeó Ruchiru.

—Además estudias medicina —agregó Umi.

—¡Oh! Claro. —Rio nerviosamente—. Creo que deberíamos dejarlo dormir por lo menos dos horas ya que se estuvo moviendo mucho y se notaba cansado, luego lo despertamos y que beba mucha agua y coma bien, debería estar bien con eso. Oh, y también creo que vi algunas medicinas entre las provisiones, seguramente hay antifebriles. —Corrió a revolver entre las cajas de provisiones.

—¿Estaremos aquí dos horas? —preguntó Rey, luciendo horrorizado.

—No podemos saberlo —masculló Tsukiku oscuramente—. Tenemos que esperar a que vengan por nosotros.

La comida pronto estuvo lista y todos comieron con evidente preocupación, y le llegada del anochecer hizo que la mayoría se inquietara todavía más por lo que podría pasarles.

Pasadas las dos horas, Misaki despertó a Yok y lo forzó a beber agua y comer bien, luego lo dejó seguir durmiendo.

—Me preocupa bastante... —dijo la joven pelirroja—. Sería mejor si pudiéramos llevarlo a un hospital.

—No es necesario eso —aseguró Kinji, tomando el pulso de Yok—. Le haré las pruebas otra vez, pero no creo que vaya a cambiar mucho lo que ya me mostró. Quizás sea por algo de la pubertad o algo así, ha habido mucho drama entre ustedes últimamente.

—Pff. Cállate. —Ella bufó y negó con la cabeza—. Sé que Kinji-nii aún no es un doctor normal y menos lo va a ser con esa actitud de niño chiquitito. —Ante sus palabras tan serias, Kinji decidió ponerse a hacer pucheros.

—Bueno, entonces haré guardia hasta que llegue cada quien a salvo a su hogar —prometió.

—Ja, tan exagerado como siempre. —Aun así, ella le mandó un a sonrisa agradecida y algo cansada.

A pesar de estar algo cansada, Tsukiku igual se quedó con Kinji haciendo guardia mientras la mayoría comenzaba a sucumbir ante el sueño.

Misaki quiso quedarse despierta con ellos, pero acabó durmiéndose, con la cabeza recostada en el regazo de Tsukiku, mientras que Tsukiku apoyó su cabeza en el hombro de Kinji.

—Como que sí se han tardado, ¿no? —preguntó Kinji, angustiado.

—Sí... Kinoeda realmente los debe estar atacando con todo... y probablemente también a Tek... —Tsukiku hizo una mueca—. Pero dudo que esto esté durando tanto por casualidad... algo debe estar planeando ese bastardo.

—¿Algo con... el infiltrado?

—No lo sé...

—S-supongo que no puedo ser yo... —dijo Kinji con nerviosismo—. Si tuviera acceso a mis recuerdos, sabría... muchas cosas que tú me has contado... cosas importantes.

Tsukiku permaneció en silencio por un momento.

—No creo que sea ninguno de ustedes. De verdad no lo creo.

—Yo tampoco quiero creerlo... No quiero desconfiar de nadie y... si fuera alguno de ellos y tratara de lastimarte, yo... no sé qué podría hacer... no sabría como detener a esa persona...

—Tampoco yo... —Tsukiku se abrazó a sí misma con evidente nerviosismo, mordiéndose el labio con fuerza—. Ya le dije a Reimi que... pase lo que pase... no se atreva a... —Se calló, tomando aire—. En fin, no creo que pase nada malo... Reimi está aquí, así que... Kinoeda no podrá hacer nada.

—Eso espero... pero si te llega a atrapar...

—Sí, lo sé. —Lo miró amargamente—. En el segundo en el que llegue a ponerme una mano encima, tendrá a mis padres a su merced... incluso aunque él tenga amnesia, sé que de alguna forma lo obligara a que le cumpla todas sus demandas...

—Y sabemos que él de alguna forma los cumplirá... él siempre hace todo por ti.

Se quedaron en silencio un momento, pero entonces Tsukiku bostezó y Kinji le recomendó irse a dormir.

La ayudó a acomodar a Misaki en una tienda de acampar y luego Tsukiku se acostó en su propia tienda.

Kinji intentó aguantar despierto, pero eventualmente le ganó el sueño y movió el hombro de Ruchiru para que le cediera el turno de vigilar.

Ruchiru aguantó dos horas, pero luego empezó a ganarle el sueño también.

Viendo que Haishi se había quedado dormido hombro con hombro con Umi, decidió no importunar a la pareja y despertó a Yok para hacer guardia.

Llegó el amanecer y Tsukiku comenzó a despertar... solo para encontrar su boca cubierta por una mano y un cuchillo contra su cuello.

Y ese cuchillo era sostenido por Mijow Yok.

Y en ese momento todo fue claro...

Yok era el traidor.

Tsukiku llevaba tiempo sospechándolo, sabía que había algo raro en su comportamiento. A veces cuando se quedaban a solas, en vez de ponerse rígido y nervioso cuando ella lo miraba las pocas veces que él se atrevía a posar sus ojos en su dirección, él la miraba atentamente y luego miraba a su entorno, analizándolo. Era la mirada de alguien que planeaba secuestrarla para llevársela a Kinoeda, la mirada del traidor cuya mente estaba siendo controlada.

Debería haberlo sospechado desde hace tiempo, de hecho...

¿Desde hace cuánto conocía a Yok? Unos tres años.

¿Desde cuándo apareció el infiltrado? Unos tres años...

Ese problema que tanta desgracia les trajo a sus padres... resulta que siempre estuvo más cerca de Tsukiku que de ellos.

Sus padres se pelearon tanto entre ellos, desconfiaron de todo y de todos, se la pensaron dos veces antes de darle información a nadie y tuvieron un sinfín de problemas, y resulta que esa gran amenaza para ellos fue un niño de la edad de su hija.

Un niño que siempre salía a las calles e iba de un lado a otro, viéndose con mucha gente para sus trabajitos por su obsesión de conseguir dinero.

En verdad debería haberlo sospechado desde antes... pero fue solo en la fiesta de Umi que se dio cuenta de que Yok había salido justo poco antes de la llamada de Kinoeda con su padre.

Y ella lo encontró cuando estaba queriendo regresar al salón.

Mientras todos estaban en grupos o no se alejaban mucho, Yok se fue completamente solo por largo rato, y regresó con una mirada desorientada y tardó un poco en explicar qué había estado haciendo.

Fue entonces que Tsukiku lo empezó a sospechar, pero... no quiso creerlo...

Sin embargo, que no hubiera querido creerlo no significaba que hubiera sido tan ingenua como para no ir preparada en caso de que él intentara atacarla.

Le dio la orden a Reimi de no atacarlo y no lastimarlo, pero igual Reimi podía inmovilizarlo.

Sin embargo, vio que Reimi estaba encerrada en una especie de jaulita con rayos golpeándola constantemente y su pantallita apagada, y entonces se dio cuenta de por qué todavía nadie había ido a buscarlos.

Esta era la jugada maestra de Kinoeda. Finalmente había encontrado una forma de inmovilizar a Reimi, aunque sea usando a alguien de su confianza para que Reimi no estuviera muy alerta... pero ese no era el único as bajo la manga de Tsukiku.

Ya había estado sospechando de Yok desde hace tiempo, por eso le hacía tantas preguntas respecto a lo que recordaba, sus cosas favoritas y etc., etc.

Gracias a esa sospecha, aparte de tener a Reimi, trajo un plan B.

Aunque tenía a Yok presionando un cuchillo contra su cuello y haciendo presión contra su cuerpo, sabía que no podía matarla, la querían viva, así que se retorció y logró sacar una jeringa de su bolsito donde normalmente guardaba a Reimi, y entonces se la inyecto directo en el cuello a Yok...

Era un poderoso sedante que ella misma fabricó, debería poder dormirlo al instante...

Y lo logró, él cayó como peso muerto, pero... sin embargo... no contaba con que aún con el cuerpo paralizado el cuerpo de Yok se viera forzado a actuar.

Se escuchó un ruido espantoso de huesos crujir mientras volvía a enderezarse, y entonces alzó el cuchillo y pareció a punto de apuñalarla, pero justo en ese momento se oyó el grito horrorizado de Misaki, que estaba en la tienda de al lado y se despertó por el crujir de huesos, viendo de primera mano a su mejor amigo atacando a su mejor amiga.

El grito de Misaki despertó a todos, pero el shock fue tan grande que Yok pronto jaló a Tsukiku del brazo y presionó el cuchillo contra su cuello para que nadie se moviera.

No obstante, antes de que se diera esa situación en la que la estaba utilizando de rehén, Tsukiku llegó a notar algo...

Con el grito de Misaki, antes de saltar a amenazar a Tsukiku, de repente Yok volteó a ver a la joven pelirroja y... por un momento... Tsukiku vio la más mínima muestra de sentimientos nadando en su expresión, como si estuviera luchando por el control de los nanobots que Kinoeda seguro le inyectó en el cerebro.

—¡Por favor, Yok, déjala! —gritó Misaki llorando, y Tsukiku lo vio parpadear un poco.

Sus pupilas habían estado totalmente dilatadas en todo momento desde que la atacó, y nunca parpadeaba, pero ante los gritos de Misaki algo cambió en su expresión...

Antes de que pudiera pensarlo más, Yok de repente se la cargó al hombro y corrió hacia el bosque a toda marcha, inmovilizando sus piernas y sus brazos con su agarre.

Kinji los empezó a perseguir, pero Yok era más rápido, solo Tsukiku lo superaba en velocidad... otro punto que Kinoeda seguro tuvo en cuenta, el bastardo hijo de puta.

Umi, tragándose su preocupación al ver a Haishi correr detrás de Yok controlado secuestrando a Tsukiku, corrió hasta las cajas de provisiones, en la caja en la que tenía armas, y sacó un arco y flecha que seguro estaba ahí por tributo a su padre.

Se trepó a un árbol y preparó su arco y su flecha. Había estado practicando, aprendiendo de su padre a guiarse más por el sonido que por la vista, y así su flecha salió disparada volando por metros y metros hasta atravesar una de las piernas de Yok, haciéndolo caer al suelo con Tsukiku, liberando su agarre de ella.

Pero, aún con la pierna sangrando, aún con esa grave herida, aún con el poderoso sedante todavía haciendo efecto, él se puso de pie y caminó hasta Tsukiku, que lo miró espantada.

¿Cuánto...?...

¿Cuánto dolor debía estar pasando ahora mismo?

Era como un zombi, moviéndose a pesar de que no quería ni debería estar haciéndolo.

Según había teorizado respecto al control mental de Kinoeda, la gente controlada por él no debería darse cuenta cuando estaban siendo controlados por los nanobots cerebrales, pero ella había visto que el grito de Misaki le devolvió por un momento un grado de consciencia, y sí él estaba consciente ahora, sintiendo el dolor de sus heridas y obligado a moverse a pesar de ellas... obligado a secuestrar a Tsukiku... ¿qué tanto dolor estaría experimentando?

Debía estar sufriendo mucho, moviéndose en contra de su voluntad, estando ahí sin estar ahí realmente... y todo era porque él había cometido el pecado de ser su amigo...

Lo único que hizo para merecerse todo ese infierno, fue tener la valentía de darle su amistad a la niña muerta que todo el mundo odiaba...

Kinji y Haishi se estaban acercando, pero no lo lograrían a tiempo, menos cuando Tsukiku estaba demasiado horrorizada como para seguir la lógica y correr lejos de él.

Pero debía hacer algo. ¡Debía reaccionar, maldición!

Cuando Yok se inclinó para recogerla en sus brazos y volver a correr, llevándola a donde de seguro Kinoeda estaría esperándolos para obtener su victoria perfecta, Tsukiku hizo lo primero que se le vino a la cabeza:

Lo besó.

Juntó su boca con la de él, con sus ojos azules abiertos para ver sus ojos verdes ampliándose a su máxima capacidad, de nuevo llenándose de sentimientos que una persona zombificada por Kinoeda no debería tener.

De nuevo, por un breve momento, él desafió el control mental de Kinoeda por un fuerte estimulo emocional, escapando de su control y recuperando aunque sea muy brevemente su fuerza de voluntad.

Fueron solo unos segundos, los suficientes para que Kinji y Haishi llegaran y se quedaran mirándolos sin saber qué hacer (los demás también estaban siguiéndolos pero un poco más atrás), por lo que ella tuvo que empujar con todas sus fuerzas a Yok hacia el mayor de ellos.

—¡Atrápalo, no lo dejes ir!

Kinji no dudó en aprisionar al pre-adolescente con su agarre más indeleble, a lo que los ojos de Yok volvieron a perder toda emoción en lo que luchaba por librarse, pero era inútil, Kinji nunca lo golpearía ni lastimaría de ningún modo, ni a él ni a ninguna otra persona, pero no iba a dejarlo escapar, no podría vencer su agarre de hierro.

Haishi aprovechó para quitarle el cuchillo, cortando un poco su mano en el proceso porque Yok no dejaba de revolverse violentamente, pero el joven Shishio pudo ganarle gracias a su fuerza superior.

Tsukiku suspiró con profundo alivio, encaminándose hacia Haishi para examinar su herida con ojo crítico, con miedo de que ese cuchillo tuviera alguna clase de veneno, ya que Kinoeda obviamente había equipado a Yok con todo lo necesario para llevar a cabo el secuestro.

Él se veía incómodo, igual que Kinji, Umi, Ruchiru y todos, y Tsukiku hizo una mueca al pensar en que probablemente todos la habían visto besar a Yok en un acto impulsivo e ilógico como su última medida desesperada para hacerlo entrar en razón, por lo que rápidamente volteó a ver a Misaki.

Vio como Misaki sonreía con alivio, preocupación y tristeza. Ella siempre había querido verlos besuqueándose y otras cosas cursis, pero de seguro que eso no fue para nada cómo se lo imaginó.

Tsukiku la miró solo por un breve instante, antes de mirar a Yok con un suspiro.

De hecho... eso tampoco fue para nada cómo Tsukiku se habría imaginado su primer beso.

Aunque no podría importarle menos. Fue un plan ilógico, pero funcionó, eso era todo lo que importaba.

Ahora necesitaba concentrarse en lo que era realmente importante.

—Muy bien, ahora que lo tenemos controlado... debemos sacar a Reimi de esa jaula —dijo con seriedad mortal—. Sin Reimi, estoy completamente indefensa... y estoy segura de que Kinoeda está a solo un par de metros pasando esos árboles, esperando a que Yok me lleve con él... Cuando no lleguemos... vendrá a atacarnos con todo... y no podremos hacer nada para defendernos ni a nosotros... ni al mundo.

Después de todo, sabía que solo bastaba con que él le pusiera una mano encima para que su padre, amnésico o no, estuviera dispuesto a entregarle el mundo en bandeja de plata.

Y esta vez no sabía si se podría salvar.

Continuará...

Holaaaa :D

No voy a decir nada...

Nada más que muchas gracias a mi querida Paula Maxine por pedir este otro capítulo de comisión! *o*

Todas las gracias a ella! owo

Ojala te haya gustado :3

Y ojala les haya gustado a todos, claro! Espero actualizar pronto y muchas gracias por su apoyo!

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro