Paternidad
Ya habían pasado varios días desde el sábado y todo siguió transcurriendo con normalidad, excepto por el hecho de que Senku cada vez se sentía más paranoico con el asunto del infiltrado, y no había nadie con quien pudiera hablar de eso.
No había nadie en quien pudiera confiar.
Ese día en particular Chrome se quedó hasta muy tarde enseñándole el nuevo proyecto ridículamente difícil que habían decidido empezar después de volver de la Luna: una máquina del tiempo.
Sin embargo, por más emocionante que a ambos les parecía la idea, Chrome le comentó decepcionado que el proyecto se había quedado estancado cuando Senku cayó en coma, y que antes de eso había sufrido retraso tras retraso y problema tras problema debido a la intervención y amenaza que representaba Kinoeda.
—Ahora estamos más enfocados en las colonias espaciales —le dijo Chrome—. Y en otros asuntos aquí en la Tierra, claro, aparte de la importante tarea de encontrar y detener a Kinoeda. En fin, mañana empezaré a educarte en cuanto al funcionamiento de la ingeniería planetaria terraformaria. Y esa la veremos mucho más a fondo que todas las otras materias, para que puedas volver a trabajar al menos en esa área. El Dr. Xeno cree que es lo más adecuado para ti en lo que recuperas tu memoria. Y la Dra. Mironi dice que... —Calló cuando su celular sonó de repente—. Eh, un segundo. Es Kohaku.
Senku lo miró con interés mientras Chrome llevaba el teléfono a su oído.
—¡Chrome, necesito que vayas a buscar a Tsukiku a la escuela! —Se oyó claramente desde el celular, que estaba en alta voz.
Chrome siseó, alejando el celular de su oído y rápidamente lo puso en modo normal.
—¿Por qué me lo pides a mí? ¿Qué hay de Ruri? —Hubo una pausa y Senku se inclinó un poco para intentar escuchar lo que decía su esposa—. Ah, cierto que fue como madre de apoyo a la excursión de Rue... —Rio nerviosamente y hubo otra pausa—. ¡N-no, no lo olvide! Es solo que... En fin, ¿por qué no le pides a Tsukasa? Él es su padrino, que él vaya. —Aunque sin mucha claridad, Senku logró escuchar como Kohaku le gritaba algo a Chrome—. ¡Ya sé que es mi sobrina! —Otra pausa—. ¡No soy mal tío! ¡Ya, está bien! ¡Yo voy! —Siguió otra pausa más larga en lo que Chrome solo asentía de vez en cuando—. Bien, la llevaré contigo. De acuerdo, nos vemos. —Finalmente colgó—. Tengo que irme, Kohaku me mandó a buscar a Tsukiku a la escuela —le dijo mientras tomaba su abrigo y su maletín.
—Voy contigo —propuso de inmediato.
—Eh, no, se supone que te debes quedar aquí.
—No soy un prisionero, y la Dra. Mironi dijo que podía visitar a mi familia cuando quisiera. —Se levantó también y se dirigió a la puerta para ir a buscar un abrigo y una bufanda a su habitación—. Y si no me llevas le diré a Ruri que te olvidaste de ella y de tu hija.
—¡Pero eso no es cierto, bastardo! —Lo señaló acusadoramente.
—¿En serio? Entonces, ¿a dónde fueron de excursión? —Cuando Chrome se quedó en blanco, Senku sonrió triunfante—. Espérame abajo.
Pudo salirse con la suya y Chrome lo llevó a la escuela de su hija, que lo miró con la boca abierta al notarlo en el auto junto a su tío.
De inmediato, su mocosa corrió hacia atrás y sujetó a sus dos amigos de los brazos, arrastrándolos al auto con ella.
—¡Misaki y Yok van a venir conmigo hoy! ¡Se quedarán para cenar! —aseguró de inmediato, con varias gotitas de sudor frío corriendo por su frente.
Senku cruzó los brazos. ¿Por qué estaba haciendo este circo? ¿Cuál era el punto de siempre querer mantener distancia con él?
—Yo no puedo —susurró Misaki, zafándose del agarre de su mejor amiga—. No le he pedido permiso a mis tíos y se enojaran sino voy a casa. Lo siento.
—¡Bien, entonces solo su real alteza! —Tsukiku soltó a la pelirroja y se aferró al niño de cabello castaño grisáceo con ambas manos.
—Iré solo si dejas de tocarme. —Él también se zafó de su agarre, luciendo muy fastidiado incluso tras su cubre-bocas—. Y ya te he dicho que me llames Mijow. Ni por mi nombre ni por esos apodos raros de la realeza. Mijow. Dime solo Mijow. No te he dado permiso para llamarme de otra forma.
—Agh, que mandón eres. —Tsukiku rodó los ojos, antes de despedirse de Misaki y entrar al auto de Chrome, sentándose atrás junto con su amigo—. ¿Por qué hoy no vino mi mamá, tío? —preguntó la mocosa una vez Chrome puso el auto en marcha—. ¿Y por qué mi viejo está aquí?
—Tu mamá tenía un asunto importante en el orfanato que dirige, o algo así. Y Senku está aquí porque yo estaba terminando la clase cuando la gorila me llamó y quiso venir.
—Oye, no le digas así a mi mamá —se quejó Tsukiku.
Senku apenas los escuchó, concentrado en pensar en eso del orfanato.
Kohaku le había mencionado que fundaron un orfanato juntos y que ahora ella era la principal directora, y la verdad le daba curiosidad ver qué tanto hacía allí.
—¿Vas a dejarla en el orfanato ahora? —inquirió Senku a Chrome.
—Eh, sí, eso me dijo que hiciera.
—¿Es el orfanato donde vivo? —preguntó Mijow Yok de pronto, haciendo a Senku mirarlo con sorpresa.
—Sí, ese, pero... ¿sigues viviendo allí? —Chrome aprovechó un semáforo para mirar con curiosidad al niño pre-adolescente—. Pensé que ahora vivías con tu hermana o algo así.
—Mudé algunas cosas a la casa de mi hermana y a veces me quedó con ella, pero oficialmente sigo viviendo en el orfanato —murmuró el mocoso, con completo desinterés en sus ojos color verde lima.
—Solo por terco —susurró Tsukiku en voz baja, pero lo suficientemente alta para que todos la oyeran y se ganara una mala mirada de Yok.
—Apreciaría que no te metas en mis asuntos personales, Ishigami.
—¿Qué no me meta en tu espacio personal, dices? —Con una sonrisa malvada, Tsukiku se inclinó hasta que su hombro tocó el de Mijow.
—Eso no fue lo que dije y lo sabes. —El niño se alejó hasta presionarse contra la puerta del auto.
—¿Qué me acerque más, dices? —Ella volvió a pegarse a él, pasándole un brazo por los hombros también.
—¡Agh! ¡Ya deja de tocarme! —Él quitó su brazo con enojo.
—¡¿Qué te toque más, dices?! —Empezó picarle la cara con el dedo índice de su otra mano.
—Mocosos, ya dejen de pelear —mandó Senku con tono firme y mirada seria, aunque secretamente estaba feliz de que eso sonó muy típico-de-un-padre de su parte.
Desgraciadamente, su mocosa no le hizo mucho caso que digamos.
—¡Tu padre te dijo que me dejes! ¡Déjame! ¡Suéltame y que sea ahora! —gritoneó Yok.
—¡Qué mandón eres!
—¡No lo sería si me dejaras en paz!
—¿Qué no tengo autoridad sobre esta niña? —Senku sintió varias venas hincharse en su frente.
—Amenázala con la gorila, eso siempre funciona —comentó Chrome tranquilamente, imperturbable ante el escándalo de los dos mocosos pre-adolescentes.
—Tsukiku, detente en este instante o le diré a tu madre —volvió a regañar, con voz más fuerte y autoritaria.
Eso la detuvo de picarle la mejilla y las costillas a su amigo de forma casi instantánea.
—Ni siquiera estaba haciendo nada —se quejó ella, volviendo a su lugar y permitiéndole al otro niño respirar tranquilo.
Senku volvió la vista al frente, sonriendo satisfecho de haber ejercido su autoridad sobre su engendro.
Luego de un rato, volvió a escuchar a los mocosos discutir y su sonrisa se deshizo.
¡¿Por qué los niños eran tan molestos?!
Estuvieron discutiendo el resto del viaje, hasta que Chrome finalmente aparcó delante de un enorme edificio que parecía abarcar dos manzanas de largo, el área central parecía tener solo cinco pisos, luego escalaba a tener diez pisos, y en las esquinas alcanzaba los quince pisos, pero por lo demás la mayoría parecía ser de diez pisos de largo, al menos por lo que alcanzaba a ver, porque el lugar era realmente muy grande. Los edificios eran de color verde suave y los techos de un tono más marrón rojizo. El sitio tenía grandes ventanas y había paneles solares y algunos mini-molinos de viento adheridos aquí y allá en los techos y paredes. Todo parecía limpio y bien cuidado, y había niños pequeños jugando a hacer muñecos de nieve en el jardín delantero, supervisados por un par de mujeres sonrientes.
Bajaron y Senku de inmediato se quitó su bufanda y la envolvió alrededor del cuello de su hija, sin confiar demasiado en el uniforme escolar de invierno.
—Esto abriga más de lo que crees, viejo —le dijo su mocosa, adivinando sus pensamientos.
—Mejor asegurarse. —Hizo un moño no muy ajustado con la tela y finalmente la soltó y caminaron para adentrarse en el lugar.
—¡Oh, Senku-sama! —Las mujeres que estaban con los niños jadearon de alegría al verlo—. ¡Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que vino, señor! —Hicieron una profunda reverencia.
—¡Oh, es el Dr. Stone! —gritó un niño, señalándolo.
—¡Es Senku-sama!
—¡Senku-sensei!
De pronto, todos los mocosos corrieron a rodearlo y saltar y correr a su alrededor, poniéndolo un poco incómodo.
—¿No que Whyman era el Dr. Stone? —le susurró a Chrome.
—También te dicen así a ti —respondió su amigo, riendo.
—¡Oigan, mocosos! —Tsukiku se metió entre los niños y se abrazó al brazo de Senku—. ¡Es mi padre, no el suyo! ¡Largo, largo! ¡Vayan a seguir jugando!
—¡Eres tan mala como siempre, Tsuki-nee-chan! —Los niños solo se rieron, pero se alejaron de todos modos, o al menos la mayoría, un par de niñas se quedaron mirándolos todavía.
—¿Vienen a ver a mamá Kohaku? —preguntó una niñita.
—Sí, ¡y es mi mamá, no suya! —Tsukiku les sacó la lengua, pero las niñas de nuevo se rieron de ella.
—¿Entonces todavía la quieres, papá Senku? —indagó la misma niñita, con ojos ilusionados—. ¿No se van a separar?
—¿Eh? —Senku se quedó mudo.
—U-ustedes... —Tsukiku palideció de pronto, antes de fruncir profundamente el ceño—. ¡Ya les dije diez billones de veces que es MI papá, no suyo! —De pronto corrió hacia ellas, que chillaron y salieron corriendo, carcajeándose.
Senku no pudo evitar sonreír al verla correr con los brazos extendidos, tratando de atrapar a las niñitas que no dejaban de gritar que "Tsuki-nee-chan" era muy mala.
—Esa mini-gorila. —Chrome se rio, divertido—. Siempre ha sido muy celosa contigo y con la gorila, por eso siempre se pelea con sus primos, también. Tan agresiva como la madre, en eso salió a ella.
—¡WAAAAAA, me atrapó! —Una de las niñas fue a parar a los brazos de Tsukiku, que de inmediato empezó a reír como psicópata y le enterró la cabeza en la nieve.
—¡WAAA! ¡Sálvame, Yok-nii-chan! —La otra niña corrió hasta Yok que, con todo y su expresión indiferente, la cargó en brazos y se la subió a un hombro, dejándola abrazarse a su cabeza sin ninguna expresión.
—¡Oye, ya les dije que no involucren a su majestad en esto! —reclamó Tsukiku mientras se acercaba arrastrando a la otra niñita que no dejaba de lloriquear—. Su alteza, no hagas esto más difícil y entrégamela.
—Tú no me ordenas —masculló el niño mafioso.
—Claro, nadie le dice a la realeza qué hacer —Ella rio secamente—, pero en serio, les tengo que enseñar una lección a estas dos.
—Ya déjalas, no lo volverán a hacer —dijo, y la niña en su hombro asintió rápidamente.
—¡Ja, claro que no! No cuando acabe con ellas. —Extendió una mano hacia la niña, que tembló.
Yok tomó su muñeca y Tsukiku soltó a la otra niña e intentó quitarle a la que tenía con su mano libre, pero el chico alcanzó a capturar esa muñeca también.
—¡UGH, suéltame!
—No puedo ganarte corriendo, pero no me ganarás en fuerza. —La miró con superioridad.
—¡No me hagas patearte donde te duele!
—No me hagas cargarte también.
—¡No te atreverías! —Lo miró con odio, acercándose un paso más a él, desafiándolo con la mirada.
Senku los observó con confusión, Chrome con resignación, y la niña que había comido nieve los miró sonriendo de pronto.
—¡¿Se van a besar?! —preguntó, emocionada.
—¡¿QUÉ?! —gritaron Senku, Tsukiku y Yok, que soltó de inmediato a la chica y se alejó unos buenos cinco metros de ella.
—Ya, suficiente, vayan a jugar con los demás y no molesten a los Ishigami o ya no van a querer volver —mandó Yok mientras bajaba a la niñita de su hombre.
—Ow, está bien. —Aprovechando que estaba inclinado, la niñita le dio un beso en la mejilla (o en el cubre-bocas más bien) a Yok, antes de correr hacia la otra y tomarla de la mano, llevándosela a jugar con los demás.
Tsukiku hizo una mueca de molestia mientras las observaba irse.
Senku hizo una mueca de molestia mientras observaba al mocoso acercarse a su hija otra vez.
—¿Van a entrar o qué?
—Cada vez que vengo al orfanato con ustedes siempre pasa algo loco —comentó Chrome, riendo para sí mismo—. Ya, vamos a la oficina de Kohaku, debe estar allí.
—Yo mejor me voy a mi habitación —murmuró Mijow apenas entraron al orfanato.
—¿No le dirás ni hola a mi mamá, bastardo? —preguntó Tsukiku secamente.
—Pensándolo bien, iré a saludar.
Senku maldijo al mocoso mentalmente, pero prefirió no decir nada.
Caminaron por los pasillos y absolutamente todos a los que se cruzaron los saludaron con mucho ánimo, en especial a Senku, que aparentemente no iba al lugar en un largo tiempo.
No pudo evitar preguntarse si fue por estar en coma o por otra cosa, así como tampoco podía evitar recordar lo que preguntaron las niñitas antes de que Tsukiku empezara a perseguirla. De hecho, incluso Akabane-sensei había dicho algo al respecto.
¿Acaso era verdad? ¿Kohaku y él tenían planeado divorciarse antes del coma y la amnesia?
Un leve dolor de cabeza lo hizo decidir dejar de pensar en eso, al menos no ahora. Si le daba un ataque de seguro le prohibirían hacer este tipo de salidas otra vez.
Llegaron a la oficina de Kohaku y, sorprendentemente, la encontraron vacía.
—Eh... —Chrome sacó su celular y marcó unos números—. Oye, gorila, ya estoy aquí con tu hija, ¿dónde estás?
—¡NO SOY UN GORILA! —El grito de Kohaku sonó tan fuerte que todos pudieron oírlo incluso aunque el celular de Chrome ya no estaba en alta voz. Luego le dijo algo más en voz normal que ya no pudieron oír, y de hecho Chrome tampoco, porque el grito casi lo deja sordo.
—¿Me repites eso? —preguntó, todavía frotando su oído—. ¿Patio trasero del edificio central? Ok, vamos allá.
Volvieron a caminar y Senku fue saludado por más y más gente, y empezó a notar con curiosidad que muchos de los niños tenían cicatrices de petrificación.
¿Serían todos niños que no pudieron encontrar a sus padres? ¿Niños cuyos padres se rompieron? ¿Entonces por qué los revivieron tan pronto? ¿Cuál era el plan de despetrificación masiva que tenían actualmente? Luego le preguntaría a Tsukasa o Ukyo, ellos de seguro lo sabrían.
Una vez en el patio trasero, vieron rápidamente a Kohaku, rodeada de gente, pero fácilmente reconocible por su llamativo cabello rubio. Ella también los vio, y se quedó boquiabierta al ver a Senku allí también.
—¡¿S-Senku?! —Se acercó a él con la mandíbula floja—. ¿Qué haces tú aquí?
Chrome empezó a explicarle que escuchó su llamada y lo sobornó para ir, pero Senku no les prestó mucha atención, mirando atentamente a cierto algo que Kohaku tenía en brazos. O alguien más bien, porque allí, en brazos de su esposa, había un bebé.
Bueno, apenas y sí era un bebé, parecía de un año y medio o quizás dos años. Tenía piel morena y grandes ojos anaranjados. Estaba envuelto en muchas mantas y tenía un gorrito con orejas de osito del cual debajo se asomaba un flequillo color castaño oscuro, pero con las puntas rubias. Era un bebé bastante adorable, pero parecía asustado.
—Oh, qué lindo. —Chrome se inclinó hacia el bebé, sonriéndole—. ¿Esta es la emergencia que mencionaste?
—Emm, sí —contestó Kohaku, apenas logrando quitarle los ojos de encima a Senku—. Lo rompieron por error cuando era una estatua así que decidieron despetrificarlo rápido para no correr el riesgo de que se erosionaran sus pedazos, y ahora estamos intentando ver si coincide con las descripciones de los padres que buscan a sus hijos, pero no tenemos suerte. Además, parece tener mucho miedo.
—¿Qué harán si no encuentran a sus padres? —preguntó Tsukiku, luciendo un poco incomoda de pronto.
—Pues se tendrá que quedar en el orfanato, pero no tenemos muchos bebés justamente por la política de no despetrificarlos por ahora mientras no encontremos a sus familiares, así que tendremos que llamar a varios expertos para asesorarnos y hasta que lleguen —Tomó aire— ya me comprometí a cuidar a este bebé yo misma.
—Ja, lo sabía, siempre haces lo mismo. —Tsukiku infló una mejilla caprichosamente.
—¿Y a ti qué? —preguntó Senku.
—No me gustan los bebés. —Cruzó los brazos, con una mueca—. ¿Recuerdas a las dos de hace rato? Mamá también se ofreció a cuidarlas en su momento, cuando eran bebés, tú te la pasabas viajando así que más o menos te libraste de eso, pero a mí siempre me arrastraba a ayudarla. Y eran muy molestas.
—Si te refieres a Yumiko y a Yukimi, ya te he dicho que no hables así de ellas. —Kohaku la miró con reproche.
—¿Y cómo es eso de qué cuidarás de este bebé? —indagó Senku, algo preocupado, porque si Kohaku adoptaba un mocoso eso automáticamente lo volvería su responsabilidad también, siendo esposos.
—Solo hasta que lleguen personas verdaderamente capacitadas para cuidarlo aquí en el orfanato —aseguró Kohaku, sonriendo nerviosamente—. Solo serían unos días.
Senku soltó un suspiro disimulado.
—Senku-sensei, cuánto tiempo. —Una anciana de las que habían estado rodeando a Kohaku se acercó de pronto—. Te extrañábamos por aquí, también los niños. Deberías venir más seguido ahora que te recuperaste de estar hospitalizado.
—Ah... Sí, claro. —Asintió, esperando que nadie se diera cuenta de que no tenía idea de quiénes eran todas estas personas.
—¡Nada de excusas! —De pronto, oyeron gritos femeninos muy agudos y enfadados y todos voltearon, viendo que al patio estaban llegando una mujer mayor y un niño como de la edad de Tsukiku—. ¡Estoy harta de que llegues tarde! ¡Si vas a inscribirte en las clases extra respeta los horarios, jovencito! —De pronto, la mujer notó que todos ellos la estaban viendo y se puso roja, dejando de gritarle al mocoso y acercándose a ellos nerviosamente, jalándolo con ella—. ¡Senku-sama, Kohaku-sama, qué bueno verlos!
—¿Y yo estoy pintado o qué? —susurró Chrome por lo bajo, ofendido.
—Tsukiku-chan, hola. —El niño que había estado siendo gritoneado antes de pronto se acercó a su mocosa—. Ha pasado tiempo.
—Ugh, Xhio. —Tsukiku hizo una mueca de profundo desagrado.
—Xhio. —Mijow Yok también miró con antipatía al chico levemente más alto que él y Tsukiku (que era como un centímetro más alta que Yok, ahora que lo notaba).
—Veo que me extrañaron. —Sonrió relajado, antes de mirar a Kohaku—. Oh, hola, Kohaku-sa... —Se calló de pronto, mirando al bebé en brazos de la mujer rubia.
—Hola, Xhio. —Kohaku le sonrió alegremente, antes de ladear la cabeza—. ¿Todo bien?
—Contéstale a la fundadora cuando te habla, jovencito. —La cuidadora recién llegada le dio un zape en la nuca al tal Xhio, pero él no le hizo ni caso.
Xhio estaba mirando fijamente al bebé en brazos de Kohaku que, de hecho, también empezó a verlo.
Senku miró del uno al otro, curioso, y de inmediato se dio cuenta de lo que estaba pasando allí.
En Japón no había mucha gente con piel morena, y Xhio era igual de moreno que el bebé en brazos de Kohaku, y tenía los mismos ojos anaranjados. Su cabello era largo hasta la mitad de la espalda y tenía un flequillo desmechado similar al del bebé, y también era castaño con las puntas rubias.
—Oh, por Dios... —La cuidadora de Xhio se quedó boquiabierta al mirar desde el niño hasta el bebé—. ¿Es... Zhio?
—¿Zhio? —Kohaku miró a la cuidadora—. ¿A qué te refieres, Chia-san? ¿C-conoces a este bebé?
—Es mi hermano —soltó Xhio, boquiabierto—. ¡Es mi hermano gemelo!
—¡¿EEEEEEH?! —gritó Chrome—. ¡¿P-pero tú no tienes como catorce años o algo así?!
—A nosotros nos despetrificaron hace doce años —murmuró la tal Chia, acercándose al bebé con una sonrisa temblorosa—. Lo busqué por todas partes... Ellos eran inseparables, por eso te ves tan triste, ¿no es así, pequeño? —Se arrodilló en la nieve, tendiéndole los brazos al bebé—. Ya estoy muy vieja, pero... ¿me recuerdas? Yo solía cuidar de ustedes desde que llegaron a mi orfanato, desde que perdieron a sus padres...
De pronto, a ese bebé que había estado tan serio y triste se le iluminaron los ojos y le tendió los brazos a la tal Chia, que rio mientras lágrimas le salían de los ojos. Lo tomó en brazos y lo abrazó contra su pecho, sollozando levemente.
—¿Nii? —Soltó el bebé de pronto, mirando a todas direcciones.
—Me está llamando, ¿no? —preguntó Xhio, con ojos tristes—. No me va a reconocer ahora... ¿verdad?
—Cariño... —Chia ahora lo miró con puro amor y compasión, pero Xhio solo suspiró y sonrió, negando con la cabeza.
—Está bien... La petrificación les quitó mucho a muchas personas —murmuró por lo bajo—. Ya tuve que crecer toda mi vida sin mi otra mitad, sintiendo que algo me falta... Pero no dejaré que eso le pase a mi hermano —afirmó, apretando los puños—. No ahora, pero... Algún día me reconocerá. —Sin más que decir, de pronto salió corriendo.
—¡Xhio, espera! —Chia quiso correr tras él, pero de pronto volteó a ver a Senku y Kohaku—. Mis señores, sé que hay papeleo necesario que hacer ahora, pero...
—Está bien, yo me encargó. —Kohaku sonrió tristemente—. Ve con él.
La mujer asintió y se marchó, llevándose al bebé.
—Así que el pobre bebé ya era huérfano incluso antes de la petrificación —murmuró la anciana de antes, sonriendo con tristeza—. Bueno, es el caso de muchos pequeños aquí en el orfanato.
—Quién lo diría —susurró Tsukiku de pronto, acercándose a Yok—. Xhio tiene corazón, después de todo...
—No es momento para bromas. —Yok la miró mal—. Una niña mimada que nació en este mundo como tú nunca entenderá lo mucho que la petrificación puede quitarte.
—Agh, ¿sigues enojado porque te llamé terco antes? —Rodó los ojos.
—No tienes derecho a opinar sobre mi familia —dijo fríamente, antes de comenzar a alejarse—. Fue bueno verla, Kohaku-san, con permiso —murmuró, para luego irse en dirección a otro edificio.
—Tsk, idiota. —Tsukiku de pronto se marchó pisoteando de regreso al edificio del que vinieron.
—¿A dónde vas? —preguntó Kohaku.
—Vas a hacer papeleo, ¿no? Te esperaré en la recepción.
Senku alzó una ceja.
—Iré con ella —le dijo a su esposa.
Ella pareció querer decirle algo, pero de pronto vio que todavía estaban muy rodeados de gente y asintió, a lo que Senku no perdió tiempo y fue tras su mocosa. Chrome lo siguió, muy a su pesar.
—Espero que no quieras quedarte mucho —habló Chrome—. Ya que Kohaku se va a tardar con el papeleo, es mejor que yo te llevé de regreso con Tsukasa.
—Bien. —Mejor así, la verdad no tenía muchas ganas de confrontar a su esposa ahora mismo—. Solo dame unos momentos con mi mocosa.
—Ok, pero no creo que sea buena idea, siempre se pone irritable cuando se pelea con ese noviecito suyo.
—¡No es su novio! —le gruñó, indignado.
—Solo bromeaba. —Se rio por su reacción tan exagerada.
Llegaron a la recepción, el lugar por el que habían entrado, y Senku rápidamente encontró a su hija acurrucada en un asiento, abrazada a sus rodillas con el rostro retorcido en una mueca de pura ira.
Se sentó a su lado y Chrome se sentó en la otra punta para darles algo de espacio.
—Me sorprende que ese mocoso mafioso engreído sea tu amigo —murmuró, recostándose en su asiento y cruzando una pierna sobre la otra.
—Bueno, es más amigo de Misaki que mío —susurró ella, con voz reacia—. Yo fui quien encontró su estatua, ¿sabes?
—¿La de Mijow? —Se sorprendió.
—Ajá. —Asintió, posando el mentón en la punta de una de sus rodillas—. Estaba haciendo... algo con mis amigos y encontramos su estatua, le di en la cara con una pala. —Rio brevemente, con ojos nostálgicos—. Tenía formula de despetrificación conmigo, así que lo despertamos. Desde el primer momento nos llevamos mal. —Bufó—. Es muy mandón y siempre se cree mejor que yo, no lo toleró. Solo tenemos en común el kendo y que nos gusta reparar cosas, por lo demás solo nos une Misaki. Siempre peleamos cuando ella no está cerca.
Senku frunció el ceño, pensando en qué decir.
A pesar de que ella decía no tolerarlo, parecía afectada o por lo menos molesta de haberse peleado con ese mocoso arrogante.
—Los dos tienen carácter, eso se nota. —Su mocosa había sacado el carácter de su madre—. Aun así... —Tomó aire, odiando tener que decir lo que iba a decir—, he visto que te preocupas por él y parecen conocerse bien. Creo que son buenos amigos, y los amigos a veces se pelean, es normal.
—Tú nunca te peleas con tus amigos —murmuró ella, mirándolo atentamente con sus ojos azules.
—Créeme que le gritó a Taiju, Ryusui y Gen más de lo que es necesario a veces. —Rio para sí mismo—. Solo que no veo el punto en discutir o guardar rencores, es una pérdida de tiempo, aunque con tu carácter de leona probablemente no pienses lo mismo.
—No tengo tan mal carácter. —Le sacó la lengua, bajando sus piernas de la silla y empezando a balancear sus pies, que no llegaban del todo al suelo—. Creo... Creo que sí me pasé esta vez —confesó de pronto, en voz tan baja que casi no la escuchó—. Es que... su hermana es un tema muy delicado para él...
Senku sonrió suavemente, aventurándose a posar una mano en su hombro en señal de apoyo.
—Para ser justos, él no debió decirte niña mimada. —Aunque era algo muy cierto, siendo honestos.
—¡Ja! Claro que no debió. —Alzó la barbilla tercamente—. De todos modos, a veces siento que él... —Se calló de pronto, notando algo por el rabillo del ojo y volteando hacia la puerta.
Senku siguió su mirada, notando que una mujer rubia estaba entrando al lugar. Lo primero que llamó su atención fue que era una mujer muy alta, más alta que él, debía medir como un metro ochenta. Era muy delgada y pálida. Lo segundo que llamó su atención fueron sus ojos, que eran color verde lima, el mismo tono de ojos que del mocoso que había hecho enojar a su niña.
—¡Oh! —La mujer volteó hacia ellos de pronto—. ¡Tsukiku-chan, Senku-san! —Se acercó a ellos, sonriente.
—¡Shiky! —Tsukiku se puso en pie de inmediato, sorprendida.
—Eh, ¿y tú quién eres? —Chrome se acercó de inmediato, desconfiado.
—Oh, no nos habían presentado. —La mujer alta sonrió—. Soy Mijow Shiky.
—¿Mijow? Ah, ¿eres la hermana del amigo de Tsukiku?
—Ajá. —Sonrió alegremente—. Qué sorpresa verlos por aquí. ¿También vienen a visitar a mi Onii-chan?
—¿Onii-chan? —preguntó Chrome—. ¿Por qué le dices así a tu hermano menor?
—Oh, en realidad yo soy la hermana menor. —Rio nerviosamente—. O lo era, cuando nos petrificaron él tenía diez y yo seis, pero me despetrificaron mucho antes. Ahora soy mucho mayor, pero sigue siendo mi Onii-chan. —Sonrió con dulzura.
—De todos modos, no vinimos a visitarlo —masculló Tsukiku—. Mi mamá está aquí así que me trajeron a verla y él vino conmigo.
—Entiendo, ¿y Misaki-chan?
—No está aquí hoy —contestó Tsukiku, con una mueca.
—Hmm. —Shiky miró a su rostro con gesto analítico—. ¿Volvieron a pelearse o algo?
—Más o menos. —Tsukiku suspiró largamente.
—Se toma lo de jalarle el cabello a la niña linda demasiado literal —susurró la mujer, antes de sonreírle nerviosamente—. Me aseguraré de decirle que te pida perdón pronto. Ya lo conoces, siempre ha sido muy gruñón. Será mejor que vaya a buscarlo ahora, mi hija nos está esperando en casa.
¡¿El niño mafioso tenía una sobrina?! Eso sorprendió a Senku, pero prefirió no preguntar porque de seguro la tal Shiky no sabía de su amnesia.
Shiky se despidió y se fue, y Senku finalmente pudo preguntarle un par de cosas a Tsukiku.
—Si su hermana es mayor técnicamente, ¿por qué no vive con ella en vez de en el orfanato? —Eso era lo que más le daba curiosidad.
—Ya lo dije, por terco. —Bufó—. Aunque no debería haberlo dicho, su real alteza se pone muy sensible con ese tema. ¡Pero es que es ridículo! ¡Él es totalmente ilógico! ¡No lo entiendo ni un milímetro! Misaki es la única que lo entiende, deberían darle un premio por aguantarlo, también, yo no puedo. —Volvió a bufar, abrazándose a sus rodillas otra vez.
Senku no pudo evitar encontrar su malhumor un poco adorable y aprovechó la oportunidad para pasarle un brazo por los hombros. Por suerte, ella no se quejó, todo lo contrario, se apoyó en él, viéndose un poco más relajada.
Por primera vez, Senku sintió que estaba haciendo un trabajo al menos decente como padre, reconfortando a su pequeño engendro irascible.
Se sentía bien.
Fue así como Kohaku los encontró, cuando Chrome ya estaba casi durmiéndose por no querer interrumpir a padre e hija.
—Terminé con el papeleo —dijo Kohaku—. No era necesario que me esperaras, Senku, pero asumo que tienes algo importante que decirme, entonces.
—De hecho, no. —Encogió los hombros y Kohaku se fue de espaldas—. Vine más para ver a la mini-leona. —Y a ella también, aunque apenas la vio.
Solo quería pasar más tiempo con las dos. Eso era todo lo que quería.
Sintió la mirada de Tsukiku clavada en su rostro y volteó a verla con curiosidad.
—¿Qué tienes? ¿Tienes frío o te pasa algo? —La abrazó más contra él.
—N-nada de eso. —Se alejó, haciéndolo sentir algo decepcionado—. Será mejor que nos vayamos.
—Gracias al cielo, tengo muchas cosas que hacer. —Chrome bostezó, dirigiéndose a la salida.
Tsukiku siguió a su tío rápidamente, dejando a Senku y Kohaku más atrás.
Ellos intercambiaron una mirada, antes de avanzar hacia la salida.
Sin embargo, antes de caminar mucho más, Senku se detuvo y Kohaku volteó a verlo con extrañeza.
—Dos semanas —le dijo.
—¿Qué? —Ella no lo entendió para nada.
—En dos semanas regresaré a casa —afirmó, sorprendiéndola—. Dijeron un mes, en dos semanas se cumplirá.
—Cuatro semanas no son un mes, treinta días lo son —señaló secamente.
—El término "mes" depende del momento del año en el que se lo utilice, puede ser treinta días, o puede ser veintiocho, que son los días de febrero. Y ustedes me sentenciaron a un mes fuera de casa cuando todavía era febrero. —Sonrió altaneramente.
—Da igual un par de días más o días menos, volverás cuando Chrome y la Dra. Mironi crean que estés listo. —Cruzó los brazos.
—Estaré listo —aseguró, sin un ápice de duda.
—¿Por qué quieres volver tan pronto? Estás muy bien en casa de Tsukasa —habló cabizbaja—. Y la última vez que nos vimos, yo... —Se mordió el labio, seguramente recordando lo raro que actuó al llevarlo de regreso con Tsukasa el fin de semana.
Senku había estado pensando mucho en eso, pero había llegado a la conclusión de que debía ser cualquier cosa menos lo del estúpido infiltrado.
Si Kinoeda pudiera controlar a Kohaku de alguna forma, tendría el acceso a lo más valioso para él: su familia.
Si pudiera controlar a Kohaku, tendría acceso a Tsukiku, que era mayormente protegida por su madre. Y Kinoeda había hecho un despliegue de poder absurdo para tratar de secuestrar a Tsukiku mientras se quedaban con el Dr. Tek, lo cual no tendría sentido si Kohaku fuera su aliada.
Si Kohaku fuera la infiltrada, Kinoeda podría robarse el tesoro más precioso de Senku: su hija, su mini-leona. Sería un game over inmediato. Senku sabía que daría lo que sea si era la vida de su pequeña leona malcriada lo que estaba en juego, no necesitaba recordar todo para darse cuenta de eso.
No sabía por qué Kohaku se había puesto tan a la defensiva con el tema, pero lo averiguaría sin desconfiar de ella, al menos no en ese sentido. Y todavía quería estar cerca de ella, en todos los sentidos.
—Quiero estar con ustedes. —Sonrió al responder lo que le preguntó—. Me importa una mierda los nanobots o lo que tengan planeado para mí. En dos semanas regresaré a casa. —Se acercó a ella, que lo miró boquiabierta—. Y... —Rodeó su cintura con ambas manos y la acercó a su cuerpo—. Todavía pasaremos el sábado juntos, ¿verdad? —Ella se sonrojó de golpe y, aunque dudosa, asintió.
Complacido, se inclinó para besarla, hasta que Tsukiku entró para gritarles que se apresuraran.
Agh, paternidad. No era nada sencillo.
Continuará...
Holaaaa :D
Me volvieron a dar ganas de actualizar esta cosa xD
Solo porque sí xP Y porque ya se acerca una parte q desde hace mucho tiempo tengo ganas de escribir *o*
Diez billones de puntos para el q haya reconocido de dónde son Xhio y Zhio OwO
Son mis OCs, claro, pero ya habían aparecido en otro fic ;D Alguien los reconoció? OuO
Bueno, ojala q este cap les haya gustado!
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro