Miedo
Una vez más, Senku fue despertado por el celular de Kohaku, que gruñó y se acurrucó en su pecho, decidida a ignorar la llamada, a lo que él rodeó su cintura con un brazo y quiso volver a dormir.
Para mala suerte de ambos, el celular volvió a sonar y los dos abrieron los ojos con pesadez.
Kohaku frotó su ojo con letargo, antes de estirar su brazo para tomar su celular.
—¿Hola? —contestó con fastidio, que de inmediato desapareció y fue reemplazado por una sonrisa resplandeciente al escuchar la voz al otro lado—. Oh, buenos días, hijita. ¿Estás en casa de tus tíos? —Apartó el celular de su oreja y puso el altavoz.
—Sí, no contestabas el celular ayer, no quiero saber porqué, así que me llevaron con ellos. —Se escuchaba asqueada, probablemente adivinando el motivo de su ausencia.
—¿Tsukasa está contigo, verdad? —El gesto de Kohaku cambió a ser de preocupación.
—Sí, él, tío Kinro, tío Ginro y también tío Matsukaze. Oh, el abuelo Kokuyo y el abuelo Kaseki también están, preguntan cuándo podrán ir a visitarnos a nuestra casa.
—Tu padre y yo podemos ir allá luego de desayunar, y te traeremos a casa después del almuerzo. —Kohaku se relajó al escuchar que su hija estaba rodeada de guardias—. ¿Eso está bien para ti, bebé?
—Claro, pero no soy un bebé, mamá —se quejó resignada—. Entonces les diré a todos que vienen dentro de un rato, ¿puedo decirle al tío Tsukasa y los demás que ya pueden irse? Si ya van a venir y de todos modos Reimi está conmigo.
—Ja, no, mientras más tiempo se queden mejor —se negó de inmediato—. Nos vemos en un rato y hablamos allá, ¿ok?
—Ok. —Suspiró, descontenta—. Nos vemos.
—Nos vemos, te amo —volvió a hablar alegremente.
—También yo.
Colgaron y Kohaku se sentó en la cama, acomodándose el cabello con los dedos mientras Senku la miraba con curiosidad.
—¿No eres demasiado sobreprotectora con la niña? —preguntó, sentándose con cansancio.
—¡JA! Lo dices porque no recuerdas lo sobreprotector que TÚ eras con ella. —Rió de buena gana—. A tu lado parezco la madre más irresponsable del mundo.
—Nunca creería que una leona pudiera descuidar a su cachorra así que esa analogía no es de mucha utilidad. —Sonrió maliciosamente, ganándose que ella le arrojará una almohada en la cara con fuerza suficiente para arrojarlo fuera de la cama, de cara en el suelo.
—¡No nos digas leonas! —Se puso en pie y se acercó a su armario, buscando ropa nueva para el día—. Prepárate, debemos desayunar e ir por nuestra hija.
—¿Te ducharás primero? —Él agarró el primer pantalón y camisa que encontró, para luego sonreír ladinamente—. O siempre podemos bañarnos juntos, por supuesto.
—¡Pervertido! —Lo miró boquiabierta—. Es increíble lo rápido que pierdes la vergüenza. Ja, aunque dudo que alguna vez la hayas tenido. —Sonrió resignada.
—Me sorprende que tú aún tengas vergüenza. —Se acercó a ella lentamente—. Parecías haberla olvidado por completo anoche. —Posó sus manos en su cintura
Ella pareció querer protestar, pero su queja murió en sus labios en cuanto Senku la jaló hacia él, pegando sus pelvis.
Se quedaron mirando un buen rato, hasta que se lanzaron a besarse casi al mismo tiempo, fundiendo sus bocas en una sola con desenfreno y salvajismo. Seguían desnudos y no les hubiera costado nada repetir lo de anoche... pero entonces el celular de Kohaku volvió a sonar una vez más.
Ambos gruñeron, mirando al celular con profundo resentimiento.
Kohaku tuvo que contestarlo, aunque de mala gana.
—¿Hola? —Sus ojos se ampliaron al escuchar la voz al otro lado—. Oh, Juli-chan... quiero decir, Akabane-sensei, ¿pasa algo? —Hizo una pausa para escuchar y entonces palideció—. ¿En serio te dije que vengas hoy? ¡¿Ya estás en camino?! Como lo siento. —Suspiró—. La verdad es que comeremos fuera, pero puedes desayunar con nosotros si quieres —propuso amablemente, ignorando la mueca de frustración de Senku, que aún lamentaba la interrupción y ahora además sabía que no podrían retomarlo donde lo dejaron—. Muy bien, te estaremos esperando, entonces. —Se despidió y colgó.
Al final tomaron turnos para bañarse y bajaron justo a tiempo para recibir a la profesora de idiomas de la mocosa, que los saludó alegremente.
—En verdad lamento mucho haberte hecho venir. —Kohaku se disculpó otra vez mientras se sentaban en la mesa—. Debí decirte el cambio de planes, pero... me distraje.
—Sí, los dos tienen caras de distraídos. —Rió con picardía—. Me sorprendió no verlos en el evento de ayer. No fui, pero lo vi por televisión. El cantante Myuji-senpai presentó el evento solo en vez de al lado de ustedes dos como todos los años. La prensa estuvo atosigando con preguntas a la pobre Tsukiku-chan, pero ella es buena manejándolos, aunque la sigan tachando de niña arrogante y malcriada. —Tomó asiento y su gato Sebastian brincó a su regazo—. Pero no puedo evitar preguntarme... ¿por qué no fueron anoche?
—Ya todos saben que Senku se está tomando un tiempo de su trabajo, la prensa y todo después de despertar del coma. —Kohaku sonrió nerviosamente—. Es una recomendación médica, sigue un poco delicado.
—Oh, entonces esperó que no seas muy ruda con él, Kohaku-chan, no vayas a romperlo. —Ambas rieron a carcajadas, mientras que Senku rodó los ojos—. Lo siento, lo siento. ¡Es solo que estoy tan feliz de que se hayan reconciliado! El año pasado estuve a un pelo de creerme los rumores de que iban a divorciarse al verlos tan distantes, ¡la gente hasta juraba que vieron a Senku redactar el contrato de divorcio con sus abogados! —Se volteó hacia él—. Hasta se estaban inventando que ibas a darle el 60% de tu fortuna a ella, que ibas a dejarle la casa, que te mudarías a América, que le cederías la custodia de tu hija, que ibas a...
—Akabane-sensei. —Kohaku la interrumpió con voz muy seria—. Por favor no estés diciendo esas cosas, sabes lo que opinó de los rumores.
—Lo siento. —Sonrió con nerviosismo. Senku se le quedó mirando fijamente, poniéndola aún más nerviosa y hasta sonrojándola un poco—. ¿P-pasa algo? Lo siento si habló de más, s-sé que son mis jefes y no quisiera faltarles al respeto ni nada. Me callaré, me callaré.
—No, todo lo contrario. —Sonrió amablemente para inspirarle confianza, mientras los rei-bots servían el desayuno—. Solo estaba pensando que me sorprende haberte dado la impresión de que era distante a mi esposa. ¿Puedo preguntar por qué?
Kohaku lo miró mal, obviamente consciente de que estaba intentando sacarle información a su invitada, pero antes de que pudiera pensar en una forma de cambiar la conversación la profesora habló:
—Bueno, ustedes son muy buenos disimulando, eso se los debo reconocer, pero hay cosas que se notan por más que se quieran ocultar. No se preocupen, es normal que las parejas peleen de vez en cuando, solo que me dio la impresión de que tuvieron una gran pelea por como se evitaban y sus miradas desanimadas, pero lo que más me llamó la atención fue Tsukiku-chan, claro. Los niños son los más sensibles, y ella no es tan buena disimulando. La pobre princesa estaba tan triste, siempre la notaba decaída, aunque bueno, fue mucho peor cuando caíste en coma ¿no te lo dijeron? —Lo miró curiosa al ver su gesto sorprendido—. Solo la vi un par de veces y ni atención pudo prestar a mis clases de lo deprimida que estaba, apenas y sí le hacía caso a Sebastián. —Acarició a su gato con cariño.
Senku iba a hacer otra pregunta, pero Kohaku le pisó el pie debajo de la mesa.
—¡Mierda!
—¡Oh, parece que tienes otros de tus dolores que son efectos secundarios del coma! —Fingió estar preocupada—. Será mejor que dejemos de pensar en cosas tristes o podrías empeorar. —Sonrió de forma amenazadora, claramente advirtiéndole que si seguía haciendo preguntas el próximo pisotón sería mucho más fuerte.
Senku decidió cesar sus intentos por ahora, y se dedicó a escucharlas hablar de cosas irrelevantes por los próximos veinte minutos hasta que acabaron de desayunar y la profesora al fin se despidió.
Apenas se fue, Senku volteó a ver a Kohaku con ambas cejas en alto.
—¿Alguna vez vas a explicarme qué diablos significa todo eso? No puedes negarme que es sospechoso. —Rascó su oído con fastidio.
—Te dije que solo fue una pelea estúpida. —Cruzó los brazos, apartando la mirada—. No quiero hablar de eso, al menos no por ahora. ¿Podrías darme tiempo? —Lo miró suplicante.
A Senku no le quedó de otra más que resignarse.
—Muy bien, muy bien.
Para compensarlo un poco, Kohaku lo dejó conducir hasta la casa de Chrome. Eso funcionó de maravilla para quitarle el mal humor. ¡Maldita sea que ser asquerosamente rico valía la pena! Aunque el auto fuera un cacharro para ese siglo, para el siglo XXI era una maravilla y le encantaba poder conducirlo a su antojo.
Llegaron a casa de Chrome y al salir del auto Kohaku frunció el ceño, mirando nerviosamente a los alrededores.
—¿Sucede algo? —Senku la miró con curiosidad.
—No... —Miró de un lado a otro una vez más, antes de sonreírle con tranquilidad—. No es nada. Entremos. —Lo guió hasta la entrada de la casa, donde fueron rápidamente recibidos por Chrome y Ruri.
Las hermanas se saludaron cariñosamente, y Chrome saludó con ánimo a Senku.
—¿Cómo se portó Tsukiku? ¿No hubo problemas? —preguntó Kohaku.
—Bueno, ya sabes cómo se llevan ella y Ruchiru... —Ruri rió nerviosamente.
—¡Explotaron mi ático por sus tontas competencias! ¡Será mejor que me paguen la mitad de los daños! —Chrome los señaló acusadoramente.
—¡No fue mi culpa! —Tsukiku se apareció de pronto, con gesto malhumorado—. ¡Él fue el que hizo explotar todo!
—¡Pero tú hiciste tu mezcla demasiado potente en primer lugar! —Chrome siguió mirándola mal.
—Pero tío. —Tsukiku cambió de estrategia y lo miró con ojos de cachorrita regañada—. Mi primo es mayor que yo, él debería haber tenido más cuidado, ¿no crees, tío?
—Ni creas que caeré en tu truco, los voy a castigar a ambos. —Chrome no se conmovió en nada y Tsukiku maldijo por lo bajo, antes de correr a abrazar a su madre.
—¡Mamá, te extrañe mucho! ¿Puedes decirle a mi tío que no sea malo conmigo? —Le puso los mismos ojitos y Kohaku cayó de inmediato, sonriendo con dulzura mientras la abrazaba protectoramente.
—Chrome, ¿y tú por qué no estabas vigilándola? ¡Pudo haberse lastimado! —le gruñó, haciendo a Chrome encogerse en su sitio.
Y luego decía que era él el que la malcriaba.
Senku decidió no decir nada y entraron a la casa debido a que ya no aguantaba estar bajo la nieve, y adentro se encontraron con Kokuyo y Kaseki, que lo dejaron con la boca abierta. ¡Sí que habían envejecido mucho!
Kaseki tenía su bigote y barba más largos, usaba un bastón y parecía un tanto más delgado. Tenía más de ochenta años ahora, y Senku sonrió con alegría al ver que aún parecía en buena forma. No quería ni pensar en que pudiera fallecer pronto.
—Oh-jo, me alegra finalmente poder verte, Senku. —Su voz ahora era más ronca y cansina, pero alegre—. ¿Imaginó que aún recuerdas a este viejo, verdad?
—Por supuesto que sí. —Rió entre dientes—. Aunque imaginó que ya no podré hacerte trabajar incansablemente. —Soltó una risa más alegre, acercándose a él.
—Oh, no lo creas, estas manos aún no son inútiles. —Alzó sus puños con orgullo por un momento—. Aunque mayormente me dedicó a enseñar a mis aprendices ahora. Ellos estarían encantados de trabajar contigo, cuando estén listos.
—No me dejan trabajar por ahora, pero cuando pueda estaré encantado. —Se volteó hacia Kokuyo—. Así que... ¿debo decirte suegro? —Rascó su oído con una sonrisa perezosa.
Kokuyo ya tenía su cabello recubierto de canas, igual que su barba, aparte tenía muchas más arrugas, pero seguía viéndose alto y fuerte, y lo miró con una sonrisa resignada.
—Nunca logré que me llamaras así, aunque bueno, no estaba muy feliz con su matrimonio al principio, pero fue un orgullo aceptarte como mi yerno. —Asintió solemnemente, antes de frotar su nuca con una sonrisa resignada—. Al menos esta vez el matrimonio duró más de cinco minutos. —Rió, antes de mirar cariñosamente a Tsukiku que seguía abrazada a Kohaku—. Y me diste a mi primera nieta, eso te lo agradeceré siempre. ¿Cómo va tu memoria? ¿Ya estás recordando más? ¿Lograste recordar más de tu hija? —Lo miró curiosamente.
—Solo algunos detalles. Nada en concreto. —Miró como Kohaku tomaba asiento junto a su padre—. Tampoco me dicen mucho al respecto.
—Tenemos que esperar la autorización de Maiko-sensei, por desgracia. —Kohaku bufó con disgusto al tener que mencionar a esa mujer.
—Mmm, esa mujer no me agrada —gruñó Kokuyo, descontento.
—Ni a mí —dijeron al mismo tiempo Senku, Kohaku y Tsukiku.
Chrome y Ruri se sentaron junto a Kaseki, y el científico castaño no tardó en preguntar por los avances que había hecho Maiko, a lo que Tsukiku se dedicó a explicarle todo respecto a los nanobots, con acotaciones de Senku y de Kohaku, a la que varios le recomendaron conseguir a otra persona para llevar el caso de su esposo.
—¿Pero quién mejor que ella en estas cosas? —Kohaku negó con la cabeza—. Solo la Dra. Mironi, y ya sabemos que está muy ocupada.
—¿Qué hay de su esposo? —propuso Chrome, llamando la atención de Senku—. Desde que dejó la física para convertirse en médico tengo entendido que se hizo un experto del cuerpo humano, seguro que el cerebro también entra en eso. Está por debajo de su esposa pero seguro que al menos debe igualar a Maiko, por lo brillante que es.
—¿No está con ella en la base lunar? —Kohaku se vio interesada, pero insegura.
—No, tienen una hija como de la edad de Tsukiku así que no podrían irse los dos. ¿Lo olvidas? —contestó con simpleza, antes de tensarse de pies a cabeza—. ¡Espera, espera, espera! ¡¿Por qué hablamos de esto frente a Senku?! ¡¿No que no debía enterarse de esas cosas?! —Los miró sudando profundamente.
—Maiko ya habló de más. —Tsukiku rascó su oído con irritación.
—¿Y qué más sabe? —entrecerró los ojos.
—Sé que lograron la tecnología de fusión nuclear y que ahora se produce en masa —dijo tranquilamente, esperando que Chrome mordiera el anzuelo.
—¡¿Qué?! ¡¿Cómo le dijeron eso?!
—Y también sé que...
—Tío, te está usando para confirmar sus hipótesis. —Tsukiku miró a Chrome con incredulidad.
—¡AH, bastardo! —Lo señaló con ira, a lo que Senku solo se rió.
Chrome definitivamente sería una fuente muy valiosa de información. Y todavía tenía el celular para contactarlo.
Tsukasa, Kinro y Ginro se acercaron para unirse a la conversación, mientras que Tsukiku se fue con sus primos.
Había algo que quería hablar con Tsukasa, así que le hizo una seña y él entendió al instante.
—Necesito hablar con Senku —le dijo a Kohaku sin tapujos, a lo que ella se sorprendió pero simplemente asintió y no puso queja mientras ellos se iban.
Salieron al jardín y se acercaron al estanque. Chrome tenía un jardín mucho más cuidado que el suyo, aunque eso probablemente fuera cosa de Ruri.
—¿Y sobre qué querías hablar? —preguntó el más alto una vez se pararon frente al estanque, observando los peces Koi.
—Respecto a esa llamada de Kinoeda. —Lo miró seriamente, llevando sus manos a su cintura con gesto pensativo—. Antes de eso, Ukyo y tú querían pedirme información, consideraban muy importante el hecho de que me hubiera borrado mi propia memoria. —Entrecerró los ojos—. Y hay algo que Kinoeda quiere de mí. Aparte, ustedes están empecinados en no dejarle saber que perdí la memoria. Me parece evidente a este punto que hay algo importante que yo tengo o que yo sé. Tal vez incluso esa cosa o información que tengo es parcialmente la razón por la cual me borré la memoria a mí mismo.
Tsukasa, que había estado escuchándolo en silencio, pensativo, de pronto lo miró con confusión al escuchar esa última oración.
—¿Parcialmente? —Ladeó la cabeza—. Senku, ¿qué otra razón pudiste haber tenido para borrar tu memoria, si no fue para burlar a Kinoeda? —Ahora él lo miró con sospecha—. ¿Acaso recuerdas algo más? ¿O por qué dijiste eso?
Senku maldijo mentalmente.
Tsukasa acababa de confirmarle que definitivamente algo que él sabía era de vital importancia para Kinoeda, tan importante que ese podría haber sido el motivo principal para borrar sus recuerdos, de hecho Tsukiku también había insinuado que ese podría ser el motivo, pero este suceso le confirmó que Tsukasa no tenía idea de sus problemas personales, o al menos no del todo.
Pero estaba casi seguro de que algo tenía que ver su vida personal con esta amnesia tan absurda. ¿O por qué la mayoría de nanobots se alojaban en la amígdala, el área encargada de la memoria emocional? ¿O acaso Kinoeda lo había aterrorizado tanto? ¿O cuál era su relación con ese tipo? Por alguna razón, aunque no sabía casi nada de Kinoeda, de todos modos sus sospechas se iban más a su vida familiar, a su vida amorosa y fraternal. Quizás porque los mayores dolores de cabeza fueron provocados por Kohaku y Tsukiku.
—No recuerdo nada en concreto, es solo una sospecha infundada. —Negó con la cabeza.
—Bien. —A pesar de su contestación, era claro que no le creyó—. De todos modos, Ukyo y yo estamos muy pendientes de la investigación para contener a Kinoeda aquí en Tokio junto con la policía. Mantienen nuestras casas vigiladas, igual que las escuelas de nuestros hijos.
—Hay algo que no me queda claro. —Lo miró con aún más seriedad—. Sí está detrás de mí, ¿por qué también los amenaza a ustedes y a su familia?
—A Kinoeda le encanta jugar con las mentes de sus enemigos, y es un hombre rencoroso. Hmm, diría que tiene más sentido decir que está tras nosotros porque somos tus aliados, pero creo que simplemente nos odia porque tenemos la osadía de meternos en su camino.
—Me imaginó que ya han podido sacar un perfil psicológico de ese demente... pero tengo la impresión de que hablas como si lo conocieras bien. —Sonrió ladinamente—. Dime, Tsukasa, ¿Kinoeda siempre fue nuestro enemigo?
Tsukasa se quedó en silencio y, antes de que pudiera insistirle, los llamaron a comer.
Bufó, definitivamente volvería a casa con muchas cosas en su mente.
¿Se borró la memoria por Kinoeda o por algún otro factor más personal?
Recordó las palabras de Akabane-sensei. Aparentemente Kohaku y él tuvieron una pelea lo suficientemente fuerte para deprimir a su hija.
Miró de reojo a la mocosa, que se estaba peleando con su primo Ruchiru por un pedazo de carne.
Rió suavemente.
Toda una pequeña leona.
Cuando acabaron de almorzar, Tsukasa fue el primero en retirarse.
—Tengo unos asuntos que resolver —dijo con voz seria, mirando a su celular—. La persona que debería haberme escrito un reporte a estas horas no lo ha hecho, tendré que ir a ver personalmente qué sucede, porque no atiende mis llamadas —explicó al ver la mirada preocupada de los demás.
—Permítame acompañarlo. —Matsukaze seguía siendo tan formal como siempre.
—Te acompañaría, pero Kirisame me pidió regresar después del almuerzo. —Kinro acomodó sus lentes—. Las reglas son las reglas, sean reglas de la casa o de la nación.
—Yo tengo... una cita de negocios, así que no puedo ir. —Ginro tosió falsamente.
—Ginro, escoria, ¿irás al bar del viejo Taketsu otra vez, no es así? —Su hermano lo miró con profunda reprobación.
—¡C-claro que no! ¡Ya lo dejé, lo juró!
Al ver a los hermanos discutir de esa forma, Senku rió divertido. Algunas cosas nunca cambiaban.
—¿Nos vamos? —Después de despedirse de su padre y Kaseki, Kohaku se acercó a él con Tsukiku a su lado.
—Claro. —Ambos observaron a su hija colocarse su abrigo.
—La bufanda —le recordaron los dos al mismo tiempo.
—Ja, aquí la tengo, me la pondré afuera, adentro hace calor. —Bufó.
Tsukasa se fue junto a Matsukaze, y mientras esperaban a que Kinro y Ginro se fueran también (ya que su auto estaba frente al de ellos), Kohaku de repente se tensó, mirando a todas direcciones.
—¿Qué pasa? —Ruri, que seguía en la puerta esperando para verlos irse, fue la primera en darse cuenta de la cara de su hermana.
—Tengo la impresión de que... —Se interrumpió, haciendo un giro de ciento ochenta grados y lanzándose a toda velocidad a cargar a Tsukiku en brazos, saliendo fuera del camino justo a tiempo para cuando una lluvia de dardos bañó el lugar en el que ella solía estar parada.
—¡¿Pero qué mierda?! —Senku se quedó con la boca abierta.
—¡Es Kinoeda! —Kinro salió de su auto de inmediato, mientras que Ginro gritó aterrorizado y se metió al auto.
De pronto, de detrás de unos árboles surgieron cientos y cientos de robots voladores con forma de arañas, disparando dardos a diestra y siniestra, todos apuntando a Kohaku y Tsukiku.
—¡Llamen a Tsukasa! —gritó Kohaku mientras corría lejos aún con su hija en brazos, pero los dardos estaban cada vez más cerca.
Senku sintió su corazón detenerse por un segundo.
¡¿Qué eran esas cosas?! ¡¿Qué pasaría si lograban acertar?! ¿Las dormiría? ¿Las mataría?
Sintió que podría tener un paro cardíaco al ver los dardos acercarse más y más, pero entonces... Reimi salió del bolsillo del abrigo de Tsukiku, y el pequeño robot adorable desapareció, transformándose en una especie de máquina asesina.
Su pantalla volvió a tornarse roja con dos círculos negros, tal como la vio la última vez que mencionó a Kinoeda en su presencia, pero el pequeño rei-bot se hizo dos veces su tamaño, abriendo compartimientos a lo loco, adoptando una forma parecida a la de una peonza, con decenas de brazos metalicos disparando proyectiles explosivos a los robots arañas.
Reimi se colocó protectoramente delante de Tsukiku, dirigiendo dos brazos a colocarse justo al lado de ella, desviando cualquier dardo que llegará a acercarse siquiera tres metros a ella.
Senku miró todo con la boca abierta, con un recuerdo borroso viniéndole a la mente.
—¿Está terminado, Xeno? —Se oyó decir.
—Es mi creación más letal. —El científico de gran copete rió complacido—. Es verdaderamente elegante, con todo el encanto para ser la mejor amiga de tu pequeña hija, eso fue mérito de la Dra. Mironi, pero con un arsenal suficiente para acabar con cualquier ejército actual, eso me lo debes agradecer a mí. Nadie tocará a tu mocosa mientras Rei Murder IA esté cerca.
—Es justamente lo que quiero. —Miró con aprobación la pequeña arma letal de destrucción masiva—. Con esto, nadie podrá lastimarla... no otra vez.
—¡Senku! —Salió bruscamente del recuerdo cuando Kinro lo empujó dentro del auto—. ¡No salgas, Ginro te protegerá!
—¡¿Qué yo QUÉ?! —gritó espantado el rubio—. ¡B-bueno, haré lo que pueda! —Jaló a Senku a esconderse junto con él bajo los asientos.
Senku chasqueó la lengua y se zafó del agarre de Ginro, levantando la cabeza para poder ver por la ventana, viendo que ahora que Tsukiku estaba protegida Kohaku estaba disparando a los robots araña con una especie de muñequera extraña, y Kinro se le unió, ayudando a Reimi a librarse de los cientos de robots enemigos.
Tsukasa y Matsukaze llegaron en ese momento, y al verlos, los robots arañas se pusieron más agresivos, empezaron a disparar a lo loco, a todas partes, y Senku tuvo que bajar la cabeza cuando los dardos comenzaron a agrietar las ventanas del auto.
—¡¿Qué demonios hacen esas cosas?! —le preguntó con pánico a Ginro.
—¡¿Qué no lo sabes?! ¡Te convierten en piedra! —le gritó lloriqueando.
—¿Solo eso? —Teniendo fórmula de despetrificación infinita, ¿qué tan terrible podría ser como para desatar esa mini guerra?
—¡¿"Solo eso"?! ¡¿Qué no te han dicho nada?! —Lo miró horrorizado—. ¡No es la petrificación normal, es una horrible! ¡Esta te mata y ya no puedes volver! ¡Nadie ha vuelto!
—¿Qué?... —Palideció.
Antes de que pudiera salir del shock, de repente dejaron de escucharse ruidos, y Ginro y Senku pudieron levantar la cabeza.
De pronto todo estaba tranquilo.
—¡Al fin! ¡Estamos a salvo! —Ginro salió del auto sin pensarlo dos veces.
—Espe... —No lo pudo detener.
—¡Ginro! —El grito desgarrador de Kinro fue lo último que escuchó antes de que los disparos se reanudaran con más fuerza que nunca.
No obstante, para su sorpresa, los disparos no dudaron mucho, y pronto todo lo que pudo escuchar fue el grito espantado de Chrome.
—¡Le dieron! ¡Se está convirtiendo! —Ante eso, no pudo acallar su curiosidad y salió del auto con mucha cautela.
Pudo ver a Ginro tirado en el suelo junto al auto, con Kinro recostado en su hombro, con su antebrazo cubierto de dardos.
Todo su brazo estaba convertido en piedra, pero... no era como la petrificación normal, la que ya conocía. Las estatuas de piedra solían ser de un color gris oscuro, pero esto era blanco grisáceo, casi pareciera cal... En vez de las duras estatuas que duraron miles de años, esta era una piedra caliza mucho más frágil, se veía a simple vista.
Pero nada podría haber preparado a Senku para ver lo que vino a continuación.
La petrificación se extendió lentamente, de forma desigual y dispareja, y al llegar al estómago se escuchó una especie de crujido y Kinro vomitó una buena cantidad de sangre, gritando de dolor, como si esa cosa le estuviera destrozando los órganos por dentro.
Todos observaron con horror como la petrificación se extendía lentamente, hasta cubrirlo de pies a cabeza, convirtiéndolo en una frágil estatua que al caer con suavidad en el hombro de su hermano se agrietó considerablemente.
—Kinro... —Ginro empezó a derramar lágrimas inmediatamente—. No... ¡KINRO! —Quiso abrazarlo pero Tsukasa corrió a detenerlo.
—¡Quédate quieto! ¡Lo romperás! —le advirtió.
A Ginro no le quedó de otra que llorar en silencio.
—Otra vez... —Los ojos de Chrome se llenaron de lágrimas mientras se acercaba a la estatua de su amigo—. Maldición... ¿A cuántos más tendremos que perder hasta que ese psicópata sea atrapado? —Cerró los ojos y los puños con impotencia.
Saliendo de la casa, Ruri de inmediato se abrazó a su padre, llorando al contemplar la escena, mientras el viejo Kaseki bajaba la cabeza tristemente.
Ruchiru también salió junto a su hermanita Rue, pero al ver la escena rápidamente cubrió los ojos de la niñita y la llevó dentro de la casa otra vez.
Senku apenas les prestó atención. No podía dejar de pensar en lo que Chrome dijo.
¿A cuántos más tendrían que perder?
¿A quién más le pasó esa... esa petrificación de pesadilla?
Repasó por su mente a todos sus amigos cercanos, pensando en quién podría ser.
¿Quién faltaba?
La respuesta le llegó como una bofetada, o como una maldita puñalada más bien.
¿Cómo no se dio cuenta antes de la falta de esa persona tan importante para él?
Con los puños apretados, se encaminó hacia Kohaku, con una mirada llena de puro miedo.
—Kohaku... ¿Dónde está Suika?
Continuará...
Holaaa :D
Muchas gracias a Juliana por haber pedido este capítulo como comisión! :'D
Espero te haya gustado n.n
Ojala a todos les haya gustado! Estamos llegando a la parte de la acción de ciencia ficción hardcore xD
Si me puse demasiado complicada y hay cosas q no entienden, no teman preguntarme, les contestaré como pueda :3
Bueno, no olviden que se les ama con todo el kokoro!
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro