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Mi culpa

Al recibir ese disparo, no quedó inconsciente, no del todo.

De hecho... esto se parecía a...

¿Acaso había sido petrificado?

¿Pero por qué sonó tan similar a un arma de fuego?

No entendía nada.

Empezó a contar segundos solo por pura costumbre, llegando a contar más de mil segundos hasta que por fin lo despetrificaron.

Seguía en el salón de fiesta, solo que ahora estaba casi vacío a excepción de sus amigos cercanos y algunos científicos importantes, aunque había algunas caras que no reconocía entre la pequeña multitud.

En el medio de la multitud, DJ y el hermano de Ryusui, Sai, estaban tecleando como locos en unas computadoras, con el Dr. Xeno y la Dra. Mironi detrás de ellos.

Tsukasa no estaba por ningún lado, aunque Minami y Haishi sí. Ella estaba abrazando protectoramente el brazo de su hijo, mirando mal a Tsukiku de reojo.

Ukyo era otro que no estaba, y Umi estaba abrazada a Kinji, los dos algo apartados del resto.

La persona que lo revivió fue Kohaku, y Tsukiku estaba justo detrás de ella, pero mirando a todas partes con ojos entrecerrados.

—¿Qué demonios fue lo que pasó? —fue lo primero que preguntó, frotando su frente, que fue donde sintió el impacto de lo que pensó que fue un arma.

—¿Recuerdas que te mencione a Chamaleon? —dijo Gen, adelantándose de entre el gentío—. El que cometió el atentado que le ganó a Tsukasa ser padrino de tu hija. Pues suponemos que fue él~.

Senku entrecerró los ojos.

—¿La razón por la que lo llaman Chamaleon es porque puede camuflarse? —dedujo, pensando en que pudo tocar su hombro incluso sin verlo.

—Bueno, sí, aunque los camaleones realmente no pueden hacer eso —dijo la Dra. Mironi, riendo jocosamente—. Pero él tiene un casco parecido a la cabeza de un camaleón, así que deben gustarle.

—No solo es bueno camuflándose ante la vista de los demás —habló Chrome, con la mandíbula tensa—. Puede esconderse de las cámaras infrarrojas, puede esconder su temperatura, sus sonidos, su aroma, todo. Literalmente desaparece, por eso es tan peligroso.

—Pero Senku y yo ideamos una forma de detectarlo mediante sensores de ADN, con la tecnología de los escáneres —dijo el Dr. Xeno, muy serio—. Se suponía que no podía entrar a tu casa, arreglamos a Reimo junto con el Dr. Ions —Señaló a DJ— para poder detectar sin fallas a Chamaleon incluso con todas sus capas de camuflaje.

Senku hizo una mueca.

Cada vez que se hablaba de los escáneres y lo útiles que eran, no podía evitar pensar que fue Kinoeda el que los creó.

Era irónico que su mayor enemigo fuera también el responsable de darle un arma tan útil a la humanidad, que ayudaba tanto a la salud como a la seguridad y al avance general del ser humano como especie.

¿Cómo fue que se volvió un maldito psicópata que parecía ser una amenaza para toda la humanidad?

¿Cómo fue que el respetado Dr. Aspen se convirtió en el temido Kinoeda?

Además, todo lo que sabía era que lo odiaba y quería algo de él, aparte de que estaba muy dispuesto a matar a todos los que quería, y gracias a Reima averiguó que deseaba obtener a Whyman, el arma petrificadora extraterrestre que trajeron de la Luna. ¿Pero para qué? ¿Por qué?

Y, sobre todo, ¿qué era ese maldito trato que tenía con él?

Necesitaba más información, pero lamentablemente nadie parecía dispuesto a darle respuestas.

Nadie... excepto Reima.

Era su rei personal, su fiel asistente, y le era leal solo a él, podría darle respuestas.

Si bien se había prometido ya no guardarle secretos a su familia, no necesariamente tenía que ir con Reima a sus espaldas... estaba comenzando a idear un plan para convencer a Kohaku de hablar con Reima, un plan al que no podría negarse.

—¡Lo tengo! —gritó Sai de pronto, llamando la atención de todos—. ¡Encontré la falla en Reimo!

—¡Déjame ver! —DJ se le tiró encima, ojeando su computadora.

—¡Oye! —De repente, la hija de Sai, que era increíblemente idéntica a él, hasta en el peinado y todo, jaló a DJ para que se le quitara de encima—. ¡No lo molestes cuando trabaja!

—No te preocupes, Saira, está bien. —Sai rio nerviosamente, antes de señalar algo en la pantalla de su computador—. Miren esto. Estuve examinando el procesador de datos de Reimo durante la llegada de los invitados a la fiesta.

—¿Puedes analizar tal cantidad de datos? Ah, es realmente elegante. —El Dr. Xeno sonrió, impresionado—. Hmm, creo que veo lo que dices. Debió de ser eso.

—Ya me lo imaginaba, ¡pero eres increíble por encontrarlo tan rápido, Sai! —felicitó DJ, sonriente.

—¡Ah, ya entendí! —Tsukiku se colgó del hombro de Xeno para ver la pantalla también.

—Sí, ya veo el problema, demonios. —Chrome hizo una mueca de frustración.

—Supongo que el método no era tan infalible —dijo la Dra. Mironi más bien con condescendencia, recibiendo un codazo de su esposo, el Dr. Gray.

—¿Puedo saber de qué están hablando? —preguntó Senku, impaciente.

—Reimo todo el tiempo utiliza los escáneres combinados con las cámaras para encontrar a Chamaleon sin importar que esté camuflado —explicó Sai, volteando la computadora para enseñarle a Senku una grabación de los invitados entrando a la mansión, y al lado de la grabación se podía ver una enorme cantidad de datos corriendo en un programa aparte.

¿Eso era el procesador de datos de Reimo? Mierda, nunca antes había visto tantos números juntos.

—Para simplificar, lo que hace Reimo es buscar un pixel de ADN humano complejo que esté flotando en la nada, así encuentra a Chamaleon, realmente elegante —explicó Xeno esta vez—. Sin embargo, Chamaleon encontró una debilidad en este método.

—Camuflarse con el ADN de otras personas —dijo DJ, señalando algo en el procesador de datos—. Aprovechando el tumulto, Chamaleon se mantuvo siempre escondido con la gente para que Reimo no detectara el ADN en la nada, sino sobrepuesto con otras personas, así, Reimo no puede verlo.

Cuando le explicaron eso, Senku pudo ver en la sección de código que señalaba DJ que efectivamente había una concentración mucho más masiva de números en cierta área del procesador, esos eran los datos sobrepuestos.

—Entiendo, así que uso a otros para esconderse.

—Ji, esto se soluciona muy fácil —dijo la Dra. Mironi con petulancia—. Solo debemos arreglar la IA de Reimo para detectar también los datos sobrepuestos, y ya no podrá burlar a los escáneres. A mí me tomaría un día a lo mucho programarla.

—Ignórenla, solo está molesta porque no la incluyeron en el proyecto antes, a pesar de que ella misma dijo que estaba ocupada. —El Dr. Gray rodó los ojos ante las actitudes petulantes de su esposa.

—¿Y no se puede hacer ahora? —preguntó Kohaku con impaciencia—. Puede que siga aquí en la mansión.

—Eso es imposible, mamá —aclaró Tsukiku—. Como ya no hay tanta gente y tenemos a Reimo apuntando con todas las cámaras en todos los ángulos, él ya no puede esconderse. Tuvo que irse cuando les pedimos a los invitados que se vayan.

—Efectivamente, se fue —dijo Ukyo, apareciendo de pronto junto a Tsukasa y Stanley—. Dejó otro mensaje afuera de la mansión y las cámaras lo captaron, Reimo acaba de informarnos, luego se fue.

—¿Otro mensaje? —Senku notó ese uso de palabras—. ¿Y cuál fue el primer mensaje? —preguntó, mirándolos a todos con sospecha.

Muchos de sus amigos intercambiaron miradas nerviosas, mientras que Kohaku suspiró.

—Quería decírtelo luego, pero... Ven, sal al jardín. —Kohaku tomó su mano y lo guio fuera de la carpa.

En el césped, en letras grandes y claras, había escrito un mensaje en inglés.

"He is not God anymore".

"Él ya no es Dios".

—¿Y qué mierda se supone que significa eso?... —preguntó, perturbado.

—Hubo otro mensaje, papá... —susurró Tsukiku, sacando su celular y enseñándole una fotografía.

Senku abrió mucho los ojos al ver la imagen.

Allí podía ver su estatua, y en medio de su maldita cara tenía escrita otra frase: "Él no recuerda nada".

—Eso quiere decir que...

—Ya todo el mundo lo sabe —dijo Gen con un suspiro—. Adiós a mis esfuerzos de hacer parecer al público que solo te estabas recuperando del coma~. Esto va afectar negativamente a nuestros negocios~.

—Eso es lo de menos —intervino Ukyo—. Puede que surjan otras amenazas.

—Lo trato como a un dios caído, básicamente —dijo Tsukasa, muy serio—. Este atentado fue una invitación, un llamado a todos los enemigos de Senku para actuar, para atacar, porque Senku ya no puede protegerse como antes, y ahora todos lo saben. Además, es una burla a nuestra seguridad al hacerlo en este evento y ante tantos invitados. Puede que muchos crean que ahora es un blanco fácil sin posibilidad de defenderse.

—¡Pues yo lo defenderé! —gritó Kohaku de inmediato.

—Tú también eres un blanco ahora, Kohaku —señaló Ukyo—. Debes tener mucho cuidado.

—Puedo dejarte a una Minire —murmuró Tsukiku, luciendo preocupada.

—No, quiero que Reimi te proteja solo a ti, yo sé cuidarme —aseguró Kohaku—. Que Reimi conserve a sus dos Minires con ella.

—Bien, pero entonces quédate con Reimo —dijo Tsukasa.

—¿Le estás diciendo que se quedé encerrada en la casa?... —preguntó Kinji, con los ojos muy abiertos.

—No... Reimo tiene su forma de rei-bot —murmuró Kohaku, sin lucir del todo contenta—. Ja, Senku la hizo para cuidarme, pero nunca la uso, siempre he cuidado de mí misma.

—La forma de rei-bot de Reimo no es como Reimi —aseguró Tsukiku al ver la cara de confusión de Senku—. No es tan fuerte, pero aun así es una ayuda extra, solo que mamá es terca.

—Ja, los enemigos de Senku nunca han podido contra mí, al menos no fácilmente.

—Por favor, Kohaku, últimamente no te has sentido bien —dijo Ruri con preocupación—. Reimo no será ninguna molestia ni peleara tus batallas por ti, solo es una ayuda extra. Por favor. —La miró con ojos suplicantes.

—Bien... —Ante su hermana, Kohaku no podía negarse, así que sacó su celular y presionó un botón.

A los pocos segundos, un rei-bot llegó al salón, pero uno diferente a los demás.

Este rei-bot se parecía mucho a Reima, con forma de peonza, excepto que el triángulo inferior estaba invertido, dando la apariencia casi de un vestido. También tenía una pantallita conformada por dos ceros que daban la impresión de ser ojos, aunque estos parecían tener pestañitas.

—¿Esta es Reimo?

—Afirmativo, Senku-sama —reconoció su voz aterciopelada y femenina cuando le habló—. Como está usted amnésico, quiero tranquilizarlo al afirmarle que incluso aunque esté aquí presente con una forma más física, mi memoria principal sigue ocupándose de cuidar la casa, estoy conectada al sistema, solo soy una extensión aparte.

—Entiendo, lo imaginaba.

—Kohaku, no te molestes por mi presencia, solo actuare cuando me lo ordenes o cuando la situación lo requiera —le dijo a su ama, que suspiró y acarició su cabeza triangular casi como si fuera una mascota.

—Sí, lo sé, no estoy molesta contigo, Reimo. —Le sonrió.

—Necesitamos actualizar tu sistema para reconocer datos sobrepuestos llegados desde los escáneres —dijo Xeno, acercándose a Reimo—. Sabemos que tienes la capacidad de mejorarte a ti misma, pero estos son datos muy complejos, así que la Dra. Mironi, el Dr. Sai y el Dr. Ions se encargaran de mejorar tu computador principal, pero por mientras deberías estar atenta con varias cámaras a tu disposición en lugares muy atestados.

—Necesita cámaras con todos los ángulos posibles en los que entra una silueta humana —afirmó la Dra. Mironi—. Recomiendo utilizar nanobots con nano-cámaras. Ciertamente el Dr. Ions debería ser capaz de proporcionarlas. ¿Verdad, DJ querido?

—Ah, sí, seguro. —DJ encogió los hombros.

—Bien, entonces Kohaku y Tsukiku están protegidas, bien, pero falta proteger a Senku —afirmó Tsukasa.

—Ya dije que yo lo protegeré —afirmó Kohaku.

—Bueno, si ya conoció a Reima, quizás debería tenerlo con él —sugirió DJ con una sonrisa estúpida y el dedo en alto, ganándose que Kohaku lo mirara con fastidio—. ¿Y ahora qué hice, muñeca?

—¡Ja, sabes muy bien que él no debería haber hablado con Reima aún! Fuiste muy descuidado, DJ. —Lo miró ceñuda.

—Ay, sabía que me iban a regañar... ni modo. ¿Y qué vamos a hacer ahora? ¿Se acabó la fiesta?

—Con permiso, nos retiramos —dijo un hombre que Senku no conocía, acompañado de una mujer que parecía ser su esposa y tenía mala cara—. Nos llevaremos a Misaki.

Ah, ¿eran los tíos de Misaki? Recordaba que la niña era huérfana y la cuidaban sus tíos.

—Yo también me llevaré a mi hermano —afirmó la hermana del mocoso mafioso, la tal Mijow Shiky que era muy, muy alta. Tenía a una niña de cabello rojo muy oscuro tomada de la mano—. Sé que querías apoyar a tu amiga, onii-chan, pero no creo que debamos quedarnos más. Kimi tiene sueño. —Señaló a la niña, que tenía los mismos ojos verde lima que Yok y Shiky, debía ser su sobrina.

—Muy bien... —Yok no se vio del todo contento, se acercó a Tsukiku y le susurró algo al oído, algo que la hizo fruncir el ceño.

¿Y ahora qué? Como otro chicuelo se le confesara a su hija Senku iba a tener un maldito ataque.

Tsukiku asintió y Yok se fue a susurrarle algo al oído a Misaki también, haciendo que ella se viera un poco asustada.

Senku alzó una ceja.

¿Qué estaban tramando esos mocosos ahora?

—Vamos, onii-chan. —Shiky se acercó a Yok y sacudió su hombro levemente.

—Bien, vamos.

—Bueno, yo también me voy —dijo Myuji, jalando a su hijo Kei para que dejara de abrazar a Misaki para despedirse de ella—. No creen que necesiten un músico aquí. Aunque también soy lingüista, pero tampoco creo que me necesiten. ¡Así que... bye-bye!

Las tres familias se fueron, y de los adolescentes solo quedaron el grupo con el que Senku se había perdido en el bosque hace tiempo, aparte de la hija de Sai, Saira, el hijo de Myuji (que también era novio de Misaki) Kei, y el hijo de la Dra. Elise Coutta, el que tal vez era hijo de Gen... parecía que el pequeño Neo se había ido junto con los invitados.

Tampoco estaba la familia de Ginro, así que no estaba Shira.

Senku todavía tenía ganas de preguntarle su edad a esa chica, estaba seguro de que eso le daría una pista de muchas cosas que le ocultaban de Tsukiku.

Aunque quizás no necesitara a Shira... si es que podía lograr su plan y hablar con Reima.

Quizás debería intentar ejecutar su plan ahora... pero primero, tenía curiosidad por otra cosa.

—Hay algo que me llama la atención —dijo con lentitud—. ¿Por qué al petrificarme sonó el ruido de un disparo? Al principio creí que me habían disparado con un arma de fuego.

—También lo escuché —dijeron Ukyo y Umi al mismo tiempo.

—Pero sonaba algo bajo —aclaró Ukyo—. No fue un disparo de bala real.

—Ya lo investigamos, muchos en el salón dijeron no oírlo, pero lo que estaban más cerca de ti lo oyeron —dijo Tsukasa.

—Como nos resultó extraño, examinamos tu frente, que es desde donde comenzó la petrificación —dijo el Dr. Xeno—. Y encontramos algo.

—Se te disparó un pequeño proyectil que se adhirió a tu frente por un momento y luego salió disparado lejos, lo vimos en las cámaras —dijo Tsukiku—. Es lo que he estado intentando encontrar todo este tiempo. —Volvió a mirar en todas direcciones—. Debía medir como un centímetro y era de color negro.

—Podría ser un micrófono o algo peor, debemos encontrarlo de inmediato —aseguró Ukyo.

—Tengo a mis nanobots buscándolo, pero tomara tiempo que barran el lugar por completo —dijo DJ.

—Yo tengo a mis cámaras buscándolo, pero parece que no refleja la luz —habló Reimo.

—Entonces es seguro que tiene algún propósito.

Mientras ellos discutían algo que parecía no llegar a ningún lado, Senku comenzó a pensar cómo decirles su plan, iba a llevarse dos dedos a la barbilla como su gesto pensativo de siempre, pero entonces notó algo escrito en su mano, en letra muy pequeña.

"En tu bolsillo".

¿Qué?

Rápidamente metió su mano en el traje que Yuzuriha le había hecho y de allí sacó lo que parecía una pequeña aguja, pero gruesa, con un extremo más delgado.

Tenía una pequeña lucecita parpadeando en rojo, y cuando la acercó a su rostro para verlo mejor, la luz se volvió verde.

—¡La encontró!

—¡Papá, tira eso! ¡Debe ser una...!

Senku ya había estado sospechando que podría ser un explosivo con la maldita lucecita roja, y al escuchar la voz alarmada de Tsukiku rápidamente intentó tirar la aguja, pero fue tarde.

Estalló en el aire a pocos centímetros de él, con una pequeña explosión que provocó una enorme cantidad de humo y una onda expansiva ridícula que alejó a todos de él.

Y claro, la explosión le destrozó la mano. Su dedo meñique salió volando.

Extrañamente, la tela del traje que hizo Yuzuriha estaba intacta. Incluso mientras caía al suelo gruñendo de dolor se dio cuenta de eso. La explosión le había quebrado los huesos de todo el brazo, pero no dañó la tela, que actuó como protección para que no se le dañara la piel del brazo, porque la piel de su mano estaba hecha jirones y envuelta en sangre, mucha sangre.

—¡Senku!

—¡Papá!

Probablemente gracias a su buena visión, Kohaku y Tsukiku lo encontraron entre el humo y se arrodillaron junto a él.

Ambas se horrorizaron al ver su mano.

—¡Reimo! ¡Debes petrificarlo! —gritó Kohaku de inmediato.

—¡Espera, mamá, perderá el dedo si lo petrifican ahora! —exclamó Tsukiku, tironeando de la tela de su vestido para intentar romperla—. Ugh, a veces esta tela resistente es muy molesta —masculló frustrada, antes de quitarse sus largos guantes y usarlos para vendar la mano de Senku y que dejara de sangrar tanto.

Mientras Kohaku le ordenaba a Reimo buscar el dedo que le faltaba, Senku se quedó ahí con su hija, mirándola atentamente, ya que se había dado cuenta de algo...

Esta era la primera vez que la veía sin guantes.

Eso le había llamado la atención antes, que siempre usara guantes largos, incluso había pensado que era por moda, ya que su amiga Misaki también usaba guantes largos, pero luego escuchó a Misaki decir que, de hecho, ella usaba guantes para tapar sus marcas de petrificación.

No le había dado importancia, pero al verla quitarse sus guantes de inmediato notó la razón por la cual siempre los usaba, o bien usaba mangas largas.

Por alguna razón, Tsukiku tenía marcas de petrificación...

Las marcas le serpenteaban por las muñecas haciendo zigzag, eran medianamente gruesas, con una contextura similar a las que él solía tener al recién despetrificarse.

Sí, no había duda... esas eran marcas de petrificación.

¿Pero cómo demonios?

El dolor dejó de importarle, su mente comenzó a correr frenética, y un recuerdo se le vino a la mente.

Pudo ver claramente frente a él e rostro de una Tsukiku muy pequeña, como de seis años, recostada en el césped, empapada de sangre.

M-me duele... Me duele mucho, papá...

—Lo sé... S-sé que duele... —Pudo escuchar su propia voz, quebrada, ahogada, desesperada—. Pero no debes tener miedo... Voy a traerte de vuelta...

—Papá...

—¡Papá! —Salió de sus pensamientos cuando Tsukiku sacudió su hombro.

Miró fijamente su rostro, preocupado, mayor, sano y salvo.

Quería abrazarla, quería asegurarse de que estaba bien, pero entonces sintió a Kohaku tomar su mano herida.

—¡Reimo encontró tu dedo! ¡No te preocupes, estarás bien! —Y entonces lo petrificaron.

Esta vez contó cuatro minutos antes de que lo trajeran de regreso a la vida.

Ya no había humo, y ahora la gente estaba más dispersa. Solo Tsukasa, Ukyo, Xeno, Chrome, la Dra. Mironi y Kohaku y Tsukiku lo rodeaban esta vez.

Senku miró a su mano, viéndola intacta y con todos sus dedos, aunque no le importaba demasiado.

Su mirada recayó en Tsukiku, en sus muñecas.

—¿Cómo te hiciste esas marcas? —preguntó en un susurro, haciendo que todos los presentes palidecieran—. Esas son marcas de petrificación, pero no se pueden hacer a menos que pases varios años petrificados, por no decir que deberían pasar un buen par de décadas. Así que dime, ¿por qué tienes marcas de petrificación, Tsukiku? —Cuando ella no le contestó, la mirada acusadora de Senku se dirigió hacia Kohaku—. ¿Por qué mi hija tiene marcas de petrificación? ¿Qué demonios... pasó?

El corazón le latía fuertemente en los oídos, en su mente todavía brillaban los recuerdos borrosos que le llegaron de la imagen de su niña envuelta en sangre con apenas seis malditos años.

Todos parecían indispuestos a hablar, así que Senku decidió mandar la sutileza a la mierda y no plantearles, sino exigirles que lo dejaran ejecutar su plan.

—Tengo una forma de conseguir los planos que tanto necesitan del arma con el que me borre la memoria. —Se puso de pie y se encaminó a la casa, con todos ellos siguiéndolo con rostros incrédulos—. Se los pediré a Reima, estoy seguro de que los sabe.

—Por más que se lo he pedido, Reima no ha reconocido saberlo —aseguró Reimo, siguiendo a Kohaku.

—A ti no, pero a mí me lo dirá. —Apretó los puños, dirigiéndose al ala de laboratorio a la que fue antes con DJ.

Cuando llegó, noto que tenía la puerta reparada y de seguro que la clave cambiada.

—¿Se lo vas a exigir ahora? —preguntó Kohaku, incrédula.

—Sí, pero con una condición. —Volteó a verlos—. Deben dejarme hablar a solas con Reima, durante todo el tiempo que yo quiera.

—¡Pero...!

—Déjenlo —dijo de pronto la voz de la Dra. Elise Coutta, que también los había seguido al verlos acompañarse, acompañada de Gen y su hijo Elioth—. Es la información emocional la que le hace daño, la información que su asistente científico puede darle no debería ocasionarle problemas.

—Pero Reima no solo sabe su vida laboral —dijo Kohaku, luciendo nerviosa—. También sabe cosas... personales.

—Si no me dejan hacer esto... jamás se lo preguntaré —aseguró Senku, con una mirada sombría—. En cambio, si me dejan hacerlo ahora, todos obtendremos lo que queremos.

—Qué gran negociador, eh~, tan rastrero como siempre~. —Gen rio por lo bajo—. Propongo algo, déjenme entrar con Senku a escuchar todo lo que Reima tiene para decirle, y si él hace algo incorrecto o si quiere ocultar información importante, yo se los diré~.

Senku miró a Gen con ojos entrecerrados, pero notó en su sonrisa cierto gesto de camaradería que lo hizo calmarse.

—Bien... aceptó que Gen escuche nuestra conversación, pero solo él.

—Pero... —Kohaku seguía indecisa.

—Déjalo, mamá... —Tsukiku se abrazó al brazo de su madre—. Es más importante conseguir los planos, y tiene razón en que Reima debe tenerlos, era su asistente personal.

—Pero...

—Estoy de acuerdo, si la Dra. Elise dice que está bien, confiemos en su palabra —aseguró la Dra. Mironi.

Al ver a todos aceptar el trato que pedía Senku, Kohaku pareció increíblemente angustiada, pero finalmente pareció resignarse.

—Está bien... supongo que no tengo opción... —Se acercó a la puerta del laboratorio e introdujo la clave.

Senku intentó verla a los ojos antes de cerrar la puerta, pero ella no le devolvió la mirada.

Cerró la puerta con un suspiro y luego marchó junto con Gen a ver a Reima.

—Espero que no te pongas en mi contra, mentalista.

—Claro que no, no~. Sin embargo, si veo que comienzas a tener un ataque, sin duda tendré que detener todo esto~.

—Lo sé. —Hizo una mueca—. Pero hay algo que necesito saber antes que nada... y quizás sea mi única oportunidad.

—¿Y qué sería eso? —preguntó Gen cuando ya estaban justo frente a Reima.

—¡Senku! ¡Has regresado! —Los ceros que conformaban los ojos del robot parecieron agrandarse con sorpresa—. Y eso que Reimo ya me estuvo regañando y diciéndome que no era tiempo para vernos.

—Hice un trato con los demás. —Se sentó frente a su rei-bot personal—. Reima, ¿desde hace cuánto te cree?

—He pasado por muchas transformaciones y actualizaciones. Tengo una memoria lejana de ser una súper computadora cualquiera que solo vivía realizando cálculos desde hace unos dieciséis años, pero me diste consciencia durante el embarazo de Kohaku-sama. Y mi consciencia surgió a partir de experimentos para intentar replicar una IA similar a la que posee Whyman.

—¿Y estabas a mi lado constantemente?

—Sí, antes de la amnesia siempre estaba contigo de una forma u otra, incluso estaba unido a tu celular y otros artilugios de alta tecnología.

—Entonces... ¿tú sabes qué le pasó a mi hija... cuando tenía seis años?

Al escucharlo, Gen también palideció, tal como los demás.

—Se-Senku-chan, no creo que quieras preguntarle eso.

—Lo recordé —le dijo, con voz sombría, dejando a Gen congelado y horrorizado—. Son recuerdos borrosos, pero tengo una idea de lo que pasó... Así que dime, Reima... ¿Qué pasó?

Reima se quedó en silencio solo unos segundos.

—Si lo deseas... puedo mostrártelo... tengo acceso a las grabaciones de la casa de aquellos años.

—No creo que sea buena idea que...

—Muéstrame —pidió Senku, interrumpiendo a Gen, aunque sin pasar por alto su expresión de profundo pesar.

Reima inició una grabación en su pantalla integrada.

Se mostró una mansión bastante grande, pero un poco más pequeña de la que tenían ahora, y sin los grandes muros que rodeaban la casa, más bien unas rejas que estaban mucho más pegadas a la casa, dejando un jardín delantero bastante más pequeño que el que tenían ahora.

Un auto pasó las rejas y se estacionó frente a la mansión.

—La familia Ishigami acababa de regresar de ver a la familia Oki —narró Reima—. Pero ellos no imaginaban el peligro que los esperaba ya en casa. La seguridad era alta, pero esa vez... los enemigos de la familia lograron burlarla.

—Te estaba esperando, Dr. Ishigami —habló una voz muy conocida en la grabación.

Era Kinoeda.

Senku vio incrédulo como Kinoeda salía casualmente de la puerta principal de su casa, cargando un arma con unas jeringas-dardos que reconoció como las que convirtieron a Kinro en esa estatua blanquecina, una estatua caliza.

Allí ya no tenía una capucha, y Senku lo vio claramente.

Era bastante alto, con una larga trenza castaña y el cabello bien peinado hacia atrás, con muchos mechones cayendo por un lado de su frente, casi tapando su ojo derecho rodeado por una fea cicatriz de petrificación con una forma muy parecida a una mano humana con largas garras.

Tenía rasgos finos y casi parecía una persona amable, a primera vista no se notaba la malicia en su sonrisa tranquila.

Estaba bien vestido, con una larga gabardina negra y cubierto hasta el cuello en ropa negra, sin dejar ni un rastro de piel a la vista, y eso hizo pensar a Senku que quizás usaba esa ropa resistente que él tenía ahora.

En la grabación, los tres ya estaban fuera del auto, y Kohaku rápidamente abrazó a Tsukiku protectoramente.

De unos arbustos aparecieron unos spy-dots, de esos que los persiguieron cuando se perdió en el bosque con su hija y sus amigos, y soltaron unos misiles en dirección al auto.

Kohaku jaló a Senku lejos y se lanzaron lejos de la explosión, él cayendo al suelo.

—¡Quédate con tu padre! —gritó Kohaku en la grabación, dejando a Tsukiku con Senku, para luego lanzarse a atacar a Kinoeda, pero siendo interceptada por los spy-dots.

—Maldición. —Senku en la grabación sacó su celular y tecleó muchas cosas rápidamente, sosteniendo con una mano a la pequeña Tsukiku de seis años.

—Lo que intentabas hacer en ese entonces era llamar a los robots de seguridad que tenía en ese momento —explicó Reima—. No sabías que Kinoeda los interceptó, pero los sospechabas, así que diste alerta a tus aliados para que enviaran ayuda rápidamente. Una vez tratado ese asunto, sacaste tu propia arma.

En el video se mostró como Senku tenía en su poder una especie de linterna que apuntó a Kinoeda, y por la luz verde parecía ser el rayo petrificador.

Kinoeda no se movió, sino que un spy-dot se lanzó a desviar el arma de Senku, derribándolo y presionándolo contra el suelo.

Su hija grito con miedo y de pronto otro spy-dot la envolvió con unos brazos metálicos y la levantó en el aire.

Kohaku intentó rescatarla de inmediato, destruyó con una maestría increíble a los spy-dots que trataban de contenerla, pero para cuando se libró... Kinoeda ya tenía en sus brazos a Tsukiku, y la estaba apuntando con su arma directo a su carita aterrada.

Tanto Senku como Kohaku en el video se quedaron paralizados.

—En ese momento... —Ahora fue Gen el que habló, con la mirada ensombrecida— Kinoeda supo que los tenía a los dos en sus manos.

Efectivamente, Kinoeda estaba tan confiado que tronó los dedos e hizo que los spy-dots se fueran.

—Qué niña tan encantadora... —Acarició con ternura las coletitas de la pequeña Tsukiku, que se estremeció con miedo—. Nadie querría verla convertida en una pila de escombros, tampoco yo, así que te daré la oportunidad de salvarla, Dr. Ishigami. Entrégame a Whyman. Sabes bien que no te pertenece.

—Tampoco te pertenece a ti, Aspen —masculló él con el rostro repleto de sudor frío, mirando nerviosamente a su hija—. No le pertenece a nadie, tiene su propia consciencia.

—Y, sin embargo, lo escondes egoístamente, para ser el único que pueda usarlo.

—Whyman estuvo de acuerdo, porque no le interesan tus absurdas pretensiones de gloria y dominación mundial. —Lo miró con desprecio—. Whyman se quedó para participar en mi proyecto, eso es lo que quiere hacer, y no puede contigo amenazando con arruinarlo todo.

—Qué interesante, estás completamente convencido de que yo soy el que quiere arruinar a la humanidad. —Soltó una pequeña risa sarcástica—. Es muy interesante, ya que yo no fui el que espantó a toda una raza alienígena llena de conocimiento por un capricho infantil imposible. Y yo no soy el que le negó a la humanidad la posibilidad de la inmortalidad. ¿Quién es el que frena el progreso humano aquí?

—No digo que todas mis decisiones hayan sido las correctas... —murmuró con la mandíbula tensa—, pero la humanidad no ha perdido su oportunidad para progresar, unida, paso a paso.

—Muy conmovedor, te escuchas como un verdadero altruista, un hombre que le dedica su vida solo a la humanidad y a la ciencia, entonces dime... ¿qué escogerás? ¿A la humanidad... o a tu linda hija? —Presionó su arma contra la frente de Tsukiku, que se estremeció.

En el video, Kohaku quiso lanzarse a salvarla sin pensar, pero Senku la contuvo.

—El trato es muy simple, Dr. Ishigami. Dame a Whyman, y yo te daré a tu hija sana y salva.

—¡Ja, como si fuéramos a creerte! —gritó Kohaku con ira—. ¡Nos mataras apenas te entreguemos a Whyman, y petrificaras a todo el mundo para luego moldearlo a tu antojo!

—Kohaku, querida, déjame decirte que Senku sabe perfectamente que siempre cumplo mi palabra. —Le sonrió con tal amabilidad que casi parecía sincero—. Si me entrega a Whyman, dejaré con vida, sana e intacta a su pequeña hija, y también me comprometo a no petrificarla, herirla o inmovilizarla de ninguna forma, prometo que podrá continuar con su vida normalmente. Yo no falto a mi palabra.

—Reima, haz una pausa —pidió Senku, a lo que su rei lo obedeció de inmediato—. Hay algo que no entiendo. Sé que cada Rei-bot tiene la capacidad de petrificar, y que también tienen esa tecnología en los hospitales. ¿Entonces por qué quiere a Whyman? ¿Por la información que posee?

—Por la información, y porque la petrificación que tienen los reis y los hospitales no es como la petrificación que tiene Whyman-chan —le contestó Gen en lugar de Reima, con rostro pensativo—. Creo que tú y los otros científicos hicieron algunas modificaciones para que tuvieran un rango y una energía muy limitada.

—Además, el diseño y mecanismo es tan diferente a Whyman que nadie podría usar a los rayos petrificadores de los reis y de los hospitales para replicar ni a Whyman ni a su capacidad para envolver el mundo entero —aclaró Reima—. Ni siquiera Kinoeda.

—Entiendo... Bien, reanuda la grabación.

En la grabación, se mostró como Kohaku llevaba discretamente sus manos a su espalda, sacando una pistola de dentro del lazo que rodeaba su vestido. El Senku de la grabación tomó su mano discretamente, manteniéndola quieta.

—Sé que no faltas a tu palabra, pero si te voy a entregar a Whyman, no solo quiero garantizar la seguridad de Tsukiku, sino de mi esposa y de otras personas.

—Estás pidiendo demasiado. Dime, ¿acaso no es tu niña preciosa la que más te importa? —Ahora presionó el arma contra la barbilla de Tsukiku.

—Si ella se queda sola en el mundo hasta que tú decidas comenzar tu plan de dominación mundial desde cero, no podrá sobrevivir, es una niña demasiado pequeña todavía.

—Lo que estabas intentando hacer allí, era ganar tiempo para que tus aliados llegaran —explicó Reima.

—Bien, podría dejar a otra persona, pero no su madre, elije a alguien más. Y elije pronto o...

En ese momento, Tsukiku sorprendió a todos tomando la mano de Kinoeda, apartando la tela de su manga y su guante y mordiendo su piel con todas sus fuerzas, haciéndolo soltar el arma al gruñir de dolor.

—Kinoeda había estado tan confiado de que ella no intentaría nada que no restringió sus brazos, y hasta ese momento tuvo razón —murmuró Gen con la mirada gacha—. Tsukiku había estado demasiado aterrorizada para actuar, pero escuchar que iba a perder a sus padres de alguna forma le dio el valor que necesitaba para enfrentarse a él.

Tsukiku aprovechó que Kinoeda aflojó su agarre para hacerse levemente a un lado, y Kohaku sacó su arma de inmediato, disparando con cuidado, pero con un blanco más grande gracias a que Tsukiku pudo moverse levemente.

Le disparó al brazo de Kinoeda y él finalmente soltó a Tsukiku, que intentó correr hacia sus padres, pero fue detenida por el otro brazo de Kinoeda tomando su muñeca.

La compostura de Kinoeda se había roto, tenía su rostro lleno de furia y Tsukiku se paralizó de miedo, más cuando él sacó otra arma.

Sin embargo, como había una distancia entre el arma y Tsukiku, Kohaku se atrevió a disparar a su mano para hacer que soltara el arma, aunque lo que hizo fue darle al arma, haciéndola pedazos.

Las jeringas saltaron, rompiéndose en el suelo.

Tsukiku jaló con todas sus fuerzas y logró zafarse del agarre de Kinoeda, pero él agarró su pie de inmediato para no dejarla escapar.

Y entonces Tsukiku cayó al suelo, frenando su caída con las manos...

Cayó al suelo, sobre el montón de jeringas rotas y trozos del arma fragmentada...

Los vidrios destrozados cortaron sus pequeñas manos y le abrieron heridas en sus rodillas también.

—La petrificación caliza... —murmuró Gen, con voz ahogada— fue un invento de Kinoeda, su intento de replicar la petrificación con la información que robó antes de traicionarnos, pero es imperfecta. La hizo en forma de líquido, y necesita entrar en contacto con el flujo sanguíneo para actuar...

—Al cortar sus manos y sus rodillas con el vidrio... —habló Reima, sonando triste— Tsukiku entró en contacto directo con el líquido petrificador.

Senku apenas los escuchó, con los ojos fijos en la grabación, con los recuerdos aflorando en su mente, sintiendo allí mismo todo lo que sintió en ese momento, sintiendo su miedo quemarlo con tanta intensidad como cuando lo vivió por primera vez.

Tsukiku levantó las manos hacia adelante, jadeando cuando estas comenzaron a volverse blancas.

Kohaku soltó el arma, pálida y boquiabierta.

Senku se congeló.

Kinoeda sonrió suavemente, triunfante.

Sus pequeñas piernas se volvieron blancas también, y entonces... se quebraron...

La sangre estalló cuando la parte convertida en piedra se desprendió de la parte que aún era carne, ya que la frágil piedra caliza no resistía el peso del cuerpo.

Tsukiku cayó al césped, todavía con las manos extendidas hacia adelante, mientras la petrificación caliza se extendía desde sus brazos y piernas hasta el resto de su cuerpo.

Esta petrificación era, tal como Gen dijo, imperfecta. La piedra colapsaba sobre sí misma a medida que petrificaba al sujeto, y se extendía de manera lenta y desigual, causando que el cuerpo se fuera dañando antes de petrificarse.

Cuando la petrificación se extendió hasta su estómago, sus órganos internos empezaron a dañarse y la niña escupió sangre mientras soltaba un grito desgarrador.

Kohaku por fin reaccionó y corrió hasta ella.

No sabía qué hacer, quería abrazarla y prometerle que todo estaría bien, extendió sus manos para al menos tocarla de alguna forma, pero... al tomar sus manos, como la piedra era tan frágil, sus brazos se agrietaron por completo, dejándole un rastro de destrucción en forma de espirales zigzagueantes, justo como las marcas de petrificación que vio antes...

Kohaku se apartó asustada, aterrorizada, con las lágrimas ya corriéndole por el rostro.

Tsukiku también estaba llorando.

—Me d-duele... ¡Me duele! —La sangre seguía escapando de su boca mientras la petrificación caliza avanzaba lentamente por su cuerpo.

Senku se acercó a ella con lentitud y se arrodilló a su lado. Mientras Kohaku lloraba con las manos cubriendo su rostro, horrorizada por haber "lastimado" a su hija, por haberle provocado esas grietas que casi le rompen los brazos.

Lentamente, Senku colocó las manos con suavidad en sus mejillas, sin importarle llenarse de sangre por su tos constante.

M-me duele... Me duele mucho, papá...

—Lo sé... S-sé que duele... Pero no debes tener miedo... Voy a traerte de vuelta...

—Papá... ¿Me voy a morir?...

—¿Qué dices? —Rio entre dientes, luchando con todas sus fuerzas para contener sus lágrimas, lo recordaba bien—. Por supuesto que no... Yo te traeré de vuelta...

—Me duele...

—Lo sé, princesa... lo sé... —Acarició amorosamente su rostro—. Pero solo será un momento... Escucha, ahora... todo se pondrá oscuro... pero debes contar. Tienes que contar los segundos... ¿puedes hacer eso por mí?...

—¿C-contar?... ¿Cómo papá...? —Volvió a toser sangre.

—Sí, como papá... —Limpió sus lágrimas con sus pulgares—. Solo tienes que contar los segundos... hasta que pueda traerte de regreso...

—Me duele mucho... —Sollozó.

La petrificación caliza ya le estaba subiendo por el cuello.

—No pienses en eso... Cuenta. Vamos... Uno... Dos...

—Uno... Dos... —Su respiración comenzó a fallar.

—Tres... Cuatro...

—Tres... C-cuatro...

—Cinco...

—Ci-cin... cinco...

—Seis...

—Seis... —La petrificación alcanzó su rostro.

—Siete...

—Sie...

Eso fue todo, ella quedó completamente petrificada.

En ese momento, Senku recordó pensar que la había perdido para siempre.

Reima pausó la grabación, cosa que Senku agradeció, porque estaba demasiado ocupado sujetándose la cabeza desesperadamente, con la avalancha de sentimientos recordados apretándole la garganta como si quisieran ahogarlo hasta matarlo, todo mientras las lágrimas le corrían libremente por el rostro.

De verdad... De verdad era el peor padre del maldito universo...

No la mataron, pero quizás le hicieron algo peor, y él no pudo protegerla. Con solo seis años, dejó que algo horrible le pasara, justo delante de él.

La dejó sufrir tanto... y no pudo hacer nada.

Ahora entendía, entendía por qué estaba tan aterrorizada de volver a ser petrificada, incluso con la petrificación normal, prefería seguir enferma o herida antes que volver a pasar por algo siquiera parecido a eso...

Y todo fue su culpa.

"Todo fue mi culpa..."

Gen le dio la espalda, intentando darle privacidad en ese momento tan duro.

Luego de unos minutos, cuando la respiración de Senku se calmó considerablemente, Gen decidió hablar.

—En ese entonces... varias personas habían sido petrificadas con esa petrificación caliza... incluso Taiju... —reveló con tristeza—. Otros como Magma también... y varios llevaban años así, tanto que a algunos se les hizo funerales y muchos ya querían darlos por muertos... Tú y los otros científicos eran incapaces de encontrar la cura. Por eso, cuando supimos que Tsukiku fue petrificada... muchos la dieron por muerta también. Y eso creyó Kohaku...

Reima reanudó la grabación, justamente con Kohaku gritando y llorando con tanto dolor que Senku fue incapaz de mirar.

Kinoeda sonreía triunfante, pero su sonrisa se le borró cuando Tsukasa y Chrome llegaron, con un ejército de robots de seguridad.

Kinoeda gruñó de frustración y se subió a dos de sus spy-dots que rápidamente se lo llevaron lejos.

Tsukasa lo persiguió, pero Chrome se quedó allí, observando horrorizado lo que había pasado con su sobrina.

—Cuarenta y dos... Cuarenta y tres... —Senku seguía aferrado a contar los segundos, todavía acariciando el rostro de la pequeña estatua de su hija—. Cuarenta y cuatro...

Kohaku, por su lado, se estaba desgarrando en llanto, se estaba haciendo daño a sí misma arañándose el rostro por la desesperación.

Al verla hacerse daño, aun con todo el dolor de su alma, Chrome la petrificó para que se detuviera.

Tsukasa volvió al rato, molesto por haber perdido a Kinoeda, y solo se puso peor al ver lo que había pasado con la familia.

—Senku... —Chrome fue el primero en hablar—. Lo siento... Lo siento mucho...

—¿Por qué lo sientes?... —Finalmente, él se alejó de la estatua—. La voy a traer de regreso... —Volteó a verlo con una sonrisa tan perturbada, vacía y llena de dolor que Chrome retrocedió un paso.

Ignorando los rostros preocupados de Chrome y Tsukasa, Senku se acercó a la estatua de Kohaku y la despetrificó.

Ella lo miró con el rostro lleno de dolor, volviendo a llorar de inmediato.

—No llores —pidió él, o más bien, se lo ordenó—. La voy a traer de vuelta.

Kohaku se levantó tambaleante y se arrodilló al lado de la pequeña estatua, tomando su mano con toda la delicadeza del mundo y acariciándola con la mayor suavidad posible.

Senku reconoció ese recuerdo, el de Kohaku acariciando la mano de esa pequeña estatua blanquecina. Lo había recordado hace tiempo, pero nunca habría imaginado las verdaderas implicaciones detrás...

—Senku... —habló Kohaku, con la voz totalmente quebrada, saliendo en apenas un susurro—. Sé que han pasado años y no has podido traer a los demás... Sé que todos creen que están muertos... Sé que todos perdieron la fe en ti... pero yo no... —Volteó a verlo con una sonrisa temblorosa, con el rostro empapado en lágrimas—. Yo sé que lo lograras... no importa cuánto te tome...

—Incluso si me toma la vida entera... —afirmó él, con una mirada llena de determinación.

—Lo sé... —Ella le sonrió dolorosamente—. Pero yo... no lo soportaría... No quiero... No quiero estar sin ella... Así que... por favor... no me obliguen a estar sin ella... —Más lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

Senku recordaba ese momento, recordaba entender perfectamente a lo que se refería.

Se acercó a ella y le tendió su mano.

Kohaku se levantó y lo miró fijamente, para luego darle un suave beso, uno de despedida.

En cuanto ella se alejó, Senku volvió a petrificarla.

Y no volvería a despetrificarla hasta que pudiera traer a su hija de regreso.

—Y fue así como pasó... —susurró Gen, viendo a la pantalla con pesar—. Fue así como te quedaste completamente solo...

Reima continuó la grabación.

Mostró como unos robots se encargaron de encapsular a Tsukiku en un contenedor de cristal, junto con todas sus piezas y fragmentos rotos.

Reima siguió mostrando la grabación, a medida que Senku iba recordando de forma un poco borrosa todos esos eventos en pantalla.

Mostró como puso a todo su equipo a trabajar única y exclusivamente en encontrar una cura para la petrificación caliza, como él mismo se encerró en el laboratorio de su casa para trabajar literalmente veinticuatro horas diarias, apenas durmiendo, apenas comiendo, dedicándose enteramente a buscar una forma de regresar a su hija a la vida.

Tenía el contenedor de cristal con su pequeña hija convertida en estatua en medio de su laboratorio, y todos los días la observaba, contándole sus avances, pidiéndole que siguiera contando segundos, que pronto la traería de regreso.

—Senku-sama, su rendimiento no será eficiente sin dormir —dijo Reima en la grabación cuando él ya estaba tambaleándose del cansancio—. Debe dormir.

—Tengo que probar estos químicos. Además, debo terminar de probar los sistemas de organización de muestras y debo...

—Amo, solo retrasara el regreso de su hija cometiendo errores por estar cansado.

—Bien... Despiértame en dos horas. —Se levantó para irse a su habitación.

—Pero amo...

—En dos horas, Reima.

Reima lo siguió a su habitación, intentando discutir su petición y convencerlo de dormir más, pero Senku lo ignoró por completo.

Cuando llegó a su habitación, se vio a la estatua de Kohaku en la cama, acostada de lado.

Senku se acostó a su lado, mirando fijamente a la estatua de Kohaku.

Extendió una mano para acariciar su rostro de piedra.

En la grabación no se distinguía, pero Senku recordaba haberle susurrado algo en ese momento:

—Las traeré de regreso... diez billones por ciento seguro...

Continuará...

Holaaaa :D

Lamento el retraso, pero espero q este cap les haya gustado owo

Finalmente les conte más del pasado de la familia Ishigami, y lo feo que le pasó a Tsukiku chiquita :'c

Por si no entendieron, Kinoeda creo una petrificación diferente a la normal, en esta las estatuas son blanquecinas y más fragiles. Cuando petrificaron a Tsukiku de esa manera, no habia cura. Cuando la despetrificaron, Kinoeda hizo otro tipo de despetrificación, que es la que le dio a Kinro y Suika, y de esa todavía no encuentran la cura, es diferente :(

Bueno, espero q no haya sido tan confuso D:

Cualquier cosa me pueden preguntar :3

En el proximo cap probablemente cuente más del pasado de Senku y revele más cositas OwO

Ojala q el fic les esté gustando TwT

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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