Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Información

La chiquilla no estaba exagerando al llamarlo viejo, anciano, vejestorio y todo lo que se le ocurriera. ¡Sí era un maldito viejo decrepito! ¡Se veía igual de viejo que Chrome! Y pensar que se había burlado antes, ahora sentía ese dolor.

Casi con miedo, pasó una mano por su rostro, examinando a fondo las leves pero presentes arrugas y sintiendo su barba pinchar las yemas de sus dedos. Al menos lo aliviaba que no tenía canas en su cabello como Chrome, pero si las tenía en su barba.

Oh, esa barba tenía que irse.

Revisó en los compartimientos junto al espejo, y afortunadamente encontró bastante rápido un rastrillo y crema para afeitar.

Y entonces halló otra cosa que llamó su atención: Una fina capa de polvo recubriendo los objetos en los estantes.

Frunció el ceño, extrañado.

Pero... eso significaba que esas cosas no podrían haber sido preparadas recientemente, debían llevar aunque fuera unas semanas allí sin ser tocados, sin embargo a juzgar por la gran cantidad de polvo en las esquinas de los estantes él apostaría por un par de meses, de hecho. Y eso significaba que... ¿esa habitación para él ya llevaba tiempo esperándolo? Incluso antes de que se supiera que había perdido la memoria ¿Kohaku ya tenía lista una habitación para que él se quedará?

No es que lo emocionara la idea de estar casado con ella exactamente pero ¿no se suponía que marido y mujer dormían en la misma habitación? ¿Por qué ya tenía preparadas sus cosas en una habitación aparte desde antes que supiera que tenía amnesia?

Revisó el resto de las cosas en los estantes y se dio cuenta de que eran todas masculinas, y en esa casa solo vivía él, una mujer y una niña preadolescente. Además reconoció su marca favorita de pasta dental allí en un envase a medio usar. Por un lado se alegró de que la empresa hubiera renacido, por otro lado eso le confirmó que él ya había estado en esa habitación desde antes del accidente. Desde antes de la amnesia.

Él había estado durmiendo en una habitación separada a la de su esposa. Y no es que le molestara, solo... era curioso...

¿Qué relación tenían exactamente él y Kohaku antes del accidente y la amnesia?

Tenían una hija innegablemente parecida a ambos, con características tanto de él como de ella, aunque un poco más de él, pero definitivamente le había encontrado varias similitudes a su madre.

Los matrimonios en los que solo había pasión en los primeros años y luego solo se mantenían unidos por los hijos no eran ninguna rareza en la era moderna, mucho menos en Japón. Algunos hasta solo cometían el acto una vez y se la pasaban pegados toda la vida por los mocosos. ¿Algo parecido habría pasado con ellos?

¿O tal vez estaba pensando demasiado las cosas? Quizá hubiera otra explicación.

De cualquier forma tampoco le importaba mucho.

Se encogió de hombros y procedió a deshacerse de esa molesta barba llena de canas.

No había tenido que afeitarse muchas veces en su vida, la barba casi no le crecía, y ahora solo tenía una fina capa de vello facial, pero igual no le gustaba como le quedaba así que se afeitó rápida y cuidadosamente y luego procedió a bañarse.

Afortunadamente la ducha no era muy diferente a las duchas más modernas que había en el antiguo Japón moderno, así que supo manejarse y dejó que el agua caliente relajara sus músculos tensos.

Una vez terminó, se vistió con la misma ropa después de secarse el cabello, caminó derrotado hasta la cama, lo suficientemente cansado como para seguir atormentándose con preguntas que de todos modos no tenía los medios para responder por el momento.

Se dejó caer en la cama y casi de inmediato se durmió, aunque no sin antes casi llorar de alegría y nostalgia por la absurdamente altísima suavidad de su colchón. Todo lo que tenía en los últimos años de su memoria eran duros colchones de paja e incómodos sacos de dormir.

Tal vez esta nueva modernidad súper avanzada tuviera su lado bueno también.

Durmió como un bebé, hasta que un agradable aroma lo despertó junto con el gruñido de su estómago hambriento.

Abrió los ojos para encontrarse con Kohaku cargando una bandeja llena a rebosar de comida y con una jarra de lo que parecía ser jugo de frutas. Lo miraba fijamente, pero rápidamente apartó la mirada como sí hubiera sido descubierta haciendo algo malo.

—Imaginó que tienes hambre. —Sonrió divertida, presionando un botón en la pared que de inmediato desplegó una pequeña mesa en la que apoyó la bandeja—. Cuando termines simplemente presiona este botón otra vez para guardar la mesilla y luego presiona el botón debajo y arroja la bandeja, platos, la jarra y todo en el compartimiento que se abrirá. —Él la miró confundido—. Tranquilo, te aseguró que nada se desperdiciara —aseguró, sorprendiéndolo. ¿Qué sistema usarían para reutilizar y aprovechar todos los materiales y hasta las sobras? Probablemente no le contestaría si se lo preguntara—. Puedes quedarte con la jarra y el vaso si te gusta mucho el jugo, sino presiona ese botón —señaló un botón al otro lado de la cama—. Y tendrás un vaso de agua cuando quieras, también puedes arrojarlo por ese compartimiento —explicó, y Senku tuvo que morderse la lengua para no empezar con una lluvia de preguntas que ella no iba a responder y que probablemente no sabría responderle en la medida que él quería respuestas.

No obstante... había una pregunta que sí podía hacerle.

—¿Yo usaba esta habitación antes del accidente? —preguntó casualmente.

Kohaku, que había estado sirviéndole jugo en un vaso, casi tira el mismo y la jarra, estremeciéndose al punto de que una cantidad considerable de líquido se derramó en los pisos de cerámica.

Senku observó su reacción a su pregunta con gran interés, prestando especial atención a los pequeños detalles de su expresión y su postura. Sus ojos nerviosos paseándose de un lado a otro, el temblor de sus labios y lo tenso de sus hombros. Esa era la postura de alguien que estaba pensando en qué mentira diría a continuación.

—¿Por qué d-dices e-eso?

Oh, entonces en vez de mentir directamente se fue por las ramas, dándose más tiempo para pensar en algo.

Era algo que la joven e impulsiva Kohaku de dieciocho años no habría hecho. No, estaba lidiando con alguien más madura y astuta, y alguien que probablemente lo conocía como a la palma de su mano a este punto, después de más de treinta años de conocerse. No podía subestimarla.

—Simplemente encontré ciertos detalles que hicieron obvio el hecho de que yo me había estado quedando aquí desde mucho antes del accidente —admitió—. Y me dio curiosidad saber si se supone que somos el tipo de matrimonio que no comparte habitación. Aunque no es que me interese mucho, no contestes si no quieres. —Se encogió de hombros, pero sabía que ella estaba obligada a contestar, porque de otro modo estaría dándole la razón a su declaración anterior sobre el tipo de matrimonio que eran.

La notó apretar la mandíbula y contuvo su sonrisa mientras tomaba uno de los platos que trajo en la bandeja, comenzando a saborear el delicioso sabor del pavo horneado mientras la miraba de reojo, intentando descifrar el porqué de su ceño fruncido.

¿Qué estás ocultándome, Kohaku?

—No sé por qué llegaste a esa conclusión, Senku —respondió finalmente, sorprendiéndolo cuando de repente sonrió con completa calma—. Usabas esta habitación de vez en cuando, más cuando te quedabas hasta tarde en tu laboratorio para no molestarme al entrar en la habitación en la madrugada, porque ya sabes que tengo el sueño muy ligero. Muy dulce de tu parte, aunque entiendo sí te es incómodo saber este tipo de detalles que no recuerdas. ¿Tienes alguna otra duda que quieras saciar? Puedo decirte detalles irrelevantes como este, pero no vayas a querer aprovecharte de mi generosidad ¿de acuerdo? —Rio divertida, alegre y calmada.

La muy mentirosa descarada.

Senku entrecerró los ojos, sin creerle absolutamente ni una palabra de lo que había dicho, pero sin tener ni una sola prueba de que eran mentiras. Ella no había demostrado nada, tenía una perfecta máscara de tranquilidad que le estaba crispando los nervios.

¿Desde cuándo Kohaku, conocida por su sinceridad y transparencia, era una buena mentirosa?

¿O acaso... de verdad estaría diciendo la verdad? Pero eso contradecía lo que demostró anteriormente con su lenguaje corporal, y si le estaba mintiendo se sentiría como un idiota por creerle tan fácilmente.

Empero... ¿qué podría estar ocultando? Esto ni siquiera parecía ser la gran cosa. ¿Estaba sobredimensionando las cosas? Podría ser... y sin embargo no podía evitar sentir que estaba mintiéndole, aun sin nada que lo indicara en sus palabras. De hecho sí estaba mintiendo en verdad casi lo asustaba lo mucho que había mejorado en eso con los años.

¿Habría tomado clases de cómo mentir con el mentalista o qué?

Suspiró, sintiéndose como si hubiera perdido una batalla contra ella.

—Ya veo. Creo que por el momento no tengo más preguntas. —Volvió a saborear su comida.

—Me alegra. Ahora, sí me disculpas, mi hija me está esperando con el postre abajo. Que pases buenas noches, mañana puedes bajar para desayunar con nosotras a las siete si gustas —murmuró mientras se encaminaba a la puerta.

—Allí estaré —murmuró con la boca medio llena, disfrutando mucho de la comida moderna. ¡Era tan buena como la de Francois!

Tal vez mañana en ese desayuno pudiera sacar más información acerca de Kohaku y la mocosa... o bien las nuevas tecnologías que se habían desarrollado en este mundo post-petrificación.

Una vez terminó de comer, usó los botones para hacer lo que Kohaku le había recomendado, y no pudo evitar contener su curiosidad, probó usar todos los botones que encontró en las paredes. No los había notado antes porque eran pequeños y del mismo color que la pared, casi parecían camuflados con esta, tal vez por algún motivo de decoración.

Había botones que hicieron aparecer una televisión, un teléfono, una radio y hasta un respirador y un desfibrilador, otros que hacían aparecer el vaso de agua, también una taza de café y un helado, y hasta fruta fresca. Pero también varios botones estaban bloqueados, obviamente apropósito, cosa que lo frustró. ¿Qué tan lejos habían llegado para ocultarle las cosas? ¿Y cuán más lejos estarían dispuestos a ir por ese objetivo?

Decidió comerse el helado y desechó el café, comiendo mientras intentaba cambiar el canal de la televisión y la frecuencia de la radio, que aparentemente habían sido manipuladas para mostrar solo un canal con animes y una frecuencia con pura música electrónica, clásica y otros géneros que eran de su agrado.

Que detalles, dejarle cosas que lo entretendrían pero que no regalarían mucha información crucial. Y todo eso en poco tiempo, eso de por sí ya revelaba un poco de información útil, por más pequeña que sea.

Por ejemplo, que eran capaces de controlar cada aparato electrónico en la casa a distancia. No había forma de que pudieran arreglar todos estos detalles en el poco tiempo que Kohaku los había dejado solos en el auto para hacer ciertos arreglos que les permitieran seguir las órdenes medicas. Y tenían un gran nivel de control sobre esos aparatos, con órdenes simplificadas para que hayan podido hacer todo tan rápido, lo que indicaba una red compleja e interconectada. Y Senku se moría de ganas por ponerle las manos encima a algo así. Quería desentrañar cada pequeño secreto de esa casa y cada uno de sus aparatos y circuitos.

Sin embargo, seguía débil y cansado. Y ni siquiera el querer revivir el buen recuerdo de ver anime lo ayudó a mantenerse despierto, por lo que apagó cada aparato electrónico, las luces y rápidamente se recostó para dormir una vez más.

Despertó al sentir un molesto golpeteó en su puerta. Gruñó y frotó sus ojos mientras se incorporaba de mala gana.

—¡Ya son la siete, anciano! ¡Saca tu perezoso trasero de la cama y baja al comedor de una buena vez! —En vez de la suave y madura voz de Kohaku, del otro lado llegó la voz aniñada y cargada de arrogancia del engendro que tenía por hija.

Ugh, esperaba que ella fuera producto de un condón roto, porque sí había procreado a esa chiquilla apropósito merecía el estallido en la cara y tal vez algo peor.

Se levantó a regañadientes de la cama y se arrastró miserablemente al armario-habitación, buscando unas ropas más decentes antes de ir a darse una ducha que afortunadamente lo hizo sentirse un poco más despierto.

Abandonó la habitación todavía bostezando, pero finalmente se desperezó mucho más al bajar por las escaleras, observó atentamente cada escalón mientras descendía, todavía intrigado por su funcionamiento. De verdad que tenía tantas preguntas que el saber que no obtendría respuestas lo puso una vez más con un terrible malhumor.

—Buenos días, Senku. —Kohaku lo recibió con una sonrisa sospechosamente sincera mientras colocaba un cuenco con frutas en la mesa junto a otros platos llenos de deliciosa comida ideal para un buen desayuno.

¿Dónde quedó toda su incomodidad de ayer? Aunque no tenía pruebas, aunque no había grietas en su máscara, su actitud de ahora simplemente no encajaba con la actitud que había estado mostrando anteriormente. Y eso le daba muy mala espina. No estaba acostumbrado a no poder leer a Kohaku, ella siempre fue tan transparente como agua pura para él y ahora...

Casi pareciera que no la conocía.

—¿Por qué te quedas ahí parado como si te hubieran vuelto a petrificar, viejo? —La irritante voz de la chiquilla lo sacó de sus pensamientos—. Si no quieres tu desayuno puedes...

—Tsukiku, calla, come y no molestes a tu padre —ordenó Kohaku, y bastó una sola mirada severa para que la mocosa cerrara la boca y empezara a mirar su plato llenó de onigiris rellenos de fruta y con formas de gatos y osos ridículos como si fuera lo más interesante del mundo—. Por favor siéntate, Senku. Puedes comer lo que quieras. Tú elige.

Él hizo una mueca y se sentó en la punta más alejada posible de las dos féminas, aunque antes de eso tomó el plato con un omelette de arroz cercano a Kohaku que se veía demasiado bien como para no aprovecharlo.

Comenzaron a desayunar en silencio.

Senku estaba incómodo. Kohaku sorprendentemente parecía muy enfrascada con su celular—algo raro de ver pero no tan raro como lo que ya había experimentado en este nuevo mundo moderno—. Y Tsukiku parecía molesta porque su madre le haya callado la boca y masticaba furiosamente su desayuno.

¿Se suponía que así era la vida familiar? Wow, sin duda el sueño de su vida.

Pff, qué fastidio. Esto obviamente no dejaría de ser incomodo en un largo tiempo, tal vez nunca sí es que jamás recobraba la memoria. Tal vez debería empezar a pensar en una forma de convencer a Kohaku de dejarlo vivir con Chrome o Taiju, los dos eran unos bocas-flojas de primera y sería fácil sacarles información eventualmente, con un poco de presión y muy sutilmente.

Había tenido esperanzas de que tampoco sería muy difícil sacar información de Kohaku, pero la subestimó en gran medida. Ella obviamente había madurado mucho a lo largo de los años y ahora era una oponente formidable en un campo en el que creía ser completamente dominante. Y eso probablemente también le haría difícil convencerla de dejarlo irse fuera de su vigilancia.

Aparte de que tenía el presentimiento de que había algo que ella quería ocultar... y tal vez no solo por las órdenes médicas.

¿Kohaku ocultándole algo? Era algo que nunca habría concebido como adolescentes, pero ahora podría ser una persona completamente diferente por lo que sabía. Y ese pensamiento no le gustaba para nada. De hecho... esperaba que no sea así.

—Mamá. —Una vez más, la mocosa rompió el silencio de la habitación, pero esta vez no para molestarlo, sorprendentemente—. ¿Puedo ir a la escuela hoy? —preguntó, sorprendiéndolo.

¿Qué mocoso de trece años quería ir a la escuela? Incluso él se había hartado de la escuela bastante rápido, prefería leer libros.

—Hija, tú odias ir a la escuela. —Kohaku la miró con incredulidad, confirmando lo que había estado pensando.

—Sí, es terriblemente aburrido, pero es mejor que quedarse aquí con él. —Lo señaló despectivamente, llenándolo de indignación una vez más, pero al menos esta vez estaba más acostumbrado a lo desagradable que era su descendencia—. Te vas a ir a esa reunión con mis tíos y dijiste que no me llevarías, así que al menos déjame ir a la escuela —pidió con una mirada suplicante.

—No. Te quedas en la casa con tu padre —la rechazó rápidamente, indiferente a sus intentos de protestas—. Y sin peros.

La mocosa se cruzó de brazos y frunció el ceño profundamente, inflando un poco las mejillas en un gesto completamente infantil.

Senku no pudo evitar una pequeña risita burlona, ganándose una mirada llena de desprecio de parte de su engendro que solo lo hizo reír todavía más, disfrutando que no podía intentar pasarse de lista con su madre sin reprimenda.

Kohaku rodó los ojos, obviamente sintiéndose la única adulta presente. Aunque él estaba demasiado feliz por hacer rabiar a la chiquilla arrogante como para que eso lo molestara. Sin embargo, pronto se dio cuenta de lo que habían estado hablando.

Mierda, había tenido esperanza de que esa reunión de la que hablaron ayer se realizaría allí en el palacio que tenían por casa y así él podría espiar un poco de que hablaban, pero debió saber que no serían tan estúpidos como para darle esa oportunidad. Tendría que pensar otra forma de conseguir información en la brevedad posible antes de que las preguntas lo volvieran loco de desesperación por no saber tantas cosas tan importantes. Necesitaba respuestas, necesitaba conocer el mundo que lo rodeaba.

Se congeló a medio camino de comer su desayuno, mirando de reojo a la mocosa que miraba rencorosa al frente por haber sido silenciada. Tal vez lo que pensaba ahora mismo era la peor idea que podría haber pensado, pero por otro lado... tal vez podría funcionar.

Una vez terminaron su desayuno, Kohaku lo miró curiosa y le preguntó qué tenía pensado hacer el resto del día, ya que ella saldría a reunirse con sus amigos para explicarles la situación.

Poniendo su mejor sonrisa falsa, Senku miró de reojo a la mocosa.

—Bueno, aprovechando que ella se queda, supongo que es una buena ocasión para conocernos mejor —propuso escarbando en su oído con su meñique, mientras que las dos féminas se quedaron con las mandíbulas por el piso.

—¿Qué acabas de decir?

La chiquilla lo miró incrédula.

—¿Estás seguro de eso? —Kohaku se cruzó de brazos, un poco escéptica, pero Senku se aseguró de que no hubiese grietas en su máscara, tal como ella había hecho antes.

Dos podían jugar a su juego de fingir, aunque nunca pensó que tendría que recurrir a algo así con Kohaku, pero...

—Por supuesto que es extraño no recordar los últimos treinta años, pero si quiero saber más de mi vida lo mejor es comenzar a familiarizarme con mi propia descendencia. Es lógico, ya que vivo con ustedes. Incluso sí no te agradó, al menos deberíamos conocernos ¿no crees? Y la verdad es que me da curiosidad saber más de mi propia hija ¿no es mucho pedir o sí? —Miró a la chiquilla, que le devolvía la mirada con absoluta incredulidad, probablemente sin creer ni una sola palabra de lo que decía.

Kohaku tampoco parecía creerle del todo, pero pareció inquietarse un poco al mirar su celular. Seguro no faltaba mucho tiempo para su reunión.

—Bien... solo espero que tengas en cuenta lo que te dije antes. —Lo miró entrecerrando los ojos, obviamente muy protectora de su malcriado retoño—. ¿Podrías dejarnos a solas un momento? Hay algo que quiero hablar con ella.

—Claro... —Se levantó de su silla, aunque obviamente no tenía ninguna intención de darles privacidad, iba a espiar esa conversación sin duda alguna, a pesar de la alta probabilidad de que una cazadora con agudos instintos como Kohaku lo descubriera.

—Pero antes... Rei-bot, por favor recoge la mesa —ordenó Kohaku con una sonrisa divertida, a lo que Senku lo miró confundido.

¿Rei-bot?

—¡De inmediato, Kohaku-sama!

Una voz claramente artificial se hizo oír de pronto, y pequeños robots flotantes se hicieron presentes en el comedor. Robots increíblemente similares al Rei 37 que Byakuya había construido y se había llevado con él al espacio, con pequeños brazos metálicos que recogieron con maestría cada material en la mesa.

Baba casi cae de la boca de Senku al ver esas maravillosas piezas de metal volando sin producir un solo sonido, moviéndose alrededor del comedor y recogiendo todo con fluidez y cuidadosa rapidez. También parecían estar conectados, para que todos obedecieran la misma orden siendo llamados por un solo nombre, a pesar de que cada uno tenía un número diferente. ¿Cuál sería su mecanismo de funcionamiento? ¡Necesitaba poner sus manos en esas maravillas tecnológicas lo antes posible!

—Rei-bot, ¿podrías acompañar a Senku a la sala y conseguirle lo que sea que necesite? —Al escuchar a Kohaku hablar, Senku volteó a verla, solo para fruncir el ceño al ver su sonrisa de suficiencia.

Leona astuta. Sabía que él no podría resistirse a la oportunidad de estudiar esos robots y eso le aseguraría que no escucharía su conversación con la mocosa.

Estaba empezando a asustarlo lo mucho que Kohaku parecía superarlo en aspectos que nunca se habría imaginado. ¿Qué tanto había cambiado en treinta largos años? Sin contar los que estuvieron petrificados.

Apretó la mandíbula, sin embargo decidió dejarla ganar este round. Ella estaba cediendo un poco de información para no arriesgarse a que obtuviera más de lo que quería revelar. Pues bien, entonces. Podía salirse con la suya esta vez, pero pronto daría vuelta su juego. Y hoy mismo averiguaría si esa mocosa engreída podría ayudarlo con eso.

—Por favor acompáñeme a la sala, Senku-sama.

Ante el llamado del robot, Senku se olvidó por completo de todo y siguió al pequeño robot con ojos brillantes y las manos temblándole con ansias de desmantelarlo.

La voz que emanaba del robot le recordaba un poco al Rei 37 de Byakuya, lo cual significaba que probablemente estos Reis habían sido creados por él mismo inspirándose en la creación de su padre. Eso lo hizo sonreír suavemente... pero todavía lo desmantelaría sin dudarlo si tuviera las herramientas.

Al llegar a la sala, rápidamente se sentó en uno de los sofás y miró curioso al robot esperando expectantes por órdenes. ¿Qué tanto sería capaz de hacer esta máquina?

—Entonces, Rei-bot... ¿puedes decirme de qué material estas hecho? —preguntó.

Necesitaba saciar su curiosidad sobre el tema y probar su capacidad de hablar, sí era capaz de seguir una conversación y tener un gran entendimiento en diversos temas como el Rei 37 de Byakuya.

—Mayormente aluminio y fibra de carbono, Senku-sama —contestó fácilmente a la pregunta.

—Interesante. —Materiales ligeros pero resistentes, buena elección—. ¿Utilizas un sistema de propulsión de aire para volar, combustible, sí es combustible de qué tipo, o qué utilizas? —Intentó no entusiasmarse mucho preguntando, pero le fue imposible acallar su curiosidad.

—Ahora mismo estoy utilizando un sistema de propulsión de aire.

—¿Por qué dices ahora mismo? ¿Ese no es el que normalmente usas?

—Negativo, Senku-sama.

—¿Y cuál sueles usar normalmente? —preguntó más que entusiasmado por saber más del funcionamiento del robot.

—Temó que esa información entra dentro del archivo 14-IS, Senku-sama.

—¿Archivo 14-IS? Pues dime sobre ese archivo.

—Denegado.

—¿Eh? —Se crispó con indignación.

Bueno, era obvio que el robot también tendría restringida la información que podía darle, pero no esperaba que ni siquiera lo dejaran saber detalles sobre su funcionamiento más básico.

—Bien. ¿Podrías al menos decirme las tareas que realizas normalmente en la casa?

—Limpieza, cocina, reciclaje y todo lo que la familia Ishigami ordené, con prioridad en las órdenes de Kohaku-sama.-

—Así que Kohaku es la mandamás sobre mis robots aprovechando que perdí la memoria, eh... —Seguía haciéndosele extraño que ella estuviera tan acostumbrada al uso de la tecnología, pero ya no lo sorprendía tanto.

—Negativo, Kohaku-sama siempre ha sido la autoridad superior —dijo, y los ojos de Senku se ampliaron.

¿Puso todo un sistema robótico al mando absoluto de Kohaku desde el principio? ¿Cuándo demonios se volvió tan mandilón? ¿Acaso el sexo era tan bueno como decían sus compañeros de clase más estúpidos? Y eso que todavía no descartaba que su matrimonio fuera simplemente decorativo por el bien de la niña.

—Muy bien... ¿Qué tanto sabes de ciencia?

Por los siguientes cinco minutos el robot le hizo un resumen de todas las ramas de conocimiento científico que tenía incorporadas y también respondió a varias preguntas sobre ciencias sociales y algunas pseudo ciencias, pero le dio a entender que tenía un gran conocimiento, casi era una wikipedia flotante. También demostró tener capacidad de hacer grandes cálculos complicados a increíbles velocidades. Y también dijo que sabía hacer masajes. Y que había sido creado quince años atrás. Je, el Senku treintañero tenía gran creatividad y practicidad, debía reconocerlo.

Intentó hacer preguntas que pudieran darle más datos sobre su vida y este extraño futuro, pero todo lo interesante estaba guardado en el archivo 14-IS, archivo al que no podría acceder por órdenes de esa astuta leona.

Antes de que pudiera preguntarle más sobre su conexión con los otros Reis, Kohaku y Tsukiku entraron a la sala.

—Rei-bot, vuelve al laboratorio sudoeste, por favor —ordenó Kohaku al robot, que de inmediato acató la orden y se marchó después de despedirse de Senku y Tsukiku—. Senku, me iré por un par de horas. Tsukiku se quedará contigo hasta entonces, esperó que los dos se comporten. —Le dirigió una mirada de advertencia a la chiquilla—. Sí tienes problemas puedes pedirle a un rei-bot que me llame.

—Está bien, estoy seguro de que nos llevaremos bien. —Volvió a sonreír falsamente.

—Eso esperó... —Suspiró, colgándose un bolso al hombro mientras recogía su chaqueta de uno de los sofás—. Nos vemos pronto, entonces.

Se acercó a la mocosa y le dio un pequeño abrazo y un rápido beso en la frente, sonriéndole con suavidad antes de retirarse.

—Mamá volverá pronto ¿sí? Por favor intenta recordar lo que te dije. —Acarició sus mejillas con dulzura.

—Sí, lo sé. —Bufó, pero luego lo sorprendió cuando sonrió como si fuera una niña normal de trece años y abrazó a Kohaku con una sonrisa puramente sincera, aunque se apartó rápidamente y le dio la espalda—. B-bueno, entonces te veo luego, mamá. Suerte.

—Gracias. —Sonrió también con genuina sinceridad antes de finalmente marcharse.

Senku miró con curiosidad a la chiquilla, que seguía de espaldas a él con una postura tensa, probablemente incomoda por la demostración de afecto que acababa de dar. O al menos eso intuía por alguna razón, a pesar de que no la conocía para nada.

—Entonces... —Ella lo miró por encima del hombro de pronto, con ojos entrecerrados—. ¿Qué es lo que quieres, viejo? Porque no me tragó ni un milímetro que tengas interés en conocerme por el mero y simple hecho de que compartimos genes. —Volteó a verlo de lleno, cruzando los brazos bajo el pecho en un gesto que le recordó demasiado a Kohaku—. ¿Qué planeas?

Él sonrió ferozmente ante sus palabras, sin sorprenderse tanto de que ya hubiera intuido sus verdaderas intenciones.

Sí Kohaku era una leona que se hizo más y más astuta con los años, esta mocosa sin duda era una pequeña leoncita astuta. No esperaría menos de su descendencia.

—Creo que es obvio lo que quiero.

Dudaba que no se hubiera dado cuenta a este punto.

—¡Ja! Información, con probabilidades de diez billones por ciento —afirmó, y le dedicó su propia sonrisa feroz mientras caminaba para sentarse en el sofá frente a él—. Temo que pierdes tu tiempo, no pienso decirte nada.

—Eso lo...

—A menos... —Se sorprendió cuando ella lo interrumpió—. Que estés dispuesto a ayudarme con ciertas cosas que requiero para una investigación. —Él abrió mucho los ojos. ¿De verdad estaba dispuesta a darle información a cambio de algo? Creyó que sería mucho más difícil convencerla—. Pero te advierto desde ahora que no te diré nada drástico, solo lo que yo consideré justo que sepas. ¿Estarías dispuesto a ayudarme en todo lo que necesite aún a cambio de tan poco? —preguntó seriamente, pero su mirada estaba llena de desafíos. Ella estaba retándolo a aceptar.

Y él no se echaría hacia atrás.

—Cuenta conmigo, mini-leona —accedió sin dudar.

Pensó que la niña haría algún comentario arrogante o al menos se mostraría complacida, pero una vez más lo sorprendió cuando de repente sus ojos se ampliaron por un segundo, antes de que su mirada se llenara de ¿nostalgia? Y hasta podría haber jurado que sus ojos se cristalizaron por un momento...

La miró extrañado, pero entonces ella se puso de pie y le dio la espalda.

—¡Ja, entonces es un trato, vejestorio! En ese caso levanta tu trasero de allí y sígueme. —Cuando volvió a mirarlo, su mirada se encontraba llena de arrogancia una vez más—. Te llevare al laboratorio.

Y ante esas palabras, Senku se olvidó de todo lo demás.

¿Ir a su gigantesco laboratorio súper futurista? Ya se estaba emocionando de solo pensarlo.

No podía esperar a obtener más información, y sí para eso debía aliarse con esta irritante chiquilla entonces lo haría.

Por más poca información que lograra sacarle, algo era mejor que nada. Y... honestamente, tampoco le molestaría el conocerla más. Era su hija, después de todo, y ella le daba tanta curiosidad como el qué fue de su vida y las nuevas tecnologías. Aunque nunca lo admitiría en voz alta ni en diez billones de años.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro