Feliz cumpleaños
Cuando Kohaku regresó con Tsukiku, Senku ya estaba esperándolas con el almuerzo, un poco irritado de que hubieran tardado tanto. Además, ellas ni siquiera estaban solas, sino que venían con los amigos de su hija, Misaki y el mocoso mafioso alias Yok.
Agh, genial, y él que quería pasar un momento a solas con su familia.
—Lamentamos colarnos en su almuerzo familiar —dijo Misaki sinceramente—. Tsukiku insistió.
—Quiero mostrarle el vestido a Misaki —masculló Tsukiku, aunque Senku podría jurar que era solo una excusa.
—Y yo solo estoy aquí porque justo estaba en casa de Misaki cuando pasaron a recogerla —murmuró Yok con desgano, cargando una caja alargada, probablemente la que contenía el vestido que Tsukiku mencionó—. Y no quiero quedarme solo allí hasta que mi hermana termine de trabajar, odio a su tía.
—Oye, no es tan mala... —defendió Misaki sin muchas ganas.
—Desde que el padre de Ishigami le metió en la cabeza que soy un "mafioso" ella siempre quiere revisar mis cosas para ver si no traigo "sustancias ilegales" conmigo. —Senku casi no se aguanta una carcajada, ganándose una mala mirada de Kohaku.
Kohaku le pidió a Frei-bot cocinar dos platos extra y se sentaron a la mesa para almorzar.
—Entonces... ¿Yuzuriha te hizo un vestido para tu cumpleaños el martes? —preguntó Senku, queriendo hablar más con su engendro.
—Ajá —contestó ella con desinterés.
—Siempre le hace vestidos exclusivos para sus cumpleaños —comentó Kohaku, animada—. También nos hizo ropas nuevas a nosotros. Luego te daré tu traje.
—Muy bien... Por cierto, ¿por qué la fiesta es un martes? ¿No sería mejor el fin de semana? —preguntó, queriendo sacar más conversación. Y vaya que era malo para eso.
—Es un feriado internacional —dijo Misaki, viéndose confundida de que no lo supiera, incluso aunque sabía de su amnesia—. Primero de abril, se celebra en todo el mundo. Nadie trabaja y comúnmente hacen fiestas, sea martes, jueves o cualquier otro día.
—N-no hicieron un feriado mundial solo por el nacimiento de mi hija, ¿verdad? —Si así fuera empezaría a entender más porqué ella era tan malcriada.
—No. —Tsukiku bufó—. Es por el día en el que te despetrificaste. Bueno, tú y el abu... el Dr. Xeno. Se conmemora el día en el que la humanidad se despertó de la petrificación. Si quieres hacerte el importante, hicieron un feriado nacional tu cumpleaños, también por ser el día de la piedra o algo así.
—Aunque no lo hicieron un feriado internacional oficial sino hasta poco después de que nuestra preciosa bebé naciera. —Kohaku se lanzó a abrazar a Tsukiku, que de inmediato se sonrojó y trató de quitársela de encima.
—¡D-déjame, mamá, me avergüenzas frente a mis amigos! ¡Y ya estoy grande para esto!
—Soy tu madre, te abrazaría incluso aunque tuvieras ochenta años —aseguró Kohaku sin vergüenza alguna, pero entonces Frei-bot sirvió el postre—. Oh, te salvas esta vez. —La soltó para lanzarse al postre.
—¿El Dr. Xeno se despetrificó el mismo día? —Eso lo sorprendió.
Chrome le había contado bastante de él, pero eso no lo mencionó.
—Ajá, la cantidad de energía producida por sus cerebros era similar y los dos estaban expuestos a ácido nítrico, es muy posible que hayan roto la petrificación al mismo tiempo —explicó Tsukiku seriamente, luciendo hasta un poco aburrida.
—Entiendo, es posible. —Senku asintió—. ¿Y cuándo podré conocerlo? Chrome mencionó que pronto vendría a Japón.
—Oh, él definitivamente vendrá para la fiesta de Tsukiku —afirmó Kohaku, sonriente—. Él y muchos científicos, todos le regalan adelantos de sus investigaciones, libros y cosas científicas raras que le encantan.
—¡Ja, esa es la mejor parte! —Tsukiku saltó en su asiento, de repente viéndose muy emocionada—. Como ahora soy más grande, seguro me regalan cosas mejores. —Apretó los puños con entusiasmo.
—Claro que sí, mi bebé. —Kohaku la miró amorosamente.
—¡No soy un bebé, mamá!
—En fin, ellos normalmente vienen también para hablar contigo —le comentó Kohaku a Senku—. Siempre te saltas todas las fiestas, pero nunca la de Tsukiku. —Rio divertida—. Aunque no te preocupes, los científicos más importantes saben de tu amnesia, y te ayudaremos con los que no saben para que te libres de ellos.
—Estoy muy adelantado en mis clases con Chrome, creo que podría manejarlo. —Rascó su oído con fastidio, un poco ofendido.
—Bueno, hablaremos de eso después...
—¿Y la fiesta será aquí o en un salón? —preguntó Misaki, curiosa.
—Aquí, así esteremos bajo la protección de Reimo —aseguró Kohaku, muy seria.
—Ah, claro. Bueno, por algo su patio es tan gigantesco. —Rio nerviosamente—. Y el clima ya es más agradable, así que se puede hacer una fiesta al aire libre.
—Ugh, odio las fiestas al aire libre. —Yok se encogió en su asiento, estremeciéndose.
—Ya de por sí odias las fiestas, alteza. —Tsukiku le sonrió burlonamente.
—¡Que no me digas así! —La miró iracundo.
—Un amigo vendrá a implementar un sistema extraño que no entendí para poner un piso de mármol y vamos a poner una carpa grande también —aseguró Kohaku, sonriéndole de forma tranquilizadora a Yok—. No será del todo al aire libre.
—¿Un amigo? —preguntó Senku.
—¡Oh! ¿Es tío DJ? —preguntó Tsukiku, con ojos brillantes.
—Sí. —Kohaku asintió, sonriente.
—¿Me están diciendo que... un DJ va a poner un piso? —Senku ladeó la cabeza.
—No es su nombre, así le dicen. —Kohaku rio nerviosamente—. Su nombre real es... Eh, de hecho, no recuerdo su nombre, pero es un científico.
—Te lo mencioné antes —murmuró Tsukiku, comiendo lo último de su postre—. El Dr. Ions. Él construyó esta casa. Es ingeniero de proyecto con especialización en robótica y un doctorado en nanotecnología.
—Wow, no entendí ni una palabra de lo que dijiste —murmuró Misaki, pestañeando.
—Vendrá mañana para encargarse de lo del piso, probablemente —dijo Kohaku—. Él es el principal ingeniero encargado de la construcción de la ciudad lunar, y claro, él fue el principal responsable de la base pequeña que tenemos allí ahora. Cuando vuelvas a trabajar, vas a tener que hablar mucho con él.
—Entiendo. Chrome me dijo que por ahora solo trabajaré en la ciudad lunar, así que tiene sentido. —Ahora le daba curiosidad este tal DJ, sobre todo por eso de que fue él quien construyó el palacio en el que vivían—. ¿Y él construyó todo en la casa? ¿Incluyendo mi laboratorio y... otras cosas? —Miró intencionalmente a Tsukiku.
Si quería entrar tan desesperadamente al laboratorio secreto del patio trasero, ¿no sería de ayuda tener el consejo del hombre que lo construyó?
—Sí, él lo hizo todo —afirmó Tsukiku—, pero con tu guía. Creo que les regaló la casa cuando yo nací... —Miró a Kohaku para confirmar y ella asintió.
—Bueno, más bien cuando yo estaba embarazada. Era muy grande, casi la rechazamos, pero Senku accedió por la promesa de tener un súper laboratorio en casa. —Rio con nostalgia—. Luego le fueron haciendo remodelaciones y ampliaciones a lo largo de los años, ahora es el doble de grande de lo que era cuando nos la regaló hace quince años.
—Pero Tsukiku cumplirá catorce —señaló Senku de inmediato, todavía con el tema de las edades de Shira y Tsukiku en mente.
—Solo estaba redondeando, Senku —murmuró ella con calma, y Senku de nuevo maldijo no poder leerla tan bien como cuando tenían dieciocho años.
—Hmm... ¿Y cuándo cumple sus quince años Shira?
—Cumple catorce y los cumple a finales de mayo. —Por supuesto, Kohaku no cayó en su trampa.
—¿El treinta de mayo, no? —indagó Misaki.
—Ajá, ella se lo recuerda a todo el mundo —confirmó Tsukiku con desgano.
—¿Y tú cuándo cumples años? —le preguntó Senku a la mejor amiga de su hija.
—Yo cumpliré quince en junio, el doce de junio. —Sonrió felizmente.
—Y Yok cumplirá quince el veintiocho de octubre —le contó Kohaku, aunque él no había preguntado ni planeaba hacerlo, por lo que la ignoró y decidió seguir el tema de Misaki.
—Así que la petrificación de todo el mundo fue una semana antes de tu cumpleaños, eh... —comentó, recordando que el mundo se petrificó el tres de junio.
—Sí, iba a cumplir nueve años, para colmo me despetrificaron un treinta de junio, así que tuve que esperar todo un año para cumplir nueve por fin, ¡así que en realidad soy mayor de lo que me veo! —afirmó, con voz demasiado alta.
—Eso no quiere decir que esté bien que andes con chicos mayores... —murmuró Yok, receloso.
—¿De qué hablas? —Kohaku lo miró con una ceja en alto.
—De nada —aseguró Tsukiku.
—No me molesta decirlo. —Misaki alzó mucho la barbilla—. Tengo novio, es mi primera relación. Y mi novio es Kei.
—¡¿Qué?! —Senku casi se atraganta con su postre—. ¿Kei el hijo de Myuji?
—No puede ser. —Kohaku la miró boquiabierta—. ¡Aw, que tierno! —Sonrió felizmente—. ¿Cuándo pasó? ¿Él se te confesó?
—Yo me confesé —admitió Misaki, con las mejillas rojas—. En la fiesta de Umi-nee-san.
—¿Ese mocoso no tenía como dieciséis años? —preguntó Senku, con voz reprobatoria.
—¡Sí, eso es lo que le dije! —Tsukiku miró mal a Misaki—. Es mucho mayor y además es un mujeriego idiota.
—Tsukiku —Kohaku la regañó.
—Él cumplió dieciséis en enero, no es para tanto —masculló Misaki, revolviéndose con incomodidad por la mala mirada de Yok y Tsukiku.
—Pues yo me alegro por ustedes —aseguró Kohaku, devolviéndole la sonrisa a Misaki—. Kei es un buen niño, estoy segura de que será un buen novio.
—Tú solo lo dices porque prácticamente lo criaste de pequeño cuando eras novia de su padre igual de mujeriego e igual de idiota —murmuró Tsukiku, malhumorada.
Senku frunció el ceño, sintiendo un dolor de cabeza llegarle junto con un recuerdo de Kohaku muy feliz paseando por un parque al lado de Myuji, llevando en sus brazos a un pequeño Kei de unos dos años.
El dolor aumentó cuando pensó en lo mucho que se veían como una familia, y más cuando pensó que se veían más unidos de lo que era él con ella y con Tsukiku.
No pudo evitar llevarse una mano a la frente y de inmediato Kohaku le colocó una mano en el hombro.
—¿Senku? ¿Estás bien?
—Sí. —Se apartó de ella bruscamente, aunque se calmó al ver su mirada herida—. Lo siento, no es nada. —Tomó aire y se forzó a dejar de pensar en eso, por lo que el dolor de cabeza empezó a disminuir.
Intentó consolarse con el pensamiento de que Kohaku ya le aclaró que nunca le gustó Myuji y que cuando estaban juntos era más por ayudarlo con su hijo que porque lo quisiera como hombre. Sin embargo, había algo que no lo dejó del todo tranquilo y el dolor de cabeza persistió, por lo que se obligó a cambiar por completo el hilo de su pensamiento.
—Y... ¿cumples años cerca de Halloween? —le preguntó al mocoso mafioso. Sí, así de desesperado estaba de cambiar de tema.
—Sí... —Ladeó la cabeza, alzando una ceja.
—Por cierto, ¿de qué te disfrazaste el último Halloween? —preguntó Tsukiku de pronto, confundiendo a todos.
—No me disfrace, solo me puse una mascarilla de esqueleto... —La miró con incredulidad—. ¿Por qué últimamente me preguntas cosas tan raras? Como ayer que me preguntaste por mi desinfectante favorito. Si todo el tiempo digo que mi favorito es el último que lanzó la compañía Nanami y lo sabes.
—Agh, ¿qué no se le puede preguntar nada a su real alteza? ¿Ahora hay que sacar una orden con tu real consejero?
—¡Te dije que no me digas así, maldición!
Por suerte, la discusión de los mocosos calmó su dolor de cabeza por la amnesia y más bien le dio dolor de cabeza por los gritos de los mocosos, por lo que Kohaku se apiadó de él y los envió a jugar al cuarto de Tsukiku, ignorando su queja de que no eran niñitos pequeños para andar "jugando".
Luego de eso, Kohaku calmó su estrés llevándolo a su habitación y ayudándolo a desempacar... o distrayéndolo, más bien, porque no dejaba de darle besos y al final acabaron teniendo sexo encima de su ropa doblada, haciendo todo un desastre en la habitación.
Menos mal que tenían rei-bots domésticos para ayudarlos a arreglar todo ese enredo.
Al día siguiente, después de que Chrome viniera a su casa para darle su clase mañanera de siempre, finalmente ese tal DJ responsable de la construcción de su casa llegó a visitarlos.
—¡SOBRINITA! —Y fue corriendo directo a revolverle el cabello a Tsukiku.
Senku lo miró con incredulidad, aunque luego se sintió ofendido de ver que Tsukiku no pareció molestarse con su muestra de afecto y lo abrazó y todo. Agh, ¿qué esa mocosa malagradecida quería a todos menos a su padre?
—¡Tío DJ, ha pasado mucho tiempo! —Le sonrió alegremente.
Él se apartó de la niña y Senku lo miró con desagrado. Parecía tener aproximadamente su edad, aunque no se le veía ninguna cana y las arrugas alrededor de sus ojos eran casi invisibles. Tenía el cabello castaño largo hasta por encima de los hombros y dos mechones rubios a los costados de su rostro, enmarcándolo. En vez de una bata blanca, llevaba una de color naranja oscuro y tenía unos lentes goggles estilo steampunk ridículos sobre la cabeza. Era bastante alto y sus ojos castaños reflejaban una picardía que le causó mala espina.
—Sí, lo siento, debo viajar mucho a la luna para hacer mi magia, ya sabes que no pueden vivir sin mí. —Guiñó un ojo, con una sonrisa ladina, antes de fijarse en Senku—. ¡Y aquí tenemos a mi amnésico favorito! —Dio un gran aplauso con las manos, acercándose a él—. ¿Y qué dices? ¿No suena ninguna campana al verme? Dicen que has tenido pequeños recuerdos, ¿nada conmigo? —Acercó mucho su rostro al suyo, comenzando a fastidiarlo enormemente.
—Eh, no creo que debas forzarlo. —Kohaku le tocó el hombro para apartarlo, a lo que el tal DJ se apartó de Senku, solo para pasar un brazo confianzudamente por los hombros de Kohaku, molestando todavía más al Ishigami.
—Ok, ok, solo quería intentarlo. Por cierto, ¿te han dicho que eres como el vino? Cada año te pones mejor. —Senku sintió una vena hincharse en su frente, y otra sumarse cuando el tal DJ le dedicó una sonrisa burlona.
—DJ, no lo molestes, él no recuerda lo payaso que eres. —Kohaku lo apartó de un empujón, rodando los ojos—. Harás que te eché de la casa antes de que termines de trabajar.
—No sería la primera vez. —Se llevó los brazos detrás de la nuca, sonriendo relajado—. En fin, les di las bolsas a los rei-bots de afuera y ya deben estar en su jardín trasero, ¿quieren ver mi magia?
—¡Ja, por supuesto! —Kohaku y Tsukiku se emocionaron, mientras que Senku solo ladeo la cabeza con confusión.
—¡Pues vamos al jardín, familia! —Volvió a aplaudir una sola vez, para luego emprender marcha al jardín con los brazos detrás de la nuca.
Senku dudó en seguir al loco, pero Kohaku tomó su muñeca y lo jaló al jardín trasero también.
Ahora el clima era mucho más agradable, el césped había recobrado un color verde vibrante y las hojas estaban volviendo a crecer en los árboles, ni siquiera tuvieron que usar abrigo al salir.
Llegaron justo a tiempo para ver a dos rei-bots colocar cuatro bolsas de tamaño mediano cerca de la casa.
—¡Muy bien, prepárate, Senku! —Lo apuntó directo a la cara, su dedo tan cerca de su ojo que tuvo que dar un paso atrás—. Como no me recuerdas, ¡estás a punto de ver verdadera magia! —Se colocó sus lentes ridículos y pareció teclear algo en el aire.
De repente, Senku sintió una ligera brisa y luego vio una nube de polvo alzarse desde las bolsas, para después dispersarse a medida que descendía en el suelo, volviéndose invisible a sus ojos.
—¿Qué tan lejos quieres la fiesta de la casa, Kohaku? —preguntó DJ, todavía tecleando el aire.
—No mucho, diez metros está bien.
—¡Muy bien, diez metros serán! —Empezó a teclear más velozmente.
—Wow, es increíble cómo se mueven —murmuró Tsukiku, con la mirada fija en el césped, y Kohaku asintió, con la mirada fija en el mismo lugar.
—¿Qué se supone que están viendo? —indagó Senku, entrecerrando los ojos.
—Espera y verás. —DJ rio divertido, tecleando con más velocidad, antes de bajar las manos y cruzar los brazos con orgullo.
En ese momento, Senku empezó a ver una fina línea formarse en el suelo a como diez metros de ellos, y esa línea pronto empezó a crecer exponencialmente.
Amplió mucho los ojos al ver la primera fila de baldosas de mármol formándose en el suelo, así de la nada, y le costó un segundo entender lo que estaba pasando.
—Nanobots —dedujo de inmediato, mirando al Dr. Ions, que era precisamente doctor en nanotecnología.
—¡Tan brillante como siempre! —De repente se colocó detrás de él y le puso sus lentes ridículos, dejándolo ver lo increíblemente tecnológicos que eran, con varias opciones de control de diversas cosas y además con la habilidad de dejarlo ver los nanobots, aunque eran solo puntitos en el suelo, pero podía ver a miles de miles de ellos trabajando en construir el suelo.
—Je, esto comienza a emocionarme. —No pudo evitar sonreír, más sabiendo que pronto empezaría a trabajar más con este tipo.
—¿Te gustan mis lentes? Fue una creación en conjunto con la Dra. Mironi, aunque ella tiene los más cool. —Le quitó los lentes y volvió a ponerlos sobre su cabeza—. Te hizo unos para ti, supongo que los perdiste en alguno de tus laboratorios secretos cuya contraseña le ocultas hasta a tu esposa.
—DJ. —Kohaku lo miró con reproche.
—¡En fin! —Dio otro gran aplauso—. Mi objetivo es que algún día los nanobots puedan manipular partículas a un nivel más subatómico, pero seguimos trabajando en ello, por ahora necesitan tener los materiales en bruto, pero es un avance, y es muy útil allá en la luna. —Señaló arriba—. Luego de que termine con esto, empezaré a darte clases sobre mis propias investigaciones en nanotecnología, Chrome no es un experto en mi área y sí vas a trabajar en la ciudad lunar, necesitas al maestro. —Guiñó un ojo.
—¿Cuánto tardarás en terminar el piso? —preguntó Kohaku, ceñuda.
—Una media hora. —Rio con un ligero toque de arrogancia al ver que sus nanobots ya llevaban diez filas de baldosas, llevándose las manos tras la nuca—. Aun así, necesito comprobar su calidad, pulirlo y asegurarme de que esté nivelado, a veces eso les falla, también por las imperfecciones en el suelo, pero seguro que en dos horas está todo listo, colocamos la carpa y pueden empezar con las decoraciones y demás preparativos para la linda cumpleañera, tal como planeamos. —Volvió a revolverle el cabello a Tsukiku, desarreglando sus coletas.
—Bien, iré a hacer algunas llamadas para asegurarme de que todo esté en orden. —Kohaku abandonó el jardín.
Una vez ella se fue, Senku y Tsukiku intercambiaron miradas, antes de mirar a DJ.
—Entonces... —Senku se acercó al hombre de cabello castaño con mechones rubios—. ¿Tú construiste mis laboratorios?
—Pues sí, aunque tú los equipaste en su mayoría, pero también colaboré en los sistemas de seguridad.
—Y si tú los hiciste... —Tsukiku también se le acercó, con ojos interesados—. ¿No tienes forma de saber cómo acceder a ellos incluso sin la contraseña?
—Tu mami ya me hizo esa pregunta cuando tu papi estuvo en coma, lamento decepcionarte. —Le palmeó la cabeza—. Los construí específicamente para ser impenetrables e indetectables por los que no sepan ya su ubicación. Y claro que se podría intentar destruir una pared a nivel molecular, pero Senku, antes de perder la memoria, creó nanobots específicamente para impedir eso... y yo lo ayudé. —Rio nerviosamente—. Es imposible, no tiene puntos débiles. De hecho, la puerta es todavía más intraspasable que las paredes, y los sistemas de seguridad lo hacen incluso más difícil. Yo lo construí así, solo la contraseña puede darte acceso.
Senku y Tsukiku maldijeron al mismo tiempo.
En vez de encontrar una alternativa, habían descubierto que estaban en un callejón sin salida.
Luego de que DJ terminara con el suelo, Kohaku empezó a preparar las decoraciones junto a Ruri y Yuzuriha, y por mientras Chrome y DJ le dieron a Senku su clase de nanotecnología avanzada.
-Algunos están asustados de nuestra nanotecnología —comentó DJ, muy relajado en un sillón, pareciendo que estuviera más concentrado en el techo que en enseñarle—. Por cosas como la ciencia ficción, la "plaga gris" y esas cosas que podrían causar un apocalipsis, qué exagerados. —Rio con calma.
—Diría que te apoyo, pero que ni siquiera te preocupes por eso tampoco me agrada —murmuró Chrome con recelo.
—Yo seguiré mejorando mis nanobots, no voy a estancar a la ciencia por un puñado de alarmistas. —Encogió los hombros—. Además, si pudiéramos cubrir con nanobots diminutos cada rincón del planeta, podríamos encontrar a Kinoeda en un instante. —Sus ojos adquirieron cierto brillo lunático.
—Nadie estaría de acuerdo con eso. —Ahora Senku lo miró como si fuera un idiota.
—No tenemos por qué decirles. —Sonrió relajado.
—Y yo no tengo por qué darte más fondos. —Chrome lo miró mal.
—Eh, algún día cederás. —DJ encogió los hombros, absolutamente relajado.
Kohaku le prohibió a Tsukiku ver dentro de la carpa gigantesca que pusieron en su jardín gigantesco, quería que todo fuera una sorpresa para el martes, aunque eso la puso gruñona, pero acabó cediendo.
El Dr. Ions se quedó con ellos, aprovechando que tenían como cincuenta cuartos para invitados.
Al día siguiente, la Dra. Elise Coutta, la nueva neurocientífica encargada de monitorear el progreso de Senku en lugar de Maiko, llegó a la casa para mudarse por un tiempo junto con su hijo adolescente.
—Les presentó a mi hijo, Elioth Coutta. —Señaló a un chico de cabello negro y grandes ojeras, tal como ella, aunque parecía ser japonés, mientras que ella era francesa—. Tiene quince años y por ahora estudiará en casa hasta que le consiga una buena preparatoria.
—¡Hola!~ —El adolescente agitó una mano hacia ellos, su voz dulzona contrastando enormemente con la voz desanimada de su madre, aunque ella tuvo un tono mucho más dulce al presentarlo.
—Podría ir a la preparatoria con Haishi y Umi-nee —habló Tsukiku de pronto, en respuesta a la Dra. Coutta—. Es buena escuela, yo iré allí cuando termine la secundaria.
—Es verdad, seguro tienen una plaza ahora que terminó el año escolar —agregó Kohaku—. Empiezan las clases otra vez en una semana.
—Es verdad. —Senku abrió mucho los ojos, mirando a su hija—. ¿Ya pasaste a último año de secundaria?
—Ah, sí. Lo que me recuerda que la estúpida obra de teatro será una semana después de que empiecen las clases... ¿No me puedo cambiar de escuela? —le preguntó a Kohaku, pestañeando angelicalmente.
—No.
—¡Demonios!
Senku la miró pisotear infantilmente con una sonrisa, aunque por dentro estaba sorprendiéndose del hecho de que ella estuviera creciendo tan rápido.
Empezaría su último año de secundaria... cumpliría catorce, su mejor amiga ya tenía novio y ella hasta tenía uno o varios pretendientes. Era... difícil de digerir.
Ya de por sí se sentía lo suficientemente viejo, pero ver a su hija creciendo tanto... era una sensación aparte. Ni siquiera la recordaba tanto como una bebé y una niña pequeña, pero a sus ojos seguía siendo su niña.
—¡Buenos días, familia! —Sus pensamientos se vieron interrumpidos por DJ apenas despertándose aunque eran las diez de la mañana—. Oh, ¿esta es la neurocientífica y su hijo que dijeron que vendrían a vivir con ustedes hoy? ¡Hola, buenos días!
—¡Buenos días! —El hijo de la Dra. Coutta, el tal Elioth, agitó una mano hacia DJ, con su tono dulzón de siempre, pero su madre se mantuvo en silencio y solo hizo una mueca extraña al mirar a DJ.
—Oigan, ustedes dos se parecen mucho. —DJ señaló a madre e hijo—. Los dos parecen mapaches con esas ojeras. —Rio como tonto, ganándose una mala mirada de Kohaku.
—Tío, mejor ve a desayunar algo. —Tsukiku lo empujó en dirección al comedor—. ¿Usted y su hijo ya comieron, doctora? —Miró con mucha admiración a Elise, de seguro emocionada por conocer a la científica que tanto leyó las últimas semanas.
—Así es, pero gracias~ —contestó Elioth, acercándose a ella con una sonrisa, encendiendo la señal de alarma en la mente de Senku—. Soy nuevo en Tokio, ¿qué hacen por aquí para divertirse?
—Yo solo estudió, no creo que eso te parezca muy divertido. —Rascó su oído con el meñique, desinteresada—. Mis amigos vendrán más tarde para almorzar, seguro tendrás más suerte con ellos.
—¡Genial!~
—Tsukiku, ¿por qué no le muestras sus habitaciones, sí? —propuso Kohaku.
—¡Claro! ¡Sígame, doctora! —le dijo a Elise, haciendo una reverencia antes de hacerle una seña para que la siguiera—. Ah, tú también —le indicó a Elioth a último momento.
Elioth solo rio nerviosamente, siguiéndola junto a su madre.
Senku miró a Kohaku con curiosidad una vez se quedaron solos.
—¿Tendremos invitados para almorzar?
—Ah, sí, tengo algunos asuntos que tratar con nuestros amigos así que haré un picnic en nuestro patio trasero, creí que te lo había dicho ayer después del sexo. —Sonrió traviesamente.
—Después de la primera vez solo volviste a lanzarte sobre mí. —Rio divertido—. Y luego de la segunda vez caíste dormida como tronco.
—Ah, cierto, lo olvidé. Bueno, solo serán unos cuantos, pero quise invitar a todos los amigos de Tsukiku para que conozcan a Elioth también. La Dra. Elise dijo que a él le gustaría hacer amigos.
—Bien, bien. —Tendría que esperar mucho para poder estar a solas con sus dos leonas.
Luego de dos horas, empezaron a llegar más visitas y tendieron muchas mantas en el inmenso jardín trasero, a pocos metros de la enorme tienda donde se celebrarían los catorce años de su hija.
Kohaku afirmó tener muchas cosas que hablar con Tsukasa, Ukyo, Yuzuriha, Chrome y otros amigos suyos, así que mandó a Senku con su hija y sus amigos, cosa que lo hubiera ofendido de no ser porque quería pasar más tiempo con su hija.
Se sentó a comer en la manta donde estaban su hija y su grupito de amigos, que además estaban conociendo mejor al adolescente llamado Elioth.
Notó con el ceño fruncido que Kei también estaba allí, y él y Misaki estaban tomados de la mano, con sus dedos entrelazados.
—¿Entonces tu padre es un japonés que conoció a tu madre francesa cuando fue a Estados Unidos antes de la petrificación del 2019? —Haishi era el principal encargado de interrogar al chico nuevo, que asintió a sus palabras.
—¿Y nunca lo conociste? —preguntó Umi, más bien con tristeza.
—No, mamá y él tuvieron problemas. —Encogió los hombros.
—¿Qué clase de problemas? —insistió Haishi, ganándose un codazo de Umi.
—Mejor cambiemos de tema —sugirió Umi con nerviosismo, intentando ser lo más educada posible.
—Sí, esto es aburrido. —Tsukiku bufó—. ¿Por qué no hablamos de los nuevos avances tecnológicos que hizo mi tío DJ con sus nanobots? ¡¿Ustedes si vieron el piso de la carpa?! ¡Lo hizo en media hora y con simple polvo!
—¡Qué malote! ¡Yo leí algo de eso en su última aportación a la revista Stone Atom! —gritó Ruchiru con entusiasmo.
—El piso estaba tan limpio, bien pulido y bien nivelado... —habló Yok, con ojos brillantes—. Con eso me parece que la fiesta ya no va a ser un suplicio.
—Me alegra que sea del agrado de su real alteza —masculló Tsukiku con sequedad.
—De todos modos, hubieras ido —señaló Misaki, con una gran sonrisa—. Estás aquí ahora, soportando comer al aire libre para estar con Tsukiku y todos nosotros.
—Nunca me niego a comida gratis —rebatió el mocoso mafioso.
—Tan tacaño como siempre —se burló Tsukiku—. Más te vale no regalarme otro cupón de limpieza este año. ¿Por qué necesitaría un cupón para algo que siempre haces incluso sin que te lo pidan?
—Era eso o prometerte otro año siendo tu esclavo, y ya aprendí mi lección cuando teníamos doce, eres una explotadora. —La miró con molestia.
—¡Ja, pero eso no fue un regalo! Fue porque querías que te enseñará a reparar celulares y computadoras.
—Sí, y no valió la pena.
—Pues...
—Ejem. —Haishi los interrumpió, con una mueca de pura molestia—. Disculpa, yo quisiera saber más sobre los nanobots del Dr. Ions, me quedé intrigado por la premisa.
—¿Desde cuándo te interesan los nanobots a ti? —preguntó Ruchiru con incredulidad.
—Desde hoy. ¿Me dirán del tema o no lo entienden?
—¿Disculpa? Claro que lo entiendo. —Tanto Ruchiru como Tsukiku se ofendieron.
Justo cuando parecían dispuestos a lanzar una avalancha de información sobre el tema, de repente Tsukiku jadeó ruidosamente, poniéndose de pie.
—¿Qué pasa? —inquirió Senku de inmediato, comenzando a preocuparse.
Tsukiku se llevó las manos a las mejillas, con sus ojos muy abiertos y brillantes. Incluso, su rostro empezó a sonrojarse levemente mientras miraba a un lugar a la distancia.
—No puede ser... ¡Al fin... él regresó!
—¿Él quién? —preguntó Senku, sintiendo otra señal de alarma.
—R-Raion...
—¿Raion? ¿Y quién es ese?
—Básicamente... El amor de mi vida... —Se sonrojó más, sonriendo levemente también.
—¡¿QUÉ?! —gritaron tanto Senku como Haishi.
—Agh... —Yok rodó los ojos—. Él otra vez...
—¿T-tienes novio? —preguntó Ruchiru, boquiabierto—. ¡Pero si eres una gorila enana!
Ante esas palabras, Tsukiku estrelló una patada en el estómago de su primo, antes de comenzar a caminar lejos de ellos, sonrojándose más y comenzando a agrandar su sonrisa, viéndose más ilusionada y feliz.
Por supuesto, todos la siguieron, incluyendo a Senku, que ya estaba preparando su mejor mirada de que no le importaba electrocutar a un menor de edad.
—Raion... Me suena... —murmuró Umi, pensativa—. ¡Oh! ¿No es el que te abandonó?
—Sí... —admitió Tsukiku, y Senku se quedó con la mandíbula por el piso al ver sus ojos aguarse de verdad—. Él es el único que me ha rotó el corazón...
—¡No puede ser, siempre pensé que no tenías sentimientos! —gritó Kei, ganándose un codazo de Misaki.
—Pe-pero ¿quién es? —Haishi de repente se veía devastado.
—Mejor aún, ¿dónde está? —Senku no tenía nada para agredir físicamente, le hubiera gustado una pistola de electrochoques, pero en el suelo había muchas piedras para lanzar a los ojos de ese miserable adolescente que se había atrevido a lastimar a su hija.
—Veamos... ¡Ahí está! —Tsukiku jadeó felizmente, mirando hacia arriba... hacia un árbol—. ¡Raion, volviste al fin! —chilló como si fuera una adolescente en el concierto de su cantante favorito, extendiendo los brazos hacia el árbol.
En una rama del árbol, un gato naranja y blanco, con una pequeña melena similar a un león, le gruñó a Tsukiku de forma agresiva, erizando todos los pelos de su cuerpo.
—Ese es Raion —dijo Misaki, riéndose a carcajadas por ver a todos con las mandíbulas por el piso, todos menos Yok, Umi y Kinji, que ya parecían conocer al felino.
Haishi miró al gato con incredulidad, antes de estrellar su palma en su frente.
—Ah, un... gato. —Ruchiru también empezó a reírse—. Claro, ningún chico te aguantaría para ser tu novio —afirmó, ganándose otra patada de su prima.
Senku bufó, mirando con desconfianza al gato. Lo aliviaba que no fuera un adolescente, pero no le gustaba nada el modo en el que le estaba gruñendo a su hija.
—Esto no me lo esperaba. —Elioth también se estaba riendo por la situación—. ¿Y por qué dices que te rompió el corazón? ¿Era tu mascota y se escapó?
—No, mis padres nunca me dejan tener mascotas. —Miró rencorosamente a Senku, aunque él ni se acordaba—. Conocí a Raion cuando tenía once años, él tenía una patita lastimada. —Sus ojos volvieron a aguarse mientras se apoyaba contra el árbol donde el gato seguía gruñéndole, mirándolo amorosamente—. Lo llevé a casa a escondidas de mis padres y lo curé. Cosa muy difícil porque él siempre me odió y cada vez que quería tocarlo me arañaba...
—Wow, relación toxica, que bueno que terminaron —bromeó Kei, ganándose otro codazo de Misaki.
—Usaba guantes para protegerme de él y también para ocultar lo mucho que me arañaba, cosa que casi hizo que mis padres se dieran cuenta.
—Me sorprende que tía Kohaku no lo hiciera, ella parece saberlo todo —murmuró Ruchiru con un escalofrío.
—Sí, sé cuándo mi hija me necesita. —En ese momento, todos ellos saltaron en sus sitios cuando Kohaku se apareció de la nada detrás de ellos—. Tsukiku usa guantes todo el tiempo, solo por eso no lo noté de inmediato. —La miró con reproche—. Pero ahora me doy cuenta de cuando ese gato aparece, y ni sueñes que te lo quedarás.
—¡Pero ustedes dijeron que estaba bien! —Miró a Senku como para buscar su apoyo, antes de recordar que tenía amnesia y desanimarse—. ¡Y no puedes separarme de mi Raion! ¡Él siempre vuelve por mí!
—Vuelve a gruñirte, más bien. —Miró con resignación al gato todo erizado en el árbol.
—¡Es su personalidad, pero él me ama! Cuando lo estaba curando, fue solo al principio que me arañaba, luego me dejó acariciarlo y se dormía en mi regazo, ¡se portaba tan bien conmigo que dijeron que podía quedármelo!
—Sí, y un segundo después de que dijimos eso lo abrazaste tan fuerte que él te rasgó la cara, te hizo sangrar y huyó de la casa. —La miró con el rostro en blanco, antes de mirar al gato con rencor.
Senku también empezó a mirar al gato con odio. ¡¿Cómo se atrevía a herir a su niña?!
—¡Fue mi culpa! ¡Me lo merecía! ¡Pero él volvió una semana después y siguió volviendo muchas veces después, y sé que puede cambiar!
—Dios, eso realmente se ve como una relación toxica —susurró Elioth, a lo que todos asintieron.
—¿Cómo explicas que siempre vuelva? ¡Él me ama! ¡Ya cumpliré catorce, tengo derecho a tomar mis propias decisiones!
—Te dije que no. —Kohaku la cargó como si fuera un bebé, antes de colgársela al hombro como saco de patatas—. Ahora vamos a que mamá te sirva tu postre favorito.
—¡Raion! —Tsukiku lloró y pataleó mientras Kohaku la alejaba del "amor de su vida".
El gato dejó de estar erizado y de repente maulló casi con tristeza, sin dejar de mirar a Tsukiku mientras la alejaban de él.
—Wow, que gato tan toxico. —Kei se ganó otro codazo de Misaki por ese comentario, aunque no dejó de reírse mientras todos se retiraban de regreso al picnic.
El gato se quedó rondando la casa toda la tarde y Kohaku se cansó de los quejidos de Tsukiku y finalmente fue a llevarle comida y agua, pero siguió sin dejarla acercarse a él. Senku casi se sentía culpable, pero el sentimiento se le fue cuando Kohaku le mostró una foto de Tsukiku de once años con el rostro lleno de grandes y profundas cicatrices de arañazos.
Efectivamente, ese gato no era bueno para ella.
El día paso tranquilo y se fueron a dormir temprano para madrugar y tener todo listo para la fiesta de cumpleaños al día siguiente.
Cuando se despertó a la mañana siguiente, Kohaku de inmediato lo arrastró a prepararle el desayuno a su niña, que ahora era toda una señorita de catorce años, razón por la cual Kohaku se la pasó llorando todo el tiempo mientras cocinaban.
Senku creía que estaba exagerando enormemente, la miró con los ojos muy abiertos mientras ella batía un tazón con chocolate con el rostro empapado en lágrimas. ¿Por qué se ponía tan sensible de pronto?
Aun así, prefirió no quejarse y simplemente la ayudó en todo y luego fueron a llevarle el desayuno a la cama a su mocosa, como si no estuviera ya lo suficientemente malcriada.
Cuando abrieron la puerta de su habitación, la encontraron dormida abrazada a un peluche de león, con sus trenzas de dormir casi desarmadas y un hilito de baba bajando por su barbilla.
En ese momento, Senku tuvo el destello de un recuerdo, de una Tsukiku mucho más pequeña, quizás de unos seis años, en una posición muy similar, abrazada al mismo peluche. Se vio a sí mismo tomándola en sus brazos, despertándola y girando con ella por la habitación, gritando algo que la hizo reír alegremente.
Sonrió ante el recuerdo y de inmediato se sentó junto a ella en la cama y le pellizcó la nariz, haciéndola arrugar el gesto antes de que abriera los ojos con pesadez, mirándolo con confusión.
—¡Has cumplido exitosamente catorce años de vida! —Sonrió orgullosamente—. ¡Feliz cumpleaños, mini-leona!
Ella lo miró boquiabierta, con los ojos muy amplios, haciéndolo preocuparse un poco. ¿Dijo algo malo? Solo estaba imitando su recuerdo, pero... se sintió bien decir aquello. Se sintió correcto.
Antes de que pudiera preguntarle si estaba bien, de pronto ella se lanzó a abrazarlo, con fuerza, o toda la fuerza que le brindaban sus brazos debiluchos que ella tanto se quejaba de haber heredado de él.
Sintió un sentimiento familiar de calidez en su pecho y, lentamente, correspondió a su abrazo, acariciándole el cabello suavemente.
Era bueno... sentir que era su padre de verdad... en vez de un extraño tratando de llenar un hueco irremplazable.
Cerró los ojos con fuerza y la abrazó con más fuerza, sin saber por qué de repente los ojos le picaban.
Quizás era porque... ella no lo abrazaba así desde que despertó del coma...
Todavía tenía grabado en la mente el dolor en sus ojos cuando él dijo con tanta frialdad que no tenía idea de quién era ella.
En ese momento no se dio cuenta... de lo mucho que lastimó a su niña...
En ese entonces, él construyó sin saberlo un muro entre ellos. Un muro que nunca supo derribar, por más que quiso y por más que intentó, aunque tardó en siquiera intentarlo. Estaba tan incómodo con ella que ni siquiera se molestó en intentar acercarse más que para beneficiarse a sí mismo, se sentía como un adolescente siendo niñero de una niña grande y molesta, pero no era así. Esta era su niña, su bebé, su hija. Y desde ahora en adelante iba a cuidarla como un verdadero padre.
Ante los sonoros sollozos de Kohaku, Senku y Tsukiku rompieron el abrazo y miraron con incredulidad como estaba llorando a moco tendido.
Senku soltó una risa resignada y miró al rostro de su hija, viendo las lágrimas acumuladas en sus ojos azules, casi a punto de caer. Le acarició la mejilla y ella le sonrió nerviosamente, antes de apartarse y frotarse los ojos con fuerza.
—Ja... ¿Y qué le pasa a mamá? ¿Vio esa película recreada en la que un venado se queda sin mamá y se sintió culpable de cazar tanto otra vez?
—¡No me lo recuerdes! —chilló Kohaku, sollozando más fuerte—. F-feliz cumpleaños, mi bebé, te hicimos tu desayuno favorito. —Rodeó la cama para sentarse a su otro lado y dejó la bandera en su regazo—. Felicidades. —Le dio varios besos en la mejilla, haciéndola reír alegremente.
Comieron juntos mientras hablaban sobre otras películas recreadas de Disney, evitando las de animales porque incluso con la de Bernardo y Bianca Kohaku se sentía culpable por haber comido ratas.
Luego de desayunar, ellos dos bajaron para preparar todo lo necesario para su fiesta, que empezaría a las cinco de la tarde, y todavía tenían muchas cosas que hacer.
Kohaku debía arreglar detalles de la seguridad y Senku tenía que aprenderse nombres de personas que no conocía y además pulir algunos detalles en sus conocimientos para que la gente no sospechara de su amnesia, ya que todavía querían aparentar que no había perdido la memoria a pesar de que Kinoeda ya sabía la verdad, quizás por los negocios o quién sabe.
Abajo ya estaban despiertos la Dra. Elise y su hijo Elioth, desayunando algo preparado por Frei-bot. El Dr. Ions debía seguir dormido.
—Así que su hija cumple catorce años hoy, ¿verdad? —preguntó la doctora, sin verse muy interesada—. ¿Deberíamos hacerle un regalo?
—Cualquier cosa científica le encantará —aseguró Kohaku.
—Ella es muy fan de su trabajo respecto al funcionamiento del cerebro humano —agregó Senku—. Algún adelanto de tus investigaciones o algo por el estilo la haría muy feliz.
—Entiendo. Veré qué puedo hacer —murmuró, pensativa.
Los dejaron desayunar en paz y Kohaku lo llevó a la sala, haciéndolo esperar ahí mientras iba a buscar algo a un armario.
Al poco tiempo regresó cargando una jirafa de madera con marcas de un medidor en centímetros y metros, que llegaba hasta el metro ochenta. La jirafa tenía varias inscripciones a lo largo de la madera. Cosas como "que leoncita tan grande" en la marca de un metro con diez centímetros.
Rio al ver las inscripciones.
—¿Con esto la hemos medido todos los años? —preguntó, divertido.
—En realidad ella se quiere medir cada tres meses, pero es tradición siempre hacer una marca en el medidor cuando cumple años —dijo Kohaku, emocionada—. Le gusta mucho sentirse alta, ya sabes.
Mientras esperaban a que Tsukiku bajara, de repente el timbre de la casa sonó.
—¡Yo voy! —Tsukiku bajó de las escaleras a toda velocidad, corriendo a abrir la puerta.
—¡FELIZ CUMPLEAÑOS! —El grito de Misaki resonó por toda la casa, lleno de alegría y entusiasmo.
Senku y Kohaku fueron al recibidor, viendo a las dos mejores amigas abrazadas y saltando juntas, todo mientras Yok cerraba la puerta rodando los ojos.
—¡Oh! —Los ojos de Kohaku se iluminaron al ver al mocoso mafioso—. ¿Esas flores son para Tsukiku? —Miró emocionada el ramo de flores blancas y amarillas en la mano de Yok.
—¿Eh? —Tsukiku se apartó de Misaki, con una mirada confundida—. ¿Me trajiste flores? ¿Tú?
—Cállate y tómalas. —Le estrelló el ramo casi en la cara, con las mejillas enrojecidas—. Son orquídeas, tus favoritas, así que feliz cumpleaños y de nada. —Fue a sentarse a un sofá, pisoteando.
Tsukiku miró el ramo de flores con el rostro en blanco, antes de mirar con ojos entrecerrados a Misaki.
—Las flores están muy caras, en especial las orquídeas, y él es demasiado tacaño. Confiesa. ¿De dónde las sacó?
—En el orfanato tienen un programa de cultivo —confesó Misaki, más bien viéndose feliz de decírselo—. Él eligió cuidar un cultivo de orquídeas casi muertas, y hace meses. Y eso que las cuidó mucho, te dio solo un puñado de ellas —le dijo mientras se descolgaba su bajo de la espalda y lo apoyaba en una pared.
—Hmm... —Tsukiku miró a Yok de reojo, antes de abrazar el ramo contra su pecho—. Las pondré en agua por hoy y luego las petrificaré para que recuperen las raíces y las plantaré en mi balcón. Ayúdame a buscar un jarrón, ¿quieres?
—¡Claro! —Misaki la siguió felizmente.
—Aw, qué lindos son. —Kohaku sonrió con ternura, mientras que Senku empezó a calcular cuánto tiempo de cárcel tendría por matar a un niño pervertido roba-hijas.
Cuando terminaron con las estúpidas flores, Tsukiku se emocionó mucho por la idea de medirse.
—¡Ja, la última vez que me medí tenía un metro con cuarenta y un centímetros! ¡Eso fue hace tres meses y estoy segura que crecí un poco más desde entonces! —aseguró, con ojos brillantes.
Sin embargo, cuando Senku y Kohaku la midieron, descubrieron que solo había crecido un centímetro.
—Un metro cuarenta y dos —declaró Senku.
—¡Ja, sabía que algo crecí! —Incluso con ese insignificante centímetro, Tsukiku pareció feliz—. ¡Tu turno, Misaki! —Arrastró a Misaki a medirse también.
—Un metro cuarenta y cuatro —anunció Senku .
—Ow, eres más alta... —Eso no pareció gustarle a la cumpleañera—. ¡Tu turno, majestad!
—No, gracias.
—¡Vamos, hoy es mi cumpleaños, debes ser amable conmigo! —insistió Tsukiku, aunque ya estaba arrastrándolo.
—¡¿Por qué sería amable con alguien que me obliga a todo y luego dice que yo soy un mandón?!
Al final, entre Tsukiku y Misaki lo arrastraron a medirse.
—Un metro cuarenta. —Senku intentó no reírse mientras lo decía, sin mucho éxito.
—¡Ja, enano! —Tsukiku se vio muy complacida de burlarse de él.
—¡Sigo creciendo, Ishigami! —le gruñó, con las mejillas rojas otra vez.
Kohaku rio y anotó junto a la altura de Tsukiku las alturas de sus amigos.
En ese momento, el Dr. Ions bajó a la sala, frotando sus ojos.
—¡Oye, feliz cumpleaños, sobrinita! —Se acercó a Tsukiku y le acarició la cabeza, desarreglando su cabello—. Ten, tu regalo de cumpleaños. —Extendió sus manos hacia ella.
—Eh... ¿Si sabes que tus manos están vacías? —preguntó Senku.
—Dales un segundo. —Bostezó.
De pronto, en sus manos empezó a formarse una caja de tamaño mediano.
Tardó unos treinta segundos en formarse y apenas acabó DJ le indicó abrirla, a lo que ella así lo hizo, viendo que dentro tenía unos zapatos muy parecidos a los que siempre usaba, también con esos tacones filosos que le gustaba usar para destrozar rostros a robots humanoides como esa vez en el laboratorio subterráneo.
—Oh, que lindos. —Se los probó de inmediato—. Gracias, tío DJ.
—Cuando quieras ver lo más genial da un salto y golpea tus talones juntos, sobrinita. —Le guiñó un ojo.
—¿Eh? —Tsukiku hizo lo que le dijo, saltó y golpeó sus talones juntos en el aire y, antes de que sus pies tocaran el suelo, una patineta metálica se formó de sus zapatos, y tenía malditos propulsores que la impulsaron como a medio metro del suelo—. ¡No puede ser, es genial! —Ella chilló emocionada, dando vueltas por la sala mientras reía como loca.
—Balancéala hacia arriba para ir más alto, hacia abajo para ir más bajo, gira el pie derecho para despegar tus zapatos de la patineta, dándole un pisotón para pegarlos otra vez y gira el izquierdo para guardarla, conoces las reglas. —Rio relajado.
—¡GENIAL! —Se fue volando escaleras arriba con esa cosa.
Senku empezó a sudar frío, mirando a Kohaku.
—¿Eso no es peligroso?
—Ella sabe usar esas cosas —le aseguró con nerviosismo—. Tenía una hace como un año, pero no salía de sus zapatos... Yo también tenía una... ¿Cuánto me costaría una como esa? —le preguntó a DJ, haciendo a Senku irse de espaldas.
—Te haré una gratis antes de irme, guapa, solo déjame tomar los materiales del laboratorio de tu esposo. —Le guiñó un ojo y se retiró a la cocina, probablemente a desayunar.
Hmm. Seguía sin caerle bien.
Aunque... ¿él podía entrar a su laboratorio oficial, el que estaba en las alas oeste y suroeste de la casa? A él todavía no lo dejaban acceder a esas áreas. Y quizás... quizás DJ no sabía eso.
Pero...
No, no podía hacer eso con Kohaku cerca. Se suponía que ya no quería tener secretos con ella.
Incluso estaba considerando contarle lo del trato con Kinoeda, pero...
—Oh, Yuzuriha ya llegó —dijo Kohaku luego de un rato, mirando a su celular—. Iré con ella a trabajar en algunas cosas de la decoración. Hazle compañía a DJ mientras, ¿sí? —Sin más se fue, dejándolo con el rostro en blanco.
Ok, se lo estaba poniendo demasiado fácil. ¡¿Cómo se suponía que se resistiría a eso?!
Ahora Tsukiku estaba jugando afuera con sus amigos, así que fue a ver al Dr. Ions, que estaba desayunando con Elise y Elioth, aunque ellos ya habían terminado de comer y solo estaban allí en silencio mientras él parloteaba de nanotecnología con la boca llena.
—Oye, cuando le hagas la patineta a Kohaku... —dijo lentamente, con cautela—. ¿Podría ver el proceso? Quiero aprender más del tema.
—Claro —cedió fácilmente, casi sin prestarle atención—. Todavía tengo la contraseña de ese laboratorio. Qué bueno que esa no la has cambiado. —Bufó—. Además, quería hablar contigo sobre algo... privado.
Senku alzó una ceja, interesado.
En ese momento, sonó el timbre y fueron a ver quién estaba en la puerta, aprovechando que DJ justó terminó de comer.
Yuzuriha y Ruri llegaron junto a sus respectivos esposos e hijos, y detrás de ellos entraron Ryusui, Francois, sus hijos (o hijas) y Gen.
Kohaku los recibió y de inmediato se llevó a Yuzuriha y Ruri, hablando sobre las decoraciones, y Taiju fue con ellas. Francois y sus hijas se dirigieron directamente a la cocina, murmurando algo sobre encargarse del menú de la fiesta. Los demás niños y adolescentes se dispersaron por la casa rápidamente.
—¡DJ! —Ryusui se lanzó a saludar al Dr. Ions y Gen pareció a punto de seguir su ejemplo, pero entonces se congeló.
Se quedó mirando fijamente algo detrás de Senku, y él tuvo que voltear para darse cuenta de que estaba viendo a la Dra. Coutta.
—Elise-chan... —murmuró Gen, luciendo perplejo.
—Hola, pretty boy —lo saludó ella con indiferencia, llevando sus manos detrás de su espalda.
—¿Se conocen? —preguntó Senku.
—Somos... conocidos, sí. —Gen sonrió nerviosamente, con una gotita bajando por su frente—. ¿Puedo preguntar qué hace ella aquí?~
—Ha reemplazado a Maiko como encargada por mi amnesia —informó Senku—. Ella y su hijo vivirán en mi casa por un tiempo.
—Ah... —Gen miró a madre e hijo por un segundo, antes de empezar a caminar en la dirección en la que se fueron Kohaku y los demás—. Bueno, iré a ver cómo va la fiesta~. ¡Adiós!~
Ryusui alzó una ceja y fue tras él.
—Iré a preparar mi equipo para medir tus ondas cerebrales antes de la fiesta —murmuró Elise con indiferencia, marchándose, y su hijo la siguió.
—¡Oh, yo quiero echarle un vistazo a eso! —Chrome siguió a la doctora Elise también.
Senku se quedó solo con DJ, que había sacado una manzana de quién sabe dónde (quizás sus nanobots la construyeron desde cero) y empezó a retirarse también.
—Creo que iré a ver si necesitan mi ayuda con la fiesta... —dijo, pero Senku le colocó una mano en el hombro.
—De hecho, ¿por qué no vamos a mi laboratorio y recoges los materiales para hacerle el regalo a Kohaku?
—¿Ahora? —Lo miró extrañado, antes de encoger los hombros, sumamente relajado—. Claro, vamos.
Bien, ya le estaba cayendo mejor.
Probablemente Reimo lo delataría con Kohaku, así que tenía poco tiempo ya que no sabía hackearla como Tsukiku, ¡pero quería al menos ver su laboratorio!
—Por cierto, quería hablarte de algo —dijo DJ mientras se dirigían al laboratorio del ala oeste—. No sé si tu esposa sabe de esto, o si alguien más aparte de mí lo sabe, ni tampoco sé si lo recuerdas, pero... hay un laboratorio secreto debajo de tu...
—Debajo de mi cama en mi habitación individual, sí, lo sé. Lo descubrí solo, pero no lo recordaba —admitió, comenzando a emocionarse de por fin poder hablar de eso con alguien.
—Ay, qué bien que lo sepas, así podemos decidir si lo decimos o no, el secreto me estaba matando. —Suspiró exageradamente—. Sobre todo porque ahí hay otra entrada a tu laboratorio del jardín, ya sabes.
—¡¿La hay?! —Lo miró boquiabierto.
—¡Sí! Y todo el mundo me preguntaba por otras entradas, pero tú me hiciste jurar que no diría nada de ese laboratorio —le susurró—. Y en ese no hay un sistema de seguridad tan exagerado para acceder, bueno, si para la segunda puerta, pero estaríamos más cerca. Y solo necesitamos tus contraseñas y por ese acceso los intentos no son tan limitados. Tendríamos más oportunidad. Entonces, ¿qué dices? ¿Le contamos a tu esposa y a los demás? Porque sabes que odio los secretos. —Se llevó las manos tras la nuca, viéndose como si no le importara mucho.
Senku hizo una mueca.
—Lo pensaré, pero por ahora no digas nada.
—Ay, más secretos, pero bueno. —Encogió los hombros, sonriendo relajado.
Llegaron a la puerta del laboratorio y DJ introdujo la clave y la abrió.
—Senku-sama. —La voz de Reimo lo hizo entrar rápidamente al laboratorio, jalando a DJ y cerrando la puerta de inmediato.
Bien, Kohaku lo mataría, pero necesitaba hacer esto.
—¿Hay algún problema? —preguntó DJ.
—N-no...
—Ah, bueno. —Encogió los hombros y empezó a adentrarse al laboratorio.
Senku miró a su alrededor, viendo que en esta sala solo habían un montón de máquinas, cables, herramientas y cajas, pero al fondo había una puerta, así que se apresuró a entrar allí junto con DJ.
Esta sala se veía más como un laboratorio futurista, con varias mesas de trabajo, computadoras, maquinaria que reconocía y maquinaria que se veía muy avanzada y que no entendía ni qué eran aún con las clases de Chrome.
—¡Oh, aquí está lo que necesito! —DJ empezó a husmear en unos estantes.
Senku quiso ponerle las manos encima a un aparato parecido a un microscopio, pero en ese momento un rei-bot voló hasta colocarse delante de su cara.
Este rei-bot era diferente a los otros, tenía forma de peonza o trompo en vez de la característica forma circular de los reis, y tenía una extremidad en forma de triángulo invertido sobre el extremo recto de la peonza que conformaba su cuerpo principal, y en la base de ese triángulo invertido tenía dos ceros que daban la impresión de ser ojos.
—¿Senku? —habló el rei-bot, con su voz artificial sonando sorprendida—. ¿Qué haces aquí? No tienes permiso de volver aún.
—¿No lo tiene? —DJ lo miró confundido, antes de encoger los hombros—. Oh, bueno, a los dos nos regañaran. —Siguió en lo suyo.
—Soy Reima —dijo de pronto el rei-bot—. Soy el encargado del laboratorio y tu asistente personal. Soy tu rei. —Senku lo miró boquiabierto—. Te he echado de menos.
—¿Eres mi rei? —No pudo evitar sonreír emocionado.
¡Ja, al fin! Así como Tsukiku tenía a Reimi, Kohaku tenía a Reimo. Y ahora Senku tenía a Reima.
—Funcionó aparte de Reimo —aseguró Reima—. Ella no tiene total control sobre esta área. ¿Hay algo que necesites? Sí tú me lo ordenas, puedo desafiar las ordenes de Reimo, que ahora intenta ordenarme que te pida irte de aquí.
Senku miró nerviosamente a la puerta. Seguramente alguien vendría pronto.
—¿Tú sabes la contraseña para mi laboratorio subterráneo? —preguntó de inmediato.
—Negativo, solo tú.
Mierda.
—¿Tú sabes por qué me borré la memoria?
—Afirmativo. —Senku lo miró boquiabierto.
—¡¿Lo sabes?! ¡Dímelo!
—El plan era que te borrarías la memoria para evitar que el Dr. Aspen acceda a tus recuerdos con su nuevo escáner mejorado, pero tú no seguiste el plan.
—¿Qué?
—Se suponía que esperarías a que probáramos el invento en sujetos de prueba como ratones, pero un día llegaste e ignoraste todos nuestros protocolos. —Un compartimento se abrió en su cuerpo—. Grabé la escena —dijo, y Senku pudo ver en el compartimento el video de lo que pasó ese día.
Se vio a sí mismo entrar por la puerta que tenía a solo unos metros, con las manos sujetando con fuerza sus ojos, los dientes apretados y el cuerpo temblando de rabia.
—¡Reima! —gritó en el video, con su voz cargada de ira y una mirada totalmente desquiciada en los ojos—. ¡Dame el arma! ¡Dámela!
—¿El arma para borrar recuerdos, Senku? —preguntó la voz de Reima en el video.
—¡Sí, dámela! —Reima no dudó en obedecer y Senku pudo ver cómo le entregaba una especie de secadora de cabello con una aguja en su extremo y un mini teclado en su mango.
El Senku del video empezó a teclear algo furiosamente en ese mini teclado, cosa difícil porque no dejaba de temblar y parpadear constantemente, una vez hasta tuvo que frotarse los ojos y solo entonces se dio cuenta de que ni siquiera podía ver bien porque estaba al borde del llanto.
¿Pero qué mierda?
En ese momento, se escuchó un portazo de la primera puerta del laboratorio, pero DJ ya estaba junto a la segunda puerta, poniéndole el seguro para comprarle más tiempo. Se escucharon unos fuertes golpes e intentos de derribar la puerta.
Luego de un tiempo, el Senku totalmente desquiciado del video apuntó el arma a sus sienes.
—¡No puedes usarla! —Reima en el video sacó unos bracitos metálicos y trató de quitársela, pero ese Senku sacó un control remoto de un bolsillo de su bata y los brazos de Reima se guardaron automáticamente—. ¡Espera, Senku, no la hemos probado! ¡Podrías provocarte daño cerebral!
—No me importa incluso si me mata —masculló amargamente, apuntando el control remoto hacia Reima otra vez—. Seguro ella estará feliz de librarse de mí... —Dicho eso, apretó un botón y el video finalizó.
—Me apagaste en ese momento —dijo Reima—. Y la posterior explosión me dejó disfuncional un tiempo, pero no perdí mis datos. ¿Hay algo más que quieras saber?
—¿Por qué?... —preguntó en un susurro—. ¿Por qué lo hice?... ¿Qué... qué fue lo que pasó?
—El motivo era... borrar la ubicación de Whyman de tu memoria —reveló Reima, haciéndolo ampliar los ojos—. Es lo que quiere tan desesperadamente el Dr. Aspen. Es lo que tanto te has esforzado en esconder. Ese era el motivo por el cual creaste el arma, pero...
—Algo más pasó. —Se llevó la mano a la frente, sintiendo un fuerte dolor de cabeza—. No borré mi memoria solo por eso. Quería borrar algo más. ¿Pero qué? ¿Lo sabes? —Miró desesperado a Reima.
—Lo siento, no tengo esa información, pero sí sé quién podría...
—¡SENKU! —En ese momento, la puerta fue derribada por un rei-bot, y Kohaku entro increíblemente molesta—. ¡Sabes que no puedes estar aquí! —Corrió hasta él y lo cargó como saco de patatas sobre su hombro, tal como lo hizo con su hija ayer—. ¡¿Quieres arruinar el cumpleaños de nuestra hija o qué?! ¡Y luego hablaré contigo, DJ!
—Oh, bueno. —Él no pareció preocupado en lo más mínimo.
Mientras Senku era llevado lejos por Kohaku, miró ansiosamente a Reima.
Definitivamente tenía que volver a su laboratorio pronto y sacarle toda la información posible a su rei, era el único que le había dado toda la información que sabía sin titubear.
Aunque ahora su mente estaba hecha un caos y con más preguntas que nunca. Preguntas que tenía miedo de nunca poder responder.
Continuará...
Holaaaaaaaaaaa :D
Diablos, este cap es super largo D: Lo siento x'P
También, este cap es un regalo para mi querida Gaby! Espero q te haya gustado!
Bueno, está tan largo q mejor ya no molesto y me despido!
Qué les pareció? owo?
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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