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Dejarse arrastrar

A la mañana siguiente, Kohaku se fue a pocos minutos después del desayuno, dejándolo a cargo de los cuidados de su mocosa.

—Ah, unos amiguitos de la escuela la visitaran hoy —le dijo ya con un pie en la puerta—. No te preocupes, ellos son de total confianza y ya saben sobre tu situación, almorzaran con ella y yo vendré antes de que se vayan.

Senku asintió y Kohaku se marchó, a lo que él volvió rápidamente a la habitación de la mocosa. Ella volvió a dormirse después de desayunar.

Se sentó a su lado y volvió a comprobar su temperatura solo con el dorso de su mano. Aún tenía fiebre, aunque leve.

Esperó a que llegara la hora de darle su medicamento antes de despertarla, y después se pusieron a ver anime, aunque ella seguía cansada, mirando a la pantalla holográfica con ojos soñolientos. Volvió a dormirse después de un par de capítulos y él siguió cuidándola, vigilando que la fiebre no subiera, hasta que sus guantes volvieron a llamar su atención. ¿Los usaba todo el tiempo o qué?

Sintió la tentación de quitarle los guantes solo por la mala espina que le daba, pero ella ya le dijo que no le gustaba que tocaran sus preciosos guantes, así que se abstuvo.

Al verla dormir, un nuevo recuerdo se le vino a la mente.

Ya no la veía en su cama, sino en una cuna, siendo apenas una pequeña bebé quizás recién nacida. Era de noche y toda la luz de la habitación era proporcionada por una lámpara de luz azul muy tenue, muy parecida al brillo natural de la luna. Ella respiraba con normalidad y por alguna razón ese simple hecho le brindaba una inmensa paz.

Pestañeó aturdido cuando las imágenes de ese recuerdo se fueron desvaneciendo. Fueron solo unos segundos, pero causaron un gran impacto en él por la avalancha de sentimientos que lo invadieron de pronto.

Volvió a mirarla de reojo y sus ojos se suavizaron.

Era increíble lo mucho que había crecido…

Aunque solo tenía un único recuerdo de ella como bebé, de repente se sentía como si extrañara la época en la que solo verla respirar le devolvía toda la tranquilidad. No podía explicarlo, pero así se sentía.

Pasado un tiempo, un rei-bot le avisó que tenían visitas esperando en la puerta principal.

Debían ser los amigos de la mocosa.

Bajó a abrirles y alzó una ceja al verlos. Eran un chico y una chica, los dos se veían de la edad de la mocosa y tenían los mismos uniformes escolares, pero lo miraban como si fuera una especie de espejismo.

—M-mucho gusto, Senku-san. —La chica hizo una reverencia. Ella tenía el cabello de un peculiar color zanahoria, largo hasta la cintura. Tenía ojos castaños y parecía usar maquillaje, además de que usaba medias de red largas y traía una guitarra colgando de la espalda. No era algo que esperaría de una niña de trece años—. ¿No me recuerda, verdad? Mi nombre es Shirosawa Misaki.

—No, no te recuerdo. Lo siento. —Encogió los hombros, antes de mirar al chico—. ¿Y tú eres?

—Mijow Yok —se presentó secamente.

Él tenía el cabello castaño claro, de un marrón ceniza o algo así, y sus ojos eran color verde lima. Su cabello era bastante alborotado, digno de un protagonista shonen—aunque Senku no era quién para hablar de eso—, y tenía el flequillo cubriendo parcialmente sus cejas. Era más bajo que la chica pelirroja, pero su voz ya estaba comenzando a agravarse. Usaba un cubrebocas verde oscuro y guantes negros.

Misaki también usaba guantes, pero los de ella solo le cubrían el dedo medio y le llegaban casi hasta los hombros, por una cuestión de moda, suponía.

¿Qué tenían los preadolescentes de la época post-petrificación con los guantes?

—¿Ustedes son hijos de alguien que conozco o algo así? —Alzó una ceja.

—No, somos despetrificados. —Misaki sonrió nerviosamente, bajando un poco uno de sus guantes para que viera que tenía cicatrices de petrificación en todo su brazo, en forma de líneas zigzagueantes—. Nací en el año 2010.

—Yo nací en el 2008 —agregó Yok con voz seria.

Senku asintió, e hizo una mueca al pensar que de no ser por la petrificación solo sería seis años mayor que la chica y cuatro años mayor que el mocoso. Ahora él era un cuarentón y ellos dos eran amigos de su hija.

—Ella está durmiendo, iré a despertarla.

—Iremos también. —Misaki ajustó su guitarra en su hombro y comenzó a caminar, a lo que el mocoso la siguió de mala gana.

Llegaron a la habitación y Senku vio con sorpresa que Tsukiku estaba despierta, bebiendo agua que Reimi le había traído.

—¡Misa-chan! —Reimi voló con sus bracitos de metal extendidos hacia Misaki, que sonrió alegremente y abrazó al robot como si fuera un peluche.

—Así que si vinieron, ¿eh? —Tsukiku se sentó más derecha en la cama y sonrió con cansancio—. ¿Me traen la tarea? —Rió sarcásticamente.

—Como si la necesitaras… —El tal Mijow Yok rodó los ojos, antes de ponerse a mirar el suelo y las paredes de la habitación con el ceño fruncido—. ¿Qué no limpiaron aquí? Es importante estar en un ambiente higiénico si quieres recuperarte.

—Claro que limpiaron, tú solo eres paranoico. —Tsukiku rodó los ojos, antes de corresponder al abrazo de Misaki—. Hola, Misa, también te extrañe y todo pero la faringitis es contagiosa.

—Tomaré el riesgo. —Ella se sentó a su lado en la cama.

—Esto está cubierto de polvo. —El mocoso salió de la habitación pisando fuerte.

—¿Ya se va? —Senku alzó una ceja.

—No, fue a buscar la escoba, probablemente. —Tsukiku alzó una mano para restarle importancia.

Senku se sentó incómodamente en una silla, viendo a Tsukiku conversar con Misaki, aunque más que nada era la pelirroja la que hablaba, ya que la mini-leona seguía teniendo la garganta adolorida. El tal Mijow Yok regresó pronto con todo un equipo de instrumentos de limpieza y se puso a limpiar todo de forma un tanto excesiva, pero no era nada perjudicial para la mocosa así que Senku lo dejó hacer lo que quisiera. Kohaku dijo que eran de confianza, después de todo.

Unos rei-bots llegaron después de un tiempo, con bandejas para el almuerzo.

—¿Podemos ver una película? —preguntó Misaki emocionada—. ¡Oh, escuché que al fin acabaron de rehacer esa de Klaus! Vi los trailers antes de que se petrificara el mundo pero no llegamos a verla por obvias razones.

—Ah, la recuerdo. —Yok acabó de limpiar y jaló una silla para sentarse frente a Misaki, junto a la cama—. Aunque no soy muy aficionado a la Navidad escuché que es buena.

—¿Cómo puedes no ser aficionado a la navidad? —Tsukiku lo miró como si fuera un bicho raro—. Ja, me aseguraré de que mi mamá no te envié nada la próxima. —Le sacó la lengua, a lo que él solo rodó los ojos.

—¿Usted también la quiere ver, Senku-san? —preguntó Misaki amablemente.

—Claro… También recuerdo haber visto trailers. —Fue cosa de Yuzuriha, más bien.

Acercó su silla para estar frente a la pantalla holográfica y vieron la película hasta que acabaron de almorzar y Senku perdió interés. No era mala pero era demasiado infantil para su gusto. Aunque notó con curiosidad que Tsukiku parecía muy interesada, y aguantó la risa al pensar que con todo y lo arrogante que era seguía siendo una pequeña mocosa mimada.

Acabaron la película con Senku y Yok casi durmiéndose, Misaki llorando a mares y Tsukiku alabando todo respecto a la animación y la trama.

—Es genial, me gusta más esta que la del esqueleto —habló con voz ronca, antes de toser—. Bueno, como película de navidad, porque de Halloween aún prefiero a la otra.

—Ya ha sido demasiada emoción, ¿no crees? —Senku la interrumpió cuando vio que quería seguir hablando.

—Bien, bien. —Se recostó, cruzando los brazos con molestia.

—Debes cuidarte, no te enfades. —Misaki la regañó con una risa, sacando su guitarra, aunque más bien parecía ser un bajo ahora que veía bien—. Nosotros nos quedaremos un poco más, ¿verdad, Yok? —preguntó, comenzando a tocar unos acordes.

—Que me llames Mijow. —La miró mal, antes de asentir—. Pero sí, mi hermana vendrá por mí más tarde.

—Muy bien, Tsukiku ya tomó sus medicamentos así que me iré. —Senku decidió darles un poco de privacidad, más que nada porque a él no solía gustarle nada que su padre se quedara merodeando por su habitación cuando estaba con sus amigos.

Se dirigió a la puerta, pero justo antes de cerrarla del todo escuchó algo que lo hizo detenerse de pronto.

—¿Seguirán teniéndolo encerrado aquí? —preguntó Misaki—. Todo el mundo en la escuela está especulando por qué no volvió a trabajar o por qué no dijo nada en la televisión si ya está despierto. Desde que el Dr. Kinoeda filtró la información no dejan de molestarnos a Yok y a mí, exigiendo respuestas. Les digo que solo porque somos tus amigos no significa que sepamos todo —masculló con tono malhumorado.

—Lo bueno es que Kinoeda no sabe sobre la amnesia de tu padre —agregó Yok—. Si lo supiera no solo tu familia estaría en graves problemas, sino todo el mundo.

—Y recuerden que no pueden decir ni una palabra de esto a nadie —dijo Tsukiku con voz tensa, antes de toser un poco—. Ni a sus familias. Es información súper clasificada, mi madre y yo confiamos en ustedes.

—Lo sabemos, no te preocupes —aseguró Misaki—. Ahora será mejor que descanses, no fuerces tanto la voz.

Se quedaron en silencio, siendo que ahora todo lo que podía escuchar era el sonido del bajo de Misaki, así que se alejó sigilosamente de la puerta y se fue hasta su habitación, pensando en lo que acababa de escuchar. Decidió anotar todas sus dudas en la libreta.

¿Por qué su amnesia era tan importante? ¿Qué tan peligroso era Kinoeda? ¿Qué pasaría si todos sabían que perdió la memoria? ¿Esto tenía que ver con sus razones para borrar sus recuerdos él mismo?

Como odiaba quedarse con la duda. ¡Y seguro que nadie querría aclararle estas cosas!

Aunque… ¿Tal vez si tomaba el tratamiento acelerado de Maiko-sensei se lo dirían más rápido? Sentía que se volvería loco si se quedaba con todas estas dudas mucho más tiempo.

Pero irse a vivir con Maiko sonaba demasiado extremo, no la conocía para nada. Tendría que esperar más para tomar esa decisión. Pasado mañana tendría su segunda sesión con ella.

Necesitaba otra alternativa.

¿Tal vez podría recordar solo? Ya estaban viniéndole varios recuerdos a la mente, pero eran más que nada de Kohaku y Tsukiku, inspirados por cosas que no podía controlar. Y eran más que nada destellos que no aportaban mucha información, aunque solían venir con una carga sentimental bastante abrumadora, sin mencionar el dolor de cabeza.

Como sea, dudaba poder controlar su capacidad de recordar. Tendría que encontrar un método mejor para obtener respuestas importantes, y ni Tsukiku ni Minire ni Chrome eran suficientes para él.

Debía conseguir otra fuente… y sobre todo ver qué tan dispuesta estaba Maiko a ayudarlo.

Unos golpes en su puerta lo sacaron de sus pensamientos.

—Senku, hola. —Kohaku le sonrió con cansancio cuando le abrió—. Ya regresé así que me haré cargo de Tsukiku, pero aún estás invitado a cenar con nosotras sí quieres.

—Bien, lo tendré en cuenta. —Asintió, rascando su oído.

Kohaku sonrió incómodamente, antes de retirarse.

Él la vio irse, incapaz de quitarle los ojos de encima por un largo rato, antes de cerrar la puerta y reprenderse mentalmente.

Apoyó la frente contra la puerta, recordando el beso que casi se dieron ayer por la noche.

Sí estaba dispuesto a irse con Maiko o Chrome, debería tomar distancia con Kohaku. Ella había sido muy clara en que no iba a darle respuestas, y era la mayor interesada en que él permaneciera ignorante, y aunque sabía que lo hacía por órdenes médicas ¡ella ya lo conocía! No podía esperar que se quedará de brazos cruzados sin hacer nada con todo un mundo nuevo de ciencia súper avanzada a su alcance.

Sí ella iba a meterse en su camino, entonces tenía que alejarse y buscar con alguien más lo que ella le negaba.

Estaba decidido, no iba a volver a caer en la tentación. Iba a alejarse de ella, diez billones por ciento seguro.

Volvió a bajar al búnker y sacó otro montón de planos que se la pasó examinando hasta que anocheció y decidió ir a la habitación de Tsukiku a cenar con ella y su madre solo porque no tenía nada mejor que hacer.

Sus amigos de la escuela ya no estaban, así que solo eran ellos tres otra vez, aunque Tsukiku parecía de un humor mucho mejor.

Vieron anime por varias horas después de encontrar uno particularmente muy bueno, y se quedaron fascinados, más que nada Senku y Tsukiku, debido a los elementos de ciencia ficción del anime, aunque a la mocosa pronto le dio sueño y una vez se durmió Kohaku apagó todo.

Senku planeaba irse a dormir en ese momento, pero estaba sentado junto a la chiquilla que en medio de su sueño tuvo la brillante idea de aferrarse a su brazo, abrazándolo con agarre de hierro.

Kohaku rió divertida al verlo, aunque su risa se vio interrumpida por un bostezo.

—¿Necesitas ayuda? —Rodeó la cama para ayudarlo a librarse. Se sentó a su lado y tomó la muñeca de su hija para apartarla, pero ella solo frunció el ceño y se agarró más a Senku—. Esta niña… Supongo que tendré que despertarla, no quiero hacer mucha fuerza o podría lastimarla. —Frotó sus ojos con cansancio.

—No… Está bien. —Hizo una mueca de hastío—. Puedo quedarme aquí otro rato, tendrá que soltarme en algún momento.

—No estés tan confiado, le encanta abrazar a sus muñecos cuando duerme. —Sonrió, con los ojos apenas abiertos—. Estará de mal humor pero es mejor despertarla… —Volvió a bostezar.

Senku alzó una ceja, viéndola cabecear hasta que acabó con la cabeza apoyada en su hombro.

Genial, ahora estaba rodeado por dos leonas dormidas.

Rió suavemente, mirando hacia su mocosa, que era mucho más adorable dormida que despierta.

En ese momento, otro recuerdo se le vino a la mente. Se encontraba en otra habitación que nunca antes había visto, pero que le resultaba bastante familiar, y se sentía muy cómodo. Estaba con los ojos cerrados, pero los abrió cuando notó a Tsukiku muy pequeña dormida sobre su brazo, mientras que Kohaku estaba sobre su otro brazo. Ambas abrazadas a él y se veían muy cómodas y tranquilas, tanto que él las rodeó con sus manos, colocando una mano sobre el hombro de su hija y otra acariciando el cabello de Kohaku.

Le estaban aplastando los brazos y sabía que lo lamentaría en la mañana, pero en ese momento adoró tenerlas allí con él y se durmió tranquilamente.

Pestañeó ante el recuerdo.

Je… en ese tipo de recuerdos todo parecía perfecto. Casi lo hacía olvidar la sangre y el llanto que vio en otros recuerdos. Pero pensar en esas cosas terribles solo lo hizo rodear a Kohaku con su brazo y acomodarse en la cama, dispuesto a dormir allí con tal de no molestarlas.

Sin embargo, pronto Kohaku abrió los ojos y se alejó de él con pánico.

—Lamentó eso. —Carraspeó ruidosamente—. Voy a despertarla, no puede tenerte allí.

—Te digo que está bien. —Se removió en la cama y la chiquilla gruñó molesta, lo soltó y se dio la vuelta—. Ah, ya está. Problema resuelto.

Ambos salieron de la habitación y compartieron una incómoda mirada antes de dar media vuelta y dirigirse cada uno a su respectiva alcoba.

A la mañana siguiente, Senku se sorprendió cuando Kohaku vino a buscarlo después del desayuno.

—Buenos días. —Ella parecía inusualmente relajada y contenta—. ¡Te tengo buenas noticias! Terminaron de instalar el laboratorio equipado con cosas del siglo XXI. ¡Ya puedes usarlo todo lo que quieras!

Los ojos de Senku se iluminaron de inmediato.

—¡Ya era hora! —Rió emocionado—. ¿Y dónde está?

—¡Sígueme!

Lo llevó al tercer piso, caminando por un largo pasillo hasta una puerta blanca al final del corredor.

Al entrar, Senku se quedó con la boca abierta al ver lo bien equipado que estaba el laboratorio. Tenía estantes repletos de todo instrumento científico que pudiera necesitar. Había un sector con reactores químicos de todo tipo, reactor Batch, reactores heterogéneos, reactores catalíticos, también biorreactores y varios otros. También había compresores centrífugos y todo tipo de máquinas térmicas y también frigoríficas, entre tantos otros tipos que llenaban la enorme habitación junto a lo típico que eran diferentes tipos de microscopios y también varios telescopios cerca de una ventana. Y todo eso sin mencionar las hileras de materiales enlistados con los cuales podría trabajar.

—Claro que también puedes pedir más si esto no te basta. Mientras sea razonable lo tendrás diez billones por ciento seguro. —Kohaku le sonrió emocionada—. ¿Y bien? ¿Te gusta?

Senku la miró de reojo, recordando ese pequeño laboratorio primitivo cerca de la Aldea Ishigami, el laboratorio que su padre había improvisado para él y el laboratorio del club de ciencias de la escuela. Sabía que probablemente tenía un laboratorio diez billones de veces mejor en alguna parte de esta casa y también más allá, pero por el momento este era el mejor que podía recordar. Era más de lo que su yo adolescente podría haber pedido.

—Con esto me conformó. —Le sonrió, haciéndola suspirar con alivio.

—Muy bien. Recuerda que no puedes sacar nada de aquí, y que Reimo estará vigilando todo lo que haces. —Le dedicó una mirada de advertencia—. Debo ir con Tsukiku ahora, sigue enferma aunque ya no tiene fiebre. Diviértete. —Se fue con una sonrisa complacida.

Senku se paseó por el laboratorio como niño en dulcería, sin saber por dónde comenzar. ¡Al fin había regresado a su hábitat natural! Casi dos semanas sin ciencia eran suficiente para hacerlo perder la cabeza.

Decidió probar uno de sus juguetes nuevos que siempre había querido tener en el mundo moderno pero al que nunca le puso las garras encima debido a lo caro que estaba. Mucho de lo que había en este laboratorio y en gran cantidad era increíblemente caro, aunque por ser el salvador del mundo, por el tamaño de su casa—y lo malcriada que estaba su hija—, ya podía intuir que el dinero no era ningún problema para él y su familia.

Fue el mejor día para él desde que se despertó del coma, pudo experimentar, romper, quemar y estallar cosas a su gusto y al llegar la noche pudo observar el firmamento con telescopios muy potentes.

Hizo una mueca al ver que había cierta contaminación lumínica otra vez.

Bueno, era de esperarse, el avance de la civilización significaba que los problemas regresarían también. Aun así no era tanta como la que solía haber en el Tokio en el que creció, así que pudo observar mucho más de lo que acostumbraba.

Mientras observaba las lunas de Júpiter, Kohaku entró al laboratorio con una bandeja que traía su cena.

—Imaginé que querrías comer aquí. —Dejó la bandeja en una mesilla, observando con curiosidad el gran desorden que había hecho en solo unas horas—. Los rei-bots limpiaran todo, así que si hay algo que no quieras que toquen díselo a Reimo.

—Ok, gracias. —Volvió la vista a su telescopio.

¿Era idea suya o le faltaban un par de lunas al grandulón del sistema solar? Y de las cercanas. ¿Hubo una reforma, colisiones y lunas nuevas en los últimos tres mil setecientos años? ¡Eso sí que era emocionante!

—Senku-sama, su comida se enfriará. —La voz de Reimo lo hizo apartar la vista del telescopio.

—Ah, sí. —Fue a buscar su bandeja y se sentó a comer mientras observaba de vez en cuando las lunas.

Era emocionante, pero… de cierta forma extrañaba cenar con Kohaku y Tsukiku…

Negó con la cabeza y siguió concentrado en el espacio exterior.

Ahora que la tecnología había avanzado tanto ¿qué tan potentes serían los telescopios más avanzados? ¿Ya habrían confirmado la existencia de la nube de Oort? ¡¿Ya habrían logrado enviar un objeto creado por el hombre fuera del sistema solar!? Solo pensarlo lo hacía casi babear de la emoción.

Después de un par de horas, Reimo de repente cerró la ventana y apagó varias luces en el laboratorio.

—¡Oye!

—Lo siento, amo, pero debe descansar. Mañana a primera hora podrá reingresar.

Senku bufó, pero dudaba que tuviera sentido discutir con un robot que controlaba todo en su casa, así que no le quedó de otra más que dirigirse a su habitación.

Al llegar al pasillo, se sorprendió al ver a Kohaku apoyada en la puerta de la habitación de la mocosa, con rostro deprimido.

—¿Pasa algo con la mocosa? —preguntó preocupado, acercándose.

—¿Eh? Oh, no. —Rió nerviosamente—. Es solo que ya se siente mejor y me dijo que no es necesario que me quedé con ella toda la noche así que me mandó a mi habitación. —Hizo una mueca descontenta, casi pudiendo pasar como puchero.

Él no pudo evitar reír burlonamente, ganando que lo mirara con molestia.

—¿Entonces te echó a tu habitación? Se nota quién tiene la autoridad en esta casa.

—Muy gracioso. —Se acercó a él y pareció querer decirle algo, pero se lo pensó mejor y acabó suspirando y negando con la cabeza—. Olvídalo, ¿cómo te fue en el laboratorio? ¿Tienes alguna queja o algún pedido? —cambió de tema.

—Está muy bien equipado, por el momento no necesito nada. —Encogió los hombros—. Aunque sí me gustaría que Reimo no me impusiera un toque de queda.

—Eso no está a discusión, si puedo evitar que te desveles entonces lo haré aunque te quejes. —Le sonrió con suficiencia, cruzando los brazos bajo su pecho.

—Lo dices como si me la hubiera pasado todas las noches sin dormir. —Rascó su oído despreocupadamente.

—Es que lo hacías. —Bufó—. Ja, es cierto que no te desvelabas tanto cuando aún estábamos en el mundo de piedra a menos que hubiera un proyecto importante, pero desde que reinventaron las bebidas energéticas y trajeron café importado siempre tenía que arrastrarte a la cama para que te alejaras del laboratorio. —Sonrió con resignación y un poco de nostalgia.

Un nuevo recuerdo llegó a Senku, de Kohaku efectivamente arrastrándolo a la cama, con la excepción de que no era para dormir, o ella no se le habría tirado encima al segundo siguiente. Su rostro inundado de lujuria se le quedó grabado, pero el recuerdo llegó hasta ahí y casi maldice en voz alta de la frustración de no poder ver más.

—Mierda… —No pudo evitar una pequeña palabrota por lo bajo.

—¿Senku? —Kohaku agitó una mano frente a él, luciendo confundida—. ¿Está todo bien?

—Sí. —Retrocedió dos pasos—. Solo tuve… un pequeño recuerdo.

—¡¿Recordaste?!

Un brillo esperanzado llenó sus ojos mientras se le acercaba y él no pudo evitar sentirse mal al tener que apagarlo negando con la cabeza.

—No, más bien fue un destello… He estado teniendo algunos, pero siempre de cosas confusas, cortas y raras. —Encogió los hombros—. Solo unos cuantos segundos.

—Oh. —Se vio decepcionada, pero de todos modos también parecía emocionada e interesada—. ¿Y qué recordaste? —insistió viéndose un poco ansiosa y tal vez algo… ¿asustada?

—¿Ahora mismo? —Kohaku asintió y Senku encogió los hombros, sin temor a ser demasiado sincero—. Pues tuve un recuerdo de cómo me arrastraste a la cama.

Ella jadeó, enrojeciendo por completo.

—Y-ya veo. —Carraspeó ruidosamente—. Siento que hayas visto eso…

—¿Por qué? —Alzó una ceja, genuinamente confundido—. No fue algo desagradable.

Kohaku enrojeció aún más y él no pudo evitar reír. Esto era extrañamente divertido. Extrañamente emocionante…

—¿Qué tanto… recordaste? —Se removió inquieta, y él se sintió extraño por lo mucho que le interesaba ver cada pequeño movimiento que hacía.

—Solo unos segundos, te lo dije. —Se acercó un paso hacia ella de forma casi inconsciente.

—Entonces solo viste que te arrastraba a la cama… ¿y nada más? —Nunca antes la había visto tan nerviosa. Y estaba así por él.

Era algo fascinante.

—Bueno, vi que te me tiraste encima —admitió, haciéndola tensarse—. Pero no vi nada más.

—Ok, es… eso es bueno. —Carraspeó y le dio la espalda—. Entonces me iré a mi habitación. Buenas n… —Calló cuando él se le acercó aún más, acabando tan cerca de ella que estaba seguro de que podía sentir su respiración en su piel.

Ella volteó lentamente, viéndose tan sonrojada como contrariada.

A Senku le habría encantado saber qué pensaba exactamente, pero cuando ella empezó a mirarle los labios no le fue muy difícil adivinar… pero si le fue difícil contenerse de besarla. De hecho, le fue imposible… No pudo contenerse, bajó la cabeza y la besó.

La sensación era tan agradable como la vez anterior y quizás hasta más. Kohaku parecía temblar bajo su toque y eso por alguna razón le estaba matando las neuronas, convirtiéndolo en un salvaje desesperado por besarla más y tocarla más.

Rodeó su cintura con las manos y la besó con más ahínco, hasta que sintió sus manos en su nuca y de repente un nuevo recuerdo lo inundó.

Allí estaban en un pasillo mucho más estrecho, y podía escuchar el sonido característico del mar, indicando que estaban cerca de la costa. Él tenía acorralada a Kohaku contra una puerta—parecían estar en una especie de hotel—, y la besaba como si tuviera miedo de romperla, cosa ridícula ya que era la mujer más fuerte que conocía, infinitamente más fuerte que él, y aun así temía que sí no tenía delicadeza ella iba a quebrarse.

En un principio ella temblaba como hoja al viento, pero luego de unos segundos pareció hartarse de su trato delicado, así que llevó sus manos a su nuca y lo besó de forma desenfrenada.

El recuerdo terminaba ahí, y aunque sintió un leve dolor de cabeza también sintió más ánimos para aferrarse a ella y no soltarla mientras se besaban con más y más ganas.

Pasados unos minutos, Kohaku llevó las manos al cuello de su camisa y comenzó a tironearla, retrocediendo sobre sus pasos para jalarlo de camino a su habitación.

Senku sintió las alarmas encenderse. Debería detenerla… Debería, pero mierda que no quería.

Mandó todo al diablo y se dedicó a dejarse arrastrar.

Quería esto tanto como ella, y no tenía la fuerza de voluntad suficiente para detenerse a esas alturas. ¿Cómo podría cuando todo en lo que podía pensar era en Kohaku, y en seguirla hasta al infierno mismo de ser necesario?

Senku no la detuvo, y Kohaku lo arrastró hasta su habitación, para luego cerrar la puerta.

Continuará...

Holaaaaaaaaaaaaa :D

Aquí un nuevo cap de este fic!

Otra comisión para mi querida Anya, muchas gracias por pedirlo! :'D

Me siento tentada a escribir un lemon el próximo cap... pero no creo así que no se hagan ilusiones xD

Bueno, muchas gracias por todo su apoyo a este fic y no olviden que se les ama!~

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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