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Cuidar de ti

Estaba nevando, y Senku, amnésico y confundido, estaba perdido en medio del bosque al otro lado del país, lejos de todo rastro de civilización, incomunicados, con su hija preadolescente y cuatro adolescentes, dos de ellos heridos, aparte de un psicópata asesino persiguiéndolos.

Su suerte esta vez se había pasado de la raya, no tenía idea de cómo salir de esta.

Al menos, pensó, sus desafortunados compañeros eran personas bastante capaces, pese a sus edades o las heridas que tuvieran.

Oki Kinji, el hijo mayor de Taiju y Yuzuriha, idéntico a su madre y tan alto y resistente como su padre, pero de una complexión más delgada. Aparentemente era muy habilidoso en artesanías y tenía bastante fuerza. También era más tranquilo que Taiju, su personalidad calmada y observadora le recordaba más a Yuzuriha, pero por lo que había visto el chico también podía llegar a ser escandaloso y bastante ingenuo. Tenía diecinueve y era el mayor de todos ellos, incluso mentalmente mayor que Senku, que solo conservó su memoria hasta los dieciocho años, sin contar los petrificados.

El segundo mayor era Ruchiru, el hijo de Chrome y Ruri, con dieciocho años. Él era idéntico a Chrome en casi todo, desde su cabello castaño alborotado hasta su personalidad gritona y boca-floja, parecía como si alguien hubiera clonado a Chrome, excepto que tenía los ojos azules de Ruri y, de hecho, era un poco más alto que Chrome. Probablemente fuera el científico más capaz entre ellos, debido a la falta de memoria de Senku y la corta edad de su hija.

Le seguía en edad Saionji Umi, hija de Ukyo. Ella era una chica bajita de apenas dieciséis años, pero probablemente fuera la persona más madura allí. Era muy parecida a su padre, con los ojos verdes y el cabello blanco, aunque este estaba lleno de rulos que le caían hasta los hombros, hasta tenía un sombrero favorito (uno blanco de ala ancha), y, además de físicamente, también se parecía a Ukyo en su personalidad sensata y compasiva, y, por supuesto, en su gran audición.

El más joven además de su hija era Shishio Haishi, el hijo de Tsukasa y Minami, que tenía quince años. Era idéntico a Tsukasa, pero con el cabello corto, también tenía una complexión fuerte y alta. Además de eso, también tenía una personalidad muy similar a Tsukasa, tranquilo y analítico, aunque pudo ver que heredó un poco del carácter de su madre que salía a flote escasas veces. De todos modos, lo mejor era que parecía ser un peleador prodigio y asquerosamente fuerte como su padre.

Y luego estaba la menor de todos, Ishigami Tsukiku, su hija con Kohaku, de apenas trece años. Ella era idéntica a él en muchos aspectos, con una cara idéntica a la de él, excepto por la naricita respingada de su madre, y una personalidad tan similar a la suya que a veces hasta le caía mal de lo parecidos que eran. Su cabello era largo, atado en dos coletas, tenía el mismo flequillo de Kohaku, pero el color blanco-verdoso era de él, aunque los ojos azules eran los de ella. También era una amante de la ciencia, pero parecía ser una buena peleadora, o por lo menos ya la había visto destrozar un robot a patadas. Sin duda era una compañera eficaz para perderse en el bosque, a pesar de lo arrogante y malcriada que era.

Y luego estaba él, Ishigami Senku, de más de cuarenta años físicos, pero dieciocho años mentales. Él ya sobrevivió a varios inviernos en el mundo de piedra. Ahora que tenía a más que Taiju, aunque menos que toda una aldea, no debería serle mucho problema sobrevivir... al menos, mientras pudieran evitar al Dr. Kinoeda intentando secuestrarlos o asesinarlos.

—Estamos en Yamagata —dijo Tsukiku mientras vendaba la pierna herida de Umi con trozos del abrigo de Haishi—. Casi en el límite con Akita, prácticamente en la punta este.

—A pie nos tardaríamos unos seis días en llegar a Tokio, tomando en cuenta el clima y los heridos —calculó Senku, ceñudo—. ¿No hay una zona repoblada más cercana que sea mejor opción?

—Realmente no. —Tsukiku rascó su oído con el meñique, fastidiada—. Solo hay dos cosas que pueden protegernos de Kinoeda: Reimo y Reimi. También estaríamos medianamente seguros con tío Tsukasa, tío Ryusui o tío Chrome, pero todos ellos están en Tokio.

—Hay alguien que no está en Tokio y puede protegerte —murmuró Umi, pensativa.

—Ni en diez billones de años pienso pedir ayuda a ese alguien. —Hizo una mueca de asco.

—¿Quién? —preguntó Senku.

—El Dr. Tek —contestó Umi.

—¿El niño genio del que me hablaste? —Miró a Tsukiku.

—El niño arrogante, más bien. —Bufó, terminando de vendar a Umi y poniéndose en pie—. No recurriremos a él, si fuéramos al sur de Niigata, nos desviaríamos mucho de Tokio, y no confió en él.

—¿Por qué? Es muy agradable —comentó Kinji.

—Tsukiku le tiene celos porque sus padres lo tratan como a un hijo —señaló Ruchiru con sequedad.

—¡Eso no es cierto!

—A mí tampoco me agrada Tek —Haishi defendió a Tsukiku, que sonrió complacida—. Pero como sea, solo debemos cruzar Yamagata y Fukushima dependiendo de los recursos naturales, llegando a Tochigi ya hay ciudades reconstruidas, podremos comprar medicinas, comida y tal vez quedarnos en hoteles, aunque tendremos que disfrazarnos para no llamar la atención. Hmm, Kinoeda definitivamente nos encontrará más rápido que nuestros padres si alguien nos ve, habrá que ser cuidadosos.

—Primero hay que concentrarnos en el desafío actual —intervino Tsukiku—. Es importante avanzar, pero lo primero que hay que hacer es encontrar recursos para que nuestro viaje no sea la muerte segura. Debemos explorar la zona y ver con qué contamos.

—¿Con qué contamos en invierno? —Ruchiru bufó—. Buena suerte intentando encontrar algo, a lo mucho encontraremos leones, que no hibernan. Para adaptarse al clima de Japón sin ayuda humana tuvieron que evolucionar para hacer su pelaje y piel más gruesos, aparte de ralentizar su metabolismo. Son de los pocos que no hibernan aquí, y aprendieron a comerse todo lo demás que tampoco hiberna.

—Es un buen punto, estamos bastante jodidos. —Tsukiku suspiró con fastidio, rascando su oído con el meñique—. Además, no podemos olvidar que Kinoeda debe tener la ubicación aproximada de dónde caímos, tenemos que alejarnos de aquí rápido, muy rápido. Gracias a que esta zona es muy boscosa, no le será tan fácil encontrarnos desde arriba, tenemos tiempo de reunir algunas cosas, pero debemos intentar alejarnos por mientras.

—Si nos encuentra estaríamos muertos. —Ruchiru se mordió el labio—. ¿Qué tenemos para defendernos? Minire está rota, Reimi está en Tokio, Kinji tiene un brazo destrozado, yo tengo un arma con 6 balas. Haishi es prácticamente nuestra única protección.

—¡Ja! Te recuerdo que también puedo pelear. —Tsukiku lo miró ofendida—. ¡Y tengo mis muñequeras!

—Uy, una niña de trece años que sabe dar volteretas, ¡estamos salvados! —El comentario sarcástico de Ruchiru hizo que su prima le estrellera una patada en la mandíbula.

—Como sea, yo tengo las mejores piezas de tecnología y soy la más preparada, yo seré la líder —afirmó Tsukiku, alzando la barbilla orgullosamente—. Y lo que debemos hacer es buscar recursos y empezar a movernos ahora para ir a Tokio.

—¡Eres la más pequeña aquí, de ninguna manera serás la líder! —Ruchiru apoyó su codo en su cabeza, haciéndola gruñir descontenta mientras se lo quitaba de encima—. Soy un científico adulto, el segundo mayor aquí, yo seré el líder. Lo que debemos hacer es movernos, sí, pero para ir a Niigata a ver al científico Tek, es un viaje de cuatro días y él es la mejor opción.

—¡Me niego! ¡Él no es de fiar! Además, si Kinoeda nos descubre allí... podría realmente atacarlo. —Tsukiku apartó la mirada—. No sabemos qué tan bien preparado está, pondríamos su vida en peligro...

—Debemos correr el riesgo —insistió Ruchiru—. Kinji y Umi están heridos, dos días podrían ser una gran diferencia para nosotros. ¡Como el líder indiscutible, te lo ordenó! —Cruzó los brazos con la barbilla apuntando al cielo.

—¡Nadie está de acuerdo en que un presumido hablador como tú sea el líder!

—¡Pues nadie está de acuerdo en que una niñita mimada como tú sea la líder tampoco!

—¡Ja, dices eso, pero todos sabemos que soy mejor científica que tú!

—¡Claro que no! ¡Yo soy mucho mejor y además soy el mayor!

—¿Y yo estoy pintado o qué demonios? —Senku sintió su ceja temblar, más cuando lo ignoraron.

—¡Yo seré el líder!

—¡Yo seré la líder!

—Suficiente. —Haishi se puso en medio de los dos primos que parecían estar lanzándose rayos por los ojos—. Lo único cierto por ahora es que debemos movernos, alejarnos de aquí. Kinoeda ya debe tener spy-dots merodeando por la zona.

—Tiene razón, luego podemos discutir quién es el líder o lo que quieran, pero ya debemos irnos. —Umi estaba muy nerviosa—. Los spy-dots son muy silenciosos, no podré escucharlos a menos que estén a solo un par de metros de nosotros, debemos ser precavidos.

—N-no s-s-s-s-se preocupen... —Minire se asomó desde el bolsillo del abrigo de Tsukiku, volando de forma desigual y zigzagueante—. Estoy lo suficiente-te-te-te-mente funcional para detectar spy-dots, los más cercanos e-e-e-están a menos de doscientos metros de no-no-nosotros.

—No te esfuerces, Minire, guarda tus últimas fuerzas para una situación de vida o muerte. —Tsukiku volvió a meterla gentilmente en su bolsillo—. Mierda, doscientos metros es peor de lo que imaginaba, están casi respirándonos en la nuca, debemos irnos ahora.

—Llevaré a Umi. —Haishi se arrodilló de espaldas a la joven herida para que pueda abrazarse a su nuca, llevándola a horcajadas—. Ruchiru, si hay una emergencia en la que necesite pelear te la entregare a ti, así que será mejor que estés preparado.

—¡Oh, está bien! —El hijo de Chrome asintió, aunque viéndose un poco nervioso.

—Vamos, viejo, no te alejes de nosotros —le dijo Tsukiku a Senku, que solo pudo asentir, caminando a su lado en dirección sur sobre la espesa nieve.

Todavía le dolía un poco la espalda de la pequeña caída que tuvieron, a pesar de que solo fue un metro gracias al truco de Tsukiku y Kinji y de que además cayeron en suave nieve, otra prueba de lo viejo que estaba. Solo esperaba no ser un lastre para los demás.

Cuando ya estaban caminando en silencio y más calmados, a Senku se le hizo oportuno mencionar el pequeño detalle que había estado queriendo decirles desde hace tiempo.

—Oigan, mocosos —llamó la atención—. Espero que no se les olvidé que son las cuatro de la tarde. Empezará a anochecer pronto.

Todos ellos se congelaron, con los ojos muy abiertos.

—Si-sigamos avanzando mientras pensamos en un plan. —Umi fue la primera en hablar, a lo que Haishi de inmediato volvió a caminar con ella a cuestas, siendo seguido de inmediato por los demás—. Debemos repasar nuestras prioridades. Escapar de los spy-dots y un refugio son las cosas más importantes. Todos nosotros desayunamos y almorzamos, podemos pasar una noche sin comer. Mañana buscaremos comida. Ahora nuestra preocupación debe ser sobrevivir la noche, porque no podemos hacer una fogata o los spy-dots nos encontraran de inmediato.

—Por eso dije que necesitamos recursos —murmuró Tsukiku, con una mejilla inflada—. Podemos construir un refugio con nieve, una cueva de nieve es buena conservando el calor, tenemos varias formas de construirlas. Para ello necesitamos ponernos a romper piedras y hacer palas. Usando ramas tendremos más solidez y una barrera contra las gotitas que nos caerán en la cara producto de la nieve derretida por el aire cálido que empezará a llenar la cueva de nieve.

—Si construimos la cueva cerca de árboles, será más fácil esconderla para que los spy-dots no la noten. —Ruchiru sonrió emocionado—. Yo me encargaré de disfrazar el terreno, aunque no podrá ser demasiado grande, tendremos que dormir apretados, pero será mejor para conservar el calor.

—En nuestro caso será mejor dividirnos para pasar la noche —intervino Senku—. Somos seis, podemos hacer tres cuevas pequeñas y compartirlas de a dos. Ahorrará tiempo, esfuerzo y es mucho más eficiente. Además, alguien debería mantener un ojo abierto por la noche. Si vuelve a nevar, hay una posibilidad de enterrarnos mientras dormimos.

—¡Ja, apoyó la idea de mi viejo! Pero no hay que preocuparse por lo de mantener un ojo abierto, Minire monitoreara el clima. —Tsukiku palmeó su bolsillo suavemente, aunque luego frunció el ceño al mirar dentro hacia el pequeño robot—. Su pantalla muestra que los spy-dots están más cerca, no podremos perderlos si vamos en esta dirección. Saben que queremos ir a Tokio, tendremos que desviarnos para intentar ganar distancia antes de realmente dirigirnos al sur.

—Vamos al noreste, entonces. Allí debe haber más árboles y más nieve, les será más difícil encontrarnos —dijo Ruchiru, a lo que todos desviaron sus pasos, caminando un poco más rápido.

—Cuando nos alejemos al menos un kilómetro de los spy-dots empezaremos a trabajar en los refugios —dijo Tsukiku—. Les diré cuando Minire me marqué la distancia.

—Si ven alguna piedra útil en el camino, será mejor que las empiecen a recolectar —advirtió Senku al ver una piedra grande y no tan pesada cerca de un árbol—. Necesitamos hacer palas y cuchillos.

—Tengo cuchillos —afirmó Tsukiku—. Solo con palas será suficiente.

—¿Te dejo tener cuchillos? —La miró con escepticismo.

—Mamá me deja tener cuchillos. —Sonrió inocentemente—. Tú me dejas tener pistolas eléctricas.

—Bueno, eso suena más lógico. —No pudo evitar reír por lo bajo y ella también rio, haciéndolo sentirse ligeramente mejor a pesar de su situación.

Estuvieron caminando por más de una hora cuando Tsukiku finalmente anunció que los robots estaban a un kilómetro de distancia.

—Debemos ser rápidos, ya va a anochecer y los spy-dots tampoco tardaran tanto en empezar a merodear por esta zona.

—Tío, por favor dame las piedras que tomaste —le pidió Umi a Senku, que había recogido otras tres rocas—. No puedo hacer mucho con una pierna rota, pero al menos puedo intentar hacer una pala.

—Bien, mientras iré a buscar más rocas y ramas.

—Empezaré a cavar con las manos, eso debería ahorrarnos un poco de tiempo —murmuró Haishi, acercándose a un árbol—. ¿Una cueva de nieve aquí está bien?

—Yo me quedaré a explicarle cómo hacerla, tú ve con tu padre a buscar materiales —le dijo Ruchiru a Tsukiku.

—Tú no me das órdenes. —Tsukiku lo miró mal.

—Pero yo sí, ven conmigo, mocosa —ordenó Senku, comenzando a adentrarse en el bosque.

—¡No puedo hacer mucho, pero igual iré con ustedes! —Kinji se unió a ellos alegremente, siguiendo a una Tsukiku muy malhumorada.

A pesar de su brazo destrozado, Kinji pudo cargar más rocas y ramas en un solo brazo que Senku y Tsukiku juntos con sus dos brazos.

—¿Qué tú no eres una cachorra de leona? —Senku miró con cansancio como su engendro cargaba con dificultad solo un par de rocas pesadas. Él apenas podía cargar dos más que ella, pero aun así lo asombraba que fuera más débil que él—. ¿Qué no pudiste destrozar un robot a patadas?

—¡C-cállate! ¡Esto es tu culpa! —Lo miró con el rostro enrojecido—. ¡Me heredaste tus brazos de fideo!

—Lamento no poder llevar todo, pero creo que podría cargar unas rocas más si se te hace muy difícil —ofreció Kinji, con una sonrisa culpable.

—Ja, ni en tus sueños, cabeza hueca. —Tsukiku lo miró con fastidio—. Apenas lleguemos te prohíbo seguir esforzándote. Ahora cállate o te dejaremos en el primer hospital que encontremos y seguiremos sin ti.

—Siempre eres muy mala conmigo. —Kinji lloriqueo resinado.

Regresaron con los demás y Kinji fue a sentarse en un rincón de un gran árbol por orden de Tsukiku, que de inmediato se arrodilló junto a Umi y Ruchiru a hacer palas, mientras que Haishi estaba ocupado cavando con sus manos.

Al verlos trabajar en romper piedras para crear herramientas, Senku alzó una ceja.

¡Lo hacían terrible!

Ruchiru y Umi lo hacían con un poco más de decencia, seguramente porque ya llevaban varios intentos, pero Tsukiku era la peor de todas. De cualquier forma, si seguían así tardarían horas.

—¿Qué nunca han creado herramientas con piedras? —preguntó Senku, escéptico. ¡Este era el mundo de piedra!

Aunque no para ellos, ellos nacieron con todo ese lío resuelto, pensó.

—Yo sí, pero solo he creado hachas con mi padre. —Ruchiru rio nerviosamente—. Pensé que no sería tan diferente, pero... la verdad es que fue cuando era niño, lo he olvidado un poco.

—Yo nunca he hecho algo de esto, pero quiero ayudar. —Umi siguió intentando mientras hablaba.

—He hecho cuchillos con mamá cuando era pequeña —dijo Tsukiku—. Ugh, era mucho más fácil.

—Cuando no tienes manos habilidosas, es diez billones por ciento más difícil de lo que parece. —Se arrodilló junto a Tsukiku, riendo entre dientes—. Pero la practica hace al maestro. Por más cliché que suene, es la verdad, más aplicada en la ciencia. Al menos tenemos rocas útiles, intenten hacer lo que yo.

Comenzó a golpear una piedra más pequeña y fuerte sobre otra piedra grande y firme, dándole consejos a los mocosos mientras lo hacía. Luego llegó la parte de raspar y pulir, aunque no tenía que ser un trabajo perfecto, lo más importante era la forma.

Él logró su pala al primer intento, quizás porque lo tenía más fresco en su memoria. La ató con firmeza a un palo (Tsukiku tenía reservas de hilo muy resistentes) y le dio la primera pala funcional a Haishi, que de inmediato se puso a trabajar en cavar esta vez con una pala. A Ruchiru le tomó dos intentos más hacer su pala, a Umi le tomó tres, y después de cinco intentos Tsukiku no logró hacer la suya.

—¿Quieres una mano? —Senku se acercó más a ella, observándola trabajar.

—Ja, no, gracias. —No lo miró, concentrada en golpear la piedra con la fuerza y el ángulo adecuado.

—Si te ofuscas, solo lo harás peor —dijo con cautela—. La piedra no es tu enemiga, mocosa.

—No necesito que digas cosas obvias. —Lo miró con acidez—. Mejor ve a cavar.

Senku alzó una ceja, con cierto recuerdo de Byakuya viniéndosele a la mente.

Cuando su padre lo vio enfurruñado porque no podía vencer a un enemigo en un videojuego y le dio un consejo sobre las combinaciones de teclas que ya sabía, agregando que debía hacerlo con calma, Senku le dio la misma contestación que Tsukiku acababa de darle "no necesito que digas cosas obvias", y su padre le contestó...

—Resulta que soy tu padre, así que tengo todo el derecho a decirte todas las cosas obvias que quiera cuando crea que las necesitas. —Sonrió socarronamente, y Tsukiku lo miró sorprendida y enfadada—. No tienes que estar tan alterada, mocosa, yo estuve horas la primera vez que intenté hacer una pala.

—Pero tú no tuviste a nadie que te enseñé cómo... —susurró, apartando la mirada, por un momento viéndose avergonzada de no poder lograrlo, con el rostro sonrojado más que por el frío.

Senku tuvo que resistir el impulso de acariciarle las mejillas.

—Y desearía haberlo tenido, así que déjame ayudarte. —Se acercó para acabar arrodillado frente a ella en vez de a su lado—. Es difícil controlar la fuerza del golpe, incluso con nuestros "brazos de fideos". —Enfatizó las comillas con los dedos y una mirada ácida y ella soltó una risa involuntaria que rápidamente suprimió—. Es normal necesitar mucha práctica para lograrlo, pero tu cuerpo aprende solo también, solo necesitas estar tranquila y analizar tus errores con la mente fría. Falla todas las veces que lo necesites, y al final lograrás la meta, diez billones por ciento seguro. —Al ver sus ojos azules muy abiertos y atentos a él, no resistió el impulso y le pellizcó la nariz, antes de levantarse riendo y tomar la pala que hizo Umi para ponerse a cavar también.

Se concentró en ayudar a crear las cuevas de nieve, pero de vez en cuando miraba de reojo a Tsukiku.

La pala en la que estaba trabajando cuando él le habló también se rompió y eso la hizo lucir muy decepcionada, pero entonces tomó aire y luego fue por la siguiente roca, trabajando con una mirada muy concentrada y tranquila. No pasó mucho tiempo hasta que logró construir su primera pala y de inmediato sonrió enormemente, con ojos brillantes.

Mierda, ¿desde cuándo era tan absurdamente adorable? Una parte de él quería tomarle una foto y enmarcarla en algún lado... realmente era un padre cuarentón, ¿eh? Ya se estaba sintiendo más como uno.

Después de cavar las tres cuevas de nieve entre Haishi, Ruchiru, Senku y Tsukiku (aunque Haishi hizo el 70% del trabajo, para ser honestos), se dispusieron a usar ramas para darle más estabilidad a las estructuras, y luego empezaron a ayudar a Ruchiru a camuflarlas, asegurándose de no tapar las salidas de aire, aunque si disimulándolas bien, justo a tiempo para cuando la noche se les vino encima.

—Por cierto, ¿quién duerme con quién? —preguntó Ruchiru de pronto, haciendo que un par de ellos se tensaran.

—Pues Tsukiku y yo juntas —dijo Umi, riendo nerviosamente.

—Entonces Kinji y yo juntos —Ruchiru rodeó los hombros del adolescente mayor.

—Eso me deja con el tío Senku. —Haishi suspiró, resignado.

—Hay un problema con eso —objetó Senku—. No hicimos las cuevas tan anchas para los hombros de este tipo. —Señaló al fornido Haishi—. Para entrar los dos en la cueva tendríamos que abrazarnos. —Hizo una mueca de asco que Haishi rápidamente imitó, luciendo todavía más horrorizado.

—Rayos, tiene razón, Haishi es el más grande de nosotros, mide como 1,90. —Ruchiru rascó su nuca—. Bueno, entonces que vayan el más grande y el más pequeño juntos. —Todos los ojos se fueron de inmediato a Tsukiku y Umi—. Mmm... Umi mide 1,55 y Tsukiku 1,40... Bueno, ni modo. Tsukiku, tendrás que dormir junto a Haishi.

Haishi se sonrojó de inmediato, mientras que Tsukiku frunció el ceño profundamente hacia su primo.

—¡Eso no es cierto, Ruchiru! ¡Ya crecí, ahora mido 1,41! —le chilló, viéndose ofendidísima.

—Qué gran diferencia. —Rodó los ojos—. ¿Aceptas o no?

—Eso me da igual. —Rascó su oído con indiferencia.

—Pe-pero... —Haishi pareció querer protestar, pero se calló a último momento.

Al verlo tan nervioso y todavía sonrojado, Senku no pudo evitar comenzar a sentir cierta molestia, por alguna razón.

—¿Saben qué? Creo que prefiero abrazar al mocoso de Tsukasa. —Eso era preferible antes que dejarlo cerca de su pequeña hija.

—Yo preferiría que no —rebatió él.

—No hay tiempo para discutir, ¡los spy-dots ya están a cincuenta metros de nosotros! ¡Voy a ir con Haishi y ya! —Tsukiku miró con nerviosismo a Minire en su bolsillo.

—De ninguna manera —denegó Senku.

—Oh, vamos, viejo, ¿qué vas a hacer tú con él en tan poco espacio? Les será difícil entrar y salir, no es nada práctico, solo deja que vaya con él y ya.

—Soy tu padre y te lo prohíbo. —Ni él sabía por qué estaba tan en contra, pero... ¡sobre su cadáver!

—¡¿Es en serio?!

—Di-disculpen. —La voz de Umi se alzó tímidamente y todos voltearon a ella, que se sonrojó de golpe—. Emm... ya que soy la segunda más pequeña, podría ir yo con Haishi. N-no me molesta, para nada. Y si al tío Senku le molesta que Tsukiku vaya, entonces solo iré yo con él. Fácil, ¿n-no?

—¿Segura? —Haishi la miró preocupado—. Puedo tolerar a tío Senku, está bien. No necesitas hacer eso.

—No, no, no te preocupes, no me molesta. —Negó frenéticamente con la cabeza—. Está bien, creo que es lo mejor.

—Como sea, pero debemos escondernos ahora. —Tsukiku volvió a mirar su bolsillo—. Los spy-dots llegaran en unos minutos. Kinji-nii ve con Ruchiru a la cueva de la derecha. Umi-nee ve con Haishi a la cueva de la izquierda. Yo y mi viejo nos quedaremos con la que está aquí al frente. Saldremos mañana a primera hora, si es que no nos encuentran. —Los miró mortalmente seria—. Intenten no hacer ruido. Que pasen buenas noches.

Sin nada más que decir, se dividieron para esconderse en las cuevas, asegurándose de camuflar bien las entradas antes de bloquearlas y adentrarse en la oscuridad del montón de nieve.

Senku se quedó sentado junto a su hija. Las cuevas eran los suficientemente anchas para que los dos cupieran bien acostados, y lo suficientemente altas para que pudieran sentarse y hasta arrodillarse de ser necesario. Estuvieron oscuras hasta que ella sacó a Minire de su bolsillo y la acunó suavemente en sus manos. La pantalla de Minire se encendió, mostrando un mapa que marcaba la ubicación de los spy-dots y la ubicación de ellos. Los spy-dots estaban a pocos metros ahora.

—Debes apagar tu pantalla, Minire, hay agujeros para que el aire escape, tu luz podría filtrarse, no podemos correr riesgos —dijo Tsukiku—. Aun así, mantente activa y avísame si empieza a nevar de forma preocupante. ¿Está bien?

—A la o-o-orden —tartamudeó el pequeño robot, antes de apagarse.

Se quedaron en completa oscuridad y se recostaron de inmediato en la fría nieve, aunque no pudieron dormirse, sabiendo que los spy-dots podrían estar sobre sus cabezas ahora mismo.

Senku no pudo evitar pensar en Kohaku.

Ella no tenía idea de dónde estaban, por lo que sabía, solo desaparecieron de un momento a otro luego de escaparse de la casa, escaparse de ella... hasta podría pensar que estaban muertos.

De verdad quería volver con ella y disculparse, o al menos poder decirle que no se preocupara, que estaría bien y cuidaría a su hija.

¿Y si los atrapaban? ¿Y si sucumbían al frío?

La última vez que vio a Kohaku, discutió con ella, le gritó... Esperaba poder volver a verla y disculparse.

La temperatura en la cueva era mucho más tolerable que en el exterior, pero de todos modos no pasó mucho tiempo para que Tsukiku empezara a temblar un poco, por lo que Senku no dudó en envolver sus brazos alrededor de ella, esperando que estuviera dormida y no se quejará.

Le dio la impresión de que ella se puso rígida, pero no se quejó, así que no estaba seguro de si estaba despierta o no.

Sonrió, posando una mano en su cabeza para acercarla a su pecho.

Aunque estuviera despierta y se quejara, le daba igual, iba a cuidar de ella le gustara o no.

—¿Papá? —La voz de su pequeña lo hizo apartar la mirada de su computadora, desviando sus ojos hacia su hijita de siete años—. ¿Por qué no pudimos ir a pasear hoy? Mamá dice que fue tu decisión —le recriminó, entrecerrando los ojos.

—Oh, vaya, ¿tan pequeña y ya tengo que sufrir de reclamos? Al menos déjame llamar a mis abogados. —Rio malvadamente al verla inflar sus mejillas, para luego tomarla en brazos y sentarla en su regazo—. Vamos, ya te lo dije... Tu madre y yo estamos muy ocupados, tendrás que darnos unos meses.

—Ya no puedo salir nunca. —Hizo pucheros—. Y si salgo es solo con mamá o solo contigo. ¿Por qué no podemos salir los tres? ¡No es justo! —Pataleó.

—Sabes que tu madre y yo somos diferentes, tenemos trabajos diferentes, cuando yo estoy libre, a veces ella está ocupada. —Le pellizcó la nariz cariñosamente. De reojo, notó que Kohaku estaba apoyada en el marco de la puerta de su laboratorio.

—Pero antes no era así —siguió reclamando—. Todo era mejor antes de que...

—Tsukiku... ya hablamos de esto —la interrumpió, tensando su mandíbula—. Intentamos no mencionar "eso" que pasó, ¿recuerdas? Y menos delante de tu madre.

—Lo sé, a mí tampoco me gusta hablar de eso. —Se abrazó a él, haciendo un puchero de tristeza—. Pero ¿podemos al menos almorzar juntos hoy?

—¿Esto es un truco de tu madre para que deje de trabajar y vaya al comedor? —Alzó una ceja y ella no pudo evitar largarse a reír.

—Ups.

—¡Ja! Nos descubriste. —Kohaku finalmente se alejó de la puerta y se sentó en el reposabrazos de su silla—. Pero vamos, si tanto insistes en cancelar paseos, al menos ven a la mesa a comer con nosotras.

—¡Además es ramen! —agregó su niña, y ambas sonrieron enormemente, mirándolo con sus grandes ojos azules suplicantes.

—Leonas manipuladoras. —Rio entre dientes, tomando a Tsukiku en brazo y poniéndose de pie—. Muy bien, ustedes ganan. Solo porque es ramen.

—¿Y luego podemos pasear? —Viendo que cedió en algo, Tsukiku quiso convencerlo de otra cosa.

—No.

—¡Papá! —Se abrazó a su cuello, pataleando más—. ¡Vamos, solo un ratito pequeñito!

—Bien... —Ante la vista de sus ojitos cristalizados, la afirmación se le escapó de la boca casi en automático—. Pero está nevando, ya sabes que eres susceptible a resfriados, si te enfermas tendrás que quedarte en cama hasta que te recuperes.

—¡No quiero, odio quedarme en la cama, lo odio!

—Entonces no saldremos.

—¡Me abrigaré! —Volvió a ponerle ojos suplicantes—. Además, no es tan malo. Cuando me enfermó, los dos me cuidan y están conmigo. —Sonrió felizmente—. ¡Es lo único que me gusta de enfermarme!

—Bueno, en eso tienes razón. —Su mirada se ablandó y le pellizcó la nariz una vez más—. Siempre voy a cuidar de ti. —La abrazó contra su pecho, compartiendo una sonrisa con Kohaku, que rápidamente se unió al abrazo—. Papá y mamá siempre cuidaran de ti.

Senku despertó cuando gotitas de nieve derretida cayeron sobre su rostro, haciéndolo pestañear hasta que finalmente recordó dónde estaba y abrió los ojos de golpe.

Pequeños rayos de sol se filtraban a través de los huecos en el techo de nieve, dándole una iluminación muy pobre al refugio improvisado que logró mantenerlos medianamente cálidos durante la noche.

Tsukiku seguía allí, ahora abrazada a él, totalmente acurrucada en su pecho. Senku de inmediato llevó una mano a su frente.

Maldijo.

Tenía fiebre.

Por supuesto, otra vez estaba nominado al premio del peor padre del año, olvidando que su hija se enfermaba fácilmente. Debería haber procurado más abrigo para ella, qué idiota era.

La abrazó más contra sí, prometiéndose que haría todo por cuidarla bien y asegurarse de llevarla de regreso a casa con su madre. Era lo menos que podía hacer.

Te lo prometo, Kohaku.

Continuará...

Holaaaaaaaaaa :D

Muchas, muchas gracias a Miguel por pedir este cap como comisión! :'D

Ojala q te haya gustado :'3

He hecho una super remodelación de este fic, bueno, no tan super xP Solo cambie las edades de los personajes canon y algunos detallitos, para no alejarme tanto del final del manga xD Aunque si luego Inagaki saca otra cosa al diablo, ya lo voy a dejar así, tampoco quiero ser taaaaan fiel al canon XD

Para resumirles, ahora Senku tiene 46 recién cumplidos y Kohaku 45 XDD Viejos sabrosos 7w7

Lamento la tardanza, pero la remodelación si me ha tomado un tiempito larguito TwT

De verdad muchas gracias a todos los q apoyan este fic!

No olviden que se les ama!

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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