Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Confiar

Luego de salir del laboratorio subterráneo, Senku volvió a mirar con preocupación la pierna sangrante de la chiquilla.

Ella notó su mirada y rodó los ojos, sonriendo despreocupadamente.

—No te preocupes, anciano. Esta casa está repleta de los mejores kits de primeros auxilios en el mundo, en media hora no quedará ni rastro de esta herida.

Senku suspiró por lo bajo, antes de fruncir el ceño.

—No estaba preocupado.

—Como sea, regresemos de una vez. Tú ve a la sala o donde quieras, yo iré a la enfermería. —Caminó cojeando levemente, pero Senku ya no hizo ningún intento por ayudar a la pequeña terca.

Estaba un poco sorprendido de que tuvieran una enfermería en la casa, aunque no debería. De hecho no sería de extrañar que tuvieran incluso un maldito zoológico en ese palacio tan absurdamente gigante.

Mientras se encaminaban de regreso a la casa, Senku repasó los eventos que ocurrieron en el laboratorio subterráneo: Las interesantes instalaciones del lugar, esa pantalla súper plana que parecía prácticamente 2D, el fallo de las contraseñas, el ataque de aquella luz verde y el robot con una cuchilla.

—Tengo más preguntas —murmuró pensativo.

—Contestaré dos —dijo ella rotundamente.

Senku rodó los ojos.

Mocosa malcriada

—Bien. Primero: ¿qué demonios fue esa luz?

—¿No lo adivinas? —Volteó a verlo con una sonrisa maliciosa—. ¿No te resulta un poco familiar?

Él entrecerró los ojos, antes de abrirlos de par en par.

—¿Acaso era… el rayo petrificador?

—¡Diez billones de puntos para ti! —Rió.

—Bien… dudo que me digas sobre los robots, así que quiero saber sobre esa pantalla. ¿Acaso es 2D, una estructura de un solo átomo? ¿Está hecha de grafeno o algo así?

—Algo así. —Asintió—. Ya había aplicaciones para el grafeno, borofeno y triyoduro de cromo antes de la petrificación ¿o no? Pues gran parte de lo que teorizaban y apenas habían aplicado en esa época ya es una realidad muy extendida y aplicada aquí. Puedes tomar eso como base pero no pienso decirte nada más.

—Con eso me basta. —Sonrió, decidiendo contentarse con lo que podía tomar.

Llegaron a la casa y Senku observó con preocupación a la chiquilla cojear lejos de él.

Solo esperaba que de verdad en media hora no quedará ni rastro de esa herida o la regañaría por no dejarlo ayudarla.

Se detuvo a medio camino de regresar a su habitación.

¿Regañarla? Ugh.

Tenía que dejar de pensar como un anciano, era repugnante.

Entró a su habitación y volvió a observarla con curiosidad, preguntándose si podría haber algo allí que le diera más pistas, cosa que dudaba ya que Kohaku era lo suficientemente astuta para ocultarle todo lo que quisiera en la habitación que ella le había asignado.

De hecho, este tal vez fuera el mejor momento para recorrer la casa, ya que la inteligencia artificial de la casa, Reimo, debía seguir hackeada aún y quizás no estaría atenta a lo que hacía, aunque aún no conocía sus capacidades Tsukiku dijo que era muy avanzada. Lo mejor era no subestimarla.

Salió de la habitación otra vez y bajó hasta el primer piso. Pasó el comedor y la cocina y llegó a un pasillo con una puerta al costado y una gran puerta al final.

Abrió la puerta del costado y vio que era otro baño, cosa que lo hizo bufar. Fue a la puerta al final del pasillo y encontró que estaba cerrada.

Graznó con indignación.

¡¿También iban a restringirlo de caminar en su propia casa?!

Resopló y regresó por sobre sus pasos.

Mientras caminaba, se le ocurrió una idea y siguió el mismo camino por el que la mocosa lo había llevado antes. Llegó al almacén donde estaban las computadoras principales de Reimo y rápidamente corrió a los estantes llenos de herramientas y refacciones.

Vamos, debe haber algo útil aquí.

Tomó unos cuantos tornillos, pinzas, destornillador y una llave inglesa, entre otras cosas que creyó que podrían ser útiles.

Vio entre tantas herramientas algo que no reconoció en lo absoluto y decidió tomar aquella cosa extraña también.

Guardó todo lo que pudo en su abrigo y miró nerviosamente a la computadora principal. Esperaba que siguiera hackeada.

Decidió no arriesgarse y se marchó de regreso a su habitación, contentándose con lo que tenía.

Tal vez no pudiera hacer mucho con esas herramientas tan básicas, pero era mejor que nada.

Uso todas sus fuerzas para mover la cama, rechinando los dientes por el gran esfuerzo, para así pararse en esta y tratar de alcanzar los circuitos en el techo, queriendo desentrañar los misterios de esta tecnología súper avanzada.

Desgraciadamente el techo estaba a cuatro metros alejado del suelo, y la cama no era lo suficientemente alta para que lograra llegar al circuito con la herramienta.

Chasqueó la lengua, bajándose de la cama para atar dos o tres herramientas juntas y alcanzar el techo, pero al dar tres pasos de repente un sonido extraño llamó su atención.

Frunció el ceño, retrocediendo un paso y preguntándose qué era lo que le daba una sensación de extrañeza.

Camino dos pasos más hacia atrás y luego tres pasos hacia adelante, hasta que finalmente se dio cuenta de lo que estaba pasando.

Una sección del suelo estaba hueca. Como si hubiera algo debajo…

Miró con atención al suelo. Era mármol. ¿Qué podría haber debajo? ¿Kohaku sabía de esto?

Por alguna razón, dudaba que Kohaku lo supiera. Esta era su habitación personal y solitaria ¿o no? ¿Qué tal si esto era algo que solo el Senku cuarentón sabía?

Pero aunque hubiera algo… ¿cómo podría ponerle las manos encima?

Claramente no podía ponerse a romper el suelo, era diez billones por ciento seguro que lo descubrirían en el acto. Y esta era su oportunidad de saber algo que Kohaku y la mocosa de seguro no sabían.

Al pensar en la chiquilla, sus ojos se abrieron de golpe al recordar algo que ella le había dicho hace menos de una hora.

—Primera regla en este mundo moderno post-petrificación, viejo: No te fíes de las apariencias.

Volvió a mirar fijamente al suelo.

¿Podría ser que fuera camuflaje holográfico como la escotilla en el patio trasero?

Valía la pena intentarlo.

Se arrodilló en el suelo y tanteó todo con sus manos, buscando una escotilla o lo que sea que posiblemente pudiera estar allí.

Finalmente, sus dedos se toparon con lo que parecía ser un botón, muy pequeño y bien escondido.

Se quedó sin aliento y de inmediato presionó el botón.

El mármol se abrió como si fuera una puerta de ascensor, revelando unas escaleras subterráneas.

Senku se quedó con la boca abierta, antes de reír como un loco.

¡Finalmente! ¡Por fin sabía algo que los demás no! ¡Y era algo diez billones por ciento demasiado emocionante!

Sin dejar de reír, bajó por las escaleras, emocionado por lo que encontraría debajo.

Las escaleras tenían pequeños focos que se iban encendiendo mientras bajaba, y cuando llegó al final varios focos se encendieron, dejando muy bien iluminado el "sótano" al que llegó. Aunque más que sótano era otra especie de búnker, muy parecido al que Tsukiku le mostró pero mucho más pequeño.

Habían cuatro puertas parecidas a las de una bóveda de máxima seguridad frente a él, y un escritorio con pilas y pilas de papeles, y junto a ese montón de papeleo había un cuadro con una fotografía que lo hizo alzar mucho las cejas.

Era él sujetando la cintura de Kohaku, que tenía en brazos a la mocosa mucho más pequeña, de unos cinco años de edad. Ella tenía una enorme sonrisa y dos coletas bajas descuidadas parecidas a la clásica coleta de la leona, luciendo aún más como una mini leoncita. El Senku en la foto miraba a la chiquilla como si fuera lo más adorable que hubiera existido en la historia del universo mismo (y demonios que no estaba equivocado), y ella también lo miraba como si lo adorará. Kohaku tenía los ojos cerrados y la sonrisa más feliz que le había visto nunca.

Sus ojos se ampliaron mucho al ver esa foto.

Allí sí parecían una familia…

No lo pensó dos veces y tomó el cuadro, guardándolo entre sus ropas.

Lo seguiría viendo luego, decidió.

Tomó una hoja de papel de la pila más pequeña y la ojeó. Eran cálculos increíblemente complicados que no entendía a primera vista. Tendría que revisarlos luego también.

Se volteó hacia las puertas, que eran lo que más llamaban su atención.

Intento abrir una y por supuesto que no lo logró. Había un teclado con una mini pantalla junto a cada puerta. Todas ellas necesitaban de una clave.

Gruñó por lo bajo.

No sabía cuántos intentos tenía y no sabía qué pasaría si se equivocaba. Dudaba poder esquivar otra vez el rayo petrificador o robots asesinos sin la ayuda de la mocosa.

Bufó, llevando dos dedos a su barbilla mientras pensaba en qué hacer a continuación.

A pesar de haber encontrado este lugar no parecía poder hacer mucho allí.

No podía trabajar solo.

Se le pasó por la mente contarle de este sitio a Tsukiku, pero descartó la idea tan rápido como vino. No confiaba en esa chiquilla, incluso aunque fuera su hija y aunque tuvieran un trato. No la conocía lo suficiente, era una extraña para él.

Claramente no se lo diría a Kohaku tampoco. Si ella le ocultaba cosas, él también tendría sus propios secretos.

¿Chrome? Tampoco estaba seguro de que le fuera de ayuda o de que pudiera mantener la bocotá cerrada.

Se dejó caer contra una pared, suspirando profundamente.

Extrañaba a sus amigos… Extrañaba la última época que recordaba, el mundo de piedra en el que todos se apoyaban mutuamente, donde tenía la confianza de todos y donde él también confiaba ciegamente en sus amigos. A pesar de lo difícil que era luchar por restaurar la civilización, se sentía seguro al tener a sus compañeros a su lado.

Ahora se sentía completamente solo.

Bufó ante los ilógicos sentimientos invadiéndolo y, decidido a no irse con las manos vacías, tomó varias hojas y carpetas y se marchó de allí, no sin antes una última mirada a las cuatro puertas.

Cuando volvió a la habitación dejó los papeles en la mesilla, para después buscar por el botón invisible y presionarlo, cerrando la puerta subterránea. Movió la cama de regreso a su sitio y se dedicó a revisar los papeles que obtuvo.

Antes de hacerlo, sacó el cuadro de entre sus ropas y lo miró un poco más hasta que se incomodó y decidió dejarlo debajo de su almohada y comenzar a estudiar los papeles.

Eran cálculos sumamente complejos, con abreviaciones y métodos que no reconocía ni un milímetro. Por lo poco que pudo descifrar, aparentemente tenía algo que ver con nanotecnología, al menos una parte de los papeles, otra parte parecía más inclinada a simple biología pero de una forma que nunca había visto antes.

Frunció el ceño profundamente, ¿qué demonios significaba todo eso?

Luego de unas horas rompiéndose la cabeza intentando entender y otras horas de ver anime, golpearon a su puerta.

—¡¿Viejo?! —Era la mocosa—. ¡Mamá quiere que cenes con nosotros! ¡Tenemos visitas!

¿Visitas?

Eso llamó su atención, así que escondió los papeles bajo las mantas y salió de la habitación, viendo a la mocosa apoyada en la pared frente a su habitación con cara de aburrimiento.

—¿Cómo está tu pierna? —preguntó casi inconscientemente.

Ella alzó una ceja, antes de encoger los hombros.

—Bien, te dije que no era nada. Vamos abajo, probablemente te gusten estas visitas.

—¿Por qué lo dices?

Ella no tuvo que responderle, apenas bajaron Senku se encontró con alguien que reconocería incluso aunque fuera cien años más viejo.

—¡SENKU! —Taiju, barbudo, con arrugas, una línea de canas a cada lado de la cabeza y milagrosamente bien vestido corrió a abrazarlo con lágrimas desbordándose de sus ojos.

Por una vez, Senku dejó que ese idiota lo abrazara, más que nada por el shock de ver lo mucho que su mejor amigo había envejecido y que aun así seguía siendo el mismo cabeza hueca de siempre.

Era una sensación tan reconfortante que casi podría llorar.

Rió por lo bajo, antes de patearlo con todas sus fuerzas para que lo soltara.

—Veo que un par de décadas no son suficientes para que madures, grandulón. —Sonrió suavemente.

—Lo siento. —Se secó las lágrimas con su antebrazo—. ¡Estoy muy feliz de que ya estés despierto, Senku! —Intentó volver a abrazarlo, pero esta vez sí que lo esquivo.

—Sí, sí, ahora dime quién o qué era el hombre del WHY.

—¡Sí! ¡Era u… UGH! —Calló cuando Kohaku y Tsukiku lo taclearon, lanzándolo al suelo y cubriendo su boca.

—¡Ya sabes el trato, Taiju! ¡Te dije que podías ver a Senku solo si no le decías nada de lo que ya hablamos! —Kohaku miró con reproche al cabeza hueca.

—¡Lo siento! —lloriqueó.

Senku encogió los hombros cuando madre e hija lo miraron mal. Tenía que intentarlo.

Mientras Taiju seguía lloriqueando, los ojos de Senku se desviaron hacia Yuzuriha, que venía acompañada por un adolescente y dos niños pequeños, los tres innegablemente parecidos a sus amigos de la infancia. Sus hijos.

El mayor más que un adolescente era un adulto joven, debía tener dieciocho o más. Era igual a Yuzuriha, como una versión masculina de ella. Era tan alto como Taiju pero no tan fornido, aunque se notaba que tenía músculo. Sus ojos eran grandes e inocentes como los de sus padres, su cabello era igual al de su madre exceptuando que su flequillo era abierto, sin un solo cabello sobre su frente. Sonreía de forma tranquila y no parecía ser un cabeza hueca como su padre.

Él se le acercó y de inmediato hizo una reverencia.

—Mamá nos habló de tu amnesia, tío, ¡espero que te recuperes pronto! Mi nombre es Kinji, tengo diecinueve y soy estudiante de medicina. —Su sonrisa solo creció.

—¡¿Eres estudiante de medicina?! —Se quedó con la boca abierta.

Nunca habría esperado eso de un hijo de Taiju.

—¡Sip! ¡Quiero ser médico quirúrgico! —Miró al techo con ojos soñadores.

—Wow… —Eso si que no se lo esperaba.

—¡Tío Senku, tío Senku, tío Senku! —Los otros dos mocosos comenzaron a correr a su alrededor, haciendo un escándalo digno de los vástagos del cabeza hueca de Taiju.

—Niños, niños, uno a la vez —pidió Yuzuriha agitando las manos nerviosamente.

—¡Yo primero, soy el mayor! ¡Me llamó Tetsuja, tengo diez! —El mayor de los pequeños era una mini copia exacta de Taiju, pero su color de cabello era más del tono de Yuzuriha.

—¡Ahora yo! ¡Soy Zenjo, y ya cumplí nueve años! —El otro mocoso era igual a su hermano, pero con el cabello del tono de Taiju y además con flequillo.

—Es un gusto. —Les sonrió, decidiendo revolverles el cabello, a lo que ambos rieron felizmente.

—¿De verdad no nos recuerdas, tío Senku? —preguntó tristemente el más pequeño.

—Lo siento, tengo amnesia. —Hurgó en su oído—. No hay nada que se pueda hacer, aunque es posible que recupere mis recuerdos eventualmente.

—¡Eso sería genial! —Los mocosos volvieron a correr como locos a su alrededor.

—¿Siempre son así? —le preguntó a Yuzuriha, que solo rió con resignación.

Fueron a cenar al comedor y Senku se sentó junto a Taiju, que de vez en cuando seguía lloriqueando de alegría por ya no tener que verlo en coma.

Intentó sacarle información pero fue inútil, Yuzuriha y Kohaku lo tenían bien controlado, así que en cambio se pusieron a hablar de los viejos tiempos, y de cosas de la época que aún recordaba.

Mientras escuchaba los disparates de Taiju y sus dos mocosos menores, no pudo evitar notar que la mocosa y el mocoso mayor de Taiju se habían sentado lado a lado y conversaban a susurros de vez en cuando. El mocoso mayor, Kinji, parecía preocupado por algo.

Kohaku lo notó viendo a los dos mocosos y frunció levemente el ceño.

—¿Sucede algo, hija?

—¡Nada! —Ella brincó en su sitio con nerviosismo—. Solo… sigo ayudando a Kinji-nii con su tarea, sabes que algunas materias de la universidad le cuestan más que otras. —Comió de su plato casi atragantándose.

Kohaku alzó las cejas, pero no dijo nada más y siguió hablando con Yuzuriha.

Luego del postre y otra hora de charla finalmente la familia Oki se despidió.

—¡NOS VEMOS, SENKU! —Taiju volvió a llorar y tratar de abrazarlo, pero una vez más lo esquivo y lo despidió con palmaditas en la espalda.

—Nos vemos pronto, Senku-kun. —Yuzuriha lo despidió de forma sincera y tranquila como siempre.

Kinji se despidió de él de la misma forma que su madre, mientras que los dos mocosos enanos casi lo derriban al lanzarse a abrazar sus piernas para despedirse.

Kohaku se despidió con abrazos a todos ellos. Tsukiku abrazó a Taiju y Yuzuriha y también a Kinji, pero a los pequeñines los esquivo cuando quisieron abrazarla y les revolvió el cabello.

Finalmente se quedaron solos los tres y la incomodidad regresó. Senku hizo una mueca al ver como ambas parecían sumamente tensas en su presencia.

Esto no era nada como en aquella fotografía.

¿Qué diablos pasó con esta familia? Dudo que esa actitud sea solo por la amnesia.

Les deseo buenas noches y se marchó a su habitación, pero antes de que pudiera seguir revisando el papeleo tocaron a su puerta.

Era Tsukiku.

—¿Qué quieres? —preguntó con acidez.

—Quiero recordarte que mañana tienes la tarea de distraer a mamá —le dijo, a lo que él maldijo por lo bajo.

Cierto, casi lo olvidaba.

—¿A qué hora?

—Después del almuerzo, necesito que la distraigas por al menos media hora.

—Eso será difícil. —Hizo una mueca—. Si quieres que lo haga quiero que me hables sobre esos robots que me atacaron y sobre Why-man.

—Ja, aceptó hablar sobre los robots, lo otro olvídalo. —Rascó su oído con fastidio—. Más te vale cumplir con tu parte, estaré frita si mamá me descubre.

—Sí, sí, cumpliré.

—Bien. Buenas noches. —Sin más se marchó.

Senku cerró la puerta lentamente, preguntándose qué diablos iba a hablar con Kohaku.

Las cosas que quería saber ella probablemente no se las diría, y no se le ocurría qué podría mantenerla entretenida y por media hora.

En el cajón de la mesilla había una libreta y plumas, así que la tomó y se decidió a escribir preguntas para entretenerla mientras la mocosa hackeaba a Reimo y probaba las claves.

¿Qué haré hasta que recupere la memoria si van a ser tan estrictos respecto a lo que puedo saber?

¿Es posible que me mude con Taiju o Chrome, o que al menos pueda vivir unos días con alguno de ellos?

¿Por qué me mientes, Kohaku? ¿Qué pasó con toda tu confianza en mí, qué pasó entre nosotros?

Al leer eso último, rápidamente gruñó y lo tachó con ferocidad, sin saber qué se le había metido para escribirlo. Ella no iba a contestarle ese tipo de preguntas, y a él ni siquiera le importaba demasiado.

Siguió escribiendo otro par de preguntas hasta que le dio sueño y se acostó, durmiéndose rápidamente.

Despertó por los molestos golpes a la puerta de la mocosa del demonio llamándolo a desayunar.

Gruñó y salió de la cama a regañadientes.

Esa mocosa le quitaría las ganas de procrear a cualquier ser humano cuerdo. No le extrañaba que fuera hija única, seguro que el Senku cuarentón no quiso crear a otro pequeño monstruo.

Se duchó y bajó a desayunar, extrañándose al ver que Kohaku no estaba en la mesa.

—¿Y tu madre? —preguntó mientras se sentaba frente a la mocosa.

—Recibió una llamada —contestó ella malhumorada.

Él alzó una ceja.

—¿Puedo saber de quién?

—No creo que quieras —masculló amargamente.

Encogió los hombros y se decidió a comer en paz, sin preocuparse por lo que ellas hicieran.

Al diablo, si no iban a decirle nada entonces no insistiría. Le daba igual.

Kohaku regresó luego de unos minutos, viéndose extrañamente nerviosa por algo. ¿Cuál era su problema ahora? Decidió no preguntar, dudando que fuera a contestarle.

Acabó de desayunar y se marchó de regreso a su habitación.

Sacó los papeles para volver a analizarlos, estando así por horas hasta que lo llamaron a almorzar. Finalmente había llegado la hora.

Comieron en silencio hasta que terminaron, entonces Tsukiku anunció que iría a su habitación. Esa fue la señal, por supuesto.

—Kohaku, ¿podemos hablar? —preguntó al verla levantarse de la mesa.

—De acuerdo. —Pareció sorprendida pero aceptó de todos modos.

Se sentaron en el sofá de la sala y Senku decidió comenzar con la primera pregunta en la libreta.

—Quiero saber… ¿Qué haré hasta que recupere la memoria si van a ser tan estrictos respecto a lo que puedo saber? No planeas que me quede encerrado en la casa sin hacer nada por semanas o meses, ¿o sí?

Ella apartó la mirada nerviosamente.

—Bueno, las sesiones con Maiko-sensei empezaran pasado mañana, creo que ella podrá determinar qué actividades puedes hacer. Háblalo con ella y luego yo te diré mi opinión.

—Muy bien. —Tendría que conformarse—. Otra cosa que quiero saber es respecto a mis opciones de convivencia, ya que no me siento del todo a gusto aquí y creo que es obvio para todos —dijo con franqueza, sin importarle si podía herir sus sentimientos—. ¿Es posible que me vaya a vivir con Taiju o Chrome? Creo que estaría más cómodo con ellos.

Kohaku lo miró con el rostro en blanco, sin parecer herida pero tampoco alegre. Era un poco escalofriante lo buena que se había vuelto en controlar sus emociones. Y él odiaba no poder leerla tan bien como antes.

—No es posible. Yo soy la responsable por tu salud, hasta que recuperes más de tu memoria o aprendas a valerte por ti mismo en la sociedad de hoy en día eso está fuera de discusión —contestó con cierta frialdad que le dio muy mala espina.

Bueno, mierda.

Tomó aire y le hizo su siguiente pregunta.

—¿Qué hay de mis deberes? ¿Mis trabajos y mis proyectos? Dudo que no tenga diez billones de asuntos pendientes ahora mismo que necesitan de mi atención.

—Estuviste tres meses en coma, Chrome, yo y tus colegas supimos controlar la situación, no tienes que preocuparte por ese tipo de cosas. —Se recostó en el sofá y Senku captó un brillo cuando su blusa se movió, revelando un collar con cierto símbolo que no alcanzaba a leer.

Sus ojos se deslizaron por la cadena dorada, hasta que por alguna razón acabaron desviándose a la piel expuesta de su escote.

Por alguna extraña razón sabía que si se inclinaba y la mordía justo al costado de esa medalla dorada ella iba a…

Se congeló de repente.

¡¿Qué MIERDA acabó de pensar?!

—¿Senku? —Ella agitó una mano frente a su rostro—. ¿Está todo bien?

Él tragó saliva, antes de tomar aire y asentir, manteniendo sus ojos pegados a un punto fijo en la pared frente a él, muy lejos de la suave piel de su esposa… Esperen, ¿qué?

Carraspeó ruidosamente.

—Estoy bien. Tengo más preguntas. —Aún no pasaban ni diez minutos y ya sentía que no iba a poder hacer esto.

—Dime.

Le preguntó sobre los autos que vio en el patio trasero, si podría usarlos alguna vez, a lo que ella dijo que tendría que esperar a hablar con Maiko-sensei. También le preguntó sobre las puertas cerradas, a lo que Kohaku le dijo que consideraba mejor mantenerlo lejos de su laboratorio por el momento, eso sería otra cosa que debería discutirse luego de tener el permiso de la psicóloga.

—¿De verdad quieres separarme de la ciencia por semanas o incluso meses? —La miró con disgusto.

—Bueno, puedo arreglar eso un poco… Conseguir equipo científico de tu época y eso. Puedes tener un pequeño laboratorio improvisado hasta que puedas regresar al normal.

—Supongo que tendré que conformarme. —Era mejor que nada.

—Puedes hacer una lista de las cosas que quieres y me encargaré de conseguirlas para ti. Aunque tendré que limitar su uso a solo una habitación que yo te asignaré. No podrás sacar nada fuera de esa habitación.

—Eres un poco paranoica, ¿no crees? —preguntó, intentando ocultar el hecho de que en realidad sí estaba planeando aprovechar esto para averiguar más sobre la tecnología actual.

—¡Ja! Nunca seré lo suficientemente paranoica cuando se trata de ti. —Sonrió ladinamente, de una forma que él ya conocía a la perfección.

Ahora sí se veía como la leona que conocía.

—Me das demasiado crédito. —Rió entre dientes—. Estoy desesperado por información, pero engatusarme con anime fue una decisión muy sabia. Es la mejor forma de mantenerme distraído. Te ganaste diez billones de puntos.

—Es una de las maravillas del mundo moderno, ya ni siquiera recuerdo cómo sobrevivía sin anime y celulares en la Aldea. —Rió sarcásticamente.

—Yo recuerdo que sobrevivían muy bien trabajando por la ciencia. ¿O acaso te has vuelto una holgazana, leona?

—¡No soy una leona! ¡Y JA, yo jamás sería una holgazana! ¿Acaso olvidas quién cargó todos tus frágiles materiales por dos años?

—Estoy muy seguro de que el gorila de vapor terminó reemplazándote en eso.

—¡¿Insinúas que soy un gorila, escoria?!

—No dije eso, insisto en que eres demasiado paranoica.

—¡Y yo insisto en que eres escoria!

Mientras ella le gritaba con su cara enrojecida y Senku se reía maliciosamente, pudo sentir una especie de paz comenzar a invadirlo.

Ella aún era la Kohaku que conocía.

Maldición que la había extrañado…

Su diversión se cortó cuando el celular de Kohaku sonó.

—Disculpa, debo contestar.

Ella se alejó y él se quedó absorto en sus pensamientos, en sus buenos recuerdos con la leona.

De verdad que no lo sorprendía en lo absoluto haber acabado casado con ella, incluso si su mocosa era insoportable.

Al pensar en eso del matrimonio, su gesto volvió a ensombrecerse al pensar en todas las cosas extrañas que había encontrado.

¿Quizás debería preguntarle al respecto? Tal vez él estuviera siendo demasiado paranoico después de todo…Tal vez las cosas no eran tan malas como pensaba.

Aunque seguía molesto porque le ocultaran las cosas, eso no iba a cambiar fácilmente.

Kohaku regreso de su llamada con una sonrisa tensa.

—Surgió un compromiso. Debo irme ahora. ¿Tienes alguna pregunta?

Senku entró en pánico por un momento, creyendo que buscaría a la mocosa para despedirse y estarían fritos, hasta que se dio cuenta de que ya había pasado casi una hora hablando con Kohaku.

Oh. Casi ni sintió el paso del tiempo, menos mal que inconscientemente siguió contando los segundos.

—No, me las arreglaré. —Hurgó en su oído.

Ella asintió y corrió escaleras arriba, dejándolo en la sala muy pensativo respecto a lo que acababa de pasar y este nuevo efecto que su presencia tenía sobre él.

Nunca creyó sentir algo así… Era repugnante.

Se estaba convirtiendo en un puto pervertido.

Mientras sudaba frío por las nuevas sensaciones en su cuerpo, la mocosa de repente llegó a la sala y lo miró extrañada.

—¿Y mamá? —preguntó luego de un rato de mirarlo como si fuera un rarito.

—Recibió una llamada y dijo que tenía un compromiso. —Rascó su oído con el meñique.

Iba a decir algo más pero entonces Kohaku bajó de nuevo y su boca se secó al verla usar un vestido bastante corto y ajustado, con el escote muy pronunciado. También se había maquillado levemente y su cabello parecía mejor arreglado.

Se quedó mirándola, incapaz de apartar la mirada, mientras que ella tecleaba en su celular, ignorante a sus perversos ojos recorriéndola.

—¿A dónde vas, mamá? —La voz tensa de la mocosa llamó su atención.

Ella estaba con los brazos cruzados y una mirada de reproche que lo confundió.

—Tengo que salir, hija. Volveré tarde, cenen sin mí —contestó Kohaku sin dejar de mirar su celular.

Tsukiku expulsó aire por la nariz, luciendo indignada.

—¿Vas a ver a Myuji?

Kohaku se tensó al escuchar ese nombre y miró de reojo a Senku, de una forma que solo lo confundió más.

¿Por qué de repente tenía la impresión de que ella ocultaba incluso mucho más de lo que había creído en un inicio?

—Eso no es asunto tuyo, jovencita. —La miró severamente—. Asegúrate de que tu padre cene y ambos compórtense. Reimo —llamó a la inteligencia artificial principal.

—¿Sí, Kohaku-sama? —La voz de Reimo le contestó desde el techo.

—Vigílalos, reporta cualquier comportamiento sospechoso.

—Como ordené, Kohaku-sama.

Senku miró con el ceño fruncido a Kohaku, que apartó la mirada y guardó su celular.

—Debo irme ahora. —Quiso abrazar a Tsukiku, pero ella se apartó y le dio la espalda. Kohaku suspiró profundamente—. Adiós. —Sin más que decir se marchó.

Senku no le quito los ojos de encima mientras la veía irse, sintiendo su desconfianza hacia ella volver y crecer más y más con cada paso que daba.

¿Por qué de repente tenía un sentimiento tan amargo llenando sus sentidos? ¿Quién era Myuji?

Miró a Tsukiku y le hizo la pregunta, a lo que ella encogió los hombros despectivamente.

—No es nadie importante. Como sea, volveré a mi habitación.

—Alto ahí. Aún no has cumplido tu parte del trato. Háblame de esos robots que nos atacaron.

Honestamente quería insistir en el tema, pero pensar en ello le provocaba muchas emociones ilógicas que lo hacían sentir como si pudiera vomitar, así que decidió hablar de otra cosa. Y era algo que lo intrigaba demasiado.

—Bien. —Bufó, yendo a sentarse en el sofá junto a él—. Te diré muy poco y ni sueñes que me sacaras más información sobre eso. Los robots son un sistema de seguridad diseñado para atacar a ciertas amenazas y proteger a ciertas personas, como yo, pero cuando chocaste contra él su programa te identificó como amenaza de primer grado e iba a matarte y luego a petrificarte para que después revivirte sea nuestro problema. Culpa a tu propia paranoia.

Él alzó una ceja con escepticismo.

—Diez billones de puntos para mí por casi provocar mi propia muerte.

—Si te sirve de consuelo, esos robots son solo un prototipo, tú planeabas darles muchas mejoras.

—Algo es algo, supongo. —Volvió a rascar su oído—. ¿Solo eso me dirás?

—Sip.

—Bien. —Rodó los ojos y se levantó para volver a su habitación.

Puso doraemon de fondo mientras estudiaba los papeles que sacó del bunker, intentando descifrar los complejos cálculos matemáticos allí escritos.

Decidió volver a bajar y sacó más papeles y carpetas, dispuesto a quemar su cerebro intentando descifrar esas ecuaciones, su única esperanza de obtener más información. Y su única distracción para no pensar en lo que Kohaku pudiera estar haciendo ahora.

Reescribió las desordenadas ecuaciones, encimadas y desparramadas, probó diversos métodos que ya conocía para replicar los resultados, intentó usar todo su conocimiento de todas las ramas científicas, pero simplemente no podía lograr conseguir nada útil.

Hasta que, al abrir una nueva carpeta, encontró unos dibujos.

Era una especie de enjambre de cables con agujas, formando un semicírculo extraño y deforme, unido a algo parecido a una mini laptop a través de más cables. Las ecuaciones tenían más simbolismos que no podía entender, pero al mirar a los dibujos Senku comenzó a armar una hipótesis de lo que podría ser realmente esa cosa.

Y al armar aquella hipótesis, una parte de las ecuaciones comenzó a cobrar sentido.

Aún no entendía la mayoría, pero logró descifrar parte del mensaje, parte de esos planos de un proyecto demasiado avanzado para su limitado conocimiento del siglo XXI.

Y lo que descubrió lo horrorizó por completo.

No lo pensó dos veces y salió de su habitación, gritando el nombre de la mocosa.

—¡¿Qué sucede?! ¡¿Estás bien?! —Ella llegó corriendo con una mirada preocupada.

Él le enseñó el papel que contenía el dibujo del manojo de cables al lado de un cerebro humano, con cada aguja señalando las partes del cerebro que afectarían.

—¿Reconoces esto?

Ella jadeó.

—Los planos… ¿De dónde lo…?... —Quiso tomar el papel pero Senku lo alejó de su alcance, con una mirada feroz.

—Por tu reacción veo que no estás sorprendida. O sea que ya lo sabías y elegiste no decírmelo. —Frunció el ceño amargamente—. Tú sabías que no fue la explosión lo que provocó mi amnesia.

—Sí… lo sabía. —Bajó la mirada, ocultando sus ojos con su flequillo—. Fuiste tú mismo. Tú mismo borraste tu memoria —admitió con los puños apretados y la voz casi inaudible.

Y aunque ya lo sabía, Senku de todos modos sintió que el mundo se le caía a los pies.

Ya no podía confiar en nadie, ni siquiera en sí mismo.

Continuará...

Holaaaaaaaaaaaaaa :D

Lo siento, lo siento, lo siento, LO SIENTO MUCHO por toda la tardanza! ToT

Creo que ha pasado casi un año desde que actualice esto... ups X'D

Pero gracias a q mi adoradisima Caren Rojas lo pidió como comisión me esforcé y aquí les traigo un nuevo cap con todas las ganas del mundo! :'D

Hice algunas remodelaciones en la historia, como agregarle los años que estuvieron petrificados por segunda vez xP Ahora están en el año 5772, ya corregí eso en caps anteriores uwu

Ojalá que esto les haya gustado! Si es así den gracias a Caren :'3

Por cierto si quieren pedir una comisión no me molestaría para nada, pueden hablarme al privado o sino tienen mi página de Facebook llamada Celeste kaomy-chan ;D

Muchas gracias por todo su apoyo y por su paciencia, y no olviden que se les ama con todo el kokoro!~ nwn❤

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro