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Amigos reales

Cuando la hermana de Yok, Shiky, volvió a entrar para ver a su hermano en coma, Tsukiku decidió salir de la habitación para tomar algo de aire.

Era inquietante ver a su amigo en coma y saber que era única y exclusivamente su culpa.

"Yo encontré su estatua, yo decidí despetrificarlo, yo insistí en ser su amiga aunque no le caía bien, y luego seguí arrastrándolo todo el tiempo a estar cerca de mí y Misaki... por supuesto que solo podría acabar mal. Todos los que están cerca de mí acaban mal..."

Apenas salir, vio a Misaki lloriqueando mientras su tonto novio Kei la consolaba frotando su hombro con rostro preocupado.

Hizo una mueca al ver que el padre de Kei, Myuji, estaba al final del pasillo sentado hablando por celular.

Lo que le faltaba... Tenía que soportar a Myuji allí...

Casi como si su mala suerte no hubiera sido suficiente solo con eso, de reojo vio a su padre acercarse al pasillo donde estaban, y sin su madre.

Simplemente genial.

Se abrazó a sí misma y se apoyó incómodamente contra la pared cerca de donde estaba Misaki lloriqueando en el hombro de su estúpido novio guapetón.

—S-sé que va a estar bien, pero... n-no parece que puedan quitarle esa cosa de control mental o lo que sea... —Misaki sollozó ruidosamente, a lo que Kei sacó otro pañuelo (Misaki había estado llorando mucho) y le limpió cariñosamente las lágrimas—. Y no sé qué va a pasar con él...

—No te preocupes, Mizzy... parece que un montón de científicos de esos que siempre trabajan con el tío Senku están trabajando en su caso, seguramente podrán ayudarlo —la consoló con voz bastante confiada.

La verdad, a Tsukiku en parte le gustaría tener esa confianza suya, aunque fuera producida por su ignorancia e ingenuidad.

Suspiro y en ese momento su padre llegó, mirando con preocupación el llanto de Misaki, para luego mirarla a ella como si pensara que ella también iba a ponerse a llorar en cualquier momento.

Pff, eso ni en sueños.

Yok iba a estar bien, estaba diez billones por ciento segura de eso, así que no había absolutamente ninguna razón lógica para llorar.

—¿Estás bien? —le preguntó Senku con voz suave.

Ella asintió sin ganas y su padre se apoyó a su lado en la pared.

Pudo notar como miraba de reojo a Myuji, y pudo notar su mueca y como los dedos le temblaron ligeramente.

A veces se preguntaba si, tal vez en alguna parte de su subconsciente, él quizás todavía recordaba aunque sea un vestigio de la razón por la cual había acabado amnésico...

—¿Y mamá? —preguntó para apartar los pensamientos ridículos de su mente.

—Se sentía mal, así que la dejé con una doctora y unas enfermeras —murmuró con voz distante.

—¿Está enferma o algo así? Últimamente la veo algo diferente... aunque supongo que puede ser estrés, han pasado muchas cosas. —Y ella también había hecho muchas cosas que no debería haber hecho...

—Esperemos que la doctora le recete algo y se mejore. —Él encogió los hombros.

Parecía distraído, Tsukiku podía notar como su frente se contraía constantemente. ¿Acaso sufría algún dolor de cabeza? Debería informarles de este tipo de cosas, ese viejo testarudo.

Antes de que pudiera hacer más preguntas, un doctor llegó y tocó a la puerta de Yok, a lo que su hermana y sobrina salieron y el médico le pidió a la mujer hablar sobre algo, algo que probablemente se trataba de petrificarlo y despetrificarlo para terminar el proceso de curación y que ya no estuviera en ese coma absurdo.

Mientras Shiky se alejaba con el doctor, la sobrina de Yok, Kimi, corrió directo a abrazarse a la pierna de Tsukiku, que alzó una ceja.

¿No que Misaki pasaba mucho más tiempo con Yok y por lo tanto debería conocer más a su familia? Le sorprendía que la mocosa corriera con ella, teniendo en cuenta que no se habían visto muchas veces.

—Mi tío dice que tú eres la persona más inteligente que conoce —murmuró la pequeña, haciendo a Tsukiku reír por lo bajo.

—Ja, pues no se equivoca, le debo diez, no, veinte billones de puntos. —Rio más al escuchar a su padre murmurar "mocosa arrogante".

—Si eres lista, entonces debes saber si va a estar bien. —La miró con sus grandes ojos color verde lima, iguales a los de Yok, aunque ese era el único rasgo físico que compartía con él—. ¿Se va a despertar pronto?

Tsukiku sonrió y se inclinó un poco para palmear el cabello pelirrojo (Kimi tenía el cabello de un rojo mucho más oscuro que Misaki) de la niña.

—No te preocupes, su real alteza es demasiado terco como para quedarse en esa cama sin hacer nada, verás que pronto se levantara y comenzara a limpiar todo el cuarto y mucho mejor que el personal entrenado para eso. —Le revolvió el cabello, haciendo reír un poco a la pequeña mocosa.

—Bueno, sí tú lo dices debe ser verdad... —murmuró con timidez, para luego darle un fuerte abrazo a su pierna—. ¡Gracias, nee-chan! —exclamó contenta, para luego correr a abrazar a Misaki, que la alzó en brazos de forma mucho más cariñosa.

Tsukiku bufó y volvió a apoyarse contra la pared, ignorando la mirada curiosa de su padre.

Que molesto era lidiar con niños pequeños...

Menos mal que no tenía hermanos.

Luego de un momento, notó a la hermana de Yok y al doctor entrar a la habitación, y estaba a punto de voltear la mirada cuando de repente se escuchó a Shiky gritar horrorizada.

—¡No está! ¡Mi hermano desapareció!

De inmediato salió disparada a mirar dentro de la habitación, maldiciendo al no ver a Yok por ninguna parte.

¿Estaría siendo controlado por Kinoeda otra vez?

—No pudo haber salido del hospital, el personal de mi tío Tsukasa y los Reikis-bots están haciendo guardia fuera, ¡búsquenlo dentro del hospital! ¡Kinoeda podría estar controlándolo de nuevo! —gritó alarmada, para luego ir corriendo hacia la ventana y salir fuera colgándose del marco, ignorando los gritos de su padre.

Era obvio que Yok se había escapado por la ventana, así que solo debía seguir el mismo camino... pero... ¿hacia dónde exactamente se habría ido?

Bueno, si estaba siendo controlado por Kinoeda, entonces ¿cuál sería su objetivo? ¿Atraparla? En ese caso, seguro querría atraerla a un lugar donde ella iría... ¿pero dónde?

Bufó, decidiendo ir primero a la azotea del edificio ya que si no estaba ahí al menos tendría una mejor vista.

Escaló ventana por ventana, piso por piso, usando su agilidad aprendida por años y años de salir a explorar el bosque junto a su madre en su infancia, con bastante velocidad, llegando a los pocos minutos a la azotea del hospital que estaba llena de sábanas blancas tendidas por todos lados.

Con su vista prodigiosa, Tsukiku notó rápidamente una figura al otro lado de la azotea, una figura casi de su misma estatura.

Allí entre las sábanas, casi escondido, pudo ver a Yok apoyado contra el barandal de la azotea.

Tensó los labios, sacando de su bolsillo su adquisición más reciente: un arma con dardos capaces de dormir un ser humano casi al instante. Con niños como de su edad y la de Yok, debería dormirlo de inmediato, y era seguro, no le dejaría efectos secundarios.

El doctor Xeno le había dado el arma ayer apenas regresó, diciendo que no le dijera a sus padres, pero para tener una medida extra de seguridad.

Se acercó cautelosamente, intentando no hacer ningún ruido.

Él no estaba en la bata de paciente que había tenido antes, de alguna forma se había regresado a la ropa de repuesto que le llevó su hermana, y no dejaba de mirar profundamente al vacío. ¿Se estaría comunicando con Kinoeda de alguna manera?

Cuando estuvo a una distancia lo suficientemente prudente, segura de que no iba a fallar el tiro, finalmente habló:

—Su alteza... —lo llamó con voz fuerte.

Él volteó de inmediato y ella temió ver una vez más su mirada perdida como muestra de estar bajo el control mental del bastardo de Kinoeda, pero... él solo la miró con cansancio.

Cuando sus ojos se fijaron en el arma de dardos en su mano, él se vio tan miserable que ella casi tira el arma hacia el vacío para que chocara contra el suelo luego de los treinta pisos, pero claro que nunca haría algo tan ilógico, así que solo suspiró y guardó el arma de nuevo.

—¿Por qué rayos te escapaste? Todos están preocupados —empezó a reclamarle de inmediato, acercándose mientras sacaba su celular.

—No me gustan los hospitales... —murmuró con voz baja y distante.

Tsukiku escribió rápidamente un mensaje a todos los que lo buscaban para decirles que ya había encontrado a Yok y que pronto lo llevaría a su habitación, pero no les dijo dónde estaban, solo guardó su celular, dispuesta a ignorar todos los mensajes que comenzaron a llegarle preguntando su paradero.

—Ja, eso me sorprende, considerando que es un lugar que siempre tiene que estar limpio, ¿no es como Disneylandia para ti? —bromeó, apoyándose también contra la barandilla.

—Para eso tengo el supermercado especializado en productos de limpieza cerca del centro comercial, siempre está limpio, venden productos de limpieza y no hay gente sangrando o visiblemente enferma. —Bufó, sonando como si quisiera reírse pero fuera incapaz—. Supongo que ese es mi "Disneylandia". Y de verdad lo echaré de menos...

—Hablas como si fueras a irte... —Se mordió el labio.

—No sé qué van a hacer conmigo, pero no creo poder quedarme aquí... es obvio que soy peligroso para ti, en cualquier momento un demente podría controlarme para lanzarte de este maldito edificio. —Tensó la mandíbula.

—No, no lo haría, él me quiere viva. Además, ¿qué tanto te crees? —Bufó, dándole un leve golpe en el hombro—. Como si pudieras ser peligroso para mí... ¡Ja, te ganaría cualquier día en una pelea!

—¿Nunca te tomas nada en serio? —La miró con molestia evidente—. Ayer Kinoeda casi te atrapa, Ishigami. Y fue por mi culpa. —Apartó la mirada con frustración.

—Tú no tienes la culpa de que ese demente te atrapara un día y se metiera en tu cabeza, sé que no te gusta recordarlo y a mí tampoco, pero somos niños. —Lo miró con ferocidad—. En todo caso es mi culpa, porque te pedí ser mi amigo y luego no me aseguré de que tuvieras gente que te custodié, porque todo alrededor de mí es peligroso.

—Sabes muy bien que Misaki tiene guardias, fui yo el que no quiso que me protegieran... —Le dio la espalda, negándose a mirarla—. ¿Cómo puede no ser mi culpa? Fui ingenuo.

—¿Cómo puede no ser MI culpa? Todo pasa por mí, si no te hubiera pedido ser mi amigo, nunca habrías estado envuelto en esto en primer lugar.

—Nunca me pediste ser tu amigo. —Bufó—. Ni siquiera somos amigos reales, solo tenemos en común a Misaki... y en todo caso, fui yo el que te pidió que me enseñes de tecnología.

—Bueno, tal vez tú no me creas tu amiga, pero yo sí te quería como mi amigo... —Apretó los labios—. Nunca tuve muchos amigos... cuando vi a Misaki con otro amigo, contigo... quise que fueras mi amigo también, y es por ese deseo estúpido mío tú acabaste metido en esto.

Yok volteó a verla, con una ceja en alto, y esta vez ella no pudo mantenerle la mirada.

—Eres bastante buena disimulando que querías que fuera tu amigo... siempre me tratas mal —soltó con sequedad.

—¡Eso no es cierto, imbécil! —le rugió molesta por romper su momento de sinceridad con semejante tontería.

—Siempre me tratas como si yo fuera insoportable. —La miró acusadoramente.

—¿Lo dices por qué te digo alteza? —Bufó.

—Odio que me digas así...

—Solo es una broma, rey de los cristales. —Rodó los ojos.

—Pues no me causa gracia, tú eres la que nació en cuna de oro, tú y todos tus amigos, menos Misaki, y de alguna forma solo porque tengo dignidad y no cedo a tus caprichos de repente soy un creído que se porta como realeza.

—Sí, sí, tengo mucho dinero y fama y bla, bla, bla, y todo al pequeño precio de que hay un montón de gente que quiere matarme...

Ambos se quedaron en silencio un rato.

—Lo siento —dijo él finalmente.

—Nah, descuida. —Suspiró—. Mira, no te digo su majestad porque piense que eres un creído, te digo así porque eres un mandón. —Sonrió divertida y él rodó los ojos—. Aunque sí eres un poco creído y arrogante y controlador y maniático de la limpieza y...

—Mira quien habla de arrogante, creída, controladora y manipuladora y de mal carácter y...

—¡Ok, ya entendí! —lo cortó molesta—. Mira, lo siento, no lo decía para hacerte sentir mal.

—Sí, lo sé... —reconoció, jalando un poco su cubre-bocas—. En realidad, solo me molesta porque es irónico que una niña rica como tú lo diga, y más porque siempre fui pobre...

—Tienes un grave complejo de inferioridad, amigo mío. —Rascó su oído con el meñique.

—Supongo —reconoció—. La verdad solía envidiar mucho a la gente con dinero, y estaba dispuesto a pisotear a quien fuera necesario para obtener dinero y conseguir todas mis metas... —Su mirada se oscureció y Tsukiku lo miró con los ojos muy abiertos—. Siempre dentro de lo legal, claro... o casi siempre...

—Y luego dicen que yo parezco villana. —Rio entre dientes.

—Quería tener lo necesario para cuidar a mi hermana. —Volvió a apoyar los codos sobre la barandilla de la azotea—. Tuvimos una vida difícil... antes de la petrificación.

Volvieron a quedar en silencio, con el viento fuerte agitando el cabello alborotado de Yok y las coletas de Tsukiku.

Finalmente, ella se decidió a volver a hablar:

—Nunca me has contado cómo era tu vida... antes de la petrificación —dijo Tsukiku con voz tenue, antes de soltar una risa seca—. Aunque bueno, casi nunca me dices nada que no sean ordenes, su real alteza.

—Nunca te conté de mi vida en el siglo XXI —Yok decidió ignorar su último comentario— porque no es un recuerdo muy agradable. A diferencia de ti, yo no nací en cuna de oro.

Tsukiku hizo una mueca. Según tenía entendido, el loco de su padre si le hizo una cuna con componentes de oro.

Mejor no sacar ese tema ahora.

—Bueno, me morí una vez, mi vida no ha sido todo miel sobre hojuelas, ya sabes.

—Sí, lo siento... —Suspiró—. En realidad, yo... Bueno, hay mucho que aún no te he dicho.

Tsukiku lo miró de reojo, antes de suspirar con pesadez.

—No tienes que decirme si no quieres.

—Está bien. —Negó con la cabeza, bajando su cubre bocas y enseñándole su marca de petrificación, esos tres largos arañazos y el puntito que ella le dejó por su tacón cuando encontraron su estatua—. Sabes, uso el cubre bocas porque me molestan los gérmenes, sí, pero... también lo hago para ocultar esta marca.

—Eh... pero recuerdo que una vez mencionaste que siempre has llevado cubre bocas, incluso desde muy pequeño. —Alzó una ceja.

—Es que desde muy pequeño que la tengo. —Volvió a cubrirse la barbilla—. No estoy del todo seguro cómo funciona la erosión, pero las marcas de petrificación son exactamente iguales a la cicatriz que tenía antes.

—¿Era una cicatriz? —Lo miró boquiabierta—. Pero... ¿Qué acaso te atacó algún animal o...?

—Esa cicatriz... me la hizo mi madre. —Volteó a verla con pesadez, dejándola muda de la sorpresa—. Cuando mi papá la dejó, se volvió loca, dejó de cuidar a mi hermana... pero yo estaba bien con eso, mientras me diera dinero, yo me encargaba de todo en la casa, pero... un día se enojó mucho, golpeó a mi hermana... cuando ella tenía solo tres años.

Tsukiku hizo una mueca de espanto.

—Yo me enojé y le empecé a pegar en la espalda, así que ella pasó a golpearme a mí.

—¿A-ahí fue cuando...?

—No. —Bajó la mirada—. Fue días después. Esperé a que le pagaran y le robé todo su dinero, aunque no pude evitar que se gastara buena parte en alcohol, pero tomé todo lo que pude. Luego, como estaba tan borracha, pensé que no se despertaría, pero para asegurarme le até una mano a la cama. Después llené una mochila de ropa y otra con comida y otras cosas, tomé a mi hermana y le robé las llaves, entonces planeaba irme, pero... se despertó. La puerta estaba cerca de la cama, y ella comenzó a gritarme, pero yo alcancé a abrir la puerta y corrí, pero... llegó a ponerme una mano en la cara.

Volteó a verla con amargura, y volvió a dejar expuesta su marca barra cicatriz.

—Fue entonces que me hizo esto... Como sea, yo ya tenía un plan en caso de que me descubriera, así que me escondí en un hueco y esperé a que saliera a perseguirme a la calle, entonces me fui para el lado opuesto y estuve en la calle con mi hermana unos días, luego nos llevaron a un orfanato donde cuide de Shiky por años hasta que... bueno, hasta la petrificación.

Él estaba mirando al frente en la azotea, viendo al vacío, ella estaba mirando atrás, a las sábanas blancas tendidas, pero pronto Tsukiku suspiró y volteó a verlo con tristeza, aunque él no le devolvió la mirada.

Si su hermana tuvo tres años en ese momento, entonces él debió haber tenido seis años... y le pasó algo verdaderamente horrible.

La verdad, no podía imaginarlo, tal vez él tenía razón en que era una niñita mimada que no sabía nada del mundo.

—Entonces... tu mamá...

—Sigue viva, o al menos es una estatua —murmuró con voz baja—. A veces iba a verla, antes de la petrificación... solo de lejos, claro. Tenía sus momentos de parecer una persona normal y momentos de parecer una loca, pero no es que tenga la certeza de cómo era luego de irnos, solo la veía desde las sombras pocos minutos como una vez al año.

—Oh... —Hizo una mueca.

—Respecto a mi vida en el orfanato, pues... al principio fue dura, quisieron adoptarme una vez, a mi hermana varias veces, pero ambos nos negamos.

—¿No querían separarse? —preguntó ella.

—Bueno, la primera vez... la primera pareja que la vio y la quiso, también nos quiso a ambos, pero fue muy reciente y... Shiky aún veía a nuestra madre como... pues como su mamá, así que no quería otra y lloró mucho, por lo que yo también me negué a la adopción. Luego de un tiempo, para cuando ella se calmó, yo me volví un niño de mala fama, así que ya nadie me quería, y por no separarnos Shiky tampoco dejó que la adoptaran. Fue por eso que me empecé a sentir culpable y me hice con la mentalidad de que "yo soy el único que puede cuidarla". Y por eso empecé a trabajar mucho.

—¿Ahí nació tu obsesión por dinero? —Tsukiku sonrió suavemente.

—Algo así. —Soltó una pequeña, muy leve risa—. Pero como sea... volviendo al día de la petrificación...

.

Yok tenía apenas diez años y se había escapado de la escuela para trabajar y juntar algo de dinero.

No era como que vivieran en un mal lugar, cuidaban bien de los niños pequeños, pero de los adolescentes o niños grandes... eso era otra historia. Sabía que si su hermana llegaba a la adolescencia en ese orfanato, iban a hacerla trabajar y empezarían a darle comida contadas veces, como ya le estaban empezando a hacer a él.

Por eso quería juntar todo el dinero posible, y cuando comenzara a al menos verse de una edad parecida a catorce años entonces se irían de allí y él la cuidaría sin ayuda. Se aseguraría de que tuviera un buen futuro, que estudiara una buena carrera y que los chicos no la molestaran al menos hasta los cuarenta y cinco años.

Llegó a la chatarrería para dejar algunas piezas que encontró en el basurero en la mañana, y de inmediato una persona se le apareció por atrás, lo tomó del cuello y le revolvió con fuerza el cabello.

—¡Hola, niño fino! ¿Qué tienes para mí hoy? —Era Ikku, el dueño del lugar, que tenía la molesta costumbre de tratarlo como si fuera su sobrino favorito o algo así.

—Por favor no me toques, no quiero ni imaginar en dónde has metido las manos. —Lo miró con sequedad, antes de dejarle la bolsa—. Ya comprobé el valor de esto, doscientos yenes, dámelos.

—Qué mandón. —Rio divertido, pero le dio los billetes y además cien extra—. Ten, para que le compres un dulce a tu hermana. —Le guiñó un ojo.

Yok sonrió por debajo del cubre bocas.

—Gracias, pero como vuelvas a abrazarme así no vuelvo a pisar este lugar y a ver quién mantiene tu negocio a flote.

Ikku solo se rio más fuerte y volvió a intentar abrazarlo, pero Yok se escapó corriendo y fue a dedicarse a su otro trabajo: repartir folletos por un poco de dinero extra.

Fue en medio de ese pequeño trabajo, justo cuándo estaba pensando qué dulce comprarle a su hermana, que vio la enorme ola de luz verde llegar desde el horizonte.

Recordaba notar como las personas delante de él se convertían en piedra, recordaba mirar sus manos, y que solo alcanzó a ver las puntas de sus dedos volverse de piedra antes de que todo se volviera negro.

Recordaba lo mucho que luchó por mantenerse despierto en esa oscuridad, deseando despertar para buscar a su hermana y asegurarse de que estuviera bien.

Luchó por años y años hasta que un día volvió a ver la luz... reflejada en unos curiosos y grandes ojos azules...

.

—Se suponía que yo iba a cuidar a mi hermana, que yo la iba a mantener, que me aseguraría de que tuviera una buena vida... y entonces despierto y resulta que ahora es mayor que yo, con una hija y sin pareja y dice que ella va a cuidarme a mí... —Se pasó una mano por el rostro—. Supongo que me sentí como un fracaso y no quería aceptar que su vida pasó sin mí ahí para cuidarla, por eso no quería que me cuide... no quería que nadie me cuide. Y por culpa de esa tontería infantil acabé volviéndome un peligro para ti.

Tsukiku hizo una mueca.

—Nunca podrías haber sabido que Kinoeda iba a elegirte a ti... nadie podría haberlo sabido.

—Supongo que ya no importa. —Negó con la cabeza, bajando más su cubrebocas y pasando una mano por su cicatriz—. Escuché que van a petrificarme... mi hermana me lo dijo cuando fingía dormir, pero... también me dijo otra cosa.

—¿Qué?...

—Dijo... que iba a llevarme lejos de esta ciudad... —Tsukiku lo miró con la boca abierta—. Y yo... estoy de acuerdo.

—¡¿Pero qué idiotez dices?! ¡Eso no resuelve nada! ¡Aquí hay científicos dispuestos a ayudarte para zafar del control del bastardo de Kinoeda! —protestó de inmediato.

—¿Y cuánto puede tardar eso? —La miró fríamente—. No voy a quedarme aquí para ser un peligro para ti, Ishigami... Si estoy lejos, Kinoeda no puede usarme, no le sirvo para nada.

—Es ridículo, solo vas a retrasar la investigación sobre el control mental de Kinoeda. —Lo miró frustrada.

—Todos esos científicos pueden ir a verme todo lo que quieran en la otra ciudad, pero no me quedaré cerca de ti. —Se alejó varios pasos de la barandilla, dándole la espalda—. Mi hermana quiere irse para que mi vida no esté en peligro por el control de Kinoeda, pero si fuera por eso no la escucharía, sin embargo... si estoy cerca de ti, podría lastimarte... y no estoy dispuesto a correr ese riesgo. Por eso ya decidí irme con ella y mi sobrina lejos de ti.

—¿Y qué hay de Misaki? —Lo miró con profunda rabia—. ¿La vas a abandonar? ¡Le romperás el corazón aún más! ¡Eres su mejor amigo, maldición!

—También es tu mejor amiga, y ella entenderá que es más importante protegerte...

—Eres totalmente irracional e ilógico, no tiene ningún sentido que... —Se calló a media oración, sin estar segura de qué decir.

—Mírate, ni sabes cómo argumentar. —Bufó, volteando a verla con una sonrisa triste—. Sé que sabes que es la opción más lógica, pero eres demasiado sentimental para admitirlo.

—¡JA! ¿Yo? ¿Sentimental yo? —Lo miró con repudio.

—Sí —reconoció Yok fácilmente, encogiendo los hombros—. Eres dura, no lo niego, pero eres amable también... eres demasiado buena... aunque lo niegues... te preocupas mucho por la gente que amas, haces todo por aquellos que te importan, y tratas de disfrazarlo con lógica y razonamiento y todas esas razones científicas, pero siempre pude ver que en el fondo eres entregada, protectora... inteligente, amable, dulce y...

—Si te atreves a decirme que te gusto, voy a vomitar —lo cortó Tsukiku con una mueca de profundo asco.

Él finalmente se rio, a carcajadas, tan fuerte como nunca lo había escuchado.

—No lo haría, no soy tan estúpido. —La miró con una sonrisa suave—. Además, no me gusto tu beso, no te habías lavado los dientes.

—¡Lle-llevaba casi dos días perdida en un maldito bosque, bastardo! —le gritó ardiendo de furia, sonrojada hasta las orejas.

—Habían cepillos y pasta dental en las provisiones...

—¡Tu aliento tampoco olía a rosas! ¡Y estabas lleno de tierra!

—Acababa de levantarme... controlado por un psicópata.

Tsukiku bufó, llevando su meñique a rascar su oído con absoluto fastidio.

—Sí, sí, revuélcate en la autocompasión todo lo que quieras, y si quieres irte pues veté, la única que te extrañará será Misaki. —Comenzó a caminar hacia las escaleras para volver con los demás.

Cuando pasó de largo a Yok, él de repente la tomó de la muñeca, deteniéndola.

Volteó a verlo con curiosidad.

—Quisiera aclarar que... cuando dije que no éramos amigos reales, realmente no hablaba en serio... Fue divertido aprender de tecnología contigo y tu papá, y las clases de kendo con tu madre... y escuchar música y jugar juegos de mesa con Misaki... En realidad, si te veo como mi amiga... me gusta estar contigo. Eres genial, Ishigami... y voy a extrañarte.

Tsukiku tensó la mandíbula, cerrando los ojos con fuerza, para luego soltarse de su agarre en su muñeca y embestirlo con fuerza, rodeándolo con sus brazos en un fuerte abrazo, enterrando el rostro en su hombro.

—Bastardo... —Apretó con fuerza la tela de su chaqueta—. Tenías que decirlo justo cuando vas a irte... Eres de esos reyes despiadados, ¿eh? Debería llevarte a la guillotina...

Él rio levemente, alzando una mano para posarla en su espalda.

—Lo dice una princesa malcriada... quizás deberíamos ir juntos a la horca.

—Sí... quizás... creo que yo me lo merezco más que tú... —susurró eso en voz tan baja que Yok no alcanzó a escucharla.

Luego de unos segundos, Yok se estremeció incómodamente, apartándola con suavidad.

—Ok, suficiente contacto físico, no quiero que me pegues tus gérmenes. —Se estremeció.

—¡Ja, y luego dices que no les tienes fobias! —Rio, jalando su muñeca para bajar por fin de la azotea.

—¡No tengo fobias! —Se zafó de su agarre, siguiéndola con el ceño fruncido.

Cuando estaban casi regresando a la habitación de Yok, Tsukiku de repente vio a su madre al final de un pasillo junto a sus tíos Chrome, Tsukasa, Ukyo, Gen y Ryusui, hablando con un grupo de doctores y enfermeros.

Su madre parecía alarmada... estaba pálida y no dejaba de abrazarse a sí misma, temblando.

¿Y ahora qué?

Intercambió una mirada con Yok, antes de acercarse ambos al grupo, con bastante cautela, pero aun así Kohaku los notó de inmediato e hizo una seña para que todo el mundo guardara silencio.

—Hija, ¿qué estás...? —Se calló a media frase—. Veo que Yok está despierto, me alegra... —Sonrió sinceramente, pero la sonrisa se esfumó con rapidez—. Yo... creo que los acompañaré a su cuarto, tienen que petrificarlo para terminar de curar sus heridas...

—Ve, nosotros nos encargamos —murmuró Tsukasa, mirando de reojo al grupo de doctores y enfermeros.

Tsukiku tenía muchas ganas de preguntar, pero ya sabía que seguro no iban a decirle nada.

Maldita sea... ¿Kinoeda habría lanzado otra jugada?

—¿Es tan necesario petrificarme? —masculló Yok desganado mientras caminaban—. Odio la idea, ya tuve que pasar tres mil setecientos años así...

—Cinco segundos más no te harán daño. —Bufó Tsukiku.

—Tú tampoco te dejas.

—¡Yo tengo mis razones!

Kohaku sonrió al verlos discutir.

"Tsukiku está cada vez más grande... crece muy rápido", pensó con cariño, para luego llevar una mano discretamente a su vientre.

Debería sentirse aterrada, era un momento terrible para tener otro hijo... Sería un bebé indefenso, y Kinoeda sin duda no perdería oportunidad de intentar ir tras ese bebé, pero... una parte de ella no podía evitar sentir una enorme ilusión y felicidad, porque su Tsukiku ya estaba tan grande, y secretamente desde hace mucho había querido sugerirle a Senku tener otro hijo, pero...

Pasaron tantas, tantas cosas...

Hubo una época en la que ella ni siquiera pensó que iba a continuar casada con Senku... mucho menos hubiera pensado en la idea de tener otro hijo.

Desde que Tsukiku era muy pequeña tenían que lidiar con muchas cosas, además de la enorme tarea de protegerla de muchos lunáticos porque era bien sabido que ella era el punto débil tanto para Senku como para Kohaku, y tuvieron tanto miedo de perder a su hijita que haber pensado en un segundo hijo habría sido una locura, pero...

Ya estaba allí, en su vientre... y todo porque ella se aprovechó de la amnesia de Senku para poder continuar fingiendo que eran un matrimonio, una familia, que él aún la amaba...

Sonrió dolorosamente, apartando la mano de su vientre antes de que alguien la viera.

En verdad que era el peor momento posible para tener otro bebé, porque Kinoeda estaba más determinado que nunca a atacarlos, los enemigos de Senku estaban tomando valor al saber de su amnesia y... quizás dicha amnesia ya estaba cerca de llegar a su fin.

Sí, definitivamente este era el peor momento... porque tal vez Senku pronto recordaría todo... y entonces se acabaría su teatro de ser una familia feliz.

Ya no podría seguir fingiendo que él aún la amaba.

Continuará...

Holaaaa :D

Este cap está patrocinado por mi querida Gaby uwu Todas las gracias a ella!

Ojala les haya gustado!

Lamento mucho la tardanza, intentare ser más activa con mis fics :'3

Se vienen algunos momentos claves en este fic owo

Bueno, ojala les siga gustando el fic pese a los retrasos, muchas gracias por su apoyo! :'D

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

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