Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

RAZÓN SIETE.


•|.Seguro.|•

""

Partimos al lugar de las desapariciones, ya me siento mejor y aunque esas manchas negras no se han ido por completo de todas formas puedo dar todo de mi. Está vez estoy más que seguro de no cometer una estupidez, habiamos acordado ir al sitio en el día para observar bien el área y así tener un plan para la noche, queremos completar esta misión lo más rápido posible.

Pero si me sincero conmigo, no quiero que está misión termine. Me siento bastante bien compartiendo este ambiente, charlas y todo lo que engloba a Tomioka. Ya han habido varias veces que me ha topado mirándolo y él solo sonríe, mi corazón no puede sentirse más feliz y dichoso por eso. Ya no se ve incómodo en mi presencia, me ve como alguien un poco más cercano a su pequeño círculo. Si sigo con este paso podría ser aún más cercano e importante para él.

Pero cuando pienso en ser importante para él me preguntó, ¿qué conseguiré con eso? Tomioka podría no verme como yo lo veo nunca, sin importar que tanto me esfuerce puede que no valga más que un amigo a sus ojos. Y si puede verme como algo más en algún momento, ¿me pondría considerar digno? Siempre que me hago esa pregunta es donde más duele mi pecho, no puedo sentirme bien conmigo mismo como para asegurar que él se sienta bien conmigo.

Como detesto tanto este enorme remolino de emociones, en un momento me siento feliz por pensar en poder estar con él y al otro simplemente detesto no tener nada que ofrecer si estuviera conmigo. Puede que solo exagero, fácilmente este sentimiento puede ser pasajero y solo me estoy molestando por cosas innecesarias, o tal vez sea lo contrario y jamás pueda olvidar y deshacerme de este sentimiento tan molesto.

Arrugue mi nariz formando una mueca en mi cara, mi boca se contorsiono con un gesto antes de sentir una corriente dolorosa en mis mejillas, eso me recordó que debo mantener los pies sobre la tierra; estoy haciendo una revisión en el territorio enemigo, no dando una inspección de mis sentimientos.

Tomioka me había pedido que buscara en las casas que estaban cerca del sitio alguna pista, podría ser un demonio que se hace pasar por un civil y se mantiene en su hogar. Con sigilo y cuidado de ser visto me subí a los techos de las casas y con una seña Kaburamaru dejo de estar conmigo para revisar casa por casa en busca de algo extraño o fuera de lugar. Me gustaría acompañarlo pero sería bastante riesgoso si soy visto, mi serpiente es más eficiente para este tipo de cosas.

Al mismo tiempo que Kaburamaru hace su trabajo yo hago vigilancia a Tomioka que está caminando al bosque, sé que no necesita ayuda pero de todas formas no quiero sentirme tan ineficiente. Lo ví alejarse y perderse entre la arboleda, y unos minutos más tarde Kaburamaru ya estaba subiendo por mi pierna dando negativo a la búsqueda por esta zona y sin ganas lo único que hice fue desviar mi vista de la dirección de Tomioka y caminar a otra parte menos concurrida.

Pero de pronto, uno de los cuervos cazadores se acercó a mí.

......

—Ya veo.— Dije ante el fallecimiento de Rengoku. Le di la espalda al cuervo y quise continuar con la misión.

Fue lo único que dije antes de caminar más al fondo del bosque dejando solo al cuervo, el cual se fue y no me siguió a ninguna parte. Pensar en que alguien tan radiente y alegre como Rengoku a muerto me hace sentir tan miserable, ¿si él ha perdido contra una de las lunas, qué hay de un fracasado como yo? No era cercano a Rengoku, pero era el único a parte de Kochō, (aunque ella era más para molestar) que me hablaba y me preguntaba sobre mi día, siempre era una persona llena de vida que se robaba la atención a dónde caminaba.
Sin lugar a dudas la cofradía ya no sería lo mismo sin su alegría y flameante corazón.

—¡Señor Tomioka, señor Tomioka!— La chirriante voz de mi cuervo me saco de mis pensamientos. No le hable, solo lo mire con duda.— ¿Usted se enteró de...?— Mi respiración pesada lo detuvo, él dió un sonido de cacareo y se aclaró la garganta.— Siento la interrupción de su misión, pero creo que debería ir a ver al señor Iguro.

Iguro, me había olvidado por completo que lo deje buscando alguna pista en las casas. Fue muy malo de mi parte dejarlo solo mientras hacía un trabajo muy vago, poco digno para un pilar pero no me quería arriesgar a que un compañero corriera algun riesgo y menos aún cuando está herido por ser muy impulsivo.

¿Y si en las casas estaba el demonio? Definitivamente fue un mal trabajo en lo que pude dejarlo, una preocupación en la parte posterior de mi nuca apareció en una especie de cosquilleo.

—¿Qué pasó con él?— Pregunté.

—Usted sabe que el Señor Iguro y el señor Rengoku se criaron juntos, él está muy-.

—¿Que vaya a consolarlo?— Una mueca fuera de mí apareció en mi rostro.

Si bien habiamos hecho algo similar cuando él había despertado, y que un sentimiento más cercano crecía hacia él, (sin hablar que lo llame por su nombre sin ninguna autorización), consolar por una perdida no estaba en mi lista de virtudes. Jamás fui bueno con el temas de las muertes, en lo único que puedo ser de ayuda sería de empeorar todo con mi presencia.

Además, sé muy bien que Iguro lo debe estar tomando de la mejor forma posible, él es muy reservado con sus emociones, no sería la primera vez que haya escuchado sobre la muerte de alguien cercano.

—Lo siento, pero no pienso hacerlo.

Él se fue, y me dejó un sabor extraño en la boca. Era la primera vez que hablaba mucho con mi cuervo, lastima que fuese por una mala noticia, además ¿por una luna superior? Se supone que es la tercera, me hela la sangre de imaginar el poder de la primera.

Decidí terminar esta misión lo más rápido posible, quiero volver a mi finca y entrenar lo suficiente, me niego ser un inutil o un bulto si se me presenta la oportunidad de pelear contra un rival de esa magnitud.

Sin embargo, por más que busque algo por toda la arbolada no encontré absolutamente nada. Es como si en realidad no fuese ningún demonio quien hace las desapariciones, o tal vez tenga una gran habilidad para ocultarse. Probablemente sea por la hora, el sol está en lo alto, pero si fuera así al menos dejaría algún rastro o encontraría un sitio donde se escondería, como sea.

No quiero irme tan pronto con las manos vacías.

......

Fue una total perdida de tiempo, no hubo rastro de algún demonio. Estuve incluso muchísimo después del anochecer, ¿qué tal si se cambió de ubicación al vernos llegar? O solo se espera a atacar para cuando nos vayamos.

En el camino pensé en Rengoku otra vez, después en Iguro, él ha estado demasiado tiempo solo, ¿qué estará haciendo? ¿como maneja el dolor? No tengo la menor idea, pero un impulso en el pecho me anima a apurarme y saberlo, me tomo unos minutos llegar a la finca que alquilamos, para mi sorpresa y poco agrado las luces del sitio estaban encendidas, todas. Pensé que a Iguro le gustaban los lugares un tanto oscuros, jamás demostró ser alguien que le disguste la oscuridad.

Dentro de casa no ví a nadie en la sala, pero todo estaba ordenado, parecía que alguien acabará de limpiar, pensé en alguna empleada. Con un poco más de cuidado me quite los zapatos, camine despacio y busque por todas partes a Iguro, pero no ví a nadie. Comencé a asustarme un poco, ¿qué le pasó? ¿otra vez intento hacer una tontería?

Mi pecho se comenzó a llenar de preocupación, decidí revisar en el cuarto en dónde había dormido, nuevamente la luz estaba encendida, pero no había rastro de Iguro ni de su serpiente. Lo más extraño es que aún sigue estando sus cosas en la esquina de la habitación, me senté en la cama pensando en dónde podría estar y se me ocurrió el baño, cuando me gire a confirmar la puerta se abrió.

¡Era Iguro! Pude soltar todo el aire retenido en una especie de suspiro recargado, definitivamente estaba bien. Cuando lo mire de nuevo comprobé que sí, estaba muy bien.

—¡Ah, tú...!— Exclamó, cubriendo la parte de arriba de su torso con sus ropas, sí estaba en el baño. Al ver su rostro cubierto no pude evitar preguntarme, ¿a caso se baña con esas vendas?

No sé si mi rostro mostró alguna emoción, pero puedo asegurar que sonreí por dentro al verlo de esa forma. Su cabello mojado azabache le caía por su frente y los costados del rostros, las gotas de agua se resbalaban por sus brazos y pecho, en sus ojos se ve una gran vergüenza por mostrarse así. Me cuesta pensar que una musculatura tan trabajada provenga de alguien que se ve tan pequeño.

Pensé que esté sería el momento donde me insultaria, me llamaría 'Cara de rata' y después me sacaría a empujones de su cuarto. Pero no fue así, no mostró una resistencia más allá de una mala mirada y una queja por la invasión de privacidad.

Es entonces que ví en sus ojos algo más que una simple vergüenza, pude ver tristeza, Iguro para ser una persona muy reservada con sus sentimientos es muy sencilla de leer.

—Me voy a vestir, ¿puedes irte, por favor?— La voz se escuchó quebrada, reconocí que fue por haber llorado.

—Iguro, perdón por...-.

—No te molestes en disculpas innecesarias, estoy bien.— En su garganta soltó un chirrido reprimido al terminar la oración.— Fue una misión, ¿no? Es nuestro deber morir para salvar a otros.— Con decir eso bajo la mirada y llevo su mano a su rostro haciendo un puente en su nariz.— Ya vete.

No dije más, camine a su costado para irme, pero antes me di el atrevimiento de tocar su hombro, estaba frio, tanto el agua como su piel. Muy diferente a cuando lo cargue cuando lo traje hasta acá.

—Estoy aquí si quieres hablar, ¿sabes?— Él ni siquiera me miró, pero si apretó la ropa contra su pecho.

—Estoy bien.— Apretó la mandíbula, lo pude sentir temblar bajo mi palma.

—Lo sé...— Dije, no sabía que más podía decir para consolar, pero aún asi volví a abrir mi boca.—... pero quiero que sepas que puedes no estarlo e igual estaría bien.

Le di un apretón antes de irme. Él no dijo nada, y la verdad es que no había nada más que decir, yo tampoco sabría qué decirle si me hubiese dicho que necesitaba hablar.

La cocina estaba muy limpia y ordenada, a la vez que estaba vacía, ¿a caso se comió lo que había? Si no supiera el contexto de la situación me hubiese dado gracia imaginarlo comer toda la despensa.

Luego pensé bien, ¿gracia? No he sonreído en mucho tiempo, solo Iguro lo hizo posible, me ha hecho sonreir un par de veces, la sensación era tal y como la recordaba, muy cálida. Toda esta misión es muy cálida por Iguro, él siempre ha sido llamativo desde que lo conocí. No necesita medir mucho, ni tener colores de cabellos extravagantes, solo necesita estar allí y su presencia me es suficiente para querer mirarlo.

Comenzó como algo pequeño, solo cuando llegaba a alguna reunión, después lo veía durante la charla, luego cuando acababa y él se iba, no negaría que alguna vez pensé en acercarme y acompañarlo a su finca, lo único que me detuvo fue el miedo de alguna vez perderlo y su cara de desprecio al verme. Admito que me deprimía cuando hablaba mal de mí con Shinazugawa, aunque confío que eso quedo en el pasado.

Luego él me miraba a mí, lo noté cuando Tanjiro hablo con el patrón, seguramente fuese por haberlo tocado, Iguro tiende a ser muy quisquilloso, aun así me miraba, notaba mi presencia y me veía con algo más que una simple mirada de rechazo o reclamo.

Está misión fue algo que siempre pensé en tener pero nunca había deseado en voz alta, el patrón fue el "culpable" de esta situación, no puedo estar más feliz por esto.

Lastima que al mismo tiempo recibamos está devastadora noticia.

El crujido de la puerta me hizo voltear, era Iguro con una ropa un poco más ligera. No hizo faltar preguntar si quería acompañarme a tomar un poco de aire, era claro que no quería irse de la finca.

—Tomioka.-— Llamo con pausa y sus manos temblaron detrás de su espalda, parecía vacilante de querer darme algo.

—¿Sí?

—Ten.— Me entregó un poco de dinero.— Compra algo para cenar, lo que sea, ¿de acuerdo?

—No es necesario, yo puedo comprarlo.— Me resistí intentando devolverlo pero solo obtuve un rechazo completo, no me queda de otra al parecer.— Bien, pero ¿cualquier cosa?

—Sí, no me importa.— Con desgano se sentó en el sofá que se encontraba a unos pasos más lejos de la cocina.— Solo procura traer algo para Kaburamaru...— Eso lo susurro mirando a su serpiente, habia salido por debajo de su ropa.

No dije más nada, solo salí de la casa sin tener idea sobre qué podría comprar o que le gustaría. Tal vez Iguro no sea una persona muy exigente en la comida, pero me gustaría comprar algo que sea de su preferencia.

Me voy a esforzar por esto.

....

Al final solo compré lo más cercano de la casa.

Todo se veía muy apetitoso en los puestos de comida, pero decidí comprar udon, camarones fritos y mochis, no son la quinta maravilla pero es que no conozco los gustos de Iguro, entonces compré algo que ya le había visto comer antes.

Al regresar Iguro estaba aún en el sitio donde se había quedado, en el sillón de la sala acariciando a Kaburamaru con una expresión decaída que no soy capaz de leer como sí lo hice con anterioridad.

Como siempre, cuando me miró puso una mueca rara y me evito la mirada, simulando no haberme visto.

Con silencio me acerque para sentarme en el suelo, lo saludo sin esperar una respuesta y todo lo que traje lo acomode en la mesita al frente de nosotros. Coloque todo correctamente poniendo hasta unos camarones a un lado para que Kaburamaru también pueda comer.

—Vamos a cenar.— Dije animando un poco para que se sentara a mi lado, y él lo hizo.— No sabía que te gustaría así que...

Aunque hablara su expresión no cambiaba, decidí callarme y le pase los palillos sin algun exito, parecía estar fuera de si en una especia de trance. No soy bueno para hablar en este tipo de situaciones, solo agache la mirada comenzando a comer poco a poco, no fue hasta que un quejido salió de Iguro que comencé a preocuparme.

Ya no estaba sentando adecuadamente, tenía sus piernas recogidas hacia su pecho escondiendo el rostro en sus rodillas. Kaburamaru solo se deslizó al suelo alejándose de su dueño con lentitud, como si me dejara todo a mí.

Mis alarmas internas comenzaron a sonar en busca de algún tipo de ayuda.

—¿Es-estas bien?— Pregunté.

No dijo nada, solo negó con su cabeza fuertemente.

—¿Esto es una bro-broma para ti, Tomioka?— La pregunta me tomo por sorpresa, parpadee sin entender nada.

Iguro respiro ondo yéndose del lugar rápido, no reaccione bien hasta que escuché el portazo de su habitación. Puedo casi jurar que su rostro me miraba con un tipo de resentimiento.

Siento que Shinobu tenía razón.

No sabía que hacer, mire a Kaburamaru quien no me miraba, estaba enrollado en su propio cuerpo a un lado de la mesita. Definitivamente me dejó todo a mí, parece ser que se durmió.

La comida la tape lo mejor que pude en tiempo récord antes de armarme de valor e ir con Iguro, tocando la puerta suavemente en busca de alguna señal de querer hablar. No contestaba, no sabía en qué lo había arruinado, si bien era claro que la cena sería bastante silenciosa no me imaginé una reacción como esa, ¿una broma? Iguro debe saber que no soy de hacerlas, jamás me salen bien, casi lo mato del susto cuando le llegaba por detrás en silencio.

Volví a tocar la puerta, no hubo respuesta, estaba en duda si entrar o dejar está conversación para mañana. Sabía que si me iba a descansar no podría hacerlo, mi cabeza tiene mucho que pensar y al mismo tiempo sé que él tampoco va a dormir, no tiene caso dejar esta conversación para otro día.

No quiero que Iguro se aleje y vuelva a tratarme como antes, la cercanía que hemos tenido ha sido muy cálida y agradable, me recuerda a ese momento de mi vida dónde no tenía malos pensamientos o sentimientos negativos chocando contra mí tan seguido. Él hace que me olvide de todo.

Abrí la puerta, un poco sorprendido de que esté abierta, tal vez quería que entrara, o solo pensó que al ser pilares una simple puerta no nos detendría, o mejor aún, solo se le olvido.

La habitación estaba encendida, con la ventana abierta dejando que todo rastro de luz y brisa de las calles entrara. Me extraño bastante el tema de las luces cuando llegue, eso solo me hizo sospechar que tal vez Iguro le tema a la oscuridad, cosa bastante extraña. No le di importancia, y decidí resolver lo que sea que haya pasado.

Iguro estaba bajo sus sábanas, con parte de su cabello sobresaliendo por debajo y con una especie de temblor, debido a estar llorando seguramente. Jamás pensé verlo tan afecto por una noticia así, Iguro parecía ser el tipo de persona que esconde por completo este tipo de sentimientos bajo la alfombra, pero está allí llorando sin importarle que lo vea.

Sigilosamente me acerque y me senté a su costado, la cama es espaciosa así que es difícil que se encuentre incómodo por mi cuando está lo mas alejado posible, casi rozando la pared.

Tal vez sea porque no cambio mucho mi expresión, tal vez piensa que no entiendo sus sentimientos cuando es todo lo contrario, los comprendo y en algún momento los llegue a sentir.

—Yo... no sé que hice, me disculparía pero es malo hacerlo sin saber que se hizo mal.— Confesé, monótono pero al mismo tiempo tuve una especie de dificultad en mi garganta para hablar. No quiero que Iguro vuelva a tener ese muro entre nosotros.

Lo escuché tomar aire en una inhalación profunda, sus manos se asomaron un poco por encima de la sabana y fue bajandola despacio para dejar ver su rostro. Ya no me veía con resentimiento, era más como si me analizará con la esperanza de que deje expresar alguna especie de emoción, por algun motivo relaje mi rostro. Ya no sentia la tensión en los músculos de mi cara.

Sus ojos estaban rojizos, sus mejillas también al igual que su nariz congestionada por las lágrimas que no dejaban de brotar. No me había dado cuenta que si bien Iguro tiene el rostro tapado, sus ojos eran muy expresivos. En este momento verde y amarillo estaban brillantes y entrecerrados con la esperanza de calmar el dolor tan profundo que el azabache sentía.

—¿De ve-verdad no lo sabes?— Pregunto, reincorporándose. Se sento subiendo sus rodillas hacia el pecho con sus manos encima de estás mirándome igual que antes; intenso y espectante. Me negué a su pregunta.— Soy un estúpido...— Susurro muy bajo con sus ojos ya no en mí si no en sus manos. Me detuve de querer corregirlo, para mí no es un estúpido.— Lo que trajiste siempre lo comía con Kyojurou y Kanroji.— Confesó con una voz quebrada.— Kyojurou amaba los camarones fritos.

Me sentí mal, como un estúpido, si bien no sabía de los gustos de Rengoku no evita que Iguro este llorando otra vez por mi culpa.

—Disculpa, de veras no-.

—No sabías, está bien.— Replicó antes de que terminara mi oración.— Discúlpame tú a mí por tratarte mal, no debo reaccionar así. Soy estúpido.

—Iguro-.

—Obanai, dime Obanai.— Volvió a interrumpir, y por primera vez pude sentir como mi cara comenzaba a calentarse un poco por esa invitación.

Eso nos haría más cercanos, aunque ya lo llamaba así antes de tener su permiso, que él lo pida significa que quiere que me acerque, que nos acerquemos. Mi corazón comenzó a enloquecer ante la idea.

—Obanai entonces...— Susurré, sintiendo una especie de calentura en mi estómago. Un cosquilleo y unas ganas de sonreír desde el interior de mi cuerpo estaban siendo cada vez más fuertes.— No eres un estúpido, solo estás en un momento difícil. Es complicado controlarse en ese estado.

—Se supone que ya debía estar preparado, estás noticias son comunes, somos pilares.— Respondió con más intensidad, casi rogando poder tener la razón.

—Pero también humanos, sentimos y nos duele cuando perdemos a alguien cercano.— Con un poco de osadía me acerque, estando sentando junto a él puedo sentir como nuestros cuerpos rozan. Su respiración se congelo unos segundos antes de relajarse y apoyar su cabeza al costado de mi hombro.— Se puede esperar una tragedia, pero jamás estar preparados, ¿entiendes?— Lo mire y él también me miraba, sus ojos parecían brillar al verme.

—Sí, entiendo...— Volvió a apoyarse en mi hombro, y sus dedos rozaron mi mano en duda antes de envolver su mano con la mía, un pequeño escalofrio recorrió mi cuerpo y mis vellos se erizaron. Mi cara volvió a calentarse por una vergüenza creciente en mi corazón.—No quiero saber de otra noticia similar.— Obanai volvió a su voz grave, ya no sonaba tan herido.- Si Shinazugawa o Kanroji terminan así yo...— Su mano se apreto aun más fuerte contra la mía, su voz otra vez tuvo un toque quebradizo al final.— Incluso tú... Tomioka no quiero que-...— Un sollozo lo hizo ahogarse con sus propias palabras.

Estaba ahora aferrado a mi brazo, llorando. Otra vez.

No sé que hacer, solo decidí acercarlo más, tenerlo aún más cerca en una especie de abrazo mientras mis manos sobaban su espalda temblorosa. ¿No quería que muriera? Tal vez sea el mismo sentimiento abrumador que siento por tenerlo tan cerca pero esas palabras me alegran y alumbran lo más profundo de mi corazón. Cerré mis ojos y mi mentón se puso en su cabeza, su cabello era suave y con un olor dulce, por el tacto tan agradable mi mano fue subiendo hasta su cabeza y le di masajes, buscando encontrar su calma mientras yo me alegro por lo suave que es.

—Obanai, no sé qué hacer.— Confesé, sin detener mi especie de consolación.— Quiero calmar tu dolor.

De pronto, en unos segundos de silencio lloroso él me apretó contra su cuerpo, pareciera querer que me acercara aún más, como si eso fuera posible, y solo con eso dejo de llorar tan ruidoso, siendo mas callado y solo dando pequeños gimoteos.

—No hagas nada, me gusta así.— Eso me calmo, él ahora parece estar recuperándose.—Me siento seguro contigo.

Por unos segundos deje de respirar ante esas palabras y un miedo volvió a posicionarse en mi corazón, yo no soy una persona segura. Mi mente volvió a nublarse por ese pensamiento tan repugnante, el que se acerca a mí termina muriendo, inconscientemente abrace más fuerte a Obanai y no lo quise soltar, él es importante. Mis sentimientos me dicen que el debe estar a salvó y feliz. Si piensa que yo soy seguro, él debe mantenerse seguro.

Él se separó un poco de mí, limpiándose el rostro con sus manos quitando cualquier rastro de lágrimas. Después me miró, bastante tímido y avergonzado, sus mejillas se tornaron un poco más rojas.

—Lo siento.— Rió un poco, suena más esperanzador y motivado.— Estoy llorando como un bebé.— Declaro, sin ganas de moverse ni alejarse. Se mantuvo a mi lado aferrado y en realidad yo lo quiero mantener conmigo, me gusta la sensación de compañía que solo siento con Obanai.— Me debo ver horrible llorando.

A diferencia de antes, no me quedé callado ante eso.

—No.— Hablé rápidamente, acercándome un poco más a su rostro mientras acaricio sus mejillas.— No eres horrible.

La expresión que hizo ante mis palabras me hizo pensar que es lindo. Sus ojos se agrandaron más, estaban brillando, ambos colores me decían que me acercara, me hizo olvidar de las vendas que cubrían su rostro y él capto mi muy repentina intensión, su consentimiento fue acercarse al igual que yo. No sabía que hacía, solo sé que quiero acercarme aún más y compartir algo mucho más íntimo con él.

¿Íntimo? ¿qué quiere decir eso? No lo sé, en estos momentos no estoy pensando mis acciones.

—Eres lo contrario a horrible.— Susurré, Obanai se congelo de inmediato.

Mis labios se "juntaron" con los suyos. Fue algo rápido, leve y sin ningún contacto certero a decir verdad, pero fue suficiente para querer hacer eso todos los días de mi vida. Me separé y le sonreí, buscando algún permiso para repetir la acción.

Obanai en cambio se alejo enseguida dándome uno de sus distintivos empujones, me olvide por completo de su fuerza y me hizo caer de la cama.

Me dolió cuando caí al frío suelo.

—¡No, no, no...!— Lo escuché decir.— ¡Perdón, Tomioka!

Abrí mis ojos sorprendido por sus disculpas, pensé que me correría de la habitación. En cambio Obanai bajo de la cama y me tomo de una de mis manos levantando mi trasero del suelo. Sus manos temblaban sobre las mías y sus ojos otra vez amenazaban con llorar.

—Eso estuvo mal... Kyojirou se fue y yo ha-hago estás cosas.— Me volvió a abrazar y su rostro se oculto en mi pecho.— No sé que me sucede, discúlpame, Tomioka.

Me quedé callado, en mi cabeza los engranajes de mi cerebro comenzaron a moverse intentando buscar una respuesta para suavizar la situación. Obanai tiene razón, se supone que lo estoy consolando, él se siente seguro conmigo y por eso se abrió, no tengo el derecho de querer besarlo, está en una situación difícil. Además que ni siquiera podemos decir que somos algo más que una amistad recién formada.

Mi mano acaricio su cabeza y bajo hacia su hombro, alejando su cuerpo un poco para observar su cara. Se notaba muy arrepentido y avergonzado, me miro por unos segundos y luego solo llevo su vista hasta el suelo o las paredes. Nuevamente, mi mano tuvo la intención de acariciarlo, subió a su rostro y la palma acunó su mejilla mientras mi dedo acariciaba encima del vendaje.

Pude sentir algo en su piel que sobresale desde la comisura de su boca y se extiende hasta sus cachetes. Iguro se estremeció y quitó mi mano, aún así la dejo sujeta con la suya.

—No hagas eso...— Susurro.

Me había interesado en saber que oculta, quiero conocerlo un poco más. Pero me detuve de hacer cualquier comentario.

—Lo siento.— Dije y su cabeza se movió en entendimiento.— No te preocupes por eso, no volverá a pasar.— 'Por ahora', quise decir, pero sería mucho para él y yo aún debo entender mejor estas emociones.— ¿Qué tal si hacemos como si nunca sucedió?

Es imposible hacer como si eso no paso, Iguro es demasiado empedernido cuando alguna cosa le sucede, tal vez termine sucediendo algo igual que el día que se cayo, o solo me observé e ignore el alrededor.

—Bueno, está bien.— Dijo mirándome otra vez, un poco más seguro al hacerlo.— Tomioka yo...-

—Dime Giyū, ¿sí?

Otra vez su mano apretó la mía y miro hacia algún lado, dudando.

—Esta bien, Giyū.— Pude ver sus ojos cerrandose un poco en señal de haber sonreído antes de volverme a mirar. Se veía muy lindo a decir verdad.— ¿Comemos?

Parece ser que no fue pregunta porque ni bien termino de hablar me jalo hasta afuera de la habitación en dirección a la comida. No me había dado cuenta que su piel volvió a estar tibia y agradable.

Si bien en la comida no hubo una conversación agradable puesto que Obanai me dió la espalda (algo que incremento un poco más mi curiosidad), al terminar fue una platica larga. Ambos contando experiencias y riendo sobre cosas que nos habían pasado en las misiones.

Por primera vez en mucho tiempo podía sentir que pertenecia en algún sitio, a lado de una persona que podria sentir lo mismo y el miedo de perderlo se hacía cada vez más grande, aunque era opacado por la calidez que irradiaba el sonido de la risa de Obanai.

Volví a sentir esa necesidad interna de protegerlo, de hacer lo que sea para que esa felicidad jamás desaparezca del corazón de Obanai.

."".

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro