RAZÓN DIEZ.
•|.Sentimental.|•
'''''
—¡Ay por Dios, lo siento, lo siento!— El grito tan inesperado después de un largo silencio agradable me hizo empujar al azabache lejos de mí.
¿Cuantas veces le advertí a Giyū sobre esto?
Disfruto bastante tener a Giyū a mi lado en estos momentos. La recuperación ha sido más larga de lo que pense al principio, por petición del patrón me tuve que quedar en la finca mariposa bajo el cuidado intenso y fastidioso de los kakushis o las niñas que andan por ahí haciendo estragos. Senjurou también me ayuda y es quien me ha mantenido cuerdo en este circo durante todos estos días, sabe cuando estoy o no estoy de humor para charlar y no me tiene miedo cuando me ve echando humos por las molestias de los supuestos cuidadores.
Las tres niñas hablan mucho pero hacen su trabajo bien, la de coletas es bastante eficiente manteniendo el control y no hace preguntas estúpidas, diría que los peores son los Kakushi. Sí, son unos idiotas. La mayoría no puede mantener a raya a los cazadores heridos.
Sin embargo, Giyū es una cosa a parte. Cómo decía, me gusta tener su calor cuando no está en alguna misión. Como él no se vio herido el patrón lo mando a otra misión casi de inmediato, está vez más corta y menos peligrosa, sin demonios con artes de sangre alucinógenas o paralizantes, misiones de una sola noche y en las mañanas volvía conmigo religiosamente. Era agradable su compañía y los abrazos dados, también las escasas ocasiones dónde se atrevía a robarme un beso, ya sea con o sin las vendas. Al principio no me lograba acostumbrar pero ahora lo disfruto mucho, aunque me cueste aceptarlo y me haga el "difícil", me gusta cuando me insiste.
Si bien comenzamos una especie de relación no aclaramos lo que somos. Según yo somos más que amigos, una pareja se me ocurrió tras meditarlo en silencio, seguramente eso somos y Tomioka no lo dijo por ser algo obvio. Por eso él siempre termina encima de mí en sus visitas dándome abrazos o incluso besos si el lugar está solo. Yo le dije que no, siempre me alejaba por miedo a que alguien entrara y nos viera asi de juntos.
Hasta ese momento los únicos con conocimientos de lo nuestro éramos nosotros mismos, Shinazugawa, Kanroji e incluso Senjurou no tenían más que el conocimiento de que nuestra relación paso a ser de amigos. Además que tenía la seguridad de que ninguno compartiría aquel extraño momento con nadie, si bien no conocía lo que pensaban estaba seguro que no saldría del círculo, sin embargo...
—¡Perdonenme, no quise entrar sin tocar, lo siento!
Uno de los kakushi había entrado y la posición en la que estoy con Giyū no es la más cómoda y profesional en la que me podrían haber visto.
En este momento Giyū está parado a un lado de la cama después del fuerte empujón que le había dado, pero la posición en la que nos vio el kakushi era diferente. Tomioka me tenía cerca, estaba casi sentado en su regazo mientras se encontraba dándome besos en el rostro con sus fuertes manos apretando de manera delicada mi cuerpo. Con suerte mis vendas estaban en su lugar, Giyū se alegró las pocas veces que las quite pero jamás fue insistente con el tema. Prefería esperar a que yo esté listo y gracias a los cielos hoy no tuve intensión de quitarme esos pedazos de tela. La posición seguramente sería aún más intensa si ese fuese el caso.
—¡Ya cállate, no grites!— Exclamé por las inútiles disculpas e incoherencias que salían de la boca llorosa del sujeto. Mi rostro estaba ardiente, seguramente este sonrojado hasta el cuello y me vea aún más debilitado de lo que estoy, puedo sentir mi voz tensa y avergonzada.— Escúchame, inepto.— Logré tranquilizar un poco mi compostura, manteniendo una apariencia más calmada aun con mi mano temblando mientras aprieta un trozo de tela.— Tú no viste nada, ¿entendido?
Escuché a Giyū soltar una risa ahogada por la nariz, lo mire de reojo pero sorpresivamente estaba calmado, casi feliz de que alguien nos haya descubierto. Su actitud tan calmada me hizo pensar que tal vez es una exageración. Tal vez... No, no es una exageración, nadie debe enterarse de esto. Y no es por algo malo, solo no me siento listo ante la idea de que todos se enteren que estoy saliendo con Giyū, es vergonzoso.
—¡Está bien, lo juro por mi vida!— Este tonto parece ser que no me escucho cuando dije que se callara el hocico, se supone que los Kakushi deben ser silenciosos pero todos los que he conocido son unos gritones.— ¡Yo-yo me voy, por favor no me mate!— Con eso gritado dejó la bandeja con medicamentos en la mesa a lado de la puerta y se fue corriendo.
Un portazo aviso que había huido despavorido, unos segundos quedaron en completo silencio.
—Todos te tienen miedo...— Susurró Tomioka, ni siquiera me di cuenta cuando volvió a sentarse a mi lado.
—No solo a mí, a tí también, esos cobardes huyen de cualquier pilar.— Un suspiro largo y pesado salió de mis labios después de decir eso, mi corazón seguía haciendo su funcionamiento con mucha aceleración.— Espero que ese idiota no diga nada.
Tras haber dicho eso Tomioka me envolvió en sus brazos, actuando como estaba haciendo antes de la no deseada interrupción. Estaba claro que a Giyū no le importaba en lo más mínimo si de casualidad y por un chisme mal contado nuestra relación termina en boca de todos.
—¿Qué tiene si dice algo?— Escondió su rostro en mi cuello haciéndome cosquillas en la piel por su respiración cercana. Tomioka era similar a un niño pequeño que rogaba por el cariño de un adulto, bastante pesado pero tierno si me soy sincero.— No debería importar.
—Lo sé, solo es vergonzoso.— Mi mano subió a su espalda donde se quedó haciendo círculos suaves.
Mi cuerpo comenzó a relajarse y me termine por acomodar mejor. Ahora mi espalda choca contra el pecho de Giyū y él esta abrazándome por detrás, con su nariz escondida en mi cabello suelto. Es la única posición en la que ambos podemos sentirnos cómodos en la cama, al igual de ser la más difícil de explicar si otra persona volvía a entrar y nos ve así.
—¿Es vergonzoso estar conmigo?— La voz de Tomioka choco contra mi cuello desnudo después de que hiciera mi cabello a un lado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo por su aliento sobre mi piel, eso sumado a la repentina pregunta me hizo sentir nervioso.
—¿E-eh? No pienses eso, cara de rata.— Reí un poco ocultando los sentimientos desbordantes de mi pecho.
Aquella pregunta me hizo pensar.
No es que me de vergüenza que todos sepan que estoy con Tomioka per se, es que jamás me imaginé terminar en una relación similar. Al principio, antes de todo esto admito que quería algo así con Kanroji pero simplemente no me sentía digno para ella, nunca imagine que llegaría tan lejos y cuando ese sentimiento se desvaneció llegó otro aún más fuerte e inexplicable, ahora cada día haciéndose más pesado porque Giyū esta conmigo, él dice que me quiere y lo demuestra con su incesante muestra y búsqueda de afecto.
Yo nuevamente me volví débil ante esos sentimientos, ahora no puedo ser firme con Giyū, algun que otro regaño o insulto pero nunca algo que lo haga sentir mal. No sé mucho de su pasado, pero puedo decir que es un hombre sentimental y apegado a su casi inexistente círculo, por como me trata a mí puedo saber como tratarlo a él. Es por eso que no me gustaría mostrar una actitud más cariñosa al frente de todos, o que los demás se enteren de que soy cariñoso a solas con Tomioka. (Aunque sé que no debería tener nada de malo).
Sobretodo con él, hace no mucho estaba hablando mal de Giyū con Shinazugawa a sus espaldas. Aún no entiendo cómo de pronto todas esas cualidades que me molestaron en un principio sean las que me atraigan a él ahora.
Seguramente ese cara de rata me hechizo con algo, quedé hipnotizado por él muy rápido.
—No me avergüenza que me vean contigo...— Asegure después de aclarar mi garganta ocultando la risa que me causo ese último pensamiento. Pude sentir los brazos de Giyū envolverse muy fuerte en mi cuerpo.— ¿A tí te avergonzaría que te vean conmigo?
La pregunta fue estúpida, él está bastante ansioso de que las personas nos vean, seguramente para sentirse seguro y con el permiso de permanecer junto a mí después de que me den de alta o no tener la necesidad de alejarse o esconderse cuando alguien llegue a la habitación.
Pude sentir como sus manos dejaron de abrazar mi torso y sujetaron mis manos, las apretó y las entrelazó antes de llevar mi mano izquierda a su cara posada en mi hombro. Sus labios sobre mis dedos me saco un quejido, yo mismo apreté mi otra mano contra la de él para sentirme más sobre tierra. Cada vez que hace una cosa como está siento que me voy a caer por la sensación de flotar.
—Eso no.— Dijo Giyū cómo esperaba, soltó mi mano y escondió su rostro en mi cuello, se sentía caliente y con un movimiento incómodo me gire, puedo observar como sus mejillas estaban rojas. Me sentí aliviado de no ser el único nervioso.— Me sentiría feliz.
—¿Por qué?
—Porque no me odias.— Esa confesión me hizo alzar una ceja, seguramente es por problemas pasados que tuvimos o porque es algo que siempre se lo vive repitiendo Kochō.— Me dolía cuando hablabas mal de mí, ¿sabes?
Oh, mierda. No pensé que le afectaba tanto eso, un enorme peso de culpa cayó sobre los hombres. Mi cuerpo se alarmó considerablemente.
—Lamento eso, es que no te soportaba, ¡no quería hacerte sentir mal!— En realidad sí quería en aquel entonces, era un secreto que él también lo sabía, por algo me esforzaba en estar cerca mientras murmuraba. Pensé que su tacto hacia mí se volvería tenso por recordar aquello.— No quiero que re-recuerdes eso, yo-
—Tranquilo, Obanai.— Me interrumpió, su nariz volvía a acariciar mi cuello con sutileza. Su cuerpo no daba indicios de molestia y su voz seguía tan tranquila como siempre.— Algunas cosas que dijiste eran ciertas...— Confesó y yo no supe que podría decir para negar lo que acaba de decir.— Por eso me hace feliz.
Definitivamente no entiendo a qué quiere llegar. Mi garganta dió un sonido de duda al verme incapaz de decir algo sin tartamudear.
—Tú me quieres.— Si soy sincero "querer" no la palabra que usaria, aún así di mi afirmación con un movimiento de cabeza a pesar de que él no haya hecho una pregunta.— Sabes que soy un debilucho deprimente y aun así me dejas quererte.— Con mucha fuerza me acerco aún más a su pecho en el abrazo.— Jamás me avergonzaría de que alguien tan genial como tú me deje hacer esto.
Antes de responder sus labios dieron un beso en mi cuello, mi piel se erizo y de mi boca un sonido vergonzoso resonó por toda la habitación. Mis manos se movieron a mi rostro ocultando la vergüenza, aquello fue bastante inesperado.
—¡G-Giyū, eso no!— Él volvió a esconderse en mi cuello con una risilla suave.— Bobo.— Por sus pequeñas risas yo terminé por reir un poco.
Con rapidez gire mi cuerpo mientras luchaba con sus brazos los cuales me detenían de hacer algún movimiento. Ahora estábamos de frente con un espacio relativamente grande entre nosotros. Giyū tenía las piernas abiertas dejando el espacio suficiente para que yo me colocará ahí otra vez, sin embargo no voy a hacer eso.
— No puedes decir eso de tí.— Tomioka parece removerse incómodo, casi haciéndose de oídos sordos encogió sus hombros ocultándose del alrededor.— A mí no me gustan los debiluchos deprimentes.— Sus labios parecieron abrirse pero solo fue para apretarlos, su mirada me estaba evitando. No me siento cómodo diciendo cosas cursis pero supongo que debo hacerlo.— Te he dicho que eres estúpido por pensar eso de tí.— Puedo decir con seguridad que el tacto no es lo mío.— Yo también lo fuí por decir esas cosas...—
—Mhmm...— No me estaba mirando, a duras penas logro hacer ese sonido.— Yo-no... Tú...— Parecía dudar en querer hablar.
Yo mismo dude en un momento antes de colocar mis manos a cada lado de su cara, acune su rostro y lo obligue a mirarme. Mis cejas estaban curvas por la sensación tan preocupante que sentía en mi pecho, no me agrada para nada que piense eso de él.
—Giyū, no eres nada de lo que dije esas veces.— Sonreí un poco entrecerrando mis ojos, aún teniendo las vendas puedo percibir como Tomioka adivina mi expresión.— Eres fuerte y algo deprimente pero eso no es malo.— Mis manos bajaron de su rostro y comencé a jugar con las sabanas abajo de nosotros, intentando expulsar los nervios mientras busco que puedo decir con menos severidad.— En realidad olvida eso, no eres deprimente.
—O-Obanai.— Reprimida, bastante avergonzada había salido la voz de Giyū.
Volví a alzar la vista rascando con ansiedad mi cuello impaciente a que él terminara de responder, no quise verme tan desesperado para no apresurarlo pero me resultaba difícil. No soy bueno con las palabras y él parece no ser bueno en escucharlas.
—¿Có-cómo puedes decir eso?— La forma de sus labios se curvaron en una mueca extraña.— Yo nunca te he demostrado nada, yo-yo...
—¿Nunca has demostrado nada?— Interrumpí con una frustración ansiosa.— ¡E-eres un grandísimo estúpido!— Levanté mi dedo y señale su cara, moviendo mi muñeca en el balanceo de mi brazo frustrado al frente de su rostro.— Giyū, ¡eres muy fuerte, cariñoso y tienes un lindo corazón! Gracias a tí es que aún estoy con vida, me consolaste cuando Kyojirou murió, me trataste bien aún cuando yo jamas lo hice y-y me haces sentir seguro.— Dios Santo, mi garganta se quema por el calor ardente que siento acumulado allí. Lo que ese cara de rata me obliga a hacer.— ¡Mi única queja es que eres un tonto!— Demasiado directo, muy brusco, ¿qué pasá si eso lo hace sentir mal? Oh, no, no quiero eso.— A-aunque eso no es malo, eres un tonto soportable. Me gustas así con tus tonterías y esas cosas...
Bueno, si Tomioka no se siente mejor después de mi basura de discurso no lo culparía. Él no parece querer responder, tal vez aún se mantenga procesando todo lo que le dije.
—Mira, Giyū...— Volví a tomar aire. — A lo que quiero llegar es que olvides todo eso que alguna vez dije. Siendo sincero el verdadero tonto soy yo, estaba equivocado.
Tragar mi orgullo es difícil, aún peor cuando Giyū volvió a estar tan callado y sereno. Sus ojos volvieron a estar sin una expresión pero dudaban, casi puedo ver los engranajes de su cerebro moverse mientras intenta autoconvencerse. Me comencé a desesperar hasta que de pronto como una pequeña señal de cambio, Giyū comenzó a lagrimear.
De pronto Giyū apretó mis muñecas jalandome hacia él, fue un desastre colocar mis piernas en una posición cómoda pero nada que no pueda aguantar. Volvió a esconderse en mi cuello, lloraba en silencio en ese sitio y las calidas lágrimas mojaban mi piel y mis ropas. Giyū es un hombre tan tonto y sentimental cuando está conmigo, me agrada que sea así. Estoy seguro que con ninguna otra persona se comportaría de esta manera al igual que yo, me gusta la sensación de protegernos entre nosotros.
—O-Obanai, gracias.— Una de sus manos se aferró a mi cintura y la otra a mi espalda, con fuerza me jalaba a él, parecía temer a que me fuera a alguna parte.— Yo-yo te haré caso, al menos intentaré.— Voz mocosa y mojada, Giyū seguía pareciendo un niño a mis ojos, un niño que tiene mucho que sacar. Me gustaría conocer el por qué de su sentir tan exagerado.—Muchas gracias por decir esas cosas.
—Oye, está bien, no agradezcas.— Correspondi su abrazo con seguridad, me siento orgulloso de haberlo hecho bien en su medida.— No vuelvas a decir eso.— Cuando lo dije él termino por separarse limpiándose la cara con la manga de su uniforme. Una pequeña sonrisa volvió a aparecer en su rostro.— Puedes hablar conmigo d-de lo que sea, Giyū, ¿está bien?
—Esta bien.— Me encanta la forma en la que sus labios se curvan hacia arriba en una sonrisa pequeña pero cálida.— O-Obanai...— En sus mejillas un color rosa agradable comenzó a florecer causando una aceleración a mi corazón. No respondí pero si ladee la cabeza en curiosidad.— ¿Te puedo dar un beso?
—¡A-Ah!...— Lleve mis manos a mi cara, él jamás me ha pedido eso. Siempre los roba en un momento imprevisto.— ¿Por qué tan de repente? ¡Tú-Tú puedes hacerlo sin pedir, cara de rata!
Escuché su risa mientras sus manos sujetaban mi rostro con suavidad, y antes de darme cuenta de la clase de permiso que había pedido Tomioka beso mi nariz, posteriormente sus pulgares bajaron con un poco de impaciencia mi vendaje. Fue un susto enorme, él se detuvo un segundo cuando apreté sus muñecas pero no hizo caso y beso mis labios.
Así que era esa clase de beso.
No mostré resistencia en ningún momento, disfruto en hacer feliz a Giyū y él lo es viendo mi rostro descubierto, no lo entiendo pero no me importa hacerlo. Mentiría si dijera que detesto la atención que me da y todo lo que dice cuando estoy sin el vendaje.
Los labios de Tomioka se movían suaves contra los míos, muy delicado y amable, en cambio yo intento mantener el ritmo sin moverme demasiado para no parecer un exagerado. No es que este desesperado por hacer el beso más intenso, es solo que me gusta mantener el control de este tipo de cosas lo mejor que puedo, pero está vez dejaré que Giyū bese como quiera. Su suavidad me encanta.
—E-eres tan lindo.— Susurró encima de mis labios, jugando con mi cabello y ladeando la cabeza. Eso profundizó un poco el beso y yo me derreti en sus manos.
Unos segundos más tarde decidí mover mis manos a su pecho, apretando el uniforme acercándolo un poco más. Él debido a esto soltó un sonido inapropiado, abriendo los labios y yo me adentre en su boca, al principio dude pensando que sería demasiado pero Giyū pareció estar contento. Una de sus manos bajo hasta mi espalda y acercó mi cuerpo al suyo, apretó mi cintura y me hizo jadear después de un gemido.
Sin embargo, de pronto se separó con una sonrisa. Giyū me miró nuevamente con aquellos ojos brillantes llenos de cariño y luego acomodo mis vendajes con cuidado.
—¿Q-Qué?— Dije aturdido sin acostumbrarme a las nuevas sensaciones.
¿Tal vez fue mucho?
Todo volvió a estar en su lugar y me quedé bastante confundido por como se alejo de mí e intento bajar de la cama. Yo tomé la manga de su haori evitando a que se alejara aún más.
—¿Q-qué pasá?— Pregunté soltando la tela y después lleve mi mano a mis labios vendados, tocando por encima de las vendas. Aún puedo sentir el sabor de su lengua en mi boca, eso me hizo sudar frío lleno de satisfacción.
La forma en la que Tomioka se lamió los labios y después giro su rostro avergonzado fue increíble. La risa que reprimió por mi mirada sobre él también lo fue.
—Ya casi anochece.— Explico señalando la ventana y en efecto, el cielo pintaba un tono naranja con violeta por la pronta metida del sol.— Tengo que patrullar hoy.
—Oh...— Dije desanimado, queriendo permanecer con él.
—Me quedaría un poco más...— Confesó y se inclino otra vez, besando mi mejilla.— Pero después no querre irme.
—Entiendo.— Dije asintiendo suave pero en el fondo me gustaría que se quedara.
Él se despidió con un beso en la frente casi impidiendo que me levanté del colchón y se fue cerrando la puerta con cuidado. Yo ni siquiera sé cuánto tiempo me quedé mirando la puerta esperando a que por casualidad volviera.
Escuché un siseo en el suelo y cuando me asome era Kaburamaru, desde que llegamos él se va por todo el día para asustar y comerse la comida que las niñas dejan a la suerte. No me gusta que haga esas cosas porque me preocupa que algún cazador desubicado le haga algo, sin embargo prohibirle que se quede es casi imposible cuando no estoy en mi mejor momento.
—Hasta que apareces, ya te daba por muerto.— Le dije arrugando las cejas.— Ya casi iba a buscarte.
Por como siseo y la forma en la que movió la cabeza me hizo saber que no me creyó, evidentemente estaba mintiendo. O tal vez no entiende lo que digo.
......
Senjurou me miraba desde su sitio como si quisiera decirme algo, sus ojos preocupados y avergonzados me examinaban con cuidado cada vez que pensaba que no lo veía. Gire mi cuello a su dirección pero de inmediato deshizo su mirada siguiendo su trabajo, en este momento estaba cosiendo unas sabanas que un idiota rompió.
No supe bien cómo comenzó, yo estaba en mi habitación cuando escuché a las niñas gritarle a un tipo con máscara de jabalí que dejara de correr con las sábanas hasta que se rompió el tela y él cayó de bruces contra el piso. Senjurou de inmediato se ofreció a intentar dejarlas como nuevas mientras me hacía compañía. Sin embargo, su compañía me es extraña porque siento que él está incómodo.
Otra vez sus ojos poco disimulados volvieron a mí, esto de veras no me gusta.
—Ey, Senjurou.— Llame y él hizo un gesto de sorpresa, casi clavándose la fina aguja en el dedo índice.— Ten cuidado con eso.
—O-Oh sí, sí.— Se apresuró a decir con sus manos más firmes sobre las telas.— Tendré más cuidado.— Se quedó unos segundos mirándome, casi dudando de seguir una conversación.
—Senjurou.— Otra vez insistí, llamando su nerviosa atención.— ¿Qué te pasa? ¿Por qué me miras?— Alce una ceja mientras mi cuerpo se paraba del colchón. Me fui a sentar en uno de los bancos de la habitación, al frente de él.
Senjurou apretó sus labios dudando, rascando su cuello con vergüenza. Él siempre había sido un poco tímido, pero se supone que no lo era conmigo. ¿Que tendrá?
—Senjurou, te estoy hablando.
—Es que tengo una d-duda.— Mi cabeza ladeó a un lado esperando a que terminara.— En realidad, es solo un chisme que a-anda por ahí.
¿Qué maldito chisme?
—Bien, ¿cuál chisme?— Pregunté, fingiendo no saber que tendría que ver eso conmigo. Mis hombros se tensaron y mis ojos lo miraban impacientes.
—Bueno, un Kakushi estaba diciendo que...— Se quedó en silencio unos segundos.— Te estabas besando con el señor Tomioka...
—¿Qué?
—¡Fue una locura!— Exclamó alzando las manos con dramatismo— Él le estaba diciendo a los cazadores en reposo que los vio a-a punto de...— Su vergüenza se vio reflejada por como su sonrojo se acentuaba con cada palabra.— Bueno, tu sabes hermano, esas cosas...
—¿QUÉ?
¡NI 5 MALDITOS DÍAS AGUANTO EL INFELIZ!
¿Ese imbécil no valora su propia vida? ¿Cómo se le ocurre decir esas cosas? ¿CÓMO PUEDE MENTIR?
—¿por qué hablo de eso? ¡me había jurado que no diría nada!, ¡cuando lo vea lo mataré, lo juro!
—E-eso pensé, ¡tú nunca...!— Su voz se quedó guardada en su garganta.— Espera.— Con una mueca extraña e impropia Senjurou me miró.— ¿A caso es cierto?
Oh, carajo.
—¿Si te estabas besando con él?— Dejo las telas y la aguja a un lado, sus ojos estaban abiertos en sorpresa.— Oh, Dios mío.
Sentí todo mi cuerpo ardiendo por los nervios intensos y mi corazón tan apresurado. Senjurou me miro bastante exasperado, como si no me conociera y pude sentir que hay muchas preguntas asomándose en su mente.
— ¡Obanai!, ¡¿en serio?!— La forma en la que Senjurou se alteró me hizo encogerme, intenté decir que se calmara pero parece ser que solo lo empeore.— ¿Pero por qué? ¡Eso no tiene sentido!
—S-si te calmas puedo explicarte, ¿Sí, Senjurou? No te tienes que enojar-.
—¡Obanai, no estoy molesto!— Interrumpió con un pequeño chillido, luego sobreabrió los ojos y se tapo la boca con ambas manos calmando sus animos. Sus cejas dejaron de estar fruncidas y en cambio volvieron a estar con su curva de preocupación característica.— Lo siento, lo siento, no debí reaccionar así.— Su cuerpo se inclino un poco en vergüenza.
—Esta bien, no hay problema.
Después de eso ninguno se atrevió a hablar de aquello por un momento. No sé que pasa en la mente de Senjurou, de repente la sensación de él desaprobando la relación me dio miedo.
Mi boca se abrió para decir algo pero Senjurou me miro y se adelantó igual de nervioso que yo.
—Sé que no debería reaccionar así...— Susurro con las mejillas rojas.— Pero me molestó que no me lo hayas dicho antes y tener que enterarme de esta manera.— Su mano subió a la nunca y comenzó a rascarse riendo.— Es estúpido, no es obligatorio que me digas tu vida es solo que...— Entendí a lo que se refirió sin necesidad de que terminará.
—¿No te molesta que este con él?
—¡No, para nada! Me siento feliz de que puedas abrirte a alguien.— Exclamó sacudiendo sus dos manos y mi pequeño miedo se esfumó rápidamente.
—Gracias... a mí también me alegra.— Baje la mirada a mis manos con una suave sonrisa, al menos por parte de Senjurou todo está bien.
—E-En realidad, hay otra cosa que sí me molesta.— Al comienzo su voz tartamudeo pero al final tuvo un tono de reprimenda, eso llamo mi atención y volví a sentirme asustado.
—¿Qué cosa?— Pregunté manteniendo la calma, viendo como sus cejas volvían a arrugarse.
—¡Que estén haciendo esas cosas!— La voz de Senjurou volvió a subir y el mero hecho de que él piense que este haciendo aquello me subió los colores al rostro.— ¡Obanai, estás en reposo! Además, ¿por qué aquí?
—¡Oye, yo no...!
—¿Sabes cómo reaccionaría la señorita Kochō si los ve? ¡Hermano, ten tantita vergüenza!— Su dedo me señalo y me sentí un poco desubicado, yo soy el que señala.— Este lugar no es para que hagan esas cosas, tú no-.
—¡Que no estábamos haciendo eso!— Interrumpí con un grito bastante avergonzado.— ¡Yo no hacía nada! Fu-fue el estúpido de Giyū y-y no era eso, ¡ese desgraciado tasgiverso todo!
Senjurou entrecerró los ojos dudando de mí y volvió a calmarse, continuando con su labor en la costura. Nego con la cabeza murmurando algo y parecía reírse entre dientes. Yo copié su acción solo que no tenía un trabajo que hacer, me conforme con mirarlo coser.
—Obanai.
—¿Eh?
—¿No me contarás cómo comenzó?— Indagó con curiosidad inclinando su cuerpo un poco. Yo en cambio arrugue el entrecejo y negué con la cabeza.— ¡Oh vamos, hermano! No es por ofender, pero jamás pensé que le gustarás a nadie.— Lo dijo riéndose y mis labios se arrugaron por su pequeño chiste, ¿quién se creía como para decir eso?— ¡Anda, tengo curiosidad!
—No, nunca.
Unos minutos más tardes de insistencia molesta y pequeños lloriqueos termine por ceder.
—Es-Esta bien...
—¡Sí, gracias!— Sus brazos hicieron una pose de victoria y después acercó el banco un poco más a mí.
No sabía cómo comenzar, quedé un rato en silencio y comencé a hablar, Senjurou estaba atento con una sonrisa en el rostro. Después de un rato me sentí bastante cómodo y yo mismo sonreí.
Tener a alguien con quién hablar de esto no es tan malo.
.'''''.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro