Z. 18
Recibo unos chocolates por parte de Arlo, los guardo en la heladera y cuando me giro, él me sonríe.
—¿Qué pasa? —consulto.
—¿Un "gracias"?
—Gracias —digo sin mucha gana.
No sé por qué me ha regalado esto, seguramente, ni siquiera lo merezco.
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