08; Intimidantes.
Freddy suele decirme que yo tengo tendencia a hacer cosas peligrosas por mera diversión personal, si soy sincero, nunca le di importancia a ese comentario sino hasta verme en una situación en donde el peligro era algo evidente, quizás era muy iluso de mi parte pensar que las escapadas a los eventos ilegales en los muelles no me terminarían causando problemas.
Doy otro paso hacia atrás. No parece ser mi noche.
—Pero miren nada más chicos, nos encontramos con el Rey. —Dijo uno de esos raros sujetos con una voz rasposa, de cuerpo ancho y robusto como un gorila.
— ¿No sabe que no puede estar a estas horas por estos lados del barrio, su alteza? —Se burló su compañero. Eran una pandilla de cuatro sujetos caminando hacia mí, acorralándome más en el callejón.
—Este es nuestro territorio. —Sentencia otro, y al parecer con aquel vago argumento se justificarían lo que fuera que pensaran hacerme.
Mi naturaleza rechaza profundamente ponerme nervioso, después de todo esa era una cualidad que me parecía inservible y que sólo inútiles como Freddy pueden tener, por mucho que este siendo consiente que mi posición estaba en latente riesgo de cualquier cosa, una sonrisa pedante se forma en mi rostro, y voy subiendo mis manos en calma.
—Es claro que todo esto sólo se trata de un mal entendido. —Les digo, sin timbre asustado, no me rebajaría a tanto, sin embargo ellos se siguen acercando hacia mí, y yo nuevamente, retrocedo de forma involuntaria.
—Por supuesto, un simple mal entendido alteza, sólo vamos asegurarnos de que no se le ocurra poner un pie por esta calle sin antes pensarlo mejor. —Habló el líder tronando los nudillos, casi de forma involuntaria paso saliva, y con lo poco que conozco percibo que mi cuerpo comienza a ponerse tenso— Hay que dejar clara nuestra posición ¿no es así muchachos?
Todos se ríen, veo la malicia en sus ojos, nada profesaba una salida para mi conveniencia. Al menos no en esos segundos. Antes de que cualquier cosa me pasara, uno de ellos cae inconsciente de la nada, al siguiente le rompen la nariz de un izquierdazo, al tercero una patada entre las piernas que lo deja hecho un patético ovillo en el suelo, y como un flash de rosa llega hasta el líder, que tiene oportunidad de reaccionar más rápido que sus compañeros y se voltea a encarar...
A una chica.
— ¡Ahg! Pero si es la perra pulgosa de los Nightmares. —Vociferó pedante, casi escupiéndole a la cara, mientras se oían los quejos de dolor de lo que era su pandilla en el suelo— Mira que venir aquí a pavonear tu patético trasero si las sanguijuelas de tus amigos ha sido una idea mediocre, va siendo hora de que alguien ponga a una zorra como tú en su lugar. —Declaró, levantando su puño sin pensar que estaba por golpear a una joven, quiero articular palabras, más ella reacciona más rápido que yo y esquiva el golpe, mientras le propina un puñetazo en la quijada que lo mando al suelo en el acto.
Estoy sin palabras.
— ¡Muévete ya, tarado! —Me grita, yo respingo del susto al escucharla, y mi cuerpo se pone en marcha.
—Maldita... perra... ¡Levántese imbéciles, tras ellos!
Salimos del callejón dando carrera, escucho a los sujetos levantarse para seguirnos, no sé a dónde ir, por lo que sólo atino a no mirar atrás y sólo seguirle el paso a ella, dando inicio a lo que supongo era una persecución, sin duda esta basura se lleva lo mejor de toda la noche, la adrenalina que siendo me embriaga de emoción, me hace sentir vivo, y eso aviva las ganas de reírme de la situación. Freddy a la final no estaba tan equivocado sobre mí, puede ser que de verdad sea un lunático que encuentra diversión en el peligro.
Ella parece avisarme de algo, no logro entenderla hasta que noto que salta y comienza a subir una reja, mi cuerpo reacciona antes de que yo lo haga y ya cuando menos me entero también estoy subiendo la reja a prisas hasta saltar al otro lado. Nos permitimos mirar atrás y los sujetos todavía no cruzaban a nuestra dirección, más sus sombras nos indicaban que estaba cerca de hacerlo.
De un parpadeo siento que me empujan tras unos contenedores verdes de basura, no pude si quiera quejarme del rudo trato ni del apestoso olor porque una mano se puso sobre mi boca y unos eléctricos ojos rosas me estremecen las entrañas.
— ¡Haz silencio! —Me dice ella de cerca... tan cerca que siento como su alterada respiración choca en mi cara, olía a chicle de fresa.
No me muevo y no digo nada, más me quedo observándola de forma inevitable, nada de manos delicadas, nada de cabello largo y cuidado con atención, era de apariencia dura, intimidante y peligrosa, ojos chispeantes de fuerza, rostro severo, un cabello rapado por la mitad que me desconcierta, en mi cabeza las chicas adoran su pelo, más ella lo usaba de esa forma fuera de mi molde preestablecido, portando aquellas prendas en sus muñecas de aspecto rustico y puntiagudo.
No puedo detallar mucho más su rostro, ya que se voltea a un lado, al parecer verificando que los maleantes nos hayan perdido el rastro, y por la forma que deja salir el aire y me suelta para volver a guardar distancia, me avisa que lo peor ya terminó.
Nos quedamos un rato en silencio intentando regular la respiración por la reciente carrera, notaba por la luz en los faroles que su cuello estaba empapado de sudor, con su pecho subiendo y bajando que me obligo a apartar la mirada.
—Gracias. —Logré decir.
—Para ser el rey de los muelles se nota que sigues siendo un turista. —Me dijo ella, no parecía ser un comentario despectivo, era más bien una afirmación en base al embrollo en el que me terminó encontrando.
Tiene un tono de voz aceptable para el tipo de chica que me parece, peligrosa y racional, me agrada.
—No me vendría mal aprender a dar unos buenos golpes como tú. —Me rio, consiente que esta chica bien puede molerme a golpes si quisiera. Más no parece ser la clase de persona que recurre a la violencia sin tener antes una razón de peso para hacerlo.
—Ten más cuidado por donde vas, muchas pandillas no dejan pasar por alto que vayan por sus zonas. —Me aconseja, mientras se pone pie.
Yo también lo hago.
—Teniendo en cuenta que hoy lo iba aprender por las malas, es un buen consejo, soy Fred. —Me presento, y al contrario a muchas ocasiones a ella solamente le ofrezco la mano y no busco acercarme ni un poco, le tenía mucha estima y me intimidaba en un buen sentido.
Ella se queda viendo mi mano unos segundos, suspira, y me devuelve el apretón, el apretón más fuerte que he recibido en la vida.
—Maggie. —Me dice.
—Maggie... eres... eres la baterista de aquella banda ¿cierto? —Le pregunto haciendo memoria, ahora que la presenciaba con total claridad.
Ella asiente.
—La próxima vez no regreses solo, siempre es mejor estar en grupo por aquí. —Vuelve a aconsejarme mientras comienza a subir la reja... ¿tan vulnerable le parezco?
—En ese caso, no sería buena idea dejarte volver sola, después de todo, esos hombres todavía deben estar rondando por ahí.
Ella salta al otro lado.
—Sé cuidarme sola. —Me mira de reojo.
—Eso acaba de quedarme bien claro.
Noto que ella se lleva una mano a su cadera, y se voltea por completo frente a mí.
—Ya estas a salvo, al otro lado de esta cerca es territorio seguro, no deberías tener problemas para volver a casa.
Supongo que es caso perdido insistir, se me agotaba el tiempo con el cuerpo y tenía que llegar antes de que Freddy o mamá despertaran.
—Gracias otra vez. —Reitero, literalmente me salvó el pellejo esta noche.
Ella me vuelve asentir mientras se comienza alejar, antes del cruce suelto de repente...
—Los Nightmares, ¿cierto?
Se detiene, y vuelve a mirarme sobre el hombro.
—Así se llama tu banda, segundo lugar en el evento... nada mal.
La escucho suspirar y apártame la vista, sin embargo, me responde.
—Gracias, supongo. La verdad, por alguna razón a Deuz no le costó reconocer tu victoria.
—Viniendo de los veteranos, debo decir que me considero alagado.
—En realidad parece que quiere conocerte, puedes buscarnos si pretendes irte de aventuras por el barrio sin pensar. —Me invitó.
Le sonrío.
—Lo tendré en cuenta.
La perdí de vista después de eso, no logro encajar que demonios es lo que acaba de pasar, más entiendo que me intimida, y eso de una alguna forma extraña me fascina, soy consciente de que hay chicas que me dejan claro que son fuertes, pero todo queda con palabras, Maggie no necesito palabras para demostrarme que ella era más peligrosa, y a pesar de esa ventaja, no era un cubo sin emoción, es decir, me acaba de salvar el trasero de forma desinteresada y asegurarse de dejarme camino seguro hasta mi casa.
¿Todavía necesitas más razones para amarlas?
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