Sus majestuosas alas oscuras.
Aquellas que le hacen ver como un hermoso ángel cada que surca el cielo.

Un ángel corrupto, un ángel de la muerte, un ángel verdadero.

Era normal ver al dios cerca cada que él y su grupo de "amigos" acababan una de las misiones que les encargaba Nightmare.

El dios recolectaba las almas de los monstruos que ellos mataban, siempre había sido así desde hace bastante tiempo.

Era su trabajo después de todo ¿no?.

Después de cada masacre, Dust se quedaba un rato por los alrededores, con la escusa de "ver si quedaba alguien" o de "que Dream o Ink no planeen seguirlos", aunque la verdad era otra.

Realmente se quedaba para ver al dios.

No sabe bien la razón de esto pero, solía relajarle ver a Reaper volando con aquellas enormes alas negrisas.

Un suspiro escapo de su boca; ya llevaba largo rato y el de cabello azabache no daba señales de aparecer, por un momento pensó en que había pasado algo.

Tal vez estaba ocupado...

Quizás solo dormitaba por ahí...

O solo se canso de estar siempre tras ellos...

Como sea, no le gustaba esa fea sensación que se acumulaba en su pecho cada que pensaba en ciento de escenarios por los que el dios no aparecía.

Cada uno peor que él anterior.

Lo odiaba, odiaba sentir aquello por Reaper, ni siquiera sabía que era.

No podía ser preocupación, no, se negaba rotundamente a eso; tal vez se había enfermado, estar tanto tiempo en el frío por fin le había dado una pulmonía o algo que asemeje el feo sentimiento en su pecho.

No fue hasta que finalmente lo vio revoloteando por el destruido pueblo que finalmente se tranquilizó, el aleteo de sus alas hacia esparcir el polvo y la nieve del lugar.

Sus alas se arrastraban por la nieve teniendo un efecto contrario a lo que pensó, derritiendo levemente está dejando un rastro negro, no lo había notado antes en su au.

Paso un rato para que Reaper finalmente terminara con su trabajo, abrió sus majestuosas alas para luego despegar vuelo abriendo en el cielo un portal yendo al siguiente Au.

Unas plumas negras se vieron caer del cielo, el de cabello grisáceo las miro ser movidas por la brisa invernal hasta que finalmente estuvieron lo suficientemente cerca para intentar atraparlas.

Mala idea.

Soltó un leve quejido al sentirlas en su mano.

Rápidamente las soltó y estas cayeron al suelo derritiendo la nieve y dejando un oscuro color en esta.

Miro su mano ahora rojiza por la quemadura y maldijo internamente.

¡¿por qué todo lo que tenía que ver con Reaper era tan peligroso?!.

¡ni siquiera podía tocar unas estúpidas plumas!.

Sin dudas el dios era alguien especial.

Bueno... era un dios, un ser imponente, un ángel de la muerte.

Alguien a quien alabar, alguien a quien ver y no tocar.

—ay no, estoy pensando como el Simp de Cross.

Se espanto al verse asemejado con su compañero albino.

Ahora tenía dos dolores, la quemadura en su mano y el golpe bajo a su orgullo.

Continúa...