Por más extraño que suene, Reaper huele a flores y no a flores marchitas, claro que no, el huele a dulces y frescas flores que normalmente encontrarías llenas de colores y vida... lo opuesto a él lo cual es algo extraño pero eso no le quita lo agradable.

Un chico bicolor se acercó al dios quien se encontraba tranquilamente sentado en la suave nieve haciendo dibujitos con su dedo en esta, el dios solo perdía el tiempo, estaba aburrido por no tener nada interesante que hacer y al mismo tiempo se estaba muriendo de pereza recordando vagamente que aún tenía trabajo para hacer como el dios de la muerte que es.

El dios alzo la mirada al escuchar las pisadas de alguien acercándose a él, sonrió en grande al ver al asesino de ojos bicolores y capucha grisácea, le saludó con alegría moviendo su mano animadamente.

—heya Dust.

El nombrado sólo frunció el ceño para luego darse la vuelta y comenzar a alejarse de aquel lugar, no sin antes soltar en voz alta un;

—hueles a muerto.

El de cabello negro le miro confundido para luego olerse, se confundió aún más al notar que no olía a nada malo o a putrefacto, extrañado por el reciente comentario, dejo lo que estaba haciendo y mejor salió de aquel lugar, se daría un baño solo por las dudas pues quizás si olía a podrido aunque el no lo notara, pues como dicen por ahí "Tu propio olor no te afecta pero a los demás si".

Y mientras con Dust, este estaba auto regañandose por lo que había dicho, aunque no se retrataria de lo que dijo, para él Reaper huele a muerto... o bueno, a aquel olor que dejan las flores que le llevan a los muertos, no era algo que fastidiaba pero era extraño.

Extrañamente lindo... lo cual odiaba, tal y como odiaba al dios.

Continuará...