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19. La razón de lo absurdo (o la Teoría sin Sentido Aparente)

La razón de lo absurdo (o la Teoría sin Sentido Aparente)


Francis despertó y se percató que se encontraba en un mundo vacío similar al que había servido como escenario de las múltiples batallas finales de los heraldos y demonios.

Poco a poco sus sentidos se acostumbraron parcialmente al lugar y pudo distinguir que estaba sentado en una mullida silla de madera acolchada con aspecto elegante. Frente a él había una mesa circular considerablemente pequeña, pero repleta de una increíble cantidad y variedad de dulces y postres.

Luego de presenciar feroces enfrentamientos entre criaturas incomprensibles, a Francis le resultó inaudito terminar con algo así en aquel mundo vacío. Su vista aún estaba debilitada por la enorme cantidad de energía que había consumido para crear las réplicas de los caballeros y de Doggy, por lo que apenas podía diferenciar los dulces de la mesa. Su estado era tan lamentable que se vio obligado a atenazar las manos a los lados de la silla para impedir que su mareo lo hiciera caer a la negrura infinita que se extendía bajo él.

―Fue sumamente interesante poder observar todo lo que sucedió ―comentó una voz femenina e infantil cercana―. ¡Ha sido el mejor show que he visto en toda mi existencia!

Francis sacudió el cabeza, confundido, hasta que se percató que una niña de aproximadamente doce o trece años estaba sentada al otro lado de la mesa. Un rápido vistazo le permitió concluir que no era humana: su largo cabello multicolor, al igual que sus arregladas uñas, cambiaban de matiz y tonalidad continuamente, dándole un aspecto hipnótico. Era pálida, lo que contrastaba con sus ojos de iris profundamente negro y sus labios escarlata. Para destacar aun más su aspecto llevaba encima un muy elegante vestido blanco y rosa de estilo antiguo, repleto de cintas, blondas y listones.

―¿Quién...? ―Francis se detuvo, intentado contener las nauseas que lo invadían―. ¿Qué eres... tú?

―Soy el Director Absurdo, aunque no me sorprende que no lo adivines ―contestó ella y se llevó una taza llena de chocolate a la boca, emitiendo un gorjeo de satisfacción―. Alguien me puso ese apodo y se esparció a lo largo del universo, a pesar de que mi naturaleza es indudablemente femenina.

―Espera... Dijiste que tu avatar no podía... ser apreciado totalmente por las formas de vida poco inteligentes.

La niña tomó un caramelo de la mesa, lo desenrolló y se lo llevó a la boca.

―Yo nunca dije eso. Esta la primera vez que conversamos.

―¿De qué hablas? Me contactaste en la réplica de Neosalén y pasamos dos semanas entrenando para derrotar a Doggy...

―Ah, eso lo hiciste con tu Director Absurdo.

Francis enarcó ambas cejas y parpadeó varias veces, absolutamente confundido.

―¿Mi qué?

El Director Absurdo suspiró y apoyó su rostro sobre una de sus pequeñas manos de uñas multicolor.

―Vine a este planeta para albergar a todos los seres vivos en la Razón de lo Absurdo y guarecerlos en algún lugar seguro antes de la llegada del Profeta... No tengo idea de cómo conseguiste esa información y tampoco sé cómo funciona tu poder, pero asimilaste mis capacidades y creaste a una réplica de mi esencia espiritual.

Francis la miró sin comprender nada.

―¿Qué yo qué?

―Creaste un Director Absurdo con poderes limitados, el cual a su vez creó una Razón de lo Absurdo considerablemente frágil a la cual ingresaste tú y otras pocas criaturas.

―¿Yo...? ¿Yo originé todo lo que sucedió?

―Por eso fue el mejor show que he presenciado, me recordaste a mí misma durante mis primeros eones existenciales.

Se impuso un incómodo silencio que la niña aprovechó para comer varios de los dulces, emitiendo sonidos de satisfacción para cada uno. Francis no tenía ánimos para llevarse algo a la boca, y en su lugar estaba deseoso por conseguir más información.

―¿Por qué actuaste recién al final?

­―Pensaba intervenir cuando Barahometh se fusionó con el Chernabog artificial de tu amigo, pero luego asumí que era mejor evaluar tu potencial. ―Sonrió―. Gracias a eso mis planes han cambiado.

Francis ladeó la cabeza, intrigado.

―Llevarme a toda la población del planeta sería muy complicado ―explicó la niña―. Puedo convencer con violencia a los Chernabog y a los Heraldos de Folkmord, pero tendría problemas con los Reyes Demonio, el Itrox "B", y las entidades sagradas. ―Levantó ambas manos, emocionada―. ¡Pero ahora que sé que posees un poder tan asombroso puedo asumir otra perspectiva!

―¿Yo qué?

―El Director Absurdo artificial que creaste te dijo que se alimentaba de las emociones negativas, pero realmente es al contrario, mi fuente de energía son los sentimientos positivos.

―¿Y eso quiere decir que...?

La niña tomó una galleta de la mesa y la partió en dos.

―Yo sola no puedo hacer frente al Profeta. Un enfrentamiento aterrorizaría a la población del planeta, demonios incluidos, así que no me ayudarían ni para proveerme energía. Pero ―se metió ambos pedazos de galleta a la boca―, con tu extraño poder podemos luchar en cooperativo.

Francis suspiró.

―Para ser sincero, no estoy captando nada. Creí haberlo entendido cuando hablé con el Director artificial pero ahora estoy más que confundido.

―Sobrecarga de información, ¿eh? ―Ella sonrió y se estiró―. Podemos dejar el tema del Profeta para después. Tenemos más de cinco años terrestres para prepararnos, y por aquel tiempo el Embaucador ya debería estar listo para... ―La niña se tapó la boca con las manos―. ¡Lo siento! Sigo sobrecargándote de información. Mejor pregúntame lo que desees y cuando estés satisfecho puedes regresar a tu mundo levantándote de la silla.

Francis asintió y pensó cual de sus miles de interrogantes era prioritaria. Tomó un vaso de agua cercano y, tras beber, se aclaró la garganta dispuesto a comenzar.

...

―Y eso fue más o menos lo que me contó ―concluyó Francis, muy agotado.

Se encontraba en la zona exterior de una pequeña cafetería ubicada en la plaza de su ciudad. Sentados a cada lado estaban Isaac y Dasha, quienes lo miraban completamente anonadados.

―Entonces el Director nunca fue el antagonista... ―murmuró Isaac, bajando la mirada―. Simplemente no participó en la historia.

―Ahora entiendo por qué Carthaphilum fue derrotado tan fácilmente ―acotó Dasha, sacudiendo su cabello negro―. Aunque es una lástima que la demonio y los heraldos hayan huido aprovechando la confusión.

―El Director opina que fue mejor que todos hayan sobrevivido, ya que serán útiles para derrotar al Profeta ―indicó Francis―. También dijo que Kiseki terminó en buen estado, pero no he encontrado manera de contactarla. Tal vez si la busco en la red...

―No es necesario ―siseó Dasha―. Acepté dejarte vivir a cambio de que me ayudes a preservar mi especie, por lo que lo mínimo que espero es tu fidelidad absoluta.

―¿Qué vas a hacer ahora, Frank? ―preguntó Isaac.

―Entrenaré con el Director en la Razón de lo Absurdo. Ella dijo que con algo de práctica podría incluso superarla.

Dasha lo tomó de una manga y lo jaló.

―El Director es una chica, ¿no? Si vas a entrenar yo debo estar allí.

Francis chasqueó la lengua.

―No es necesario...

―A mí también me gustaría observar cómo lo haces ―afirmó Isaac, emocionado―. Puedo llevar a Doggy, a ver si podemos aprovechar su naturaleza de Chernabog.

Francis suspiró, consciente de que no podía evitar que su amigo y su autoproclamada novia se metieran más en el asunto. Todos habían pasado por una absurda experiencia traumática, y ninguno de ellos podría regresar a su vida normal de forma sencilla.

―¡Está bien! ―aceptó el chico―. Pero será recién dentro de un par de semanas. El Director dijo que primero debe hablar con los líderes religiosos y con los Reyes Demonio.

Isaac y Dasha sonrieron y asintieron. Cambiaron de tema a cosas más banales como sus actividades escolares, su cercana graduación y sus planes mundanos a futuro. Francis participó de la conversación con normalidad, pero en algún punto su mirada se perdió en el cielo, preguntándose qué clase de aterradoras y maravillosas aventuras se vería obligado a vivir a partir de entonces.




FIN (esta vez sí de verdad)

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