18. La razón por la que al final todo siempre es un sueño
La razón por la que al final todo siempre es un sueño (o la Teoría del Spoiler Previsible)
Francis se concentró, intentando ignorar el atroz ruido que producían los ataques de la demoníaca Doggy. No era fácil olvidarse de la terrible situación que le rodeaba, pero siempre había tenido especial facilidad para perderse en su propia imaginación. Se obligó a desechar el vestigio de su obsesión por la normalidad que lo había caracterizado durante toda su vida y se decidió a actuar.
―¿Pero qué diablos es eso? ―exclamó Isaac.
El chico señalaba aterrado una especie de caballero de armadura blanca que había aparecido cerca de ellos. El desconocido se mantenía inmóvil, con una enorme espada empuñada en sus manos a la altura de su abdomen. Su indumentaria le cubría todo el cuerpo y su lustroso casco ocultaba su rostro, lo que le daba un aire extraño, como si su armadura estuviera vacía.
―El Director me explicó que tengo una extraña conexión con la Razón de lo Absurdo ―informó Francis, observando con orgullo la armadura viviente que había creado―. Poseo cierta autoridad aquí.
―¿Y recién dices algo así? ―espetó Dasha, y se encogió de hombros―. Aunque no creo que dures mucho usando un poder así.
Francis sonrió y señaló a Doggy, que se mantenía concentrada en atacar al Director Absurdo. Al instante, la armadura blanca dio un increíble salto, con la espada sobre su cabeza preparada para partir a la demonio por la mitad. Sin embargo, no llegó a acercarse ni unos metros a su objetivo, ya que se deshizo debido al área de efecto de los embates energéticos que lanzaba Doggy sin cesar.
―¡Maldición! ―exclamó Francis.
―¡Piensa en algo más fuerte! ―indicó Isaac con desesperación.
―¿Cómo qué? No se me ocurre algo que cumpla con el arquetipo de "bueno"...
―Toma el mundo real como ejemplo ―sugirió Dasha, ligeramente interesada en las posibilidades―. ¿Qué es lo más poderoso que existe que, además, sirva contra una criatura demoníaca?
Francis volvió a concentrarse, pero le resultó imposible idear algo que pudiera servir. Los ataques de Doggy se hacían cada vez más violentos y potentes, de modo que el Director Absurdo no parecía poder seguir resistiendo por más tiempo.
―Algo fuerte... algo que pueda ganarle a un demonio...
―La Iglesia... ―susurró Isaac―. ¡Eso es! ¡La Asamblea de la Inquisición!
―¿Realmente existe? ―preguntó Francis, mirando a su amigo con sorpresa―. Bueno, no importa, creo que servirá.
―Crea a un Maestre, o incluso al mismo Señor Inquisidor ―sugirió Isaac.
Francis asintió y cerró los ojos, comenzando a concentrar su imaginación para dar forma a lo que, suponía, era el inquisidor ideal. Luego de unos segundos tenía frente a sí la imponente figura de un caballero negro que refulgía un brillo carmesí de su casco y de las articulaciones de su armadura.
―¿Cómo es posible que consigas cosas así tan fácil? ―increpó Dasha.
Francis sonrió.
―Estuve entrenando estas últimas dos semanas con el Director.
―¿Dos semanas? ―Isaac se frotó la barbilla―. Ah... olvidé que en la Razón de lo Absurdo el tiempo difiere entre sus mundos.
Francis consideró que no podía darse el lujo de seguir malgastando tiempo, de modo que envió a su inquisidor artificial a enfrentar a Doggy. El resultado fue similar a lo sucedido con la armadura blanca, pero la demonio se vio ligeramente sorprendida por el ataque. Isaac y Dasha perdieron las pocas esperanzas que habían obtenido al ver que su plan había fracasado miserablemente.
Pero Francis se negó a rendirse.
Volvió a concentrarse y generó un nuevo caballero imbuido en una potente luminosidad dorada, armado con un par de hachas de guerra. La réplica de inquisidor arremetió contra Doggy y, aunque fue destrozado en un par de segundos, fue capaz de detener momentáneamente la presión que la demonio mantenía contra el Director.
Francis recordó que Kiseki había utilizado una estrategia similar, aprovechando sus numerosas invocaciones para doblegar a Doggy, por lo que decidió seguir el mismo camino. Se concentró aun más y produjo una docena de caballeros inquisidores, cada uno con un arma y brillo distinto. Continuó creando nuevas réplicas sin detenerse, ordenándoles a todas a arremeter contra Doggy.
La multitud de caballeros desconcentró a la demonio, cosa que el Director aprovechó para tomar la ofensiva golpeándola con la mole de sus múltiples cuerpos. La situación parecía favorable, hasta que en un punto Francis cayó de rodillas, sangrando profusamente por la nariz.
―¡Maldición! ―clamó, y comenzó a toser con desesperación.
―¿Qué te pasa? ―preguntó Isaac preocupado, mientras se agachaba junto a él.
―Es un colapso espiritual ―supuso Dasha―. No sé por qué tienes el poder del Director, pero sigues siendo un humano. Si continuas creando cosas te autodestruirás.
El lamentable estado de Francis había detenido la producción de réplicas, por lo que Doggy se vio libre nuevamente para poner al Director en graves problemas.
―¡Maldición! ¡Maldición! ―volvió a exclamar Francis con rabia―. ¡Esa desgraciada Doggy! ¡Sólo ella misma podría derrotarse!
Golpeó el suelo de piedra con fuerza y repentinamente una nubosidad negra lo empujó a un lado, cayendo junto a Isaac. El pequeño pedazo de mundo donde ellos y Dasha se habían guarecido se vio desequilibrado por la repentina aparición de una atroz criatura antropomórfica cubierta de pelo negro, con un cráneo de cabra por cabeza.
―¡Increíblemente increíble! ―soltó Isaac―. ¡Ahora hay dos Doggys!
―Puedes crear demonios... ―musitó Dasha, mirando a la réplica con terror―. Espera, ¿esa cosa está de nuestro lado?
Francis meneó la cabeza y se limpió la sangre del rostro.
―Supongo que...
―No estoy precisamente de su lado ―aseguró la Doggy replicada―. Realmente hiciste una copia exactamente igual a mí, Francis, mereces mi sincero reconocimiento.
―¡Y puede hablar! ―exclamaron los chicos al unisonó.
―Me limitaré a arruinar los planes de los demás ―indicó la demonio artificial―. Y como la otra yo es alguien externa a mí, también arruinaré mis propios planes. ―Se encogió de hombros y abrió su cráneo en cuatro partes―. ¡Qué situación tan irónica!
Sin más que decir, se lanzó contra sí misma. La Doggy real no se vio especialmente sorprendida de tener que enfrentar a su propia réplica, y se enlazaron en una brutal contienda que las obligó a desplazarse por todo el espacio vacío. El Director Absurdo aprovechó las inesperadas circunstancias y comenzó a atacar a ambas demonios, pero ellas se limitaron a esquivarlo e ignorarlo, completamente concentradas en eliminarse mutuamente.
―¡Pero qué perfecto Deus Ex-Machina! ―exclamó Isaac, levantando a su perro―. Hacer que un demonio derrote a otro demonio...
―Deus Ex-Machina ―susurró Dasha y sonrió mirando a Francis―. ¿Te queda poder suficiente para crear algo más?
―Creo que estoy a punto de desmayarme, pero puedo intentarlo.
―Entonces dame un celular con el que pueda comunicarme con el mundo real.
Francis la miró, confundido.
―¿Puedes hacerlo? ―añadió Dasha, haciendo puchero.
El chico asintió y cumplió la extraña petición. La vampiresa agradeció con una sonrisa luminosa en el rostro y marcó un número, tras lo que se ocultó tras unas ruinas.
Por otro lado, la pelea entre la Doggy real y la falsa continuaba sin que ninguna de las partes diera su brazo a torcer. Intercalaban entre lanzar rayos de sus cráneos, formar orbes de energía oscura con sus manos y entrelazarse en feroces intercambios de zarpazos y mordidas. Dada la situación Francis supuso que, en algún momento, ambas Doggys desfallecerían, lo que sería una victoria ideal para ellos. Sin embargo su esperanza se esfumó al caer al piso y sentir que la sangre volvía a brotar de su nariz, acompañada esta vez de leves hemorragias de sus ojos y oídos.
―¡Una de las Doggys se ha debilitado! ¿Crees que sea...? ―afirmó Isaac y miró a su amigo―. Francis...
―No pasa... nada.
Francis intentó levantarse, pero sus piernas se negaron a responderle. De forma similar, la Doggy artificial comenzó a tener problemas para seguir el ritmo de la pelea, lo que le costó terminar con la cabeza cercenada por un certero rayo de su contrincante. El Director Absurdo intentó aprovechar la oportunidad para acabar con la demonio restante, pero esta concentró sus energías para formar una figura multidimensional que hizo reventar todos los animales que componían al titán cósmico.
―Perdimos... ―murmuró Isaac, apartando la mirada con pesar.
―No... ―Francis intentó detener la hemorragia que lo afligía, sin éxito―. Aún puedo invocar... otra vez...
―¡Terminarás matándote!
―Si no... lo hago... Doggy... nos matará a todos.
―Pero...
Repentinamente Dasha apareció nuevamente, muy contenta, y lanzó el celular cerca de Francis.
―¿Qué... hiciste?
―Nada en especial ―aseguró la vampiresa sin dejar de sonreír―. Simplemente arreglé las piezas para darle un aburrido final a esta historia.
Doggy, tras asegurarse que el Director Absurdo estaba totalmente neutralizado, centró su atención en los chicos. No los consideraba una amenaza, por lo que se dio tiempo para retomar su forma de chica y acercarse a ellos lentamente.
―Eres un demonio aterrador ―dijo Dasha al tenerla al alcance―. Ya arruinaste los planes de los heraldos y del titán, ¿qué más quieres?
―Simplemente quiero despedirme ―aseguró Doggy―. La Razón de lo Absurdo colapsará pronto y todos ustedes perecerán con ella.
―Nos subestimas demasiado.
Doggy se encogió de hombros.
―Lo siento, no puedo sentir preocupación por un par de humanos y una vampiresa.
―Bueno, yo no puedo hacer nada contra ti ―Dasha sonrió―. Pero los vampiros somos criaturas especialmente orgullosas, ¿sabes?
La demonio resopló con aburrimiento y retomó su apariencia bestial. Abrió su cráneo en cuatro, dispuesta a ahorrar el sufrimiento de quienes habían sido sus compañeros durante un corto tiempo. Pero, repentinamente, levantó la cabeza y disparó con todo su poder hacia el oscuro vacío. Su ataque, aparentemente ilógico, le permitió contener el asalto de un extraño ser con forma de serpiente alada con múltiples brazos que había emergido de una fisura del mundo. A pesar de la potencia del rayo de Doggy, la recién llegada criatura no se vio afectada y obligó a la demonio a esquivar su caída.
La serpiente con alas de murciélago se recuperó rápidamente de su ataque fallido y enrolló su cola alrededor del pedazo de mundo en el que se encontraban Dasha y los demás. Abrió su ofídica boca, mostrando sus gigantescos y afilados dientes y las delgadas pupilas de sus incontables ojos dorados se angostaron al clavarse en Doggy.
―Realmente es intrigante volver a verte, Barahometh ―pronunció el peculiar reptil con una gruesa voz silbante que provino de las bocas que adornaban sus alas―. ¿Qué te puede llevar a intentar dañar a la hija del Monarca Sanguinario?
―Carthaphilum ―siseó Doggy―. ¿Sigues actuando de perro faldero para los Sugrobina?
La serpiente azotó sus lenguas contra sus colmillos.
―Ah... los demonios de octava generación realmente son irracionales. Insensato aquel que prefiere seguir la senda del Rey Negro cuando podría aceptar la misericordia de la Reina Verde.
Doggy abrió su cráneo y atacó a Carthaphilum, para luego lanzarse contra él preparando orbes de energía en sus manos. Pero la serpiente era colosal y las escamas que cubrían su cuerpo lo hacían inmune al daño externo, por lo que no tuvo problemas en desviar el ataque y responder la acometida.
―¿Qué está... sucediendo? ―preguntó Francis, incapaz de seguir la demoniaca pelea.
―Llamé a mi padre antes ―explicó Dasha, restándole importancia―. Me pareció que podía ayudarme con un verdadero Deus Ex-Machina... ¿o debería considerarlo un Diabolus Ex-Machina?
La confrontación no duró mucho más. Doggy era fuerte y poseía energía ilimitada, pero no podía hacer nada contra un demonio de mayor jerarquía que, además, contaba con capacidades vampíricas. La serpiente consiguió debilitarla lo suficiente para neutralizarla con un preciso vómito ácido que la hizo desaparecer en el negro vacío del mundo colapsado. Carthaphilum, agitando sus ciclópeas alas membranosas para mantenerse a flote, emitió un poderoso rugido de victoria, destruyendo algunos pedazos de mundo cercanos.
―Esa cosa... ¿es de los buenos? ―murmuró Isaac, temblando al igual que su perro.
El ofídico demonio se agachó rápidamente ante los chicos y los observó durante unos segundos, tras lo que su atención se concentró en Dasha.
―Devitse Dasha, me alegro de verla sana y salva ―pronunció, tomando el pedazo de mundo con sus colosales manos―. El Monarca Sanguinario me hubiera enviado mucho antes si se hubiera enterado de su situación.
―Mi padre siempre está ocupado ―dijo Dasha sin mucho interés―. Da igual. Carth, sácanos de aquí.
―Por supuesto, devitse, mi mayor prioridad es mantenerla a salvo. Pero aún no he acabado completamente con Barahometh y también siento la presencia de tres entidades cósmicas cerca. ―La serpiente hizo bambolear sus lenguas fuera de su boca―. Por el momento eliminaré a los humanos.
Carthaphilum alzó una de sus manos y formó varias estacas verdosas, apuntando directamente a Francis e Isaac. Dasha, que estaba a su lado, ladeo la cabeza sin saber qué hacer. Francis intentó decirle algo para convencerla de ayudarlos, pero un sonido indescriptible le impidió abrir la boca.
Todos, incluido el ofídico demonio, se sobresaltaron por el espantoso ruido que parecía provenir de todas partes y a la vez de ninguna en específico. Carthaphilum detuvo la carga de su ataque y giró la cabeza observando a su alrededor con sus cientos de ojos. Repentinamente, el demonio abrió la boca y alzó sus brazos sobre su cabeza, pero fue incapaz de detener la tremenda distorsión que hizo caer toda la negrura del mundo sobre él.
El impacto fue tan fuerte que destruyó el pedazo de mundo donde los chicos se encontraban, expulsándolos en distintas direcciones. La mezcla de emociones alcanzó un punto tan insoportable que, en ese preciso momento, Francis finalmente despertó.
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