Capítulo uno
Se preparaban las espadas y armaduras militares para partir de forma inmediata al centro de la ciudad, era un día "especial". Al ser el cumpleaños del alcalde, se haría un pequeño acto en su honor, lo cual sería bien aprovechado por Eugeo, ya que ahí la podría ver a ella.
No era precisamente una fiesta de disfraces o con antifaz, aunque sí se guardaría cierto "secretismo" para la fiesta.
Kazuto entraba por la puerta, Eugeo se colocaba su uniforme. Tenía en su cinturón su espada.
-¿Listo para la fiesta? –Preguntó el muchacho de cabello negro.
-¿Para verla a ella? Siempre estoy listo. –Respondió, sonriendo para sí mismo.
Ambos muchachos salieron del cuartel con la misma dirección: la de ir al centro de la ciudad, que era donde se encontraba el palacio del alcalde.
Con ello, los dos subieron al carruaje. Tenían el grado de oficiales, por lo que se les tenía esas atenciones.
El cochero rápidamente apresuró el paso de los caballos. Tardarían, a lo sumo, cinco minutos.
Se veían bastante apuestos con sus uniformes, en especial Eugeo. Kazuto, muy por su parte, estaba un poco desarreglado del cabello, algo que a él no le importaba en lo absoluto.
Como fuera el caso, Eugeo se había vestido perfectamente, incluso tenía sus medallas de rango en la solapa de su abrigo. Sonreía a cada momento mientras miraba la ventana, ya quería ver el vestido de Alice.
-Piensas en ella, ¿no es así?
-Te mentiría si te digo que no.
-¿Existe un momento del día donde no pienses en ella?
-Ni uno sólo. –Eugeo abrió su abrigo, extrayendo de él una fotografía de Alice. Ella estaba a un perfil ¾ sonriendo sin mostrar los dientes. Su peinado era muy soberbio, y tenía un collar de perlas medianas, que resaltaban la delgadez de su cuello. Los hoyuelos de sus mejillas se marcaban un poco. –No hay mujer más hermosa que ella en la tierra.
-Calma. Para mí, Asuna es más hermosa.
-Porque es tú esposa.
-Evidentemente. Hablando de esas cosas, ¿Cuándo le propondrás matrimonio a Alice?
-No lo sé...no sé si deba primero mostrarme como pretendiente suyo o, por el contrario...
-Tú hazlo. He hablado varias veces con su padre de quién tendrá la mano de Alice...se ha mostrado muy afectuoso hacía ti.
Apenas escuchó esas palabras, el rostro de Eugeo se ilumino completamente. Volvió los ojos a la fotografía de Alice, la cual ella le había obsequiado en muestra de ¿afecto? No lo sabía muy claramente.
Llegaron prontamente cuando se acabó esa conversación, lo que no sería extraño al vivir tan cerca del centro de la ciudad.
Bajaron para acomodarse un poco las ropas, viendo a todos lados. Los techos estaban decorados con serpentinas de un extremo a otro, algunos adornos coloridos se habían pegado en las paredes. Había una mesa para lo que era el alcalde, su mujer, y sus dos hijas.
Las hijas del alcalde, independientemente de cuando acabara con su mandato, eran las solteras más "cotizadas" en especial su hija mayor. Ambas eran muy parecidas, salvo la edad, algunas facciones del rostro y un poco el color del cabello. De ahí en fuera, eran casi dos gotas de agua.
Claro que, y siendo oficial del ejército, Eugeo era un buen partido para "El dorado" de los hombres, como se solía decir entre ellos para referirse a Alice y su color de cabello.
La madre de las dos mujeres ayudaba a la organización. Sería una mujer de dinero, claro, aunque ella deseaba ayudar para quedar bien con su esposo y que no hubiera mayor reproche.
Como Eugeo sabía a la perfección que no hay mejor manera para ganarse a una hija que primero ganándose a su madre, el muchacho fue caminando hacia ella. Kazuto le dio una palmada en el hombro, deseándole suerte al oído.
Él no se llevaba muy bien con la madre de Alice, ya que ella conocía las intenciones del muchacho. No quería que se casara con ella.
Al primer segundo en que el muchacho entró en el campo de visión de su "querida futura suegra", ella enchinó los ojos, haciendo un gesto disimulado de desagrado. No quería verlo ahí, a todos menos a él.
Creía que, por ser fecha especial, le pediría la mano de Alice a su padre con algún obsequio, lo que ella aborrecía.
Siempre hubo esa discusión...
-Eugeo es un buen prospecto para Alice. Se conocen de años y él tiene futuro en el ejército.
-Jamás. –Sentenció ella. –Ese muchacho no es para Alice. Yo pensaba en algo menos...salvaje que un militar. Ellos tienen aventuras con mujeres, no viven en sus casas, ¿piensas en el sufrimiento de nuestra amada por quedarse sola en casa?
-¿Y entonces que propones? –Preguntó el padre, llevándose las manos a la frente por la molestia que le causaba que su mujer no le hiciera caso. Unas bofetadas vendrían bien para componer eso. (Machismo de la edad media :v)
-No sé...¿Qué tal Kazuto?
-Su padre me dijo que se casará el mes que viene.
-¡Carajo!...¿podría ser Eldrie?
-Mujer...él es militar también. Y vive en la capital.
-Sigh. Ya le buscaré esposo a mi hija, tú búscale uno Selka.
Regresando de aquel no tan amable recuerdo, Eugeo se encontraba frente a frente con la madre de Alice, haciendo una reverencia al tiempo en que se quitaba su gorro militar.
-Buenos días tenga usted, alcaldesa. –Sonrió el muchacho, haciendo una reverencia aparte de tomar la mano de la mencionada para darle un beso en el dorso de la misma.
-Igualmente, muchacho. –Ella no sonrió, notándose como que le daba igual.
-¿Dónde está el señor? Me gustaría ir a...
-No se encuentra todavía. –Interrumpió ella, sorprendiéndose. Claro que era mentira, ya que pensaba que Eugeo iba a ir con él a pedirle la mano de Alice.
-Qué lástima. Lo buscaré luego. Por cierto, ¿y Alice donde se encuentra?
-Y dale con lo mismo. –Pensó ella, enojada. –No la he visto aún. Seguirá en casa a...
-Iré a buscarla, entonces. Nos vemos, señora.
-¡Oye, espera! –Entre el ruido, la distancia y lo demás, Eugeo no escuchó la voz de su "querida y futura suegra".
No estaba molesto, ni siquiera se había dado cuenta de las dobles intenciones de la madre de Alice al mentirle sobre su ubicación. La casa quedaba en frente de la plaza, así que la buscaría.
Como amigo suyo que era, aparte de militar, podía acceder a la casa sin invitación. Llevaban años conociéndose, y es que los dos siempre se habían amado.
Tendrían, por aquel entonces, unos dieciséis años. Alice era una jovencita, usaba un vestido color azul que la hacía ver muy hermosa. Sus guantes blancos combinaban a la perfección.
El vestido, en cuestión, era para verano, ya que era de manga corta y sin hombros, teniendo el escote abierto. Incluso ese día, Eugeo tenía un botón de su uniforme abierto por el calor que hacía. Había regresado del cuartel para preguntar asuntos del servicio militar y, en específico, de su adiestramiento.
Ella, muy joven y bella, al ser una señorita, no pudo evitar esconder su rubor cuando vio a su amado acercarse al jardín donde ella leía, sonriéndole con gran devoción.
-Buenos días. –Saludó el joven. Arrodillándose ante la silla en donde Alice se encontraba sentada. Ella quería levantarse, pero su contrario no se lo permitió.
-¿Eugeo, qué haces? –Preguntó ella, avergonzada.
-Nada en especial. –El joven la tomó de la mano, plantándole un beso al dorso de la misma. Cuando eso pasó, la soltó, levantándose nuevamente.
-Eugeo...me sonrojas. –Confesó la muchacha, llevándose la mano al pecho para tocarla con su otra mano, aparte de levantarse.
-Bueno, seremos muy jóvenes para esto, pero un día quisiera casarme contigo. –El muchacho sonrió mostrando los dientes, sorprendiendo a su contraria.
-¿Estás pidiendo mi mano? Somos jóvenes aun, no digas locuras. Aparte dejaremos de vernos si tú entras al...
-Siempre que pueda, iré a verte con una rosa en la mano. Te lo aseguro. –Él la cogió de nuevo de la mano, besándola una vez más. –Hace un calor endemoniado, ¿bebemos algo adentro?
-Eugeo...esta es mi casa, así que debería ser yo quien lo pregunte. –Dijo ella, irónica.
-Lo sé.
Iba entrando por la puerta del palacio del alcalde, caminaba lentamente, haciendo tiempo. Había varios jarrones con flores y rosas, y él tomó una de las que estaban más abiertas, quitándole los primeros pétalos para guardarlos en su bolsillo.
Pensó en Selka, quien seguramente bajaría con Alice por la escalera cuando fuera el momento, por lo que también tomó una para ella, pero no cuidó mucho la presentación. A la otra la tenía más cerrada, más bella y presentable.
Caminó un poco más por el palacio, viendo que todo seguía perfectamente igual, las pinturas de los techos, los tapices de las paredes, incluso los candiles eran los mismos. Lo único de nuevo serían las flores, en realidad, y quizá algún que otro jarrón.
Como fuera, el esperaba frente a la escalera, sorprendiéndose cuando escuchó unos tacones bajando, luego viéndolos asomándose en un vestido de color azul cielo. Tanta fue la sorpresa del joven que miró como si hubiera visto a un fantasma.
Era Alice quien bajaba, sujetándose del barandal para no caer. En cuanto vio a Eugeo con dos flores en la mano, dos manchas carmesí aparecieron en sus mejillas. La muchacha sonrió tímidamente.
Eugeo fue corriendo a las escaleras, quedando dos escalones abajo que Alice, tomando su mano para darle un beso.
-Hoy te ves muy hermosa, Alice. –Sonrió él.
-Gr-gracias. –La mujer se avergonzaba.
Lo que no sabía es que su interlocutor igualmente se moría de la pena, aunque lo disimulaba bien. Terminó de subir las escaleras hasta quedar a su rango, enredando su brazo en el de su contraria.
-Te ayudo a bajar.
-Tan amable como siempre. –Sonrió.
Alice, de facto, se veía hermosa con ese vestido suyo, siendo más completo que el anterior, de manga francesa, poco abultada al igual que la copa del vestido, llegándole a la altura necesaria. Sus guantes le llegaban hasta abajo del codo, siendo blancos, pero que combinaban a la perfección. Su peinado se encontraba enrollarlo entre mechones y una trenza bien hecha.
-¿Para quién es la otra rosa? –Preguntó Alice, oliendo la suya propia, detectando el olor fresco de la rosa.
-Para Selka, por supuesto.
-Que atento eres con ella.
Entre las discusiones de los padres de Alice se encontraba quien de las dos hijas se casarían con Eugeo. Selka, al igual que Alice, estaba enamorada del muchacho, pero ella lo aceptaba abiertamente. Alice siempre evadía el tema, ya que le daba vergüenza hablar de sus sentimientos, aparte de que no quería crear una disputa con su hermana, de ahí que no dijera sus sentimientos.
-Yo digo que Selka se case con Eugeo. Es un buen partido para ella.
-¿Y por qué no para Alice? –Recriminó su padre.
-Porque ella es la mayor, así de simple.
La verdad era que Selka se molestaba con Alice por el simple hecho de que ella estuviera en mente de su padre para casarse con el hombre al que amaba. Eran peleas menores...de ahí que ella no dijera su parecer respecto a su boda con Eugeo, aparte de que lo veía lejos todavía.
Malamente para ambos, no era así, ya se acercaba la época en que alguno de los dos, naturalmente, se tendría que casar, ya fuera con su amado, o no. Era una carrera contra el tiempo, en especial para Eugeo. Un soltero no era mal visto, pero una mujer soltera y sin hijos era inconcebible, de forma definitiva.
Bajando definitivamente, los dos se encontraron a Selka, quien se sorprendió de verlos juntos. claro que sintió unos leves celos al verlos tomados del brazo, aunque se contuvo para no quedar mal con Eugeo.
Alice, sabiendo que eso acabaría mal, se separó de Eugeo, sonriéndole de forma disimulada.
-Veo que te encuentras muy bien hermana. –Selka tiró una indirecta.
-Ayudé a su hermana a bajar de la escalera, me daba pendiente que se fuera a caer.
-¿Y esa rosa? ¿Acaso es para mí? –La menor de las dos mujeres sonrió, llevándose el abanico abierto a la boca.
-Será usted adivina. –El muchacho extendió la mano, aparte de darle un beso a cada mejilla de Selka. Ella sonreía como si fuera una niña al recibir un regalo.
-Que detalle de su parte...¿aunque no son las mismas rosas que yacen en los jarrones? –Selka rió un poco. Eugeo se puso un poco nervioso.
-Son del mismo tipo, pero no iguales.
-¿Seguro? En cada jarrón hay cinco. –La chica revisó con la mirada todo el vestíbulo. –Y en ese jarrón de allá hay tres...sospechoso.
-Es una simple coincidencia.
Mientras Selka y Eugeo discutían, Alice reía un poco, mostrando sus dientes. El muchacho la vio y quedó encantado, algo de lo que su hermana se percató, poniendo un mal gesto.
-Como sea. Tengo que irme, así que suerte. –Ella se marchó haciendo sonar sus tacones con fuerza. Los dos que quedaron atrás se miraron, haciendo un gesto de que se deslindaban.
Se preparaban en la parte de afuera lo que eran las decoraciones. Kazuto ayudaba, esperaba a Asuna, quien ya no debía tardar mucho en venir.
El muchacho buscaba a sus dos amigos en las cercanías del palacio, no encontrado a nadie que pudiera parecerse a ambos. Por el contrario, veía a varios hombres acercándose, charlaban en puntos diferentes de la plaza, lo que le parecía un poco extraño.
Aún faltaba un poco de tiempo para que la celebración comenzara, así que no tenía por qué haber tanta gente todavía.
Varios caballeros también se encontraban por la zona, así que Kazuto se sintió más tranquilo. Los tiempos iban mal.
En el palacio, Eugeo y Alice platicaban en una de las salas de espera. Las sillas estaban decoradas con telas blancas, sumamente adornadas con contornos en dorado de rosas, cuadros, etc. Eran muy lindos.
Seguían charlando lo de las rosas y de Selka, pareciéndoles extraño que se fuera así como así. Claro que Alice sabía que se debía la molestia de su hermana, prefiriendo no decir nada.
¿Cómo decirle al chico que amaba que su hermana igualmente quería contraer nupcias con él?
Su madre los vio de nuevo, algo que a ella no le hizo gracia. Alice se alarmó un poquito, sabiendo que sería reñida por su madre de forma disimulada. Quería evitar que esos dos estuvieran juntos, ergo, se siguieran enamorando, lo cual sería completamente imposible.
-Alice, querida, ven a ayudarme con las cosas de papá, ¿quieres?
-Po-por supuesto. –Dijo ella, obligadamente.
-Joven Eugeo, usted tiene que estar afuera, con los soldados. ¿Qué ejemplo de oficial sería usted si los deja al desorden?
-Tiene usted razón, mi señora. Regresaré con su hija a platicar en otro momento. Nos vemos entonces. –Eugeo sonrió de forma altanera a propósito con tal de molestar a la madre de Alice.
-¡Ash! -Exclamó ella cuando el muchacho se fue. Miró a su hija de forma amenazante, tomándola de la mano para subirle de nuevo por las escaleras. Tenía que hablar con ella.
El regaño fue a puerta cerrada, en el cuarto de la propia Alice. Ahí ella se encontraba sentada, mirando hacía el suelo mientras su madre caminaba por la habitación.
-¿Qué le pasa a ése? ¡Es un irrespetuoso, y no te casarás con él a pesar de lo que diga tu estúpido padre!
-La boda la tiene que decidir él.
-¡Jamás! Yo me encargo de ti y él de Selka... -La mujer suspiró. –Tengo un buen prospecto para ti, Alice, y te espera allá abajo. –Su madre se asomó por la ventana, sonriendo para sí. La invitó a ver.
La muchacha tuvo que levantarse para ir a ver por la ventana. También era un joven, aunque se notaba que era un militar de mayor rango, uno de los peces gordos. Saludaba a todo el mundo, y varios lo buscaban para toparse con él "de casualidad".
-Es él. Eldrie es el mejor para ti, no que ese salvaje.
-Los padres de Eugeo tendrán origen humilde, pero él es...
-No digas más. El amor ciega a las mujeres y las vuelve estúpidas...ya vez que me pasó con tu padre. Quiero ahorrarte los problemas que yo tuve en mi juventud, así que, por piedad, hazme caso, Alice. Dale una oportunidad a Eldrie antes de que se casen.
-¿De qué me sirve conocerlo si igualmente me lo vas a echar en cara aunque yo le odie?
-Él no te hará odiarlo. Lo amarás, te lo aseguro.
-¡Pero yo ya amo a Eugeo, mamá! –La chica se separó de la ventana, caminando lejos, llevándose las manos a la cabeza.
-¡Ah, no! ¡No vuelvas a decir eso, Alice! ¡Selka también está enamorado de Eugeo, y él es mejor para ella por ser la hija menor! Tú tienes mucho que dar en nombre de la familia, ¡así que no puedes casarte con ese muchacho que quieres!
Sin querer responder, Alice se fue abriendo la puerta. Su madre le gritó desde donde estaba, pero fue respondida con el azotón de la misma.
Ella quería llorar, se sentía completamente frustrada de no ser escuchada nunca, de siempre tener que acatar todo por ser la hija mayor. Deseaba no serlo, de tener la suerte de Selka de que a ella se le invitara a hacer las cosas, no a obligársele a hacerlas.
Pocas opciones tenía, salvo las de apelar a su padre, quien era el único que podría salvarla de la furia de su madre y de ese destino que no quería compartir.
Eugeo charlaba con Kazuto, ambos vieron a Eldrie y, naturalmente, fueron a saludarlo.
-Señor, un gusto saludarle. –Los dos hicieron el saludo militar. Eldrie era coronel, sacándoles varios escalafones.
-Qué bueno contar con ustedes. ¿Tienen hombres a su mando? Por lo que veo, tú eres un oficial. –Mencionó Eldrie, tomando del brazo a Eugeo.
-No tanto así. Si bien hemos dirigido algunas expediciones, no tenemos alguna sección en especial.
-Ya veo...no es por ser alarmista, pero recorren rumores de...rebeldes por la capital, así que hay que tener todo bien cuidado. Es posible que quieran atacar a pueblos como éste para reclutar soldados, tener centros de operaciones o saquearnos, así que tengan los ojos bien abiertos.
-¿Por eso hay más caballeros? –Cuestionó Kazuto, recordando lo de hace un rato.
-En efecto. Tememos que, al estar todos en el centro, nos tomen desprevenidos y nos vayan a rodear. No sabemos cuántos son en total esos rebeldes. Nada más sabemos que siguen a alguien llamado...Gabriel.
-He escuchado ese nombre. –Afirmó Eugeo.
-Son rumores...así que diviértanse y no comenten nada de esto con los soldados. Por ahora es conveniente que...
Ante la llegada del alcalde, la gente le ovacionó, causando bastante ruido. Eldrie se calló por la fuerza, poniendo un gesto de disgusto.
Como todos estaban distraídos por ovacionar y ver al alcalde, varias personas se empezaron a acercar, aunque con notoria agresividad, entre las personas.
-Como les decía...lo que ahora conviene es estar despiertos en caso de que algo pueda pasar.
-Y tampoco alarmar a la gente, por supuesto.
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Uhhhhh a que esa no se la vieron venir uwu sobre todo por como trato el aligeo en mis fics :v ese ship siempre sale mal :v
Aunque ahora, y en esta historia alterna de Underworld, pues el fic se sitúa ahí, el estilo será como la novela Anna Karenina, de Tolstoi :o para los que hayan leído el libro...pues NO será una copia al carbón de la historia, aparte me baso más en la trama de Levin y de Kitti.
Respecto a lo demás, ya se pueden dar una idea de por donde van los tiros en la historia, y debo reconocer que la narrativa es muy bonita, quizá sea de las mejores que haya redactado uwu ojala todas me quedaran así :'v
La historia tendrá como subtrama la vida marital de Kirito (o en este fic, Kazuto), y Asuna la cual no será de graaaan relevancia, pero igual es linda jejeje
Sin más, la historia se va a subir cada jueves sin falta, y aparte de que será la única historia que publique en el perfil, ya no será como hace tres semanas, donde editaba y subía dos historias la vez. Ahora, me despido, espero les guste este fic tanto como a mi me gusto escribir x3 bienvenidos los nuevos y hola nuevamente a los que ya me conocen
Nos vemos en una semana!
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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