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Capítulo trece

Era la mañana de la boda, las campanas de la iglesia del barrio sonaban con fervor. Eugeo se levantaba a toda prisa, pidiéndole a su yamshchik que no fuera a su casa para llevarlo al templo donde serían las nupcias.

Claro que la petición extrañó al yamshchik, aunque acató la orden al Eugeo decirle que prefería ir caminando al lugar para quitarse los nervios antes de la boda.

Ayer había nevado, lo que daba un aura especial a todo el pueblo. Selka usaría un abrigo blanco que combinaba con su vestido.

Quedaban restos de nieve, eso sí. Aunque el día era soleado, sin calor y con aires fríos. A pesar de que no sonaba muy decoroso, la verdad es que sí lo era, por más curioso que sonara.

La boda se realizaría a las tres de la tarde, hora de la resurrección de Cristo. Eran las once del día.

En casa de Selka, las cosas estaban bien apresuradas. La señora Schuberg se apresuraba a ponerse su vestido y maquillaje. El señor estaba listo desde hacía ya más de media hora, pero boleaba sus zapatos para que estuvieran brillantes.

Alice no se había parado en la puerta de la casa. La propia Selka no tenía ni la más remota idea de si ella iría ese día, lo cual le apenaba profundamente. Quería ver a su hermana para que la existencia le fuera un poco más feliz.

Ella no quería ir, odiaba tener que casarse con un hombre al que no amaba y que no la amaba. Su madre se veía tan feliz, que hasta pena le daría verla cuando supiera que no deseaba casarse de verdad ese día y ninguno otro mientras su marido fuera Eugeo.

Se notaba tan inquieta, no sonreía, se quedaba pensativa con el ramo de rosas blancas que tenía en sus manos. Pensaba en que su apellido ahora cambiaría, cosa que no le agradaba mucho: Selka de Maatsura.

Su madre tocó la puerta de su habitación, entrando para tomarla de uno de los hombros.

-¿Estás lista?

-La verdad es que no.

-Es normal. Crees que el mundo es tan pequeño y se expande de una manera impresionante que lo que creías que era queda reducido a una cosa diminuta. Ya verás que todo sale perfectamente.

-Ojalá que así sea. –Tan mala suerte que la señora Schuberg no se dio cuenta de lo que en verdad decía Selka.

Ya quedaba resignarse en serio.

X

Era de esas veces en que todo se veía tan alegre. En la casa, Asuna ayudaba a Lev a ponerse el moño mientras que Kazuto perseguía a Yui, quien no quería peinarse para ir a la boda.

Cuando el muchacho la atrapó, intento cargarla, pero su dolor de espalda se lo impedía, así que la llevó de ambas manos al sillón, donde comenzó a peinar a su hija.

-Maldita guerra... -Se quejó, para sí mismo.

Alice ya tenía su vestido puesto, incluso estaba ligeramente maquillada ya que ella odiaba enserio el tener que empanizarse de polvos. Suspiraba fuerte, deseando que estuviera dormida y que le dijeran que ese día no había llegado aún.

Lev entró a su habitación, corriendo hacia ella para tomarla de las rodillas.

-¿Cómo me veo, tía Alice?

-Como un mono, Leva. –Sonrió ella, ayudando al niño a subir a su cama. Lev se veía tan gracioso con su trajecito de vestir que en verdad parecía un monito con saco y pantalón.

De cualquier modo, no dejaba de ser simpático, y daban ganas de comérselo a mordidas pequeñas, sobre todo porque tenía sus mejillas muy grandes y apretables.

Ya con Asuna y Yui listas, las dos entraron en donde Alice y Lev. La niña se rió de su hermano, quien se apenó un poco.

Sí, así de simpático era verlo.

Las dos mujeres se llevaron un niño en cada una. Kazuto leía el periódico y fumaba un cigarro en el jardín para tratar de tranquilizarse. Sentía que algo no andaría bien, tenía ese mal presentimiento.

En un punto, hacía como que leía al ser consumido por la preocupación de que algo sucediera. Ya ni siquiera fumaba, tenía el cigarro quemándose en su mano de gratis. Se levantó de su asiento para emprender rumbo a casa de Eugeo.

-Regresaré en un momento...quiero cerciorarme de algo.

-¿Kazuto? Pero falta una hora para que sea la boda.

-No te preocupes, Asuna. El yamshchik ya deberá venir en camino. Nos vemos en la iglesia, llegaré a la hora acordada.

-¿A dónde vas exactamente?

-A buscarlo...no hablaré con él ya que estoy seguro que no me hará ni caso faltando tan poco para que eche a perder su propia vida y la de dos personas más.

-¿Entonces?

-Tranquila, mujer. Quisiera presentar al novio, eso es todo. –Kazuto salió por la puerta, caminando apresuradamente a la calle.

Alice se quedó viendo la puerta, suspirando para después bajar la mirada. Lev la jalaba del vestido, ella le acarició sus cabellos castaños.

El muchacho temía por su buen amigo. No sabía bien que era lo que planeaba, si se escaparía, si iría a la iglesia o si se quedaría en su cuarto sin ganas de salir a ningún lado.

Lo que fuera a hacer, en verdad preocupaba mucho a Kazuto. Esperaba que estuviera en casa, aunque eso no era ninguna buena señal. Capaz lo encontraba borracho, en pijama y sin el traje preparado. Eso era lo que más le daba miedo: encontrarlo borracho.

Cuando iba a mitad de medio camino, pasó por el puente que separaba el pueblo en dos, ya que ahí mismo pasaba un río que, en ese momento, estaba congelado casi por completo.

Si algo entraba, con el frío que hacía, era más que seguro que no saldría. Era un río profundo.

Justamente en uno de los pedestales del puente, Kazuto vio a Eugeo sentado, fumando con toda la tranquilidad del mundo, observando el paisaje congelado y los árboles secos por la época que era.

Él apresuró su paso todavía más de lo que ya lo hacía, llegando justamente cuando Eugeo tiró su cigarro al suelo. Su contrario lo miró, sonriendo cuando lo hizo.

-Me alegra saber que no estaré solo...

-¿De qué hablas? Tu boda será en menos de una hora, ¿quieres hacer esperar a Selka?

-Sigh...no precisamente, Kazuto. A pesar de que te dije que me he mantenido feliz...tienes razón, no he sonreído desde que Alice me negó su mano.

-¿Sigues pensando en eso? Sabes que, ¡mejor ve a la iglesia y diles a todos que no habrá boda porque no amas a Selka y a quien de verdad amas es a Alice! ¡Eso sería lo mejor para todos, te lo he dicho por semanas, pero no pareces hacerme caso!

-Te quedaré muy mal ahí, amigo. –Eugeo sacó otro cigarro. -¿Tienes fuego? Mis fósforos se acabaron.

-¿Ah? Claro... -Kazuto sacó su caja de fósforos, dándosela a Eugeo, quien tomó uno y lo prendió para así ponerse a fumar.

-Gracias...por eso siempre te consideré mi amigo... nunca me dejaste solo, ni siquiera al momento de mi muerte. Adiós.

Eugeo se deslizó del pedestal donde estaba sentado, tratando así de caer directamente al río congelado. Kazuto, ya a sabiendas que Eugeo planeaba algo así, lo tomó del brazo, sujetándolo también del pecho para tenerlo bien seguro de que no cayera.

-¡Sí ya sabía qué planeabas hacer una locura desde que te vi sentado aquí! –Farfulló él, luchando por regresar su cuerpo al puente.

-¡Déjame, ya te dije que no podrías entenderlo! ¡Tú tienes todo, Kazuto, eres feliz, yo ya no puedo tener absolutamente nada! ¡Dime, ¿de qué me sirve vivir si no es para ser feliz?!

Asegurada ya la vida de Eugeo al regresarlo al puente, ambos hombres se revolcaron en el suelo. Kazuto aprovecho que su contrario no había comido bien y su cuerpo estaba débil. Así le fue fácil contenerlo.

Varios hombres, viendo lo sucedido, se acercaron para también contener a Eugeo, sacándolo del puente y así tenerlo más seguro. Lo sujetaban entre tres personas.

-Gracias, muchachos. Me hacía falta una mano. Ahora...amárrenlo de pies y manos, no queremos que vuelva a tratar de arrojarse al puente.

-¡Eres un desgraciado, Kazuto!

-Sí, mira quien habla. El que intentó arruinarle la vida a más de una persona. Cuando despiertes hablaré seriamente contigo.

-¿Cuándo me despierte?

-Sí... -Kazuto le dio un golpe a Eugeo que lo dejó casi inconsciente. –Amárrenlo mientras está tranquilo. Les pagaré con tres dinars, denme un rato en lo que regreso.

-No se preocupe por el dinero. La diosa Stacia nos recompensará por salvarle la vida a este hombre de cometer una locura.

-Supongo que tienen razón...

En la iglesia ya se encontraban Asuna, Alice y los dos niños. Buscaban con la mirada a Kazuto, quien no parecía estar en el lugar. Eso sí, mucha gente ya había llegado. Naturalmente, faltaba no más de diez minutos para que la boda comenzara.

Los invitados se saludaban entre sí, notando una cosa muy obvia: Eugeo no se encontraba en ningún lado.

A menos que quisiera hacer una entrada de último segundo, nadie se explicaba la razón de no encontrarse en la iglesia, ya preparado, con los anillos en la mano y algún regalo para la familia de Selka.

Alice se percató principalmente de ello, sospechando que algo no andaba bien. Kazuto y Eugeo no habían llegado.

-Algo sucedió...

-¿Hum?

-Algo sucedió, Asuna. Date cuenta, ninguno de los dos han llegado.

-Kazuto quería llegar con él, por eso fue a buscarlo.

-No. Dijo que llegaría con nosotras a la hora que acordamos, y ya pasa de esa hora.

-La tía Alice tiene razón. –Dijo Yui.

-Bueno...si me recuerdas eso. Espero que estén bien, de lo contrario no sé cómo voy a reaccionar.

Todos los invitados estaban esperando a la llegada del novio al altar, quien se suponía debía estar primero que la novia.

Ella lo esperaba en el cuarto de la iglesia, no entendiendo a que se debía su retraso. Quizá hubo algún contratiempo, era imposible que no fuera a venir. Su yamshchik tampoco sabía dónde estaba, ya que el novio le dijo que prefería ir caminando a la iglesia, ya que no se encontraba tan lejos.

Selka se veía hermosa, con su vestido blanco con el velo cubriéndole ya el rostro. Cubría, en efecto, unos ojos que se encontraban no muy lejos del llanto, no tanto porque Eugeo no fuera a venir, sino por el hecho de que se casaría para ser completamente infeliz durante mucho tiempo.

Los asientos eran ocupados, y las campanas de la iglesia indicaban la hora que era. La señora Schuberg se impacientaba, molestándole profundamente el hecho de que Eugeo hiciera la grosería de llegar tarde a la boda.

Kazuto corría apresuradamente a la iglesia, incluso se había quitado la levita y el saco para tener más movilidad. De vez en cuando casi se quería resbalar en el suelo con nieve, superando siempre esos obstáculos, de pura suerte.

Otro golpe en la cadera no lo aguantaría ni de chiste, así que era mejor apresurarse, teniendo precaución.

-¡Joder! ¡¿Por qué se me ocurría no buscar a un yamshchik y así llegar más rápido?!

Cuando el muchacho entró, todos se le quedaron viendo, sorprendiéndose de verlo sudado, jalando aire y con lo que parecía ser una ansiedad enorme.

Con su entrada, la mala noticia llegó, naturalmente, él informaba que había salvado a Eugeo de una tentativa de suicidio. Se armó un revuelo en toda la iglesia, incluso el cura se santiguó ya que eso indicaba una mala señal, algo que, definitivamente, no podía estar bien.

-Pero, ¿cómo es posible? –Preguntó el señor Schuberg.

-¡Trató de saltar de un puente, estuve a nada de que se matara! ¡Con el agua así de fría, moriría a pesar de lograr sacarlo!

-Entiendo...díganle a Selka que la boda se va a retrasar, pero se efectuará así sea lo último que ese muchacho haga. –La señora Schuberg estaba completamente encolerizada. -¡Vayan a buscarlo! ¡¿Dónde está él?!

-Esa no será la solución, señora Schuberg...hay cosas que él y Selka no le han dicho.

-¿Qué es lo que hablas, Kirigaya?

-Venga, y lo sabrá inmediatamente.

Selka caminaba de un lado a otro, observando el reloj de péndulo. Pasaban más de diez minutos de las tres y aún no la llamaban, lo que le era tortuoso y extraño en todos los sentidos.

Se sentó de nuevo, dejando el ramo a un lado suyo para llevarse las manos a la cara. Se sentía impotente, quería que su tormento acabara ya, pero no podía ser así.

Abriéndose la puerta, ella se sorprendió al ver a su madre y a Kazuto entrando con una prisa endemoniada.

-¿Qué pasó?

-Eso no importa ahora, Selka. Dile a tu madre la verdad. Eugeo me lo dijo, él lo sabe y se ha dado cuenta, ¡dile a tu madre que no amas a Eugeo y no deseas casarte con él!

-¡Kirigaya, qué injuria! ¡Sé que usted es amigo de Eugeo, pero decir semejante mentira para que se case con Alice es...!

-Es verdad, madre...yo no amo a Eugeo. –La chica se rompió a llorar, cubriéndose el rostro mientras miraba hacia abajo.

-Vea, vea a su hija y dígame si no siente lo que ella. ¿No puede ver lo evidente? De en verdad amarse, ¿por qué Eugeo trató de hacer lo que hizo?

-¿Qué le pasó a Eugeo? –Preguntó Selka, levantando su rostro. Su maquillaje se había arruinado completamente, notándose infeliz.

-Intentó...intentó de aventarse del puente que divide la ciudad. Lo salvé justo a tiempo.

-Ay, no puede ser. Sabía que no me amaba, ¿pero, tanto así? Es tan desgraciado...¿por qué quería casarse conmigo? ¡Me iba a dejar sola, con hijos, deudas y una vergüenza para el resto de mi vida si se suicidaba tras casarse conmigo!

-Selka, si sabías que él no te amaba, ¿Por qué seguiste con la boda?

-¡Por miedo a ti, madre! ¡Tú deseabas que me casara con él, pero yo no pude amarle por él no amarme como quería! ¡No dije nada por temor a provocar tu cólera, de ahí que me guardara lo que sentía!

La señora Schuberg poco o nada se creía lo que su hija le decía, por lo que incluso se molestó un poco. Ella no podía ser la culpable, ¿qué culpa podía tener ella si tan sólo quería la felicidad de sus dos hijas?

Ahí recaía su error, el pensamiento egoísta de lo que ella definía de forma unilateral como "felicidad" cuando, claramente, ella no sabía que era lo que verdaderamente haría feliz a sus hijas.

En un primer momento ella podía tener razón, puesto que Selka quería casarse con Eugeo, pero insistir aun cuando su marido le decía que algo no andaba bien en ese asunto, ya era necedad ciega.

Lo peor venía ahora. Kazuto iría a traer a Eugeo ante todos para aclarar que no habría boda. Alice estaba confundida, preocupada por su amado, y no tenía idea de que pasaría con él tras ese enorme revés.

Selka estaba completamente furiosa, quitándose el velo para tirarlo al suelo, al igual que el ramo lo arrojó contra la pared. Le daba igual que la boda estuviera arruinada y los diez mil dinars se fueran directamente al carajo. Lo que le fastidiaba y con toda justa razón, era pensar que Eugeo era tan cobarde e irresponsable.

Únicamente la tranquilizaba pensar que nada había pasado a mayores y que, incluso, pudo terminar mucho peor. De cualquier manera, casi mataría a Eugeo apenas lo tuviera frente a sí.

El señor Schuberg pidió a los invitados que se retiraran. Claro que el escandalo ya estaba hecho, el honor ensuciado y las burlas para largo ya inventadas. Selka prefería la vergüenza de unos meses a una infelicidad de por vida.

Kazuto y uno de los hermanos de Eugeo fueron a buscarlo. Él seguía amarrado y seguramente lo estaría aun por un buen rato para evitar que cometiera locuras. Debía una buena explicación a absolutamente todos.

Alice fue junto con Selka, quien ya se había quitado el vestido de novia para ponerse uno de vestir más casual. Se había desmaquillado al habérsele arruinado el trabajo anterior de forma absoluta.

-Pobre de ti, Selka. No creí que él...

-No hablemos de ese tema. Al final de todo, no estábamos destinados a amarnos. No obstante, ¿tú a él sí? Si Eugeo no me amó como yo deseaba es por no superar lo que sentía por ti, y no estoy enojada contigo ni nada. Me enoja que haya querido engañarnos a las dos haciendo algo tan irresponsable como ocultar sus verdaderos deseos.

-Y si no lo amabas, Selka, ¿por qué?...

-Ya sabes la respuesta. Nuestra madre no queda libre de culpa. ¿Sabes? Puedes casarte con Eugeo, ahora se tú su prometida...te obsequio a ese hombre. Creo que todas ganas de casarme se han desaparecido con este trago amargo.

-Eso no quita que aun puedas amar, hermana.

-Lo único que no deseo es volver a ilusionarme y que me suceda de nuevo lo mismo. No podría soportarlo, y menos si es alguien a que sí amo. Suerte con él.

Selka, casi como si no le hubiera afectado lo que acababan de hacerle, salió por la puerta. Quería ir a casa y descansar, dormir un rato tras beber un té caliente. No quería ver a su "prometido" ni en pintura. Lo único que pasaría si se lo pusieran en frente es que lo ahorcaría hasta la muerte.

-Si tanto quiere morirse, yo puedo cumplirle perfectamente ese deseo. –Se dijo a sí misma, suspirando lo suficiente para sacar vapor caliente en un aura tan frío.

El muchacho estaba despierto en la carreta, estando aún amarrado. Cuando vio a Kazuto y a su hermano, supo que las cosas se pondrían bien malas para él. Habían pasado cuarenta minutos desde su partida.

Su hermano fue a abrazarlo, preguntándole una y mil veces por qué rayos había pensado en quitarse la vida en un día que se suponía sería feliz para todos, sobre todo para él, que había sido uno de sus más grandes sueños desde adolecente.

Lo desataron apenas pasaron el puente, y prácticamente era escoltado por Kazuto y su hermano hacía la iglesia.

Divisando ésta en la lejanía, el muchacho se ancló al suelo, no queriendo tener que enfrentar lo evidente, lo que le ocurría al ser visto por Selka y su familia.

Sobre todo le preocupaba Alice, ¿qué es lo que haría ella?

Arrastrándolo en algunas veces, los dos escoltas finalmente llegaron a donde la iglesia. Era hora de ajustar cuentas.

Cuando el muchacho estuvo frente a la señora Schuberg, ella casi lo agarra a bofetadas, siendo impedido por Kazuto y por el marido de la mujer.

-¡Desgraciado! ¡Tanto que le ha hecho pasar a mi hija, ¿cómo se atreve?!

-Señora Schuberg...creo que usted es la menos indicada para recriminar algo. –Observó Kazuto, haciendo que ella se sonrojara.

El padre de las hermanas Schuberg fumaba un cigarro, tirándolo en el suelo para tomar del hombro a Eugeo.

-Siempre supe que algo estaba mal entre ustedes dos, lo preví. No obstante, es bastante cobarde de tu parte buscar una salida así. Me da un poco de pena por ti, Eugeo, no es forma de resolver las cosas.

-Supuse que si me casaba con Selka, su vida sería infeliz a mi lado. Quería ahorrarle ese sufrimiento, quería adelantar que me odiara, porque terminaría haciéndolo de todos modos.

-Quizá no te odia...pero en verdad no querrás toparte con ella. Quiere matarte a golpes por el coraje que te tiene.

-Tiene su derecho. Se lo dije a Asuna cuando charlé con ella. Selka está en su deseo de hacer y deshacer, y si quiere deshacerme la cara, no puedo cuestionarla.

Su tentativa de suicidio era por evitar el sufrimiento a largo de Selka y su infelicidad de por vida. No podremos saber si su gesto era noble, lunático o cobarde. Pero, de cualquier modo, evitó que Selka sufriera mucho y por demasiado tiempo.

Asuna y Alice se acercaban con los dos niños Kirigaya, viendo que había sucedido. Cuando Eugeo vio a su razdavit', se sintió feliz. Hacía meses que no la veía de tan cerca, casi olvidando que ella era hermosa.

Esa fotografía que tenía en su abrigo la vez que ocurrió el ataque de los anarquistas se había perdido hace tiempo, aunque nunca olvidaba ese rostro por el cual pasó tantos altibajos.

-Alice... -Dijo él, casi rompiendo en llanto. –Perdóname por todo. Por no saludarte ese día como era debido, por hacerte sufrir a ti y a Selka de manera tan injusta y egoísta, por evadirte todos estos meses. Sobre todo...perdóname por querer reemplazarte con tu propia hermana.

El muchacho se soltó del agarre de Kazuto y de su hermano, corriendo mientras lloraba desconsoladamente. No podía mirar a Alice a los ojos, no después de todo lo que la hizo pasar a ella y a su familia.

No trataron de perseguirlo, puesto que, sin saber por qué, todos tenían la certeza de que no se intentaría suicidar otra vez. Ya no habría boda, lo que era un hecho, de ahí que no se preocuparan por ese asunto.

-¿Entonces no habrá boda? –Preguntó Lev, inocentemente.

-No, Leva. No habrá boda...al menos pude verte de traje. Dan ganas de comerte a besos. –Asuna levantó al niño para besarle las mejillas, tratando así de aliviar el aura de tristeza y abatimiento general que todos tenían.

-Espero estés feliz, madre. Espero estés muy feliz. –Dijo Alice, todavía con rencor a su madre por causar tanto revuelo por una necedad de que las cosas se hicieran a su modo sin sentido.

Pasado un mes de la fracasada boda, Selka ya estaba más tranquila. De hecho, cuando Eugeo fue a pagar dos mil dinars para no tener cargos de conciencia en su mente por todo el dinero que se tiró a la basura, ella lo vio en la puerta de su casa.

Él se sonrojó inmediatamente, casi queriendo escapar de su vista. No obstante, ella sonrió de manera comprensiva, saludándolo con la mano.

-Padre, dile a Eugeo que pase a mi cuarto, por favor. Quisiera hablar con él.

-¿Segura? No sé si él quiera hablar, me dice que sigue sumamente apenado.

-Por favor. Me hace falta hablar con él respecto a lo que sucedió ese día.

El señor Schuberg, en vista de que Selka no dejaba de insistirle, fue con Eugeo, tomándolo de uno de los hombros, informándole que ella quería hablarle.

Claro que, en un primer momento, el muchacho se negó al estar todavía apenadísimo. El señor Schuberg le negó los dos mil dinars, insistiendo en que no habría problema.

-El dinero es poco cuando se trata de la felicidad de las personas que amo. Pudiste hacerme tirar esa cantidad de dinero, pero prefiero tirarla a saber que mi hija sería siempre infeliz. No te preocupes por nada, de verdad.

Pasaron unos minutos en lo que ambos hombres se desocupaban. Cuando lo hicieron, Eugeo subió al cuarto de Selka, dando algunas vueltas alrededor de la puerta mientras se decidía a entrar. Pasarían diez segundos hasta que él tocó la puerta.

-Selka...¿pu-puedo pasar?

-Adelante. –Dijo ella, desde el otro lado de la puerta.

Cuando el muchacho abrió la puerta, se llevó una sorpresa muy grande, una que lo hizo ruborizarse un poco. Selka rió, y es que ella estaba vestida con su antiguo vestido de ballet.

-Selka...¿por qué?

-Me dijiste ese día que querías verme de nuevo con las mallas y la falda. Dije, ¿por qué no? Cierra la puerta, no quisiera que alguien más nos vea.

El muchacho terminó de pasar al cuarto, cerrando la puerta para mirar sorprendido a su contraria, incluso alzaba ambas cejas.

-Te ves hermosa como aquel día. Perdona si lo que digo es atrevido, pero...de verdad te ves muy coqueta, muy hermosa y me aceleras el corazón.

-Gracias por tus halagos, Eugeo. Tú también te veías muy guapo con tu uniforme de soldado imperial. Eras un amor así.

-También te agradezco. Sabes, Selka, la verdad es que... -El muchacho tuvo un temblor en la boca, arrugando las cejas y queriendo el soltar el llanto. –De verdad perdóname. Te hice sufrir mucho y de una manera tan injusta, horrenda. Me sigo sintiendo como un monstruo, y no quiero responsabilizarte por lo que traté de...

Ella le dio un abrazo, enredando sus brazos en la espalda del muchacho. Él tardó un poco en reaccionar, regresando el abrazo, aunque confundido. Puso su mejilla en la cabeza de Selka.

-Por favor...perdona lo que te hice, perdona por no amarte como querías y era debido. Si no hubiera sido egoísta, tenerte consideración y muchas cosas más.

-Ya, no llores, Eugeo. Yo también tengo que pedirte perdón. Debí decirte que ya no te amaba, no rechazar tus besos, tus abrazos. Fue lindo durante los primeros meses...pero luego, luego fue historia. Y sí, te perdono. Ya no te preocupes.

-Gracias, Selka. No me cansaré de decirte que me perdones. Si hay algo que pueda hacer, cualquier cosa para enmendar mi error.

-Hum...sí, puedes hacer algo. O mejor, dicho, hacer algunas cosas.

-¡Las que sean! ¡Pídelas sin pena, Selka!

-Primero, dime que soy bonita. Me gusta escuchar tus halagos. Segunda...haz feliz a Alice, ya que ella es con quien estás destinada a amarte. Tercera... ¿puedes presentarme a algún amigo tuyo? La verdad es que me gusta pasear en la tarde, pero no quiero saber nada de bodas en unos meses.

Eugeo rió un poco, mirando a Selka a los ojos.

-Eres bonita, Selka. Eres hermosa con tu vestido de ballet puesto. Y, ¿conoces a Renry? Será de tu edad o un año mayor.

-Me suena...¿pero no olvidas algo?

-No sé si ella quiera verme después de todo lo que hice. No la merezco como esposa, lo suyo es un hombre de verdad, no un cobarde y mentiroso como yo.

-Quisiera poder darte una respuesta certera...pero tendrás que preguntarle por ti mismo si quieres saberlo.

Eugeo le dio un beso en la frente a Selka antes de retirarse de la casa, estrechando la mano del señor Schuberg. Se llevaba un lindo recuerdo en su corazón: ver nuevamente a la que fue su prometida y casi esposa en ese vestido de ballet que le traía recuerdos de su adolescencia.

Lo que mejor le había parecido es que acabó en buenos términos con ella, no había odio, ni rencor. De hecho, acabaron mejor que si se hubieran casado. No lo lograron, pero sí que pudieron conservar su amistad casi intacta, sobre todo del lado de Eugeo, que siempre se mantendría culpable y con el sinsabor de lastimar el corazón de Selka, que no tenía más culpa que tratar de amar.

Siendo uno de esos fines de semana en que la familia Kirigaya saldría, Asuna preparaba a Lev y a Yui para salir al campo. Eso le traía algunos malos recuerdos a Kazuto de la guerrilla, pero lo controlaba, naturalmente. En compañía de su mujer y sus dos hijos, se tranquilizaban esos recuerdos.

Alice igual se alistaba, salvo que ella se notaba aun melancólica a pesar de ya haber pasado todo el problema con la boda, la tentativa de suicidio de Eugeo y del enojo de Selka con él.

Todo se había aparentemente arreglado menos para ella, lo cual la lastimaba profundamente. Veía que todos a su alrededor eran felices, menos ella. Claro, no veía a Eugeo, quien tampoco pasaba por el mejor de sus momentos.

-Leva, ven aquí. –Ella correteaba al niño, tomándolo para llevarlo al sillón y de ahí hacerle cosquillas y así tenerlo quieto. Él era más inquieto que Yui, y eso era mucho decir.

Kazuto se presentaba con su gorra en la sala. Era primavera, así que no llevaba abrigo, pero sí levita. También fue a jugar con Lev, abrazándolo.

-¿Puedes peinar a Yui? Asuna tiene un desastre en nuestro cuarto, y veo difícil que se apresure a peinarla.

-Claro. Nos vemos en un momento, Leva. –Ella hizo unas últimas cosquillas en el niño, encaminándose al cuarto de la niña.

Ella jugaba con sus muñecas, teniendo un desastre de cabello. Ella se sorprendió a mal, caminando hasta la niña para tomarla de la cintura y llevarla a la cama.

-¿Qué hiciste para terminar con el cabello así?

-Mejor no te digo, tía Alice. Quizá mamá se enoje.

-¿Usaste sus peines?

-Quizá...

-Bueno, el secreto queda entre nosotras.

A pesar de que disfrutaba de los momentos del día, Alice siempre lloraba en la noche, casi sin falta. Era en el patio, en su cama. Asuna ya también se había dado cuenta, sintiendo tristeza por su amiga, la cual ya prácticamente era su familia.

El día anterior, a espaldas de ella y teniendo como su subordinado a Kazuto (ya que él se negaba a pagar cinco dinars), le envió una carta a Eugeo para que fuera a la casa justo a la hora que ellos irían a pasear al campo.

Alice terminaba de peinar a Yui, quien agradeció y se fue con su madre, la cual estaba notoriamente emocionada. Los dejaría solos, ya que necesitaban un momento a solas para resolver tantos problemas.

Ella paseaba por la cocina, cerciorándose de que el té y el café estuvieran puestos en sus jarras, el azúcar lista y algunas galletas que quizá sobrarían.

Eugeo tampoco sabía que Alice estaría en casa. Habían sido contadas las veces que la vio durante la época de planeación de la boda, siendo unas tres, incluida esa ocasión en la iglesia.

La puerta fue tocada, Alice se extrañó ya que, según ella, no esperaban a nadie. Asuna ya sabía quién era.

-Alice, ¿puedes abrir la puerta de favor? Estoy un poco ocupada. –Pidió ella. Kazuto se hacía del que no sabía, jugando con Lev en el patio.

-Ya voy. –dijo ella, caminando hasta la puerta, tomándola de la manija y abriendo la puerta.
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Se prendió la wea, aunque creo que más de uno creyó que Eugeo se iba a suicidar (otra vez :v), pero no, jsjsjs y sí, creo que es tierno el momento cuando Selka se pone su vestido de ballet :3 ya nada más falta lo más importante :0

Que, de hecho, cabe mencionar que la siguiente semana es el último capítulo de esta linda historia :'v 

A Muchos quizá no les gustó ya que no es 100% aligeo, y por lo regular los fics que tienen un ship en concreto te abarrotan de momentos del ship, aunque mi estilo de escritura es más herencia de Gabriel García Marquéz y León Tolstoi, algo que los caracteriza es "ok, empieza bien, todo es color de rosa pero BOOM luego pasa algo todo es triste ay me quiero suicidarks pero ya luego todo termina igual de bien" 

Ahora, el siguiente capítulo les traerá recuerdos, los momentos dorados del Aligeo serán una vez más traídos a la mente, y habrá un par de lágrimas. 

Sin más que decir, me despido, hasta la próxima semana que será el último capítulo del fic :'v

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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