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Capítulo diez

El paseo entre ambos comprometidos se realizaba con naturalidad, evitando Eugeo los lugares que frecuentaba con Alice para no invocar esos recuerdos dulces de hacía tiempo. Caminaba del brazo con Selka, la cual nunca dejaba de sonreír. Era su sueño cumplido.

-Y dime, Eugeo, ¿cómo son las montañas? -Preguntó ella para sacar un tema de conversación.

-Muy frías. -Rió él. -Hay muchos árboles, vi algunos lobos, que eran escalofriantes y enormes. Siempre fue de lejos, por suerte para mí.

-¿No encontraste a la mujer de Sgroya? (Leyenda rusa de una mujer de nieve que se aparece a los hombres en los inviernos). Hay rumores de que se aparece en los pueblos más aislados de de las montañas.

-Por suerte, no. Aunque sí vi cosas que fueron completamente terroríficas para mí. -Eugeo recordó la vez que atravesó con su espada a uno de sus excompañeros.

Selka vio que el muchacho había dejado de hablar, poniéndose pensativo, caminando en la nada. Ella lo abrazó, enredando su brazo por la espalda de su contrario. Suspiró fuerte.

-No es necesario que me cuentes si no quieres. -La muchacha lo vio a los ojos, queriendo que olvidara lo recién ocurrido.

Siguieron con el paseo, ya con Eugeo un poco más despejado de las vísceras y sangre que vio en la guerrilla. Por suerte para ambos, no recordó las torturas a las que fue sometido esa noche, aunque seguía teniendo esas cicatrices y quizá las tendría varios años más.

Selka contó lo que había hecho esos seis meses de no verse, no siendo gran cosa, la realidad. Había salido del pueblo para distraerse un poco de la vida del pueblo, que si bien no le parecía aburrida, a veces la enfadaba al no haber muchas cosas que hacer.

Le contó las cosas que vio y los lugares que visitó. Eugeo nunca había visitado muchos lugares, pero si Centoria en alguna que otra ocasión así como Zakkia y Eastabarieth. Prefieren contar sus anécdotas en esas ciudades.

A Selka le hizo especial gracia el cómo Eugeo le contó que se perdió en Eastabarieth y casi termina durmiendo en la tarde. Suerte la suya que se reencontró con sus camaradas antes de que eso sucediera.

Empezaban a compaginar bien, con el pie derecho. Era el primer paseo que daban y la primera vez que charlaban por tanto tiempo a solas, así que las expectativas estaban altas por parte de los dos al no haber mayor problema.

En casa de Kazuto, éste leía el periódico mientras Asuna y su madre charlaban un rato. La pequeña yui estaba en sus piernas, aunque no podía leer. De vez en cuando, a la niña le daba por jugar las hojas sueltas del periódico, causando una leve sonrisa en Kirito, quien mejor dejó ese pedazo de papel y se dedicó a su hija.

-Seis meses de no verte y le presto más atención al periódico. Por Dios, ¿qué clase de persona soy?

El muchacho cargó a su hija para jugar con la nariz de la niña, haciéndole cosquillas. Ella le pegó un pequeño manotazo en la boca, causando la sorpresa de su padre.

Casi no le había dolido, ya que era como si un papel enrollado dos veces le hubiera golpeado. Aun así, regañó a Yui.

-No, niña mala, eso no se hace. No debes golpear a papá y mucho menos a mamá. No se te vaya a ocurrir pegarle en el estómago ya que puede hacer mal a tu hermanito.

La niña hizo un sonido de burla con su lengua, causando que Kazuto torciera los ojos. Prefirió castigarla jugando de nuevo con su nariz, aunque era más rudo.

Eso causó el llanto de la niña, lo que no hizo sentir orgulloso a Kazuto. Como no era de esperarse, las alarmas se encenderían del otro lado de la casa.

-¿Qué le pasa a Yui, amor? -Gritó Asuna desde donde charlaba con su madre.

-Nada, no le pasó nada. -Respondió él, pero Yui no dejaba de llorar. -Mamá te ha consentido mucho, Yui. Pero ya no más, no mientras yo siga aquí.

Para calmar a Yui, la cargó, recargándola en su hombro para mecerla. Ahora le era más pesada, naturalmente. Ahí fue cuando Kirito pensó que, tarde que temprano, ya no podría cargar a Yui.

Faltarían algunos añitos para eso, pero no podía evitar tener esa sensación de que era mejor disfrutar del tiempo antes de que eso sucediera. Siguió jugando con Yui, calmándola tras un rato.

El paseo entre los dos comprometidos ya acababa, para mala suerte de ellos. Iban con dirección a la casa de los Schuberg, tomados de la mano y caminando lentamente. Seguían con la charla de Eastabarieth.

-Casi todo estaba en idioma humano, aunque la gente me hablaba en su dialecto a propósito, confundiéndome más de lo que ya estaba.

-Hum, que malo. Por suerte encontró a sus amigos.

-De lo contrario no sé qué hubiera hecho.

Faltando una cuadra, los dos se miraron. No querían tener una charla sentimental en la puerta de la casa o en la casa misma, por eso que se detuvieran ahí.

-Me divertí mucho con el paseo de hoy, a pesar de que fue algo corto. -Dijo Selka.

-No te preocupes. Ya habrá otros momentos más y mejores. -Sonrió Eugeo.

-¿Podrías venir mañana a las tres de la tarde? No me gustaría salir muy tarde por el tema del frío, pero como tú quieras.

-De acuerdo. Vendré mañana sin falta y puntual.

-Cuídate mucho. -Selka se despidió con un beso en la mejilla, caminando sola el resto del camino.

-Tú también. Nos vemos mañana, Selka.

Antes de entrar a su casa, la muchacha dio una sonrisa alegre, despidiéndose con la mano.

Al darse la vuelta, Eugeo suspiró pesado. Había sido mejor de lo que pensó, pero faltaba algo, esa esencia de amor que sí había cuando paseaba con Alice. Ya aparecería o, en su defecto, sería cosa de acostumbrarse y aceptar que la esencia no es la misma al no ser la misma persona con la que compartía su tiempo.

No se sentía molesto o desgraciado por aquel cambio sin duda notorio en lo que sería sus relaciones afectuosas. Sin embargo, una pequeña infelicidad lo invadía, no logrando negarla por más que quisiera.

No sentía en su corazón ese sentimiento de amor verdadero, aquel que lo hacía sentirse alegre y verdaderamente vivo.

-Es cuestión de sembrar el amor por Selka. Cuando nos vayamos a casar, ya estará cosechado, así que mejor me despreocupo de esos asuntos. -Se dijo a sí mismo, caminando de regreso a su casa al necesitar descansar un poco, sobre todo los pies.

Esa reflexión fue a parar a la mente de Eugeo, así como si fuera una persona que lo acompañó por el resto del día.

Ya en su cama, a eso de las siete de la noche, el muchacho se encontraba acostado, con las manos detrás de la cabeza. Miraba el techo. Tenía ganas de leer un libro, ya que no tocó uno sólo en toda la campaña contra los anarquistas.

No sabía que leer, pero quería que fuera algo interesante. De literatura, ciencia, o poesía. Quizá leer poesía era la mejor idea para sorprender a Selka al recitarle alguno, y no sonaba tan mala idea.

Levantándose de su cama, fue hasta su estantería de libros de cuando más joven, buscando alguno que nunca antes hubiera leído. Le faltaba una buena sacudida a todo el lugar, teniendo polvo de meses anteriores a su partida.

Tomó uno de Aleksandr Pushkin que fue un regalo de una de sus hermanas cuando el muchacho terminó sus estudios. Primeramente, el muchacho quería ser un dramaturgo, abandonando ese sueño por culpa de sus padres, prefiriendo entonces la instrucción militar.

Lo sacudió un poco antes de hacer nada, regresando a su cama para ponerse a leer. Buscó entre su cajón algún separador, encontrando un billete de un dinar, así que eso fue lo que usó a pesar de no ser lo mejor.

Leyó unas páginas para quedarse dormido por el cansancio del día en general y por la pequeña caminata que se había dado ese día.

Alice tenía sus maletas en mano, era de mañana, y había mandado una carta a Asuna y a Kirito unos días antes, dando ellos dos su aprobación. No podrían decir que sería su "empleada" aunque no quedaba muy lejos esa denominación.

Era obvio que su madre, tras su ruptura con ella, no le daría ni un solo heller, por eso es que cuidaría de Yui al aumentar la responsabilidad del matrimonio con la futura llegada del nuevo integrante de la familia.

Selka no terminaba de entender por qué su hermana mayor se iría de casa, aunque sí que entendía que era por una fuerte discusión entre ella y la madre de ambas.

Entendía que las dos no podían vivir en el mismo techo mientras la señora Schuberg tratara de controlar su vida así no fuera de manera oficial. El que tomarías decisiones por ella era su padre, aunque siempre hay ciertos "comentarios" y "sugerencias" que el padre de Alice podría tener a su consideración.

Resumiendo todo: la madre de Alice manipulaba a su padre para así seguir ejerciendo su dominio sobre la muchacha, la cual quería regirse por su autodeterminación, que era algo que ansiaba de verdad.

Y es que no hay mayor libertad en un individuo que la que otorga la autodeterminación, la de poder tomar decisiones que uno mismo sabe que son lo mejor y que no nos afectarán a futuro, velando uno mismo por sus sanos intereses, no tomando en cuenta las contaminadas críticas de los demás.

Así era como se sentía Alice en ese momento, y no podía terminar de tener razón. Ella era totalmente consiente que irse a vivir con Asuna y Kazuto era una idea muy tonta, incluso inmadura. Trataría de salir adelante y demostrar que su autodeterminación no le terminaría afectando.

Comenzaría a vivir de forma libre, sin esos hilos que trataban de controlarla, encaminándola a la infelicidad absoluta por el deseo egoísta de una persona que no vivirá esa vida moldeada a su conveniencia, ergo, no sufriría cuando todo salga peor.

Eso sí, la señora Schuberg no estaría ni siquiera presente en la despedida de Alice a la hora de partir. Prefirió irse al centro del pueblo a hacer cualquier otra cosa.

El padre de la muchacha la abrazó, deseándole la mejor de todas las suertes y que saliera prontamente adelante, esperando que no se arrepintiera de su alocada decisión.

Al abrazar a Selka, lo hizo sin mucho rencor, sabiendo que ella no era culpable de las decisiones de su madre, por lo que no era su culpa, al final de todo.

No hubo más que esa despedida, diciéndose adiós y esperándose ver pronto.

-¿Vendrás a mi boda? -Selka sabía sin saber que el causante del mal era su boda.

-Si es que me invitas, iré. -Sonrió Alice de manera forzada. No quería preocupar a Selka con la verdad de las cosas.

Kazuto la ayudaba con sus maletas, también despidiéndose de la familia. Asuna los esperaba a ambos con la comida hecha, jugando con Yui mientras tanto. Nadie sabía que faltaban dos días exactos para que la nueva criatura llegara al mundo, de ahí que Kazuto tuviera especial prisa.

Le aterraba profundamente la idea de que Asuna tuviera el parto mientras él no estaba, sin posibilidad de ayudarla o de que al menos ella tuviera la seguridad de que alguien estaba a su lado. Suerte la suya que no era el caso ese día.

Ambos llegaban a la casa del matrimonio. Escuchando la puerta, Asuna dejó de jugar con Yui para ir a recibir a su buena amiga. Se saludaron con un beso en la mejilla.

-Algo me dice que no falta mucho para que ese niño nazca. -Dijo Alice, observando el estómago de Asuna.

-Yo tampoco. Ya tenemos los nombres en caso de que sea.

-Prefiero que sea un secreto y saberlo hasta que nazca.

Yui fue a abrazar el vestido de Alice, quien la cargó con dificultad. Ya la niña era más pesada, llevaban algunas semanas sin verse y Yui no dejaba de crecer.

Ya la identificaba como "tía Alice", lo que causaba mucha ternura en la muchacha, la cual quería tener dos niñas. Lo único que deseaba es que no les ocurriera lo mismo que a ella y a Selka.

Sentándose los tres en la mesa, Asuna le pidió a Yui que se fuera a su cuarto a jugar. La plática que tendrían era bastante seria, y no podía ser escuchada por la niña.

-Honestamente me dará mucha pena que una amiga mía trabaje mientras estoy recuperándome del parto y que cuide a Yui por las atenciones que tendrá el bebé.

-No te preocupes. Las cosas estarán bien para mí. Aparte de que me encanta cuidar de Yui, y no me gustaría que me recibieran sin que yo haga nada.

-Hay que ver el lado positivo, hemos sido amigos desde la juventud, claro que no podíamos dejarte a tu suerte. Lo que me preocupa es lo que sucederá a lo largo. -Kirito sirvió un poco de agua para los tres.

-Mis planes son a mediano plazo, pero ya veré que hacer. Cualquier idea que ustedes tengan es bienvenida.

-No me refiero a lo económico, me refiero a Eugeo. Los tres sabemos por qué saliste de tu casa, y es por qué no quieres que tu madre siga controlando tu vida, y es justificable...¿pero qué pasará con él?

-Él se casará con Selka. -Alice apretó su vestido. -Aunque no creí que fuera tan cínico como para cambiarme por mi hermana.

-Tengo una idea. Hablaré con él en cuanto pueda, y le preguntaré sobre todos esos asuntos. Si aún hay esperanza, Alice, hay que encontrarla.

-Gracias, Kirito. -Alice se limpió rápidamente unas lagrimitas que le salieron de los ojos.

Asuna la abrazó como pudo, queriendo consolar a su amiga de los asuntos de los amores contrariados. Ya saldrían adelante.

Eugeo paseaba de nuevo con Selka, salvo que ahora era un paseo por el centro del pueblo y no algo meramente rápido. Querían tomarse su tiempo para seguirse conociendo.

Había un leve desencanto en el muchacho al saber que no era lo mismo que con Alice, claro. Disfrutaba de la compañía de Selka, aunque sentía que faltaba algo, y eso era lo que no sabía a ciencia cierta.

Quizá fueran a tomar el té a un lugar bonito y pintoresco durante esa tarde. Veían el inevitable regreso de la primavera, notándose con el pequeño reverdecer de los árboles y macetas que adornaban el lindo pueblo.

Cuando llegaron al lugar indicado, pidieron un té tibio en la parte exterior de la cafetería, ya que, naturalmente, querían ver el paisaje y su atardecer.

-Nunca había bebido algo en este lugar. -Dijo Selka, emocionada.

-De veces venía con Kirito o Renry, que es un amigo mío del ejército. Lo único malo es que él vive en Centoria.

-A veces Centoria puede ser un poco molesto. Hay mucha gente, todos van muy deprisa, por eso prefiero la vida tranquila del pueblo.

-Es tranquila, y no muy monótona como en el campo.

-¿Qué tal si tenemos la luna de miel en el campo? -Selka tomó la mano de Eugeo.

-Podría ser. Aunque no quiero que sean las montañas ni de lejos. Los valles o las cordilleras del occidente son un buen lugar.

-Suena interesante. Aunque ir a las costas no suena mal. Sigh, primero hay que organizar la boda y después veremos qué pasa con la luna de miel.

-Bien dicho, Selka. -El joven sonrió, bebiendo de su té.

Siempre sonaba linda la idea de visitar algún imperio extranjero, sobre todo para una luna de miel. Pero sí, preferían no pensar tan a futuro y mejor disfrutar lo que era a corto plazo: el conocerse. Eugeo trataba de congeniar lo más que pudiera con Selka y así no sentirse arrepentido de tomar esa decisión, lo que la empezaba a dar miedo. No podía echarse para atrás, no en ese momento en que ya había oficializado su futura boda.

Como todo, prefirió beber del té y seguir charlando con Selka, ya que ahí estaba la respuesta a su cuestionamiento. No sabría qué haría si es que se arrepentía, quedaba el resignarse y aceptar que tendría que enamorarse de Selka con la llegada de los hijos, de la madurez del matrimonio.

No le gustaba pensar que su enamoramiento por Selka llegaría en la madurez, puesto que sonaba muy lejos, prefería que fuera pronto. Forzaría a su corazón a amar a Selka, no tenía de otra.

Y si no se enamoraba de su alma, entonces se enamoraría de su cuerpo, de hacerle el amor y de gozar las cosas carnales que traía consigo el matrimonio. Esa última idea le empezaba a gustar. Conforme continuara el desarrollo de Selka, quizá ese enamoramiento de su cuerpo incrementaría aún más.

Daba la impresión de que ya tenía un plan de reserva, ¿pero el amor carnal lo dejaría satisfecho? ¿Es esta la vida que realmente quería?

Kazuto se encontraba con Yui jugando con algunas muñequitas que la tenía. Ella podía ya tener una mediana conversación con los adultos al saber bastantes palabras, pero le fallaban muchas cosas todavía.

-¿Cómo se llama ella?

-¡Kitty! -Farfulló la niña.

-¿Y ésta otra?

-Dolly.

-¿Por qué las llamaste así?

-Escuché que mamá y tía Alice hablaban sobre una novela, y los nombres me parecieron muy bonitos.

-Ya decía yo que era imposible que Yui leyera Anna Karenina. -Pensó el muchacho suspirando.

Siguió jugando con las muñecas para luego cargar a Yui mientras le hacía cosquillas, causando risas en la niña.

De pronto, se escucharon algunas cosas cayéndose, un grito de Asuna que fue una cosa desgarradora y otro de terror que pertenecía a Alice.

-¡Kazuto! -Farfulló Asuna, quien se puso blanco como un papel. Alice llegó corriendo al cuarto de Yui. Ya sabían a qué se debía, por lo que tenían la manera de actuar.

-¡Cuida de la niña! -Exclamó Kazuto, dándole a Yui a Alice. -¡Vendremos pronto, tu mami y yo tenemos cosas pendientes que hacer, así que no te preocupes y juega con la tía Alice!

-¡Kazuto, por favor, ven! -Los gritos de Asuna le pondrían la piel de gallina a cualquiera, y es que Yui estaba muy asustada en ese momento. Kirito tomó su gorro y su levita para irse corriendo a la sala.

Asuna se encontraba arrodillada, tomándose el vientre con la derecha y recargándose en una mesa con la izquierda. Respiraba rápidamente, sudando un poco de la frente.

El muchacho la ayudó a levantarse, lo cual la hizo dar un quejido de dolor. Suerte que el yamshchik no se encontraba lejos, por lo que llegarían rápido al hospital del pueblo.

De cualquier manera, Asuna no dejaba de gritar mientras iban en camino, apretando fuerte la mano de Kazuto, quien casi quería llorar por el miedo que sentía por Asuna y por el niño. No creía que el parto se fuera a complicar tanto.

Llegando al hospital, el yamshchik y Kazuto ayudaron a Asuna a bajarse, quien caminaba lentamente. Varios médicos, al ver que ella estaba embarazada, dejaron lo que hacían y fueron por una silla de ruedas para llevarla un poco más apresuradamente.

Kazuto corría detrás de ellos, pero fue detenido al llegar a la sala del parto. Él no había estado en el nacimiento de Yui, por lo que no sabía ni cómo reaccionar. Escuchaba a Asuna gritar desgarradoramente, ya no podía soportarlo, por lo que se soltó a llorar. Fumaba afuera de la sala de parto, teniendo las manos en la cabeza por la desesperación.

Cuando escuchó el llanto de un bebé, finalmente se tranquilizó, tirando el cigarro para ir a ver si lo dejaban pasar de una vez.

En efecto, lo dejaron pasar y fue junto con Asuna, quien se notaba en extremo fatigada, incluso tenía ojeras y el rostro pálido.

-Asuna... -Kazuto se soltó a llorar al no soportar ver así a su esposa.

-No llores por mí...el niño nació bien.

-¿Niño?

-Sí...es un varón. Ven a conocerlo...es hermoso.

El niño lloraba desesperadamente, naturalmente acababa de llegar a un mundo que no conocía y al cual ni siquiera tenía idea de a qué venía. Fuera como fuera, ya se encontraba ahí.

Era de ojos igual a los de Kazuto, pero el cabello se parecía más al de su madre. Tenía la nariz de Asuna, y era tan lindo verlo, tan pequeño, pero que causó una conmoción tan grande.

-Hola, pequeñín. -Kazuto se limpió las lágrimas para verlo mejor. -Hola...yo soy tu papá, y ella es tu mamá. -La emoción se notaba en Kazuto, quien estrechó la mano de su hijo, como si se estuvieran presentando.

Asuna miraba con satisfacción, dándole un beso a su nuevo hijo.

-¿Entonces si le pondremos como dijimos?

-No tiene cara de Valentín. Yo lo veo más como de Lev.

-¿Lev?...no suena nada mal.

-¿Te gusta tu nombre, Lev? Espero que sí, aunque nunca olvides que mami te lo puso con mucho amor.

Kazuto salió por la puerta para que los doctores revisaran al pequeño Lev y a Asuna, quien seguía notándose bastante demacrada por el parto. Ya podía respirar tranquilo, por lo que fue a celebrar la noticia con Eugeo, su mejor amigo.

En la casa de Eugeo, los dos bebían vodka para celebrar el nacimiento de Lev, causando un orgullo impresionante por su amigo al saberlo padre de dos hijos. La celebración no duraría mucho, ya que había dejado con el pendiente a Alice y a Yui, siendo ésta última quien más le preocupaba.

Ambos reían, hasta que Kazuto recordó que tenía que hacer algo por Alice, casi como una especie de favor.

-Oye, Eugeo...¿qué sientes tú por Alice? -La sonrisa del mencionado se esfumó por completo. Su expresión seria fue acompañada de un trago de vodka.

-¿Por qué preguntas?

-Curiosidad. Digo, te la pasaste toda tu juventud enamorado de Alice, ¿y le propusiste matrimonio a Selka? Algo no me termina de cuadrar. Dime, ¿nunca la amaste?

-Su madre me pidió que me casara con Selka, y accedí.

-¿Por qué accediste? ¿por desprecio a Alice?

-No tiene caso despreciar a alguien que me desprecio...quería ser feliz, eso es todo, tengo derecho a ser feliz. Selka es casi una copia al carbón de Alice, sería lo mismo pero no del todo.

-Vamos, no seas cínico. No puedes casarte con alguien sólo por qué se parece a la chica que te rechazó, eso es enfermizo.

-No lo entenderías. Tú eres feliz, estás casado, hoy tu segundo hijo, Lev, acaba de nacer... ¡¿puedes entender por un segundo lo que yo estoy pasando?! -Eugeo saltó de su asiento, apuntando con su dedo a Kirito. Al tranquilizarse, se sirvió más vodka, terminándoselo al contado.

-Estás echando a perder tu vida, Eugeo. No quiero ver cuando sea una realidad, puedes cambiar. Pero insisto, ¿qué sientes por Alice?

-¡Odio! ¡Odio a Alice con toda mi alma!...no, ¿a quién engaño? No puedo ni mentirme a mí mismo. Todo esto que hago es por ella, si no la siguiera amando, no hubiera aceptado casarme con Selka al ser dos gotas de agua. Ya tengo mis planes para ser feliz, amigo, entiende eso, por favor.

-No son planes para ser feliz, Eugeo. Son para ahogar una pena, pero hiciste mal en pedir la mano de Selka, le harás daño, y ella no se lo merece. Ella no merece que no la ames de verdad y tengas esa tonta ilusión de que es Alice. -Kazuto puso su mano en el hombro de Eugeo. -Suerte amigo...piensa en lo que te digo para que no lastimes a terceros.

Sin más que agregar, Kirito tomó su gorro para marcharse por la puerta, dejando que Eugeo bebiera un poco más de vodka, para recostarse en la mesa, hundiendo su rostro entre sus brazos. Se sentía deprimido, y tenía razones de sobra.

De regreso a su casa, el muchacho recibió en brazos a Yui, quien preguntaba por su madre y su hermano, ya que Alice les dijo que regresarían con el nuevo miembro de la familia.

Claro que todavía faltaban unos días para que ambos llegaran a la casa, y por supuesto que Yui quería conocer a su nuevo hermano. Alice lo miró con una sonrisa, debido a que el muchacho tenía una cara de espanto.

Seguramente el presenciar el parto de Asuna casi lo hizo desmayarse, lo que era un poco exagerado pero tampoco quedaba muy lejos de ser una verdad. Necesitaba un descanso, y eso era seguro.

-Yui, ¿puedes ir a jugar con Kitty y Dolly a tu cuarto? Tengo que platicar algo con tu tía Alice, algo que es muy importante para ella.

-De acuerdo. -Dijo la pequeña, marchándose a su habitación así como si nada. Alice se le quedó viendo un poco extrañada al no saber qué ocurría o qué quería decirle.

El muchacho se cercioró de que Yui estuviera en su cuarto, pero igual cerró la puerta y encamino a su amiga al patio, donde era menos probable que alguien los fuera a escuchar.

Antes de comenzar, y sabiendo cual podría ser la futura reacción de Alice, le ofreció un pañuelo.

-Hablé con Eugeo hace rato...está mal, muy mal. Aún te ama, Alice. Pero cometió el error de casarse con Selka.

-Ay, Kazuto. Si Eugeo tanto me ama, ¿por qué entonces se casará con Selka?

-No te lo puedo decir, pero es por ti que lo hace, así suene contradictorio, pero lo hace porque te sigue amando con locura.

Alice comenzó a tener algunas lagrimitas en los ojos, secándoselas rápidamente con el pañuelo que Kazuto le había dado. Quedaba con esa duda, ¿por qué se casaría con su hermana si aquel muchacho la amaba con locura?

Era mejor que no lo supiera ya que le destrozaría el corazón y, muy seguramente, comenzaría a odiar a Eugeo por hacer eso. Si querían reconciliar su amor, debían entonces mantener enterrados ciertos detalles que terminan por ser divertidos pasados los años, pero que en ese momento lo acabarían todo.

Hubo una explicación efímera pero detallada de la conversación entre Kazuto y Eugeo, la cual Alice escuchaba con un aire de esperanza, pero prefería matarlo antes de que volver a caer en los amores contrariados.

-Ojala se dé cuenta que comete un error, de lo contrario se lastimará a sí mismo, a Selka y a ti.

-¡Por eso me fui de casa! ¡Toda la culpa la tiene mi madre, si me hubiera dejado aceptar la mano de Eugeo, la única afectada a corto plazo era Selka, pero ahora puede arruinar la vida de ambas! Pobre Selka, nunca quise que saliera lastimada, pero hay personas que están destinadas al dolor.

-Y parece ser que tu madre condeno a los tres al dolor. Si Eugeo entra en razón, quizá haga sufrir a Selka por unas semanas o incluso unos meses, ¡pero de eso a toda la vida, hay una enorme diferencia, por cierto!

-Sí, por cierto. ¿Haremos bien si le decimos a Selka? No quiero que sufra, mientras más alto vuele al ilusionarse, caerá más fuerte al darse cuenta que Eugeo en realidad no la ama.

-No, no podemos hacer eso. ¿Qué tal si ese ingrato dice que mentimos y que en verdad ama a Selka? Quedaríamos como los villanos, y ella nunca te perdonaría algo así, por eso no podemos decirle.

Había tantas dudas y tan pocas respuestas. No se tenía ni un plan trazado, pero era bueno confiar en el destino y en Dios. Como buenos creyentes, siempre era bueno confiar en Dios, y eso es lo que ellos dos harían.

A pesar de estar prácticamente deprimido, Eugeo no se dio por vencido, y se vestía con su traje, acomodándose el moño para salir de su casa en dirección a la de Selka. No sabía que Alice ya no vivía en esa casa, por lo que llevó unas flores más extravagantes que las de la última vez. Quería convencer a ambos que sus sentimientos ya habían cambiado, y era convencerse más a sí mismo que a su contraria.

Llegó tocando la puerta de forma elegante, siendo recibido por la propia Selka, quien tuvo un gran brillo en los ojos al ver las flores en las manos de Eugeo.

-Recuerdo aquel instante prodigioso en el que apareciste frente a mí, lo mismo que una efímera visión igual que un genio de belleza pura. En mi languidecer sin esperanza, en las zozobras del ruidoso afán, tu tierna voz se oyó por largo tiempo y soñaba con tus divinos rasgos. Mas ahora que el despertar llegó a mi alma, y de nuevo apareces ante mí, lo mismo que una efímera visión igual que un genio de belleza pura.

-Eugeo... -Selka se llevó las manos a la boca, teniendo los ojos cristalizados por la ternura y asombro que tenía en ese momento.

-Ahora te veo de nuevo, Selka, y me siento verdaderamente despierto.

-Gracias. -La chica tomó las rosas, abrazando al muchacho para darle varios besos en la mejilla. Separándose, se limpió los ojos antes de que pudieran derramar una lágrima.

-Te esperaré aquí para que podamos irnos a pasear de nuevo. Ahora traje a mi yamshchik, quiero que el paseo sea un poco más largo.

La muchacha fue a dejar las flores directamente a su habitación, teniendo bastante prisa por bajar de nuevo para ir con su amado al famoso paseo que daban casi todos los días.

La señora Schuberg hablaba animadamente con Eugeo que ya iban preparando lo más esencial de la boda. No era algo del otro mundo, pero quería que lo tomara en cuenta para que pusiera un poco de su parte.

-En realidad Selka y yo vamos muy bien. Congeniamos de maravilla. -Lo que no mencionó es que existían "detallitos" en la personalidad de Selka que a él no le gustaban.

Era una mujer demasiado sumisa y sin iniciativa de ninguna forma, lo cual a él no le agradaba del todo al ser criado por una mujer con muchísima iniciativa en todo y que no era para nada sumisa. Esa idea de una mujer fuerte y que puede sola con sus cinco hijos no cuadraba con Selka.

No podía ni escoger en qué lugar de una cafetería quería sentarse al dejarle esas cosas a Eugeo. Como no es raro, esa personalidad de Selka era influenciada por su madre, quien volvía a echar a perder las cosas al sentirse con la razón por ser mayor, jactándose de ese simple hecho de tener más "conocimiento y experiencia" en las relaciones.

Lo que resulta curioso es, ¿qué tanto puede saber de amor una mujer que fue casada a la fuerza?

Esa pregunta era importante.

Aunque ya los dos enamorados iban del brazo en camino al carruaje. Selka subió primero ayudada por Eugeo, quien ofreció su mano como apoyo. Luego subió él, cerrando la puerta del carruaje para emprender marcha al pueblo.

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Llegamos el día viernes a la cantidad de 350 seguidores en el perfil, así que lo celebraremos con el himno Из Советского Союза!!!! Sigamos así hasta los cuatrocientos, tenemos todo el continente conquistado (prácticamente), y con el perfil en inglés el коммунизм se expande por rincones de Asía y de los Países Nórdicos!!!

Regresando con la historia y acabada la celebración :v que lindo que Asuna ya tenga a su baby, aunque el nombre de Lev es más que nada provisional xd

Y sip, ya muchos debieron tener el corazón roto para está parte, y eso que falta lo peor 😬😬😬
Nos vemos en una semana.

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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