–Si que ha mejorado– pensó el Uchiha.

Y es que tras un breve combate entre ambos, Sasuke había logrado notar el avance en las habilidades de su hija. Desde que se enteró por parte de Karin que Anzu había logrado despertar su Sharingan, eso le produjo mucha curiosidad sobre el cómo podría manejarlo ya que, al final, evolucionar el sharingan costaba un poco de trabajo.

Pero en el poco tiempo que llevaba entrenando a su hija, también se había dado cuenta sobre lo acostumbrada que está a ello, y contando sus cantidades de chakra tan grandes, mantener su sharingan activo no era un problema muy significativo.

–¿Y bien? ¿qué tal lo he hecho?– preguntó la pequeña.

Reacomodando su compostura, el Uchiha la miró.

–Mejoras con rapidez, eso es algo bueno... además de que te has acostumbrado por completo a tu sharingan de una aspa, eso también es una gran ventaja– decía, para después sonreírle ligeramente. –Pero lo has hecho bien, a este ritmo, en poco tiempo lograrás evolucionar tu sharingan, no me cabe la menor duda– comentó.

Aquellas palabras vaya que hicieron sonreír a Anzu.

...

–¿Cuánto tiempo te quedarás?– preguntó la pelinegra.

Y mirando hacía el frente, yendo de camino a Konoha, la voz del Uchiha se escuchó.

–Un par de días, hay cosas que debo mirar con Kakashi y... me gustaría pasar un poco de tiempo contigo y tu madre– dijo, mientras giraba para mirarla.

Esas palabras lograron una sonrisa en Anzu quien, aprovechando el momento, sostuvo de la mano a su papá. Algo que a Sasuke le sorprendió puesto que nunca hace eso.

–Aún no me acostumbro a que no estés conmigo todo el tiempo, papá– se escuchaba a la pequeña. –Pero mamá siempre me dice de lo importante de tu misión... lo comprendo, créeme– dijo.

Aquellas palabras hicieron que el ojo visible de Sasuke se abriera en sorpresa, aunque, también, una leve sonrisa se marcó en sus labios.

–Me alegra que lo entiendas– dijo.

Aunque al mirar nuevamente a su hija, podía ver lo crecida que estaba. El cambio que el tiempo ya estaba dejando ver en ella.

Parecía que fue ayer cuando, recién nacida, la tuvo en sus brazos después de que Karin se la entrego. Parecía ayer cuando la miró por primera vez caminar después de llegar a Konoha al pasar algunos meses... parecía ayer cuando la escuchó decirle "papá" por primera vez.

Sin más, Sasuke sostuvo con un poco más de firmeza la mano de su hija quien, notando eso, le sonrió.

Esos eran los pequeños momentos que se debían disfrutar.

Después de partir en unos días, pasarían nuevamente algunos meses más para que pudiera verla otra vez y quizás crecería todavía más.

Era mejor aprovechar momentos así.