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Los rayos de sol eran molestos.
Miraba por la ventana hacia abajo, no se veía ningún infectado, bueno, no se veían infectados desde que llegaron, ya que habían limpiado la zona.
Aún recordaba cuando su hermana se infecto, cuando un día, de la nada, intentó atacarlo, o más bien matarlo, recordaba cuando intento huir con la abuela cerdito, pero cuando llegó a su puesto de trabajo, ella también intentó atacarlo.
Suspiro cubriendo su rostro, no era nada agradable recordar un trauma de infancia.
-No puedo creer que enserio te hayas quedado despierto -escucho una voz detrás de él, mientras que sentía un peso en su espalda.
-¿No se trata de eso la vigilancia nocturna?
-Si, pero conociéndote, pensé que te quedarías dormido en el sillón.
-No podía, teniendo algo tan importante a mi cuidado.
-No te dejaré desvelarte más, te pones bien gei -se burló Didier apartándose del chico y sentándose en el sillón.
-Me pongo cariñoso y te pones Mamon -respondió sentándose a su lado y apoyando la cabeza en su hombro.
-Oye, de ayer que estas raro -murmuró mirándolo.
-Es que estoy feliz de que casi te murieras -lo miro con una sonrisa.
-Olvidalo, estas igual que siempre -sonrio despeinandolo- ¿Quieres jugar Monopoly?
-Uhg, no, ¿Que tal si salimos? Podemos buscar algo más entretenido que ese juego.
-Podemos salir, pero con una condición.
-¿cuál?
-Que no salgas con ese puto martillo, te terminaras quebrando un brazo.
-¿Y Con que quieres que salga?
...
-Excelente -murmuró mientras jugaba con el cuchillo y seguía a su amigo.
-Tranquilo, solo lo usaras en caso de que pase algo grave, yo te cuidare -hablo con una sonrisa Didier mientras caminaba.
Ambos llegaron a la jugueteria y entraron en silencio, ambos se aseguraron de que no hubieran infectados dentro y comenzaron a recorrer los pasillos.
-Este lugar da miedo abandonado -murmuró Didier mirando los estantes.
-Busquemos algo para llevar a casa y vayamonos, siento que en cualquier momento saldrá un fantasma -respondió Edmond ojeando un cuaderno en una repisa, el cual estaba lleno de dibujos y anotaciones sobre no sabía que, cerró el cuaderno y lo metió en su mochila.
-¿Adivina quién? ¿Ajedrez? ¿Peluches? Ni esperare tu respuesta de la última, sabes que me los llevaré igual.
-¿No hay una Xbox o una Play Station 5 por ahí?
-No, ninguna, hoy no es tu día de suerte, me llevaré una baraja de cartas y otro juego de mesa.
-Oye, ayudame -el chico se acercó hacia donde estaba- quiero eso.
Estaba frente a una máquina de garra, y apuntaba un pequeño Pony Morado que estaba dentro, Didier lo miró y busco en su mochila alguna moneda.
-¿Que haces?
-Buscar una moneda, ¿de que otra manera quieres que saque el peluche?
-¿Por qué no simplemente rompes el cristal y lo sacas? Te lo pedí por que tu tienes una pistola.
-¿Quieres que salten cristales hacia todos lados y nos cortemos? Además, la gracia está en sacar uno mismo el peluche -sonrio sacando un par de monedas de su mochila y metiendo una en la máquina.
-Si no lo logras a la primera tomamos mi idea y rompes el cristal.
El chico se rio y comenzó a mover la garra para colocarla encima del peluche, mientras Edmond lo miraba atentamente luego de mover un rato la garra de aquí hacia allá, presionó el botón dejándola caer.
-Y... ¡Acá esta! -exclamó sacando el peluche de la maquina y mostrándoselo a su amigo con mucho orgullo.
Edmond sonrio mirándolo y extendió la mano para tomar el peluche, pero Didier rápidamente lo levantó y lo alejo de él, negando con su mano libre.
-¿Como se dice?
-Hey, se supone que lo ganaste para mi -se estiró encima del chico intentando alcanzar el peluche, pero este lo alejaba más con una sonrisa.
-No creas que te lo daré gratis, tienes que pedirlo amablemente.
-¿Y si te amablemente doy una patada en los huevos?
-Oh, no no no Edmond, tu es un très mauvais enfant.
-Uhg... Didier, por favor, ¿me puedes dar el peluche?
-Perdon, no te escuche, estaba muy ocupado mirando mi gran lindura, ¿puedes repetirlo?
-Vete al diablo -murmuró caminando hacia la salida.
El chico se rio y fue detrás de su amigo, abrazándola por la espalda y dándole un beso en la mejilla.
-Petite, toma tu peluche.
-Ya no lo quiero.
-Eres muy lindo cuando te enojas, por eso te voy a secuestrar -sonrio y lo tomo en brazos como si fuera un saco de papas.
-¿¡Que demonios haces!? ¡Bajame! -exclamó Edmond pataleando y golpeado su espalda.
-Si gritas te van a escuchar, calmate, además no es como si te fuera a violar o a robar los órganos.
-Viniendo de ti, me espero cualquier cosa, ahora sueltame antes de que se te ocurra agarrarme la nalga.
-No me des ideas.
-¡Bajame ahora! -volvió a patalear mientras su amigo se reia.
...
-Bien, esta noche hago guardia yo -sonrio Didier cargando su pistola- es hora de que vayas a dormir.
-¿Seguro que no quieres ir a dormir? Puedo volver a hacer guardia yo.
-No puedo dejar que te salgan ojeras por no dormir, por que tu, a cambio de mi, te verías horrible con ojeras -recibió un codazo de su amigo mientras se reia.
-Me preocupo por ti y te pones mamon, buenas noches -hablo Edmond metiéndose a su cuarto a dormir.
Didier sonrio y se sentó en el sillón, sacando la baraja de cartas de la mochila junto con una bebida, preparándose para pasar la noche.
...
En memoria al Pony Morado que saque de una garra, se lo preste a mi prima de 5 años y nunca más lo volví a ver, te veré en el cielo señor cara de Pony (re original era para los nombres)
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