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☀️Capítulo X☀️

DAMIÁN

¿Creen en la suerte?

Yo sí. Y hoy es un día de esos para mí.

Hace un par de días me llamaron para hacer un toque en Medellín, en un bar muy cerca del hotel donde mi gansita se está hospedando, nos van a pagar bien por la presentación de hoy en la noche y si les gusta nos quedaremos todo el fin de semana, así que la paga será muy jugosa, sin contar que nos darán un pequeño departamento para quedarnos los días que tocaremos.

Una magnífica noticia.

Los chicos y yo llegamos hace media hora, querían descansar pero insiste en que dejaran enfrente del hotel Viaggio antes, por supuesto protestaron, pero al final accedieron a acompañarme. Dijeron que darían una vuelta, comerían algo mientras yo veía a mi Gansita.

Saqué mi teléfono para llamarla y avisarle que estaba afuera del hotel, que bajara a recibirme. No sabía si estaba en el hotel porque últimamente tiene mucho trabajo y casi no responde mis llamadas, incluso tuvo que quedarse unos días más de lo planeado porque hubo algo nuevo que no recuerdo bien.

Hablamos hace un par de días y me dijo que tenía algo importante que decirme, la sentí extraña, creo que este trabajo la estresa demasiado. Aprovechando  que estoy aquí le ayudo con eso y de paso nos divertimos un poco, además quiero invitarla al bar para que me escuche cantar en mi presentación de hoy, es muy importante para mí.

Marqué a su número y no respondió, intenté una vez más y esta vez la llamada fue rechazada. Me preocupé por el exceso de trabajo que tiene y decidí marcarle por última vez mientras cruzaba la puerta del hotel y...

¡Mierda!

El impacto de alguien chocando conmigo  me hizo tirar el teléfono para sujetarla y no cayera al suelo. Por una milésima de segundos sus ojos rojos e hinchados conectaron con los míos y sentí pena por ella al ver sus lágrimas correr.

—¡Suéltame! —dijo y empezó a golpearme hasta empujarme para salir corriendo como alma que lleva el diablo.

«¿Qué le habrá sucedido

Por más que me dije que no hiciera nada, ahí estaba mi instinto protector y mis malditas ganas de ayudar diciéndome que corriera tras ella.

¡No lo hagas Damián!

«Tal vez es solo un berrinche de niña caprichosa, se le nota que es una niña mimada y fresa»

Me dije, pero no me pude contener. Me agaché para levantar mi teléfono que gracias a Dios no se rompió y me fui de metiche corriendo tras ella hasta que logré visualizarla en la orilla de la carretera, estaba de espaldas a mi, pero por su largo y ondulado cabello castaño, sabía que era ella. Bueno y por la ropa también.

Mi corazón casi se sale del susto cuando la vi dar un paso y luego otro en dirección al camión que venía a toda prisa.

«¿Qué mierda hace?»

«¿Acaso ella?»

«¡Ay no!»

Corrí tan rápido hacía ella que flash jamás me hubiera podido alcanzar, la tomé de la cintura y la halé hacia atrás cayendo al suelo con ella encima de mí. Quiso levantarse, algo pasó y terminó sentándose.

—¿Estás loca? ¿Acaso no viste el camión? —reproché sin obtener respuesta de su parte—. ¿Estás bien? —Abrió los ojos y al verme, se soltó a llorar tan desenfrenadamente que logró conmoverme.

Lo que sea que le haya sucedido la debió dañar demasiado para que llore de esa manera. Me levanté e hice lo mismo con ella y noté entonces el gesto de dolor al apoyar su pie.

»Te lo lastimaste —afirmé,  la levanté en mis brazos llevándola a una banca que estaba cerca, la dejé ahí y me senté a su lado.

—Vete, déjame en paz. —dijo.

—Oye, no sé que te sucedió, pero no puedo dejarte aquí sola en ese estado.

—No quiero que estés aquí, además no es tu asunto ¡lárgate de una vez!

«Y es desagradecida»

—Puedes echarme todas las veces que quieras, aún así. No me iré —Me dio una mirada asesina, se levantó de la banca para irse, pero al dar un paso su cuerpo tambaleó y casi cae al suelo, digo casi porque la atrapé antes que se fuera de jeta contra el piso.

—Déjame sola. —pidió.

—Ya te dije que no.

—¡Que te vayas! vete y déjame aquí. Quiero estar sola ¿No lo entiendes? —gritó casi histérica y forcejeó hasta el punto de golpearme de nuevo, su lucha se fue apagando y poco a poco se dejó vencer para de nuevo sacar su dolor en mis brazos.

—Llora —dije y la abracé para darle el consuelo que necesitaba.

Lo hice porque cuando mi madre murió estaba solo, no tuve nadie que me diera un abrazo para consolarme. En ese momento desee que una de esas personas que pasaban por ahí se acercara y me diera ese abrazo. Lo necesitaba, como ella lo necesita justo ahora. 

No sé si fueron minutos o más tiempo cuando las nubes se tornaron grises y la lluvia empezó a caer haciéndose más fuerte con los segundos. La gente que pasaba a nuestro alrededor nos miraba, pero ninguno se acercó a curiosear el hecho de que dos chicos estuvieran sentados en medio de la calle mojándose.

«O tal vez no quieren mojarse como ustedes»

—Oye, sea lo que sea va a pasar, todo estará bien —Nuevamente no dijo nada, solo siguió llorando.

«¡Carajo!, se va a deshidratar»

»Debemos irnos, pescaremos un resfriado si seguimos aquí. Te llevaré al hotel.

—¡No!, no quiero ir allí —dijo y sorbió sus mocos.

«¡Que asco!»

—Ok, pero no te vayas a limpiar conmigo por favor.

—Lo siento —Se disculpó e hizo silencio de nuevo.

—Oye, vámon...

—No me siento bien.

—¿Qué?

—Me duele la cabeza, me siento mareada y creo que...  —No pudo terminar porque se desplomó en mis brazos.

—Oye, no, no, no. No me hagas esto por favor —Me asusté—. Abre los ojos por favor, por favor. ¡Carajo!

«¡Mierda! ¿Ahora que hago?»

Piensa Damián, piensa.

Saqué mi teléfono del bolsillo y le marqué a la única persona que podía ayudarme, gracias a Dios respondió enseguida.

—Hola, ¿Te arrepentiste de visitar a Barbie? Y...

—Cindy, necesito tu ayuda, por favor ¿Dime qué no se han ido al departamento, por favor?

—¿Qué sucede, Pinki? —Se alarmó.

—A mi nada, solo responde.

Acabamos de subirnos a la carcachita, ya nos íbamos —Eso me alivió.

—Gracias al cielo, estoy a unas cuadras del hotel, vengan rápido por favor.

Ok, ya vamos, pero ¿A la derecha o a la izquierda?

—Izquierda Cindy. ¡Apúrense!.

Cargué a la chica y caminé con ella en brazos para agilizar el encuentro con los chicos, de repente vi la muy vieja camioneta acercarse, Cindy sacó su cabeza y empezó a dar gritos. Abrí la puerta de la parte trasera y acomodé a la chica dejando su cabeza encima de mis piernas.

—¿Quién es ella? —Cindy me observó con algo de enojo.

—No lo sé, se desmayó y... ¡Carajo Cindy, haz algo!.

—¿Y yo por qué? —protestó.

—¡Por favor!

—¿Hace cuánto se desmayó?

—Uno o dos minutos creo —respondí lleno de angustia.

—Tal vez se le bajó la presión o tuvo un susto. —dijo Gonzalo. Él sabe de eso, sus padres querían que fuera doctor, pero él lo odiaba y solo soportó un semestre.

—Debe ser lo primero. Arranca Gonzalo y vamos al depa ¡Rápido!.

—¿Por qué al depa y no a un hospital? —preguntó Cindy.

—¿Qué diremos, si ni siquiera sé cómo se llama? Nos van a acusar de algo, además no tenemos ni un quinto.

—Ok, ok, mejor al depa.

—Yo solo espero que la mocosa no nos vaya a traer problemas por andar de buen samaritano, Damián. Ella no es una chica cualquiera. —dijo Gonzalo un poco molesto.

—¿Por qué lo dices? —pregunté con curiosidad.

—¿No me digas que no has visto la roca que trae en su dedo? —Busqué en su mano y me percaté del anillo en su dedo—. Esa cosa vale una fortuna Damián y seguramente hay alguien buscándola.

Tenía razón, pero igual lo ignoré al sentir que la chica empezó a reaccionar.

—¿Cómo te sientes? —pregunté apenas abrió sus ojos, pero no respondió, parecía atontada.

En el trayecto al depa, les conté a los chicos como habían sucedido las cosas. Apenas llegamos, entré con la chica y la dejé sobre la cama en una de las habitaciones. Cindy me pidió que las dejara solas para ayudarla a quitarse esa ropa mojada y se colocara algo seco que ella le prestaría.

Gonzalo se instaló en la habitación de en medio y yo en la última, acomodé mis cosas y me metí a darme una ducha caliente.  Los tres estábamos cansados del viaje, fueron 8 horas y por mi afán de ver a mi Gansita los pobres no habían podido descansar.

Salí de mi habitación ya vestido con ropa seca, me encontré con Gonzalo quién me extendió una taza de té.

—Gracias.

La tomé y fuimos a la habitación de al lado, Cindy estaba acostada en la cama y la chica arropada hasta el cuello dormida.

»¿Qué ha dicho? —pregunté.

—Aparte de llorar como una Magdalena, no. No ha dicho nada —comentó Gonzalo.

—Oye —recriminé—. No sabes que le ocurrió.

—Y tu tampoco. Además no nos escucha, está dormida, Cindy le dio un cálmate.

—Si, va a dormir un buen rato, ahora vayan ustedes a hacer lo mismo, necesitamos descansar para estar regios en el toque de esta noche y no te preocupes pinki, yo la cuido. —Cindy se metió debajo de las cobijas y se acomodó de lado—. Después hablamos de esto.

¡Mierda!

Eso no sonó muy bien, por lo general cuando dice eso es porque me va a madrear.

Gonzalo y yo salimos de la habitación para irnos a las nuestras a descansar también, si queríamos quedarnos todo el fin de semana en ese bar, debíamos lucirnos y para ello teníamos que estar frescos.

☀️☀️☀️☀️☀️☀️☀️

El molesto sonido del teléfono me hizo despertar de mi dulce siesta, aún medio dormido manotee en busca del aparato hasta que lo encontré.  Miré la pantalla y me emocioné al ver el nombre de mi Gansita en la pantalla.

—Gansita, te he estado llamando. ¿Cómo estas? Estaba preocupado.

Eh, hola. Estoy muy bien, te llamaba porque necesito dejar unas cosas en claro contigo.

—Gansita, ¿Qué pasa? ¿Por qué me saludas así tan fría ? Y, ¿De que cosas me hablas?

Mañana llego a Bogotá y te busco para que hablemos. 

  Eso me dolió, y... ¿Dónde quedó el gansito?.

—Hagámoslo ahora entonces, te estaba llamando para decirte que estoy en Medellín, fui a verte al hotel.

¿Qué? ¿Estás aquí? Pero... ¿Qué haces aquí?La sentí nerviosa.

—Trabajo. Aún tengo unas horas por si quieres que nos veamos.  Ya que me necesitas voy para allá y me dices esas cosas que tienes que aclararme. ¿Te parece?

¡No!, No vengas.

—¿Por qué? Creí que era importante.

Es que... No te puedo recibir, nos prohibieron las visitas. Mejor dime dónde estás y yo voy hasta allá —Eso me pareció raro, pero no quise hacer reclamos absurdos.

—Está bien, te envío la dirección y te espero, nada más te advierto que Cindy y Gonzalo están aquí —Le informé, digamos que no se llevan muy bien.

Ok, te veo en un rato —dijo y colgó.

Me quedé muy pensativo y preocupado.

«¿Qué será eso que me quiere decir mi Gansita?

¿Por qué estará tan rara?

¿Le habrá pasado algo aquí?»

Continuará...  Parte 1.

Hola, espero que estén de maravilla.👌😊😊😌

Este capítulo está dividido en tres partes porque si no me quedaba muuuuuuuy largo.

Muchas gracias por sus lecturas, votos y apoyo.

Se viene el....

Bendiciones.  Besos. 😘😘

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