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Capitulo 14

PASATIEMPO

Cindy.

Una extraña sensación de molestia está instalada en mi corazón al observar a
Camilo jugar con 'la' Meli.  Verlos así me hace sentir... ¿Celos?...

«¿Pero qué cosas estás diciendo, Cindy?» me regaño.

El sonido de sus risas me causan dolor de cabeza.

Melissa corre por todo mi cuarto mientras grita divertida, él la persigue hasta que la alcanza, la levanta en el aire dándole unas vueltas hasta dejarla caer en la cama y ahora le hace cosquillas.

El sonido de las risas  me siguen incomodando. Me alegra ver reír a la Meli de esa manera, también que se lleve tan bien con Camilo, pero confieso que me siento un poco celosa por la situación porque me han ignorado. Justo entonces entiendo a la Kiracita cuando se sintió igual en sus citas de tres hace unos años, cuando la Meli recién llegó con nosotros.

Los observo y no puedo evitar emitir una risita al escucharla suplicar que la deje, su carita está roja como un tomate y me mira pidiendo ayuda.

—¡Por favor Tía!, ayudame, no te burles. Ya me duele mi pancita. —dice aún riendo. En cuanto dice eso Camilo se aparta y se sienta sobre la cama. Ella lo hace después de reponerse— ¿Vamos al parque, camilo?

«Carajo! ¿No se cansa?». Pienso.

Me despego de la puerta, donde he estado recostada y camino hacia ellos.

—No, agarra tus cosas que te voy a llevar a tu casa.

—¿Qué? No tía, quiero quedarme con ustedes. Por favor. —Se levanta de golpe para aferrarse al cuello de Camilo.

—Vamos Cindy, que se quede un rato más. Si no quieres salir, quedemonos aquí y… —La despega de su cuello, se coloca de pie y agarra una almohada—,¡Jugamos! —Le lanza un almohadazo no tan fuerte a la Meli, que también toma una y se la devuelve empezando una guerra de almohadas entre los dos.

—Bueno, ¡Ya basta! Se detienen los dos, me van a dañar mis ricas y suaves almohadas. —digo en tono regañona.

—Tía, no te enojes, mejor juega con nosotros. ¿Quieres?.

—No. —digo con algo de fastidio, la verdad es que no sé por qué, pero siento un poco de molestia por verlos así. Creo que hay algo que no me gusta.

—No seas aburrida, ven a jugar con nosotros, mi diosa.

—No soy aburrida, solo…

—Lo que pasa es que tú tía Cindy ya está "algo" grandecita para estas cosas, hermosa  y pues…

—¿Me estás diciendo vieja, Camilo? —pregunto ofendida. Le quitó la almohada de la mano y lo golpeó con ella con mucho fuerza para que le duela—. Imbécil, soy más joven y más divertida que tú, además parezco de 20, eh.

Me giro hacia la Meli en cuanto la escucho reír y también le doy un almohadazo, más suave claro.

—¡Guerra de almohadas! —grita Camilo.

—¡Guerraaaaaaa! —grita ella.

Cada uno toma su almohada y empezamos la guerra mientras reímos.

Dos contra uno y termino por caer sobre la cama, cosa que aprovechan ellos para hacerme cosquillas.

Debo reconocer que tenían razón, nos divertimos muchísimo un buen rato, luego llega la hora de llevar a Melissa a su casa.

—No quiero. ¿Me puedo quedar? —Junta sus manos y sonríe con ternura.

—No, no hay dónde dormir.

—Si hay, yo me quedo en el cuarto con ustedes. Tu cama es grande, tía.

—No, tu te vas a casa, a tu habitación donde dormirás muy cómoda y calientita..

—Vete tú, también tienes una habitación ahí. Yo me quedo con Camilo aquí. —replíca. Va hacia él y lo abraza por la cintura

—Hum ju. De afuera vendrán y a la calle nos echarán. Decía mi abuela. Es mi casa, no tuya.

—Hermosa, ve a la habitación. Tu tía y yo vamos a hablar un momento.

—¿La vas a convencer, Camilo? —pregunta, luego lo jala obligándolo a quedar a su altura, le susurra algo al oído y se ríe.

—Yo me encargo, ve a la habitación. —pide él. La pequeña manipuladora levanta sus dedos pulgares para apoyarlo y sonríe antes de obedecer.

—Dejala quedarse, ella tiene razón. Los tres cabemos en la cama. ¿Cuál es el problema?

—Damian, se va a molestar y... —chista.

—¿Por qué será que no te creo? A ver, dime ¿Qué te molesta?

—Nada. —miento.

—Yo sé que si. —Levanta una ceja y  me da una media sonrisa—. ¿No será más bien que estás celosa, de una niña, tu sobrina?

—¿Celosa yo? —Bufo—. Claro que no.

—¿Segura? Porque pareciera que si —Se acerca para tomarme por la cintura y yo coloco mis manos sobre su pecho—. Mírame. —ordena mientras sonríe.

—No me molesta que esté aquí, pero... te la has pasado con ella y yo... —Lo miro avergonzada—. No estoy celosa, es solo que quería pasar la noche contigo, "solos". No te he visto en dos días.

—Estaba con el asunto de la moto, el papeleo es tedioso para que la devuelvan. Y eso que tuve suerte de que la policía la recupera.

—Oye si, eso sí es raro. Cuando se roban un vehículo lo desaparecen de inmediato y ni rastro después.

—La suerte está de mi lado.

—Eso veo —digo. Cruzo mis brazos alrededor de su cuello—. Tengo ganas de estar contigo, quiero que me cojas así de rico como solo tú sabes hacerlo y pos, con la Meli aquí... —Se burla el idiota y lo golpeo en el hombro. Se queja.

—Perdón, perdón mi amor —Rie. Se acerca y me besa.

—Es broma, no duele y... Prometo darte un buen polvo, pero deja que se quede esta noche. —susurra sobre mis labios.

—Está bien, pero tendrá que ser excelente, no bueno —advierto, vuelve a reír y me separo para ir a la habitación para avisarle a Melissa—. Te puedes quedar, pero tú le dices a Damián.

—Siiii. —grita contenta y corre hacia Camilo. —¿Ves? Te dije que funcionaría, a mi hermano siempre le funciona con Kira cuando ella dice que no, él le da besitos y cambia de opinión.

—Parece que es un buen método, hermosa. Gracias por el concejo.

—¡Asi que estaban confabulados!. Claro, había olvidado que eres experto en armar complots.  —digo recordando lo de la Susi.

⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐

Un meses después...

Mi pobre barriga me duele de tanto reír.

Eliana no ha parado de gritar e insultarme por no dejarla dormir. Camilo y yo lo hacemos a propósito para que beba un poco de su propio chocolate. Le hacemos bullying.

—¡Ya callense! Pervertidos. Además; yo no sueno así. —grita mientras golpea la pared.

Tapo mi boca para aguantar la risa, pero Camilo me la quita para besarme. Sube su pierna y me pega a su cuerpo, nos miramos unos segundos y no podemos aguantar la risa, la cual es escandalosa. Unos segundos y la puerta de la habitación es golpeada con insistencia.

—¡Carajo! Ya se enojó—digo.

—¡Ya dejen de joder y salgan de ahí! —grita ella.

—¡No podemos! estamos como Dios nos trajo al mundo. —respondo entre risas.

—¡No me importa! Tengo llaves y las voy a usar. A la una... —amenaza. Camilo y yo nos miramos, nos levantamos rápido pero no alcanzamos a vestirnos, solo me envuelvo en la sábana y él se hace detrás de mí en cuanto ella entra furiosa—. Hijos de puta, ¿Creen que se van a burlar de mí sin ningún problema? Pues no —Nos señala—. Los dos, me van a llevar a bailar esta noche y por supuesto, pagarán todo. —dice muy sería.

—¡No joda!, tu lo que quieres es irte de farra a costillas nuestras —reprocho y ella rie.

—Pues si, me lo deben.

—Pos tu nos debes más noches sin dormir. "Escandalosa".

—No es cierto, además no es mi culpa, sino de Manuel —Se excusa.

—Ok, eso lo acepto. Culpable por ser excelentemente bueno en el arte del placer —dice Manuel entrando a la habitación—. ¿Entonces qué? ¿Salimos?
Conozco un lugar "super" para bailar y tomarnos unas cervecitas. Eso sí, como dijo Eliana, ustedes invitan.

—¡Qué convenecieros! —ataco.

—¡Que tacaños! —contraataca Eliana.

—De acuerdo, vayamos. Tengo ganas de un trago. —digo.

—¡Eso! —grita Eliana emocionada—. Tienen 10 minutos para ponerse decentes.

Salen de la habitación y nosotros aprovechamos para darnos una ducha juntos y vestirnos rápido. Como siempre, mi atuendo es negro y de pantalón.

Al cabo de una hora, llegamos al dichoso lugar del que nos habló Manuel. Es un bar común, pero amplio y agradable, ideal para pasar desapercibido. La música está bastante alta, casi no se puede escuchar lo que hablamos, aunque Manuel y Eliana casi no han dicho nada, se han bebido cuatro cervezas y yo apenas empiezo la segunda. De pronto ella se coloca de pie, levanta su botella y grita:

—¡A bailar! Hu, vamos amor. ¡A brillar baldosa!

Su entusiasmo me contagia y también se me antoja bailar, entonces agarro  la mano de Camilo y lo arrastro a la pista de baile.

"Bailando" de Enrique Iglesias noa prende y nos incita a cantar a todo pulmón.

—¡Yo quiero estar contigo, vivir contigo!

Muevo mis caderas mientras sujeto mi cabello sobre mi cabeza. Camilo me sonríe y entonces empiezo a juguetear, más bien a provocarlo. Le doy la espalda y meneo mi trasero rosando con él, coloca sus manos sobre mis caderas y su cabeza en mi cuello, con sus manos guía mis movimientos, más bien hace que mi trasero roce a su amiguito, luego me gira para devorar mi boca con un ardiente beso que me estremece. Mi respiración se agita y aún con mis ojos cerrados trato de recomponerme del efecto, siento sus dedos acariciar mi mejilla, abro mis ojos lentamente para encontrar su mirada. Sus ojos marrones tienen un brillo especial, la manera en que me mira me transporta al pasado haciendome volver a aquellos tiempos cuando esos ojos también marrones me miraban así.

Mi rostro se contrae y retrocedo un par de pasos. Estoy confundida, también asustada por la reacción de mi cuerpo.

—¿Qué pasó? ¿Te sientes bien? —pregunta Camilo.

No respondo, solo lo observo. El brillo en sus ojos se ha ido, su mirada ha cambiado y ahora no estoy segura si fue real o lo imaginé. Lo detallo de los pies a la cabeza y regreso a sus ojos que ahora me miran con preocupación.

Creo que mi mente me ha jugado una mala pasada al hacerme recordar lo que creí, estaba olvidado. Mi corazón ha empezado a palpitar, mi habla no quiere salir y mis ojos empiezan a picar. No entiendo nada.

«¿Por qué lo recordé?»

»¡Cindy! —Escucho su voz a lo lejos, estoy perdida en mí.

Vi esa mirada que me hacía estremecer y a la vez sentir paz, seguridad, confianza, amor y sobretodo; felicidad. Esa mirada que él solia darme para decirme que me amaba sin usar sus palabras. Esa mirada que me encantaba.

«Marlon»

—¡Oye Cindy! ¿Te sientes bien? —pregunta Eliana acercándose a mi, aprieta despacio mi mandíbula para hacer que la mire.

Intento pronunciar algo, pero la silueta de Sebas y Mauricio detrás de ella me distrae, ahora tengo mis ojos en ellos y prácticamente la ignoro. Sigo mirándo a esos dos porque cada uno está con una vieja. Frunzo mi ceño en cuanto la castaña besa a Sebas en la boca, pero él la aparta con delicadeza y le dice algo.

Ahora detallo a la vieja esa, pelo largo, liso, delgada, tetas grandes, cintura pequeña y grandes caderas. Trae un vestido azul cielo, brillante, muy corto y bastante ceñido al cuerpo.

—Perdón, se me fueron las luces. Ya vuelvo. —digo y voy hasta dónde se encuentran esos dos, cuatro en realidad.

La tipa esa no se le despega a Sebastián, lo manosea cínicamente haciéndolo sentir incómodo, eso se le nota. Una vez cerca, empujo no tan brusco a la tipeja y me pegó del brazo de Sebas.

—Hola Cindy. —saluda, hay cierto nerviosismo en su voz.

—Sebas y... Mau. —Él me mira y yo igual, sigue su camino con la otra mujer hasta llegar a una mesa donde se sientan.

—¿Podemos hablar unos minutos Sebas? Tengo unas cosillas que decirte.

—Claro.

—Oye, yo te conozco. ¿Me puedo tomar una foto contigo? ¿Los demás también están aquí? Quiero fotos con todo el grupo. —dice la tipa con entusiasmo, parece que es fan, pero aún así, no pienso hacerlo.

—No, no están. Tengo que hablar con Sebas, ¿Nos dejas solos?. —pido en forma no muy cordial.

La tipa me mira mal y se une a los otros.

—Cindy, si vas a reclamarme...

—Nombe no. Yo solo quiero decirte algo.

—Ah, supongo que ya debes saber lo que pasó esta mañana. ¿No?

—Si, ya sé. También sé que la Taniecita está mal en su casa, lloriqueando por ti y tu aquí, de lo más feliz, con otra.

—Tania y yo no estamos bien ahora, nos peleamos muy fuerte y...

—Y vienes a consolarte con otra tipa ¿No? —ironizo.

—No, las cosas no son como piensas. Ella es una conocida de Mao. Su amiga la trajo y él a mí, lo que viste no...

—Si vi eso, la tipeja esa te besó y la pusiste en su lugar porque estas sobrio, pero más tarde no lo estarás, esa te quiere comer y estando borracho dudo mucho que puedas resistirte.

»Dirás que no es mi asunto, pero resulta que Tania es mi amiga y la quiero. Estás bastante grancedito Sebas y sabes lo que haces, solo te pido por favor, que no le rompas el corazón, si ya no estás seguro y no funcionan como pareja es mejor que le termines. No la engañes Sebas, tengo un buen concepto de ti. No lo arruines —Apunto con mi trompa a la tipa—, con esa.

—Cindy, no quiero terminar, pero es que las cosas están muy tensas entre nosotros. —explica.

—Entonces hablen, arreglen sus cosas y no cometas un error del cual te vas a arrepentir después. Tal vez Tania tuvo algo de culpa, pero estaba muy mal y lo sabes, cometió un error al dejarte y trancar los planes de boda que tenían, pero... No la lastimes.

Al parecer mis palabras cumplieron su objetivo, la cara de Sebastián me dice que en verdad lo está considerando.

»Bueno, ya te dejo. Mis amigos y mi novio me esperan. Portate bien, no busques lo que no se te ha perdido, no bebas mucho y... Dile al idiota de tu amigo, que es un idiota. La Susi es grandiosa. Otra pendeja que debe estar lloriqueando.

Regreso a la mesa con Camilo y los otros, hay una nueva cerveza para mí, la agarro y la bebo casi toda de un sorbo.

—¿Quién es él? —chismosea Eliana.

—Un amigo, que tiene sufriendo a una amiga, y su amigo el de allá —señalo con mi trompa—, tiene sufriendo a mi otra amiga. ¡Qué imbéciles son los hombres!

—Gracias por lo que me toca. —se queja Manuel.

—Pos, es la verdad. Así les duela.

—Bueno ya, vinimos aquí a pasarla bien un rato, así que... —dice Eliana, levanta su botella y con sus ojos nos indica que hagamos lo mismo—. Brindemos, por habernos conocido, por nuestros novios y por... Este maravilloso día. —Chocamos las botellas.

Camilo me observa, pero no dice nada. Tomo su mano y lo halo obligándolo a levantarse para llevarlo pista de baile, cruzo mis manos sobre su cuello quedando muy cerca de su boca.

—Disculpa por lo de hace rato, no sé qué me pasó —susurro.

—¿Me amas? —pregunta. mis pies se detienen y mis ojos se abren al instante.

Su pregunta me toma por sorpresa, miro sus ojos, los sentimientos fluyen, mi piel se eriza y mi corazón palpita con más fuerza.

—Si, te amo. Camilo. —confieso sorprendida por mi respuesta.

—¿Entonces por qué...

Los gritos de la tipeja interrumpe.

—¿¡A dónde vas? Vuelve aquí imbécil! Sebastian. —grita su nombre con enojo.

Volteo, entonces sonrío al ver a Sebas irse. Me río tan fuerte que ella se gira para verme, viene hasta aquí con cara de pocos amigos.

»Es tu culpa perra, ¿Qué le dijiste? —espeta.

—¡Huy! Te dejaron alborotada, te recomiendo un baño con agua fría para bajar esa calentura que traes porque con el sebas, ya no fue,  —digo mientras río.

Ella se molesta e intenta golpearme, las manos de Camilo son más rápidas y logran sujetar su mano, acto que atrae a Mauricio y a la otra mujer.

—Será mejor que la sueltes. —dice. Camilo suelta su mano y me sujeta por la cintura.

—Y será mejor que hagas lo mismo que Sebas, irte a buscar el perdón. Estoy segura que la pendeja de la Susi, te perdonará. —digo.

Una sonrisa estúpida se dibuja en su rostro.

Eso me hace pensar, que lo hará.


He aquí el capítulo prometido
Disculpen si hay errores, ni tuve tiempo de revisarlo. Lo haré en estos días. Muchas gracias ☺️

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