Capítulo 13 - No existe el color morado
Era un nuevo día, otra jornada de trabajo acabada, William se sentía cansado por atender niños todo el día, estaba agradecido de que haya acabado. Miró en dirección donde se encontraban su nueva hija junto con Fritz, jugando a las atrapadas, William se acercó a ellos y se agachó.
William: ya es hora de irnos - dijo a su hija, la cual hizo un leve puchero
Fritz: ¿No pueden quedarse un poco más?
William: lo siento, pero yo creo que no - dijo tomando a Micaela y retirándose del restaurante
William pudo sentir como era seguido, al voltear un poco la cabeza pudo ver que Fritz caminaba unos pasos atrás de él mientras hablaba con Micaela y ella le hablaba igual sonriendo. William se detuvo, tratando de no explotar de colera para no llamar la atención.
William: ¿No te esperan en tu casa? - dijo con el tono más calmado que pudo usar
Fritz: no, mamá y papá se fueron a trabajar y me dejaron en el restaurante para que no me quedara encerrado en casa
"Mierda", pensó William, no podía tener a ese niño siguiendole hasta su casa como si fuera un perro. Podría matarlo, pero ya muchas personas lo habían visto con él, si lo matara, él sería el principal sospechoso.
Sentía como poco a poco perdía la paciencia a cada paso que daba, su piel poco a poco se teñía de morado y su mente se nublaba, sentía los ojos de la gente posados sobre él observandolo y frunciendo el ceño al ser a tal fenómeno. William lo odiaba, odiaba sentirse así en los peores momentos, odiaba ser observado, ¿Desde cuándo se tiñe de morado cada vez que se vuelve loco?
Un sonido le hizo volver a la realidad, risas, risas de niños, Micaela y Fritz se emocionaron, Micaela se movió desesperadamente hasta escapar de los brazos de William y corrió junto con Fritz hacia ese sonido. William estaba desconcertado, volteó a esa dirección sin entender, era el parque, los niños corrieron a los juegos para divertirse.
William miró sus manos, aún teñidas de morado, sus manos poco a poco dejaron ese color hasta quedar a su color natural, las miradas que anteriormente sentía ya no estaban y todo a su alrededor se hizo claro. Suspiró con cansado, otra vez estaba alusinando, ¿Por qué siempre se veía de esa forma? ¿Por qué cuando empezaba a perder la cordura veía todo su ser de un color morado? No había morado, no habían miradas, no había nada, todo era producto de su mente y él no sabía porque, porque específicamente ese color.
Un llanto llamó su atención, miró para todos lados con rapidez encontrándose a su hija de 3 años llorando en el piso mientras Fritz intentaba consolarla, al parecer se hizo daño jugando, otros niños se acercaron a ella para verla pero la multitud pareció haberla espantado aún, fue peor cuando vio que las madres de los otros niños también se acercaban a verla. Micaela se sentía intimidada por la presencia de todos esos extraños alrededor de ella, siendo su único consuelo Fritz quien trataba de calmarla.
William abrió los ojos como platos, esa escena, ese preciso momento, verla lastimada y llorando sin consuelo en el suelo, un dejavu, un sentimiento de ya haber vivido aquella escena hizo presencia en su mente.
C.C.
Recordó a su hijo mediano llorando en el suelo con una herida por haberse caído del columpio, se recordó a si mismo ayudándolo a levantarse y curando su herida, diciéndole que todo iba a estar bien. Recordó la bella cara de su hijo sonriendo, sin más rastros de lágrimas en sus mejillas, feliz mientras comía la hamburguesa que su padre le había comprado a él y a sus hermanos como consuelo por su resiente caída.
Algo despertó en él.
Algo que había desaparecido hace años pero que finalmente volvió a nacer.
Un instinto.
- Ohh, pequeña, ¿Dónde est tu mamá?
"Mamá", esa palabra resonó en su mente, recuerda haber llamado a una persona de esa manera una vez, pero no podía recordar, algo le impedía recordar, sólo sabía que no lo tenía. No tenía una "mamá".
Sus sollozos se hicieron más fuertes, empezando a hiperventilarse por la cantidad de mujeres a su alrededor, aferrándose más a Fritz en busca de socorro.
Micaela: p-pa... Pa... - "Papá", eran las palabras que quería pronunciar, pero no lo lograba por el miedo
William: ¿Serían tan amables de alejarse de mi hija? La están espantando - demandó con voz autoritaria, con voz alta e intimidante
Todas las madres voltearon a verlo, las miradas juzgadoras no pararon en aparecer pero a William no parecía importale, era normal, después de la muerte de sus hijos había descuidado un poco su apariencia. Su cabello era un poco largo, sus ojos se veían cansados y tenía dejada la barba, nada parecida a la apariencia elegante que con tanto orgullo solía portar.
Pero ese no era el caso ahora, su prioridad estaba en ella, su hija.
William: mi hija no se ve cómoda con todos ustedes cerca, les agradecería bastante si se fueran de aquí
- ¿Tiene alguna prueba de que ésta sea su hija? - comentó una de las mujeres, poniéndose frente a los 2 niños y aún mirando con desagrado a William
William: yo a usted no tengo que probarle nada, yo sólo cumplo con mi responsabilidad, si no tiene nada más que decir, larguese
La mujer iba a protestar pero fue interrumpida por un leve empujon, que era Micaela abriendose paso entre la multitud para correr hacia William y abrazar su pierna en busca de protección, cogeando un poco por su pierna lastimada. Fritz también se acercó a William y se puso frente a él con una mirada de enojo, en un intento de mostrarse intimidante para protegerlos a ambos, William sonrió levemente por éste acto y cargó a Micaela.
William: nos vamos, tengan un buen día - dijo con una sonrisa arrogante, adorando ver como aquellas mujeres lo miraban con desagrado
Los 3 salieron del parque en silencio, Micaela ocultaba su rostro en el pecho de William manchando su camisa con sus lágrimas, pero eso no pareció importarle al mayor, quien miró a ambos tranquilamente y sonrió.
William: ¿Quieren que les compre un helado?
Micaela levantó la cabeza emocionada y asintió, Fritz asintió con algo de pena.
William: pues vamos, que pronto se hara tarde y no habrá tiempo para helados
Fritz: ¡Si! ¡Gracias, Sr. Afton!
¿Sr. Afton? ¿No "papá"?
Ser llamado por su apellido lo devolvió a la realidad, no estaba con sus hijos, ya no más, lo había olvidado. Se había sentido tan a gusto en ese momento, como si hubiera retrocedido en el tiempo y sólo fueran él y sus hijos pequeños, pero no lo eran.
William se tranquilizó un poco y trató de sonreír un momento, no quería pensar nuevamente en el morado, aunque fuera falso, no quería verse de nuevo en ese color. Por ahora, sólo por ahora, fingiría que todo estaba bien, que estaba de nuevo en ese lugar de su mente que lo haca feliz.
"Te estás volviendo débil de nuevo"
Repitió aquella voz en su cabeza, aquella voz que lo atormentaba siempre que volvía a mostrar rasgos de humanidad, aquella voz que le recordaba que ya no había forma de volver a ser un humano
¿Pero que importa?
Aquella voz sólo hacía eco en su cabeza, Micaela le estaba sonriendo con inocencia, una inocencia que le hizo olvidarse de todos sus problemas y que le hizo apreciar ese bello momento? Sentía que el rostro de su hija se iluminaba como un rayo de luz.
Un rayo de esperanza.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro