Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

07. INTRUSO

Se levantó en medio de la noche. No quiso observar las estrellas, ni mucho menos detrás de la ventana, por miedo a que en el horizonte la luz del alba le dijera que había cometido otro error al despertar.

Cuando salió, el frío caló en sus huesos, como perros rabiosos que muerden a un viajero descuidado. Jung Kook se quedó muy quieto. Y allí en el umbral de la cabaña, de cara al lago bañado en cobalto, respiró después de tanto tiempo. Ni siquiera el ruido de los cuervos hizo acto de presencia, como si la luna le dijera que, por esta ocasión, guardaría su secreto. Había niebla por todas partes. Demasiado temprano, o demasiado tarde, ya no importaba.

De pronto un movimiento al frente llamó su atención. Un hombre caminaba taciturno hacia las aguas; los pies descalzos, el cuerpo delgado, la mirada orgullosa…

  —¿Tae... Hyung? —preguntó en un susurro.

El hombre volvió la mirada, como si le hubiese escuchado. Y cuando Jung Kook hizo amago de acercarse a averiguar lo que planeaba, Tae Hyung apartó los ojos del humano, y siguió su caminata, haciendo oídos sordos ante sus llamados.

Los cuervos estaban tranquilos... Demasiado tranquilos.

Entonces, sin que él pudiera hacer nada para evitarlo, vio a Tae Hyung arrojarse al lago de un gran salto.

Lo vio nadar hasta el centro, hasta que solo quedó el tenue destello de sus ropas blancas bajo el plenilunio. Lo vio hundir su cabeza, y sin saber por qué, se quedó allí, esperando a que emergiera, a que le mirara con esos brillantes ojos azules que le perturbaban el sueño desde hacía días, ya fuera por las burlas, o por la habilidad que tenían para ponerle nervioso.

Pero no salió.

  —¡¿Tae Hyung?! —musitó, preso de la intriga—, ¿qué tanto haces allá abajo, brujo tonto?

Cuando se aproximó a observar qué sucedía, la superficie del lago comenzó a congelarse con una rapidez abrumadora.

Tae Hyung se había quedado adentro...

Y ya nunca más salió.


Jung Kook se despertó sin recordar nada de lo que había soñado, con la gigantesca sensación de sed entre los labios y un hormigueo en la punta de los dedos que no puede explicar. Lo que sí recuerda, y muy a la perfección, es cómo hacía unos días, el brujo pronunció aquellas palabras con suavidad, y al mismo tiempo, con firmeza. Una propuesta que, para un hombre arrepentido, tenía deje a salvación.

“Comparte tu soledad con la mía”.

Una bocanada de aire había llegado intempestiva. No estaba respirando. Y, sin pensarlo realmente, sin reparar en las consecuencias de sus actos... Enroscó los brazos en la cintura del brujo en un acto impulsivo aferrándose a su cuerpo inesperadamente delgado. Se excusó en que lo único que buscaba era un corazón en paz que le enseñara al suyo cómo calmarse. Abrió la boca como un pez, y cuando infló sus mejillas, instintivamente, se hundió en su cuello respirando por fin la mezcla de su aroma con la sal.

Pensó que Tae Hyung lo apartaría, que lo empujaría lejos… pero él tampoco se había movido un milímetro, sino que, al contrario, había correspondido al abrazo, como si con ello… pudiese reparar su corazón roto.


  —Ya no quieres cortar la madera. La voz de Tae Hyung a sus espaldas lo sobresaltó. De inmediato Jung Kook encogió las rodillas, como si quisiera estar lo más lejos posible del agua y de las preguntas; un par de segundos más tarde sus dedos comenzaron a jugar con la tierra, arrancando un par de hiervas que se interponían en su vista, como si quisiera ignorar el hormigueo en las yemas—. La chimenea se queda sin leña y no quiero tener que usar magia para encender el fuego fatuo, tiene un aroma realmente... desagradable. Eres un holgazán.

Las quejas del brujo le hicieron soltar una risilla ladina… Comenzó a recordar cosas en torno a esa boca rojiza cual granada. Había estado a punto de… sus labios habían estado tan cerca esa última vez. ¿Habría sido su imaginación?, ¿qué hubiera hecho Tae Hyung de haberlo notado?, ¿Lo haría sufrir por el hecho de sentir lo que sentía?; (Aún más intrigante, ¿qué era exactamente lo que sentía?). En definitiva, dedujo, se estaba volviendo loco.

  —¿Qué puede ser tan desagradable para  ti, que soportas trabajar con los cuerpos al punto de la putrefacción?, ¿que juegas con huesos recién extraídos de la carne? —atacó—, dime la verdad, ¿extrañas verme sin camisa, acaso? —añadió con picardía. De inmediato Tae Hyung frunció el ceño, incapaz de ocultar lo rojizo de sus mejillas, llevó entonces sus manos a la cara y se rascó la nariz, como si en realidad tuviera comezón (aunque lo cierto era que solo quería mantener sus manos ocupadas), levantó una ceja y le miró con falso desdén.

  —Al menos estás de mejor humor —exclamó animosamente, batiendo las manos en el aire con soltura—. No sé qué es peor, si sortear tus fastidiosos intentos de homicidio o el hecho de ver que te pierdes todo el día en el horizonte.

Tae Hyung se esforzó por parecer desinteresado, Jung Kook lo notó de inmediato gracias a su fría y seca voz, en contraste con los vivaces ojos que le miraban expectantes y serenos. Se recargaba en los árboles torcidos, con ese aire coqueto que le acompañaba a todas partes. Coronando su figura, las siluetas de los cuervos se posaban a su alrededor, como gatos en el regazo de su dueño.

  «Solo las observaba» —pensó—, «El pez negro que da vueltas en el fondo llamó mi atención, porque no interactúa con las demás. Se parece un poco a ti» —se burló el humano.

Y aunque creyó que Tae Hyung comenzaría a regañarlo como en otros días, del brujo sólo obtuvo silencio. Al volver la mirada, Tae Hyung tenía las manos bajo las aguas del lago, recitando las palabras de invocación; Esperó a que el alma saliera revoloteando entre sus manos como lo había observado hacerlo desde hacía un par de semanas en las que se había quedado a su lado. ¿Ahora qué estaba buscando?

Esperó sin hacer preguntas para no perturbar su faena, hasta que al final... Las manos del brujo salieron vacías.

Tae Hyung frunció el ceño, sacudiendo las manos dentro del lago, repitiendo el hechizo, por si acaso, por alguna extraña razón se hubiese equivocado... Al segundo intento le siguió un silencio sepulcral, hasta que el graznido de los cuervos interrumpió tenuemente el silencio de sus labios sellados.

Pero nada sucedió.

  —TaeH... —exclamó Jung Kook con curiosidad, mientras hacía amago de acercarse, con paso firme entre el pasto. Al asomar la mirada en el lago, nada parecía estar especialmente fuera de control, si se concentraba lo suficiente, como le habría enseñado Tae Hyung, podía ver a las almas nadar y chocar las unas con las otras como era lo habitual. Todo parecía estar en orden con ellas—, ¿sucedió algo?

  —No está —respondió en seco. Jung Kook pudo jurar que vio un ligero puchero formarse en los labios del brujo, sin embargo, este desapareció al tiempo en que su entrecejo se tensó. Entonces parecía no estar de humor para los juegos.

  —¿Qué? —preguntó con suavidad—, ¿qué es lo que no está?

Tae Hyung se levantó ligeramente consternado. Si había llegado a la cúspide (razón por la que podía invocar a cuanta alma quisiese dentro de su lago)... ¿Por qué ella no venía?; Entonces entró como un rayo a la cabaña y desordenó un par de libros en el gran estante de la habitación principal. Jung Kook no pudo hacer más que perseguirlo hasta adentro de la casa para averiguar qué era lo que sucedía, lamentándose por el desastre que de seguro le tocaría a él arreglar como “el hombre fuerte que era”, como le llamaba Tae Hyung bufonamente cuando le convenía.

  —¿Quién no está?, ¿qué es lo que buscas? —Al no encontrar respuesta de Tae Hyung, decidió que observaría desde la distancia, pero el estado inusualmente disperso del brujo lo obligó a acercarse más. Estaba a punto de tomarlo de los hombros para averiguar lo que le sucedía, cuando de un golpe abrupto Tae Hyung le entregó un libro en las manos y siguió su camino hacia afuera de nuevo. Al mirar en la pasta de piel, el título de «Intrusus» pareció explicarle todo a medias.

Tae Hyung parecía del tipo que podría manejar a los intrusos sin problemas, entonces... ¿por qué la agitación?

  —Toma —dijo Tae Hyung al entregarle el libro—, algo está raro, ¿no lo presientes?

  —Soy un hu-ma-no, Tae Hyung —le respondió con ironía—. Yo no hablo con los muertos.

  —Necesito averiguar qué es.

  —¿Y bajarás al lago? —preguntó Jung Kook al observar cómo el hombre se deshacía de sus capas y sus ropajes, para quedar en ropas indispensables, un pantaloncillo blanco muy delgado y una camiseta similar, Jung Kook pensaba en la manera en la que Tae Hyung parecía retrato todo el tiempo, así que rio para sus adentros. Aún tenía preguntas atoradas en los bordes de los labios, sin embargo, se tragó sus cuestionamientos cuando, entre todo el tiradero de ropas, la escueta cintura del brujo llamó demasiado su atención. Un cuerpo inesperadamente delgado, y alto, su figura era más la de la elegancia que la de la maldad, y Jung Kook no entendía cómo no se había dado cuenta hasta ese momento.

  —Normalmente te dejaría el trabajo pesado a ti —le dijo, sacándolo de sus pensamientos, sin intenciones de hacer bromas acerca de ellos—, esto es una molestia. —Jung Kook asintió, mientras, al mismo tiempo se obligó a apartar la mirada para fingir que el contenido del libro era mucho más interesante que la vista del horizonte—. Pero estás vacío, y no voy a permitir que un ser vacío entre a mi territorio de protección.

  —Estoy vacío, uhm... —se repitió, más para sí mismo que para su acompañante—. Si entro allí, ¿recuperaría... —la duda lo embargó de pronto. No que estuviera especialmente interesado en recuperarla. La vida en las últimas dos semanas, no parecía del todo mala. Se limitaba a pasarle frascos durante sus estudios, disfrutar de comidas con pláticas extrañamente placenteras y cortar leña para la chimenea que Tae Hyung jamás prendía por pereza.

  —Sueñas, Jung Kook —le aseguró entre una risotada adorable, la piel de sus hombros y las clavículas expuestas pusieron nervioso a Jung Kook. Por otro lado, Tae Hyung no parecía consciente de lo que causaba a su alrededor, demasiado molesto por la anomalía como para fijarse—. Mira, sé que empezamos con el pie izquierdo, pero ahora lo que menos te conviene es tocar esas aguas. Liberar un alma que yo te entrego en las manos es muy diferente, ¿meter tus pieles de lleno?, espíritus que no te corresponden intentarían filtrarse, y no creo que desees una muerte tan dolorosa, ¿o sí?

Jeon ahogó un suspiro. ¿Por qué de nuevo estaba allí, explicándole las cosas como si se tratara de un niño?

  —¡Pudiste habérmelo dicho antes!, ¡estuve a punto de tocar el agua muchas veces! —Jung Kook recuerda las ocasiones que, a escondidas, se ha acercado al lago con curiosidad, con los más honestos y grandes deseos de tocarla para averiguar qué pasaba con ellas durante la noche, cuando en medio de la penumbra, los peces brillaban como en un espectáculo bioluminiscente que solo habría podido ver en sueños.

  —Ah, por favor —farfulló el mago—, te vigilo todo el rato. Jamás estuviste ni cerca.

Jung Kook se sintió en especial burlado. Aún con eso, no pudo evitar soltar una sonrisa debido a lo descarado que podía llegar a ser el brujo. Cruzó los brazos y se puso de pie, dispuesto a mirar el espectáculo de lejos.

  —Bueno, no puedo bajar —aceptó, volteando los ojos con ironía—, entonces, que tengas buen viaje, bonito.

Tae Hyung apretó los labios, ignorando sus palabras. Y se volvió para tomar al hombre de la muñeca. El tacto de sus manos húmedas y heladas hizo estragos en ambos hombres, sin embargo, ninguno de los dos se atrevió a decir nada.

  —No, no, vas a ayudarme aquí afuera —susurró—, haz un surco en la tierra, por favor. Hay herramientas en el almacén. —Jung Kook hizo una mueca al no entender lo que le pedían, absorto por el toque de Tae Hyung en su piel, e iba a protestar, cuando Índigo revoloteó a su alrededor, como si le advirtiera que no debía convertir aquello en una tonta pelea sin sentido. Jung Kook nunca se sintió conectado con aquel animal, pero vio en sus ojos que ninguno de los dos quería ver a Tae Hyung irritado por algo tan simple. Entonces soltó un gran suspiro, e hizo lo que el brujo le pedía. Al regresar, formó un pequeño pozo de no más de veinte centímetros de profundidad y se aseguró de que estuviera bien sellado. Al otro extremo, Tae Hyung manipulaba un poco de agua sin almas con la mano izquierda, la forma de una esfera voluble y brillante reflejó los árboles que rodeaban el claro. Jung Kook pensó en que, incluso ese tipo de magia, podía llegar a ser… hermosa. Entonces lo observó verter el agua en el surco y se formó un pequeño charco—: Así serás mis ojos —le dijo—, si yo no noto algo, lo harás tú. Tómalo como una generosa clase de magia para principiantes.

  —¿Por qué hacemos esto?, ¿y por qué parece que morirás si no lo hacemos? —bromeó nerviosamente, recargando su mejilla en la palma de su mano. De alguna manera, ver a Tae Hyung fuera de sus casillas se estaba volviendo divertido. En tanto él mismo no fuera el blanco de sus furias, podría observarlo enojado por el resto de su vida.

Ante su vista, Tae Hyung hizo aparecer una daga de marfil en su mano izquierda. Jung Kook se ruborizó, avergonzado por los recuerdos, su sonrisa desapareció en un santiamén. ¿Cuánto había pasado exactamente desde entonces?; Luego lo observó crear un corte en la palma de su mano y las gotitas de sangre cayeron en el charco de agua a sus pies. El lago artificial, lejos de tintarse de rojo como pensó que lo haría ante la sangre de su dueño, brilló tenuemente, hasta mostrar todo el panorama de las aguas debajo del lago, mucha vegetación, rocas y muchas almas.

  —Dijiste que había un gran pez negro al fondo.

  —Sí, ¿y qué con eso?

  —Bajaré a revisar —exclamó Tae Hyung con el semblante serio, muy serio. Como si estuviera realmente tenso ante una amenaza que no podría desparecer con cenizas e ilusiones, por muy poderosas que estas fueran—. Porque no se supone que ella esté allí.

Y sin esperarle a que formulara cualquier pregunta, el sonido de la piel del agua rompiéndose llegó hasta sus oídos, Tae Hyung se había arrojado al lago... y lo había dejado solo con más preguntas atoradas entre los labios.

¡Splash! Fue lo último que escuchó.

No era para nada extraño no entender. Jung Kook estaba acostumbrado a no entender los actuares del nigromante. Como cuando de pronto comenzaba a reírse con los órganos ensangrentados en la palma abierta, como si platicara con ellos, y de la nada cesaba las risas y comenzaba a anotar cosas en sus innumerables cuadernos; O como cuando entonaba canciones desconocidas mientras trituraba huesos hasta hacerlos polvo con sus delgaduchas manos; Siempre pensó que la cabaña debía tener un deje a putrefacción, pero, aprendería más adelante, que era la misma magia de Tae Hyung la que mantenía en buen estado los tejidos hasta el momento en que ya no los necesitase, entonces los tiraba en un gran caldero de destellos verdes y púrpuras y se olvidaba de ellos como si nunca hubiesen existido; Se acostumbró a verlo salir en medio de las noches y regresar hasta altas horas de la madrugada, con las energías intactas, como si no necesitara dormir; Sin embargo, también lo había observado yacer plácidamente en el camastro de enfrente en el cuarto que compartían desde aquella vez en la que usó sus poderes en él. Entonces Jung Kook lo observaba dormir, abrazando una almohada, con la expresión del rostro más serena y parsimoniosa del mundo. Podría incluso admitir que era en extremo bello, con los cabellos negros revueltos y los gruesos labios ligeramente entreabiertos. ¿Quién diría que sus más cercanos amigos serían personas muertas que ni siquiera conoció en vida?

Sus delgadas manos a la intemperie, bajo la luz de un tímido plenilunio, su suave respiración, dignamente comparable a la de un ser humano cualquiera... Hasta que llegase la mañana, entonces se levantaba muy temprano, batiendo sus largas pestañas ante los primeros rayos del sol. En aquellos momentos, Jung Kook fingía dormir, fingía que no había estado observando, ni pensando acerca de todo lo que rodeaba a un ser tan... mágico. (Así, aunque la palabra resultase redundante).

Extrañamente, en todo el tiempo en que estuvo a su lado, jamás lo vio molestar a nadie. No parecía el perverso oportunista que Eon Jin le había asegurado que era, ni la persona terrible que todo con quien se había topado decía. Entonces comenzó a hacerse preguntas, ¿cuándo la historia se había torcido?; En lo que a Jung Kook respecta, el brujo no parece el tipo más caótico del planeta; es decir, él no ha tomado esas almas por la fuerza... Todas vienen de un contrato individual que le daba el derecho de poseerlas, a ellas y a sus cuerpos ligados. Todos y cada uno de esos destellos, representaban a una persona que había acudido a él con la esperanza de obtener algo. El nigromante había cumplido con los deseos de los humanos, usando sus poderes para ocasionar guerras y asesinar hombres, pero... a fin de cuentas, esos deseos siempre vinieron de los mismos hombres egoístas (Jung Kook no teme incluirse entre estos últimos, ha cometido muchos errores, y ya no piensa negarlos ni hacer oídos sordos ante ellos). Entonces, ¿no serían todos esos males culpa de los mismos humanos?

Y aún con eso, Tae Hyung se pasaba las tardes purificando a las almas corruptas que llegaban hasta sus manos, escuchando sus dolencias, liberándolas del dolor que habían acumulado en vida. ¿Cuándo las voces temerosas de los cobardes lo habían convertido en villano?

Aún con todo, es la excentricidad del brujo la que vuelve la situación tan extraña —aún más extraña de lo habitual—. En el tiempo que ha estado observándolo, lo ha visto tranquilo, burlón, pocas veces realmente enojado, pero nunca lo había visto tan... Preocupado. Al menos no lo recuerda…

¿O será que no quería recordar?

Hacía dos minutos que se había sumergido. Jung Kook pudo observar en el pequeño estanque, la figura de Tae Hyung nadando entre los brillantes peces. Su álgida mirada, consternada ante lo que observaba se paseaba como un cazador entre pez y pez.

De pronto parecía que el joven humano estaba a punto de recordar algo importante, algo sobre una fría noche, cuando... el mago le habló suave a la mente.

“Siempre las vigilo por fuera... Porque nunca vi nada especialmente extraño. Y hace rato que no he ofrecido tratos a los humanos”.

“¿Nadie vino después de mí?” preguntó con curiosidad, esperando obtener un poco de información en medio del pequeño caos, sin nunca distraerse por si veía algo extraño a través del charco.

“No, nadie” respondió él con honestidad “Tú y ese hombre de los hoyuelos fueron los últimos que atendí. Realmente, creo que mi colección está bastante bien por ahora, ya sabes, quiero tomarme un descanso. Los humanos me dan un poco de... migraña.”

“¿Hombre de los hoyuelos?”.

“Sí, un tipo, bastante joven. Recuerdo que tenía una hija con una esperanza de vida muy corta. Eh... Ah, no recuerdo el nombre de la niña. Eh, Dong Ae, sí, ese era. No se supone que pueda decir estas cosas, pero tú eres como mi mascota, te lo diré. Tengo a dos de sus antepasados aquí abajo... Estoy casi convencido de que esa niña es…”.

De inmediato en su mente apareció Nam Joon y ya no pudo poner atención a lo que Tae Hyung decía. ¿Era esa la razón por la que nunca quiso acompañarlo? Jung Kook debió sentirse traicionado en aquel momento, pero había decidido que miraría las cosas de una manera más fría. Ya no quería tropezarse en cada ocasión en la que efectuara un paso imprudente debido a sus impulsos. Todo era tan claro... No, Nam Joon no podía ser un traidor.

«Todos tenemos cosas qué perder»

Recuerda sus palabras con melancolía.

Nam Joon ya había venido con Tae Hyung para pedir por su hija. Él no iba simplemente a asesinar al salvador de su sangre... Y ahora que se enteraba, no sabía cómo sentirse ante la situación. Siempre pensando que Nam Joon habría actuado por cobardía, y sin embargo, había más razones detrás. Pensó en la manera en la que todos guardamos una segunda intención ante nuestras acciones. Nam Joon los había dejado solos a él y a Ji Min a causa de su hija... Ji Min había aceptado su muerte sin rechistar, a causa de su amor hacia Yoon Gi, el mismo Jung Kook había entregado parte de su ser a causa de Ji Min; Pensó entonces en las razones por las que uno se movía en medio del mundo, tratando de mantener a las personas importantes lo más a salvo posible. Y luego, su mirada se perdió en el pequeño lago artificial y vio a esa piel trigueña, a ese cuerpo delgado nadando entre aguas peligrosas con la preocupación adornando cada facción de su fino rostro.

¿Por qué razón Tae Hyung cuidaba de estas almas?, ¿por qué se molestaba siquiera en limpiarlas?, ¿por propósitos egoístas?, ¿eran los propósitos egoístas capaces de escuchar almas desconocidas que claman dolores incurables?, ¿eran propósitos egoístas soportar el dolor ajeno en pos de un bien mayor?

“¿Y cómo... resultó?” preguntó Jung Kook, con un ligero nerviosismo en la voz. Con las preguntas carcomiendo su mente, por lo iluso e inmaduro que había sido, por lo rápido que había juzgado sobre el significado del bien, de lo justo, y de la bondad, todo desde su limitada perspectiva.

“Bien, supongo. En tanto la niña y su padre no salgan de su pueblo natal, estarán bie... Espera, ¿tú los conoces?”.

De inmediato Jung Kook soltó un gran suspiro, a punto de recitarle una historia que le causaba un poco de vergüenza declamar, aún si no dudara en que el nigromante se la supiera ya de memoria. Pero, entonces, una gran sombra negra pasó como un rayo nadando a espaldas del nigromante.

  —¡Tae Hyung, detrás de ti! —advirtió Jung Kook.

El brujo de inmediato volvió el cuerpo en dirección de la sombra y nadó hasta ella, persiguiéndola. Hizo a un lado a las demás almas con sus dedos, y entonces comenzó una competencia con la sombra. Esta se retorcía como una anguila, los destellos de una electricidad inusual la rodeaban con desesperación.

  —¿¡Se supone que esa es un alma?!

De pronto, al parpadear, Jung Kook vio un escenario negro. Una noche obscura y el brillo del lago entre la penumbra. Tae Hyung hundía su cabeza en las aguas negras y entonces… Entonces...

¿Un recuerdo?

Pero... ¿Recuerdo de qué?

Tae Hyung nadaba persiguiendo a la anguila. Hasta que, por un buen movimiento, la logro acorralar. Creo corrientes con sus manos y la encerró para observarla mejor. El alma se daba golpes con los bordes intentado salir… Tae Hyung luchaba para atender a cualquier detalle que le diera a servir y mientras más se esforzaba, el destello de sus ojos azules aumentaba, reflejándose en la piel resbalosa del indeseado animal.

“¿Qué haces aquí?” pensó Tae Hyung, creyendo que estaba a punto de tocar los vestigios de su propia alma que se habían acumulado en el lago. No podría decir que esa era su alma completa, pero era una gran parte de ella… la verdadera pregunta era… ¿Por qué estaba en el lago? Entonces extendió los dedos para tocarla y calmar lo que fuera que la estuviera alterando. “Tranquila… soy yo” le dijo con suavidad, como si quisiera transmitir esa sensación reconfortante al alma alterada. “¿Y en dónde está la de Jung Kook? Se suponía que ustedes dos estaban juntas…”, el brujo estaba en verdad confundido. ¿Por qué no había notado el cambio?

Afuera, Jeon parpadeaba sin poner atención a lo que sucedía debajo del lago. Una noche obscura. Un sueño que por más que se esfuerza, no puede recordar… ¿En dónde estaba la pieza faltante? ¿En dónde estaba la razón coherente de aquella inquietud infundada?… de pronto, levantó la mirada hacia un cielo nublado, unas motitas blancas cayeron en su nariz…

Nieve.

Y, como en un deja , observó a la superficie del lago cristalizarse con premura, sin entender nada de lo que había sucedido.

  —¡Tae Hyung!, ¿Qué haces? —preguntó con premura. Tae Hyung no contestó, por más que le gritara. Al brujo nunca se le escapaba nada y dudaba que le estuviera ignorando—, el lago se congela, es eso malo, ¿verdad? Dioses, no sé qué está pasando. ¡Tae Hyung!, ¿estás bien?

 

En lo profundo del lago, el brujo no tenía la mente para atender a sus preguntas.

Tae Hyung había estado seguro de que la reconocería. Después de todo, supuso que se trataba de solo un fragmento. Había tirado gotitas de su sangre durante miles de años al lago y aunque aún mantenía la mayoría de su alma dentro del cuerpo, una parte, una pequeña parte dolida y resentida quizá se había quedado en las profundidades de las aguas cristalinas.

Pero eso que estaba sometiendo entre las manos, no era suya. Definitivamente no era la suya. Entonces se sintió amenazado. Por el tamaño que tenía, por la manera tan frenética y descuidada con la que se paseaba al lado de las demás, aquellas que estaban puras y en espera. Almas frágiles, limpias, que debían ser protegidas a como diera lugar, hasta que llegase su tiempo de ocupar un nuevo cuerpo, de reencarnar... y seguir. 

  —Eres una pequeña plaga, ¿no es así? —profirió, conteniéndola. Se estaba cansando de pasar agua a través de sus pulmones, tenía que acabar con todo rápido y salir.

El destello negruzco comenzó a retorcerse, como si sintiera dolor. En el cielo azul, la obscuridad comenzó a dominar sus terrenos. Escupió a un pequeño pez blanco, y lo que debió ser un alma blanca y brillante, sin formas ni bordes, ahora era un simple pez muerto que flotaba entre ambos entes. Observó a la pequeña coraza vacía flotar hacia la superficie, El pez estaba muerto y ahí ya no había nada.

El brujo se sintió aún más enojado.

Por eso es que cuando intentó invocar a aquella alma, esta no acudió a su llamado. Había desaparecido para siempre del Ciclo Infinito. 

  —¿Te las estás comiendo? —masculló, soltando burbujas de furia—. ¿¡Quién demonios eres?! —entonces pareció recordar que tenía ayuda allá afuera; que, en esta ocasión, había espectadores ante sus descubrimientos— ¡Jung Kook!, ¿estás viendo esto?, este es un espécimen bastante raro, una pequeña bastarda glotona, vamos a tener más charlas interesantes en la tarde. ¡Prepara un cadáver fresco para cuando salga!

“El lago se congela, es eso malo, ¿verdad?”, escuchó la voz de Jung Kook lleno de consternación, un hilo de voz entrecortado, un llamado que se aleja y se retrae.

  —¡No pasa nada, Jeon! Aléjate de las orillas, la voy a sacar… maldición, no sé cuántas ya se tragó esta maldita alimaña. ¿Por qué diablos no me di cuenta antes? No he parado de vigilar en ningún momento, entonces... cuándo. ¡Agh! —la pequeña bestia logró zafarse solo un poco y alcanzó a morder los dedos del mago. —Hija de puta, me voy a cobrar eso —Hizo el espacio que la aprisionaba todavía más pequeño a modo de venganza. La alimaña pareció chillar de dolor—. Es más molesta que tú, ¿no crees Jung Kook?

Pero Jeon no contestó y las aguas del lago… comenzaron a crujir. Tae Hyung aún mantenía prisionera al alma intrusa entre sus manos, mientras su alrededor se convertía en grandes hielos que hacían más difícil el movimiento. Las almas dejaron de nadar, sin saber hacia dónde escapar para no congelarse. Ya estaba a punto de llegar a la orilla, era solo cuestión de salir. Ya después arreglaría todo este enredo, de la manera en la que pudiera. Aunque en serio dudaba que pudiera recuperar a las almas absorbidas por este destello desconocido que había salido de la nada. Al menos estaba a punto de terminar con el desastre... De no ser porque Jung Kook había metido una mano para extenderla y así ayudar a Tae Hyung a salir.

No le dio tiempo de empujarlo con sus poderes, de mandarlo lejos de las aguas y del peligro desconocido que mantenía entre las manos. Porque la fuerza descomunal del animal lo hizo flaquear ligeramente. Y entonces... se le resbaló de las manos.


Los sueños eran una cosa demasiado horrible. Sentirlos tan reales, quizá era la peor parte. Jung Kook más que nadie sabe lo doloroso que puede ser indagar en la mente humana. Los estragos que una mente manipulable puede ocasionarse a sí misma debido a su... Debilidad. Pero, entre tantas cosas que experimentó estando cerca del brujo, su lago y las almas que mantenía bajo su custodia, nunca un sueño lo había dejado tan preocupado. Pensó que, al estar su alma carente conectada a Tae Hyung, sus acciones se habían convertido en algo más sereno que simples enojos y rabias añejadas. Y, aunque sus propias emociones le supieran ajenas, el sueño le había causado un dolor parecido al de la pérdida de un ser amado.

Entonces su mente creyó que se quedaría solo de nuevo. Que los pocos días en el Lago de los Cuervos que se habían convertido en una autentica sanación para su rabia, desaparecerían para siempre. Como un perro sin dueño... De inmediato Jung Kook mandó aquellos pensamientos lejos de sí, Jung Kook no era ningún perro. Si él se había quedado con el brujo, si habían compartido el pequeño hogar para acompañarse, para... Velar por el otro, entonces él podía...

Ese fue el primer impulso después de tanto tiempo.

El de volver a entregarse por alguien más. Después de todo, seguía siendo el mismo estúpido de siempre. Si el brujo había salido, abanderando la opción de no dejarle solo, de... de compartir, él no se quedaría de brazos cruzados como un imbécil si es que podía ayudar.

Por eso pegó el pecho en el lago original, controlando su respiración para que las almas no notaran su nerviosismo y no quisieran metérsele bajo las uñas, bajo las pieles. Vio a Tae Hyung, quien emergía con la rapidez de un animal. Lo vio abrir la boca para gritarle algo, pero no escuchó, y lo único que pudo hacer, fue estirar el brazo para que Tae Hyung pudiera tomar su mano. Él le tomó de las muñecas, y con una fuerza impropia, Jung Kook tiró de su cuerpo hacia afuera. Un calor intempestivo. Un chillido terrible. Algo abrumadoramente fuerte golpeó su pecho mientras aún tenía la mano del brujo tomando la suya, con el cuerpo empapado y las mejillas enrojecidas. Entonces sintió unas enormes ganas de cerrar los ojos, y dormir durante mucho tiempo.

De un golpe abrupto Tae Hyung sacó el agua de sus propios pulmones, manipulándola desde dentro hasta pasar por su garganta entre violentos forcejeos. Tosió un par de veces, hasta que se sintió aliviado. Entonces pudo ver lo que había pasado con mayor claridad.

  —No, no, no, no, no, no, no… —balbuceó consternado, alterado al ver sus palmas sobre el césped. El humano había caído a un costado, con los ojos cerrados, estaba inconsciente—. ¡¿A dónde te fuiste, malnacida?!

Sus manos estaban vacías. El frío calzaba fuerte en sus huesos.

A las afueras, los cuervos comenzaron a planear por encima del lago, devorando a los peces muertos que emergían de las aguas repletas de hielos. Con un movimiento muy rápido Tae Hyung los apartó usando sus poderes para controlarlos, pero algo estaba inquietando a las aves. Toda su omnipotencia estaba siendo burlada, sabía con exactitud lo que tenía que hacer, pero su mente dispersa no le permitía hacer las cosas a tiempo y parecía que todo estaba estratégicamente planeado para no darle un sólo respiro. Con una rapidez terrible entró a la cabaña y tiró el último cadáver fresco que había traído la noche anterior, el que le había pedido a Jung Kook que preparara. Lo aventó contra el piso y escuchó a los huesos ceder ante la caída. Miró a los intestinos con los ojos muy abiertos y presionó la quijada respirando muy hondo.

  —¿Qué diablos está sucediendo? —gruñó—, ¡¿por qué no me advirtieron sobre esto?!, ¡tienen idea de cuantas almas limpias han perecido para siempre!, ¡un equilibrio que me fue confiado! He sacrificado mucho para mantenerlas a salvo, ¡maldición! —profirió, lleno de rabia, halando de sus cabellos hacia abajo, incapaz de procesar lo que sucedía, con la respiración agitada y los ojos carmesíes a punto de estallar en llamas. Unos horribles colmillos emergían de su bello rostro, sin poder controlar el hecho de que la máscara estaba cayéndose—, ¡incluso me doblegué ante ustedes para que me dieran el poder de manejarlas!; ¡USTEDES ME SIRVEN A MÍ, NO AL CONTRARIO!, ¡ESTO NO SE QUEDARÁ ASÍ! ¿Qué fue lo que sucedió allí?, ¡¿Por qué mi humano no despierta?!

  —Jung Kook no puede...

Entonces una presencia horrible emergió tras sus espaldas. Apretó los puños y relajó sus manos por si tuviese que defenderse en cualquier momento, porque el ente intruso, el destello negro... había encontrado al fin su cuerpo vacío.

Love, Sam🌷
SamanthaHirszenberg

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro