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El segundo vampiro

En mi vida humana solía ser un guerrero despiadado que acababa con la vida de personas ya sean inocentes o enemigas.

Después de todo mi pueblo le encantaba conquistar nuevos territorios.

Mi padre había sido un guerrero por lo cual mi hermano mayor y yo hicimos lo mismo.

No obstante, cuando conocí a mi esposa deje esa vida y me dedique a cuidar el campo.

Tuve una vida feliz a lado de mi esposa y con mis hijos, hasta ese día.

Un pueblo enemigo nos atacó durante la noche, no había ningún guerrero ya que todos se marcharon a atacar otro sitio.

Yo era el único que quedaba por lo cual me quedé luchando junto a un par de guerreras que dejaron de ir al campo de batalla para cuidar a sus hijos.

Me arrastre entre la hierba para llegar a mi casa para rescatar a mi esposa y a mis hijos que deje al cuidado de mi padre.

Sin embargo, cuando llegué ya era demasiado tarde, todos estaban muertos y mi hogar, el lugar donde crecí se encontraba en llamas.

Eso fue lo único que vi antes de quedar inconsciente

Creí que moriría y podría reunirme con mis seres queridos, pero al despertar lo primero que me encuentro es a mi hermano.

Su mirada fría me observa por un par de segundos para después levantarse.

Pero note algo extraño en sus ojos ahora eran de un color rojo.

Intento levantarme pero un dolor en mi cuello hace que vuelva a acostar.

Algo extraño ya que no recuerdo haber sido golpeado en ese sitio.

—Idris ¿Qué sucedió? ¿Dónde están mamá y papá? ¿Cómo está mi familia?

—todos han muerto, tú eres el único sobreviviente por qué elegí salvarte.

—¿salvarme? No entiendo a qué te refieres.

Mi hermano no responde nada, tan solo se levanta del suelo y se acerca a una mesa en donde está un cuenco.

Se dirige a mí cargando aquel recipiente entre sus manos.

—bebe, la necesita.

Tomó el cuenco creyendo que era agua, sin embargo, el sabor metálico de la sangre llega a mis papilas gustativas.

Escupo la sangre.

—¿por qué me das esto? ¿Es una de tus bromas?

—no, quiero que lo bebas, a partir de hoy solo te alimentaras de eso.

Idris era una persona aterradora, era un hombre carente de emociones, mi padre y el resto de guerreros lo halagaba por ser un gran bárbaro que estaba listo para pelear.

A diferencia de mi que al ser uno de los mayores debía tomar el mismo oficio que mi padre.

Idris se aleja y toma otro cuenco.

De un solo sorbió el líquido.

No muestra ninguna mueca de asco, al contrario saborea cada gota que cae a su boca.

Queso asqueado por la escena.

Por fin logro levantarme de la cama para darme cuenta que ya no estoy en el pueblo, me encuentro en una aldea que se encuentra a un par de kilómetros de mi hogar.

—He sido maldecido por los dioses.

Por unos segundos mi hermano no creo en sus palabras.

Su rostro serio muestra que no es una broma, además él no suele ser alguien que suelte una tontería de golpe.

—¿maldecido'

—no comprendo cómo es que sobreviví, el enemigo estaba acabando con mi ejército y conmigo. Algunos ya estaban muertos. En algún punto yo era el único que quedaba en pie. Hasta que todo se oscureció.

Toma una pausa para ir por otro cuenco que se encuentra en la mesa y lo bebe.

—estoy seguro que en ese momento morí, mientras estaba inconsciente vi a uno de los dioses asegurándome que mi castigo por todo lo que he hecho en mi vida es la vida eterna, vaya que son unos idiotas.

—no los llames de esa forma, pueden castigarte.

—¿más? eso fue lo mejor que me pudieron decir, ahora soy más fuerte que un ejército, cuando desperté acabé con todos ellos y de paso bebí su sangre.

Quedó aterrado ante la confesión de mi hermano.

—cuando llegue a la aldea estabas al borde de la muerte, por lo cual decidí acabar tu sufrimiento, pero algo salió mal.

—¿Cómo que salió mal?

—te pase mi maldición ahora estamos malditos, no es genial, ahora podemos vivir enteramente.

—Claro que no, siempre nos han dicho que la muerte es lo más preciado para nosotros que es el fin además de que siempre es un honor morir en batalla.

Además de eso no quería vivir una vida en la que perdí a toda mi familia.

—los humanos son débiles, quiero hacer un ejército de vampiros que me harán conquistar el mundo y para eso necesitó tu ayuda, qué dices hermano.

Sus palabras me convencieron de seguirlo en su ideal a pesar de que no estaba de acuerdo en su elección, sin embargo, él era la única familia que me quedaba.

Permanecí a su lado ciento de años hasta que logró su objetivo.

Un mundo dominado por vampiros.

Mi hermano se convirtió en el rey de los vampiros y de paso el creador de ellos.

Camino alrededor del mundo convirtiendo a personas que fueran útiles en su ejército, mientras que yo me quede en las sombras siendo testigo del sueño de mi hermano.

Había regresado de un asentamiento en el cual varios humanos fueron atacados por vampiros por lo cual me tocaba encargar de frenar los ataques antes de que los humanos disminuyeran.

Desde que mi hermano se convirtió en el rey del mundo, la humanidad ha estado en riesgo.

Los pocos humanos que quedaban escaparon hasta territorios que no habían llegado los vampiros aun así fueron atacados.

Si esto seguía la humanidad se extinguiría.

Es por eso que volví antes para informarle del asunto a mi hermano, sin embargo cuando me acercaba lo escuché hablando con otro vampiro.

—He pasado de ser un simple guerrero al rey del mundo todo gracias a mi hermano, si no hubiera dejado pasar a esos bandidos a la aldea sería un humano cualquiera que sería olvidado.

¿Cómo que dejó pasarlos?

Abro las puertas, mi hermano no se sorprende por mi presencia.

Él ya sabía que escuchaba todo desde el pasillo.

—no esperaba que llegaras antes—dice con una sonrisa burlesca

En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba frente a él apretando su cuello con mis dedos.

Idiris o Asher como ahora se hacía llamar ni se inmutaba ante mi agarre.

—me condenaste a esta vida inmortal sin poder encontrarme con mi amada.

—¿en serio querías morir? Ser un débil humano solo por una mujer, que patético, habiendo tantas bellezas en el mundo que poder disfrutar.

En ese momento me di cuenta que mi hermano siempre había sido un monstruo egoísta.

A parto su mano de su cuello y salgo corriendo.

Podía vengarme sin embargo no lo hice, no iba a solucionar acabando con su existencia.

Por lo cual emprendí un viaje para acabar con mi propia existencia y encontrar una cura para esta maldición.

Una vez más los años pasaron vagando por el mundo buscando la cura a este mal, sin embargo, nunca la obtuve.

Mi último lugar que me quedaba era Japón el cual varios vampiros fueron luego de que el mundo se dividió.

En ese lugar estaba una organización llamada los asesinos de leyendas los cuales tenían como fin erradicar a los vampiros.

Llegué hasta el continente asiático con la esperanza de que acabaran con mi vida.

Acabe con la vida de varios humanos buscando llamar su atención hasta que lo logre, sin embargo, ellos me reconocieron como uno de los dos humanos que fueron castigados con vida eterna.

Ellos me tomaron como prisionero con el fin de trabajar bajo su servicio hasta que escape con una convertida al continente Americano con el fin de buscar el portal que me llevaría a Clemantis en búsqueda de vampiros nacidos bajo la luna azul ya que los asesinos de leyendas descubrieron que la sangre de ellos era veneno para ellos.

Pero llegué tarde ya que los descendientes de mi hermano se encargaron de erradicar a cada hijo de la luna azul hasta extinguirlos.

De regreso al mundo humano, los asesinos de leyendas me capturaron pero esta vez me propusieron un trato.

Yo mismo hice que naciera el hijo de la luna azul.

Ellos planeaban hacer un ejército de vampiros con ojos azules para poder acabar con los vampiros.

No obstante, ningún niño nació con la mirada de la luna azul en sus ojos, todos portaban un color carmesí en sus ojos.

Creía que los dioses se estaban burlando de mí y que ese era mi castigo por acatar las órdenes de mi hermano.

Por lo cual me rendí pero todo cambió un año después que se esparcieron rumores de una vampira nacida con los ojos azules.

Estuve años buscando sin éxito.

Lo que no esperaba es que mi hijo fuera el que la encontrara.

Abro los ojos.

Al parecer he soñado con el pasado.

—por fin despiertas, por unos segundo creí que estabas muerto.

Suelto una carcajada ante el comentario de mi hijo.

—desgraciadamente no puedo morir—respondí—¿Qué pasó con la hija de la luna azul? La han traído.

—para tu desgracia no, tuvimos un pequeño imprevisto.

—¿imprevisto?

Demon no me da una explicación alguna tan solo sonríe.

La misma sonrisa retorcida que solía hacer mi hermano estaba plasmada en su rostro.

—ya te recuperaste o seguirás descansando en el piso.

Me percato que sigo en la propiedad del clan Edevane.

El olor a sangre inunda mis fosas nasales.

Me doy cuenta que tampoco las cadenas están.

—¿Te vas a quedar a dormir ahí o nos ayudaras?—dice con un tono molesto Alejandro

Me levanto del piso y me lanzo a los vampiros para comenzar a pelear. 

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