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7

TaeHyung desde que llego a la ciudad de Oxford, en un no tan largo, pero placentero viaje, al menos para su persona. No ha parado de asistir a reuniones con accionistas y economistas.
Muchos quieren asociarse a Raven Corps, otros querían tener acciones legales y otros esperan ver el desplome de la empresa dirigida por TaeHyung.

Joy, mira con ilusión el cuerpo de Kim, el cual, se encuentra sentado en una silla de cuero, sin su saco, sin corbata y con dos de sus botones desabrochados. Las mangas de su camisa de vestir color vino remangadas hasta sus codos.

La mujer no deja verlo, recordando la forma en la que una vez más le había brindado placer a su jefe.

Una felación en el avión privado y sexo anal aproximadamente hace cinco horas atrás para desestresar a su sexi, atractivo y millonario jefe.

De solo pensar en como Raven la había follado, la hacía delirar, estaba tan concentrada en sus pensamientos que no había escuchado las veces en las que TaeHyung la llamaba.

—Joy, Joy.

La chica agita su cabeza, provocando que su cabellera negra se mueva al mismo tiempo.

—Perdón —se disculpa, poniéndose de pie.

—Concéntrate —le ordena Raven, molesto por la actitud distraída de su asistente. —Llama a JungKook —le pide.

Los ojos de la chica se ensanchan y sus cejas se alzan, sorprendida ante la orden de su jefe.

Había pasado parte de la noche en reuniones y no tuvo tiempo para llamar a su "esposo" debía saber cómo se encontraba su corderito.

—Claro —contesta con dificultad.

Toma el celular de su jefe y marca el número del chico.

—No atiende —le informa Joy.

—No pares hasta que atienda —le ordena.

Agarra una nueva carpeta, la abre, toma un bolígrafo y se dispone a leer los papeles dentro de ella.

Mientras Raven continua con su trabajo y Joy intenta establecer contacto con JungKook. El castaño se encuentra junto a Hope, Mark y Camil, la sirvienta que se encarga de cuidar del bienestar y comodidad de JungKook, la cual, lo había ayudado el primer día que entro al mundo de TaeHyung.

—Hace un poco de calor —comenta la sirvienta.

—Que tal si nos refrescamos un poco —dice JungKook, tomando en brazos a la pequeña rubia.

—¿Qué tienes en mente? —pregunta con confianza, Mark.

—La piscina del imbécil —responde el castaño, mientras una enorme y divertida sonrisa adorna su rostro. —Buscare el traje de baño que le compre a Hope —dice JungKook, caminando hacia la puerta, sintiendo las manos y dedos de la niña jugando con su cabello. —Los veo en cinco minutos —alza un poco su voz antes de entrar a la casa.

JungKook entra a la habitación de Hope, la deja sentada al centro de la cama, abre la gaveta en la que ha guardado el traje de baño nuevo que le compro el día anterior, recoge unas sandalias color rosa chillante y un verde limón, para luego caminar hacia la cama.

—Ven acá, cariño —le pide, dejado las cosas a la orilla de la cama.

La niña se pone de pie y entre risas y juegos llega hasta los brazos del castaño.

—Vamos a bañarnos y a divertirnos.

La pequeña asiente completamente feliz.

El chico se encarga de colocarle el traje de baño de una sola pieza, color azul, con pequeñas fresitas decorando la tela.

—Eres preciosa —la halaga JungKook. —Di gracias —le pide.

—Gachas —repite la niña, obedeciendo la indicación de su nuevo amigo.

—Estas lista —la baja de la cama y le coloca las sandalias.

De forma rápida saca el celular de su bolsillo, lo coloca sobre la mesa de noche que se encuentra al lado de su cama, se retira su ropa, busca un short color azul se lo coloca y luego toma una camisa color blanco normal.

—Vamos, Hope —llama la atención de la niña.

La pequeña llega hasta él y ambos bajan las escaleras siendo observados de forma juzgadora por otra de las sirvientas.

—¿Quieres bañarte? —pregunta el castaño a la pequeña.

La niña sonríe mirando el pequeño flotante de hule que la sirvienta sostiene con sus manos.

—Sí —contesta eufórica, Hope.

Después de unos minutos JungKook yace dentro de la piscina junto a Hope y Mark, mientras que por su parte, Camil, se encuentra sentada en las gradas mojando parte de su cuerpo, siendo observado la por sirvienta que se halla dentro de la casa.

Joy por su parte suspira luego de no obtener respuesta por parte de JungKook.

—No atiende —le informa a su jefe.

—Llama a casa, ahora —demanda parky.

La pelinegra de mal humor busca el número de la casa y marca.

—Colócalo en alta voz —le pide Raven.

—Buenas tardes, casa Raven. ¿Quién llama? —atiende la sirvienta.

—Soy Joy, necesito que me comuniques con JungKook —habla la asistente.

—El joven JungKook, no puede atender —dice la sirvienta.

TaeHyung, alza su vista, le arrebata el celular a Joy, le quita la alta voz para luego llevar el aparato electrónico a su oído izquierdo.

—Dime la razón exacta por la cual, mi esposo no puede atender —le pide con voz demandante, llamando la atención de algunos de sus socios a su alrededor.

—Está teniendo un día de piscina con Hope y Mark —le informa la sirvienta

—¿Quién es Mark? —pregunta Raven.

—Su chofer, señor —responde la mujer.

El pelinegro, bufa, cancela la llamada, y se pone de pie ganándose la atención de todos en la sala de reunión.

—¿Qué haces? —lo interroga Joy.

—Quédate y termina de establecer los términos de los contratos, cuando los tengas regresa a Londres —cuando termina de darle ordenes, toma su saco y se lo talla.

—Espera Raven, ¿por qué actúas de esta manera?

—Es mi esposo, Joy. Debo supervisar lo que haga —contesta con desagrado, Kim.

—Te estas escuchando —lo reta con ironía.

—No es verdad, no es tu esposo.

Raven suspira ante las palabras de su asistente.

—Es mi esposo, así que deja de actuar de la forma en la que lo estás haciendo, y deja meterte en mi vida personal.

Dicho eso, TaeHyung mira al resto de hombres en la sala.

—Los veo en mi casa en Londres, preparare una cena como una disculpa y les presentare a mi esposo.

Joy traga grueso y desciende su rostro.

—Nos vemos en unos días, Joy se quedará terminando los términos de los contratos —Kim sale de la sala dejando a su asistente decepcionada en su lugar.

Lo más tardado que Raven tuvo fue el llegar a la pista de aterrizaje, que el llegar a Londres.

Baja del avión, pide un taxi, le brinda la dirección de su casa y le pide al conductor que acelere lo más que pueda.

Al llegar casa, abre la puerta, se retira el saco y camina en dirección al jardín trasero de su casa, puede escuchar la risa de su sobrina que hace un largo tiempo no escuchaba. Se queda de pie por unos segundos y luego camina hacia la piscina.

Mientras camina observa la forma en la que JungKook y Mark conviven, se queda de pie justo al lado de la sirvienta. Camil se da cuenta de la presencia de su jefe, alza su mirada y lo mira absorta.

—Señor Raven —articula nerviosa.

—¿Te diviertes, corderito? —pregunta Kim, alzando un poco su voz, luego de haberse cansado de ver la forma en la que Mark, su chofer, toma las manos de JungKook, y luego las posa en su espalda.

—TaeHyung —pronuncia Jeon, sin ningún asombro o temor en su rostro.

—Ve por Joy a Oxford —le ordena el pelinegro a Mark.

—Sí, señor —dice el chofer, alejándose de JungKook—. Camil, estas despedida.

Los ojos de la mujer se ensanchan, mientras saca a Hope de la piscina.

—Toma tus cosas y lárgate —le pide Kim.

—No, no se ira —interviene el castaño, saliendo de la piscina.

—No te metas —recrimina TaeHyung.

—Pues si me meto, ella no se ira a ningún lado —lo confronta JungKook.

—Sí, se ira —repite Kim.

—Bien, entonces me voy con ella —Jeon camina hasta la sirvienta y la pequeña.

Raven suelta un bufido, camina a pasos largos hasta JungKook, lo toma de su antebrazo derecho y lo atrae hacia él.

—Camil, lleva a Hope adentro —le ordena.

La sirvienta envuelve el cuerpo de la pequeña en una toalla y luego entra a la casa.

—¿Por qué lo complicas todo, corderito? —lo cuestiona el pelinegro.

—Yo no complico nada, el que complica todo eres tú —dice JungKook.

—Piensas que me intimidas al decir que te marcharas. Hazlo si es lo que deseas.

El castaño suspira y sonríe ladinamente.

—Suéltame para que pueda marcharme —le pide de forma sería el menor.

Ambos se quedan en silencio, sus ojos conectados con los del contrario, retándose y provocándose de mil maneras con la mirada.

—¿No escuchaste? Suéltame —le repite JungKook, llevando su mano izquierda sobre la de TaeHyung.

Kim suelta un bufido acompañado de una sonrisa socarrona, tira más del brazo del castaño terminando con toda la distancia entre ambos.

El pelinegro posa sus labios sobre los de JungKook, el cual, al principio se niega a corresponder el beso.

Las manos de TaeHyung viajan a la cintura de Jeon, la presiona y luego la acaricia. Levanta poco a poco la camisa empapada de agua para posar sus manos y dedos sobre la piel húmeda de JungKook.

El castaño se deja acariciar y besar por su comprador, el menor acaricia el rostro y cuello de Kim, siguiéndole el juego. Continúan de esa manera hasta que JungKook recuerda lo que Mark y la sirvienta le han comentado sobre la relación entre TaeHyung y Joy.

JungKook termina el beso, toma las manos del pelinegro y las retira de su cuerpo.

—No me quieras tomar por idiota, Raven —dice el castaño alejándose de Kim.

—¿Por qué arruinas momentos como este? —inquiere TaeHyung, molesto.

—Porque sé lo que te hace tu asistente, y porque sé lo que haces.

JungKook, toma una toalla y luego camina hacia la casa.

—Lo bueno es que aun la tendrás a ella. ¿Por qué no haces un contrato con ella? Estoy seguro que lo haría de gratis —habla Jeon, sin dejar de caminar.

TaeHyung rechina sus dientes y trota hasta alcanzar al castaño.

—Escúchame corderito, si hubiese querido a Joy como esposa no hubiese viajado hasta Vietnam para comprarte —expone Raven, de pie frente a JungKook, obstaculizando el paso.

—Repítelo muchas veces hasta que te lo creas, maldito mentiroso engreído —se dirige el menor al pelinegro.

El castaño intenta entrar a la casa, pero Kim se lo impide.

—Necesito que funcione —dice en voz baja, TaeHyung.

—No depende de mí. No seré el mal visto Raven, la figura pública eres tú, no yo —le recuerda JungKook. —¿Quieres que funcione? Dile a tu asistente lo que acabas de decirme, dítelo a ti mismo, convéncete y esto funcionara, amor —sonríe el chico.

—Entonces no atendías mis llamadas por Mark —cambia el tema el pelinegro.

—No atendía porque mi celular esta en mi habitación, y porque está en modo silencio —le explica el menor. —No te hagas la mente, Kim, no soy como tú. Yo si respeto los contratos y a mi esposo —el castaño le da unas cuantas palmadas suaves en el brazo a Raven, y luego entra a la casa.

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