5
Frustrado, molesto, indignado y muy provocado, es como el gran Raven se siente.
Bufa, luego de ver como JungKook, su "esposo" sube al elevador cargando a su sobrina. Entra de nuevo a su enorme oficina, siendo visto por los ojos juzgones y prejuiciosos de su asistente.
—Te lo diré de una vez por todas —habla la pelinegra, luego de haber cerrado la puerta de la oficina. —Cancela el maldito contrato con ese chico, y busca a alguien más —suelta la mujer.
—No voy a cancelar nada, espero y escuches bien, porque no volveré a repetírtelo —la confronta Kim.
—Pero que es lo que te sucede, Raven —espeta sorprendida, caminando hacia él—. Dejas que te hable de esa manera, que te alce la voz, que te provoque, que me insulte y que te amenace con divulgar todo. Cancela el maldito contrato, y compra a alguien más.
—Te dije que no —alza un poco su voz, Kim. —Joy, no te metas en mis asuntos privados —le pide el pelinegro.
—Asuntos privados. ¿En serio? —dice con sarcasmo la mujer—. Él no es parte de tu vida.
—Si lo es. Mierda, es mi esposo, firmamos un estúpido contrato que nos hace esposos, y sabes que Joy —se acerca por completo a la pelinegra. —No dejaré que ese chico me haga quedar mal frente a todo el mundo —se aleja de su asistente, camina hasta su silla de cuero, toma su saco, lo sacude y luego se lo talla.
—Espera, ¿a dónde crees que vas? —se interpone en su camino la pelinegra.
—A casa —responde, posando sus manos sobre los hombros escuálidos de la mujer.
—No, no, no, aun tienes trabajo. Ni lo pienses.
—No lo estoy pensando, lo estoy haciendo.
Mueve el cuerpo delgado de la mujer hacia un costado.
—¿Y qué se supone que haga con el resto de tus reuniones? —lo cuestiona molesta.
—Haz tu trabajo Joy, para eso te pago —camina hasta la puerta, abre, sale y cierra de un portazo su oficina.
A pasos rápidos camina hasta el elevador, ignorando por completo a su ardiente secretaria.
Saca las llaves de su Ferrari, y entra sin tener idea de lo que está haciendo.
Conduce a la velocidad que los semáforos y el resto de carros le permiten, por alguna extraña razón no deja de pensar en lo en sexi, atrevido, provocativo y molesto que se ve el castaño frente a él, la mayoría del tiempo.
Apaga el motor de su auto, toma la llave, abre la puerta y sale, el encargado de sus autos lo recibe. Kim le lanza la llave y luego sube los tres escalones para entrar a su casa.
Cruza el pasillo que da a la sala, desabotona su saco, lleva sus manos a su cintura en forma de jarra, cierra sus ojos y se queda en silencio intentando escuchar la voz de su sobrina o la de JungKook.
Hace un sonido extraño con su boca, abre sus ojos encontrándose con una de las sirvientas.
—¿Dónde está mi esposo? —pregunta, llevando su mano izquierda a su rostro, pellizcando con su dedo índice y pulgar el puente de su nariz.
—En su habitación, joven Raven.
Sin agradecer, gira sus pies un poco cambiando su rumbo.
Camina hasta las escalera, para luego empezarlas a subir una por una, intentando descifrar, ¿qué es lo que está por hacer? ¿Y por qué lo hace?
Se detiene frente a su habitación, gira el pomo y abre, dándose cuenta que está vacía y todo debidamente ordenado.
Suspira, se gira y de nuevo mira a la sirvienta.
—La habitación del joven Jeon, es esa —señala el último cuarto del pasillo.
Kim presiona sus dientes y camina de forma precisa hasta la habitación, mira la puerta semi abierta, por lo tanto, solo le da un leve empujón a la madera, dejando a la vista una maleta en el centro. Hope a unos dos metros de la maleta jugando con pequeños chinchines, mientras el castaño ordena unas cuantas prendas.
—¿Qué se supone que haces?
Entra el pelinegro, asustando a la nena y a JungKook.
—Diablos, puedes avisar antes de entrar —reprocha JungKook.
Lanza el jeans a la cama, y trota hasta Hope.
—Ya, ya, no pasa nada —dice Jeon de cuclillas, intentando calmar a la niña.
—¿Necesitan algo? —pregunta la sirvienta.
El castaño niega, pero Kim asiente.
—Sí, llévate a Hope —le ordena.
El menor mira con desagrado a TaeHyung, limpia el rostro de la niña, la braza y por último le da un beso en su sien.
—Mírame bien —le pide demandante Raven al castaño, luego que la niña se ha ido, y que ambos están solos.
—Puedo verte como quiera —dice JungKook, poniéndose de pie.
—Te hice una pregunta —le recuerda.
JungKook se hace el desentendido, camina de nuevo hasta la cama, toma el jeans, lo dobla y hace lo mismo con las otras tres prendas. Las apila y luego rodea la cama para poder llegar al ropero.
—No voy a permitir que me dejes, ¿me estas escuchando? —escucha la voz de Tae tan cerca de su oído, que siente su respiración sobre su cuello.
—Estas actuando como un idiota —el castaño se aleja un poco del pelinegro.
—¿Y tú? —alza su voz el mayor.
—¿Yo qué? —pregunta calmado, JungKook.
—¿Quién te crees para desafiarme y provocarme de esa manera?
Una sonrisa burlona se le escapa al menor.
—No me creo, soy tu esposo, lo dice ese maldito papel que tú —señala a Raven. —Y yo firmamos —se señala así mismo luego de dejar caer la ropa al piso de la habitación. —Y te recuerdo, sino te parece cancela mi contrato y me largare de este lugar —lo confronta JungKook.
Raven extiende un poco su brazo derecho, con su mano sostiene el antebrazo de Jeon, atrayéndolo hacia él, estrellando el cuerpo delgado, pero atractivo del castaño sobre el suyo.
Kim intenta besar los labios de JungKook, esos labios que al verlos moverse mientras discuten desea acallar con los suyos. Pero en un movimiento ágil y de desprecio el castaño evita que eso suceda.
—Voy a dejarte algo claro, esposo —Jeon toma mano derecha de Kim—. Mientras sigas besándote con cualquiera, no volverás a besarme.
Una sonrisa burlona y superior se forma en el atractivo rostro del mayor.
—No es un juego —dice sereno el menor.
—Además de no besarme, aunque planees la luna de miel, no permitiré siquiera que tus manos toquen una sola parte de mi cuerpo —JungKook pasa la mano de Taehyung, rozando parte de su cintura y su glúteo.
Los ojos de Raven se ensanchan, y luego frunce su entre cejo.
—Me perteneces, ¿qué parte no entiendes, corderito? —dice el millonario relamiendo sus labios, mientras su mirada está fija en los labios del castaño.
—La parte en la que no me respetas, en la que eres inmaduro, en la que ni siquiera te dignas en ver y saludar por unos segundos a tu sobrina, en la que te follas a tu secretaria y en la que solo quieres utilizarme para complacerte a ti mismo —responde JungKook, desafiando y enfrentando con la verdad a Kim.
—Puedo hacerte lo que sea —susurra TaeHyung, lo más cerca que JungKook le permite de su rostro.
—Hazlo, y no volverás a saber de mí, maldito arrogante —la respiración del castaño empieza acelerarse, su ceño yace totalmente fruncido, mientras presiona con fuerza la mano de Taehyung—. Decide Raven, no a todos nos gusta perder el tiempo.
El pelinegro suelta un ruidoso bufido, suelta el antebrazo de JungKook y de forma brusca se zafa del fuerte agarre del castaño.
—Pides demasiado.
—Pido lo que me merezco y lo que se merece Hope. Si no te gusta cancela mi contrato y compra a alguien más.
Kim camina hacia la puerta. Abre, pero no sale, se queda de pie con su mirada viendo hacia la nada.
Asiente, alza su rostro, lo gira un poco observando de esa manera sobre su hombro a JungKook de pie en el mismo lugar.
—Bien —accede el mayor, guirándose sobre sus talones, encaminándose nuevamente hasta Jeon.
—¿Bien? —repite confundido el castaño, viendo como TaeHyung se acerca a toda prisa hacia él.
Coloca su manos sobre la cintura del menor y lo obliga a caminar hasta la pared de la habitación, el chico traga grueso, lleva sus manos a los brazos de Raven, estrujándolos con fuerza, canalizando su miedo de esa manera.
—Más vale que cumplas, porque si no me veré obligado a besarte y a follarte —dice JungKook, rozando sus labios sobre los de Tae. —Eres mío, te escogí —susurra sobre la comisura de la oreja de Jeon.
—Siempre cumplo, haz lo que te pido y follaremos sin problema, te lo aseguro —habla el menor, respirando el aroma del perfume de Raven.
TaeHyung toma la barbilla de JungKook con su mano izquierda, ambos se miran a los ojos, uno con deseo y lujuria, y el otro con desprecio y compromiso.
—Buenas noches, corderito —es lo último que dice Raven, para juego salir de la habitación.
JungKook cierra sus ojos un poco arrepentido, pero debía hacerlo, si logra conseguir que Raven ceda a sus condiciones podrá obtener más dinero. Aunque deba tener sexo con él y fingir que se interesa en él.
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