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UNA ATERRADORA EXPERIENCIA.

Atravesando varios callejones y atajos, el explorador de mundos logró llegar hacia su destino, se trataba de una enorme tienda, perteneciente a un gran amigo. Con una mente decidida a descubrir por sí mismo el misterio de aquello tan extraño, pero a la vez atrayente del bosque que carece de luz, se dispuso a buscar por la carpa del Señor del Valem, todas aquellas herramientas que le servirían para desenmascarar los misterios de aquel sombrío bosque. En un va y ven constante, Elijah se movilizaba por la tienda, y esto fue algo que llamó la atención de los ojos curiosos que ahora lo observan con detenimiento, eran clientes comunes, pero ahora estaban preocupados por la salud mental del hombre, preocupados de que algo allá en el exterior lo hiciese cambiar su razonamiento humano a una locura sin remedio.

¡Elijah, amigo mío!, ¿qué es lo que está haciendo? — Escuchó una voz grave a sus espaldas, la persona estaba a unos cuantos metros de donde él se encontraba.

Este era un hombre de aspecto robusto y de gran peso, con un enorme estómago sobresaliendo de su camisa, de barba abundante y negra cual carbón, de ojos cafés como color del chocolate y de regordetas mejillas; con una pequeña cabeza calva y de dientes amarillos, su nariz con una ligera curva y, además, de impactante altura. Pero sin importar su aspecto físico, el Señor del Valem era un hombre pulcro, honesto y buen amigo. Constantemente ayudaba a Elijah para mantenerlo a salvo de las raíces malignas que se arremolinaban en cada vértice de los pueblos fantasmas que este visitaba.

Como no podía detenerlo, al menos intentaba que este no saliera lastimado.

Elijah lo miro y fingió no saber nada de lo que hablaba aquel hombre. Habían muchas cosas que contar, pero no lo haría frente a la audiencia que tenían al rededor, eran muchas las personas que estaban a la expectativa y esperando una mínima oportunidad para opacar el brillo que tanto le habia costado recuperar.

— Viendo lo que puedo comprar, viejo amigo.

— Eso puedo verlo. Aunque... no ha sido usted un hombre que coleccione armas de este estilo. ¿Por qué el afán de hacerlo ahora?, ¿y por qué la mayoría son como esta de aquí?

Levantó aquel objeto y lo puso justo al frente del rostro de Elijah, herramienta de pico filudo como la punta de una flecha, aunque mucho más grande y de brillante aspecto, tal y como la armadura recién pulida de un soldado, cuyo reflejo humano se ve nítido en el material. Una herramienta tan dura y peligrosa como las imponentes rocas de una montaña.

— Hermano mío, he traído noticias, pero no puedo hablar ahora.

— ¿Por qué no?

El explorador miró a sus alrededores con los ojos de un depredador, dándose cuenta que, incluso si los clientes parecían distraídos mientras miraban con tanto afán y entretenimiento los productos y materiales que ahí se vendían, era esto simplemente una artimaña sucia. Estaban más pendientes que ni él mismo Señor del Valem por lo que tenía que decir Elijah.

Nos perderíamos la oportunidad de salir ganando. Es todo lo que diré.

Esas palabras fueron sin lugar a dudas tan envolventes. El Señor del Valem ya esperaba ansioso la explicación de Elijah con respecto a su expedición. Si era tan secreto como para que ningún oido humano escuchara la historia, eso significaba que posiblemente sea un descubrimiento realmente sorprendente. Por lo que, sonriendo, se alejó de su amigo,  sin continuar insistiendo y en señal de entendimiento.

Así cayó la noche. Había una diferencia bastante notable entre el reino de las sombras con el reino de Thazell, aquí se podía respirar paz y descansar en un sueño constante y profundo, lleno de hermosos cantos y melodías. Las ranas y grillos se unieron al unísono, en una dulce melodía nocturna que trae paz a las almas que habitaban el reino.

Por el cielo azul nocturno pasó un hermoso cometa, era tarde en la noche y el brillo de la estrella fugaz iluminó cada rincón, llenando el cielo de colores espléndidos en una hermosa recreación para la vista. El pequeño riachuelo que estaba cerca del mercado, recorrió cada camino hacia su destino, corrientes de agua en calma como el sueño de un bebé y sin prisa alguna, con sus suaves toques de melodía al avanzar. Un pequeño chapoteo se escuchó ahí mismo, cuando un pequeño pez saltó y cayó en una danza natural y característica de su especie.

Sentados fuera de la carpa ya estaban el Señor del Valem con Elijah, disfrutando de la brisa fresca de la noche y de la hermosa escena que está les daba.

Todos los demás dormían ya, así que el bullicio se había acabado, ese ruido blanco que perturbaba las mañanas y las tardes se había extinguido, abriendo paso a la vista y sonidos de la madre naturaleza. Pureza total, eso es lo que era.

Iba camino hacia a Athleydales. Pero, como usted sabrá querido amigo, suelo ser un explorador de mundos. En mis venas recorre la sed de la aventura, intenté hacer eso hace un mes, pero salió todo mal.
•Yo me aventuré por el lado contrario al camino original, pensé que sería una buena opción para encontrar un atajo y así llegar en corto tiempo a la ciudad perdida del helado Athleydales.
•Pero no tomé en cuenta una cosa, el bosque de Las Penumbras es uno de los más desolados y remotos del mundo entero, es un lugar con el que ningún humano debería jugar, ahí solo existe vegetación y agua, más no vida animal y humana. Haciendo caso omiso a estas señales, yo simplemente pensé que lo lograría, que sería el primer hombre en atravesar el bosque de Las Penumbras, creyendo que todo lo que se decía de ese bosque era un simple mito, ¡pero vaya sorpresa la mía, al toparme con algo que no debí!

El Señor del Valem escuchó con atención la noticia que su amigo trajo consigo del viaje. Quedando totalmente cautivado y esperando el resto de la historia.

Me adentre. Tomé valor y me adentré al bosque; es algo que no le recomiendo hacer a nadie bajo ninguna circunstancia, a menos que sea alguien con experiencia o capaz de hacerle frente a las trampas y peligros que allí habitan. A pasos lentos pero seguros caminé por un sendero que yo mismo planteé en mi mente, cuando de repente, el cielo empezó a oscurecer y en lo alto vi como unas sombras rojas se mezclaban entre la oscuridad.
• Lo que es inusual, es que estas gruesas capas de nubes negras se levantaron en lo alto del cielo, pero situados en un mismo lugar, no se extendieron a lo largo del bosque como espere que hicieran, simplemente estaban ahí, en un punto fijo. Por último, seguidamente a esto, del suelo se levantó una cortina negra, y así, guiado por el instinto, corrí a lo más alto de una loma para evitar ser consumido por esta bruma.
•Una vez que encontré un lugar seguro en la loma del bosque, y además de subir sobre la copa de un árbol, noté un pequeño lugar, como un pueblo abandonado y algo deteriorado. Un pueblo que parecía estar sumido en una especie de neblina, una niebla parecida a la que había al pie de la loma donde yo me encontraba, sin embargo, logré ver parte de los techos y algunos animales sobre ellos. Animales domésticos, algo que para mí es muy extraño, ¿qué hacían allí?, ¿cómo han sobrevivido estas pequeñas bestias domésticas en un bosque donde el alimento para ellos es escaso?

¿Qué quieres decir, Elijah?, ¿crees tú que sea algún pueblo perdido?, ¿una raza distinta quizás?

No lo sé, intenté ir hacia allí, pero él camino se tornó más complicado con la nube negra cubriendo todo el suelo del bosque. Además, sin herramientas especiales no logré avanzar absolutamente nada. Pero te dire algo, algo que volvió mi piel como la de un erizo. Allí había un ave, y estaba siguiéndome, estoy seguro.

— ¿Cómo un ave?, ¿qué clase de ave y por qué te seguía?

No lo sé. Pero fue aterrador, me sentí observado de alguna manera. Sentí un par de ojos sobre mí y una presencia fuerte y tenebrosa, como si alguien estuviese vigilándome con cada paso, sobre todo cuando intentaba avanzar hacia el pueblo aquel.
•Me sentí mareado, con nauseas y con un dolor de cabeza como si esta estuviese a punto de estallar mientras mi vista también se empañaba, luego, en lo profundo, no sé si de mi mente o a lo lejos de donde yo me encontraba, escuché tres cantos muy tenebrosos, era un ave, y después de unos minutos, se escucharon los llantos como de una niña pequeña, un llanto doloroso y terrible, como si estuviesen torturandola y, como punto final, el alarido alarmante de una mujer adulta que gritaba el nombre de la niña.
•No supe nada después de eso, porque empecé a sentirme mal y caí en la inconsciencia, solo desperté con estas marcas en el brazo izquierdo...

Elijah levantó su brazo para mostrar aquella extraña marca que perturbaba su conciencia. Cerca de la muñeca izquierda de su brazo, había un pequeño e inusual símbolo en color rojo vino, que a plena vista parecía tratarse de un tatuaje, creado con un material parecido al que usaban los indígenas en el norte de Rubeanoom. Aunque ese color era inusual, hasta donde llegaba el entendimiento del Señor del Valem, y sus largas visitas hacia el pueblo natal de su difunta madre, los indígenas de aquel lugar no solían crear sus tatuajes en otro color que no sea el negro. Por lo que causó algo anómalo en él cuando miró con intensidad e interés aquella marca.

Elijah, no comprendo muy bien el significado de esto. ¿Estas seguro que cuando despertaste no había alguien ahí contigo?

Ciertamente no había alguien conmigo cuando abrí mis ojos. Pero cuando desperté ya no estaba en el bosque, sino en el sendero original camino a Athleydales.

— ¿¡Cómo es si quiera eso posible!?

Elijah no tenía idea de lo que aquello podía significar. Lo que sí estaba seguro es que no había sido él quien había regresado por cuenta propia al sendero, alguien tuvo que haberlo ayudado, sino, ¿cómo debería tomar ese extraño acontecimiento?

El excursionista levantó su mirada al cielo. Viendo como las nubes se movían con lentitud, similares a los pasos de una tortuga, viendo cada destello de las estrellas y sintiendo la brisa fresca del aire nocturno golpeando su rostro y cuerpo. Dentro de su enredada mente solo existía una minúscula parte de lo que vivió esa noche. No podría explicar el porqué o en qué momento fue llevado de regreso al sendero. Se preguntó si en aquel pueblo yacían personas habitándolo. Quizás alguno de ellos lo había llevado de regreso a la salida. De cualquier forma, un impulso animal surgió dentro de él, impulsado por el deseo de conocer y descubrir. Era por eso que había regresado a Thazell, quiso llevar consigo un buen equipamiento para luchar contra los obstáculos del bosque y así poder quitar la máscara del pueblo fantasma, y así descubrir quiénes eran ellos en realidad. Y si tenía suerte, la corona podría beneficiarlo por los hallazgos.

Viendo el rostro de su amigo, el Señor del Valem supo que no había forma de detenerlo, Elijah podía ser terco cual mula sin adiestramiento y esa parte de él siempre lo preocupó de sobremanera. De igual forma, como uno de los únicos y verdaderos amigos de Elijah, el Señor del Valem intentaría de todo para hacerlo entrar en razón. No quería impedirle un descubrimiento tan grande y que posiblemente llevaría lejos a su amigo, pero había muchas cosas que quizás el joven aventurero y de espíritu libre cuál ave en vuelo no estaba viendo con claridad. Y ahora, como un ser cercano a él, le correspondía iluminarlo antes de que esté se marchara y cometiera una locura.

Sé que independientemente de lo que se diga aquí, partirás a ese bosque maligno, Elijah. Pero, como tú amigo, quiero que tomes algunas recomendaciones en cuenta antes de que te marches.

Elijah regresó su mirada y vio la preocupación escrita en aquel rostro regordete y familiar. Muy dentro de él sabía cuán asustado se encontraba el Señor del Valem, el único de miles y millones de personas en el planeta que se preocupó de manera íntegra por alguien como él. Alguien que durante años había sido una persona desaliñada, sin rumbo, perdido en el mundo sin un hogar, hubo un tiempo donde su vida se había transformado en un completo desierto, en una vida desolada y llena de amargura, pero ese hombre frente a él miró lo que nadie había visto y le ofreció su ayuda de manera generosa.

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