REVELACIÓN: ESTO ES LO QUE SOY...
(Érase un tiempo antes de la tragedia que sacudió al reino.)
La pesadez del mundo cayó en sus hombros, algo se sentía mal, y al mismo tiempo, aquello parecía ser un acto incierto. Los pensamientos de aquella joven daban mil vueltas mientras seguía con pasos lentos al enmascarado. Ya habían pasado algunas horas desde el incidente, y así como lo prometió, el cazador la llevó con él.
La joven dama (de nombre desconocido para aquel que ahora la protege), se encargó de observar y cuidar cada detalle de aquel ser. Si algo sabía ella, es que eran muy diferentes. Él no era humano, pero su especie aún era un campo incierto para ella, pues la máscara en su rostro, la capa que lo protegía y la armadura que llevaba sobre si, dificultaban todo el procedimiento para descubrir más allá de él.
Pero, ciertos aspectos, aunque mínimos, fueron captados por ella.
El primero de ellos, la dama había descubierto que, este hombre, era conservador con sus pensamientos. Nunca habló más de lo necesario, y se mantuvo al margen durante todo el trayecto.
El segundo punto fue mucho más extraño, jamás vio como los rayos de sol tocaban su cuerpo o su rostro, pues todo aquello que tenía puesto era suficiente para que el sol ni siquiera llegase a centímetros de él. Y se preguntó: ¿eso es saludable?, porque incluso los seres humanos de vez en cuando necesitan algo de luz solar, ya que es un buen proveedor de vitamina D, y entre otros aspectos naturales y beneficiosos para la salud humana.
Pero él hasta parecía huir de aquella esfera de fuego y lava. Eso la hizo pensar y seguir indagando mucho más en él. ¿Acaso le tenía fobia al astro rey?
Y por último, pero no menos importante, aquellos ojos eran sin duda una puerta jamás descubierta y muy difícil de traspasar. Sus ojos tenían un tono negro muy profundo. Aquellos dos espejos tras la máscara, no eran tan comunes, su textura parecía ser más espesa que natural, como si de la brea o petróleo se tratase, así lo parecían al menos para ella. Esa mirada podía penetrar y observar hasta lo profundo del alma de cualquiera, y esto era algo muy distinto a lo que la joven alguna vez pudo observar. Parecían ser los ojos de algún animal salvaje, sobre todo: los ojos de un depredador.
— Disculpe... — comenzó ella, ya llevaban varias horas caminando por un trayecto desolado, y aún no sabía hacia donde se dirigían. El sol casi llegaba a su punto más alto, eso indicaba que pronto llegaría la hora del almuerzo. — No quiero molestar, pero, tengo mucha sed y siento dolor en mis pies...
Nada. Aquel cazador no respondió, simplemente siguió su camino sin voltear hacia atrás.
— ¿Está escuchándome?, lo que dije es cierto, para los humanos es mortal no hidratarse, no soy como el ave... ni como usted... — terminó por decir ella. No estaba molesta, simplemente se sentía agotada y ansiosa. — Quiero descansar, ¿si? — Rogó ella como su último recurso.
Entonces, el misterioso cazador se detuvo, y como por arte de magia o quizás también por aquellos que dominan los ruegos humanos desde el cielo, sus oraciones fueron escuchadas, ya que él se giró para verle.
Ella no espero más respuesta que esa acción, así que inmediatamente corrió hacia un árbol cuya sombra hasta parecía ser un tesoro en ese momento. Era una maravilla que sin duda disfrutaría, un paraíso para las almas agobiadas.
Lo que ella no sabía, es que el cazador también la examinó. La joven no había sido la única en notar algunas cosas del otro. Para el cazador, ella también tenía algo muy interesante que no todos tienen. Y quizás por eso Raven la anhelaba.
Aquel ser enmascarado vio con ojos curiosos a la joven, pudo observar como pequeñas gotas de sudor se resbalaban por la frente de esta, en como la respiración era más agitada para ella a comparación de él. Y por último, pudo escuchar el crujir de su estómago. Sin duda necesitaría alimento y agua muy pronto.
— Regresaré en cuanto pueda. — Fueron estas las únicas palabras que pronunció aquel hombre. Y después de ello, se marchó, dejándola sola ahí en aquel camino.
Él cazador se introdujo en el bosque, quizás no tan en las profundidades, pues su misión era proteger a la joven a toda costa, tanto como de buscar al aventurero perdido.
Por ende, se dispuso a encontrar algo de alimento y agua, pero al mismo tiempo, de mantenerse cerca del camino por si necesitaba llegar rápido a ella.
Pasó una hora desde que él se fue, dejando a la joven con los nervios de punta, temerosa de que Raven pudiera encontrarla. Hasta que lo vio venir.
Traía consigo un ave, una muy extraña, con plumas azules muy oscuras y con motas blancas, su pico era alargado y encorvado, pero firme y grueso, con pequeños dientes parecidos al serrucho de un carpintero, y en sus patas, uñas como navajas.
— ¿Qué es eso? — Preguntó ella al ver el ave. Nunca en su vida había visto algo parecido, por lo que, aquel animal, fue una especie extraña para ella. Ni siquiera sabía que existían.
— Es un dodkrat, le servirá de alimento. — Le informó, siempre con aquella voz: tan lejana y cerca al mismo tiempo.
— Nunca los había escuchado. — Ella notó que el nombre de aquel animal era en un idioma antiguo, uno que casi nadie conocía, excepto ella, quien fue obligada a aprender idiomas por sus padres, ya que pertenecían a la línea de nobles, esto los impulsó para obligarla también a aprender nuevos lenguajes. Aunque ella desconocía el nombre, sabía que se trataba de lenguas pasadas.
— Son una especie casi extinta, ahora, coma esto, le servirá de mucho.
El cazador le extendió una pieza de aquel animal cuando quitó todas las plumas y demás del ave, para que ella pudiera comerlo y recuperar las fuerzas que había perdido en el viaje. Además de eso, también le extendió una especie de "recipiente", que serviría para el agua y para que ella pudiera beber de el.
— Pero... está crudo. — Alegó, haciendo un gesto de desagrado ante aquella porción del dodkrat.
— No lo está, le aseguro que no habrá problema una vez que lo pruebe.
Viendo la insistencia del cazador, la joven, aunque con mucho asco al pensar en lo crudo de la carne, lo probó. Y por supuesto, su perspectiva cambió mucho, tal y como el cazador lo dijo. El ave no sabía mal, al contrario, tenía un sabor único, uno que jamás pensó posible.
— ¡Estuvo delicioso, muchas gracias! — exclamó ella una vez que había terminado de comer. Fue entonces cuando notó algo más: — ¿Usted no comerá?
El cazador negó con la cabeza suavemente, en una silenciosa forma de rechazar el platillo que ella le estaba ofreciendo.
— ¿Por qué no?, ¿cuando fue la ultima vez que comió algo?
— Hace mucho tiempo atrás...
[Hace un mes, de hecho.] pensó el cazador para sí mismo.
Pero esa sería la única respuesta que ella obtendría de él.
Aunque la joven podía ser insistente. Estaba casi seguro que no se rendiría, y por supuesto, no lo hizo:
— ¿Puedo hacerle un pregunta? — Ella no obtuvo respuesta, pero continuó: — ¿Qué es usted exactamente?
El día se volvió más soleado inmediatamente después. Aquel enorme astro llegó hasta su punto más alto como una señal, con sus rayos de luz bañó la tierra, trayendo una suavidad invaluable para los seres vivos que caminan por el mundo. La tierra, con su alegría permanente hizo correr los brotes de agua, hizo nacer ríos y océanos enteros, trajo alimento a cada ser vivo y ella también se benefició del universo para seguir existiendo, y junto a ella, cada una de sus criaturas. Las nubes seguían avanzando, yendo por un camino que nadie nunca sabrá, excepto ellas mismas, quizás persigan su ciclo hasta culminar con él y evaporarse como si nunca hubieran existido. Eso jamás nadie lo sabrá, de la misma forma en que nadie sabe cómo y cuándo morirá.
Y es lo que normalmente se vive, ahí, en la tierra, con un ser como Raven, sin saber a quien elegirá. Y con un cazador dispuesto a pelear por lo que cree correcto.
Al no obtener resultados, la dama continuó con sus puntos de vista y sus preguntas por hacer, siendo simplemente escuchada por el cazador sin que esté diera alguna respuesta.
— Usted es incapaz de probar algo del alimento humano, veo que tampoco necesita del agua o del sol como todos nosotros. No se cansa de caminar grandes trayectos, y posee todo ese armamento y ropas sobre sí. — Dijo señalando sus puntos. — No debe seguir ocultándose, sé que no es humano, sé que no es como yo, ¿qué es entonces?
Nada. No obtuvo respuesta, excepto una mirada penetrante e inquisitiva. Pero esto no le impidió a la joven continuar con sus incógnitas.
— Le huye al sol como si este fuese su enemigo. Conoce al ave de plumaje negro, conoce de lo que es capaz y conoce a su amo...
•Además le hace frente a bestias inimaginables, conoce este tipo de aves que nunca nadie conoció, a este... dodkrat, y sabe cómo movilizarse por bosques encantados. Conoce también de idiomas extintos.
• Ningún humano es capaz de sobrevivir en lugares remotos. ¡Mire nada más donde nos encontramos hoy!, en medio de la nada, en medio de un camino desconocido al ojo humano, sin embargo, ya conocía usted de él. Nadie sobrevive a estos lugares, por algo son llamados malditos o mitos históricos. ¿Qué es usted realmente?
El cazador no dijo nada inmediatamente, solo analizó la situación desde otra perspectiva, desde la lealtad y honestidad proveniente del interior humano: proveniente de ella.
Bajo el manto aquel de la vegetación, miró los cristales en el rostro de la mujer, viendo en ella mucho más que una humana, y por alguna razón, confió en ella, de la misma manera que la joven al venir con él, incluso si era un desconocido para el mundo.
Tomó el guante que cubría su mano derecha, y lo sacó. Fue la única prenda que eliminó de si mismo y camino hacia la luz del sol, siendo observado como una presa por los ojos de la joven mujer. A partir de ahí, no habrían palabras, solo la verdad tras una cortina: una verdad tras la máscara.
El cazarrecompensas expuso su mano hacia el calor del eterno rey y este lo cubrió como un manto a un bebé, siendo su mano la única parte de su cuerpo expuesta hacia el peligro evidente: la majestuosa esfera de lava ardiente.
Aquello fue inmediato, ni siquiera hubo tiempo de procesarlo, porque la temperatura al tocar su piel quemó cada parte, cada dedo y palma, haciendo que de esta surja humo por montones y que su mano sufriera quemaduras graves, incluso fue tan doloroso de presenciar que a ella no le quedó de otra forma que apartar el rostro del cazador, girándose atormentada por lo que acaba de presenciar.
— Esto es lo que soy... — murmuró tranquilamente, como si nada de lo que pasó hubiera pasado realmente. Así de simple. — Para ser este... monstruo, me engendró mi padre. Para esto me concibió y dio a luz mi madre... esto es lo que soy. — Por supuesto que dolió, pero estaba acostumbrado a ello.
Pocas cosas lo podían matar, y la radiación del sol era una de ellas. Para desintegrarse y desaparecer del mundo, tenía que ser expuesto durante largas jornadas, mientras tanto, solo sufriría heridas como las de su mano. Eso es lo que era, y no había nada que pudiera hacer por cambiarlo. Solo odiarse así mismo.
Retiró su mano de la luz solar y volvió a cubrirla con el guante, fue entonces cuando la mujer volvió a verle.
Por el rostro de la dama corría la incertidumbre, el pánico y el terror, todo por observar aquella escena. El cazador entonces la miró con ojos suaves y reconfortantes, fue como sin decir ninguna palabra, le estuviese enviando palabras de aliento, todo a través de sus ojos, como si comprendiera cuan difícil era aquella revelación.
Pero, cuando por fin pudo recuperarse, la mujer pensó en todo lo que había pasado en las últimas horas: como el ataque del ave, el que estuviera ahí, en medio de la nada junto al cazador, y que este mismo le haya mostrado lo que realmente era...
— Eres... eres un vampiro. — murmuró con miedo y sin poder creerlo.
[¿Todo este tiempo estuve viajando con un vampiro?, ¡estuve viajando con uno de ellos!] pensó alarmada. Al parecer, la suerte si que corría de su lado, sino fuese así, estaba segura que hace tiempo hubiera muerto.
El cazador notó esa mirada. Vio con decepción, una vez más, como todos ellos, los humanos, lo veían: con terror, como el monstruo que se negaba a ser.
Fue muy decepcionante, esa fue la principal razón por la que portaba en su rostro aquella máscara. Muchos creerían que se trataba de un juego, de un misterio. Pero simplemente se empleó para ocultar su identidad, para ocultar sus rasgos malditos al resto del universo.
Notó también como la mujer temblaba, como dio unos cuantos pasos hacia atrás, alejándose de él.
Por ello, él cazarrecompensas tomó una decisión: la durmió. La hipnotizó a través de sus ojos, hasta que por fin pudiera despertar más tarde ese mismo día, pero no sin antes saber la verdad.
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