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EL PASADO Y LA PRIMERA DESOBEDIENCIA DEL AVE NEGRA.

Cuando sus ojos volvieron a abrirse, la duda ingresó en su mente. No sabía cuántas veces aquello se adentraría a su cabeza, pero el enigma, desde que supo la existencia de los no-muertos y la del cuervo, permanecía ahí, en cada centímetro y espacio de su cerebro.

Mientras intentaba procesar lo que sucedía en el mundo, se encontró en el suelo de los extraños acontecimientos: una vez más, en el camino de aquel bosque misterioso. Sin saber qué hacer, incluso consciente de los peligros que merodeaban el territorio, permaneció recostada sobre la tierra y el polvo.

Anonada, observo el vasto cielo, viendo solo las nubes: aquellas esponjosas y suaves nubes de algodón. Estas emprendían una caminata lenta, pero demostrando cuánto puede avanzar la tierra, mostrando al mundo que el tiempo para los mortales era demasiado valioso, pero también peligroso.

Fue entonces que, sumida en aquellos pensamientos, noto en el cielo un punto negro y lejano, uno que se elevó en las alturas y navegó por el manto sagrado y azulado. Vio con dudas aquel hecho, y se percató que, aquella avecilla diminuta, volaba en círculos, justo sobre ella. Parecía un simple movimiento, pero la sangre se congeló dentro de sus venas de manera inmediata, sus pequeños y casi minúsculos vellos en los brazos se erizaron, y su corazón latió de manera dolorosa en su pecho. Sin poder moverse, ahí quedó, cautiva y fija sobre la tierra, como si algo o alguien la estuviese atando al sendero. Con lágrimas como cascadas que fluían libremente por sus ojos, y con labios resecos por el agotamiento (mental y emocional), quedó cautiva.

¿Por qué haría tal cosa el cazarrecompensas?, ¿por qué enviarla a ese lugar?

[¿Qué habré hecho en mi corta vida para que me castiguen de este modo?] reflexiono con tristeza. [Si algún daño hice, le ruego a los cielos para que se apiaden de mi, y ruego también para que me perdonen por ello.]

Ya no huiría, ya no había más energía o fuerza en ella para escapar. Si todo debía acabar, entonces que así fuera. Con aquel pensamiento en mente, la joven cerró sus ojos y dejó al destino hacer su trabajo. Estaba convencida que, aquello ya no era un sueño, sino una realidad alterada. Ella estaba sumergida en una especie de dimensión, o al menos eso creía...

Un tiempo después, sintió en su pecho algo pesado, no lo suficiente como para acabar con ella, pero si algo sabía, es que tenía en ella algún "objeto" que ejercía presión en su cuerpo.

Adormecida está, porque así lo desee yo. — Escuchó decir a alguien. Alguien que no parecía complacido con ella.

Aquella voz sonaba muy profunda y fría, llena de rencor y odio hacia su persona.

Abra sus ojos ahora, que el amo espera con ansias su llegada.

Aquello último se escuchaba más como una orden que como una petición. ¿Pero quien era él?, ¿y a qué se refería con que esperaban su llegada?

¿Por qué habría de hacerlo? — preguntó con voz suave y casi inexistente, mientras una lágrima recorría su rostro y se perdía en su cabello, ya que se encontraba recostada sobre el árido suelo. — ¿Y quien es aquel que ahora me está esperando?, ¿será el mismo ser que es cruel y vengativo?

— No, porque aquel que la espera no es nada de eso. Él dice ser el lóbrego de este mundo, si, pero es aquel que también pone orden entre lo natural y humano, y entre lo sobrenatural y los no-humanos.— respondió de manera recitada.— No lo hagamos esperar, que el amo es paciente, pero también impaciente, como una perfecta balanza que por ahora pesa igual, pero eso podría cambiar.

— ¿Cuánto tiempo tenemos hasta que eso suceda?

— Hasta que la luna salga y se ponga en lo más alto del manto azulado.

Lentamente parpadeo, hasta que sus ojos se enfocaron en el ave que ahora reposaba sobre su pecho. Aquellos ojos, cuya mirada era potente, oscura y tenebrosa, se posaron también en ella, causando que un escalofrío recorriera su columna vertebral.

Como un navegante de alta mar, usted ha de seguirme, seré yo la estrella norte que la guíe hasta tierra firme. Ahí reposa mi amo, dentro de aquella caja de madera y barniz, una que traer paz a su alma tan negra como sombría, y a su mente retorcida como cuerda. — Recitó por segunda vez. Como una metáfora que los guiaría a ambos hacia el hogar del no-muerto.

¿Qué planes tiene él para llevarme consigo? — Su voz apenas salía de sus labios. Un nudo en la garganta formaba una barrera que le impedía hablar con más claridad, pero al menos lo intentó, esperando que fuera lo suficientemente claro para el ave lo que ella trataba de preguntar.

Solo el amo lo sabe, porque han sido sus planes los que me han enviado aquí, sin embargo, para una humana como usted, y para un guardián de plumas oscuras como yo, son desconocidos.

— No iré. No debería ir... — Dijo ella tratando de evadirlo. Pero el ave no lo permitió.

— Vendrá conmigo. El amo así lo pidió y no tendrá problemas en hacerlo personalmente, si así lo requiere esta lamentable situación. — Sentenció con voz firme.

También ordenó lo siguiente:

— Ese objeto que está por arriba de su cabeza, tómelo, y siga usted desde la tierra inmunda, a esta pobre ave que atada está al vampiro, el responsable del acero en nuestros lazos.

Lentamente, la joven se incorporó, giró con mucho cuidado su cuerpo, tomando así aquella herramienta que tanto pedía el cuervo. Parecía ser una ballesta, una que solían utilizar los del castillo en momentos de guerra, sobre todo, cuando las guerras eran contra los seres de la oscuridad. Casi soltó en llanto otra vez, de solo pensar a lo que se tendría que enfrentar.

Ave de hermoso plumaje, tan oscura y hermosa como la noche que me arrulla antes de cerrar mis ojos al dormir, ¿me protegería del evidente peligro que hay aquí en el exterior?, soy solo un humano, uno que desea vivir en paz sobre la tierra, hasta que la naturaleza reclame su existencia.— Sus manos temblaron debido al miedo, rogando para que alguien, si quiera la misma ave negra que estaba frente a sus ojos, la protegiera. Su voz se quebró más y más a medida hablaba, sus esperanzas empezaron a desaparecer, y su pecho ardió de imaginarse sola y sin protección.

La ballesta en sus manos también tiritó debido a las sacudidas del temblor en ella.

El ave lo noto, pero para el no significaba nada el miedo de la joven.

Y yo soy solo un ave, cuya misión solo es brindarle lealtad y protección a mi señor, fue él quien con sus hazañas me impresionó, ahora mis lazos están únicamente con él. No presto mis servicios a cualquiera que así lo solicite, para ganarlo, haga usted lo mismo que mi amo. — Reprochó el cuervo. Quien a través de sus ojos le enviaba dagas dolorosas, pues fue una mirada de rencor.

Era tan evidente el odio que le tenía el emplumado, y no solo a ella, sino también a la humanidad.

¿Tenía que impresionarlo de la misma manera que el vampiro lo hizo, para que este le ofreciera su protección?, ¡pero si eso era algo imposible! ¿Como podría ella compararse a él, si el no-muerto la superaba por mucho? Esa era una misión imposible. Pero sus opciones eran nulas, el vampiro vendría por ella si o si, tal y como lo dijo el ave. Vaya a donde vaya; él la encontraría.

Así tomó la ballesta y, con valentía, se puso en pie. Pronto se vio sumergida en una carrera casi imparable. Ella luchó con todas sus fuerzas para mantener el ritmo del ave durante todo aquel trayecto, incluso en el momento que sintió su piel caliente, sus huesos adoloridos y la sed quemando su garganta. Hizo a un lado todo aquello, y se adentró más en lo profundo del bosque.

¡Mire usted, joven dama, lo que hay al frente, porque la loba hembra no dudará en atacar para proteger al lobezno! — croó desde el cielo.— ¡Use la ballesta como protección, si es que tiene la valentía para hacerlo! ¡O su otra opción: morir y dejarse ir!

[Cualquier opción sera más que bienvenida] pensó el cuervo con odio desde sus adentros. Se dispuso a "cuidar" también sus pensamientos, para que Raven no pudiera escucharlos, o eso encendería la furia incontrolable de su señor.

Entonces, la mente de la joven se tornó sombría, como si una niebla se hubiese levantado desde lo profundo de su cerebro, abarcando cada espacio y rincón, cegándola completamente. Ya no pensaba como humano, sino como una bestia.

El cuervo vio desde aquella altura, aquel cambio tan radical en la joven, aquellos bellos ojos en color chocolate yacían tan negros como su propia oscuridad. Dentro de ellos, había una presencia fuerte e indestructible, así lo sintió el ave y el jamás se equivocaría.
Pues sus lazos, aquellos que lo ataban a su amo, ahora tiraban hacia ella con fuerza, sin duda, algo ocupaba la mente de la joven, todo gracias a su pequeño "desliz".

El ave entonces se maldijo así mismo, porque a causa de sus planes sangrientos pero nada cuidadosos, Raven había previsto sus movimientos, y ahora estaba a punto de comenzar una nueva batalla: Raven iba a castigarlo por no seguir sus planes. Y por supuesto, uno de ellos saldría vencedor, y ese no era el.

Poseída por el vampiro, la mujer hizo frente (incluso si ella no lo sabía) a la loba hembra. Sus fuerzas se multiplicaron, siendo la primera humana en hacerle frente a un ser sobrenatural, simplemente gracias a la posesión del no-muerto.

Todo eso sucedió bajo la vista y el aleteo del cuervo, un fiel testigo de la guerra que se estaba llevando a cabo.
Observó como la mujer batallaba, dejando a un lado la ballesta y sin necesidad de recurrir a ella durante la pelea.

Cuando la loba se lanzó dispuesta a terminar con la vida de la humana, la joven realizó un movimiento extremadamente rápido y casi imposible: al impactar cuerpo con cuerpo, hábilmente, ella tomó del cuello al metamorfo, ejerciendo presión en esta área y destruyendo su garganta desde el interior hacia el exterior, causando que la sangre se esparciera por todo el lugar. Si ella estuviese en sus cinco sentidos y no poseída por Raven, la escena la hubiera hecho vomitar del asco, provocado también por el horror de aquella acción.

Seguidamente, golpeó el cuerpo de manera dolorosa contra el suelo, el cual abrió grietas en la tierra. Con esta acción, noqueo a la mujer lobo, dejándola débil, indefensa y en agonía.

Y por último, como un acto aún más repulsivo, tomo el hocico de la bestia y quebró su quijada, abrió también su caja torácica y sacó sus órganos, asegurándose de que el animal no volviera a levantarse.

Así le quitó la vida a una madre que solo protegía a su cría, muriendo está frente a su lobezno. No sintió remordimiento alguno por lo que había hecho, solo la paz absoluta por haberse desecho de otro enemigo. Pero aún faltaba uno...

¡Maldito cuervo!, ¿acaso no lo envíe para que trajera a la joven ante mi presencia?, ¿como se le ocurre desobedecerme? — El cuervo tembló. Si, lo hizo. Quizás pocos lo sabían o quizás nadie lo hacía, pero habían ocasiones como esa, en donde sus plumas sentían el terror ante la ira de su amo.

Sabía lo que se avecinaba, y casi murió ahí mismo de solo imaginarlo. Por supuesto, no era literal, no podía morir a menos que Raven también lo hiciera, pero así se sentía cada vez que su amo se enojaba, o al menos anhelaba en esas ocasiones poder morir al igual que los mortales.

Hablaremos, mi "querido amigo", una vez que venga a mi hogar. Mientras tanto, seré yo quien dirija a la joven, no lo quiero cerca ni por un instante de ella, ¿a comprendido lo que he dicho, o se lo tengo que demostrar?

El ave negra vio a los ojos de la humana, y por supuesto, ella ya no estaba ahí, sino que su amo había tomado el cuerpo de la joven poseyéndola completamente. A través de ella, su amo le dio una orden clara y contundente, así que asintió en acuerdo, más por comprensión, porque si desobedecía, una tortura inimaginable podía pasar, peor que el destino de aquella metamorfa que yacía sobre el terreno oscuro del bosque.

Una cosa más que dire en su dirección, cuervo, y será antes de llevarme a la joven. — Escucho una vez más, como la voz profunda de su amo se adentraba por sus oídos, algo que lo hizo estremecerse. — Deshágase del pequeño problema, porque ya no tiene caso que lo deje vivir, si de todas formas ya no hay quien cuide de él.

— Si, mi señor. — Y con aquella respuesta, el vampiro se marchó, llevando también a la joven.

Y así, el ave bajó del cielo en picada, veloz y potente, para arrebatar la vida del lobezno, uno que se encontraba acurrucado cerca del cadáver de la loba, sin saber que ella ya no vivía.

A lo lejos, Raven escuchó el llanto del pequeño, llantos de horror como un perro siendo torturado. Esa fue la señal que le aseguro que, su amigo emplumado, había cumplido con la orden. Y sonrió.

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