EL PASADO A TRAVÉS DE UN SUEÑO.
Cuando abrió sus ojos se dio cuenta que ya no estaba junto al cazador, ni siquiera estaba en el mismo sendero.
Aquello fue un lugar distinto, uno muy antiguo y desconocido. Había mucha vegetación, mucha más de la conocida. Reinaba la naturaleza, tan majestuosa y llena de vida, tal y como siempre debió serlo, un mundo muy distinto, un lugar diferente a su época.
Aquellas copas de los árboles bailaban al compás del viento, tan firmes y bellos, tan coloridos y llamativos, fue una recreación para la vista, una paz para la mente y una reconciliación con el alma.
Por encima de su cabeza voló un ave, una muy pequeñita y regordeta, entonando un dulce canto, una melodía que solo la naturaleza podría emitir. Por sus pies pasaban pequeños insectos que marchaban de un lado a otro, llevando consigo pequeñas porciones de alimento, y en las ramas de aquellos enormes y gigantescos árboles, algunas ardillas correteandose unas con otras, avecillas acurrucándose en sus nidos junto a sus crías, y la maravilla del avanzar de una corriente de agua, una que se encontraba muy cerca de donde había puesto sus pies. Además de eso, muchos arbustos que refugiaban a otras especies de animales, brindándoles hogar y protección.
Aquello parecía ser un enorme bosque y, aunque los rayos del sol sean algo escasos, la maravilla de vidas enteras continuaban ahí mismo, con una brisa fresca y helada como un recordatorio de su existencia, fue sin duda alguna, un lugar agradable al cual apreciar.
Pero, aunque todo parecía bello y de ensueño, también el pánico se adentró en sus venas, ya que, aunque maravilloso, fue desconocido. Y lo desconocido también causa terror, al menos así fue para ella.
Incógnitas invadieron, una vez más, su joven mente. No solo el porqué y como llegó ahí, si no el miedo de pensar que no volvería. ¿Qué haría entonces, si ni siquiera sabía en donde estaba?, ¿cómo regresar al sendero aquel?, ¿donde encontrar al cazador una vez más?
Hecha un lío, la joven comenzó a caminar por el bosque, intentando encontrar la salida, viendo la manera de como despertar de aquella pesadilla.
Fue entonces que, después de una larga caminata sin rumbo y sin una dirección, encontró lo que parecía ser un camino, y a lo lejos, pudo divisar la silueta de un hombre, un hombre de al menos 2.01 cm de alto.
Aquel ser caminaba a pasos lentos, a pasos relajados, como si no existiera el peligro en esos bosques, como si nada ni nadie fuese capaz de dañarle, como si no existieran depredadores naturales sueltos por ahí. Entonces, se admiró de él, pues parecía ser alguien seguro de sí mismo, y además, parecía conocer aquel sendero. Supuso entonces que él podría ayudarle a regresar.
Soltó un suspiro de alivio. Sintió alegría y también paz, al fin de cuentas, había esperanza, al menos esperaba que así fuera.
— ¡Disculpe! — gritó con regocijo, corriendo al encuentro de aquel hombre que ahora estaba de espaldas a ella. — ¡Necesito ayuda, necesito que alguien me ayude a regresar a casa!
Al escucharla, aquel enigmático hombre detuvo su andar y se giró hacia ella. Hacia lo que parecía ser una mujer joven que gritaba en un idioma extraño y desconocido. Tan solo algunos pasos cerca de él, ella, como un acto natural ante el peligro, también paró su andar, congelada ahí mismo, a escasos pasos de él.
No fue su altura lo que le impactó, no fue el hecho de que, a su nivel, aquel hombre parecía ser un gigante, no. Las alarmas sonaron en su cabeza cuando estuvo frente a frente de un no-muerto.
¿Cómo equivocarse?, si en sus cuencas poseía dos grandes rubíes rojos como la sangre, de piel pálida, casi del mismo color que la sal del mar, de aquella altura evidente, de que cuando sus labios formaron una "o" de sorpresa al ella acercarse, se pudieran notar en su boca dos colmillos blancos y filosos. No hacía falta ser un genio para saber que se encontraba frente a frente con uno de ellos, con uno mucho más grande y temible que él cazarrecompensas. Incluso si la apariencia de dicho ser pareciera ser de su misma edad, seguía siendo intimidante.
— Señorita, ¿se encuentra usted bien? — Preguntó.— Se ve algo pálida, no me gusta eso, me hace competencia.— dijo aquel hombre con algo que parecía ser: ¿una broma?
Incluso tenía una leve sonrisa formada en su rostro.
Pero a causa del impacto por tal situación, ni siquiera notó el tono bromista del no-muerto, y como un intento en vano para salvar su vida, corrió en dirección opuesta, mientras rogaba a los cielos protección en contra de aquel ser malévolo e inhumano.
Viendo desde lo lejos, el vampiro sonrió de lado, tomando aquello como una escena graciosa que en reiteradas ocasiones ya había visto, pero que jamás se cansaría de presenciar. Fue entonces cuando en el cielo se escuchó el croar de un ave, el de un cuervo, para ser más exactos. Este descendió del cielo posándose en el hombro del amo, viendo, al igual que el vampiro, como aquella joven corría para "salvar" su vida, y rio también ante eso. Aunque el emplumado se mofaba de ella, por ser él superior y más poderoso, a tal grado que aquello parecía más una burla.
Mientras que el otro lo hacía por diversión evidente.
— Mi señor, ha asustado a la joven. Eso me agrada.
—Es típico del ser humano, mi amado amigo, cualquier cosa puede asustarles.
— Ella no debe ser de estos lados, y con respecto a lo demas, me agrada más el hecho de que huyan asustados a intentar ser amigo de seres tan inferiores a los nuestros.
— Mientras yo viva, el humano convivirá en sintonía con nosotros, y será también nuestro amigo.— Sentenció el vampiro.— No veo la razón para humillarlos o para verlos con inferioridad, cuervo. Es una lastima que nuestra naturaleza no nos permita acercarnos mucho más que un simple intercambio de palabras.
El ave no dijo nada, solo guardó silencio ante aquella orden, una orden que provino del ser más peligroso que jamás haya existido. Pero que sin duda, mantenía en su pecho un corazón inigualable, algo muy extraño para la especie a la que pertenecía.
Sí, podía ser sanguinario, pero tenía una pizca de compasión por aquellos que, para el cuervo, eran débiles. Para no arriesgar su vida, el cuervo calló y obedeció en gran manera todos aquellos mandatos del amo, aunque no estuviese de acuerdo con ellos. Fue un voto de obediencia y lealtad para aquel que forjó los lazos.
— Debemos seguirla para protegerla, no somos los únicos que merodeamos por aquí, si algún otro ser sobrenatural la encuentra, estará muerta en un parpadeo.— Señaló Raven con obviedad.
A lo que el ave comenzó un nuevo vuelo, monitoreando desde aquel enorme manto azul cada paso que ella daba. Raven también la siguió con sigilo, velocidad y agilidad, características muy común en su especie, ella ni siquiera sabía cuán cerca estaban, ni siquiera sabía que aquella carrera se había convertido en una especie de entretenimiento para Raven.
Más adelante, después de que sus piernas se adormecieron por el dolor, se detuvo, cayendo abruptamente sobre el suelo frío del bosque. Sintió como el aliento se iba de ella, y como su garganta reclamaba por agua, estaba muy cansada de tanto correr y, sinceramente, esperaba que él no-muerto no la hubiera seguido, o sino, nada hubiera valido la pena.
Pero, aún con sus ruegos, las cosas no podían ser tan simples. La joven no había notado que se encontraba cerca de una cueva, una cueva que resguardaba a una bestia gigantesca. Cuando levantó su rostro del suelo creyendo que todo había pasado, se percató que frente a ella estaba una criatura temible, una muy horripilante y grotesca, la cual estaba concentrado en ella, de manera que ambas miradas chocaron en el momento exacto.
Aquel animal tenía un pelaje muy abundante y espeso, casi como lo era el pelaje de un oso pardo. Poseía también dos dientes muy grandes, unos que ni siquiera cabían en su hocico. Aquellos colmillos colgaban desde la parte superior y cayeron hasta su barbilla, sobresaliendo así, en una "sonrisa" horripilante; el resto de los dientes parecían ser igual de potentes, aunque un poco más pequeños que los dos principales. Lo más extraño de aquella bestia, es que caminaba sobre sus patas traseras, tal y como lo hacen los humanos.
Sus garras eran iguales al cuchillo de un carnicero, con leves curvas al final de cada uña, y en sus brazos se podía notar cuán poderoso era, pues grandes músculos relucían en sus extremidades, poseedor de la fuerza sobrehumana, una mucho mayor y peligrosa. Sin mencionar su magnífica altura. Si aquel vampiro daba terror al poseer 2.01 cm de alto, no querría ni imaginarse cuánto medía la bestia que tenía frente a si.
La muerte, una vez más, parecía sonreírle en la cara.
— ¡Abajo! — Escuchó una voz desde lo más lejano, no supo de donde provenía, pero obedeció por inercia.
Raven se dio cuenta del peligro en el que se encontraba aquella joven, así que, desde lo lejos, envío una advertencia, pues aquella bestia tenía claras intenciones con ella y no eran nada agradables. Lo más seguro, es que la joven terminaría en pedazos si nadie la ayudaba.
Raven y el cuervo (que siempre se mantenía fiel a él), lograron desviar el ataque del hombre lobo muy lejos de ella, impulsado tras una gran ráfaga de viento como lo era el huracán más potente que jamas se vio, enviando al lobo muy lejos de la joven, derribando muchos árboles y rocas en el proceso, levantando también una cortina de polvo muy grande y cegadora al ojo humano.
El cuervo, por supuesto, aunque de un tamaño menor al del lobo, era capaz de derribar una de las fuerzas físicas jamás antes vistas, todo gracias a la energía que provenía de su amo. Y como un acto de valentía, el cuervo clavó sus garras en los ojos del lobo.
Los tres se adentraron en un combate muy fuerte, la mujer pudo presenciar todo con terror, viendo cómo Raven se encontraba en aquella guerra, y sinceramente, por un momento, pensó que el ave y el vampiro perderían. Ya que incluso herido, el lobo parecía ser más fuerte y enérgico.
¡Cuán equivocada estaba!
Para él no-muerto aquello simplemente era un deporte, una cacería que estaba acostumbrado a enfrentar. Fue así que, cuando se aburrió, Raven terminó con todo, una vez más.
Envío hacia el lobo lo que parecían ser cuchillas de metal prendidas en fuego, estas salieron como por arte de magia desde las palmas de sus manos, clavándolas en el pecho, corazón y hocico del hombre lobo. Este inmediatamente se incendió, soltando quejidos y alaridos de dolor, unos muy terroríficos, poniéndole la piel de erizo a cualquiera que lo escuchara, inclusive a la joven, una que se mantenía viendo todo como estatua, sin poder moverse, sin poder reaccionar, y con el corazón latiendo a mil por hora. Fueron segundos, pero para ella fueron una eternidad.
Y después, solo quedaron en medio de aquel bosque las llamas ardientes del terror. Unas que consumieron todo lo que quedaba del lobo.
En el suelo, pudo notar como un líquido rojo se esparcía en grandes cantidades bajo el cuerpo calcinado. Soltó un pequeño y agudo grito al notar un ojo semi destruido cerca de un arbusto, muy cerca de ella. Eso fue más de lo que pudo soportar, y seguido a eso, se desmayó.
El ave y el vampiro se percataron de esto, aunque uno de ellos estaba confundido.
— Emplumado amigo, mi oscuridad siniestra, ¿qué ha pasado con ella?— preguntó el vampiro lleno de intriga.
Él podía sentir la respiración pausada de la joven, así como también sentir la calma provenir de ella. Tampoco sintió el olor metálico de la sangre, por lo tanto, supo que no habían daños físicos. Ya no estaba ansiosa ni asustada, y parecía dormir plácidamente, pero nunca en estos años había visto que un ser humana se durmiera tan rápido. Siempre les llevaba un buen tiempo hacerlo.
[¿Qué habrá pasado?] se preguntó. Su mente ahora funcionaba como la de un niño curioso, queriendo averiguar mucho más de ese comportamiento inesperado en ella.
— Se ha desmayado, mi señor. Suele ser normal en los humanos, las emociones intensas pueden causar estas reacciones, eso quiere decir que la joven estará así mismo durante algún tiempo, o posiblemente un día entero. — aquella explicación fue más que suficiente. El ave era quien mayormente tenía cercanía con los humanos, él sabia mucho más de dichos comportamientos que su amado señor.
Pero aquella visión fue todo lo que ella pudo experimentar. Al caer desmayada, la joven se aventuró a un nuevo rumbo, dejando atrás aquella escena, aquella completa locura en su pensar. ¿Por qué había sucedido todo eso?, ¿Acaso el vampiro y el cuervo, en esta "dimensión", eran bondadosos?
Si es así, ¿qué ocurrió con ellos para que ahora odien a los humanos?
Bueno, ella tendría que averiguarlo más adelante.
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