11
Raven, se encuentra en el balcón del pent-house, sus dedos índice y medio sostienen un cigarrillo. Cierra sus ojos y alza su rostro con el fin de que los rayos del sol no dañen su visión, extiende su mano derecha y la lleva hasta su boca.
Coloca la punta del cigarrillo entre sus labios, inhala y segundos después exhala toda la nicotina, escucha el agua de la ducha correr, aun con sus ojos cerrados, recuerda lo sexi y atrevido que es su esposo en la cama. Relame sus labios y luego sonríe ladinamente.
Abre sus ojos y desciende su rostro, le da una calada más al cigarrillo, se gira sobre sus talones y lanza la mitad del cigarrillo al suelo.
Camina hacia dentro del apartamento, viste nada más su pantalón y calza sus zapatos, intenta ser un poco silencioso al escuchar la voz de JungKook, en lo que parece ser una conversación.
—No —dice JungKook, mientras toma su ropa interior del suelo. —Mierda, te estoy diciendo que no —repite exasperado, colocándose de forma torpe su ropa interior, mientras JiMin lo mira y escucha desde el umbral de la puerta. —Habíamos hecho un trato, ella no puede hacernos esto —suelta el castaño, girándose para buscar su pantalón, encontrándose con la mirada curiosa y molesta de Park. —Está bien, está bien, te llamare para que nos veamos —culmina.
JungKook recoge su pantalón, mientras Raven niega.
—Buenos días, corderito —lo saluda el mayor, entrando de una vez por todas a la habitación.
—Buenos días, cariño —corresponde el saludo el menor, mientras lanza su celular a la cama de forma brusca.
—Creí que amanecerías feliz, después de lo bien que la pasamos —comenta Park, colocándose la camisa.
—Si, yo también lo pensé —balbucea el castaño terminando de vestirse.
Toma su celular y se enfoca en el.
—Vas acompañarme al trabajo —suelta el pelinegro, sorprendiendo a JungKook.
—No, eso sí que no —se opone de inmediato.
—¿Por qué no? —lo interroga JiMin, mientras termina de abotonarse la camisa.
—Porque no —responde a la defensiva el castaño.
—Date prisa, se me hace tarde —le informa Raven.
El pelinegro toma su saco con su mano izquierda, y luego camina hacia el ascensor.
—Te dije que no —le recalca JungKook.
—Y yo te digo por segunda vez que te des prisa —dice molesto Park, presionando el botón de la puerta del ascensor.
—Debo cuidar a Hope —le recuerda Jeon, haciendo bufar al mayor.
La puerta del ascensor se abre, JiMin se gira sobre sus talones y camina de forma apresurada hacia JungKook.
—¿Qué? —lo reta el castaño.
—Camina —le ordena Raven, tomándolo del antebrazo derecho.
—No me he colocado mis zapatos —protesta JungKook.
—Recógelos y camina —le indica el pelinegro, sin soltar el agarre del antebrazo del menor.
—Eres un impaciente y un arrogante —lo ataca Jeon, tomando sus zapatos, mientras se coloca de forma torpe las pantuflas del hotel.
—Entra y cállate —le pide Park.
—Eres insoportable —parlotea el menor.
—Y tú —lo mira desafiante, JiMin. —Eres un dolor en... —Raven, guarda silencio al ver los labios de JungKook.
—¿Un dolor en qué? —lo reta el castaño, girándose quedando frente a frente.
—En todo —dice, perdido en los regordetes labios del castaño.
—No empieces una discusión sino vas a terminarla —habla Jeon, molesto.
JiMin lo toma de la cintura lo atrae hacia él y estampa sus labios sobre los de JungKook. Antes de que el castaño protesté y continué hablando.
Y es que al parecer la única manera en la que ambos pueden estar sin discutir es cuando se besan y tienen sexo.
El ascensor hace un sonido, la puerta se abre, pero ambos continúan besándose.
—Disculpen, necesito subir —habla apenada una mujer.
JungKook aparta a JiMin, y baja su mirada.
—Lo sentimos —se disculpa el menor, dando dos pasos hacia fuera del ascensor. —Camina, cariño —le ordena JungKook, extendiendo su mano izquierda para tomar la mano de Park.
—Es mi hotel —espeta, furioso Raven.
—Y ella una de tus inquilinas —le recuerda con sarcasmo Jeon, soltando la mano del pelinegro.
Tira sus zapatos al piso de la recepción y se los coloca frente a todos.
—Te dije que no me había colocado los zapatos —le dice molesto JungKook, al ver la forma en la que JiMin lo mira.
—El chofer esta fuera —le informa Park, luego de observar la pantalla de su celular.
El castaño recoge las pantuflas y camina hacia la recepción.
—Lo siento, mi esposo es impaciente —sonríe para la recepcionista.
Se gira y pasa de largo frente a Park, el cual, sonríe y luego niega, acelerando sus pasos hasta que alcanza al menor.
—Alto ahí, corderito, recuerda que venimos junto y salimos juntos —le recalca JiMin.
—Claro —se limita a decir el castaño, sintiendo como la mano izquierda de Raven, rodea su cintura.
—No quiero ir a tu trabajo —confiesa JungKook, de forma seria.
—Ya discutimos sobre esto —musita JiMin, deteniéndose.
—Lo sé, dijiste que, si iré, pero no quiero ir. No sé porque te digo que no quiero ir si siempre se hace lo que tú dices, así que da igual, vamos a tu maldito trabajo antes de que detenga un taxi y te deje solo —farfulla el menor. —Hola, Mark —saluda a su amigo.
—Joven Jeon —corresponde el saluda Mark, regalándole una sonrisa cálida al menor.
—Date prisa amor, lo del taxi no es una broma —asevera JungKook.
El auto arranca y ambos viajan en silencio, JungKook responde los mensajes de su hermano y JiMin mira su agenda.
—No bajes —le ordena Raven a su chofer. —Joy, estoy frente al edificio, baja los contratos que debía revisar y cancela todas mis reuniones para mañana —le ordena por medio de una llamada a su asistente.
JungKook lo mira un poco sorprendido y asustado, debe hablar con sus hermanos, pero no lo conseguirá con JiMin a su lado y en casa.
El celular del menor suena, lo ignora, pero el mayor no lo hace.
—Atiende —pide demandante, JiMin.
—No es importante —susurra JungKook, intentando parecer relajado.
—No lo repetiré de nuevo —suelta JiMin.
Jeon bufa, y desliza su dedo hacia arriba atendiendo la llamada.
—¿Dónde estás? —pregunta JungKook. —Maldición, yo... —alza su mirada y se da cuenta que Park, lo está mirando.
Unos toques se escuchan, Raven presiona el botón para bajar la ventanilla.
—Gracias, Joy —dice tomando las carpetas.—Llámame si alguna emergencia surge —le ordena el pelinegro.
Mientras su asistente ve con desagrado al castaño al lado de su jefe.
—Arranca —se dirige Park a Mark.
—No puedo, lo siento —es lo último que dice JungKook, para luego cancelar la llamada.
—¿A dónde necesitas ir? —lo interroga Raven.
—No interesa —dice el menor, bloqueando su celular.
—Luego no digas que solo haces lo que yo te digo.
El menor traga grueso y asiente.
—A la cafetería de la esquina —dice nervioso el castaño.
—Ya escuchaste, Mark.
—Sí, señor —responde el chofer.
—¿Por qué lo haces? —lo cuestiona JungKook.
—Porque no quiero que salgas a escondidas de nuevo, no quiero ser la comidilla de todo Inglaterra.
El castaño, suelta una pequeña risa mientras niega.
—Por supuesto —susurra el menor.
El auto frena y JungKook sale para luego entrar de forma rápida a la cafetería.
—Channie, escóndete —le ordena a su hermano. —Sana, dime ya mismo ¿qué es lo que haces aquí? —la cuestiona JungKook.
—No quiero, no puedo seguir —dice entre lágrimas la pelirroja, tomando las manos de su hermano.
—Sana —murmura el castaño, abrazando a su hermana.
—No puedo continuar, JungKookie —solloza la pelirroja.
—Bien, ¿de cuánto es su clausula? —pregunta JungKook a Chanyeol.
—No podemos —dice el mayor de los Jeon.
—De cuanto —insiste el castaño.
—Dos mil quinientos —contesta Chanyeol.
—Ok, Sana escúchame —le pide el menor. —Chanyeol te acompañara y pagara la cláusula a tu comprador. Conseguirás un trabajo y te encargaras de recuperar la custodia de Anne, debes conseguir la custodia de nuevo. Prométeme que lo harás —le pide JungKook.
—Lo haré, no voy a defraudarte —dice la pelirroja, llorando.
—Bien, debo volver, mi esposo me espera —masculla con sus ojos llenos de lágrimas.
—JungKook —lo llama su hermano.
—Estoy bien, Channie —asegura el menor, dejando un beso sobre la sien de Sana—. Tú y yo conseguiremos el resto del dinero y haremos volver a papá.
Chanyeol asiente.
—Debo irme —habla en voz baja el menor.
—Gracias JungKookie —dice Sana.
—Cuídate —le pide Chanyeol. —Y lo siento —susurra.
—Está bien, no es nuestra culpa, es la de mamá —añade JungKook, para luego salir de la cafetería y dejar a sus dos hermanos solos.
El menor observa el auto de JiMin, traga grueso y no sube, decide caminar mientras sus emociones se calman.
—¡JungKook! —escucha el grito de Park.
El castaño niega, sorbe su nariz y continua su camino.
—JungKook, sube al auto —escucha la orden de Raven, más cerca, pero opta por no mirarlo y mucho menos responderle.
El chico intenta dejar de llorar, pero por más que lo intenta lo único que consigue es llorar más.
Park le ordena a Mark que frente, baja del auto y a pasos apresurados camina hasta el castaño.
—Te pedí que entraras al auto —habla furioso JiMin, girando el cuerpo del menor de forma brusca, mientras sus dos hermanos observan la escena a lo lejos.
JiMin se queda sorprendido al ver el rostro de JungKook, cubierto de lágrimas.
—¿Qué te sucede? —lo cuestiona Park, acercándose al menor.
—Déjame —le pide entre hipidos el castaño.
—Eso no va pasar —dice el pelinegro, tomando del hombro a JungKook, para luego acercarlo a él.
—Por favor, déjame —le suplica JungKook, sin dejar de llorar, aferrándose al cuerpo de Raven.
Confundido, Park coloca sus manos en la espalda del castaño y a pasos lentos se encaminan hasta el auto, como pueden entran al auto juntos.
JungKook aun continúa llorando mientras abraza a Raven, dejándolo con un sin fin de preguntas y emociones nuevas que no logra controlar.
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