A lo lejos se escuchan las campanillas que anuncian la navidad, en el aire se puede sentir el frío que se desprende del cúmulo de copos de nieve tirados en suelo, y de las chimeneas se eleva un vapor que representa la calidez del hogar, si guardas silencio podrás percibir tenues villancicos; un inmaculado cuadro representativo de la Navidad que deleita a los ojos y evoca emociones gratas.

Salgo de mi letargo al escuchar la voz de mi madre para que vaya a saludar a los visitantes que acaban de llegar, después de una fiesta familiar tediosa, me excuso para retirarme y subo a mi habitación al pasar por el gran ventanal antiguo siento una sensación extraña, mi cuerpo se eriza, se me revuelve el estómago, pero aun así mi curiosidad es más grande y volteo. A las afueras del ventanal vislumbro dos ojos rojos que me miran fijamente, quedo petrificada, tomo una gran bocanada de aire y regreso a la realidad, subo las escaleras lo más rápido posible solo escuchado a mis espaldas un gruñido, al llegar a mi cuarto, cierro de un tirón la puerta y me quedo tras de ella como intentando detener algo que pudiera entrar, mientras recupero el aliento. Ya más repuesta decido irme a la cama, sin embargo, algo me lo impiden, los gritos de los presentes de la planta baja de la casa, quiero reaccionar pero mi cuerpo me lo impide, se escucha un silencio, llevo las manos a mi boca queriendo ahogar el grito que desea escapar de mi garganta, escucho rasguños cada vez más cercanos, mis ojos miran a través de la habitación buscando algún resguardo; lo único que me queda es meterme al guardarropa, ya dentro me agacho y abrazo mis piernas, un estruendo y crujir de madera me exalta pero me contengo. Mi mente es un caos

-¿En verdad existe?

-¿Viene por mí? -

-¿Lo abre invocado? -

-Si no hubiese quitado ese día a media historia, por estar molesta sabría como acabar con él.

Salen volando destrozadas las puertas de mi guardarropa y...

Escrito hecho en conjunto con