seis
— ¿Cómo supieron que la fiesta era acá? —es lo que preguntó la pelinegra cuando comenzaron a ver gente caminando en dirección a una casa alumbrada y ruidosa.
Luke miró de reojo a Michael y este comenzó a hablar.
—Ginna, me ofende esa pregunta, a estas alturas deberías de saber que yo siempre sé cuándo y dónde habrán fiestas —respondió el pálido, cerca de ella para que le pudiese escuchar porque cada vez estaban más continuo a entrar a la casa.
Los tres pasaron por el porche delantero donde había unos cuantos chicos fumando, con cervezas en mano. El ambiente en el interior no era el peor, la casa no estaba atestada de gente gritona, nada que ver como las fiestas que pintaban en las series adolescentes. La mayoría estaba echada en sillones fumando o bebiendo, otros hablaban; en una esquina había un grupo en círculo jugando algún estúpido juego hormonal.
—No veo a tu novio —gritó Luke a un lado de Ginna, la chica volteó a verlo y frunció su ceño. Michael ya se había ido lejos en busca de algo con que intoxicarse.
—No es mi novio —aclaró, provocando un cierto alivio en Luke—. O al menos aun no —continuó ella, Luke solamente puso los ojos en blanco.
A lo lejos visualizó a Layla bailando junto a otra chica enfrente de un grupo de chicos, la de pelo rosa fuerte se movía con lentitud, alzando sus manos al aire y pasándolas por todo su cuerpo. Layla, en efecto estaba buena y de repente Luke se encontró pensando en lo que había ocurrido en aquel baño hacía unos días.
—Deberías ir donde Layla —escuchó decir a Ginna en un gritito, Luke en seguida volteó a verla y sonrió de lado al encontrarla con una de sus manos tapándose un oído por culpa de la nueva ruidosa música que habían puesto.
— ¿Por qué haría eso? —le preguntó con expresión confundida—. Si estoy acá contigo.
Ginna frunció su ceño e iba a hablar, pero entonces divisó al otro extremo de la habitación al chico al el cual venía a presumirle que también podía divertirse sin él, pero el hecho de que él tuviese una chica sobre él y toqueteándose ambos hizo que Ginna mostrara una gran mueca de asco. Luke presenció todo aquello y miró hacia arriba, en busca de paciencia.
—Es un imbécil —soltó la pelinegra, cruzándose de brazos. Luke no supo qué decir, no es como si de verdad le importara la situación de este chico cuyo nombre creía era Calum besándose con otra chica. De hecho, eso le parecía bien porque significaba que Ginna se olvidaría de ese imbécil. Sí, así de egoísta era el rubio.
—Haz lo que te dije, diviértete.
La pelinegra negó con hostilidad, sintiéndose enojada por ir a ese lugar. Miró al rubio de forma despectiva, volviendo al carácter que disgustaba de Luke.
—Ve a buscar qué meterte y déjame sola.
Luke alzó sus manos en seña de rendición a la vez que observaba cómo ella se perdía entre los demás. Diablos, y quizás él no debió de seguir las palabras de Ginna porque eso solamente significaría problemas.
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