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Recuerdo doloroso / Bailar

Manigoldo x Regulus

Línea alterna

-Pequeño rey- se escucho a lo lejos, o eso le pareció a Regulus, quien no se encontraba muy bien en esos momentos.

-Oye, Regulus- le dijo Manigoldo a su lado, a pocos centímetros de su cara y pasando su mano frente a él para llamar su atención.

-¿Eh?- en un momento Regulus finalmente regreso de la niebla de su mente.

-¿Todo esta bien? Andas muy distraído últimamente- le preguntó al verlo tan ido en su mente.

-No es nada- le dijo tratando de calmar al otro- estos días me ponen emocional, eso es todo- le dijo con una sonrisa triste.

-No me lo recuerdes, estas fechas son todo un fastidio- concordó el mayor.

Ya era esa época del año en la que se conmemoraba la guerra santa en la que ambos participaron.

Era un periodo difícil para ellos 2, pues cargaban con la culpa de que ellos no murieran junto a sus compañeros y familia. Aunque no eran los únicos que sobrevivieron, Dohko y Shion tambien lo habían logrado, el no poder tener contacto con ellos de forma constante. Apenas recibían cartas y mi hablar de noticias, aunque Regulus solía repetir las palabras de su tío Sisifo para darse ánimos.

"No tener noticas eran buenas noticias"

El rostro de Regulus se transformó en pura angustia.

-¿Qué pasa? ¿qué tienes pequeño rey?- preguntó Manigoldo preocupado.

Para su sorpresa, Regulus comenzó a sollozar.

-Oye, tranquilo- dijo el peliazul consternado por el repentino llanto del menor- vamos, no te pongas así ¿vale?-

-Mani- dijo el castaño entre sollozos. Coloco su cabeza sobre el pecho del mas alto y lo abrazó tan fuerte como si su vida dependiera de ello.

-Tranquilo, todo estará bien- le consoló dándole un abrazo y acariciando su cabello.

Aunque ahora tuviera 25, eso no quitaba que seguía siendo un chico inocente que fue marcado por la guerra desde muy pequeño, igual que él.

Manigoldo hizo una mueca. Era irónico y hasta cruel que el lazo que los unió en primer lugar fuera la tragedia.

Aún podía recordar cuando lo vio despertar tras varias semanas en inconciencia tras casi morir en su pelea contra el juez del infierno Radamanthys. Apenas salió vivo de esa pelea, pero por la expresión que puso cuando se dio cuenta que seguía vivo parecía que hubiera preferido morir.

El proceso de recuperación de ambos, no fue nada fácil, pero el hecho de que ambos estuvieran en la misma situación fue un factor importante para que ambos pudieran avanzar sin sentir una abrumadora soledad en el camino. En esos meses, se conocieron mas y se dieron cuenta de que eran más parecidos que hubieran imaginado. Un poderoso lazo se creo en entre ambos.

Tal vez por eso le dolió mucho cuando Regulus pidió le permiso a Shion para irse del Santuario en cuanto pudo caminar nuevamente.

Shion se sorprendió, pero él ya se lo imaginaba. Conforme Regulus volvía a ser el mismo chico alegre de siempre. Mani pudo ver que el encierro le hacia daño al chico. Por eso, incluso si no le gustara la idea, fue él quien le sugirió que, si necesitaba especio, saliera y buscara lo que le faltara para terminar de encontrar su paz.

Tras muchas discusiones y que Manigoldo abogara por el menor, finalmente le permitieron irse. Así fue que ambos de dijeron, no un adiós, sino un hasta luego.

Y aunque esto sonara mal, Manigoldo creyó que solo era una promesa sin un verdadero peso, así que jamás lo volvería a ver. Estaba casi seguro de que Regulus crecería y evitaría a toda costa todo lo relacionado con el Santuario. Grande fue su sorpresa cuando, luego de 7 años, el pequeño niño cumplió su promesa y lo encontró en país natal, Italia.

-Por fin te encontré- escuchó la voz de alguien. Cuando volteo, se encontró con un hombre alto, más que él, apuesto y con unos hermosos ojos verdes.

No lo reconoció cuando lo vio.

-¿Ya te olvidaste de mí Manigoldo?- le dijo con un tono travieso.

-Manigoldo-

-Hey, Mani- la voz de Regulus retumbo en su mente hasta élm tambien regreso los pies a la tierra.

-¿Qué?- se preguntó todo confundido.

-Parece que no fui el único que se perdió en sus pensamientos- dijo Regulus un poco divertido.

-Definitivamente es la época del año- contestó tratando de sonar despreocupado- te pone raro-

-Supongo que es verdad- le secundo recargándose otra vez en él- ¿en qué estabas pensando?- le preguntó tranquilamente.

-Solo en como creí que no te volvería a ver luego de que te fueras del Santuario, pensé que no querrías nada relacionado con lo de tu padre y la guerra- le explico con sinceridad. De todos modos, era muy consciente de que no era buena idea mentirle al muchacho, pues era muy bueno en reconocer mentiras.

-Bueno, admito que es verdad que ya no quiero saber nada del Santuario, más que nada porque me hace sentir como un fracaso, como caballero, como hijo y como sobrino- dijo volviendo al aire melancólico con el que lo encontró- pero yo jamás querría alejarme de ti- le dijo abrazándolo para no alejarse del peliazul.

-Tus palabras, de cuando desperté de mi coma, fue lo que me dio fuerza cada vez que estaba por caer en desesperación. Tambien por eso volví ¿eso te molestó? ¿qué volviera y te buscara?- le preguntó con temor de la respuesta.

-Para nada- le tranquilizo- al contrario, me hizo muy feliz volver a verte pequeño rey, aunque de pequeño ya no tienes nada- bromeo un poco para aligerar el ambiente.

-Supongo que viajar te hace crecer ¿no?- reflexiono un poco el castaño.

Manigoldo solo soltó una fuerte carcajada.

Pasaran 100 años, pero sin duda Regulus seguirá siendo igual de adorable con esa inocencia tan propia de él.

-¿De que te ríes?- le preguntó Regulus confundido.

-Tengo tanta suerte de tenerte a mi lado- le comentó tranquilo correspondiendo el abrazo.

-Bueno, lo prometiste ¿no?- le dijo el menor- recuerdo bien esa vez, me tomaste de la mano y dijiste que no tenía que pasar por este dolor solo, que tú mejor que nadie sabías lo que yo sentía. Que gritara, maldijera y golpeara cuanto quisiera, que no me juzgarías por nada- comenzó a recordar ese día, en que se sentó a su lado y no lo dejo, aunque evitaba mirarlo o hablarle.

-Si, lo recuerdo. Tambien te dije que no desearas morir, porque tu vida es valiosa y no debes creer que eres basura solo por no cumplir tu venganza- continuo con esas palabras- no dejes que el sacrificio de los que te aman sea en vano-

-Esa última frase fue la que me salvo- comentó Regulus en un tono tan dulce y agradecido.

-No puedo llevarme todo el crédito ¿sabes?- le confeso el peliazul- todo eso me lo enseño mi maestro, él salvo mi vida cuando me dijo algo parecido. Por eso pensé en transmitirte ese mensaje tambien, a mi manera claro- se explicó con mucha sinceridad y un poco de humor.

-¿Lo extrañas mucho?- preguntó Regulus para sorpresa del mayor.

-Claro que si- respondió tratando de no mostrarse tan afectado- ese anciano fue mi padre y extraño lo molesto que era- pensó en voz alta.

-¿Todavía puedes recordar su voz?- preguntó el castaño extrañamente cohibido.

-¿Por qué lo preguntas?-

-Es que...- se quedo callado un minuto sin saber si decir lo que le ronda la cabeza- últimamente siento que no puedo recordar la voz de mi tío Sisifo, y tengo miedo de olvidarlo por completo, no quiero, pero, pero...- ya no puedo continuar. Era demasiado doloroso.

-Eso no pasara- le tranquilizo con una caricia en la espalda alta- mientras sigas viviendo y sigas formando tu camino con todo lo que te enseño, él siempre vivirá en ti, en tu corazón y se transmitirá a otros, como con tu padre y afinidad a la naturaleza o conmigo y las enseñanzas del anciano-

-¿Crees que soy una mala persona por ya no recordar su voz?-

-No- respondió llanamente- ya no te angusties por eso vale- le pidió sin dejar de mimarlo.

-¿Tú has pasado por algo así?-

-Si-

Regulus lo miro, pidiéndole en silencio que continue en silencio.

Manigoldo suspiro.

-Yo...no puedo recordar a mi familia, a mis padres o a mis amigos de mi pueblo natal- le explico un poco incomodo- por mas que lo intente, no puedo recordar sus rostros o sus nombres, ni sus voces-

-Lo lamento- Regulus se encorvo por la culpa que lo invadía.

-Admito que en esa época, los resentí porque murieron, odiaba a la muerte, pero tambien me frustraba la vida...hasta que mi maestro me saco de esa oscuridad, por él viví de niño y por él sobreviví en la guerra santa-

-¿Por qué nuestros padres hicieron eso? Dar la vida por nosotros- se preguntó Regulus en voz alta.

-Así son los padres, no trates de ver un significado mas profundo al amor que nos dan nuestros seres queridos. Ellos solo dan su amor y lo mínimo que puedes hacer para agradecerles es vivir con ese amor y darlo a otros- esa reflexión dibujo una sonrisa en el rostro de Manigoldo.

-En ese caso- le llamo Regulus- ¿me puedes dar un beso?- le pidió mientras lo miraba a la cara.

-Claro que si pequeño rey- acepto con una sonrisa misteriosa, que Regulus no pudo descifrar debido a que lo beso con gusto.

Regulus sintió que el dolor de su corazón se fue. No se iba a ir por completo, pero al menos no tendría que sobrellevarlo solo. Para eso estaba su querido Manigoldo.

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