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Lluvia/propuesta de matrimonio.

Era una de esas noches donde la Luna iluminada la tierra, dotando de una claridad a las bellezas de la noche que normalmente opacadas por la oscuridad.

Habiendo tomado la mano del dorado de cáncer, Regulus se dejó guiar nuevamente fuera del Santuario. Habiendo recuperado esa costumbre con más frecuencia que antes. Dejando la tranquilidad del pueblo, tomando lugar entre los bosques que rodeaban el pueblo. Específicamente, en un lugar que normalmente Manigoldo solía visitar bastante a menudo por lo agradable que era, habiendo un pequeño lago perfecto para relajarse.

-¿Jugamos? - Extendiendo sus manos varias esferas de color azul fueron esparcidas suavemente por el terreno, haciendo un escenario bastante hermoso de ver, como si tomaran el papel de las luciérnagas.

Del otro lado, Regulus estira sus músculos. Estaba pensando si tomar carrera para destruirlas a todas o mejor ingeniárselas de otro modo, sus ojos parecieron brillar con la luz de la noche, segundos antes que imitara las habilidades de Manigoldo, generando la misma cantidad de esferas azules, haciendo que impacten contra las generadas por Manigoldo, creando un pequeño espectáculo al momento de impactar.

>> No sé si llamar a esto trampa. - Manigoldo rio al ver el resultado. – Siempre se me olvida que puedes hacer esas cosas. – Regulus movió sus dedos envolviendo el cuerpo de Manigoldo con una pequeña estela de sus llamas.

- Es un poco más difícil de lo creí manipular estas cosas para hacerlas inofensivas. – Le dijo mientras se acercaba. - ¿Manipular las almas es igual de difícil?

- Según Sage es algo que no se hace a la ligera y que muchos tardar en dominar, pero como sabrás yo nunca tuve problemas. – Respondiendo a su pregunta busco un tarro con licor que tenía, sentándose en el pasto ofreciéndole a Regulus y tomando para él. Perdiendo el tiempo entre conversaciones sin rumbo.

- ¿Uhm? ¿Pasa algo? – Manigoldo volteo el rostro en dirección al bosque, poniéndose alerta. Abriendo la palma de su mano una esfera de fuego con un tamaño considerable fue creada.

- Que interesante. – Vaya que estaba de suerte, no solo le habían permitido experimentar con humanos si no que al volver con su señor se tomó el premio mayor. 2 santos de athena del más alto rango. Llamando su total atención el más grande, un hermoso olor a muerte estaba impregnado en cada partícula de su ser, no obstante también un olor extraño que sabía definir pero podía identificarlo como proveniente del más joven.

Más interesante aun, debía separarlos. Una enorme plaga de moscas rodeo a ambos Santos dorados. Dándole con eso su ubicación a Manigoldo, no tardando en atacar bando un golpe directo. Las moscas a su alrededor parecían furiosas, de un pensamiento rápido Regulus impacto su puño contra el suelo cubriendo los alrededores con su plasma relámpago, dejándolas muertas.

- Mierda. – Maldijo cáncer. – No esperaba ver a un espectro cerca, de paso no tenemos nuestras armaduras. – Estaban más indefensas, podrían ganar pero siempre era un riesgo que mejor no tomar.

- Tampoco podemos escapar. – No era mentira. Cuando se vieron cuenta un nuevo ataque había sido dirigido hacia ellos haciéndolos separarse. Las moscas nuevamente hacían lo que querían, tomando posesión de la naturaleza.

- Sepultura de Almas. – Grito con fuerza, acercase a Regulus con tal de no separarse de él.

- Que interesante. Qué lado más dulce. – Más de su interés, quería ver de ese dorado. Estaba encantado. Dándole más indicaciones a las moscas. En un plan improvisado, con la misma técnica de hace un rato en su completo poder esferas de luz infernal crearon 2 columnas de fuego se irguieron en dirección a su misterioso oponente, momento donde Regulus salto al tenerlo acorralado.

- Corona relámpago. – Sus brazos se extendieron, haciéndolo retroceder. Lanzándose a golpearlo. La luz de la luna había sido tapada por las nubes impidiendo que le vea el rostro como se debe.

- Gusano. – Se defendió, apartándolo de un golpe con la intención de retirarse. Él no le importaba en nada, quería al cáncer, tendría que esperar a estar a solas para jugar con él.

- ¡Pequeño rey! – Se había ibo, Manigoldo no tardo en regresar con él, viendo el destrozo que habían generado. Y por si fuera poco no tardaría en empezar a llover, de eso Regulus podía darse cuenta. Y así fue, no habían regresado al pueblo cuando la lluvia hizo su acto de presencia en ese desastroso escenario.

Sin más opciones les toco volver al pueblo, tomando una habitación en una posada para pasar la noche mientras la lluvia paraba.

- Lo que nos espera cuando sea de mañana. – Quiso reír. Sentándose en la cama para descansar. Volteando a ver a Regulus, encontrándolo quitándose la ropa. - ¿No crees que con este frio desnudarte es mala idea?

- ¿Y pasar toda la noche con ropa mojada es mejor idea? – Le respondió. A pesar que había 2 camas se quiso acostar junto a Manigoldo. El dorado de cáncer se quitó la chaqueta negra junto a la camisa. Volteándose para acostar, abrazando a Regulus.

- Ahh. Creo que es adecuado disculparme, prometo hacerme cargo de lo que sea que pase. El regaño del patriarca no será poca cosa.

- Debe serlo para que no seas informal con él. – Quiso bromear, bostezando en el proceso.

- No es para menos. Eso fue peligroso, de ser otra cosa pudimos haber muerto. Y no me gustaría que por mi culpa salgas herido. – El león dorado le sonrió, acariciando su rostro antes de besarle los labios.

- ¿Mejor? – El contrario sonrió. – Igual no te dejaría llevar todo el peso de esto, ninguno sabía que podía pasar.

- Dudo que Sage lo vea así. Con sus años encima puede ser muy testarudo.

- Ya veremos, entonces. – Mirándose a los ojos volvieron a besarse, abrazando sus cuerpos mientras el tiempo pasaba. Reconfortándose entre los brazos contrarios.

- Mi pequeño rey. – Gimió su nombre. 

- Habla en voz baja. Recuerda que nos pueden escuchar y sería un problema. – Le indico, casi habían olvidado ese tema.

- Lastimosamente. Hay pocos lugares fuera del santuario donde puedo tratarte como me encantaría. Me tienes como loco enamorado.

- ¿Tú a mí no? Desde que me entere de ese detalle, ocasionalmente he pensado sobre qué haríamos en un futuro. Me gustaría quedarme siempre contigo. Y no quiero volver a sentir lo que esa noche.

- Me salió celoso el gatito. Pero, también a mí me gustaría eso, hare lo posible para que eso pase ¿Vale? Mejor duerme un rato, estaré en la otra cama por si alguien viene. – Asintió. Antes del amanecer la lluvia mermo, dejándolos volver al Santuario.

Y tal como Manigoldo dijo, se hizo responsable de lo sucedido. A pesar que Sage fue generoso, igual tuvo algo de escarmiento. Por unos días no pudieron verse más haya de por unos segundos antes de irse a sus respectivos templos en la noche, siguiendo sus rutinas como era lo normal. 

Hasta que la sombra de Hades hizo su acto de presencia, pocas semanas despues. 

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