Heridas/cicatrices.
Estuvo sentado en un rincón de su templo por buena parte de la mañana, estaba de más decir que casi había evitado a Manigoldo. Arrepentido por sus acciones la noche pasada, le daba una suma vergüenza recordarlo, se había mostrado sumamente confiado, había mantenido bien su relación todo ese tiempo que estaba seguro de sí mismo que no dudo apenas se dio un momento que apareció adecuado, para terminar en nada. Manigoldo por su parte al verlo incómodo paro, no quiso obligarlo aunque Regulus el primer momento quiso seguir para no decepcionarlo. Solo se lamentó el silencio antes de irse.
Regulus suspiro con pesadez al recordar eso. Se lamentaba más de lo que debería. A pesar de la seguridad que desprendía al lanzarse a sus brazos, tener a otra persona tocándolo nunca lo termino de considerar, pensó que estaría bien, por lo visto al tenerlo ya desnudo tocándolo no pudo terminar de procesarlo. Manigoldo estuvo seguro y confiado, mirándolo con devoción, puede que ahora lo considere más un niño por como termino. Y de por sí Regulus siempre llevaba la carga de ser el más joven.
Cuando llegó la tarde escucho unos pasos en su dirección. Volteando a estos, el santo de cáncer, con mano en la cintura y una dulce sonrisa se paró frente a él.
— Pequeño rey. ¿Cómo te sientes?
— ¿Por lo de anoche no? — Manigoldo asintió. — Mejor, pero. Lamento haberte decepcionado.
— ¿Decepcionarme?
— ¿No lo hice? Es seguro que has tenido sexo con varios, en lo que es seguro que fui el peor. — Manigoldo río por la ternura que le generada Régulus en ese momento, aunque para este fue tomado como una mala señal.
— En primera: Si, he tenido bastante sexo con hombres y mujeres, mi primera vez no la llamaría memorable a decir verdad, pero ni así lo que tuvimos anoche lo llamaría lo peor. Porque ni siquiera lo terminamos más bien. Y en segunda: Yo sé que eres inocente. Y no lo digo de mala manera. — Inclinándose a su lado, le beso el rostro.
— Quería complacerte pero...
— Es normal que no te sientas cómodo en un ambiente que nunca imaginaste, ni siendo un prodigio te libras de eso. Pero, un prodigio aprende rápido ¿No? — Regulus asintió. — ¿Hacemos la primera lección? — Se acercó lo suficiente para provocar un fuerte color rojo en el rostro de Regulus.
>> Cierra los ojos si es así, no te voy a quitar nada ahora. — Desviando la miraba termino obedeciendo. Manigoldo inclino su rostro cerca del cuello del Regulus, susurrando las indicaciones. — Imagínate desnudo, frente a mí. Anoche me viste en todo mi esplendor así que no te debe ser difícil. Ahora, imagina que te tomo de las manos, te abrazo para besarte dónde claramente no pierdo la oportunidad de acariciarte. Solo eso como primer plato. — Manigoldo quedó bastante complacido al escuchar un gemido salir de los labios de Regulus. — A veces me preguntó qué hiciste para que te adoré tanto.
— Tengo mi encanto, cangrejo. — Manigoldo separó su rostro, mirando a Régulus a la cara.
— Supongo que es verdad. Entonces, ¿Vamos el segundo intento está noche o prefieres esperar?
— Claro. Esta noche me gustaría intentar otra vez.
— Solo te digo una cosa, si necesitas ir lento estaré feliz de guiarte. Total, queda bastante tiempo para tenerte en mi cama.
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Manigoldo se quedó esperándolo en la entrada de su templo desde que la noche cubrió todo con su presencia. Viéndose a los ojos una vez llego, extendiéndole su mano. En su cuarto, el dorado de cáncer metió la mano debajo de su ropa, quitando la camisa de su cuerpo aprovechando para acariciar el abdomen del león.
Seguidamente se desnudó, tomando las manos de Regulus poniéndolas sobre su pecho.
- Tócame con confianza. – Sonriendo de medio lado le indico. Los dedos de Regulus viajaron por su pecho, acariciando las cicatrices que se posicionaban en su pecho. Una diferencia entre ambos era esa, el cuerpo de Manigoldo tenía varias cicatrices desde el pecho, los brazos y hombros, mientras Regulus no tenía ninguna marca sobre la piel. A veces se podía intuir mucho por las cicatrices de algún Saint.
Regulus acaricio de forma suave todas las marcas en el cuerpo de Manigoldo, presionando los dedos como si buscara cuidarlo. Cuando termino pego su cara a su hombro en un abrazo, dejando caer sus manos en su espalda baja, tomando su trasero en manos. Manigoldo no dijo nada, más bien, le agradaba esa confianza, pidiéndole un beso.
Con Regulus sobre la cama, Manigoldo dejo un pequeño beso su pecho como primera acción, tomando un pezón en sus labios, usándolo a su gusto. Sintió el pecho de Regulus moverse, presionando más sus labios sobre su piel.
Regulus gimió de forma sonora, mordiéndose el labio de forma inconsciente. Cuando lo encontró necesario Manigoldo se detuvo, soltando la piel de su pecho. Separándose para tomar su rostro, rojo por la excitación en su sistema.
- Quiero hacer lo mismo. Guíame.
- Tendrías que meter mi pene en tu boca, ¿Seguro? – Regulus asintió. Sonaba raro pero no quería echarse para atrás.
Sus labios cubrían la punta de este, no sabía bien que hacer o como, por unos minutos solo lo mantuvo en su boca acostumbrase a la sensación. Era raro para él, más no estaba seguro si podía definirlo como desagradable o no. Aunque su tío le hubiera hablado del tema nunca llegaba a imaginar o mencionar algo así.
Sintió la mano de Manigoldo en su cabeza, cuando ya se sintió más cómodo empezó a mover su cabeza por lo largo de su miembro, llegando hasta la mitad de este, presionando sus labios como hace un momento Manigoldo hizo sobre su pezón.
- Aprendes rápido pequeño rey. Puedes detenerte si quieres. – Dudo, pero termino por obedecerlo.
- ¿Es normal que me duela la mandíbula?
- Te diría que depende, más aún porque te dolerá más que eso una vez hayamos terminado.
- Cierto. Aun quiero llegar a eso, ¿Cómo me pongo?
- Acuéstate, necesitas una buena lubricación. – Lamiéndose los labios dio a entender bien lo que venía. Regulus no se hizo de rogar, sintiendo un hormigueo apenas Manigoldo separo los glúteos, enterrando la cabeza allí dentro.
Casi le daban ganas de morderlo. Era tan suave y respingón. Pasando su mano por sobre ellos luego de un rato, trazando un camino lento antes de volver a poner sus labios sobre su piel. Regulus tenía la cadera bien levantaba, su miembro terminada colgando, dándole a Manigoldo la oportunidad de meterlo en su boca como última acción.
- Bien, respira, afloja el cuerpo, que te voy a penetrar. – Bando sus indicaciones, se acarició una última vez, apuntando su miembro en dirección a ese agujero, para lo siguiente requería paciencia, mucha paciencia no importaba la experiencia que pudiera tener. Coloco su mano sobre el hombro de Regulus, un último movimiento y quedo enteramente dentro de él.
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Una vez paso frente a un espejo en la mañana no pudo evitar pararse en secó. Mirando su reflejo, casi extrañado. Detallando su silueta, teniendo un sentimiento nuevo y extraño al verse. Cómo si no se reconociera a pesar de que este igual.
Era su misma imagen pero en ese momento pero había algo diferente, algo que se sentía cambiado en él. Pasando sus manos por su cabello mientras buscaba entender porque sentía algo como eso, no tenía sentido ¿Verdad? Mientras su mente divagaba Régulus por primera vez parecía notar lo atractivo en su propia apariencia. Experimentado por primera vez algo de vanidad al verse. Sus rastros únicos como sus ojos felinos dilatados en ese momento, sus colmillos, el cabello que caía por su nuca en el camino de su espalda a sus piernas.
Sus músculos eran lo suficientemente notorios. En brazos y piernas, sin contar su pecho y abdomen que si bien no eran los más exagerados como podrían ser su tío o Hasgard, a él le resaltaba uno que otro rasgo de manera eficiente. Cómo sus glúteos.
Que hablando de eso, moviendo las piernas sintió un pequeño dolor, y como espero quedó gradada la pérdida de su virginidad allí. Lo que por instinto le recordó los sucesos de la noche anterior, y él por qué en ese momento estaba en el templo de cáncer.
— Cierto. Ya soy un adulto. — Se dijo así mismo. Era eso lo que tenía, el haber ya dejado esa última parte de su "inocencia" y haber probado personalmente la delicia del sexo, despertando por primera vez junto a alguien con quién lo quiso y quería seguir experimentándolo. Por un momento se sintió tonto al despertar y haberlo olvidado, sonrojándose ligeramente con todos sus recuerdos a flor de piel, revisando si le había quedado una marca.
>> Sabía que Manigoldo era muy "botado" allá abajo, pero no que me dejara está marca. — Rio para sí mismo. Bando medía vuelta para buscar su ropa, casi saltando al ver a Manigoldo apoyado en la pared.
Ni para que preguntar si lo había escuchado. Pero verlo allí Parado, con la ropa medio arreglado y el cabello ligeramente húmedo y despeinado. Se veía bastante provocativo.
— ¿Te duele algo? Agradezco que reconozcas mis "dones" pequeño rey— No perdiendo la oportunidad le provocó. Pronunciando ese dulce apodó con suma picardía.
— Comparado con anoche y el día anterior, estoy mucho, mucho mejor. — Régulus no espero que fuera incómodo al inicio, luego sentir una rara mezcla de esa incomodidad con placer.
Acercándose el uno al otro, Manigoldo tomo el rostro de Régulus en sus manos, besando su frente cómo señal de buenos días.
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¿Disfruto jugar con la inocencia de Regulus en todo ámbito posible? ¿Si, por?
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