Día 6
Rarepair week- dia 6: Propuesta de matrimonio
Pair: Flare x Freyr
Asgard
Freyr se encontraba en su estudio leyendo tristemente sus preciadas cartas. Cada cuartilla representaba demasiado para él, cada página y cada párrafo contenían un pedazo de la historia que no pudo ser pese a haberse construido poco a poco los pasados años. Cada esquela recibida era su tesoro de inmensurable valor. El joven las deposito en su caja fuerte tras lanzar un largo suspiro tratando de hacerse a la idea de que el idilio había terminado de forma abrupta y definitiva.
Jamás imagino hasta qué punto Saori Kido iba a arraigarse en su corazón, en su mente y en su cuerpo. Gracias a ella es que se dio la oportunidad de conocer mas a fondo él mundo exterior, de tratar con intensidad a una mujer extranjera dejando de lado las reglas represivas de su nación haciendo un esfuerzo para mantener su romance separado de su vida en Asgard.
No estaba seguro de como lo había logrado, pero funcionó el periodo que debía funcionar.
No obstante, pasado algún tiempo, los consejeros se percataron de sus constantes salidas del reino, de las cartas que recibía y de su, aparente, negativa a matrimoniarse con alguna mujer compatriota. Todas esas cosas que Freyr trató de disimular sin éxito, finalmente terminaron por jugarle la contraria siendo requerido para una larga y dolorosa audiencia cuando menos lo esperaba.
—Si tanto es tu deseo de dejar Asgard atrás y continuar tu trato con una mujer extranjera —le dijeron implacables los consejeros del palacio Valhalla—, entonces renuncia a tu nombre, a tu título, a tus posesiones y a ser habitante de este país que lo que necesita es gente comprometida, Freyr. ¿Qué te ha sucedido? —el consejero en cuestión le dedicó una mirada dura e impasible— Siempre has sido fiel y dedicado a tu gente. Tu padre se avergonzaría si viera como te has comportado últimamente.
Le reprendió como a un niño haciéndole sentir humillado y culpable por haber puesto un poco de felicidad por encima de su vida en Asgard. Jamás dejo a su nación de lado pues viajaba buscando mejores beneficios para su gente. Incluso Saori le confirmó que, gracias a los constantes viajes de Freyr, la economía en Asgard había mejorado considerablemente para todos los mercaderes y fabricantes de artesanía local, dicho dato apareció en una revista internacional que tocaba esos temas.
—Y lo único que me echan en cara es una relación, que a nadie afecta, con la persona que nos ayudó en tiempos de necesidad —se dijo molesto yendo de un lado al otro de su despacho rumiando la misma idea una y otra vez— ¡Yo... ella...! —finalmente tomó asiento dejando caer la cabeza en ambas manos— No quería dejarla ir... no quería que todo terminara entre nosotros.
Y Saori lo miro con infinita tristeza cuando lo hablaron en persona, la última vez que se vieron tiempo atrás, las lágrimas se escaparon de sus hermosos ojos. La estrechó fuertemente en sus brazos uniéndose en un prolongado beso evitando a toda cosa hacer promesas a futuro pues, ese era el final inevitable; asi ambos decidieron no volver a verse. Freyr volvió a casa con el corazón destrozado sin saber que haría de ahí en adelante.
—Es mejor que no tengamos emisarios que viajen fuera de nuestras fronteras —reafirmo el consejo en cuanto Freyr fue requerido, no obstante el joven apenas si reparaba en sus palabras; si no viajaba fuera del país, no estaría tentado a buscarla, intentaría seguir adelante como fuera.
No quería dejarla atrás por ahora, pero en algún momento debía hacerlo y que ella saliera de su mente y corazón poco a poco.
.
Un año después
Flare estaba sentada en los jardines gozando de unos momentos de paz y tranquilidad observando como su pequeño sobrino agotaba la paciencia de las niñeras con sus constantes exigencias. El hijo de Siegfried era incansable e idéntico a él en todos los sentidos siendo la alegría de su mamá pese a sus constantes disgustos. Hilda iba hacía ellos con paso rápido reprendiendo al chiquillo apenas se aproximó lo suficiente.
La joven rubia sonrió para sus adentros mientras su hermana tomaba asiento a su lado.
—Creo que su pasatiempo es volver locas a sus niñeras —decía agotada la gobernante de Asgard.
—Bueno, ya se cansara... en unos años tal vez.
La joven lanzo un largo suspiro ausentándose por unos segundos.
—Flare, ¿estás bien? —preguntó Hilda algo consternada.
—Si, no tienes porqué preocuparte por aquella lejana audiencia con los consejeros.
—Debiste decirme que mantenías correspondencia con el cisne Hyoga. Te habría ayudado a ocultarlo mejor y que nadie lo supiera aunque...
—No tiene importancia —respondió Flare con calma observando al infinito—, no iba a suceder nada más allá de las cartas que intercambiamos estos años. Confesó que me amaba, pero siempre le deje en claro que no podía corresponderle debido a las leyes que rigen nuestro país. Jamás pensé que mantener correspondencia alertará a los consejeros y me reprendieran por lo mismo.
—Es la ley Flare, lamento que hayan exigido que pararas tu contacto con él y más aún después de todo lo que hizo por nuestro país. El y los Santos de Atena nos salvaron. Me siento mal por esa decisión.
—Está bien... Aunque extrañare recibir noticias suyas desde Grecia, Siberia y Japón. Me enviaba fotos, obsequios y unas postales muy lindas. Echaré de menos esos detalles y sus bellas palabras con su bonita letra... —Flare lanzó un largo suspiro mientras Hilda la observaba apenada.
Flare no lo decía abiertamente, pero Hilda sabía cuanto afecto le tenía su hermana al santo de Atena. Quizás no era amor per se, pero si algo muy fuerte. La sacerdotisa de Odin pensó que esta no volvería a amar luego de la muerte de Hagen sin embargo, la persistencia del ruso estaba dando frutos hasta que el consejo infame le puso un alto haciendo sentir culpable a la joven Flare y tratándola como delincuente, prefiriendo renunciar al hombre que la hacia feliz a la distancia en vez de buscarse más problemas.
A veces las leyes eran demasiado inhumanas. El contacto con el exterior ya no debería ser un problema a esas alturas de la historia. Pues, el tener a la gente encerrada en una caja fuerte, no era beneficioso y terminaba por ocurrir un efecto donde las personas parecían estar sedientas por el contacto con Midgard, con el exterior.
.
Freyr salio de la sala del consejo aquella mañana sin percatarse siquiera que el clima afuera era estupendo. Por primera vez en mucho tiempo, el sol brillaba sobre Asgard resaltando la belleza natural de sus montañas y bosques, así como de los hermosos jardines imperiales. El joven debía volver a casa temprano pues, por ocasión extraordinaria, su hermana Freya estaba de visita con su pequeño sobrino. El pequeño era la alegría de Freyr aunque, por lo bajo, le hacía sentir envidia pues, en algún momento, le agradaría dar ese paso aunque siempre desechaba esa idea pues, de forma inconsciente, la había proyectado en una persona prohibida.
Se aproximo a la ventana más cercana notando que Flare, la hermana de la señorita Hilda, estaba sentada en los jardines traseros observandole risueña haciendolo sonreír. Antes de sus tortuosas audiencias, se rumoreaba por los pasillos del palacio que el noble intercambiaba correspondencia con ella, chisme que rondó por los salones del Valhalla por muchos meses sin que él o Flare lo desmintieran. La chica no lo confirmó en aquel momento, pero ella también tenía a "alguien en el exterior" y compartía con Freyr la complicidad de dicho contacto.
—No te sientas culpable —le dijo de forma confidencial un día, hacía tiempo, que ambos coincidieron en los jardines.
Freyr tomo asiento a su lado mientras ambos charlaban en lenguaje críptico de las cartas que recibían.
—¿Culpable?
—Un mensajero fue indiscreto al mencionar que otra persona recibe cartas del mundo exterior. No fue su intención decir tu nombre, pero fue afortunado pues soy muy discreta.
—Gracias Flare. No puedo evitar sentirme mal al respecto, como si estuviera cometiendo un crimen imperdonable, si el consejo se entera, me meteré en problemas.
—Igual yo —añadió Flare adoptando una actitud firme—, pero lo asumiré como debe ser. Esas cartas me hacen feliz, siempre llegan cuando más las necesito alegrándome el día. Imagino que te sucede lo mismo.
—Si, así es. Somos criminales, señorita Flare.
Ambos rieron a la confidencia.
Freyr la observó desde la ventana mientras ella lo saludaba afectuosamente haciendo una seña para que bajara a charlar. El joven sonrió accediendo a reunirse con la rubia por un rato bajando a los jardines traseros entusiasmado por compartir unos minutos.
—¡Hola Freyr, que gusto verte! —la joven se puso de pie estrechandolo efusivamente.
Ambos se conocían desde niños realmente. La familia de Freyr siempre había tenido presencia en el palacio Valhalla ya que, al ser nobles, tenían un sitio reservado y, la familia de este en particular, su padre y su abuelo, fueron miembros del alto consejo. El mismo que los juzgo a él y a Flare tan inflexiblemente.
—Me da gusto verte también, señorita Flare, hace tiempo que no coincidimos en el Valhalla.
—Siempre te veo pasar frente a los jardines o cerca de donde estoy, pero llevas tanta prisa que, prefiero no molestarte pues te veo preocupado la mayor parte del tiempo.
—Te pido me disculpes, no es intencional. Desde aquella infame audiencia... —Freyr guardo silencio por unos momentos mientras Flare lo miraba un tanto avergonzada por la observación.
—Oh Freyr no fue mi intención traer al presente esos recuerdos.
—Descuida —el joven tomo asiento a su lado mientras Flare trataba de distraerlo con otra charla respecto al hijo de Hilda, sus rabietas, sus exigencias y Freyr intentaba hacer lo propio charlando ampliamente sobre su pequeño sobrino.
—Freyr... ¿podría preguntarte algo confidencial?
—Por supuesto.
—Vamos un poco más allá. A la barda trasera del palacio pues, como recordarás, aquí hay muchos oídos cerca.
Ambos se alejaron varios pasos al interior del jardín charlando y riendo un poco mientras Hilda los observaba sorprendida desde la ventana de un piso superior. Aquello no lo esperaba dejandole un agradable sabor de boca. Quería charlar un rato con su hermana y distraerse, no obstante les concedió esos minutos al lado del joven noble.
—¿Podría ser que en el futuro cercano...? —tuvo que desechar la idea pues su hijo estaba en medio de otra rabieta pensando en lo molesto que estaría el papá si aún viviera— Siegfried no era así cuando niño, ¿o será que si y nunca lo supe? Como sea, este chiquillo me está drenando todas las energías.
Los amigos llegaron a la zona opuesta del jardín la cual estaba en silencio tomando asiento en una banca de piedra.
—¿Qué quieres preguntarme, señorita Flare?
—Se que antes de que todo el escándalo acabara con nosotros, salías mucho a Midgard y has visto con tus propios ojos el mundo exterior, ¿cómo es? —la joven lo miro tratando de ocultar su entusiasmo por saber más de la tierra prohibida— ¿que han visto tus ojos que puedas compartirme?
—¿Por qué deseas saber eso? —pregunto el joven con calma desviando la mirada al infinito.
—En sus cartas, mi "amigo por correspondencia" me hizo extensas descripciones de todos los sitios que conocía enviandome fotos y postales. Sus esquelas me hacían sentir que estaba con él recorriendo las dunas heladas de Siberia, las calles del Japón, el Santuario en Grecia... Tu has visto lugares similares, ¿no es asi?
—Algunos de esos lugares me traen malos recuerdos —indicó Freyr—, me recuerdan a esa "amiga" de la que no debo hablar.
—La amabas, ¿verdad?
—Si... pero, te prometo, que cuando pase, podré hablarte a detalle de todos aquellos sitios que conozco. Por ejemplo, el sur de nuestra nación.
—¿Te refieres a ciudades como Oslo, Bergen, Tromsø?
—Más que eso...
Sin darse cuenta, Freyr narró con lujo de detalles los viajes que realizó antes de reencontrarse con Saori. Intento evocar el recuerdo de cómo se sintió la primera vez que cruzó el puente Bifrost hacia Midgard notando como Flare lo observaba fascinada sin decir palabra y esbozando una hermosa sonrisa. La buena disposición de su amiga le hizo querer entrar un poco más en detalles olvidándose por un momento de que le esperaban en casa.
—Mira la hora que es... debo irme. Freya me espera y seguro se molestara por mi retraso.
—Lo siento tanto... no quería entretenerte mucho tiempo.
—Te agradezco, ha sido una mañana muy agradable e inesperada. Por cierto, espero que en una siguiente ocasión me detalles los lugares que más te han gustado de las cartas que recibiste.
—Cuenta con ello.
Ambos se despidieron un momento después.
Freyr volvió a casa sin percatarse de la amplia sonrisa dibujada en sus labios sintiendo un delicioso aroma flotar por todo el vestíbulo mientras el pequeño Bjorn exigía su atención. Freya cocinaba y el almuerzo estaba listo.
—¿Por qué estás tan sonriente? —preguntó su hermana menor, agradablemente sorprendida.
—Por el delicioso aroma, todo se ve exquisito —Freyr evadió la pregunta mientras Freya lo observaba discretamente esperando que la razón de esa alegría repentina fuera la señal de que estaba dejando en el pasado ese idilio indiscreto con la mujer extranjera desconocida.
Nadie sabía con quien se carteaba Freyr ya que este había solicitado al alto consejo confidencialidad para la identidad de la joven. Quien quiera que haya sido, pensaba Freya, debió amarla mucho para no revelar su nombre ante nadie, pero si aquello esta pasando, puedo sentirme más tranquila. La joven suspiró aliviada afirmando para si misma que su hermano comenzaba a hacer progresos.
.
Días despues Freyr y Flare volvieron a coincidir por los pasillos del Valhalla, ella le mostro un pequeño bolso negro que llevaba oculto en uno de los pliegues de su vestido. El joven supo que serían esas postales y fotos de las que hablo anteriormente sintiéndose afortunado por tener a una amiga en quien confiar y que pasaba por lo mismo que él.
—Vamos a esa zona del jardín a charlar —pidió ella tímidamente—, si no estás demasiado ocupado.
—Tengo tiempo para ti, señorita Flare, vamos.
Al llegar al sitio en cuestión y, tras cerciorarse que nadie estaba en los alrededores, es que Flare le fue mostrando una a una sus atesoradas postales narrando con lujo de detalles cada lugar ahí mostrado. Freyr la observó sin decir palabra puesto que Flare hablaba tan entusiasmada y sonriente detallando cada postal como si ella hubiera salido de Asgard y pisado el lugar en cuestión. Levantaba las postales, señalaba la decena de detalles que había encontrado una y otra vez en el pequeño papel cuadrado contagiando a su interlocutor quien, de un momento a otro, comenzó a sentir tristeza.
Flare jamás volvería a recibir esos pequeños detalles que hacían feliz a su corazón luego de perder al hombre con quien estaba por comprometerse en aquella batalla feroz e inutil organizada por la gente de Poseidón.
—Esta es una de mis favoritas —dijo ella mostrando una de lo que parecía ser un palacio detrás de una bonita fuente circular.
—¿El palacio Bolshoi? —leyó Freyr.
—Es el teatro de la compañía de ballet de Rusia. Nunca he visto el ballet en mi vida, pero "él" entró a una función donde capturó todos los detalles en una hermosa carta; el movimiento de los bailarines, la música de Tchaikovsky, los escenarios, todo. Incluso, compró para mi una hermosa cajita musical que tiene una pequeña bailarina que gira al ritmo de las notas.
De pronto se quedó callada por un momento no pudiendo contener un par de lágrimas que se deslizaron de sus hermosos ojos. Freyr las retiró con cuidado sintiendo pena por ella.
—Te entiendo perfectamente —le susurró—, sé cómo te sientes.
—¿Por qué tuvo que ser así? —Flare trataba de modular la voz pero estaba a punto de quebrarse— ¡No estábamos haciendo nada malo y ya me harte de no poder gritar a los cuatro vientos lo injusto que fue! —acto seguido rompió a llorar desconsolada por varios minutos recargando la cabeza en el hombro de su acompañante quien la rodeo con un brazo.
Ambos tenían en común la misma desgracia y la misma tristeza.
.
Un par de semanas después, los dos amigos coincidieron de nuevo por los pasillos del Valhalla. Ya habían charlado largo y tendido en los pasados días tratando de hacer a un lado la desgracia mutua y enfocándose en el presente donde Flare estaba atareada en sus actividades diarias y Freyr en lo propio. El noble iba en su caballo rumbo al palacio, cosa que no era del todo rara pues, a veces, aprovechaba para montar un poco en los alrededores así como en el bello bosque de Alfheim.
Flare estaba a la espera de que llegara el jinete, había pedido a Freyr un pequeño viaje a caballo para distraerse por un rato. Desde hacía días que había dejado guardadas sus postales y sueños en su caja fuerte pues llego el momento en que se percató que ya no le hacía bien mirar hacía el pasado; la hacía sentir triste lo que no debía ser prefiriendo prestar atención a su alrededor.
—Buen día, señorita Flare —Freyr se dejo ver por el camino luciendo radiante y alegre por verla—. Vamos, sube y demos un paseo.
—Claro.
Los dos tomaron el camino que unía al palacio Valhalla con el resto del poblado de Asgard.
El caballo fue con paso veloz hacia el amplio camino que llevaba a la salida de la ciudad, a una zona apartada y lejana del puente de Bifrost.
Ambos se miraron con complicidad considerando, por un instante, en tomar el camino del puente y salir de Asgard para siempre, cosa que desecharon enseguida. Ya lo habían hablado en alguna ocasión bromeando con huir, pero dichos deseos eran imposibles de cumplir debido a sus compromisos familiares: Freyr jamás dejaría a Freya ni siquiera a sabiendas de que ella tenía un buen matrimonio y una vida plena. Lo mismo Flare quien de ninguna forma abandonaría a Hilda.
—Hay un mirador rumbo al sureste. Solía usarse en el pasado como lugar de vigilancia de la frontera que da con Midgard. Aún posee un poderoso telescopio. Te gustará.
Flare solo se dejo conducir por el hábil jinete sonriendo ampliamente y notando como no dejaba de observar a Freyr; su mirada decidida, sus ojos verdes así como su porte al montar a caballo además de otras cualidades que, siendo honestos, le gustaban mucho. Había algo en él que le hacía pasar horas y horas charlando, riendo y escuchandolo. Se sentía protegida a su lado, respetada y tratada como una persona importante y no solo como la "hermana menor" que no debía opinar.
Freyr la hacía sentir como su igual en todo sentido y tomada en consideración.
Desde hacía un par de semanas descubrió qué estaba llena de sentimientos nuevos por él, pero no se animaba a manifestar nada afirmándose que solo serían cosas suyas; de igual forma, algo le decía que no le era indiferente a su amigo. La chica solo sonrió recordando la cabeza en el pecho del jinete.
El caballo ascendió por un camino serpenteante que dejaba ver unos diminutos escalones cubiertos por nieve. Hacía arriba se percibía una estructura alta, cual columna, cuya puerta entreabierta dejaba ver una escalera en caracol. La vista desde el mirador era impresionante ya que no solo se tenía una panorámica de Asgard sino de los valles que daban a Midgard.
Flare observó a través del telescopio todo a su alrededor notando que, más allá de los espesos bosques, se veían una serie de casitas cuya arquitectura le eran desconocidas además de extraños vehículos de transporte y personas vestidas muy diferente.
—Veo un pequeño puerto, ¿que ciudad es esa? —pregunto curiosa mientras su acompañante sonreía.
—Es el poblado de Tromsø, vecinos directos de Asgard. Nuestra correspondencia llegaba ahi y los mensajeros bajaban a recolectarla a la gran oficina postal ubicada en el centro de la ciudad.
—Luce muy distinto a como lo imagine —la joven se apartó del telescopio recargándose en la barda adoptando una actitud soñadora—. Pensé que sería diferente ver Tromsø aun desde la distancia.
—No es una ciudad glamorosa, pero es lo único que puedo mostrarte por ahora —Freyr se paró a su lado observando a Flare con calma.
—Y te agradezco. Se que jamás podremos salir de Asgard, así que, me alegra que me hayas traído aquí por un rato.
Este le dedicó una larga mirada afectuosa esperando que ella lo notara. Flare era hermosa, su cabello rizado y rubio, sus ojos verdes que complementaban sus bellas facciones; además de la bondad de su carácter y voz melodiosa, era dueña de una presencia casi etérea. Le gustaba mucho pasar tiempo a su lado y pensar que hacía no más de dos años, la joven solo era una amiga y cara conocida más, pero desde hacía unos meses, se volvió alguien importante en su vida.
El joven había pensado en algo días atrás, una revelación llegó a su interior una tarde mientras analizaba en diferentes cosas en su despacho de trabajo; Flare apareció en su cabeza haciendo que su corazón diera un agradable respingo y en ese instante Freyr lo supo esperando que ella sintiera lo mismo.
Ambos se quedaron asi por un momento más en el que una fuerza magnética parecía atraerlos sin poderlo evitar y sin querer oponer resistencia. Así, se unieron en un largo beso estrechandose fuertemente logrando dejar todo de lado: el tiempo se congeló a su alrededor sintiendo como si ambos se transportaran a un mundo lejano que les pertenecía sólo a los dos.
—Señorita Flare, yo... Lo siento, no pude contenerme —Freyr sentía que su mundo daba vueltas sin dejar de aferrarse a ella mientras Flare se tocaba los labios suavemente aun embriagada por sus nuevos sentimientos.
—No te disculpes... tambien lo deseaba.
—No estaba seguro si sentías lo mismo, pero veo que no me equivoqué —susurró él—. Eres lo más bello de Asgard y amo estar a tu lado.
—Yo igual amo estar a tu lado y no quiero apartarme de ti de ahora en adelante.
—Demos un siguiente paso.
—Si, mi corazón te pertenece —dijo la joven con tal convicción que Freyr se lo propuso en ese instante.
El siguiente paso era el compromiso y la unión sagrada ante los ojos de Odin.
Se miraron por largo rato antes de caer en cuenta de que debían volver al palacio. Besarse y confesarse no era el objetivo de la salida, pero ahora que estaban ahí ya no deseaban separarse. Se quedaron otro rato más gozando de la compañía, de que pasar de la amistad a algo más profundo fue un agradable descubrimiento queriendo gozar cada segundo del que disponían.
Hilda los observó entrar a las inmediaciones del palacio mientras tomaba un poco de te. Su hijo dormía la siesta para su buena fortuna. La joven noto la cercanía de su hermana con Freyr, como este la abrazaba fuertemente usando una mano libre mientras sujetaba la rienda del caballo con la otra y en la mirada de ambos se evidenciaba para donde iba todo. La representante de Odin se sintió muy feliz al ver a Flare tan dichosa.
La rubia subió al salón con pasos rápidos feliz por encontrarse con su hermana. Hilda observó esos ojos risueños y resplandor que parecía emanar de esta confirmando sus felices sospechas.
—¿Todo bien, hermana? —pregunto fingiendo no saber.
—¡Oh Hilda, me ha sucedido algo increíble. Debo contártelo todo!
—¿Es Freyr, verdad?
—¡Si, me siento tan feliz y dichosa! —Flare apenas si podía contenerse cubriendo su rostro con ambas manos y sonriendo ampliamente— Es un joven maravilloso. Nos entendemos a la perfección, ambos correspondemos a nuestros sentimientos y estamos mirando el mismo camino.
—Sugiero lo tomen con calma y hagan un compromiso largo —indicó Hilda algo agobiada por tanto entusiasmo—, sé que ahora mismo te sientes en las nubes, pero las cosas deben seguir su curso y a su ritmo.
—¡Oh, es lo mismo que dijo él! Se que ya no soy una chiquilla sin embargo, me siento como una: impaciente porque las cosas ocurran cuanto antes.
—Oh Flare.
.
Por todo Asgard corrio la noticia del compromiso entre la Señorita Flare y Freyr, el cual fue anunciado alrededor de unos dos meses después teniendo una recepción como ninguna otra, incluso los miembros del consejo se mostraron ampliamente complacidos por la buena nueva.
El matrimonio estaba programado para dentro de un año exactamente y sería motivo de celebración por todo el reino y por todo lo alto.
La feliz pareja estaba en los jardines gozando de unos momentos de soledad e intimidad planeando sus siguientes pasos percatandose que, ninguno de los dos, había vuelto a hacer mención de aquellas cartas que tanto los marcaron tiempo atrás. Ambos tenian la mira en el futuro acordando no desechar las cartas, pero si dejarlas guardadas en sus respectivas cajas fuertes.
El pasado pertenecía a su respectivo tiempo y no tenía lugar en el presente.
—Gracias por no pedirme quemarlas o tirarlas —dijo Flare observando amorosamente a su prometido quien dejó un beso en sus labios.
—Jamas haría eso. Se cuanto significaron para ti y sería cruel pedirte hacer algo asi. Esas esquelas forman parte de nuestra historia pues, gracias a ellas, es que pude enamorarme de ti. Las cartas prohibidas nos juntaron.
Flare sonrió ampliamente estrechando aun más a Freyr ansiosa porque la fecha de la boda llegara cuanto antes. La joven se aproximo a él susurrando algo pícaro a sus oídos haciendole sonrojar.
—Eso nos meterá en problemas si alguien nos escucha. Yo también lo deseo, pero debemos ser pacientes —respondió en voz baja.
—Lo sé, pero no quisiera esperar tanto.
El futuro lucia prometedor para ambos.
.
FIN
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro