Dia 2
Dia 2: Recuerdo doloroso: Aioria x Shaina
Aioria se paso por la cabaña de Shaina aquel día tras la finalización de la batalla de las doce casas. Aquel trágico evento que cobró muchas vidas, colegas cayeron, inocentes perdieron la vida, un imperio de terror llego a su fin tras trece largos años.
—Cassios fue uno de esos inocentes cuya vida fue arrebatada gracias a la maldad del Patriarca —el león dorado se detuvo a mitad del camino reflexionando un poco lo ocurrido ese día.
La tarde que aconteció su enfrentamiento con Seiya en el quinto templo, Aioria estaba bajo el embrujo del Satán Imperial lo que le impidió actuar de acuerdo a sus valores, pelear con su mente clara y, peor aún, término por atacar a un inocente que subio hasta el recinto para hacerle entrar en razón.
—No puedo perdonarme por lo ocurrido. Lo mate sin saber siquiera que estaba ahí. Aunque haya estado poseído, nada excusa el hecho de que le quite la vida...
Continuó con paso lento hacia la cabaña tratando de ocultar su vergüenza pensando en algo más allá que una disculpa, ya había pedido perdón a Shaina sin embargo, ella estaba tan cegada en su dolor por la pérdida de su alumno así como por saber que Seiya iba rumbo a Virgo, que no presto atención suficiente a las palabras del santo de leo.
El joven león llamo a la puerta sintiendo como su corazón latía con rapidez tratando de armarse de valor para hablar con ella nuevamente.
—Aioria... No esperaba verte por aqui —Shaina, quien parecía estar ocupada con algo, abrió la puerta con rapidez observando al recién llegado bajo la máscara— ¿que te trae por aqui?
—Cassios...
La amazona se apartó permitiendole pasar a la cabaña. Aioria observó el ambiente con rapidez: un sitio demasiado pequeño, dos camas colocadas a la derecha de la puerta, una cocineta en la esquina opuesta y los muebles mínimos estaban en el lado contrario a la pieza.
—No tengo algo que ofrecerte para beber —comentó ella tomando asiento en una silla.
—No te apures. Escucha, vine a charlar contigo sobre lo que ocurrió en el templo de leo. El mismo día de la tragedia intente decirtelo, pero estabas alterada y no me escuchaste en ningún momento.
—Era difícil no alterarse cuando una persona tan importante perdió la vida por la tarde mientras cocinaba el desayuno por la mañana.
—Lo entiendo, creeme que te entiendo perfectamente.
—¿Qué entiendes...? —Shaina estaba a punto de objetar algo cuando, de pronto, cayó en cuenta de que él había perdido a su hermano mayor años atrás.
Aioria lo entendía también. Sabía lo que era perder a un ser querido; no obstante, luego de tantos años, se había convertido en verdugo.
—Lo siento. Aioros salio de mi mente por completo —la chica se disculpó bajando la cabeza un poco—. Tenemos eso en común: ambos perdimos a un ser amado en condiciones trágicas.
—Lo sé... No tengo idea de como pedir tu perdón. Se que nada de lo que diga o haga lo traerá de vuelta, pero, al menos... Dime que puedo hacer.
Shaina lo contempló por unos instantes, su semblante arrepentido, sus ojos cerrados y presionados en su rostro moreno. Lo decía en serio. No estaba ahí solo por compromiso, de verdad, quería el perdón de la amazona.
—Eres el primer caballero dorado que se disculpa por algo así. Siempre he admirado esa parte de tu personalidad; sabes reconocer tus errores y agachar la cabeza cuando es necesario.
—Shaina...
—¡Si hubieras sido tu quien lo matara por iniciativa propia, te odiaría y te enfrentaría a muerte por el asesinato de Cassios! —se puso de pie de un salto cerrando los puños en señal de impotencia— Pero no fuiste tu, ni siquiera estabas en tus cinco sentidos. Seiya me lo dijo todo asi que... ni siquiera puedo odiarte, sería injusto porque no eras tu en esos momentos.
Aioria se puso se pie atrayéndola hacia él en cuando la amazona rompió en llanto quedándose así por un rato hasta que ella terminó. La joven se apartó de él dirigiéndose a un mueble colocado más allá para sacarse la máscara y limpiarse las lágrimas con un pañuelo desechable.
—Tengo algo que pudiera ofrecerte para beber.
Se aproximó a la pequeña cocina sacando un frasco envuelto en una tela gruesa que colocó sobre la mesa.
—Es café —dijo el león dorado sonriente tomando asiento una vez más— ¿dónde lo conseguiste?
—Cassios lo trajo y esto también —Shaina extrajo otro envase del mueble el cual le mostro alegre.
—Miel. Hace tanto que no la pruebo.
Shaina calentó agua para el café buscando un poco de pan mientras Aioria la observaba desde la mesa: la fragilidad que mostraba en esos momentos le resultaba encantadora, rara vez una mujer fuerte como ella se dejaba ver vulnerable.
—Puedo conseguir pan más sabroso que este —le dijo—. Si lo deseas, puedo traerte un poco en otro momento.
—Esta bien. Traelo cuando gustes, no importa el día que sea.
Ambos disfrutaron del momento charlando un poco acerca de esos recuerdos que dolían pero que los acercaban de cierta forma.
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Dia 2: Bailar- Aria x Ryuho
La Palestra
Por esas fechas estaba por celebrarse el "aniversario por el nacimiento de la diosa Atena", evento que se organizaba religiosamente cada año en el colegio y ese año no sería la excepción. La dirección del colegio ya planeaba alguna actividad diferente siendo esta un pequeño baile de otoño que se llevaría a cabo justo el día del natalicio de la diosa.
Ryuho se encontraba a solas en los jardines, no estaba seguro de querer asistir al evento pues aún no tenía pareja ni sabía bailar siquiera. Esa tarde se les asignó una clase de baile, el profesor asignado encendió el reproductor de música haciendo sonar una melodía lenta y rítmica. Les dio las lecciones desde cómo colocar las manos en su pareja, que pasos dar, en qué número y dirección. Todo era demasiado complejo para el joven dragón.
—No sirvo para esto —se dijo desanimado saliendo de las inmediaciones del colegio.
Paseando por los jardines más cercanos fuera de la escuela es que se topó con Aria y su hermano quienes también daban un paseo acompañados por sus guardaespaldas.
—¡Ryuho! —la chica lo llamo desde lejos haciéndole sonreír.
Eden saludo cortésmente observando como su hermana pequeña se aproximaba a su amigo con paso rápido.
—Tenia tiempo sin verte —la niña lo saludo efusivamente.
Ambos tomaron asiento en una de las bancas aledañas al lago del parque. El día era perfecto y soleado, el lago estaba justo frente a ellos con sus aguas claras que se agitaban levemente cuando los patos que iban de un lado al otro. Un vendedor de helado estaba por allá y otros chicos que salían de la Palestra pasaban por ahi gozando de su tarde.
—He estado ocupado con cosas de la escuela —dijo Ryuho sonriente— ¿cómo has estado Aria?
—De maravilla —la chica dibujo una amplia sonrisa observando a Ryuho con sus ojos risueños mientras él devolvía el gesto—. Tenia tiempo sin verte. ¿Cómo va todo?
—Nada mal... creo.
El chico narró con lujo de detalles el baile en honor a la diosa y las actividades que el colegio planeaba para ese dia.
—Los bailes son tan lindos —dijo Aria con actitud soñadora—, me agrada mucho el ambiente, la música y las parejas danzando al ritmo —levanto los brazos ligeramente intentando imitar los movimientos de dos personas bailando al mismo compas.
—Mamá dice que tengo ritmo, pero nunca he bailado con nadie así que no sé. No tendría problema con eso aunque, creo que no lo haré muy bien que digamos.
—Quizás necesites un poco de práctica.
La chica propuso que los acompañara, a ella y a su hermano, a casa. Contaban con un salón lo suficientemente grande como para una larga congregación de gente y un aparato de música potente.
Ryuho lo dudo por un momento terminando por acceder. A fin de cuentas, en casa de Aria, nadie los vería practicar ni juzgaría si los pasos iban demasiado rápido o lento, si no tenía coordinación alguna con su pareja o si era muy torpe siguiendo el ritmo. La chica lo condujo al amplio salón antes mencionado mientras el joven dragón la seguía maravillado al ver el lujo que la rodeaba. La casa de su familia era impresionante.
Un miembro de la servidumbre los llevo al salón mientras Aria solicitaba que les trajeran un reproductor de música.
La tornamesa llego un momento después mientras la chica buscaba en los vinilos disponibles alguno que se ajustara a lo que quería mostrar a Ryuho.
—Mamá dice que esta música es la que ella y papá bailaban en sus años de juventud, espero sea la misma con la que practicaste en el colegio.
—Dejame escuchar —Ryuho sonrio al ver la dedicacion que ella ponía en buscar las mejores piezas, al observar sus delicados movimientos girando la manivela del aparato de música y, apenas la melodía lleno el salón, sonrió aún más al reconocer la canción muy similar a la que había escuchado en el colegio—. Si, es muy parecida.
—Me alegro, ahora veamos.
Aria se postró delante de él sujetando delicadamente las manos del chico las cuales guio hacía su cintura y la otra hacia su hombro.
—Ahora relájate y sigue mis pasos —indicó con voz suave.
Ryuho comenzó a sentirse un tanto extraño al principio, pero, conforme ambos danzaban al ritmo de la música lenta, fue recuperando su autoconfianza sonriendo ampliamente al notar cuán a gusto se sentía bailando con Aria. La chica danzaba con pasos gráciles, como si flotara sobre el pulido suelo de mármol, sabía guiarlo con firmeza y así Ryuho fue aprendiendo poco a poco los pasos de baile que su hábil maestra le mostró con dedicación las siguientes horas.
—Bailas muy bien —Ryuho le dedico una larga sonrisa en cuanto terminaron la sesión.
—Quedate a cenar —dijo ella de pronto—. Sería lindo que nos acompañaras.
—Bien... De acuerdo —el chico sonrió, le hacia feliz la invitación y asi podría pasar un rato más con ella.
No solo sabía bailar con la gracia de una flor sino su encantadora personalidad lo encandilaba. Al salir de su casa rumbo a los dormitorios del colegio, lanzo un largo suspiro pues, en el fondo, le habría gustado que ella fuera su pareja para el baile escolar.
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